Edición 2012 - Número 251
Miguel Ángel Sabadell
(Artículo publicado originalmente en la bitácora La ciencia de tu vida
Hace unos días escuché a un sesudo profesor universitario soltar su personal diatriba contra MUY. En otras ocasiones he oído calificarla de infantil o de no estar a la altura. Y como contraejemplo, citar la revista Investigación y Ciencia o la extinta Mundo Científico. Pero lo que subyace a estas críticas es un matiz fundamental al que no se le presta la atención que requiere: popularización frente a divulgación.
Ambas buscan acercar la ciencia a la sociedad, pero con una diferencia sustancial. Mientras que la popularización tiene por objetivo interesar a quien inicialmente no tiene ningún interés especial por la ciencia, la divulgación se dirige a ese ciudadano con interés y conocimientos sobre ella. Por ejemplo, Muy Interesante o el superfamoso Cosmos de Carl Sagan son ejemplo de popularización; Investigación y ciencia y el libro Gödel, Escher, Bach de Douglas Hofstadter es divulgación elitista, en absoluto dirigida al conjunto de la sociedad. Un ejemplo quizá lo exprese más claramente. Veamos cómo define lo que es un gen Pharyngula, el blog de divulgación científica más influyente del mundo según Nature: “Una región operacional del ADN cromosómico, parte del cual puede ser transcrito en un RNA funcional en el momento y lugar correcto durante el desarrollo. Así, el gen se compone de la región transcrita y las regiones reguladoras adyacentes”. ¿A quién demonios está hablando?
Bora Zivkovic es un ejemplo del científico que ataca sin piedad al periodismo científico y representa el sentir de numerosos colegas honradamente preocupados por la escasa calidad de las noticias científicas en los medios: “Sobre un tema de economía, ¿en quién vas a confiar? ¿En un economista o en un periodista? ¿Quién tiene el conocimiento, la destreza, la educación, la experiencia en el tema?” Zivkovic añade que únicamente si llevas dos décadas de periodismo científico es posible que puedas estar a la altura de un doctorado a la hora de redactar una noticia científica: es lo que llamo el síndrome del PhD.
Entre sus argumentos está el que los periodistas simplifican en exceso: “si hablas con un periodista una hora es porque necesitas una hora para explicarte”. La falacia del espacio en acción, que lleva siempre de la mano el corolario del mal citado. ¡Esas no son mis palabras! Y tienen razón por dos posibles motivos. Uno, porque el periodista enviado a recabar información es un ignorante absoluto del tema, lo que es culpa del desconocimiento y desinterés por la ciencia de los directores de periódicos. Pero el otro recae en el propio científico que ignora u olvida la ubicua limitación de espacio disponible en el medio y porque no puede hablar con un periodista como si fuera un colega. Es un problema de registros: puedes perder una hora entera explicando al periodista su investigación para que la comprenda, pero luego tienes la obligación de ofrecerle unas palabras que pueda transcribir en su periódico: hay que hablar en titulares.
El caso más extremo son las entrevistas para una noticia de telediario: solo tienes 30 segundos para explicarte. Si te pasas, te editarán y tendrán que hacer maravillas en un tiempo que no tienen para poder entresacar unas frases que aludan a la noticia en cuestión: seguro que eres mal citado. Que Zivkovic piense que “si me tomo una hora es porque necesito una hora” lo convierte en el mejor no-candidato para divulgar en televisión. Y no olvidemos que siempre es mejor 30 segundos que nada, porque ese nada puede hacer que desaparezca la ciencia de la pantalla del televisor.
La mejor manera de no ser mal citado es hablar en los términos que el periodista necesita, de igual modo que un médico no puede hablar a un paciente como si se tratara de un colega. No se debe olvidar que un artículo en El País o El Mundo no es como uno en Nature.
¿En qué queda todo? Volvamos a nuestra diferenciación entre popularización y divulgación. La popularización está a cargo de periodistas científicos; la divulgación, en manos de los científicos pues en ella se da la personalísima visión del autor sobre su especialidad. Escribiendo con un estilo divulgativo el científico puede explicar sus teorías a un público mayor que el que compone su pequeño círculo académico. Así fue cómo la idea del “equilibrio puntuado” de Stephen Jay Gould llegó mucho más allá del recinto de la paleontología.
¿Qué significa hacer popularización? ¿Son los blog científicos un ejemplo? No. Carl Zimmer, uno de los mejores divulgadores científicos de la actualidad, ha dejado claro lo que significa, muy lejos de lo que suele hacerse en un blog de ciencia: “Si voy a escribir un artículo para The New York Times sobre un tema en particular, llamo a quienes están involucrados, hablo mucho con ellos, y cuento la historia, en parte, con sus propias palabras. Visito a los científicos y paso varios días con ellos prestando atención a todos los detalles y describiendo lo que para ellos significa ese tema, además de tomar nota de todo tipo de cosas interesantes que pueda encontrar. Este es el estándar cuando escribes sobre ciencia para los medios de comunicación de masas. Un post de blog típico es el de alguien sentado, leyendo el paper y explicándolo”.
Pero no perdamos de vista una cosa: el gran problema de la comunicación de la ciencia se encuentra en la popularización. ¿Cómo interesar a quien no está especialmente interesado? ¿Cómo captar su atención y “convertirlo” cuando compites con otros temas muy diferentes? La popularización se encuentra, sin duda alguna, en series como The Big Bang Theory no en el Servicio de Información y Noticias Científicas del ministerio.
URL: http://masabadell.wordpress.com/2011/07/29/%C2%BFquien-debe-divulgar-la…