Edición 2012 - Número 253
Carlos Santamaría Moreno
(Artículo publicado originalmente en la bitácora Dulces Prejuicios)
Cuando se habla de “Productos Milagro” (PM) lo que se quiere decir es que sería tan absurdo que funcionasen que si se diera el caso habría que atribuirlo a una intervención divina o algo por el estilo. La denominación no se aplica por tanto a productos cuyo funcionamiento es milagroso según la tercera acepción del diccionario de la RAE, es decir: maravilloso, asombroso, pasmoso. Sino más bien lo contrario. Quiero decir que la penicilina, por ejemplo, no es un PM puesto que tiene una efectividad asombrosa pero se conocen sus mecanismos de actuación.
Hace unos años se pusieron de moda unas pulseritas de colores que al decir de su publicidad dotaban de fuerza y equilibrio a quien las usaba, y esto lo hacían por mediación del holograma que llevaban donde los relojes suelen llevar la esfera. Efectivamente, si tal cosa fuera cierta sería un milagro y de los gordos, ya que entre otras cosas violaría la primera ley de la termodinámica (o principio de conservación de la energía).
Lo realmente asombroso y pasmoso (maravilloso no sé si es) es que ahora es cuando se oyen por todas partes voces contra las tales pulseras. ¿Y por qué ahora?
Pues porque ahora es cuando la empresa que vendía las pulseritas declara que puede ir a la quiebra por las multas e indemnizaciones millonarias que se le han impuesto por publicidad engañosa. Es decir, ahora se ha encontrado que las pulseras violan leyes jurídicas; mientras violaban leyes científicas no le importaba a nadie.
Famosos de varios orígenes, desde la “princesa del pueblo” (Belén Esteban) hasta el príncipe de la capital (Felipe de Borbón) hicieron pública ostentación de su ignorancia científica exhibiendo dichas pulseras. Incluso la ministra de sanidad mostraba en su muñeca su fe en los PM. Ahora cabe decir algo como: “es que aún no se había demostrado ante un juzgado lo de la publicidad engañosa”. Que viene a ser lo que se dice en los casos de corrupción, como si la ética o la física tuviesen que obedecer al juzgado de turno. Como si un juez pudiese dictaminar si alguien es o no es un sinvergüenza o un gobierno decidir si la primera ley de Newton debería derogarse.
URL: http://www.dulces-prejuicios.com/2011/11/prejuicios-fisicos-leyes-jurid…