1) ¿Existe una preocupación por las líneas eléctricas y el cáncer?
Gran parte de la preocupación por las líneas eléctricas y el cáncer proviene de estudios sobre personas que viven cerca de líneas eléctricas (Q12) y gente que trabaja en "profesiones eléctricas" (Q15). Algunos de estos estudios parecen mostrar una relación entre la exposición a campos magnéticos de frecuencia industrial y la incidencia de cáncer.
Sin embargo, los estudios epidemiológicos más recientes muestran poca evidencia de que las líneas eléctricas estén asociadas a un aumento del cancer (Q19A, Q19B, Q19H, Q19J, Q19K), los estudios de laboratorio han mostrado poca evidencia de una relación entre campos de frecuencia industrial y cáncer (Q16) y la conexión entre los campos generados por las líneas eléctricas y cáncer no es biofísicamente plausible (Q18).
Una revisión llevada a cabo en 1996 por un grupo de importantes científicos de la Academia Nacional de las Ciencias de Estados Unidos concluyó que:
"Ninguna evidencia concluyente y consistente muestra que la exposición residencial a campos eléctricos y magnéticos produzca cáncer, efectos neurocomportamentales adversos o efectos sobre la reproducción y el desarrollo." (Q27E).
Una revisión de 1999 por parte del Instituto Nacional de la Salud (National Institute of Health) de Estados Unidos concluyó que:
"La evidencia científica que sugiere que la exposición [a campos electromagnéticos de frecuencia industrial] supone algún riesgo para la salud es débil." (Q27E).
Una revisión de 2001 elaborada por el Consejo Nacional de Protección Radiológica (National Radiation Protection Board, NRPB) del Reino Unido concluyó que:
"Los estudios experimentales de laboratorio no han proporcionado una buena evidencia de que los campos electromagnéticos de frecuencia industrial sean capaces de producir cáncer, y los estudios epidemiológicos tampoco sugieren que causen cáncer en general." (Q27H).
Los mayores estudios sobre leucemia infantil y líneas eléctricas jamás realizados informaron en 1997-2000 de que no podían encontrar ninguna evidencia significativa de una asociación entre líneas eléctricas y leucemia infantil (Q19H, Q19J, Q19K). Por el contrario, un par de estudios publicados en 2000 [C54, C57] informaron de que si se combinaran todos los estudios en los que se pudo medir o estimar el campo magnético, se podría encontrar una asociación estadísticamente significativa entre leucemia infantil y el promedio de campo más elevado.
Por otro lado, una serie de estudios han mostrado que la exposición de animales durante toda su vida a campos magnéticos de frecuencia industrial no produce cáncer (Q16B).
En general, la mayoría de los científicos consideran que la evidencia de que los campos de las líneas eléctricas causen o contribuyan al cáncer es débil.
Los rayos X, la luz ultravioleta (UV), la luz visible, los rayos infrarrojos (IR), las microondas (MW), la radiación en radiofrecuencias (RF) y los campos electromagnéticos de las instalaciones eléctricas son todos parte del espectro electromagnético. Cada parte del espectro electromagnético se caracteriza por su frecuencia o su longitud de onda. La frecuencia y la longitud de onda están relacionadas, de tal manera que cuando la frecuencia aumenta la longitud de onda disminuye. La frecuencia es la velocidad con la que un campo electromagnético completa un ciclo y se da normalmente en hercios (Hz), siendo un 1 Hz equivalente a 1 ciclo por segundo.
El Espectro Electromagnético |
Los campos de frecuencia industrial en Estados Unidos varían 60 veces por segundo (60 Hz) y tienen una longitud de onda de 5.000 km. La energía eléctrica en el resto del mundo tiene una frecuencia de 50 Hz. Las emisiones de radio en AM tienen una frecuencia alrededor de 10^6 (1.000.000) Hz y una longitud de onda de alrededor de 300 m. Los hornos de microondas tienen una frecuencia de 2,54 x 10^9 Hz y una longitud de onda de, aproximadamente, 12 cm. Los rayos X tienen frecuencias superiores a 10^15 Hz y longitudes de onda menores de 100 nm.
En este documento de preguntas más frecuentes se empleará el término "frecuencia industrial" para referirse a las frecuencias de 50 y 60 Hz de corriente alterna (AC) usada en los sistemas de energía eléctrica , y el término "campo de frecuencia industrial" para referirse a los campos eléctricos y magnéticos sinusoidales producidos por líneas y aparatos eléctricos de 50 y 60 Hz. Se evitará la expresión "CEM", campo electromagnético, ya que es un término impreciso que se podría aplicar a muchos tipos de campos diferentes y porque en física se utiliza desde hace mucho tiempo para referirse a una magnitud totalmente distinta, la fuerza electromotriz. Se evitarán también se evitarán los términos "radiación electromagnética" y "radiación no-ionizante", ya que las fuentes de frecuencia industrial no producen una cantidad apreciable de radiación (Q5).
Los campos de frecuencia industrial se denominan también campos de frecuencia extremadamente baja (en inglés, ELF). Estrictamente, en ingeniería eléctrica se denomina así a las frecuencias entre 30 y 300 Hz, pero el término se usa a menudo en la literatura biológica y de salud laboral para cubrir el rango de más de 0 Hz hasta 3.000 Hz (todo lo que esté por encima de los campos estáticos y por debajo de las radiofrecuencias).
La interacción del material biológico con una emisión electromagnética depende de la frecuencia de la emisión. Normalmente hablamos del espectro electromagnético como si produjera ondas energéticas. Sin embargo, algunas veces, la energía electromagnética actúa en forma de partículas más que como ondas, especialmente a altas frecuencias. La naturaleza de estas partículas es importante, porque es la energía por partícula (o fotón, como se denominan estas partículas) la que determina qué efectos biológicos tendrá la energía electromagnética [A12].
A muy altas frecuencias, características de la luz ultravioleta lejana y los rayos X (menos de 100 nm), las partículas electromagnéticas (fotones) tienen suficiente energía para romper los enlaces químicos. Esta ruptura de los enlaces es conocida como ionización y a esta parte del espectro electromagnético se le denomina ionizante. Los bien conocidos efectos de los rayos X están asociados con la ionización de las moléculas. A bajas frecuencias, como las de la luz visible, radiofrecuencias y microondas, la energía de un fotón está muy por debajo de la que es necesaria para romper los enlaces químicos. Esta parte del espectro electromagnético se conoce como no ionizante. Como la energía electromagnética no ionizante no puede romper los enlaces químicos, no existe analogía entre los efectos biológicos de la energía electromagnética ionizante y la no ionizante [A12].
Las emisiones de energía electromagnética no ionizante pueden producir efectos biológicos. Muchos de los efectos biológicos de la luz ultravioleta (UV), la luz visible y de los infrarrojos (IR) dependen también de la energía del fotón, pero están más relacionados con la excitación electrónica que con la ionización, y no se producen a frecuencias inferiores a la de la luz infrarroja (por debajo de 3 x 10^11 Hz). Las radiofrecuencias y las microondas pueden causar efectos al inducir corrientes eléctricas en los tejidos, lo cual produce calor. La eficiencia con la cual una emisión electromagnética puede inducir corrientes eléctricas, y por tanto producir calor, depende de la frecuencia de la emisión y del tamaño y la orientación del objeto que está siendo calentado. A frecuencias inferiores a las utilizadas por la radio AM (alrededor de 10^6 Hz), las emisiones electromagnéticas se acoplan débilmente con los cuerpos humanos y de animales y, por lo tanto, son muy ineficientes para inducir corrientes eléctricas y producir calor [A12].
De este modo, en términos de posibles efectos biológicos, el espectro electromagnético se puede divididir en cuatro partes (ver diagrama del espectro electromagnético):
- La parte ionizante, donde puede haber un daño químico directo (rayos X, radiación ultravioleta lejana).
-
La parte no ionizante del espectro, que puede subdividirse en:
- La parte de la radiación óptica, donde puede darse la excitación del electrón (ultravioleta cercano, luz visible y luz infrarroja)
- La parte donde la longitud de onda es más pequeña que el cuerpo, y puede haber calentamiento a través de corrientes inducidas (microondas y ondas de radio de alta frecuencia).
