Edición 2010 - Número 7 (240) - 3 de julio de 2010
Javier Cavanilles
(Artículo publicado originalmente en la bitácora Desde el más allá (más o menos))
Parafraseando a Allen Carr, es fácil dejar la homeopatía si sabes cómo. Supongo que muchos seguidores de esta u otra variante de las mal llamadas medicinas alternativas / complementarias pensarán que no es que no sepan dejarlo, es que no quieren. Esa misma respuesta se la he oído yo a medio millón de fumadores. La gran diferencia entre un consumidor de homeopatía y uno de nicotina es que el segundo, por lo menos, sabe que es malo para su salud. Aun así, muchas veces no lo deja. El otro no lo deja por que cree que es bueno. En realidad no están tan lejos.
En cambio, si un amante de la medicina ‘natural’ supiera que su actitud le está causando algún daño (o no le hace ningún beneficio) probablemente se lo piense dos veces antes de seguir. Ganará en salud y se ahorrará dinero –como les pasa a los fumadores cuando dejan un hábito que tampoco hace al monje-. Y para que nadie piense que voy de farol: me apuesto 16 euros a que tengo razón.
Dieciséis euros son los que cuesta el libro La homeopatía ¡vaya timo! (Ed.Laetoli), escrito por el médico especialista en cardiología, medicina familiar y comunitaria Víctor-Javier Sanz, que es de los que no sabe lo que vale un peine. Es uno de los más divertidos de esta colección dirigida por Javier Armentia, director del Planetario de Pamplona, responsable de los blogs Cosmo y Por la boca muere el pez, y autor de la pregunta –muy agradecida a ciertas horas de la madrugada- “¿tú dices coca-cola o 'coacola’?”. Me apuesto esos 16 euros a que cualquiera que lo lea se le van a ir las ganas de que le vuelvan a timar vendiéndole agua con colorante a precio de Moët et Chandon.
Yo pasé de fumar más de dos paquetes de tabaco al día a ninguno en menos de una semana gracias al libro de Carr. Espero que tras leer éste, algún 'homeo-dependiente' pueda decir lo mismo. A mi Sanz me recordó muchos de los razonamientos del apóstol antitabaco (quien, por cierto, murió de cáncer de pulmón). Por ejemplo, los fumadores asocian el tabaco a algo positivo ya que nos han comido la cabeza. En las películas, antes de morir fusilado o en la trinchera a muchos grados bajo cero, un cigarrito aliviaba todas las penas.
La buena fama de la homeopatía también depende de ese lavado de cerebro. Sus seguidores creen que tomando placebo están luchando por un mundo mejor, se enfrentan a la big-farma(fia), apuestan por un modo natural de vida… Todo eso es mentira. Generalmente (no siempre) la homeopatía es inocua pero nunca es sana porque no tiene que ver con la medicina sino con la pseudociencia (y las ganas de sacarle dinero a unos cuantos).
Una de las mayores sandeces que practican los seguidores de esta no-terapia es su tendencia a pensar que son alternativos. En realidad, los colegios de médicos y farmacéuticos están como locos por controlar el gran negocio que supone (los productos homeopáticos generan proporcionalmente muchos más beneficios que las medicinas) y no lo hacen por mejorar la salud de nadie, sino por avaricia. No hay nada de alternativo. Hacerles caso es como darle la razón al tarotista que te invita a desconfiar de los consejos de los demás mientras te anima a pasar por caja.
Sanz también me recuerda a Carr cuando habla de las falsas ventajas que sienten los usuarios de la homeopatía. No son tan diferentes de esas excusas que se da el fumador: me tranquiliza, me ayuda a concentrarme, me relaja… Todo trola. Del mismo modo, alguien puede sentirse mejor si consume homeopatía pero en realidad no lo está: la mejoría está en su cabeza, no en su cuerpo.
Según reconoció hace poco la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios, la institución “autoriza la comercialización del medicamento homeopático pero no le reconoce indicación terapéutica alguna, puesto que no la acredita de acuerdo con los estándares científicos que exige la AEMPS para demostrar la eficacia terapéutica”. Poco antes, el Comité de Ciencia y Tecnología de la Cámara de los Comunes británico pedía al Servicio Nacional de Salud que dejase de financiarla por sus nulos resultados. ¿Alguien quiere saber por qué? Pues en el libro está tan bien explicado que hasta yo lo entendí, no digo más. Y de manera muy divertida.
Aunque los escépticos van a disfrutar como locos con este libro, yo se lo recomiendo más a los que creen que Sanz o yo estamos totalmente equivocados. Si tienen razón, perderán unas dos horas de lectura y 16 euros (que recuperarán devolviendo su ejemplar a la librería, si no han perdido el tique). Si tenemos razón, se van a ahorrar un dineral (no lo ocultemos, la pseudociencia sale carísima) y su salud mejorará considerablemente. Y como la homeopatía funciona mejor cuando menos principio activo tiene, evitarán el riesgo de morir de sobredosis si se olvidan de tomar su pastilla.
Es fácil dejar la homeopatía… para el que no tenga miedo a reconocer que estaba equivocado. Como yo cuando creía que me gustaba fumar.
URL: http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/desde_el_mas_alla/2010/05/31/dejar-…