EL ESCÉPTICO DIGITAL
Edición 2009 - Número 4 (230) - 4 de abril de 2009
EDITORIAL
El número de abril nos pilla en pleno período de celebración religiosa en los países donde la religión católica es seguida por un porcentaje sensible de la población, mientras continúan las celebraciones vinculadas al año de Darwin y al año de la Astronomía. Publicaciones, conferencias y toda suerte de eventos jalonan un 2009 en el que la evolución y las estrellas se han acercado mucho a la población, con la esperanza de que la experiencia sea el punto de partida para un mayor interés en estos asuntos desde la sociedad. Por otra parte, asistimos también a otras iniciativas tendentes a la lucha contra las pseudociencias: por un lado, la protesta de Javier Armentia Fructuoso sobre la difusión soterrada que se hace de las pseudociencias al regalar grabaciones de cierto programa radiofónico pseudocientífico junto a un periódico. Por otro, la que hace el Círculo Escéptico en torno a la cobertura de un evento igualmente situado en las antípodas de la Ciencia. La aparición de iniciativas de este pelaje jalonan, año tras año, el calendario y obligan a llamar la atención sobre las mismas, recordando una vez más que hay personas, entidades e iniciativas que se disfrazan de Ciencia sin serlo. La primavera trae consigo también la novena edición del curso interdisciplinar universitario Ciencia y pseudociencias, que desde 2001 acerca el pensamiento escéptico a la sociedad tinerfeña, en el marco académico de la Universidad de La Laguna. También, por último pero no por ello menos importante, trae el recuerdo del Profesor Francisco Javier Corzo Varillas, colaborador de este boletín e incansable científico y divulgador, que, hasta su fallecimiento en marzo de 2006, alzó su voz -en muchas ocasiones casi en solitario- contra determinadas prácticas pseudocientíficas que, como en el caso de los tristemente célebres "polvos de Meléndez", provenían de quien previamente había sido un eminente científico. Su recuerdo y su ejemplo son el mejor acicate para seguir adelante en una tarea que no parece tener fin.