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uando en 1954 el diseñador industrial Brooks 

Stevens popularizó el término 

obsolescencia 

programada

, se refería a «inculcar en el con-

sumidor el deseo de algo un poco más nuevo, 

un poco mejor y un poco antes de lo necesario»

1

. La 

obsolescencia no estaba integrada estructuralmente en 

el objeto, sino que se debía convencer al consumidor 

para que sintiera que tenía en sus manos un producto 

obsoleto, pasado de moda. Eso debía lograrse a base de 

pequeños cambios, sobre todo estéticos, en el diseño de 

las nuevas versiones, fomentando así el deseo de adqui-

rir un producto nuevo.

Sin embargo, desde hace unos años la mayoría de los 

medios de comunicación critica la obsolescencia pro-

gramada asignándole otro significado más negativo, y 

lo que es peor, dando por hecho que es una práctica ha-

bitual de las empresas. Por ejemplo, a finales del 2018, 

El País

 titulaba una noticia con «A los productos fabri-

cados para romperse se les va a acabar el cuento»

2

 y 

poco después otra con «Un móvil podría durar 12 años 

si no se acortara su vida intencionadamente»

3

. Otro ti-

tular, en este caso de 

El Mundo 

en el 2012, decía «Ob-

solescencia programada o cómo las empresas fabrican 

productos caducos»

4

. Ese mismo año, 

La Vanguardia 

entrevistaba a Benito Muros, supuesto inventor de una 

bombilla más duradera, y entresacaba como titular su 

frase «Todos los aparatos electrónicos están programa-

dos para morir»

5

. Estos son solo unos pocos ejemplos 

extraídos de las cabeceras más importantes de España, 

no es difícil encontrar muchísimos más.

Como puede verse, el significado que ahora se le da a 

la expresión es muy diferente al original. Según aquel, 

las empresas diseñan artículos defectuosos o de mala 

calidad a propósito con la única intención de que duren 

menos y obliguen al consumidor a reemplazarlos antes 

de lo que sería lo normal. Lo cierto es que, aunque es 

posible que estas prácticas ocurran en algunos casos 

concretos, son mucho menos frecuentes de lo que se 

suele dar a entender. Más aún, en la forma en la que se 

suele presentar, la obsolescencia programada no es más 

que otra teoría conspirativa que para funcionar requeri-

ría la connivencia de cientos de miles de personas.

Un ejemplo arquetípico que se suele dar (se menciona 

en tres de los cuatro artículos citados antes) es el de las 

bombillas incandescentes. Generalmente se incluyen 

dos hechos que son más o menos ciertos: uno, que entre 

los años 1925 y 1939 las compañías productoras más 

importantes se asociaron en un cartel llamado Phoebus, 

cuya única misión era disminuir el número de horas de 

vida útil de las bombillas a un máximo de mil; y dos, 

que hay bombillas anteriores a la creación de ese cartel 

que aún siguen funcionando, más de un siglo después. 

La narrativa es que si las empresas no lo hubiesen deci-

dido así, podríamos tener bombillas que durasen cien-

tos de años sin estropearse. Cabe preguntarse por qué 

las empresas que no se integraron en el cartel (y hubo 

unas cuantas) no tuvieron más éxito o por qué los in-

genieros encargados de diseñar bombillas de duración 

limitada no protestaron. Como en toda teoría conspira-

tiva, las muchas objeciones evidentes se desechan y los 

pequeños detalles que parecen apoyarlas se enlazan en 

una narrativa de débiles contra poderosos.