- La parte donde la longitud de onda es mucho mayor que el cuerpo, y el calentamiento por corrientes inducidas ocurre en raras ocasiones (ondas de radio de baja frecuencia, campos de frecuencia industrial y campos estáticos).
En general, las fuentes electromagnéticas producen tanto energía radiante (radiación) como no radiante (campos). La radiación parte desde su fuente y continúa existiendo incluso cuando se apaga la misma. Por el contrario, existen algunos campos eléctricos y magnéticos alrededor de una fuente electromagnética que no son proyectados al espacio, y que dejan de existir cuando la fuente de energía se apaga.
El hecho de que la exposición a los campos de frecuencia industrial se produzca a distancias mucho más pequeñas que la longitud de onda de la radiación de 50-60 Hz tiene importantes implicaciones, ya que bajo estas condiciones (llamadas de campo cercano), los campos eléctricos y magnéticos pueden ser considerados como entidades independientes. Esto difiere respecto a la radiación electromagnética, en la que los campos eléctricos y magnéticos están unidos intrínsecamente.
Para que una antena sea una fuente eficiente de radiación debe tener una longitud comparable a su longitud de onda. Las fuentes de frecuencia industrial son, claramente, demasiado cortas comparadas con su longitud de onda (5.000 km) para ser fuentes eficientes de radiación. Los cálculos muestran que la potencia típica máxima radiada por una línea eléctrica sería menor de 0,0001 microWatio/cm^2, comparado con los 0,2 microWatios /cm^2 que la Luna llena deposita en la superficie terrestre en una noche clara. El tema de si las líneas eléctricas pueden producir radiación ionizante se trata en Q21B.
Esto no quiere decir que no haya pérdidas de energía durante el transporte. Hay muchas pérdidas de energía en las líneas eléctricas de transporte que no tienen nada que ver con la "radiación" (en el sentido en que se usa en la teoría electromagnética). Gran parte de la pérdida de energía es consecuencia del calentamiento resistivo; en esto difieren de las antenas de radio, en las que la energía se "pierde" en el espacio en forma de radiación. Así mismo, hay muchas formas de transmitir energía que no involucran radiación; los circuitos eléctricos lo hacen todo el tiempo.
Las radiaciones electromagnéticas ionizantes llevan suficiente energía por fotón como para romper los enlaces en el material genético de la célula, el ADN. Daños importantes en el ADN pueden matar a las propias células, quedando el tejido dañado o muerto. Daños menores en el ADN pueden provocar cambios permanentes en las células que pueden conducir al cáncer. Si estos cambios suceden en las células reproductoras pueden originar cambios hereditarios (mutaciones). Todos los riesgos conocidos para la salud humana por la exposición a la parte ionizante del espectro electromagnético son el resultado de la ruptura de los enlaces químicos en el ADN. A frecuencias inferiores al ultravioleta lejano no hay daños en el ADN, porque los fotones no tienen la suficiente energía para romper los enlaces químicos. Existen normas de seguridad aceptadas para prevenir daños significativos en el material genético de las personas expuestas a la radiación electromagnética ionizante [M2].
El principal mecanismo por el cual las emisiones de radio y microondas producen efectos biológicos es por calentamiento (efectos térmicos). Este calentamiento puede matar células. Si mueren suficientes células se pueden producir quemaduras y, posiblemente, otros daños permanentes en los tejidos. Las células que no mueren por el calor vuelven gradualmente a su estado normal cuando cesa el calentamiento; no se conocen daños no letales permanentes en las células. En un animal, pueden esperarse daños en los tejidos y otros efectos inducidos térmicamente cuando la cantidad de energía absorbida por el animal es similar, o excede, a la cantidad de calor generada por los procesos corporales normales. Alguno de estos efectos térmicos (ver también Q9) son muy sutiles y no representan riesgos biológicos [A12].
Es posible producir efectos térmicos incluso con bajos niveles de energía absorbida. Un ejemplo es el fenómeno conocido como "oír las microondas"; son sensaciones auditivas que una persona experimenta cuando su cabeza está expuesta a microondas pulsadas, como las generadas por un radar. El efecto de oír las microondas es térmico, pero puede observarse con niveles energéticos muy bajos.
Como los efectos térmicos se deben a las corrientes inducidas, no a los campos eléctricos o magnéticos directamente, pueden ser producidos por campos de frecuencias muy diferentes. Existen normas de seguridad aceptadas para prevenir daños térmicos significativos en las personas expuestas a microondas y ondas de radio (Q31C), y también para personas expuestas a rayos láser, luz infrarroja y ultravioleta [M3].
Los campos eléctricos asociados con las fuentes de frecuencia industrial existen siempre que haya tensión, con independencia de que la corriente esté fluyendo, o no. Estos campos eléctricos tienen poca capacidad de penetración en edificios e incluso en la piel. Los campos magnéticos asociados con las fuentes de frecuencia industrial existen sólo cuando la corriente está fluyendo. Estos campos magnéticos son difíciles de apantallar y penetran fácilmente en edificios y personas. Como los campos eléctricos de frecuencia industrial no pueden penetrar en el cuerpo, está ampliamente aceptado que cualquier efecto biológico por exposición residencial a campos de frecuencia industrial tiene que ser debido a la componente magnética del campo, o a los campos eléctricos y corrientes que estos campos magnéticos inducen en el organismo [A12].
El argumento de que los efectos de los campos de frecuencia industrial tienen que ser debidos a la componente magnética del campo ha sido objeto de debate recientemente [A14]. En particular, King [F27] ha argumentado que los campos eléctricos procedentes de líneas eléctricas penetran en la mayoría de los edificios y que las corrientes inducidas en el cuerpo por los campos eléctricos de las líneas eléctricas puede ser mayor que las corrientes inducidas por los campos magnéticos. Este tema se trata con más profundidad en Q16G y Q19L.
A frecuencias industriales la energía del fotón es de 10^10 veces más pequeña que la necesaria para romper incluso el más débil enlace químico. Sin embargo, existen mecanismos bien establecidos mediante los cuales los campos eléctricos y magnéticos de frecuencia industrial podrían producir efectos biológicos sin romper enlaces químicos [A12, F3, F23, M6]. Los campos eléctricos de frecuencia industrial pueden ejercer fuerzas en moléculas cargadas y no cargadas, y en las estructuras celulares dentro de un tejido. Estas fuerzas pueden producir movimiento de partículas cargadas, orientar o deformar estructuras celulares, orientar moléculas dipolares o inducir voltajes a través de las membranas celulares. Los campos magnéticos de frecuencia industrial pueden ejercer fuerzas en estructuras celulares, pero como los materiales biológicos son esencialmente no magnéticos, estas fuerzas suelen ser muy débiles.
Los campos magneticos de frecuencia industrial también pueden producir efectos biológicos a través de los campos eléctricos que inducen en el organismo. Estas fuerzas eléctricas y magnéticas se dan en presencia de la agitación térmica al azar (ruido térmico) y el ruido eléctrico procedente de muchas fuentes; y para producir cambios significativos en un sistema biológico los campos aplicados deben, en general, exceder con mucho los que existen en condiciones de exposición residencial típicas [A12, F3, F17, F23, F34, M6].
En general, los campos o corrientes inducidas en el organismo por campos eléctricos o magnéticos de frecuencia industrial son demasiado débiles para ser nocivos; y las normas de seguridad establecidas están para proteger a las personas de la exposición a campos de frecuencia industrial que puedan inducir corrientes peligrosas [M4, M5, M6, M8]. Estas normativas de seguridad para campos (al contrario de las que protegen contra descargas por contacto con los conductores) se establecen para limitar las corrientes inducidas en el cuerpo a niveles por debajo de los que se dan de forma natural en el cuerpo. Los bien conocidos riesgos de la energía eléctrica, descargas y quemaduras, generalmente precisan que el sujeto entre en contacto directo con un superficie cargada (por ejemplo, un conductor cargado y el suelo), permitiendo que la corriente pase directamente por el cuerpo.
