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A

 

principios de enero de 2020 las agencias y los 

corresponsales empezaron a informar de una 

rara  neumonía  en  Wuhan,  China.  El  primer 

muerto se produjo el 11 de enero.

No sabíamos de la gravedad de la infección, pero 

en poco tiempo había dejado de ser local: llegaron ca-

sos importados a Japón, a Hong Kong, a Tailandia… 

Era evidente que personas infectadas podían viajar en 

avión con pocos o ningún síntoma y propagar el virus 

en su lugar de destino. Sin embargo, aún no sabíamos 

bien cómo se transmitía la enfermedad y hasta qué 

punto era grave.

Poco a poco los medios de comunicación fuimos 

informando más ampliamente sobre el tema. Muchos 

periodistas descubrieron que no tenían agenda para 

ello. Empezó la búsqueda de virólogos y epidemió-

logos. Llegaron las comparaciones con la gripe esta-

cional. Y llegaron los mensajes de calma de las auto

-

ridades.

Surgió en las redacciones una división entre quie-

nes pensaban que se debía dedicar más espacio a ha-

blar de la evolución y expansión de la nueva enfer-

medad y quienes consideraban que se estaba exage-

rando su importancia y alarmando a la gente. Entre 

el secretismo chino, los mensajes cambiantes de las 

autoridades, la prudencia de los científicos y la persis

-

tencia de cierto descrédito de la OMS, remanente de 

crisis anteriores

1

, los periodistas teníamos claro que 

no pisábamos terreno firme.

Esa discrepancia desapareció pronto. Por un lado, 

la realidad se impuso: los contagios y las muertes 

aumentaban, y cada vez se daban en más países. Por 

Informar en 

una pandemia

Inma León

Periodista

Cuando el periodismo especializado en ciencia se 

convirtió en el más valorado de las redacciones

Se puede acceder a una versión más extensa de este texto en: 

https://somethingaboutthesmile.blogspot.com/2021/01/informar-en-una-pandemia.html

Audiencias y medios nos retroalimentamos y 

el tema creció hasta desplazar, con el confina-

miento de marzo, a todos los demás. Solo la 

pandemia era noticia

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otro, hablar de la nueva enfermedad hacía ganar au-

diencia. Audiencias y medios nos retroalimentamos y 

el tema creció hasta desplazar, con el confinamiento 

de marzo, a todos los demás. Solo la pandemia era 

noticia.

Información en tiempos de crisis

Los periodistas especializados en salud marcaron 

la pauta en las redacciones. No sucede muy a menu

-

do que la especialización en sanidad, o en ciencia en 

general, se valore más que ninguna otra en un medio 

generalista. En el panorama informativo global gana-

ron puntos los medios especializados 

online

; también 

los blogs, canales de YouTube y cuentas en redes so

-

ciales de médicos, biólogos, genetistas, expertos en 

salud pública… 

La OMS declaró emergencia sanitaria internacio

-

nal por lo que entonces se solía llamar «el nuevo coro-

navirus» el 31 de enero, un mes después de que China 

le hubiera notificado oficialmente la aparición de una 

neumonía rara. El 11 de febrero le dio el nombre de 

COVID-19 (

Coronavirus Disease 2019

), causada por 

el SARS-CoV2, el segundo coronavirus responsable 

de un Síndrome Agudo Respiratorio Grave y el pri-

mero en originar una pandemia: la OMS la declaró el 

11 de marzo.

En esas fechas explicábamos qué es un corona-

virus,  qué  significaba  la  declaración  de  pandemia  y 

cuáles eran los criterios para hacerla; informábamos 

del posible origen del virus y de las probables vías 

de contagio. Esas informaciones convivían con las de 

enfermos, hospitalizados, ingresados en UCI y falle

-

cidos. A mediados de marzo ya se hablaba de hospi-

tales desbordados y servicios funerarios que no daban 

abasto. 

El 9 de marzo Italia confinó a toda su población, 

algo que había hecho previamente solo en la zona nor-

te del país. Aquellos comentarios de que el confina

-

miento estricto de la ciudad china de Wuhan solo era 

posible en un país más autoritario y con menos respe-

to a las libertades que Occidente cayeron en el olvido. 

Otros estados siguieron a Italia; España, una semana 

después. Los medios se volcaron en contar todas las 

facetas del encierro.

El confinamiento complicó aún más el trabajo de 

los periodistas. Aunque éramos un servicio esencial 

y podíamos movernos, no era el caso de muchas de 

nuestras fuentes. Proliferaron las entrevistas por Sky-

pe y el teletrabajo despejó las redacciones para redu-

cir el riesgo de contagios (que, pese a todo, se han 

seguido produciendo).

