Edición 2012 - Número 251
Javier Armentia Fructuoso
(Artículo publicado originalmente en la bitácora Por la boca muere el pez).
Hace más de medio año un astrónomo ruso descubrió en el cielo un nuevo cuerpo celeste. Se trataba de un cometa, al que, por aquello de la tradición que viene de tiempos de Halley, se le dio el apellido de su descubridor, Elenin. Desde entonces, observadores de todo el mundo estudian el cometa Elenin, que por vez primera se adentraba en los interiores del sistema solar. Nuestro entorno es realmente enorme, a pesar de que todos lo pintamos, desde niños, dentro de una cuartilla, como un Sol gordo y unos cuantos planetas dando vueltas alrededor, sin escala pero muy confortable. Sin embargo, además de esos ocho planetas y decenas de planetas enanos (donde hemos metido a Plutón también, a pesar de lo bien que sonaba), deberíamos colocar por ahí a centenares de miles de asteroides, y a cientos de millones de cometas de estos, materia que está ahí desde las épocas en que nuestro Sol nacía. Por eso, que un nuevo cometa aparezca y venga al interior del Sol, despertando sus hielos al calor de la luz de nuestra estrella y comenzando a crear su cabellera gaseosa, puede parecer nimio, y sin embargo, gracias a su estudio podemos conocer mejor lo que somos.
La historia de Elenin es, sin embargo, historia de la necedad. Porque la inmediatez de la noticia es inmediatez, principalmente de la necedad (luego tiene otras cosas buenas, pero hay que rascar para encontrarlas), y así de repente alguien comenzó a asustar diciendo que el cometa chocaría el 21 de octubre de 2011 contra la Tierra. Otro dijo que no (era tan evidente...) pero que su influjo provocaría cataclismos que marcarían en cualquier caso el fin de todo. Ya puestos, otro llegó diciendo que junto al cometa venían los extraterrestres, a salvarnos, o a invadirnos, o vete a saber qué.
Resulta que esta semana el cometa se ha fragmentado y no va a quedar casi nada para cuando se acerque al Sol. Y los necios están ya diciendo que eso, precisamente, es la muestra de que algo escondía. De que algo nos ocultaban. Si es que...
(Nota: vuelta al cole,... de nuevo las columnas en la contraportada del Diario de Noticias de Navarra...)