En las discusiones sobre efectos biológicos de las emisiones electromagnéticas no ionizantes se hace a menudo una distinción entre efectos no térmicos y térmicos. Esto se refiere al mecanismo del efecto: los efectos no térmicos son resultado de una interacción directa entre el campo y el organismo (por ejemplo, procesos fotoquímicos como la visión y la fotosíntesis) y los efectos térmicos son resultado del calentamiento (por ejemplo, calentamiento con hornos microondas o luz infrarroja). Se ha informado de muchos efectos biológicos de las emisiones electromagnéticas no ionizantes cuyos mecanismos son totalmente desconocidos, y es difícil (y no muy útil) intentar distinguir entre mecanismos térmicos y no térmicos para tales efectos [A12].
En Estados Unidos los campos magnéticos a menudo se siguen midiendo en Gauss (G) o miliGauss (mG): 1.000 mG = 1 G.
En el resto del mundo, y en la comunidad científica, los campos magnéticos se miden en Teslas (T): 10.000 G = 1 T
1 G = 100 microT (µT)
1 microT = 10 mG
En este documento de preguntas los campos magnéticos se expresan en microT.
Los campos eléctricos se miden en voltios/metro (V/m).
Las técnicas de medida se discuten en Q29 y Q30.
Dentro de la calle (corredor o zona de paso; en inglés, ROW) de una línea eléctrica de alta tensión (115-765 kV, 115.000-765.000 voltios) los campos pueden alcanzar 10 microT y 10.000 V/m. En el borde de la calle los campos estarán entre 0,1-1,0 microT y 100-1.000 V/m. A diez metros de una línea de distribución de 12 kV (12.000 voltios) los campos estarán entre 0,2-1,0 microT y 2-20 V/m. Los campos magnéticos dependen de la distancia, la tensión, el diseño y la intensidad de corriente; los campos eléctricos solo se ven afectados por la distancia, la tensión y el diseño (no por el flujo de corriente) [F7].
Dentro de las viviendas los campos pueden variar desde 150 microT y 200 V/m a pocos centímetros de determinados electrodomésticos, hasta menos de 0,02 micro T y 2 V/m en el centro de muchas habitaciones. Los electrodomésticos que tienen los campos magnéticos más altos son aquéllos que necesitan una alta intensidad de corriente (por ejemplo, aspiradoras, hornos de microondas, lavadoras, lavavajillas, batidoras, abrelatas, afeitadoras eléctricas) ) [F22]. Los relojes y radiorrelojes eléctricos, que se decía eran fuentes importantes de exposición nocturna para los niños, no tienen un campo magnético especialmente elevado (0,04-0,06 microT a 50 cm [F22]). Los campos de los electrodomésticos disminuyen rápidamente con la distancia. [F7, F22]. De los electrodomésticos estudiados en casas británicas, sólo los hornos microondas, las lavadoras, lavavajillas y abrelatas generaban campos superiores a 0,2 microT medidos a 1 metro de distancia [F22].
Como los campos eléctricos de las líneas eléctricas tienen poca capacidad de penetrar en los edificios, hay muy poca correlación entre campos eléctricos y magnéticos dentro de las casas [C11, C12]. En particular, mientras que los campos magnéticos en el interior de edificios situados cerca de líneas eléctricas están aumentados, los campos eléctricos no parecen ser igualmente elevados [C11, C12].
Se han observado exposiciones laborales superiores a 100 microT y 5.000 V/m (por ejemplo, en soldadura al arco y montadores de cables). En los trabajos "eléctricos" normales la exposición media varía desde 0,5 a 4 microT y 100-2.000 V/m [D19, F7, F11, F16]. La exposición a campos eléctricos y magnéticos de frecuencia industrial en ambientes laborales están muy poco correlacionadas [F16].
Los trenes eléctricos también pueden ser una importante fuente de exposición, puesto que los campos de frecuencia industrial a la altura de los asientos en los vagones de pasajeros puede llegar hasta 60 microT [F28].
Existen una serie de técnicas de ingeniería que pueden utilizarse para reducir los campos magnéticos producidos por líneas eléctricas, subestaciones, trasformadores e incluso el cableado doméstico y los electrodomésticos de las casas [F2, F29]. Sin embargo, una vez que los campos se han generado, el apantallamiento es muy difícil. Se pueden apantallar pequeñas áreas utilizando Mu-metal (una aleación de niquel-hierro-cobre), pero es muy caro. Areas más grandes pueden apantallarse con metales más baratos, pero sigue siendo caro y, por lo general, su uso adecuado requiere considerables conocimientos técnicos.
Aumentar la altura de las torres, y por lo tanto la altura de los conductores por encima del nivel del suelo, reducirá la intensidad del campo en el borde de la calle [F2, F29]. El tamaño, espaciamiento y configuración de los conductores puede ser modificado para reducir los campos magnéticos, pero este método tiene limitaciones desde el punto de vista de la seguridad eléctrica. Si se instalan múltiples circuitos en el mismo conjunto de torres también se reducirá el campo, aunque ello requiere generalmente torres más altas. Otra manera de reducir los campos magnéticos consiste en reemplazar líneas de menor tensión por otras de mayor tensión.
Enterrar las líneas de transporte puede reducir de forma substancial los campos magnéticos. Esta reducción del campo magnético se debe a que las líneas subterráneas utilizan goma, plástico o aceite como material aislante en lugar de aire; esto permite que los conductores puedan situarse mucho más juntos, produciéndose una mayor cancelación de las fases. La reducción de los campos magnéticos en las líneas subterráneas no se debe al apantallamiento. Construir líneas de alta tensión subterráneas es muy caro, añadiendo costes que pueden superar el millón de dólares por milla.
La reducción del campo magnético al enterrar una línea aumenta con la distancia a la línea. En el centro del pasillo de una línea el campo generado por una línea enterrada puede ser superior que el generado por una línea aérea [F29]. Por ejemplo, en una comparación entre una línea aérea y otra subterránea de 400 kV [F29] el campo en el centro del pasillo era de 25 microT en la aérea y 100 microT en la subterránea, pero a 20 metros el campo era 10 microT para la aérea y 1-2 microT para la subterránea.
Diferentes métodos de cableado del hogar pueden afectar de manera apreciable a los campos magnéticos dentro de las casas. Por ejemplo, el antiguo sistema de cableado de las casas en Estados Unidos, de tubo y lazo, produce mayores campos que los métodos modernos en los que los cables se instalan mucho mas juntos; los campos son menores porque los conductores están mas cerca y hay una mayor compensación de fases. Otras estrategias para reducir los campos del cableado doméstico consisten en intentar evitar los bucles de tierra, y ocuparse de cómo están cableados los circuitos con múltiples interruptores. En general, las instalaciones que se hacen de acuerdo a los códigos de cableado eléctrico modernos tendrán un campo magnético menor.
Algunos estudios han informado que los niños que residen cerca de ciertos tipos de líneas eléctricas (líneas de distribución de alta intensidad y líneas de transporte a alta tensión) tienen tasas de leucemia [C1, C6, C12, C19, C45, C46], de tumores cerebrales [C1, C6] y/o tasa global de cáncer [C5, C17] más alta que la media. Las correlaciones no son fuertes y, en general, los estudios no han mostrado una relación dosis-respuesta. Cuando se miden realmente los campos de frecuencia industrial, la asociación generalmente desaparece [C6, C12, C19, C35, C44]. Muchos otros estudios no han mostrado ninguna correlación entre residir cerca de las líneas eléctricas y riesgo de leucemia infantil [C3, C5, C9, C10, C16, C17, C33, C35, C44, C45, C48, C51, C53], tumores cerebrales infantiles [C5, C9, C16, C17, C19, C28, C29, C33] o tasa global de cáncer infantil [C16, C19, C33].
Todos, excepto uno, los estudios más recientes sobre líneas y leucemia o tumores cerebrales infantiles [C28, C29, C33, C35, C43, C44] han fracasado en encontrar asociaciones significativas. La excepción es un estudio canadiense [C45, C46] que mostraba una asociación entre la incidencia de leucemia infantil y algunas medidas de la exposición (ver una discusión completa en Q19J).
Con dos excepciones [C2, C32], todos los estudios sobre correlaciones entre cáncer en adultos y residir cerca de líneas eléctricas han sido negativos [C4, C7, C9, C13, C18, C21, C31, C32, C38, C40, C47]. Las excepciones son Wertheimer y Leeper [C41], quienes informaron de un exceso la tasa global de cáncer y de tumores cerebrales, pero no de leucemia; y Li y col. [C33] que hallaron un exceso de leucemia, pero no de cáncer de mama o tumores cerebrales.