Para entender lo que pasó en realidad debemos co-

nocer el contexto en el que se produjo la creación del 

cartel y un poco de las limitaciones físicas de las bom-

billas de incandescencia. En los años veinte del pasado 

siglo la producción de bombillas incandescentes estaba 

ya muy madura. La vida útil de la mayoría de estas era 

de entre 1000 y 1500 horas, en algunos casos llegando 

a las 2500. No todas esas bombillas tenían las mismas 

LA OBSOLESCENCIA 

PROGRAMADA

 

como teoría conspirativa

José María González Ondina

Doctor en Ciencias Físicas

Cómo una estrategia publicitaria

se acabó entendiendo como una conspiración

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prestaciones, claro está, siendo algunas mucho más 

eficientes que otras. Fue en ese ambiente en el que se 

empezaron a crear asociaciones y carteles entre las ma-

yores productoras de bombillas. Dichos carteles, que 

no eran secretos como suele decirse, velaban por los 

intereses de las compañías que los integraban y entre 

sus actividades estaban el establecimiento de cuotas de 

venta o el uso de patentes como herramienta de lucha 

contra la competencia, prácticas que desde el capita-

lismo actual pueden verse como monopolísticas o de 

control del mercado, pero que eran legales en muchas 

partes del mundo, la mayor parte de Europa incluida. 

Phoebus

6

 también implantó una limitación de la dura-

ción máxima de las bombillas, estableciendo multas si 

superaban las 1500 horas o no llegaban a 800. Sin em-

bargo, no hay motivos para pensar que eso se hizo para 

vender más

7

, sino principalmente como un término me-

dio de compromiso entre el consumo de electricidad, 

el gasto y la complicación de reponerlas y la eficiencia 

(cantidad de luz emitida por vatio). 

Aquí es donde entran en juego las limitaciones físi-

cas. Para entenderlas es necesario conocer a grandes 

rasgos la llamada «radiación del cuerpo negro». Tras 

ese nombre misterioso se oculta un principio físico fácil 

de entender, aunque requirió de la ayuda de la mecáni-

ca cuántica para poder ser explicado: los cuerpos emi-

ten continuamente radiación electromagnética en todas 

las longitudes de onda. La intensidad con la que emiten 

radiación en cada frecuencia depende de la temperatura 

a la que esté dicho cuerpo (y, en mucha menor medida, 

del material). A temperatura ambiente, los cuerpos emi-

ten la mayor parte de esta radiación en el rango de los 

infrarrojos, pero a medida que aumenta la temperatura, 

empiezan a emitir más en el espectro visible. Cuando 

eso ocurre, decimos que el material está «al rojo» o in-

cluso «al rojo blanco». No ha ocurrido ningún cambio 

de fase en el material, la única diferencia es que en ese 

momento empezamos a ver la radiación.

Puesto que el color de dicha radiación depende prin-

cipalmente de la temperatura, si queremos un color de 

luz concreto, necesitamos poner el cuerpo (el filamento 

en este caso) a una temperatura concreta. En el caso de 

que queramos una luz blanca como la del Sol, es preci-

so poner el filamento a la temperatura de la superficie 

del Sol (unos 5778 K). 

Sin embargo, la luz blanca no es siempre conveniente 

para la iluminación general y, además, la temperatura 

necesaria para conseguirla es demasiado alta. La ma-

yoría de bombillas de incandescencia funcionan a tem-

peraturas más bajas (3200 K), un compromiso a varias 

bandas entre eficiencia, durabilidad, consumo, calidad 

del color de la luz y, sobre todo, evitar que el filamento 

se derrita (el tungsteno lo hace a 3695 K). Esa tempera-

tura de 3200 K probablemente la fijó el cartel Phoebus

8

pero de ese hecho raramente se habla. Quizás por ser 

más complicado de entender y quizás porque no ayuda 

a la causa conspiranoica.

Para un filamento de 3200 K, la mayor parte de la 

energía radiada (más del 90 %) lo es en el infrarrojo, 

lo que significa que, a efectos de iluminación, la mayor 

parte de la energía se pierde en forma de radiación no 

visible. Se podría pensar que sería mejor aumentar la 

Lo cierto es que, aunque es posible que estas 

prácticas ocurran en algunos casos concretos, 

son mucho menos frecuentes de lo que se suele 

dar a entender

La bombilla centenaria de los bomberos de California (Wikimedia Commons)

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temperatura todo lo posible, quizás acercándose más al 

punto de fusión del tungsteno; sin embargo las limita-

ciones físicas vuelven a interponerse.

