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ste artículo formó parte de la charla impartida 

en el marco del 

Congreso Escéptico 2021

1

organizado por ARP-Sociedad para el 

Avance del Pensamiento Crítico. En el texto 

se trata de mostrar cómo las teorías conspirativas se 

pueden moldear y adaptar a cualquier circunstancia 

de quiebra de la normalidad, que justamente son 

periodos en los que se produce una tormenta perfecta 

para  la  propagación  de  ficciones  adaptadas  a  las 

circunstancias. Partimos de la idea de que existe un 

catálogo simbólico de conspiraciones que se van 

metamorfoseando según la coyuntura. Por eso, 

desde el comienzo de la pandemia mundial de la 

COVID-19 se han sucedido teorías sobre el origen de 

esta enfermedad. Para algunos grupos negacionistas 

del relato oficial y científico, esta enfermedad estaba 

provocada por 

lobbies 

de poder que intencionadamente 

habían diseminado un virus artificial para manipular 

a la población mundial, o la famosa conspiración 

de las antenas de 5G (en el pasado también habían 

sido objeto de conspiración las ondas de la radio). 

Asimismo, estas teorías se van diluyendo conforme 

se van configurando otras realidades. Con la campaña 

de vacunación, por ejemplo, aparecen otras teorías 

sobre el control de los humanos a través de las 

vacunas. Todas estas teorías adaptadas y readaptadas 

se diseminan a través de bulos replicantes, cuyas 

características principales son el uso de elementos 

socialmente considerados de autoridad, el empleo de 

términos técnicos, la cita de revistas científicas y la 

construcción de un discurso asertivo, excesivamente 

dogmático, pero que cautiva.

En  las  próximas  páginas  reflexionaremos  sobre 

el trabajo que venimos realizando a través del 

equipo ScienceFlows sobre desinformación y bulos. 

Actualmente,  lideramos  el  equipo  de  la  UVEG  que 

participa en el proyecto europeo IBERIFIER (

Iberian 

Digital  Media  Research  and  Fact-Checking  Hub

); 

asimismo, participamos en el proyecto CIVIC para 

detectar la diseminación de noticias falsas y sin base 

científica, y además coordinamos el proyecto europeo 

No  Rumour  Health

, con el que diseñamos una 

app

 

dirigida a personas mayores para que aprendan a 

identificar los rumores sobre salud. 

Particularmente, nos hemos centrado en la 

desinformación sobre salud, alimentación, consumo, 

medicina, ciencia, etc., más que en otras conspiraciones 

de  naturaleza  política  o  económica.  Nuestro  interés 

investigador comenzó cuando se produjo el atentado 

de las Torres Gemelas de Nueva York, que dio lugar a 

grandes teorías conspirativas y a bulos que circularon 

por internet en un momento en el que todavía las 

redes sociales no habían invadido la esfera pública. 

No  obstante,  algunas  agencias  verificadoras  como 

Snopes o PolitiFact consiguieron desmentir con cierta 

celeridad y éxito los rumores que circulaban sobre los 

ataques del 11S.

En relación con las teorías conspirativas, siempre 

que se producen quiebras en el acontecer diario, 

es decir, cuando se fracturan las rutinas de la 

cotidianeidad porque sucede un hecho excepcional, 

de gran magnitud, es un momento idóneo para que 

se comiencen a diseminar de forma inmediata a 

toda la sociedad teorías conspirativas y bulos. En 

estos momentos, el altavoz por el que se transmiten 

todos estos mensajes desinformativos es el de las 

redes sociales, pero también de forma muy especial 

por la telefonía privada, a través de canales como 

La plasticidad de las

 

TEORÍAS DE LA CONSPIRACIÓN

Carolina Moreno-Castro 

Catedrática de Periodismo e investigadora  del Instituto de Políticas del 

Bienestar Social (POLIBIENESTAR) de la Universidad de Valencia

El curioso paralelismo entre pandemias víricas 

y pandemias desinformativas

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WhatsApp, Telegram o todo aquel canal que sirva 

para comunicarse de persona a persona. El objetivo 

de los bulos es igual que el de los virus, diseminarse y 

expandirse cuanto más, mejor, tal y como ya explicaba 

Eysenbach en 2002.