El exceso de cáncer encontrado en los estudios epidemiológicos se cuantifica normalmente con un número llamado riesgo relativo (RR). Este es el riesgo de que una persona "expuesta" tenga cáncer dividido por el riesgo de que una persona "no expuesta" tenga cáncer. Como nadie está "no expuesto" a campos de frecuencia industrial, la comparación se realiza en realidad entre personas con alto nivel de exposición frente a personas con bajo nivel de exposición. Un riesgo relativo de 1,0 significa que no hay efecto, un riesgo relativo de menos de 1,0 significa un riesgo menor en los grupos expuestos, y un riesgo relativo de más de 1,0 significa un incremento de riesgo en los grupos expuestos. Los riesgos relativos normalmente se dan con un intervalo de confianza del 95%. Estos intervalos de confianza del 95% casi nunca se ajustan para múltiples comparaciones (Q21E), aun cuando se estudien múltiples tipos de cáncer y múltiples índices de exposición (Ver Olsen y col. [C17], Fig. 2, para un ejemplo de un ajuste para comparaciones múltiples).
No es posible realizar una revisión sencilla de la epidemiología, porque las técnicas epidemiológicas y los métodos de evaluación de la exposición en los distintos estudios son muy diferentes. Se ha intentado el meta-análisis [A7, B3, B5, B9, B12, B18, C54, C57], un método para combinar distintos estudios [L15], pero los resultados son problemáticos debido a la falta de consenso sobre la mejor forma de medir la exposición. Los meta-análisis también tienden a quedarse obsoletos bastante pronto. Un meta-análisis de 1999 sobre cáncer infantil [B18], por ejemplo, ya no incluía los cuatro grandes estudios de 1999 cuando se publicó.
La siguiente tabla resume los riesgos relativos (RR) de los estudios de exposición residencial.
Tipo de cáncer |
Número de estudios |
Mediana de RRs |
Rango de RRs |
Leucemia infantil | 20 | 1,25 | 0,80-2,00 |
Tumor cerebral infantil | 9 | 1,20 | 0,80-1,70 |
Linfoma infantil | 8 | 1,80 | 0,80-4,00 |
Tasa global de cáncer infantil | 7 | 1,30 | 0,90-1,60 |
Leucemia en adultos | 6 | 1,15 | 0,85-1,65 |
Tumor cerebral en adultos | 5 | 0,95 | 0,70-1,30 |
Tasa global de cáncer en adultos | 8 | 1,10 | 0,80-1,35 |
Como base de comparación, la tasa de incidencia de cáncer en adultos, ajustada para la edad, en Estados Unidos es de 3 por 1.000 por año para todos los tipos de cáncer (es decir, un 0,3% de la población desarrolla un cáncer en un año dado), y de 1 por 10.000 por año para la leucemia.
Gran parte de la atención pública y científica se ha centrado en la leucemia infantil, prestando menos atención a la leucemia en adultos, tumores cerebrales en niños y en adultos, linfomas y tasa global de cáncer infantil (ver la tabla de Q13A). Los estudios originales que sugirieron una asociación entre líneas eléctricas y cáncer infantil utilizaron una combinación del tipo de cableado y la distancia a la vivienda como medida sustitutoria de la exposición, un sistema denominado "código de cables" [C1, C3, C6]. Otros estudios han utilizado la distancia a las líneas de transporte o subestaciones como medida de la exposición, y algunos estudios han utilizado campos medidos en el momento o campos históricos calculados. En general, los diferentes métodos para evaluar la exposición no están bien correlacionados ni entre sí ni con los campos medidos en el momento; ninguna de estas medidas de la exposición es manifiestamente superior, y ninguna es utilizada por la totalidad de los principales estudios (ver figura siguiente).
Históricamente, una de las características más enigmáticas de los estudios de leucemia infantil era que la correlación de la exposición con la incidencia del cáncer parecía ser mayor cuando el código de cables o la proximidad a las líneas eléctricas se utilizaba como medida de la exposición, más que cuando los campos eran medidos directamente en las casas (ver figura siguiente). Esto ha llevado a sugerir que la asociación de cáncer infantil con residir cerca de líneas eléctricas podría ser debida a un factor distinto al campo de frecuencia industrial. Por ejemplo, se ha sugerido que el nivel socioeconómico podría ser un factor de confusión, ya que está relacionado con el riesgo de cáncer, y los grupos "expuestos" y "no expuestos" en algunos estudios pueden ser de niveles socioeconómicos distintos. Esto es particularmente importante en los estudios de exposición residencial en Estados Unidos que se basan en los códigos de cables, puesto que los tipos de código de cables relacionados con cáncer infantil se encuentran fundamentalmente en barrios más viejos y pobres, y/o en barrios con una alta proporción de casas alquiladas [A7, C20, C25]. Sin embargo, en 1997 y 1999, los mayores estudios realizados hasta la fecha sobre líneas eléctricas y leucemia infantil [C35, C44] no encontraron ninguna asociación entre leucemia y código de cables o campos medidos; y los más recientes estudios sobre tumores cerebrales [C28, C29] no han hallado ninguna relación con código de cables. Estos últimos estudios indican que la "paradoja del código de cables" no existe realmente.
La figura siguiente muestra la variedad de objetivos utilizados en los estudios de leucemia infantil. Debido a la falta de consenso sobre el parámetro de medida de la exposición correcto, y a la falta de un parámetro de medida de la exposición común a la mayoría de los estudios, no se puede hacer un resumen sencillo de la epidemiología. Los intentos de hacer una revisión se han frustrado por el hecho de que no se puede realizar un único análisis. En su lugar, se obtienen un grupo de análisis basados en diferentes definiciones de exposición, la mayoría de los cuales excluyen algunos estudios, y ninguno de los cuales puede ser considerado como el mejor. Por ejemplo, una revisión realizada en 1997 por el Consejo Nacional de Investigación [de la Academia Nacional de las Ciencias] de Estados Unidos [A7] llevó a cabo un complejo meta-análisis y concluyó que: "los códigos de cables están asociados con un incremento estadísticamente significativo en, aproximadamente, un factor 1,5 de leucemia infantil". Esta conclusión está basada en sólo uno de los ocho diferentes meta-análisis sobre leucemia infantil llevados a cabo por el comité del Consejo Nacional de Investigación, un análisis que excluía siete de los once estudios y utilizaba un punto de corte arbitrario para definir quien estaba expuesto. Un segundo análisis de los mismos cuatro estudios utilizó un punto de corte superior y encontró un pequeño aumento no significativo. Los otros seis análisis realizados por el comité del Consejo Nacional de Investigación dieron riesgos relativos que variaban entre 0,8 y 1,7.
Los estudios de leucemia infantil en su conjunto no muestran una asociación consistente entre residir cerca de líneas eléctricas e incidencia de leucemia.
Sin embargo, un par de estudios publicados en 2000 [C54, C57] hallaron que si se combinaban algunos estudios eligiendo ciertos parámetros de la exposición, parece haber un incremento del riesgo de leucemia en el grupo más expuesto:
- En el primero de los análisis de los datos combinados, Ahlbom y col. [C54] informaron de que si se combinaban los 9 estudios que incluyeron medidas durante mucho tiempo del nivel de campo magnético, se hallaba una asociación estadísticamente significativa (riesgo relativo = 2) de leucemia infantil en los niños con una exposición promedio de 0,4 microT o superior. Para los niños con una exposición promedio inferior no se hallaba ningún aumento del riesgo de leucemia infantil en el estudio combinado. Campos magnéticos promedio por encima de 0,4 microT se encuentran en alrededor del 0,8% de las viviendas [C54]. Si se toma el análisis literalmente, entonces la exposición a campos magnéticos de frecuencia industrial podría ser responsable de alrededor del 1% de las muertes por leucemia infantil (es decir, 6-8 casos al año en Estados Unidos).
- En el segundo de los análisis combinados de los datos, Greenland y col. [C57] informaron de que si se combinaran los 15 estudios en los que se midió el campo magnético (o se estimó), se encuentra una asociación estadísticamente significativa (riesgo relativo = 1,7) de leucemia infantil en los niños con una exposición promedio de 0,3 microT o superior. Para los niños con una exposición promedio inferior no se hallaba un aumento significativo de leucemia infantil en los estudios combinados. Según los autores, estos datos indican que la exposición a campos magnéticos de frecuencia industrial podría ser responsable del 0,8% de las muertes por leucemia infantil en Estados Unidos.
