Edición 2010 - Número 3 (237) - 3 de abril de 2010
Luis Javier Capote Pérez
Título: Las abducciones ¡vaya timo!
Formato: 153 páginas en tapa blanda. Número seis de la colección ¡Vaya timo!
Autores: Luis R. González
Editorial: Editorial Laetoli. Colección ¡Vaya timo!
Precio: 13 €
Comentario:
El sexto título de la colección ¡Vaya timo! aborda el estudio de un fenómeno vinculado al mundo de los ovnis que, gracias a series como Expediente-X, ha gozado de cierta popularidad: las abducciones. Con este término se engloba a un variopinto conjunto de experiencias acaecidas a personas de todo el mundo, cuyo denominador común parece ser el secuestro temporal sufrido a manos de seres venidos de otros planetas. Ya sea en la tranquilidad de su dormitorio o durante un trayecto nocturno en coche, los llamados abducidos dicen haberse visto asaltados en su intimidad por unos extraterrestres que han dispuesto de ellos con los más diversos fines: manipulación genética, fertilización para la creación de híbridos humano-marciano, introducción de elementos extraños en el organismo… una lista de horrores que dan una perspectiva sumamente siniestra a la frase “ya están aquí”. Las abducciones están claramente emparentadas con otro de los “timos” tratados en la colección homónima: los ovnis. Los defensores de la veracidad de estos fenómenos los presentan como una prueba más de la visita de entes de otros planetas a la Tierra, aunque el análisis detallado de cada caso haya culminado indefectiblemente con la existencia de una explicación más mundana y netamente terrícola.
Luis R. González Manso hace un extenso y detallado estudio del fenómeno en cuestión, yendo de los casos más célebres a otros menos conocidos por el público. Página tras página, va desgranando el autor historias que van desde lo anecdótico a lo vergonzante, a las que va diseccionando de forma paciente para indicar las inconsistencias, las contradicciones, las justificaciones más plausibles y las conclusiones. El investigador echa también una mirada al trasfondo histórico, económico y social que rodea al fenómeno en general y a las distintas experiencias en particular, configurando un retrato a través de cuya visión el lector comprende porqué las abducciones aparecieron como algo más o menos generalizado cuando fueron de la mano del asunto de los célebres platillos volantes. El contacto con los pretendidos tripulantes de esas no menos pretendidas naves estelares se presenta entre los creyentes como un siguiente paso en la relación: si han llegado hasta aquí, es sin duda por algún motivo, o, a la vista de la variedad, por muchos motivos: algunos son especialmente siniestros como la obtención de muestras de ADN humano o la fertilización no consentida; otros están fuertemente imbuidos por el espíritu del buen rollo: nuestros hermanos galácticos nos recuerdan que no estamos solos en el universo y se dan un paseo tremendo para soltarnos una serie de tópicos que ya da el sentido común. Una verdadera pena que, como deduce el autor del presente libro, nunca haya nada genuinamente alienígena que aporte una brizna de verosimilitud al relato de turno.
González Manso huye de la idea de las abducciones como timo y las presenta, haciendo un juego de palabras con el título de la colección, como un mito. Son parte del moderno folclore, como antes lo han sido otros seres y acontecimientos igualmente legendarios. Cierto es que dentro del fenómeno hay sobrados ejemplos de la presencia de listillos que intentan sacar unos cuartos a cuenta de la condición –propia o ajena- de abducidos o de contactados, pero en muchos casos, el autor concluye que aquélla es el resultado de elementos circunstanciales en la vida del protagonista de turno. A la hora de abordar esos relatos, se mantiene el escepticismo pero también se añade un tono de comprensión que permite que el lector vea con cierta amabilidad a unas personas que se presentan como abducidas por llegar a creerse sus propias historias.
Como conclusión, hay que destacar que Las abducciones ¡vaya timo! es un libro entretenido y ameno, en el que su autor ha volcado todo su trabajo como estudioso del fenómeno, manteniendo un tono divertido –como no podía ser de otra forma cuando pasa por el relato de situaciones un tanto chuscas-. La labor de González Manso desmitifica un asunto que, pese a su inconsistencia, ha dado para mucho en el campo de lo paranormal porque, como tantos otros mitos y timos del mundillo, se resiste denodadamente a desaparecer.