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Enlace al artículo en html (en nueva ventana): El centro de interpretación de "Las caras de Bélmez"
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De oca a oca El Centro de Interpretación de «las caras de Bélmez» Félix Ares que se trataba de una broma, en principio inocente, pero que la bola de nieve había ido creciendo y con la visita del alto mando se hizo imparable. El informe entonces no se publicó pues el alto cargo salía muy mal parado y logró que no se hiciera público, aunque después han salido referencias al mismo en algún libro de José Luis Jordán1. Lo que pasó a continuación es bien conocido de todos. Aparecieron más imágenes. Y aparecieron los «investigadores parapsicológicos». Una de las pruebas que hicieron fue la de sacar las fotos de las imágenes, precintar con sellos notariales la casa, abrir varios días después y entonces verificar que había nuevas imágenes. La interpretación fue por supuesto que es que se seguían generando «teleplastias»; es decir, imágenes en el hormigón del suelo de la casa debido a la intervención de los espíritus, pues la casa estaba construida sobre un viejo cementerio. Se han propuesto varias explicaciones racionales para la aparición sin «intervención humana» de esas imágenes; por ejemplo, se ha dicho que se habían pintado con un compuesto de plata fotosensible antes ¿El rostro borroso de una mujer? (Foto: Wikimedia Commons) n junio de 2011 me enteraba de que la Diputación de Jaén y el Ayuntamiento de Bélmez de la Moraleda (Jaén) habían conseguido 651 000 de los fondos europeos FEDER para construir un Centro de Interpretación de las «caras de Bélmez», donde, al parecer, pretender mostrar fotos de las famosas caras y las psicofonías allí obtenidas. Hasta donde he podido leer no hay ni la más mínima intención de señalar que son varios fraudes, y de que las supuestas psicofonías tienen explicaciones muy naturales. Parece ser que se tratará de un museo a la credulidad. Las «caras» aparecieron y se hicieron famosas en 1971; es decir, en los últimos años del franquismo. Todo empezó, al parecer, por unas imágenes que surgieron en la cocina de una de las casas del pueblo. Una de esas imágenes que por azar tienen una cierta semejanza a una cara; en este caso a una cara alargada y barbuda que algunos asocian a Jesucristo. Al principio, los habitantes de la casa debieron comentar, sin darle mayor importancia, que había aparecido la imagen, sin duda producto del azar y de la mezcla de vinagre y de aceite de la cocina y algún inocente retoque. Los vecinos comenzaron a ir a ver la imagen. Pronto la noticia trascendió y en muy poco tiempo los fines de semana había coches particulares e incluso autobuses que iban desde Jaén, Córdoba y Madrid a ver la cara. La gente hacía cola para entrar, el fenómeno apareció en TVE, y eso provocó que todavía acudiera más gente. La publicidad de la tele en aquellos tiempos, con dos únicos canales, era muy efectiva. De repente, un pueblo desconocido aparecía en el mapa. Debemos recordar que estamos en el franquismo; es decir, un régimen dictatorial, tremendamente represivo, donde los cargos oficiales tenían un enorme poder. Y no me cabe la menor duda de que en la gestación del mito jugó un importante papel uno de aquellos altos cargos. Parece ser que debido a una enfermedad incurable de su hija, este cargo fue a Bélmez de la Moraleda a ver si la imagen podía hacer un milagro. Estamos ante la plena credulidad de un padre desesperado. Estupidez, sin duda; pero entiendo que en su desesperación lo hiciera. Con posterioridad, el Ministerio del Interior mandó una comisión para que lo investigara y su conclusión fue el escéptico 16 E de cerrar y que al pasar los días se había «velado» la plata se había vuelto negra con la luz. La verdad es que a mí me gusta aplicar la navaja de Occam que me dice que hay una explicación mucho más simple. El sellado notarial se hizo con unos sellos que eran muy fácilmente manipulables. Alguien pudo abrilos, entrar en la casa, pintar una nueva imagen, y volver a cerrar los sellos. Debemos tener en cuenta que no había vigilancia, que tan solo estaban los sellos y que se trata de un pueblo muy pequeño donde a altas horas de la madrugada no circula nadie. Es decir, que se podían manipular con cierta impunidad. Aquello, tras el boom inicial, se fue durmiendo y Bélmez volvió a convertirse en un pueblo olvidado. Pero el franquismo había acabado y los programas de radio y de televisión sobre temas paranormales habían crecido como hongos y fueron ellos los que volvieron a relanzar el tema. Hubo nuevas imágenes, más psicofonías,... De las psicofonías casi no merece la pena ni hablar, pues no aportan nada nuevo: los equipos se ponen al máximo nivel de sensibilidad, por