Riesgo Relativo de Leucemia Infantil |
Riesgo relativo (RR) de leucemia infantil y exposición a los campos generados por las líneas eléctricas. Los riesgos relativos se muestran con un intervalo de confianza del 95% y el número esperado de casos expuestos (una medida de la potencia estadística del estudio) se muestra entre paréntesis. Cuando los autores han usado más de un punto de corte para la exposición se muestra el mayor de ellos con más de 5 casos expuestos. El resumen ponderado valora cada estudio sobre la base del número de casos expuestos, y considera todas las medidas de exposición de forma equivalente. Los datos agrupados para los años 1980-1994 provienen de Moulder [A12]. |
Los estudios que muestran una relación entre cáncer y líneas eléctricas no proporcionan ninguna guía consistente sobre qué distancia o nivel de exposición está asociado con un incremento en la incidencia de cáncer. Los estudios han utilizado una amplia variedad de técnicas para medir la exposición, y difieren en el tipo de líneas que han estudiado. Los estudios en Estados Unidos se han basado principalmente en líneas de distribución local, mientras que en los estudios europeos se han basado estrictamente en líneas de transporte de de energía a alta tensión y/o transformadores.
Medidas de campo: Diversos estudios han medido campos de frecuencia industrial en domicilios [C6, C7, C12, C19, C21, C29, C34, C35, C44, C45, C46, C59]. Se han realizado tanto medidas puntuales y de pico como promedios a lo largo de 24 horas y 48 horas. Dos de los estudios [C46, C59] que utilizan medidas del campo han mostrado una relación estadísticamente significativa entre exposición y leucemia infantil. Ningún otro tipo de cáncer, tanto en adultos como en niños, ha sido asociado a campos medidos.
Un informe publicado en 2000 [C54] calculaba que si se combinaban todos los estudios que incluyeron medidas del campo magnético durante mucho tiempo, se encuentra una asociación estadísticamente significativa para niños con una exposición promedio durante 24-48 horas de 0,4 microT o superior. Un segundo estudio publicado en 2000 [C57] informaba de que si se combinaban todos los estudios que incluyen estimaciones o medidas del campo magnético, se halla una asociación estadísticamente significativa para niños con una exposición de 0,3 microT o superior. Para niños con una exposición promedio inferior no se observaba una elevación significativa de leucemia infantil en ninguno de los análisis combinados.
Proximidad a las líneas: Muchos estudios han utilizado la distancia entre la línea y las viviendas como medida de los campos de frecuencia industrial [C4, C5, C9, C10, C13, C19, C20a, C21, C32, C33, C53, C58]. Cuando algo que podemos medir (la distancia a la línea) se utiliza como un índice de lo que realmente queremos medir (el campo magnético), lo denominamos "medida sustitutoria o subrogada ". Tres [C5, C19, C32] de los doce estudios que han utilizado la distancia a las líneas como una medida sustitutoria de la exposición han mostrado una relación entre proximidad a las líneas y cáncer. Los más importantes son un estudio en niños [C19] que mostró un incremento en la incidencia de leucemia infantil en viviendas situadas a menos de 50 m de las líneas de transporte a alta tensión, y un estudio en adultos [C32] que mostró un incremento en la incidencia de leucemia en viviendas situadas a menos de 100 metros de líneas de transporte a alta tensión. El estudio más amplio sobre proximidad a líneas eléctricas y cáncer infantil no encontró ninguna asociación con ningún tipo de cáncer en niños que viven a menos de 50 metros de líneas eléctricas o subestaciones [C58].
Dependiendo del tipo de línea y su intensidad de corriente, el campo magnético generado por la línea eléctrica llega a ser menor que el que produce una vivienda típica a una distancia de 20-70 metros.
Código de cables (o configuración de cables): Los estudios originales sobre líneas eléctricas en Estados Unidos usaban una combinación del tipo de cable (distribución frente a transporte, número y grosor de cables) y la distancia de los cables a la vivienda como medida sustitutoria de la exposición [C1, C2, C3, C6, C7, C12, C28, C29, C35, C44, C45, C46]. Esta técnica se conoce como "código de cables" [F21]. Tres estudios que han utilizado el código de cables [C1, C6, C12] han informado de una relación entre cáncer infantil y el código "configuración de alta intensidad". Dos de estos estudios [C6, C12] no consiguieron encontrar una relación entre exposición y cáncer cuando se hicieron mediciones reales; el tercer estudio [C1] no hizo medidas reales. Los estudios más recientes sobre códigos de cables y cáncer infantil [C28, C29, C35, C44, C45, C46] no han encontrado asociaciones significativas.
Los códigos de cables son estables a lo largo del tiempo [F6], pero no se correlacionan bien con los campos medidos [A7, F6, F7, F10, F21]. El esquema de código de cables se desarrolló para áreas urbanas de Estados Unidos, y no es fácilmente aplicable en otros países. Se ha sugerido que los códigos de cables pueden ser una medida más apropiada para estimar los campos magnéticos a largo plazo que las medidas reales, pero los análisis han mostrado que esto es poco probable [A7, F21]. Un problema más serio cuando se utiliza el código de cables para estimar la exposición al campo magnético es que el código de cables se correlaciona fuertemente con cosas que no tienen nada que ver con el campo magnético (como la antigedad de la vivienda, densidad de tráfico y nivel socioeconómico) [C40].
Campos históricos calculados: Muchos estudios recientes (Q19) han utilizado las bases de datos de las empresas eléctricas y mapas para calcular qué campos habrían sido generados en el pasado por líneas eléctricas de alta tensión [C16, C17, C19, C21, C26a, C31, C32, C33, C44]. Normalmente, se utiliza como medida de exposición el campo calculado en el momento del diagnóstico o el campo promedio para un número de años previos al diagnóstico. Estas exposiciones calculadas excluyen explícitamente las contribuciones de otras fuentes, tales como líneas de distribución, cableado doméstico o electrodomésticos. No hay forma de comprobar la exactitud de los campos históricos calculados. Ver Jaffa y col. [F36] para una discusión de algunas de las razones para cuestionar la exactitud de estos cálculos.
Varios estudios han publicado que las personas que trabajan en algunas profesiones eléctricas tienen una tasa más alta de lo que cabría esperar de algunos tipos de cáncer. Los estudios originales [D1, D2] analizaron sólamente leucemia. Algunos estudios posteriores también incluyeron tumores cerebrales, linfoma y/o cáncer de mama. Al igual que en los estudios residenciales, hay muchos estudios negativos, correlaciones débiles y relaciones dosis-respuesta inconsistentes. Además, muchos de esos estudios están basados en categorías laborales, no en exposiciones medidas.
El meta-análisis [L15] de los estudios laborales es todavía mas difícil que para los residenciales. Primero, se utilizan varias técnicas epidemiológicas, y no se deberían combinar estudios que utilizan diferentes técnicas. Segundo, se utiliza una amplia gama de definiciones de "trabajos eléctricos", y muy pocos estudios miden realmente la exposición. Por último, no hay consenso sobre la forma apropiada de medir la exposición. La siguiente tabla resume los riesgos relativos (RR) de los estudios de exposición laboral.
Tipo de cáncer |
Número de estudios |
Mediana de RRs |
Rango de RRs |
Leucemia (todos los estudios) | unos 40 | 1,20 | 0,80-2,25 |
Tumores cerebrales | unos 30 | 1,15 | 0,90-2,00 |
Linfoma | unos 12 | 1,20 | 0,90-1,80 |
Pulmón | unos 15 | 1,05 | 0,65-1,45 |
Cáncer de mama en mujeres | unos 10 | 1,10 | 0,85-1,50 |
Cáncer de mama en hombres | unos 10 | 1,25 | 0,65-2,80 |
Tasa global de cáncer | unos 15 | 1,05 | 0,85-1,15 |
Ver Q19 para una discusión más detallada de los estudios recientes [también B11, B12, B13, B17, B19, B20].
