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Congreso Mundial del
Aspen Institute
El Congreso Mundial sobre Pensamiento Científico
y Acción, organizado por el
Aspen Institute
, dentro de
su programa Ciencia y Sociedad, y nuestros colegas
del
Instituto Questão de Ciência
,
estaba previsto ce
-
lebrarse en Roma el pasado marzo de 2020, pero la
situación sanitaria lo impidió. En principio se retrasó a
septiembre y finalmente se optó por celebrarlo de ma
-
nera
online
casi un año después. Reunió a más de cien
científicos, académicos, periodistas y comunicadores
de todo el mundo para ponernos al día y debatir temas
relacionados con la ciencia y su comunicación, en es
-
pecial los de importancia global: el cambio climático,
la medicina (con especial atención a las vacunas), la
biotecnología, la cultura científica y su popularización,
repartidos en seis sesiones.
Estas consistían en unas exposiciones magistrales
por parte de un experto en cada materia, abiertas a todo
el mundo, de un nivel que poco enseñarían a cualquier
lector habitual de nuestra revista —como pueden com
-
probar en el canal de YouTube del Aspen Institute—,
seguidas por unos debates «a puerta cerrada», restrin
-
gidos a los invitados, entre los que tuve la suerte de
encontrarme.
Resaltaré la tertulia a la que asistí, en petit comi
-
té, nada menos que con nuestro archiconocido Edzard
Ernst, Alexander Panchin (de la Comisión de Pseudo
-
ciencia y Fraude Científico de la Academia Rusa de
Ciencias), o mis homólogos Michael Marshall y Tim
Mendham, directores respectivamente de las edicio
-
nes británica y australiana de la revista
The Skeptic
.
No voy a negar que me sentía al principio algo cohi
-
bido rodeado de tanto prestigio junto y tanto acento
endemoniado, pero pronto me solté la melena y pude
presumir con moderación de algunos de los últimos
acontecimientos vividos en nuestro país. Les hablé del
plan español sobre pseudoterapias de los ministerios
de Sanidad y Ciencia, así como de la intención del
ministro de Universidades de eliminar los contenidos
pseudocientíficos de los estudios superiores, y he de
decir que se les hacía la boca agua a todos, viendo que
ellos, sobre todo en el mundo anglosajón, aún andan
teniendo que explicar a sus políticos por qué la homeo
-
patía no es más que una filfa.
Lamentablemente, estas tertulias restringidas no
están subidas a la red, aunque sus conclusiones, con
los resúmenes de las distintas sesiones, están por fin
disponibles en pdf
1
. Y solo me queda agradecer a Aa
-
ron Mertz, del
Aspen Institute
, y a Natália Pasternak,
del
Instituto Questão de Ciência
, su gran trabajo en
la organización, que debo hacer extensivo a todos los
que contribuyeron al éxito del congreso. Esperemos
que el nuestro, dedicado al mundo de las conspiracio
-
nes y que celebraremos el próximo septiembre, no sea
menos (más información en el interior de la contra
-
portada).
Juan A. Rodríguez
Balones fuera
Edmund Burke escribió que, para que el mal triunfe,
todo lo que hace falta es que la gente buena no haga
nada. En el terreno de las pseudoterapias se puede re
-
escribir como que para que los charlatanes triunfen
todo lo que hace falta es que quienes deberían velar
por la salud de la población miren para otro lado. Allá
por 2016, y de repente soy consciente de los lentísimos
y escasos avances en esta lucha, di la charla «Balo
-
Coordinación: Juan A. Rodríguez, Marisa Marquina y Antonia de Oñate
Primer contacto
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nes fuera» en Escépticos en el Pub Madrid
2
. Allí conté
el periplo del año y pico previo en el que me dedi
-
qué intensivamente a alertar a todo tipo de entidades
(ayuntamientos, colegios profesionales, bibliotecas,
universidades, librerías…) de la intromisión de char
-
latanes en multitud de eventos organizados por dichas
entidades. El título de la charla es el resumen del tipo
de respuesta que solía recibir.