lo que se graban sus propios ruidos los de los motores, los de las cintas que dan vueltas, emisoras de radio distorsionadas pues el filtraje electromagnético de los magnetófonos no es perfecto2, y sonidos lejanos que se deforman con la distancia y solo quedan los tonos graves y, a veces, aunque no en este caso, al usar cintas de doble sentido, el magnetismo de una pista ha pasado distorsionado a la otra pista que al reproducirse en sentido inverso crea sonidos muy extraños para los oídos no acostumbrados. Me alegro por los habitantes de Bélmez de la Moraleda el que hayan conseguido 651 000 de los fondos europeos, pero lamento que los empleen tan mal. Hacer un museo a la estupidez del tardofranquismo no me parece la mejor contribución al desarrollo del pueblo. Ni qué decir tiene que no es la primera vez que una idiotez se convierte en una fuente de turismo; baste mencionar la famosa «Sábana Santa» de Turín, los moais de la Isla de Pascua o las «pistas» de Nazca. Yo he ido a la Isla de Pascua a ver los moais porque me parecen interesantes de hecho, las cuatro primeras postales que se imprimieron de los moais y que se repartieron desde la isla de Pascua se hicieron con fotos de las que soy autor3 pero pocas dudas hay de que una gran parte de los visitantes van a ver las imágenes «hechas por extraterrestres». Y otro tanto podemos decir de las «pistas» de Nazca: yo he ido, incluso hablé con Maria Reiche, porque me parece un tema arqueológicamente interesante; pero pocas dudas hay de que gran parte del turismo va para poder ver las «pistas» de aterrizaje de los extraterrestres. Dicho sea de paso, no creo que María Reiche llevara razón con su idea de que marcan los caminos de las estrellas. Se me ocurre una forma de seguir recibiendo los fondos pero no hacer un «Centro de Interpretación» del ridículo sino algo culturalmente potente. La idea que les ofrezco es la de hacer más o menos lo mismo: las fotos y las psicofonías, los recortes de prensa de la época... Lo nuevo, lo que no tenían pensado, es que deben ofrecer la explicación real. Contar cómo se puede crear un mito a partir de unos elementos minúsculos. Contar la incapacidad manifiesta de los «investigadores parapsicológicos» para descubrir un fraude, contar la explicación de las psicofonías,... Incluso se me ocurre que se pueden hacer talleres educativos, con experimentos en directo. Uno de ellos puede versar sobre imágenes en el cemento. Hacer cemento, extenderlo en una cajita y, una vez alisado, con un palito hacer unas imágenes simplemente extrayendo cemento con la madera, y después rellenando los surcos con un cemento de otro color. Todo se hace sin tintas y sin colorantes. También se puede probar que con cemento y aceite se obtiene algo muy similar a alguna de las imágenes. Otro taller puede versar sobre psicofonías: demostrar que los magnetófonos de la época no eran capaces de aislarse totalmente y que recibían emisoras de radio, demostrar que con el volumen a tope cualquier ruido se graba y queda distorsionado, demostrar que una conversación desde lejos pierde los agudos... y que las voces muy graves son muy sugerentes de ultratumba. Incluso se podría ver cómo el magnetismo de una pista pasa a otra. Un tercer taller podría versar sobre la capacidad que tiene nuestro cerebro de ver caras en todas partes. Podría haber placas de mármol y el ejercicio debería ser encontrar caras y decir en qué posición están: de frente, de lado, vista desde arriba, tan solo el perfil... De ese modo se demostraría que nuestro cerebro tiene una especial predisposición por ver caras casi en cualquier sitio: en las nubes, en el mármol, en una tostada o en la pared de una cocina manchada con aceite y vinagre. Incluso, en ciertas ocasiones, podría hacerse un cuarto taller de caricaturas. Cómo un caricaturista es capaz de captar la cara de uno con unos pocos trazos que destacan lo que nos hace peculiares esas caricaturas podrían venderse en la tienda. Si se hiciera algo así se habría conseguido: 1) Seguir recibiendo los fondos europeos. 2) Seguir mostrando las fotos y las psicofonías. 3) Dar una explicación de lo que de verdad ocurrió y de la ciencia que hay por detrás, con talleres muy atractivos. ¿Creen ustedes que un museo con estos talleres tendría más o menos éxito que el que se limita a exponer unas fotos de unos dibujos bastante cutres y unos ruidos incomprensibles que algunos llaman psicofonías? ___________________________________________ Notas: 1 Casas encantadas. Poltergeist. Jordán,José Luis. Romanyá / Valls,s.a., Barcelona., 1982. 2 Este hecho explica por qué algunas psicofonías se graban incluso sin micrófono. 3 Las fotos se las regalé al «Club de leones» de la Isla de Pascua que se encargaron de su distribución. Se imprimieron en Barcelona. 17 el escéptico