EL ESCÉPTICO DIGITAL
Edición 2009 - Número 5 (231) - 2 de mayode 2009
(Artículo publicado originalmente en la bitácora Verde)
La opción de almacenar el CO2 bajo tierra parte de dos principios. El primero es el reconocimiento explícito por parte de sus impulsores del grave problema que supone la creciente concentración de este gas en la atmósfera; el segundo, el que cualquier tipo de residuo que cause la actividad humana puede esconderse 'debajo de la alfombra'. Obviamente comparto el primero de ellos, pero discrepo del segundo.
La cosa aún se complica más, cuando en realidad el gobierno del Reino Unido ha realizado el anuncio de su intención de almacenar el CO2 bajo tierra, para justificar la construcción de nuevas centrales térmicas de carbón. En realidad pretendería a través de este sistema hacer 'desaparecer' un 25% de las emisiones de CO2 de estas nuevas centrales, lo cual ya me lleva a la estupefacción: el gobierno británico reconoce la gravedad del problema del cambio climático, pero al mismo tiempo opta por el combustible con mayores emisiones, maquillando un poco las mismas 'recogiendo' una pequeña parte.
Supongo que ya estarán al quite del debate los defensores de la nuclear, pero el gobierno británico también opta por ellas. Así que la receta de Gordon Brown contra el cambio climático parece ser: nuclear + carbón. ¡Pues estamos apañados!
Parece que esta opción lleva aparejado el abandono de las energías renovables. Esto no se dice en los titulares, pero es la consecuencia lógica de las grandes inversiones necesarias para acometer un plan como el que se nos presenta desde Londres. Pocos recursos quedarán para impulsar las verdaderas soluciones al acuciante problema del cambio climático.
Parece que los líderes del laborismo andan un poco despistados en materia de medio ambiente, y llevan a su país a la repetición de las mismas opciones energéticas que nos han llevado a la actual situación de crisis ecológica. Esperemos que sus recetas no crucen el Canal de la Mancha, porque son tan antiguas como peligrosas.
URL: http://www.elmundo.es/elmundo/2009/05/04/verde/1241433893.html