Desde ScienceFlows, nada más comenzar el 

confinamiento  en  España,  especialmente  cuando  se 

decretó el estado de alarma el 14 de marzo de 2020, 

decidimos analizar los mensajes desinformativos que 

estaban llegando a la ciudadanía a través de WhatsApp. 

En primer lugar, hicimos una recopilación y logramos 

reunir 584 bulos distintos. Debido a la situación 

sanitaria que estábamos viviendo, decidimos analizar 

aquellos que estaban relacionados con la prevención 

o curación de la covid-19. Estos bulos cumplían dos 

patrones. El primero de ellos era que citaban a una 

fuente de autoridad sanitaria, que habitualmente en 

aquellos que se difundían a través de mensajes de 

audio, era masculina. En segundo lugar, promovían 

ingredientes naturales o sintéticos de los que ya se había 

hablado en otros momentos, previos a la covid-19, 

como por ejemplo, las propiedades terapéuticas de las 

tisanas o de las infusiones con limón, jengibre, miel, 

clavo, etc. El artículo está publicado en acceso abierto 

en la revista 

Gaceta Sanitaria

 y se titula «Exploratory 

study of the hoaxes spread via WhatsApp in Spain to 

prevent and/or cure COVID-19».

Asimismo, comprobamos que, además de los bulos 

específicos que surgen ante una situación inesperada, 

que se diseñan particularmente para un momento 

concreto, hay otros que están siempre latentes y 

aparecen en el momento en que se producen estas 

fracturas, estas rupturas de la cotidianidad. Por 

ejemplo, el tema del poder mundial de determinadas 

potencias, de determinados poderes económicos, de 

los 

lobbies 

de las farmacéuticas que rondan siempre 

con la idea de que quieren perjudicar a la población en 

lugar de beneficiarla. Así como todos aquellos temas 

relacionados con los intereses políticos, sociales y 

económicos de determinados poderes que gobiernan 

el mundo. Todo este constructo es como una suerte 

de paquete de conspiraciones independientes de 

cualquier acontecimiento, dado que siempre están 

como en una reserva y, cuando se produce un suceso, 

vuelven a aparecer y lo único que cambia es que se 

les incorpora un contexto diferente. La realidad, la 

cotidianeidad actúa como un envoltorio. Es decir, que 

lo único especial que se modifica es adaptar esa teoría 

conspirativa al hecho que se produce en un momento 

dado. De hecho, autores como Tandoc, Lim y Ling ya 

realizaron una tipología en 2018 de las 

fake news 

que 

respondían a patrones atemporales.

  Durante el confinamiento nos pusimos a trabajar 

sobre los bulos a través de WhatsApp porque 

consideramos que era interesante conocer qué 

mensajes desinformativos estaban recibiendo las 

personas en sus hogares a través de sus contactos. 

Las personas en situaciones de rupturas del acontecer 

suelen tener problemas con la gestión del riesgo 

y sufren bastante estrés, dado que la situación es 

inesperada. Se produce mucha incertidumbre y casi 

todo el mundo busca respuestas y soluciones rápidas 

y  concretas.  En  este  caso,  la  comunidad  científica 

respondió con gran honestidad explicando que no 

tenían una respuesta sobre el fenómeno, que no tenían 

tratamiento, que el virus era desconocido y que no 

podían prever cómo iba a evolucionar a corto plazo. Las 

Foto de Ckoontz en Flickr: https://www.flickr.com/photos/73232898@N00/5133036602 

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instituciones políticas y los medios de comunicación 

transmitieron mensajes basados en cifras de contagios 

y de muertes y sobre medidas preventivas, pero no 

ofrecían soluciones. La única idea que se le trasladó a 

la ciudadanía de forma contundente fue lo importante 

que era que las tasas de contagio del virus fueran bajas 

o alargadas en el tiempo para no saturar los servicios 

de salud. Con el paso de la pandemia y sus diferentes 

oleadas, fueron respondiendo a algunas cuestiones, 

pero, aun así, todavía hay muchas incógnitas sobre la 

variabilidad de la covid-19 en diferentes regiones, aun 

activando las mismas medidas preventivas. Algunos 

estudios internacionales indican el valor de la ciencia 

en nuestra sociedad como el instrumento útil para 

solucionar cualquier problema de naturaleza humana, 

como Midgley (2013). Así que esa idea se traduce 

socialmente  con  una  inmediatez  nada  específica  de 

la ciencia; es decir, la opinión pública espera que la 

ciencia resuelva cualquier problema en veinticuatro 

horas. Algo que científicos sociales como Massimiano 

Bucchi han destacado indicando que la ciencia no 

puede solucionar todos nuestros problemas (Moreno-

Castro y Ligero, 2018).

