Edición 2010 - Número 10 (244) - 7 de noviembre de 2010
Javier Cavanilles
(Artículo publicado originalmente en la bitácora Desde el más allá (más o menos)
Por fin se ha estrenado Más Allá de la Vida. Que el programa de Telecinco sobre famosos que, por dinero, venden el recuerdo de sus familiares muertos (mejor si es en horribles circunstancias) iba a ser vomitivo lo sabíamos todos. Pero que fuera malo, tan malo, jamás me lo hubiera imaginado. La tan cacareada Anne Germain se supone que es una gran médium… lo que es una embaucadora de tres al cuarto. Ni siquiera es buena engañando.
Y lo de Jordi González, haciéndose el afectado –“esto me está superando”- no tiene precio aunque sí –me temo- sueldazo. De pena. De risa… pero sobre todo de pena. Eso sí, siendo justos hay que reconocer que el programa tiene efecto terapeútico: es Evacuol en estado puro y formato televisivo.
La mecánica es sencilla. La falsa médium (valga la redundancia) se sienta delante del invitado de turno y empieza a transmitir lo que, según ella, le cuentan los muertos pero que en realidad se lo saca de la figa. No dice nada, absolutamente nada, que no se sepa y que un guionista no se haya encargado de recopilar para la ocasión. El retrato que hizo de Ramón Sampedro, por ejemplo, lo haría cualquiera que hubiera visto Mar Adentro aunque no supiera que estaba basada en hechos reales. Aun así algunos picaron.
Pican en parte porque han cobrado y en parte porque Anne –que es una sinvergüenza pero no una idiota- sabe aprovechar su aspecto de Abuelita Paz para meterse al invitado en el bolsillo. En ningún momento apunta al cerebro, siempre al corazón. Que el invitado no piense, que se deje llevar… el espectáculo debe continuar. Nadie con dos dedos de frente –crea o no en la otra vida- puede pensar que el programa es otra cosa que una pantomima. Creo que ni Jordi se lo creía aunque hiciera como que sí.
Martínez-Bordiú llorando lágrimas ¿de todo a euro?
Ver a Carmen Martínez Bordiú, nieta de un dictador y una atracadora de joyerías, maravillada –previo pago, no lo olvidemos- ante el descubrimiento de lo que la médium iba diciendo parecía un homenaje al sinsentido. Que vendiera el recuerdo de su hijo puede resultar poco edificante, pero rentable. Y no la critico por ganar dinero a costa de su difunto hijo, la entiendo: que si triste es de pedir, más triste es trabajar.
Lo que vimos era, al parecer, fantástico y debería desafiar lo que damos por sentado. La verdad es que sólo se me ocurren dos explicaciones posibles. La primera: Anne tiene unos poderes que nadie entiende pero permiten zanjar la polémica sobre si hay vida después de la muerte. La segunda; los guionistas se han leído un par de revistas del corazón, le pasan los datos, y ella simula que los va descubriendo. Ambas hipótesis responden perfectamente a la pregunta, así que cada uno elija la que le parezca más sensata.
Con Jorge Cadaval –el 50% de Los Morancos- fue mucho mejor. Se limitó a no decir nada. Cuatro vaguedades y poco más. La tía habla de un perro juguetón (que también vive en el Más Allá) y él entra a trapo y le pone hasta el nombre. ¿Cuántas personas que le conozcan no saben que siempre ha tenido perros? Bastó dejarlo caer y esperar a que el cómico, como así fue, mordiera el anzuelo. Por lo menos, a diferencia de la Bordiú, Cadaval (y su hermana) parecían sinceros. Quizás por eso me dolió verle ahí.
Atentos al misterioso corte que le pegan a Gala (ver del 08.45 al 09.15).
Lo de Gala, sin nombre. Bueno, Antonio, pero no me refiero a eso. El escritor no se dejó engañar en ningún momento. Fue a ver qué pasaba y vio que no pasaba nada. El subtitulado del programa intentaba vender la burra, pero le costaba. Jordi le recordaba algunas de las palabras de la médium –siempre ambiguas- y él las encajaba –con escaso interés- entre sus recuerdos. Se nota que conocía el truco. La 'adivina' (de tres al cuarto) sugiere casi en abstracto para que la víctima le dé forma. Así no hay error posible.
El problema de invitar a alguien como Gala a este tipo de programas es que le basta una inflexión de la voz para dejarles a todos en ridículo. Por eso los responsables del programa han tenido que tunear su intervención (hay un corte más que sospechoso al final de su intervención). Hablé ayer con él y no me pudo confirmar si cortaron algo de lo que dijo. Simplemente no vio el programa. Su opinión sobre la médium sí la tenía clara: si al menos se hubiera leído su autobiografía Ahora hablaré de mí podría haber acertado alguna. No fue el caso.
El truco de Anne -regla de oro de la mentira buenrollista esotérica- es vender buenos sentimientos. En un alarde de estulticia 'habló' con la madre del escritor y ella decía que le quería mucho. Gala se enfadó ("es hiriente", dijo). El motivo: la relación entre ellos nunca fue buena. No es que fallara ese dato concreto, es que falló en todos. Ese es el problema de fishing (la técnica que usa la ínclita), que si la víctima no colabora no te comes un colín. Eso o canalizó con unos muertos impostores.
Luego, el espectáculo habitual con el público. El espectador de este tipo de programa no suele brillar por su inteligencia (como muestra un botón: yo). La médium sacó a dos y les habló de un ser que ya no está. Cuenta un par de gilipolleces mientras ellas empiezan a llorar. ¿Cómo lo sabe? Las espectadoras –mamá Choni y la pequeña Choni- no han abierto la boca y Anne acierta todo. Normal. En estas bufonadas no faltan los colaboradores de incógnito entre el público (si no eran actores) que se encargan de entablar conversaciones con el resto. Les sacan a qué han venido, se lo chivan a la británica y otra cucharada de contacto con 'el otro lado'. Patético. Creo que por una vez los amantes de los fenómenos paranormales coincidirán conmigo.
URL: http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/desde_el_mas_alla/2010/08/13/una-me…