Edición 2012 - Número 254
Isabel Ferrer
(Noticia publicada originalmente en el diario El País)
A principios de año, Diederik Stapel, psicólogo social de renombre en Holanda, alcanzó una de las cimas de su profesión. Logró publicar en Science, la revista científica de referencia, un artículo llamativo. En esencia, aseguraba que la gente sometida a entornos y vidas desordenados tiende a despreciar a los extranjeros. Esta semana, las felicitaciones se han apagado. Una investigación encabezada por Pim Levelt, antiguo presidente de la Academia Holandesa de Ciencias, ha concluido que el psicólogo inventó los resultados de su trabajo. Todo, desde las encuestas a la recopilación de datos, era falso. Ante la evidencia del fraude, Stapel ha reconocido su culpa y pedido ayuda. "Necesito que me traten", ha dicho, antes de desaparecer dejando boquiabiertos a colegas y editores.
Para Science, la situación no puede ser más incómoda. A pesar de los filtros y revisiones propias de una publicación de su categoría, dieron por bueno un estudio científico mentiroso. "La investigación sobre el trabajo de Diederik Stapel indica la amplitud de su engaño. Alertamos a nuestros lectores de nuestras dudas sobre la validez del estudio", reza el editorial donde Science admite lo sucedido. A la revista Nature, otro foro de prestigio mundial, Pim Levelt le diría luego algo menos tranquilizador, si cabe. "Al menos treinta de los trabajos del psicólogo investigado son falsos, pero puede haber incluso más". En su mesa se amontonan ahora 130 publicaciones y 24 capítulos de libros que deberá examinar en busca de falsedades.
¿Cómo ha podido tomar el pelo a tantos colegas un conocido especialista en psicología cognitiva? Stapel mismo da una explicación que desvela los peligros de la ciencia llevada al extremo de la actualidad. "Quería ser el mejor y publicar más que nadie. En un terreno con poco control y donde trabajas en solitario, tomé la ruta equivocada. He fallado como científico. Estoy avergonzado", escribió en una larga disculpa remitida al matutino De Volkskrant. Dispuesta a modo de testamento moral, ("excusa repugnante", según sus detractores) intenta también evitar daños mayores para su disciplina. "La psicología social es sólida y desvela aspectos del comportamiento humano. Merece por ello toda la atención". Sus alumnos de doctorado y demás colaboradores, están sin habla. Si bien sus títulos no peligran, temen ver destruidos años de análisis.
Mientras los investigadores rebuscan en los escritos de Stapel, las universidades holandesas de Tilburg (al sur del país), y Groningen (al norte), le han demandado ante los tribunales. Muy a punto, su esposa, Marcelle, ha declarado que "está enfermo". Cuando su marido reaparezca deberá responder a los cargos de falsedad documental y engaño. Dos figuras jurídicas poco asociadas a un científico aplaudido hasta hace bien poco, cuando apuntó que comer mucha carne produce egoísmo. Pero no todo está perdido. Simon Rozendaal, un divulgador científico holandés, asegura que el fraude podría resultar catártico. "El accidente de Fukushima ha mejorado la seguridad de las centrales nucleares. Stapel puede ser bueno para controlar la ciencia".
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