En España, en general existe una buena imagen de 

la ciencia y de los científicos. Son profesionales bien 

valorados socialmente. Sin embargo, la mayor parte 

de la sociedad no sabe cómo funciona la ciencia. Y 

hablar de ciencia es hablar de un proceso y de un 

método que como mínimo requiere universalidad 

y  unos  pasos  específicos,  aplicando  determinados 

métodos siendo rigurosos y haciendo experimentos y 

ensayos que permitan avalar y verificar, por ejemplo, 

cuándo una vacuna es segura. No se puede plantear un 

problema o reto y resolverlo en una semana.

En todo caso, lo que sí que hemos comprobado 

en ese paquete de bulos que se enviaban es que se 

afirmaba  que  la  comunidad  médica  sabía  cómo  se 

curaba la covid-19, pero que no lo querían hacer 

público porque no había suficientes tratamientos para 

todo el mundo. Se utilizó una narrativa que ofrecía 

una imagen apocalíptica de instituciones, gobiernos y 

servicios de salud.

Ante la falta de respuesta social que se produce 

durante una crisis o emergencia, y la incertidumbre, 

estas teorías de la conspiración y bulos cogen más 

fuerza.

¿Por qué se diseminan tanto los bulos? 

Porque normalmente la construcción del bulo 

responde a unos criterios de principios de autoridad y 

de credibilidad. Se dice que alguien es médico, aunque 

no lo sea, o que es del entorno sanitario, aunque no 

lo sea. Después se utiliza también, de alguna manera 

poco concreta y muy difusa, que está avalado por la 

comunidad científica, por otros científicos de quienes 

se citan algunos nombres, pero que si indagamos en 

bases de datos académicas o no existen, o no están 

en activo. O, por ejemplo, se indica que alguien es 

virólogo, pero la persona citada es odontóloga. 

Cuestiones de este tipo que si no las compruebas 

pueden hacer que el mensaje sea creíble. Además, se 

habla de fuentes de información de autoridad, como 

de algunas revistas que no se citan correctamente. En 

concreto, entre los bulos analizados en el artículo que 

publicamos en 

Gaceta  Sanitaria

 había alguien que 

decía: «Esto que estoy diciendo lo podéis comprobar en 

la revista 

ResearchGate

», cuando entre los académicos 

e investigadores sabemos que 

ResearchGate 

es un 

repositorio de la comunidad científica para compartir 

documentos con otros colegas, pero en ningún caso 

se trata de una publicación. Por tanto, si hacemos un 

análisis pormenorizado de la narrativa discursiva, 

los mensajes están llenos de errores de todo tipo. Si 

se escucha el audio o el vídeo haciendo un análisis 

exhaustivo, inmediatamente comienzan a visibilizarse 

errores sobre las instituciones, sobre el personal 

de investigación, sobre lo que se está contando con 

un dogmatismo inaudito para la ciencia y muchos 

elementos más. Sin embargo, si los escuchas sin 

prestar atención, o sin conciencia de análisis, esos 

elementos no los puedes valorar y quizás por eso 

toman tanta fuerza.

Por otra parte, hay que tener en cuenta que estos 

bulos, que aparecen en cualquier parte de nuestra 

geografía de Norte a Sur, se difunden habitualmente 

en castellano y se adaptan a otras realidades, con el 

 Además de los bulos específicos que surgen 

ante un momento concreto, hay otros que están 

siempre latentes y aparecen en el momento en 

que se producen rupturas de la cotidianidad

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mismo texto pero cambiando el nombre del hospital, 

del político, o del empresario, y de repente puedes 

tener el mismo bulo circulando por Argentina, 

Ecuador o México. Lo más sorprendente fue encontrar 

estas pequeñas adaptaciones utilizando los mismos 

textos, los mismos argumentos y el mismo mensaje 

y montaje.

