Edición 2012 - Número 254
Jerry Allen Coyne (traducción de Jordi Mundó)
El pasado mes de mayo, el Center for Public Policy de la Virginia Commonwealth University (VCU), en colaboración con VCU Life Sciences, encargó una encuesta telefónica realizada sobre una muestra de 1.001 estadounidenses adultos acerca de sus ideas sobre la ciencia y los asuntos científicos (calentamiento global, evolución, investigación sobre células madre, etc.). Las respuestas de los entrevistados se clasificaron según edad, nivel educativo y grado de religiosidad. Se pretendió que la encuesta, llevada a cabo por Princeton Data Source, fuera demográficamente representativa de los estadounidenses, con un intervalo de confianza del 95% y un margen de error del 3’7%.
Puesto que el documento consta de 59 páginas, no pretendo comentar todos sus detalles, sino que me gustaría centrarme en algunos aspectos relativos a la evolución.
En primer lugar, ¿cuál es el estado de la “creencia” en la teoría de la evolución de los estadounidenses?
¿Cuál de las siguientes afirmaciones se acerca más a su concepción sobre el origen de la vida biológica? [El orden de las respuestas era aleatorio para los distintos entrevistados].
Dios creó directamente la vida: 43%
La vida se desarrolló a lo largo del tiempo, pero Dios dirigió el proceso: 24%
La vida se desarrolló a lo largo del tiempo, pero Dios no dirigió el proceso: 18%
Ninguna/no sabe/no contesta: 16%
El 67% de los estadounidenses son creacionistas o creen que Dios dirigió la evolución; sólo el 18% acepta que la evolución es, como sostienen los biólogos, un proceso carente de dirección.
Estos resultados son congruentes con encuestas realizadas durante los últimos 25 años. Entonces, ¿cuántos entrevistados saben algo acerca de la teoría de la evolución?
¿Cuánto ha escuchado o leído sobre la teoría de la evolución?
Mucho: 44%
Algo: 32%
Poco/nada: 23%
No sabe/no contesta: 2%
Ese 44% me parece muy alto, y sospecho que si se preguntara a la gente que explicara qué son la evolución o la selección natural, se descubriría que esa cifra es exagerada. En esta misma línea, los siguientes resultados constituyen una sorpresa:
A partir de lo que usted ha escuchado o leído, ¿piensa que las evidencias que respaldan la teoría de la evolución son algo que tiene una gran aceptación dentro de la comunidad científica, o cree que los científicos manifiestan serias dudas al respecto?
Amplia aceptación: 53%
Muchos científicos tienen serias dudas: 31%
No sabe/no contesta: 16%
Si hay tanta gente que conoce bien la teoría de la evolución, resulta curioso que cerca de un tercio piense que los científicos albergan serias dudas sobre la misma. A buen seguro esto refleja los sesgos religiosos de la gente o de lo que ha escuchado por parte de religiosos prominentes. Esto viene refrendado por lo siguiente:
En general, ¿considera usted que la teoría de la evolución choca con sus creencias religiosas, o considera que en su mayor parte es compatible con sus creencias religiosas? [De nuevo, el orden de las respuestas se presenta a los entrevistados aleatoriamente].
Choca con mis creencias: 42%
En su mayor parte es compatible: 43%
No sabe/no contesta: 16%
Este gran número de personas que considera que la teoría de la evolución colisiona con sus creencias religiosas resulta una mala noticia para quienes consideran filosóficamente posible la conciliación entre ciencia y religión [“accomodationists”]. Pero la respuesta de los “conciliadores” –al menos la de instituciones como la National Academy of Sciences, National Center for Science Education, y American Association for the Advancement of Science– es ésta: No comprendes cabalmente tu fe, pues de otro modo te darías cuenta de que no hay conflicto alguno. Estos grupos tienen ante sí una tarea teológica titánica.
¿Y qué piensan los estadounidenses de la religión, y en particular de la biblia?
¿Cuál de las siguientes afirmaciones se acerca más a la descripción de su idea sobre la biblia: es la palabra de Dios; es la palabra de Dios, pero no todo lo que dice debe tomarse literalmente; es un libro escrito por seres humanos, y no la palabra de Dios?
La palabra de Dios: 40%
No todo debe tomarse literalmente: 34%
Fue escrita por seres humanos: 21%
No sabe/no contesta: 6%
Hay más personas que creen en la literalidad de las que podríamos pensar, pero sin duda esto explica por qué tanta gente considera que su fe entra en conflicto con la evolución. Cabe desear a los "conciliadores" que tengan mucha suerte a la hora de convencer a esas personas de que no es más que una metáfora.
