Edición 2011 - Número 250
(Noticia extraída de la página de la Universidad de Salamanca)
Científicos de Salamanca prueban en modelos animales que la cardiotrofina modula la inflamación renal y esperan que esto aumente el número de riñones aptos para trasplantes en un 15%
José Pichel Andrés/DICYT Una investigación de científicos de la Universidad de Salamanca y de la empresa Bio-inRen ha empleado con éxito en modelos animales una molécula llamada cardiotrofina para preservar el riñón en buenas condiciones cuando se procede a realizar un trasplante. El empleo de cardiotrofina para otros usos terapéuticos relacionados con el corazón y el hígado ya ha sido probado, pero ahora se ha demostrado también su utilidad para modular la inflamación renal que complica los trasplantes. El siguiente paso será estudiar la eficacia del método en pacientes, lo que podría incrementar el número de riñones aptos para un trasplante hasta en un 15%.
Hasta ahora, 48 horas es el límite máximo para realizar la intervención quirúrgica desde que el riñón está disponible, pero no siempre es posible hacerlo en ese tiempo por indisposición del propio paciente que va a recibirlo o por cuestiones de transporte. Por eso, no todos los riñones se pueden aprovechar, pero la cardiotrofina preservaría el órgano en buenas condiciones para que, una vez trasplantado, funcionase correctamente en el paciente.
"En España somos líderes mundiales en trasplantes, pero no se había desarrollado nunca un producto que los mejore, todos eran de origen norteamericano y del Norte de Europa. Si funcionase en humanos, sería el primer producto español que lo consiga", señala en declaraciones a DiCYT José Miguel López Novoa, nefrólogo de la Universidad de Salamanca y uno de los responsables de la empresa Bio-inRen. "Hemos demostrado que cuando los riñones que se obtienen para trasplante se tratan con esa proteína funcionan mejor una vez trasplantados", explica.
La cardiotrofina fue descubierta por la multinacional de biotecnología estadounidense Genentech, pero ha sido licenciada por la empresa Digna Biotech, una spin-off del Centro de Investigación Médica Aplicada (CIMA) de la Universidad de Navarra. En principio, esta molécula no tiene nada que ver con el riñón, sino que "se descubrió porque participa en el desarrollo del corazón, ya que actúa intentando evitar la muerte de las células cardiacas cuando sufren una agresión propia del proceso de desarrollo del propio corazón", señala el experto. En definitiva, "si el corazón sufre daños, la cardiotrofina es capaz de evitar que muchas células mueran". Posteriormente, se ha empleado también con éxito en patologías hepáticas.
Aunque la patente pertenece a Digna Biotech, la idea de aplicar la cardiotrofina a los trasplantes de riñón fue de José Miguel López Novoa y todo el desarrollo experimental que ha conllevado se ha realizado en los departamentos de Cirugía y de Fisiología y Farmacología de la Universidad de Salamanca, así como en la empresa Bio-inRen, spin-off de la institución académica salmantina. "Sabíamos que la cardiotrofina puede ser antiinflamatoria en el corazón y protege de la muerte de las células, así que pensamos que en el riñón podría ejercer una función similar", apunta.
El daño que sufre el riñón en un trasplante se produce por isquemia, es decir, que tiene que pasar un tiempo sin sangre y conservado en frío, y cuando le vuelve a llegar la sangre se produce una inflamación porque el organismo rechaza el nuevo tejido. En este contexto, la cardiotrofina modula los efectos inflamatorios tras el restablecimiento de la circulación sanguínea o reperfusión. Los antiinflamatorios convencionales dañan la función renal porque "la inflamación es algo muy complejo", de manera que aplicar esta molécula podría ser la solución para que el órgano se recuperase en un par de días tras la intervención.
Ventaja en su traslado a pacientes
Teniendo en cuenta la cardiotrofina ha sido aceptada por las agencias española y europea del medicamento, los investigadores confían en que la investigación podría trasladarse rápidamente a la práctica. "Contamos con una ventaja, vamos a aplicar esta sustancia sólo en el riñón, es decir, que se extrae, se lava, se le aplica la cardiotrofina y, una vez que es asimilada por el riñón, cuando ya no quedan restos de esta sustancia, se le implanta al paciente", comenta López Novoa. En definitiva, "ningún paciente va a recibir esta proteína, por lo tanto, las agencias del medicamento le pueden dar paso más fácilmente". No obstante, "nos queda saber muchas cosas de por qué la cardiotrofina ejerce esta protección, qué mecanismos concretos emplea y qué interacciones se producen entre esos mecanismos".
Fruto de esta línea de investigación, la semana pasada se presentó la tesis de Begoña García Cenador, ayudante del Departamento de Cirugía de la Universidad de Salamanca, en cuyo tribunal participó Rafael Matesanz, director de la Organización Nacional de Trasplantes.
"Hemos llegado al límite técnico de donaciones y además la disminución de accidentes de tráfico hace que haya menos órganos disponibles, así que esto permitiría aprovechar riñones que actualmente no se utilizan porque tardan en llegar o porque los pacientes no están en condiciones de recibirlos", señala el investigador. Aunque es difícil de saber cuánto tiempo podría mantenerse el riñón en buenas condiciones con este método, expertos en trasplantes piensan que puede haber un aumento de un 15% en el número de riñones recuperados, cifra muy significativa, porque si en la actualidad se realizan al año en España unos 3.000 trasplantes, supondría incrementarlos en unos 450
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