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anuario 2021

ESPECIAL 

CONSPIRACIONES

 

Jorge J. Frías

Presidente de ARP-Sociedad 

para el Avance del Pensamiento Crítico

La conspiranoia, 

una amenaza 

para la libertad

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anuario 2021

H

ace diez años celebramos un congreso es-

céptico aprovechando aquella tontería que 

circulaba por internet, que aseguraba que, 

según una predicción maya, se iba a aca-

bar el mundo. En la bella localidad de L’Alfàs del Pi, 

Ismael Pérez nos contaba que estas creencias pueden 

parecernos tonterías, pero que no lo son en absoluto. 

Basta esperar a que alguien pase a la acción por dicha 

causa. Que una cosa es creer y otra actuar.

Por entonces ya conocíamos el rechazo de los 

antivacunas, cuyos efectos podían ser fatales, pero 

puntuales. Tampoco era desconocida la influencia de 

los rumores en el ámbito social o político, siempre 

arrimando cada quien el ascua a su sardina. A veces 

esos rumores hablaban de extraterrestres que contro-

laban el mundo. También estaban extendidos ya los 

rechazos a las nuevas tecnologías de alimentos trans-

génicos. Sin embargo, a nadie se le hubiera ocurrido 

pensar que iban a surgir adeptos a conceptos que pen-

sábamos que ya estaban superados, como la creencia 

de que la Tierra es plana.

Internet ha servido de coctelera para agitar nuestras 

cabezas y crear una peligrosa mezcla con las teorías 

más peregrinas de la conspiración. Y ya no son tonte

-

rías, porque estos movimientos se están organizando y 

actuando contra la salud, contra el bienestar de todos 

y contra la democracia. Como dice nuestro querido 

Guillermo Hernández, vamos a morir a sombrerazos.

Pero también nos estamos acelerando hasta la pola-

rización, el odio y la calumnia. Debería quedar claro 

que estas creencias son poco defendibles en un deba-

te; por ello no es raro que algunos fanáticos empleen 

el insulto, la difamación y la amenaza contra quienes 

quieren hacerles entrar en razón. Así, quiero dar mi 

apoyo expreso a todas las personas que están luchan-

do por defender la cordura y están siendo insultadas, 

difamadas y amenazadas. No es algo nuevo, y quiero 

recordar cómo hace unos años nuestro estimado J.M. 

Mulet fue amedrentado y obligado a suspender una 

charla por la hostilidad de unos manifestantes contra 

los transgénicos. No es el único. A veces son comen

-

tarios jocosos y sin sentido, que intentan desprestigiar 

al experto que habla, como ocurre con la indignante 

lista de mofas y ataques 

ad hominem

 que aparecen en 

las redes sociales cuando aparece la opinión experta 

de la gran Margarita del Val (premio Lupa Escéptica 

de nuestra asociación). Margarita es solo un ejemplo 

de la cantidad de expertos que son puestos en duda en 

las redes con descaro y estupidez.

Quiero mostrar también el apoyo a nuestro socio 

Alberto Nájera, insultado y amenazado por esforzarse 

en desmontar con argumentos las tonterías que circu-

lan en redes. A cambio, el único argumento que re-

cibes es el odio y el intento de callar al otro por la 

fuerza. Las personas que he citado llevan una carrera 

profesional intachable, a la que han dedicado hasta su 

tiempo de ocio no solo a investigar, sino también a ex-

plicarnos en qué trabajan y cómo funciona el mundo y 

la tecnología, a hacer el conocimiento más accesible y 

transparente. Me parece muy mezquino pagarles con 

semejante moneda.

No  podemos  quedarnos  en  la  simple  condena  de 

estos hechos. Deben implementarse los mecanismos 

necesarios para reducir el impacto de estas creencias a 

todos los niveles, respetando la libertad de expresión 

y los derechos humanos, y precisamente por eso, por-

que ninguna de estas teorías de la conspiración está 

fomentando la democracia, la convivencia, la liber-

tad o la salud. Todo lo contrario: son un grave riesgo. 

Por eso necesitamos mucha más implicación de las 

empresas tecnológicas que soportan ahora el mayor 

tráfico de las redes sociales, blogs personales, chats 

y medios de comunicación. Quiero incidir en la im-

portancia que tienen los periodistas en informar con 

rigor, sin dar a los lunáticos un innecesario altavoz; 

o la de las instituciones, cada vez más implicadas en 

campañas de información y transparencia.

 Es un error pensar que estos ataques vienen de per-

sonas incultas o sin estudios. Al contrario, conocemos 

nombres de doctores e intelectuales que han creído, 

o hecho creer que creían, en teorías conspirativas sin 

sentido a lo largo de la historia. Desde que la escuela 

es obligatoria, las leyes educativas han incluido la ne-

cesidad de fomentar el pensamiento crítico entre los 

alumnos en todos sus preámbulos. Es urgente pasar 

de los preámbulos al contenido, darles a los futuros 

ciudadanos un escudo, una defensa intelectual ante 

la avalancha de información, la infodemia, a la que 

van a ser sometidos de adultos. Aquellos que usan 

la información de forma crítica no solo se defienden 

de estas creencias, son también un cortafuego para la 

transmisión de bobadas a sus allegados. Estas accio-

nes preventivas son el mejor mecanismo de defensa, 

pues ya sabemos lo difícil que es llegar a convencer a 

los demás de su error. Y todavía es peor cuando no se 

trata de un «error», sino de una promulgación inten-

cionada de falacias o llanas mentiras que se extienden 

sin pudor. 

Quiero terminar reivindicando el término 

escépti-

co

, cuyo significado ha sido deformado y arrebatado 

precisamente por los crédulos. Un escéptico duda, un 

escéptico reflexiona, un escéptico se equivoca y, sobre 

todo, un escéptico rectifica en caso de error. Quiero 

hacer un elogio de la duda, quiero reflexionar, pensar, 

equivocarme y rectificar. ¿Acaso estoy diciendo algo 

que no venga en la esencia del ser humano?