Un problema asociado a las altas temperaturas es el 

efecto que tiene en la durabilidad del filamento. Incluso 

para el caso del tungsteno, a esas temperaturas algunos 

átomos abandonan la superficie, pasando directamente 

del estado sólido al gaseoso y reduciendo lentamente el 

grosor del filamento

9

. Para reducir este efecto se intro-

ducen en la bombilla gases como el argón y se le pro-

porciona al filamento su típica forma helicoidal; pero el 

efecto no se puede eliminar por completo y al cabo de 

cierto tiempo el filamento falla.

Finalmente, para conseguir mantener la temperatura 

de 3200 K es preciso suministrar un aporte continuo de 

energía, ya que de lo contrario el filamento se volvería 

a enfriar. De nuevo, en este aspecto la física es clara, 

es imposible convertir la energía en calor con una efi

-

ciencia mayor de la que ya lo hacemos. Generar calor 

es de las pocas cosas que sabemos hacer con un 100 % 

de eficiencia.

Como puede verse, en el diseño de la bombilla hay 

varias limitaciones físicas que es imposible superar, al 

menos sin cambiar por completo el concepto de fila

-

mento incandescente. Sin embargo, es relativamente 

sencillo construir bombillas de larga duración, basta 

con que se calienten poco, lo que significa una luz mor

-

tecina y de un color muy rojizo. Lo que es difícil es 

crear una bombilla que esté en el punto óptimo entre 

duración y eficiencia lumínica y que produzca luz de 

un color aceptable. La elección de 1000 horas como 

objetivo se aceptó como razonable en la época y du-

rante décadas posteriores tal y como puede leerse, por 

ejemplo, en un informe encargado por la Casa de los 

Comunes británica en 1950

7

: «

Una de las primeras ac

-

ciones de la organización Phoebus cuando fue creada 

en 1925 fue imponer un estándar de vida útil de 1000 

horas —común por entonces en el Reino Unido y otros 

países— para las bombillas de filamento de uso gene

-

ral [...] Después de 1929 se impusieron multas por du

-

raciones menores de 800 horas y mayores de 1500 [...] 

No tenemos constancia de que esto haya perjudicado a 

los consumidores

».

Respecto a las bombillas centenarias, la más famo-

sa es probablemente la que cuelga de la estación de 

bomberos de Livermore (California)

10

. Tiene 120 años 

de antigüedad y lleva encendida casi sin descanso la 

mayor parte de su existencia. Esta bombilla es muy 

Como en toda teoría conspirativa, las muchas 

objeciones evidentes se desechan y los pequeños 

detalles que parecen apoyarlas se enlazan en 

una narrativa de débiles contra poderosos

 Radiación (normalizada) del 

cuerpo negro a 3200 K y 5778 K

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anterior a la creación del cartel Phoebus, cuando las 

técnicas de fabricación estaban menos maduras y las 

bombillas eran menos eficientes. Además, ya sea por 

deterioro del filamento o por las características del cir

-

cuito especial al que está conectada en la actualidad, la 

bombilla consume solo cinco vatios, mucho menos de 

su consumo original y produce una iluminación muy 

reducida y de tono anaranjado. Se trata de una curio-

sidad interesante, uno de esos objetos que trascienden 

su finalidad original; pero no debemos caer en la tenta

-

ción de pensar que alguna vez haya sido posible cons-

truir bombillas eficientes que funcionen durante siglos. 

Nunca lo ha sido.

