EL ESCÉPTICO DIGITAL
Edición 2009 - Número 5 (232) - 4 de septiembre de 2009
El Paleofreak
(Artículo publicado originalmente en la bitácora El Paleofreak)
La antropóloga Eugenie S. Scott sostiene que debemos ser cuidadosos en nuestro discurso sobre la evolución. Estoy totalmente de acuerdo. La forma en la que, sin darnos cuenta, hablamos a veces contribuye a dar una imagen de la evolución como algo científicamente dudoso y débil.
En esta estupenda entrevista -http://oldearth.wordpress.com/2009/07/22/el-discurso-sobre-la-evolucion… algunos ejemplos.
Sin embargo, creo que se equivoca con una de las preguntas más comunes acerca de evolución:
"Si el hombre evolucionó de los monos, ¿por qué sigue habiendo monos?"
No solo pienso que se equivoca ella, sino mucha otra gente que responde de un modo parecido a esa pregunta. Eso me incluye a mí, que he utilizado la contestación estándar muchas veces. Según Scott:
Es como decir, "Si evolucionas a partir de tus primos, ¿por qué tus primos siguen ahí?" Y por supuesto, la respuesta es, bueno, de hecho no evolucionamos de nuestros primos. Mis primos y yo compartimos un ancestro común, en nuestros abuelos.
El caso es que, como ya he defendido varias veces en este blog, nosotros sí hemos evolucionado a partir de los monos. De los monos antiguos, claro, no de los actuales. Quien hace la típica pregunta ya tiene en cuenta que la evolución de mono a humano tuvo lugar en el pasado, involucrando monos antiguos. De lo contrario no diría "¿por qué sigue habiendo monos?". Estamos entendiendo mal la pregunta. Por eso la respuesta estándar no satisface, y prácticamente no aporta información relevante. No es un asunto de monos actuales, monos antiguos, primos o de abuelos. Lo que nos están preguntando son otras cosas:
¿Por qué la evolución no recorre la misma senda? ¿Por qué va a diferentes velocidades? ¿Por qué ha dado lugar a humanos a partir de monos solo en una ocasión? ¿Por qué unos cambios que parecen tan buenos no ha tenido lugar más veces?
En definitiva, la clásica pregunta se responde hablando de contingencia evolutiva, de ausencia de determinismo, del papel del azar, de divergencia, de la aparición de novedades, de la diversidad de presiones selectivas, de su distinta intensidad y por tanto velocidad, de la improbabilidad de la repetición de una misma serie de cambios.
Es una respuesta difícil y trabajosa, pero la pregunta lo merece. No es de ninguna manera una pregunta tonta. Al contrario, tiene mucha miga. Si simplemente respondemos que no venimos de nuestros primos sino de nuestros abuelos, es posible (a mí me ha pasado) que nuestro interlocutor se encoja de hombros y nos diga:
Muy bien ¿Y...?