Recientemente me he tenido que acordar por dos
veces de esta charla. La primera, al reportar ante el
Colegio Oficial de Médicos de Palencia el caso del
doctor Gabriel Ruiz García, el inefable «doctor Clori
-
to», un médico autodiagnosticado de trastorno mental,
como confesó en cierta ocasión en antena, al punto de
negar las infecciones microbianas y lamer, ante algu
-
na cámara de televisión, el suelo de su consulta como
supuesta prueba (consulta, por cierto, en la que un loro
se pasea a sus anchas dejando los residuos propios de
estos animales). Adepto a las letales tesis de la Nueva
Medicina Germánica de Hamer, Ruiz recibe su mote
por su promoción abierta del dióxido de cloro como
cura de todo tipo de enfermedades. Y esto no es más
que un leve raspado de la superficie de este individuo
el cual, si la medicina fuera física de partículas, solo
podría calificarse de
antimédico
.
Con todo este percal, conocido de sobra por su Co
-
legio por una desnortada trayectoria pública de déca
-
das, la respuesta ante la queja deontológica se puede
resumir brevemente en que el Colegio considera que,
efectivamente, los hechos denunciados son gravísimos
e incumplen claramente los preceptos deontológicos a
los que los profesionales médicos están obligados. Y
que no van a tomar medida alguna, más allá de remitir
a la Consejería de Sanidad la información por si tuvie
-
ran a bien mover un dedo.
La segunda vez que he recordado la charla ha sido
tras hacer uso del derecho al recurso de alzada que pro
-
ponía la propia respuesta colegial, elevando el asunto
al Consejo de Colegios Oficiales de Médicos de Cas
-
tilla y León. La respuesta en este caso ha sido un tanto
estrambótica, concordando de nuevo en la falta total
de ética y profesionalidad del «doctor Clorito», pero
en este caso elevando la apuesta de la inmovilidad
bajo el argumento de que, dado que las actividades que
practica (como dar dióxido de cloro a sus pacientes) no
constituyen actos médicos, no tienen por qué perseguir
dichos actos.
La respuesta es, por lo absurdo, de las que lo dejan
a uno sin palabras. Y con la preocupación de que, si no
hay quien barra la casa ante un caso tan flagrante (al
punto de haber recibido noticias de una supuesta vícti
-
ma mortal por una infección tras un procedimiento en
la mencionada ausencia total de asepsia), no hay quien
proteja a los pacientes ante la charlatanería o la de
-
mencia (algo que también nos recuerdan casos como
los de Corbera en otros Colegios Profesionales).
Volveré a elevar la queja, esta vez al Consejo Ge
-
neral de Colegios de Médicos. Pero, dado que parte
de su actual directiva es miembro de las entidades ya
recurridas, no hay ningún motivo para esperar que el
desenlace sea distinto.
Emilio J. Molina
Muchísimas gracias a los homeópatas del mundo
Ha llegado el momento de admitirlo: tenemos que
decirle
muchas
gracias
a la comunidad mundial de la
homeopatía. Tenemos que estarle agradecidos por de
-
mostrar sin ningún egoísmo y de forma indiscutible
algo de vital importancia:
Los homeópatas no se creen
sus propios extravagantes y anticientíficos postulados.
Sí, aprecio de verdad el valor y el altruismo que
hacía falta para dar este paso, que hace época. Quizá
debería explicarme. El 10 de noviembre publiqué «un
desafío para los homeópatas del mundo»”
3
. Consistía
en demostrar la homeopatía (o, si prefieren, demostrar
la premisa de que los remedios homeopáticos altamen
-
te diluidos pueden producir efectos detectables), y las
condiciones eran:
1. Usted, homeópata convencido, elige los seis re
-
medios homeopáticos que le sean imposibles de con
-
fundir si los prueba usted mismo.
2. Yo los encargo en la potencia que usted desee a