De nuevo, es fácil encontrar muchos artículos perio-

dísticos que hablan de esta y otras bombillas en térmi-

nos muy elogiosos, como si fueran un ejemplo de lo 

que sería el mundo sin obsolescencia programada. Es 

mencionada en alguno de los artículos citados al prin-

cipio y en muchos otros; el siguiente extracto proviene 

de uno publicado en el diario deportivo 

As

 y también 

enlazada por algunos agregadores de noticias

11

:

«

Existen varias teorías que explican por qué la bom

-

billa fabricada por Chaillet

12

 [inventor de la bombilla] 

ha sido capaz de sobrevivir tanto tiempo. Algunos ase

-

guran que su filamento es el resultado de un proceso 

único y secreto. Otros creen que, dado que se ha encen

-

dido y apagado muy pocas veces, se ha producido una 

combustión mucho más lenta que ha impedido que se 

fundiera. Por último, hay quienes creen que su longe

-

vidad se debe a que fue fabricada a mano, con mucho 

más cuidado

».

«Algunos aseguran» y «otros creen» son expresiones 

que no deberían tener cabida en el periodismo serio. 

Las «explicaciones» que se dan tampoco ayudan mu-

cho. El «proceso único y secreto», de haber existido, no 

podría haber superado las limitaciones físicas descritas 

anteriormente; pero además, dicho proceso no pare-

ce que fuera único sino que fue importado a EE.UU. 

desde Alemania, donde era usado por otras empresas. 

Tampoco el filamento era «fabricado a mano», ni está 

claro cómo esto podría ser ventajoso. La propia empre-

sa explicó ambas cosas en una respuesta publicada en 

Electrical Review

13

.

El diseño y manufactura de artículos de consumo es 

un asunto muy complejo en el que hay que tener en 

cuenta muchos factores, siendo los beneficios de la em

-

presa uno de los más importantes, eso nadie lo duda. 

Pero pensar que en el mundo actual es posible mante-

ner prácticas de ese tipo de forma generalizada resulta 

inverosímil, por no decir que deja en muy mal lugar a 

los ingenieros y operarios que los diseñan y fabrican. 

Los consumidores debemos estar siempre alerta y para 

eso también es importante evitar que el brillo confuso y 

vistoso de las teorías conspirativas nos deslumbre.

Notas:

1 Adamson, Glen (June 2003). 

Industrial Strength 

Design: How Brooks Stevens Shaped Your World

MIT Press. ISBN 978-0-262-01207-2.

2 https://elpais.com/retina/2018/10/16/tenden-

cias/1539700237_455182.html

3 https://elpais.com/tecnologia/2018/11/09/actuali-

dad/1541771036_210342.html

4 https://www.elmundo.es/elmundo/2012/06/03/

economia/1338718307.html

5 https://www.lavanguardia.com/lacon-

tra/20120412/54283677770/benito-muros-todos-

los-aparatos-electronicos-estan-programados-para-

morir.html

6 United States Tariff Commission, 

Incandescent 

Electric Lamps, Report No 133 Second series

, Go-

vernment Printing Office, Washington, 1939

Report on the supply of Electric Lamps. The Mo-

nopolies and Restrictive Practices Commission

. 4 de 

octubre de 1951.

8 https://spectrum.ieee.org/the-great-lightbulb-

conspiracy

9 https://en.wikipedia.org/wiki/Incandescent_light_

bulb#Reducing_filament_evaporation, http://www.

tungsten.com.cn/tungsten-wire-sublimation.html

10 https://en.wikipedia.org/wiki/Centennial_Light

11 https://as.com/diarioas/2021/09/24/actuali-

dad/1632469023_918787.html

12 https://en.wikipedia.org/wiki/Adolphe_Alexan-

dre_Chaillet

13 

Electrical Review

 article of March 10, 1897, 

pág. 111

Los consumidores debemos estar siempre 

alerta y para eso también es importante evitar 

que el brillo confuso y vistoso de las teorías 

conspirativas nos deslumbre