Edición 2012 - Número 252
Roberto García Álvarez
En la ciudad de Hamelín – o Hameln – tenían un gran problema con ratas y ratones, no sabían qué hacer hasta que un día de 1.284, llegó a la ciudad un hombre vestido con muchos colores que se presentó como cazador de ratas, ofreciendo sus servicios a cambio de una retribución. Los ciudadanos aceptan y el hombre utilizando una flauta comienza a tocar y logra hacer que todas las ratas, atraídas por su música, salgan de las casas y le sigan, conduciéndolas al río donde se ahogan. Los habitantes de Hameln libres ya de la plaga se arrepienten de su promesa y deciden no pagar, por lo que el hombre furioso abandona la ciudad.
El 26 de junio de 1.284 aparece en la ciudad un hombre vestido de cazador y tocado con un sombrero rojo. Mientras todos están en misa, saca una flauta y comienza a tocar ¡es el cazador de ratas! En lugar de los roedores, son los niños y niñas mayores de 4 años los que acuden a su llamada y le siguen fuera de la ciudad. Sólo dos niños regresan uno era ciego y por tanto no vio nada, otro era mudo y nada podía contar. También se habla de otro niño que, habiendo vuelto a por su chaqueta se salvó. Otros cuentan que un niño más regresó, a causa de su cojera no pudo entrar en la cueva donde fueron llevados el resto de los infantes, la puerta de la caverna se cerró antes de que él la alcanzase. Los niños fueron llevados a Transilvania, o a un mundo feliz en el interior de la tierra donde permanecerían ajenos a la maldad y crueldad del mundo de los adultos… Todos conocemos bien este cuento pero ¿Qué se oculta tras esta historia?
Fue en la noche del 26 de junio de 1284 cuando, en efecto, en la ciudad de Hamelín – o Hameln – 130 niños desaparecen misteriosamente sin dejar rastro alguno. Si bien no fue hasta el siglo XVI cuando a la historia se añade el trabajo de desratización no pagada, hasta aquel momento todo se resumía en que un extraño se presentó ese día en Hameln llevándose a los niños que fueron vistos por última vez en una zona llamada Calvario – un lugar de ejecuciones– en la colina de Koppen. Jurgen Udolph habla, en un artículo publicado en Time Internacional, de las posibilidades de que ese extraño personaje llevase a los niños a través de una cueva –meramente metafórica – hasta Europa del Este, una de las versiones del cuento habla de cómo los niños entraron en una cueva para salir de ella en Transilvania. Esta teoría se apoyaría en las migraciones que entre los Siglos XIII y XV tuvieron lugar desde Alemania hasta el Báltico.
Otra teoría muy relacionada con las migraciones es la sostenida por el profesor Wolfgang Wann quien inscribe al flautista –pied piper o flötenspieler – dentro de la categoría de los localizadores, figuras que servían a determinados nobles y señores que, deseosos de conquistar o asentar su poder en determinadas zonas de Europa del este, necesitaban reunir colonos para lo que algunos no hacían ascos al secuestro o compra de niños.
El famoso poema de Robert Browning sobre esta historia, además de finalizar con un llamamiento a saldar todas las deudas y especialmente las que se tengan con los músicos, menciona la existencia en Rumania, de una cierta tribu que viste de forma muy colorista y llamativa y que explica su indumentaria alegando que la ha heredado de sus antepasados que un día surgieron de una prisión subterránea donde habían sido confinados tras ser raptados del pueblo de Hameln. La palabra que describe al flautista es Pied Piper, piper puede traducirse, efectivamente por gaitero. Ahora bien Pied es más problemático, viene a significar “de varios colores”, un elemento éste, el carácter chillón de sus ropajes, que aparece una y otra vez en mito, haciendo también referencia al “pío” de los pájaros. Las dos palabras hacen conjunción en un concepto que viene a significar algo así como “persona que tiene capacidad para hacer con su “ruido” que los demás le imiten”. No debemos perder, en ningún momento, este significado que, por desgracia, se ha perdido en la traducción española.
El reputado William Manchester en su libro “A World Lit Only by FIRE” da como fecha del suceso la de 24 de junio de 1484, hablando del misterioso flautista en términos muy diferentes y mucho menos atractivos. Para él se trataría de un psicópata y pederasta; él mismo menciona que entre las versiones de la historia las hay donde de los niños nada vuelve a saberse mientras que otros testimonios cuentan como fueron encontrados cuerpos desmembrados y esparcidos entre la maleza del bosque o colgados de las ramas de los árboles.
Lamentablemente el autor no especifica con mucha claridad cuales son sus fuentes para llegar a tal conclusión, por lo que debemos estar casi exclusivamente al renombre como historiador de Manchester. Como máxima crítica a esta teoría se puede esgrimir la ausencia de toda referencia a una mantaza similar en las crónicas de la época y algo así no habría pasado desapercibido. Por otro lado no está claro cómo nadie podía matar a 130 niños al mismo tiempo sin que ninguno se escapase, salvo que se tratase de un asesino en serie que los hubiese ido cazando por turno, pero en ese caso la historia no tendría mucho sentido.
Sobre este suceso el historiador Martin Humberg habla de un grabado en una de las vidrieras de la iglesia de Hameln, reemplazada en el 1660 y que pudo ser restaurada recientemente y también mencionada en el poema de Browning, en el que se puede ver a un hombre con ropa multicolor seguido por un grupo de niños, alrededor de la escena hay una inscripción en que se puede leer: “En el año 1284, en el día de San John y Paul, el 26 de junio. Un gaitero, vestido de muchos colores, 130 niños nacidos en Hameln fueron seducidos y perdidos en el Calvario cerca de Koppen”; incluso existía una calle denominada “Bungelosen Straβe” que en alemán viene a significar “la calle sin el sonido de los tambores”, donde estaba prohibido bailar en memoria a lo ocurrido a los niños.
Han sido muchas las teorías y conjeturas que han tratado de explicar qué ocurrió con los niños de Hameln, desde terremotos, cruzadas, plagas. Bruno von Schaumburg, obispo de Olmutz, reclutó en 1281, tres años antes de la fecha mencionada en la vidriera, a los niños de Hameln para enviarlos como colonos a Moravia, el misterio aquí radicaría en establecer si esa colonia de niños de Hameln llegó efectivamente a su destino o si desapareció por el camino, dando así origen al misterio.
Sin embargo, está cobrando cada vez más fuerza una teoría que podría dar validez, en cierta forma, a la interpretación de Manchester y que sostiene que el misterioso flautista era, en verdad, un carismático líder practicante de algún tipo de culto precristiano, que descarrió a los niños llevándolos a practicar viejos cultos paganos en los cuales solía utilizarse entre otros adminículos una flauta para las danzas rituales, lo que explicaría también su peculiar atuendo. Su grupo habría sido detenido y ejecutado sin piedad en la zona del Calvario, lugar de ejecución que también se menciona en todas las versiones; conocida es la brutalidad con la que en esas épocas solían reprimirse las blasfemias y herejías no resultaría por tanto demasiado descarrilado creer que esas referencias a cuerpos desmembrados colgados de los árboles como un castigo eclesial u oficial a los proscritos, procesos muy habituales en la época y la zona, al tiempo que esa teoría parece hacer encajar otras muchas piezas del cuento como la peculiar ropa del flautista y la presencia de su instrumento musical como forma de atraer a los niños.