A pesar de que todavía se conoce poco sobre las causas de cánceres específicos, se comprenden lo suficientemente bien los mecanismos de la carcinogénesis como para que los estudios celulares y en animales puedan proporcionar información relevante para determinar si un agente causa o contribuye al cáncer [A8, A9, A12, A13, K5, L26, L28]. Actualmente, la investigacion indica que la carcinogénesis es un proceso en varias fases causado por una serie de daños en el material genético de las células. No es sorprendente que este modelo se conozca como "Modelo de carcinogénesis de múltiples etapas".
El Modelo de Carcinogénesis de Múltiples Etapas |
Este modelo reemplaza un modelo anterior, llamado de iniciación-promoción . El modelo de iniciación-promoción proponía que la carcinogénesis era un proceso en dos fases, siendo la primera un daño genotóxico (llamado iniciación) y la segunda un suceso no genotóxico (llamado promoción). Ahora está claro que este modelo en dos fases era demasiado simple. En particular, está claro que en muchos cánceres (si no en todos) suceden múltiples alteraciones genotóxicas; y que no en todos los tipos de cáncer debe haber promoción.
Nuestra comprensión actual del cáncer dice que se inicia con un daño a la información genética de la célula (el ADN). Los agentes que originan tal daño se denominan genotoxinas. Es muy poco probable que un único daño genético produzca un cáncer; parece que se requieren una serie de daños genéticos. Los cancerígenos genotóxicos pueden no tener un umbral para ejercer su efecto; es decir, cuando se va bajando la dosis de la genotoxina el riesgo de inducción de cáncer se va haciendo más pequeño, pero puede no llegar a ser cero nunca. Las genotoxinas pueden afectar a muchos tipos de células, y pueden causar más de un tipo de cáncer. Por lo tanto, el que haya evidencia de la genotoxicidad de un agente a cualquier nivel de exposición, en cualquiera de los tests reconocidos de genotoxicidad, es importante para evaluar su potencial cancerígeno en las personas [A8, A9, A12, A13, L26, L28].
Existen muchas formas de medir la genotoxicidad. Se pueden realizar estudios de personas profesionalmente expuestas para ver si hay daños genotóxicos en las células blancas de la sangre (Q16A). Se pueden hacer estudios en animales para ver si la exposición causa cáncer, mutaciones o daño cromosómico (Q16B). Se pueden hacer estudios celulares para detectar daño cromosómico o al ADN (Q16C) o transformación celular neoplásica (Q16D). Al revisar la literatura sobre genotoxicidad se incluyen tanto estudios en mamíferos como en no mamíferos. Se ha cubierto un amplio rango de exposiciones, ya que cualquier evidencia de genotoxicidad en cualquier sistema expuesto a cualquier tipo similar de campo podría ser relevante para la cuestión de la carcinogénesis.
Existen muchas pruebas de laboratorio que pueden usarse para buscar evidencias de actividad genotóxica:
Prueba | Descripción |
Inducción de cáncer (in vivo) | Analiza el incremento de cáncer en animales. Se expone a los animales a un agente durante un largo periodo de tiempo (a menudo toda la vida) y se analiza si hay un aumento de la tasa de cáncer. |
Mutagénesis (in vivo) | Analiza cambios en el material genético de óvulos o espermatozoides, que se pueden transmitir a la descendencia. Se expone a los animales al agente, luego se aparean y se analiza su descendencia buscando defectos hereditarios. Otras veces se analiza la descendencia por si hubiese cambios en la tasa de sexos, ya que las mutaciones tienen mayor probabilidad de matar machos que hembras. |
Mutagénesis (in vitro) | Analiza cambios en el material genético de las células que pueden ser transmitidos a la progenie (células hijas). Se exponen las células al agente y se analizan los cambios hereditarios en la progenie. |
Intercambio de cromátides hermanas, SCE (in vivo o in vitro) | Analiza la presencia de roturas y reorganización de trozos de cromosomas. El análisis se puede aplicar a células blancas de la sangre de organismos expuestos (incluyendo personas) o a células expuestas en cultivo. |
Formación de micronúcleos (in vivo o in vitro) | Analiza la presencia de trozos de cromosomas que aparecen sueltos como consecuencia de daño al material genético de la célula. La prueba puede aplicarse a células blancas de la sangre de organismos expuestos (incluyendo personas) o a células expuestas en cultivo. |
Roturas de hebras de ADN (in vivo o in vitro) | Analiza la presencia de roturas en el material genético de las células (el ADN), en contraposición a las roturas en los cromosomas. |
Transformación celular (in vitro) | Analiza si las células que crecen en cultivo sufren cambios cuando se exponen a un agente que asemeja su respuesta a un cancerígeno. Estos cambios incluyen: pérdida de la inhibición de crecimiento dependiente de la densidad (pérdida de la "inhibición de contacto") que hace que las células se apilen ("formación de focos"), y adquisición de la capacidad de crecer en agar blando ("crecimiento independiente del anclaje"). |
También parece que los agentes no genotóxicos (epigenéticos) pueden contribuir al desarrollo del cáncer, aunque no sean capaces de originarlo por sí solos. Los agentes epigenéticos (carcinógenos no genotóxicos) afectan indirectamente a la carcinogénesis al aumentar la probabilidad de que otros agentes causen un daño genotóxico, o que el daño genotóxico causado por otros agentes desemboque en un cáncer. Por ejemplo, un agente epigenético puede inhibir la reparación de un daño potencialmente genotóxico, puede afectar al ADN de tal forma que lo haga más vulnerable a agentes genotóxicos, puede permitir que una célula con daño genotóxico sobreviva, o puede estimular la división celular en una célula con un daño genotóxico que antes no se dividía [A8, A9, A12, L26, L28].
Los efectos de los agentes epigenéticos pueden ser específicos para cada tejido y especie, y existe evidencia de que los agentes epigenéticos tienen un umbral para sus efectos. Por lo tanto, en lo que respecta a su relevancia para la carcinogénesis humana, la evidencia de que un agente tiene actividad epigenética debe ser evaluada cuidadosamente bajo condiciones de exposición reales. Esto es importante para el tema del posible riesgo de cáncer debido a campos de frecuencia industrial, ya que la evidencia, en la medida que pudiera implicar a estos campos, sugiere un mecanismo epigenético más que genotóxico [A9, L26, L28].
Los promotores son un tipo específico de agentes epigenéticos. En un análisis clásico de promoción se expone a los animales a una genotoxina conocida, a una dosis que producirá cáncer en algunos, pero no en todos los animales. Otro grupo de animales se exponen a la genotoxina más el agente que se desea evaluar si tiene actividad promotora. Si el agente más la genotoxina provoca más cánceres que la genotoxina sóla, entonces el agente es un promotor. Los estudios de promoción se tratan en Q16E. Algunos estudios celulares son relevantes para el potencial cancerígeno de los agentes, pero no son análisis clásicos de genotoxicidad ni de promoción. Por ejemplo, se han usado sistemas celulares para analizar si un agente aumenta la actividad de una genotoxina conocida, o si un agente inhibe la reparación del daño del ADN. Estos estudios celulares de actividad epigenética pueden contemplarse como los equivalentes a un estudio de promoción y se tratan en Q16D y Q16F.
Nota: La mayoría de los agentes que se sabe que son cancerígenos para humanos son genotoxinas; y todavía no se ha identificado el papel de cancerígenos epigenéticos en la leucemia o los tumores cerebrales, los tipos de cáncer más comúnmente asociados en los estudios epidemiológicos con la exposición a campos de frecuencia industrial.
En estudios que bordean la frontera entre epidemiología y laboratorio se pueden analizar las células blancas de la sangre (linfocitos) de trabajadores expuestos laboralmente a un agente en busca de aberraciones cromosómicas, intercambio de cromátides hermanas (SCE) o formación de micronúcleos. La interpretación de estos estudios es compleja, ya que todos tiene los mismos problemas de estimación de la dosis, factores de confusión y sesgos que caracterizan a los estudios epidemiológicos. Se han publicado algunos estudios de este tipo [E2, E3, E5, E11, E12, E13, E14]. A primera vista estos estudios parecen muy contradictorios, algunos estudios muestran efectos significativos y otros no.