La información oficial

En esta pandemia cada país ha tenido sus referen-

tes en la presentación de los datos, la explicación de 

la gestión sanitaria y la respuesta a las infinitas pre

-

Imagen de Engin Akyurt en Pixabay

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guntas de los informadores. En España esa figura es 

Fernando Simón, médico epidemiólogo y director del 

Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sa

-

nitarias.

El papel protagonista de Simón ha llevado a mu-

chos ciudadanos y algunos periodistas a considerar-

lo la fuente suprema de conocimiento sobre la CO

-

VID-19. Por eso mismo ha recibido muchas críticas. 

La población espera afirmaciones tajantes, directrices 

infalibles. Pero desde las autoridades sanitarias y po-

líticas se han dado informaciones confusas y contra-

dictorias sobre el número de casos, el grado de control 

de los contactos, las vías de contagio, las medidas de 

prevención (mascarillas no, recomendables, obligato-

rias), las pruebas diagnósticas, las restricciones… 

Y a raíz de que nuestras fuentes, ya sean políticos, 

médicos o investigadores, se hayan ido contradiciendo 

en algunos casos, rectificando o matizando en otros, 

los medios hemos emitido y publicado informaciones 

cambiantes.  También  la  simplificación  necesaria  ha 

hecho desaparecer en muchas noticias los matices y 

prevenciones que introducían esas fuentes.

Esta pandemia ha sido vista por muchos como 

la ocasión para captar audiencia, pero por unos 

pocos, como una prueba a la que someter 

nuestra ética profesional

Imagen de Canal Sur Media en Flickr: https://www.flickr.com/photos/canalsurradioytv/

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Los «otros medios» y la desinformación

Esta pandemia ha surgido en un momento en que 

los bulos, la desinformación y las pseudociencias ya 

llevaban tiempo identificados como problemas serios 

de la sociedad actual. Por eso nos ha pillado con las 

estructuras de detección y denuncia ya preparadas. 

Eso no quiere decir que se haya impedido o reduci-

do su aparición, pero sí que los periodistas (diría que 

también buena parte de la población) estábamos —

estamos— muy atentos no solo a entender las cosas 

bien para explicarlas sin errores, como habitualmente, 

sino a que «no nos la colaran». Sin embargo, la cada 

vez más frecuente exigencia de inmediatez en nuestro 

trabajo nos ha hecho pagar muchos peajes.

Un apunte importante: no es lo mismo la informa-

ción que la especulación o la opinión. El público co-

noce, o debería conocer, el grado de rigor del medio 

al que acude. Esta pandemia ha sido vista por muchos 

como la ocasión para captar audiencia, pero por unos 

pocos, como una prueba a la que someter nuestra ética 

profesional.

Hablo, claro, de los medios de comunicación tra-

dicionales. Sin embargo, si algo caracteriza estos úl-

timos años es la difusión de información (y desinfor-

mación) por otro tipo de medios: redes sociales, ser-

vicios de mensajería instantánea, webs con apariencia 

de periódicos digitales…

Desde la aparición de esta enfermedad se ha vivido, 

paralelamente, una auténtica 

infodemia

, en la que la 

desinformación se ha sumado a los problemas pura-

mente sanitarios.

Distintos equipos de verificación han desmentido 

centenares de bulos. 

Newtral

2

 tiene un interesante 

gráfico sobre su temática y protagonistas. 

Maldita.es

3

 

llevaba desmentidas a fecha de redacción de este texto 

787 «mentiras, alertas falsas y desinformaciones so-

bre COVID-19», además de quince teorías conspirati

-

vas. En 

Verifica RTVE

4

 hay multitud de informaciones 

desmentidas, al igual que en 

EFEVerifica

5

.

La avalancha de falsedades parece imposible de 

frenar. Casi no habrá persona en este país que no haya 

leído o escuchado alguna, pues de las redes saltan a 

las conversaciones y se reproducen en los medios, 

aunque, por desgracia, no siempre para desmentirlas.

1.  «La OMS ocultó que sus expertos en gripe A cobraron 

de farmacéuticas». 

El País

, 5-6-2010. https://elpais.com/dia-

rio/2010/06/05/sociedad/1275688803_850215.html

2.  https://www.newtral.es/

3.  https://maldita.es/

4.  https://www.rtve.es/noticias/coronavirus-covid-19/bulos-

fake-news/

5.  https://www.efe.com/efe/espana/efeverifica/50001435