Es más, todo esto que estoy indicando estuvo 

señalado precisamente por la Organización Mundial 

de la Salud cuando estábamos todavía con el 

confinamiento.  Diferentes  expertos  internacionales 

realizaron 

webinars 

sobre la infodemia que se estaba 

produciendo y explicaron también cómo la fuerza 

que adquieren los bulos siempre es previa a que se 

propague la infección en un espacio determinado,

 

es 

previa a cada oleada de una epidemia o pandemia. 

Siempre se produce un pico de bulos o de rumores 

muy elevado antes de que los contagios masivos 

se hayan producido y una vez que, digamos, han 

permeado demasiado los contagios y las personas 

están rodeadas de personas enfermas porque el 

círculo se va cerrando y cada vez tienen más personas 

alrededor que, o han pasado la enfermedad, o han 

estado en contacto con ella; ahí empieza a descender 

la circulación y se difuminan este tipo de bulos. Las 

teorías conspirativas suelen durar más, pero los bulos 

son más instantáneos y fugaces.

En España, por ejemplo, lo que comprobamos con 

todos los bulos que registramos fue que el mayor 

número de ellos aludía a críticas a la política, porque 

es lo mismo que está pasando en todos los países. 

Desde el punto de vista de la comunicación política, 

se han estudiado las citas y referencias a los políticos, 

básicamente a quienes están tomando decisiones. 

Se ha comprobado que se propaga un número muy 

elevado de bulos que tienen que ver con las diferentes 

acciones o toma de decisiones que se están llevando 

a cabo sea por gobiernos locales, autonómicos, 

nacionales o supranacionales, como en el caso de la 

Unión Europea, según un estudio de Oleksy y otros 

autores, publicado en 2021. 

Y con respecto a los bulos sobre salud, en principio 

prácticamente todos tenían que ver con sustancias que 

podían prevenir o curar de manera sospechosa y sin 

ningún tipo de evidencia científica, y basados muchas 

veces en experiencias anecdóticas; y otras ni siquiera 

en eso, sino que se trataba de a hacer circular algo 

muy excéntrico para que llegara a muchas personas. 

En el caso de las sustancias que se promovieron 

para su consumo, parte de lo que se afirmaba podría 

ser correcto, pero la premisa de partida  siempre 

era errónea. Después de estos primeros bulos, 

básicamente todo lo que encontramos en la actualidad 

en nuestra esfera de investigación está relacionado 

con dietas, alimentación y, por supuesto, vacunas. Las 

vacunas y la desinformación es el gran reto al que nos 

enfrentamos en estos momentos.

Referencias

Eysenbach, G. (2002) Infodemiology: The 

epidemiology of (mis) information. 

The American 

Journal of Medicine

, 113(9), 763-765

Midgley, M. (2013) 

Science as Salvation: A Modern 

Myth and its Meaning

. London: Routledge.

Moreno-Castro, y Ligero, S. (2018) Entrevista a 

Massimiano Bucchi: la ciencia no soluciona todos 

nuestros problemas. 

Mètode: Revista de difusión de 

la investigación

, (98), 10-15

Moreno-Castro, C., Vengut-Climent, E., Cano-Orón, 

L., & Mendoza-Poudereux, I. (2021) Exploratory 

study of the hoaxes spread via WhatsApp in Spain 

to prevent and/or cure COVID-19. 

Gaceta Sanitaria

35(6), 534-541

Oleksy, T., Wnuk, A., Maison, D., & Łyś, A. (2021) 

Content matters. Different predictors and social 

consequences of general and government-related 

conspiracy theories on COVID-19. 

Personality and 

individual differences

, 168, 110289.

Tandoc Jr, E. C., Lim, Z. W., & Ling, R. (2018) 

Defining “fake news” A typology of scholarly 

definitions. 

Digital journalism

, 6(2), 137-153.

Notas:

1 Quiero agradecer la invitación a participar 

como ponente en el congreso Escéptico 2021, en 

mi nombre y en el de los miembros del equipo de 

investigación SicenceFlows (www.scienceflows.com).

 En España, en general existe una buena 

imagen de la ciencia y de los científicos. Sin 

embargo, la mayor parte de la sociedad no sabe 

cómo funciona la ciencia