Como se esperaba, las respuestas a las preguntas sobre la evolución tienen una fuerte correlación con su fe:
De quienes ven la biblia como la palabra de Dios (378/1001), el 69% cree que Dios creó directamente la vida biológica en su forma actual, el 12% cree que la vida biológica se desarrolló a lo largo del tiempo pero dirigida por Dios, y sólo el 5% cree que no tiene dirección alguna (además del 14% que no sabe/ninguna de las anteriores).
De entre quienes ven la biblia como la palabra de Dios, pero consideran que no debe tomarse en sentido literal (366), el 35% son creacionistas, el 42% evolucionistas teístas y el 11% considera que la evolución no tiene dirección alguna (el 11% no sabe/ninguna de las anteriores).
Y de entre los que consideran que fue escrita por hombres (205), el 12% son creacionistas, el 18% acepta la evolución teísta y el 56% considera que la evolución no tiene dirección alguna (el 13% no sabe/ninguna de las anteriores).
Finalmente, existe una fuerte relación entre el modo en que se entiende la biblia y en cómo se concibe el conflicto entre la teoría de la evolución y las propias creencias religiosas:
De quienes entienden la biblia como la palabra de Dios, el 62% considera que la evolución choca con su fe, el 22% piensa que en su mayor parte son compatibles y el 17% no lo sabe.
De aquellos que la entienden como la palabra de Dios, pero consideran que no debe interpretarse de forma literal, el 35% considera que en su mayor parte son compatibles y el 12% no lo sabe.
Y de quienes piensan que fue escrita por seres humanos, el 20% piensa que esto choca con su fe, el 68% lo considera compatible en su mayor parte y el 12% no lo sabe.
De lo cual se puede concluir que está claro que la aceptación de la teoría de la evolución depende en gran medida de la naturaleza y amplitud de la creencia religiosa. Esto no sorprende a nadie (excepto, quizá, a algunos “conciliadores”). ¿Cómo puede abordarse este problema? Muchos científicos –tanto ateos como conciliadores– tratan de educar a la gente sobre qué es la teoría de la evolución y sobre las evidencias que la respaldan. Tristemente, a tenor del declive en las últimas décadas en la aceptación de la teoría de la evolución, parece que esto no funciona demasiado bien.
Discrepamos con los “conciliadores” acerca de la estrategia a seguir. La técnica “conciliadora” consiste en aceptar que la gente es religiosa, pero a la vez convencerla de que la teoría de la evolución efectivamente no viola su fe. Les deseamos mucha suerte con esto. Los ateos consideramos que la propia religión, y su inclinación inherente a la superstición y aceptación de formas de pensamiento irracionales, es la raíz no sólo de la negación de la evolución, sino de una miríada de dolencias que afligen a la sociedad. Puede que nuestra estrategia sea más dura, pero tiene la virtud de desarraigar estos otros males. Como ha observado Sam Harris en su crítica al texto de Mooney y Kirshenbaum Unscientific America:
Las dudas acerca de la evolución no son más que un síntoma de un problema subyacente; el problema radica en la fe; esto es, en la convicción sin razón suficiente
El objetivo no es simplemente que más estadounidenses acepten que la teoría de la evolución (o cualquier otra teoría) es cierta; el propósito es contribuir a que valoren los principios del razonamiento y la robustez argumental que permiten entender que la creencia actual en la evolución es verdadera. Las dudas acerca de la evolución no son más que un síntoma de un problema subyacente; el problema radica en la fe (esto es, en la convicción sin razón suficiente, en la esperanza tomada como conocimiento, en las malas ideas blindadas respecto de las buenas, en las buenas ideas eclipsadas por las malas, en el pensamiento basado en deseos elevado al principio de salvación, etc.). Mooney y Kirshenbaum parecen creer que podemos hacer que las personas den valor a la honestidad intelectual mintiéndoles.
Jerry Allen Coyne es profesor de biología en el departamento de Ecología y Evolución de Chicago, dedicado principalmente a estudiar problemas de especiación y genética evolutiva. Es uno de los más respetados críticos de la teoría del diseño inteligente, a la que considera “la última encarnación pseudocientífica del creacionismo religioso”. Autor de Why Evolution is True (Oxford, 2009).
Publicado en castellano en www.sinpermiso.info
Traducción de Jordi Mundó
Publicado originariamente en inglés en http://whyevolutionistrue.wordpress.com