Un aspecto estadístico de gran importancia que debe tenerse en cuenta es que todos los estudios analizan múltiples objetivos y subgrupos, creando un enorme problema de comparaciones múltiples (Q21E). Skyberg y col. [E12], por ejemplo, observaron daño cromosómico en trabajadores expuestos; pero este incremento se encontró sólamente en un sugbgrupo, y sólo en una de varias pruebas, y tiene un valor de p de sólo 0,04. Con cualquier ajuste para comparaciones múltiples, la significación estadística del efecto genotóxico observado por Skyberg y col. desaparece. El problema de las comparaciones múltiples también es aplicable a los hallazgos de Valjus y col. [E11].
Incluso con los problemas de las comparaciones múltiples, se pueden apreciar varios hechos. Los efectos observados se dan predominantemente en fumadores, grupo donde es de esperar un aumento de anomalías cromosómicas. Los efectos también se ven predominantemente en trabajadores expuestos a descargas eléctricas (las descargas eléctricas son fenómenos exclusivos de ambientes eléctricos con fuentes de alta tensión, donde los campos eléctricos alcanzan intensidades de hasta 20 kV/m, y las densidades de corriente corporales pueden alcanzar varios amperios). Finalmente, los aumentos referidos se limitan a aberraciones cromosómicas, sin efecto sobre el intercambio de cromátides hermanas (SCE); esto es algo sorprendente, ya que el análisis de SCE se considera generalmente más sensible a agentes genotóxicos que el análisis de aberraciones cromosómicas.
En resumen, los estudios citogenéticos de trabajadores expuestos a campos eléctricos y magnéticos intensos de frecuencia industrial no proporcionan una evidencia consistente de que estos campos sean genotóxicos. Los indicios de efectos genotóxicos, no replicados, quedan confinados a fumadores, ex-fumadores, y a trabajadores expuestos a descargas eléctricas.
Estudios de carcinogénesis animal: Hasta 1997 la mayor carencia en el área de los estudios de genotoxicidad llevados a cabo con campos de frecuencia industrial era que se habían publicado relativamente pocos sobre animales completos expuestos durante largo tiempo.
Bellossi y col. [G14] expusieron ratones con predisposición a desarrollar leucemia a campos de 6.000 microT durante 5 generaciones (toda su vida) y no encontraron efectos en la tasa de leucemias; sin embargo, este estudio usaba campos pulsados de 12 y 460 Hz, así que la relevancia para los campos de frecuencia industrial no está muy clara.
Rannug y col. [G23] informaron que la exposición de ratones durante 2 años a campos de 50 y 500 microT no incrementaba significativamente la incidencia de tumores de piel, pulmón o leucemias.
Beniashvili y col. [G16] observaron que la exposición de ratones durante 2 años a 20 microT producía un aumento en la incidencia de tumores de mama. Sin embargo, el estudio sólo se ha publicado de forma preliminar, con información incompleta sobre las condiciones de exposición y del diseño experimental.
Fam y Mikhail [G53] observaron que ratones expuestos durante 3 generaciones a un campo de 24.000 microT incrementaba la incidencia de linfomas. Los experimentos no se realizaron de forma ciega (es decir, los experimentadores sabían qué animales habían sido expuestos y cuáles no) y los controles no vivían en las mismas condiciones que los animales expuestos. Cuando estos datos se presentaron en conferencias científicas se suscitaron dudas con factores como ruido, hipertermia (sobrecalentamiento) y vibraciones.
En 1997, Yasui y col. [G66] informaron que no hay un incremento en la incidencia de cáncer y en la mortalidad en ratas macho y hembra tras 2 años de exposición a campos de 500 y 5.000 microT a 50 Hz. Además de no encontrar variaciones en las tasas globales de cáncer, no observaron diferencias en las tasas individuales de cáncer, incluyendo leucemia, linfoma, cáncer del sistema nervioso central y cáncer de mama.
También en 1997, Mandeville y col. [G67] informaron que exposiciones de 2 años a campos de 60 Hz de 2, 20, 200 ó 2.000 microT no tenían efecto en la supervivencia, incidencia de leucemia o incidencia de tumores sólidos en ratas hembra. Además de no encontrar cambios en la tasa global de supervivencia o incidencia de cáncer, Mandeville y col. no encontraron ninguna prueba de una tendencia en la supervivencia o incidencia de cáncer relacionada con la dosis.
En 1998, Harris y col. [G70] hallaron que la exposición a campos de 1, 100 ó 1.000 microT a 50 Hz durante 1,5 años en ratones con predisposición a desarrollar linfoma no tenía efecto en la incidencia de linfomas. Además de probar con exposición continua, Harris y col. también mostraron que la exposición de ratones a campos intermitentes (15 minutos encendido, 15 minutos apagado) de 1.000 microT no tenía ningún efecto en la incidencia de linfomas. McCormick y col. [G36] informaron de resultados similares. Esto es interesante, porque estos estudios utilizan el mismo modelo animal con el cual Repacholi y col. (Radiation Research, 1997) observaron que la exposición a radiofrecuencias de 900 MHz producía un incremento en la incidencia de linfoma.
También en 1998-1999, el Programa Nacional de Toxicología de Estados Unidos (U.S. National Toxicology Program, NTP) ha informado que la exposición de ratones (McCOrmick y col. [G72b]) y ratas (Boorman y col. [G72a]) a campos de 2, 200 ó 1.000 microT a 60 Hz no tuvo ningun efecto en la supervivencia o la incidencia de cáncer. Ademas de probar la exposición continua, el NTP mostró que la exposición a campos intermitentes (1 hora encendido, 1 hora apagado) de 1.000 microT no tuvo efecto en la incidencia de cáncer. No se observaron efectos en la tasa global de cáncer, leucemia, tumores cerebrales, linfoma o cáncer de mama, ni se encontraron relaciones dosis-respuesta.
En un estudio publicado a finales de 1999, Kharazi y col. [G88] informaron de que la exposición de ratones durante toda su vida a un campo de 1.420 microT no tuvo efectos sobre la incidencia de tumores cerebrales.
En 2000, Babbitt y col. [G84] infornaron de que la exposición de ratones a campos de 1.420 microT no tuvo efectos sobre la incidencia de linfoma. Este estudio tampoco encontró que estos campos tuvieran efectos sobre la incidencia de linfoma inducido por radiación ionizante (ver Q16E).
En resumen, los estudios en animales expuestos a largo plazo realizados hasta ahora no proporcionan pruebas que hayan sido replicadas de que la exposición prolongada a campos de frecuencia industrial esté asociada con leucemia, tumores cerebrales o cáncer de mama. Los estudios de exposición de animales durante largo tiempo a campos de frecuencia industrial se resumen en las siguientes figuras. Los datos de Beniashvili y col. [G16] no su muestran porque no se pueden calcular los riesgos relativos.
Para una discusión en profundidad de los estudios de carcinogénesis animal ver McCann y col. [K7] y Boorman y col. [K10].
Los estudios sobre animales expuestos a largo plazo a campos de frecuencia industrial se resumen en las siguientes figuras:
Estudios de Carcinogénesis Animal
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Resumen de los estudios de carcinogénesis animal usando campos magnéticos de frecuencia industrial. La figura muestra las tasas (expuestos/controles) del número de animales con tumores al final del experimento, o el número de muertes durante el experimento. Todos los datos se muestran con un intervalo de confianza del 95%. Se muestra el campo residencial promedio típico durante 24 horas para comparar [F7, F22]. |
Estudios de Carcinogénesis Animal
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Resumen de los estudios de carcinogénesis animal usando campos magnéticos de frecuencia industrial que han evaluado linfoma y/o leucemia. La figura muestra las tasas (expuestos/controles) del número de animales con linfoma o leucemia al final del experimento. Todos los datos se muestran con un intervalo de confianza del 95%. Se muestra el campo residencial promedio típico durante 24 horas para comparar [F7, F22]. |
Estudios de mutagénesis y genotoxicidad en animales completos: Los estudios de exposición de organismos completos pueden ser relevantes para estimar el potencial cancerígeno aun cuando el objetivo no sea el cáncer. El que un agente cause mutaciones o aberraciones cromosómicas en un organismo es una indicación de que el agente es genotóxico, y por lo tanto potencialmente cancerígeno.
