Edición 2011 - Número 1 (247) - 15 de enero de 2011
Javier Cavanilles
(Artículo publicado originalmente en la bitácora Desde el más allá (más o menos))
El padre Ángel tiene un don: se ha forrado. Lo que para alguno de sus feligreses no es más que uno (otro) de sus milagros, podría tener una explicación más prosaica: convenció a sus seguidores para que le entregaran sus dineros al tiempo que se olvidaba de pagar a Hacienda 371 millones de euros. La agencia tributaria –parece- va a cobrarle eso y una multa de 2,3 millones de euros. Los ex devotos del Padre Ángel, en cambio, se van a quedar con las ganas. ¿El motivo? Según el fiscal "curanderos, milagreros y personas que se mueven en el mundo esotérico no pueden engañar a una persona de cultura media".
No sé de qué planeta vienen ni qué instrucciones traen los fiscales (no es el primero al que le oigo decir esto), pero creo que hay datos objetivos que hacen pensar que sí se puede engañar a un persona de cultura media. De alta y baja también, por cierto. No hace falta ir muy lejos, sólo fijarse en la mayoría de medios de comunicación por tierra, mar y aire. Desde los horóscopos hasta los anuncios de teléfonos de videncia, sin contar los que han regalado alguna vez productos esotéricos o milagrosos, o dedican tiempo y espacio a estos y otros fenómenos.
Y no sólo la prensa, el mundo académico tampoco se libra. Nada menos que 24 universidades forman ya parte de la “lista de la vergüenza” que elabora el Círculo Escéptico, y en la que incluyen a las que buscan en la pseudociencia nuevas fuentes de financiación. Que no falte el Ministerio de Hacienda, que permite a los adivinos darse de alta en el I.A.E. Las víctimas del padre Ángel no son simples personas de cultura media engañadas, sino personas que viven en una realidad social en la que lo paranormal está sólo un poco menos presente que en la Edad Media. Y entre los que creen –sea ‘un poco’ o ‘cualquier cosa’- los hay de todo tipo y condición social.
Otro dato curioso es que el padre Ángel, un sacerdote sin consagrar que ha montado su propia paraeta, aparece en el escrito del fiscal asimilado a “curanderos, milagreros y personas que se mueven en el mundo esotérico”. Sin embargo, en El Escorial una vidente con un currículo similar al del padre Ángel ha acabado absorbida por el arzobispado de Madrid. ¿Son los seguidores de Amparo Cuevas más listos que los del padre Ángel? ¿Son sus visiones marianas más ciertas?
Pero no ha sido éste el único caso de justicia paranormal de las últimas semanas. A principios del mes pasado, el profesor Fernando Cuartero de la Universidad de Castilla La Mancha fue condenado a pagar 204 euros por llamar “vulgares estafadores” a unos personajes que, al menos a simple vista, tenían y tienen pinta de lo primero y lo segundo. No digo que todos los espíritas sean un estafadores, sino gente que cree en lo que quiere, pero entre ellos hay quien actúa como si lo fuera y otros que lo son.
En noviembre de 2009, Cuartero envió una carta al rectorado de su universidad lamentando que un grupo de espiritistas que había alquilado una sala de la institución estaba utilizando con mala baba un cuño oficial para promocionar el II Seminario Vida después de la vida. El profesor no criticaba la naturaleza del encuentro, sino dónde se hacía y el uso fraudulento del logo de la universidad.
“Este tipo de vulgares estafadores, por el módico pago de unas tasas, obtienen, mediante una mala práctica, un pretendido amparo académico que es completamente falso. Y, en cualquier caso, si han hecho un uso indebido de nuestra imagen, me parece que es otro motivo para cancelar el acto, acreditada su mala fe, o al menos exigirles de manera inmediata que cesen en ese uso”, fueron las palabras exactas del hoy sancionado. Teniendo en cuenta de lo que habla este post cabe decir aquello de que tenía más razón que un santo.
El organizador del acto se sintió ofendido, acudió a la Justicia que impuso una multa al catedrático de 204 euros por una falta de injurias. Al parecer, decía la sentencia, “aunque sea una crítica social aceptada el hablar de la parapsicología como pseudociencia, no lo es el decir que son vulgares estafadores, porque socialmente estas expresiones son ofensivas y menoscaban y quebrantan la fama y prestigio de la persona a la que van dirigidas".
Efectivamente, de eso se trataba, de menoscabar su 'fama'. De retratarlos como lo que son. Y más cuando Cuartero utilizó estafa en sentido coloquial, no jurídico. De momento cabe esperar al recurso y, de paso, sumarse a la legión de indignados con la sentencia que ha mostrado su solidaridad. Recuerda el fiscal del caso Ángel que “el Derecho penal no protege a incautos”, y hasta ahí todos de acuerdo. Pero es que encima a los timadores paranormales sí les beneficia. Será que son unos ilustres estafadores.