EL ESCÉPTICO DIGITAL
Edición 2009 - Número 5 (232) - 4 de septiembre de 2009
María García de la Fuente
(Noticia publicada originalmente en el diario Público)
Parece que la tecnología está reñida con la ecología. O al menos ese es el enfrentamiento que se percibe a primera vista entre los defensores de los cultivos de organismos modificados genéticamente y los de los cultivos ecológicos. La decisión del Gobierno alemán de prohibir el cultivo de maíz transgénico MON810 en la campaña que comienza ahora ha vuelto a despertar el debate. Frente a los argumentos oficiales esgrimidos por la ministra alemana de Agricultura, Ilse Aigner, que sostiene que hay estudios que muestran su "peligrosidad para la salud o el medio ambiente", resulta evidente que la economía tiene también un peso importante en la decisión. Por el momento, la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria no sólo desconoce los estudios alemanes sobre daños a la salud y a los ecosistemas, sino que además ha asegurado que no hay problemas de toxicidad con estos productos ni para salud humana y animal, ni para el medio ambiente.
En lo que se refiere a España, para aclarar la situación, el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino volverá a pedir a la Comisión Europea que diga claramente si hay problemas de coexistencia entre los cultivos transgénicos y los convencionales, y ha anunciado que por el momento seguirá las directrices de la Agencia Europea. Según señalaba tras hacerse pública la decisión alemana el secretario de Estado de Medio Rural y Agua, Josep Puxeu, hay que tener en cuenta que Alemania no importa maíz y que es un país "suficientemente dotado con sus producciones", al igual que Francia, que también ha lanzado su órdago contra los transgénicos. "Francia estaría encantada de que el mercado de la UE tuviera que aprovisionarse exclusivamente en su mercado" debido a su condición de país exportador de maíz, advertía Puxeu.
España, país importador
La situación en España es bien distinta, ya que el país produce cada año 20 millones de toneladas de maíz e importa nueve millones de toneladas de maíz y soja anuales para alimentar a la cabaña ganadera, porque es deficitario en grano. Toda la soja importada es transgénica y se emplea para fabricar proteína para piensos, y el maíz importado, también modificado, se destina a alimento para cerdos y pollos.
El único cultivo modificado genéticamente autorizado en la UE es el maíz MON810, contra la plaga del taladro, del que se cultivaron el año pasado en España 79.600 hectáreas, el 22% del total de superficie cultivada con maíz. Carlos Vicente Alberto, director de Biotecnología de Monsanto, explica que se cultiva con maíz modificado el 80% de la superficie afectada por el taladro, una plaga que afecta a zonas del valle del Ebro, Albacete, Extremadura, Madrid, Toledo y Guadalajara.
Posturas opuestas
En España, agricultores y ganaderos presentan disparidad de posturas. La Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores y Ganaderos (ASAJA) se muestra a favor de que los productores puedan elegir y considera que "no sería sostenible económicamente producir todo el maíz con semillas no transgénicas", según explica su portavoz, Estrella Larrazábal. Sobre la decisión del Gobierno alemán, Larrazábal explica que Alemania puede permitirse prohibir las semillas modificadas "porque es autosuficiente y no importa maíz", mientras que en España se da el caso contrario. "Importamos transgénicos de Argentina y Estados Unidos para alimentar a pollos y vacas, por lo que si se prohíben en España estaríamos en desventaja", apunta la portavoz y añade que Alemania y Francia aplican un doble rasero, ya que no permiten cultivar, pero sí importar productos transgénicos. "Si en España se prohibieran como en Alemania, ¿con qué vamos a alimentar al ganado?", se pregunta.
Ningún litigio entre agricultores ha sido por problemas con los transgénicos
España produce más de 22,7 millones de cerdos cada año, 5,8 millones de vacas y unas 175.000 aves de corral, los principales consumidores de piensos de maíz y soja transgénicos. "Vamos a ser sensatos, la primera industria española manufacturera es la agroalimentaria, que genera empleo y una cifra de negocio cercana a los 85.000 millones de euros", apunta Puxeu.
La posición contraria es la que defiende la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG). Su responsable de Agricultura y Medio Ambiente, Andoni García, dice que sí sería viable seguir los pasos de Alemania en España porque "los transgénicos no aportan nada ni a los agricultores ni a los consumidores y destruyen la agricultura familiar". García considera que apoyar los cultivos modificados genéticamente hace que la agricultura "esté en manos de cuatro multinacionales y se elimina así la capacidad de decisión de los propios agricultores".
En cuanto a la coexistencia entre cultivos modificados y ecológicos, García asegura que en España algunos agricultores que producen maíz ecológico han registrado polen de maíz transgénico en sus campos, por lo que no han podido vender sus semillas y han perdido hasta 12.000 euros.
El 22% de los cultivos de maíz en España son modificados
El director de Biotecnología de Monsanto contesta que cada año se presentan más de 1.400 litigios entre agricultores en España "y ninguno de ellos ha denunciado que haya polen transgénico en variedades ecológicas".
No obstante, sobre las importaciones de granos, García no se opone a que sean transgénicos, ya que la alimentación animal depende de dichas importaciones y al final "se prioriza el precio". Para el responsable de Agricultura y Medio Ambiente de COAG hay que "aumentar e incentivar" la producción nacional de oleaginosas y proteaginosas, "para que España sea más independiente del exterior".
Puxeu señala que, al igual que algunas organizaciones ambientales "hablan de cuestiones comerciales detrás de la presencia de un determinado tipo de maíz, también hay intereses comerciales en el otro sentido". Tal es la disparidad de posturas ante los cultivos modificados en España que en la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) no hay de momento una postura consensuada ni unificada sobre el tema.
Después de 10 años cultivando maíz transgénico en Europa no se han detectado extinciones de fauna o flora ni muertes en animales o humanos. "Productos como el pan, las levaduras, los vinos, los quesos o la insulina están elaborados con productos transgénicos", por lo que "parece que se estén demonizando los avances de la tecnología", añade Puxeu.