Benz y col. [G4] informaron de que ratones expuestos durante muchas generaciones a 300 microT (más 15 kV/m) ó 1.000 microT (más 50 kV/m) no mostraban un aumento en las tasas de mutación, fertilidad o intercambio de cromátides hermanas (SCEs). De forma parecida, Kowalczuk y Saunders observaron que ratones expuestos a campos de 10.000 microT [G43] no mostraban un aumento de mutaciones; y Zwingelberg y col. [G24] informaron que un campo de 30.000 microT no aumentaba la tasa de SCE en ratones.
Kikuchi y col. [G95] informaron de que la exposición de moscas de la fruta a campos de 500 ó 5.000 microT durante 40 generaciones no tuvo efecto en la tasa de mutaciones.
El único informe positivo sobre genotoxicidad en organismos completos es el de Lai y Singh [G60] quienes encontraron que campos de 100-500 microT causaban roturas de ADN en células de cerebro de rata.
En resumen, los estudios en animales expuestos durante largo tiempo realizados hasta la fecha no proporcionan pruebas que hayan sido replicadas de que la exposición prolongada a campos de frecuencia industrial produzca cáncer o daño genotóxico en animales.
Los análisis tradicionales de genotoxicidad celular son los de mutagénesis en bacterias, levaduras y células de mamífero. También existen otro tipo de análisis en mamíferos, como son los análisis de aberraciones cromosómicas, pruebas de SCE, de roturas de hebras de ADN y formación de micronúcleos.
Los estudios de genotoxicidad celular con campos de frecuencia industrial y de frecuencia extremadamente baja han sido muy amplios. Los estudios publicados comprenden modelos muy diferentes, desde plásmidos y bacterias hasta células humanas. Los objetivos más importantes han sido analizados en muchos modelos y laboratorios. Se ha estudiado una amplia gama de condiciones de exposición, incluyendo campos eléctricos y magnéticos combinados, campos pulsados y sinusoidales, campos de frecuencia no industrial e intensidades que van desde menos de 1 microT a más de 1.000 microT.
Análisis de mutagénesis: Los estudios que han empleado un amplio rango de condiciones de exposición y sistemas de ensayos han mostrado que los campos de frecuencia industrial no son mutagénicos. Cinco estudios [G3, G19, G21, G51, G101] han hallado que los campos eléctricos y magnéticos de frecuencia industrial no son mutagénicos en bacterias o levadura. Los estudios sobre campos de frecuencia industrial y mutagénesis llevados a cabo en células de mamífero a intensidades de 50.000 microT e inferiores también han sido negativos [G21, G58, G83, G94]; pero algunos estudios [G56, G83] han sugerido que campos de 400.000 microT pueden ser mutagénicos.
Análisis de aberraciones cromosómicas: De once estudios sobre la capacidad de los campos de frecuencia industrial para producir aberraciones cromosómicas, ocho [G1, G8, G38, G40, G41, G75, G96, G99] no han encontrado una evidencia consistente de efectos genotóxicos. Los tres restantes mostraron algún indicio, no replicado, de que los campos de frecuencia industrial podrían producir aberraciones cromosómicas. En 1984, Nordenson [E3] encontró que la exposición de linfocitos humanos a descargas eléctricas provocaba aberraciones cromosómicas, pero en 1995, Paile y col. [G40] no encontraron evidencia alguna de este efecto. En 1991, Khalil y Qassem [G17] informaron que un campo pulsado de 1.050 microT provocaba aberraciones cromosómicas en linfocitos humanos, pero un estudio similar de 1994 de Scarfi y col. [G38] no encontró tal efecto. Finalmente, en 1994 Nordenson y col. [G34] observaron que la exposición de células de mamíferos a un campo intermitente de 30 microT provocaba aberraciones cromosómicas, pero que la exposición continua no lo hacía.
Intercambio de cromátides hermanas (SCE): De los nueve estudios sobre la capacidad de los campos de frecuencia industrial para producir SCE, ocho [G2, G5, G8, G12, G40, G42, G99, G102] no encontraron indicios de efectos genotóxicos. El único estudio "positivo" es el de Khalil y Qassem [G17], quienes informaron de que un campo pulsado de 1.050 microT provocaba un aumento en SCE de linfocitos humanos; el estudio nunca ha sido replicado.
Roturas de hebras de ADN: Ninguno de los cinco estudios sobre la capacidad de los campos de frecuencia industrial para causar roturas de hebras de ADN en células de mamíferos en cultivo [G6, G20, G37, G99, G104] han encontrado evidencias de efectos genotóxicos.
Análisis de formación de micronúcleos: De los once estudios sobre la capacidad de los campos de frecuencia industrial para incrementar la formación de micronúcleos, seis [G12, G38, G40, G63, G65] no han encontrado evidencia de tal efecto. El único estudio que ha mostrado un incremento en la formación de micronúcleos fue el de Tofani y col. [G45], quienes encontraron que la exposición de linfocitos humanos a un campo de 32 Hz aumentaba la formación de micronúcleos; este efecto no se encontró a 50 Hz o cuando se anulaba el campo geomagnético estático terrestre. Scarfi y col. [G68] informaron de que campos pulsados intensos (1.300 microT) incrementaban la formacion de micronúcleos en linfocitos humanos.
Más recientemente, Simko y col. [G76, G93] han informado de que 48-72 horas de exposición a campos de 800-1.000 microT incrementaban la formación de micronúcleos en células tumorales humanas, pero que tales efectos no se observaban a intensidades de campo más bajas, tiempos de exposición más cortos o en células humanas normales. En un estudio separado, Simko y col. [G78] informaron de que campos de 1.000 microT incrementaban la formación de micronúcleos bajo ciertas condiciones, pero no bajo muchas otras. Los distintos resultados positivos de genotoxicidad de Simko y col. [G76, G78, G93] no muestran un patrón obvio.
Campos pulsados: Varios estudios han analizado los campos pulsados de frecuencia extremadamente baja. Los campos pulsados no provocan leucemias en ratones predispuestos a esta enfermedad [G14], ni causan mutaciones en bacterias [G21, G62] o células de mamíferos [G21], no producen SCE [G5, G17], ni roturas de hebras de ADN [G37], ni formación de micronúcleos [G38], y no causan transformacion celular [G62]. Un estudio ha mostrado que un campo pulsado de 1.050 microT causa aberraciones cromosómicas [G17], pero el informe no ha podido ser replicado [G38, G62].
Resumen de los estudios de genotoxicidad: Hay publicados unos 60 estudios sobre campos de frecuencia industrial y genotoxicidad, que incluyen unos 150 test distintos de actividad genotóxica. Estos análisis son mayoritariamente negativos, a pesar del hecho de que muchos han utilizado intensidades de campo muy elevadas. De los estudios que muestran indicios de genotoxicidad, la mayoría contienen una mezcla de resultados positivos y negativos, o resultados ambiguos. Como la mayoría de estas publicaciones contienen muchos subestudios, la presencia de algunos estudios con resultados positivos o mixtos es de esperar por simple azar. Ninguno de los estudios positivos ha sido replicado, y algunos de ellos no han podido ser replicados cuando se ha intentado. Muchos de los informes positivos han utilizado condiciones de exposición (por ejemplo, descargas eléctricas, campos pulsados, campos de 20.000 microT y superiores) que son muy diferentes de las que se encuentran en la vida real.
Los análisis de transformación celular han sido muy utilizados para estudiar los mecanismos de la carcinogénesis. En un análisis de transformación celular, las células normales (fibroblastos, por lo general) que crecen en cultivo experimentan una serie de cambios cuando son expuestas a un carcinógeno. Estos cambios incluyen pérdida de la inhibición del crecimiento celular dependiente de la densidad (pérdida de la "inhibición de contacto"), que provoca un amontonamiento de las células ("formación de focos") y adquisición de la capacidad de crecer en agar blando ("crecimiento independiente del anclaje"). La capacidad de un agente de inducir transformación es una muestra de que el agente es un carcinógeno genotóxico. La capacidad de un agente de amplificar la transformación causada por un cancerígeno conocido es una indicación de actividad epigenética.
En 1993, Cain y col. [G29] informaron de que un campo de 100 microT a 60 Hz no inducía transformación, pero amplificaba la transformación inducida por TPA (un conocido promotor). Sin embargo, en conferencias científicas en 1993 y 1994, Cain informó que la observación de amplificación de la transformación inducida por TPA no había podido ser replicada (Q21D). West y col. [G35, H29] observaron que campos de 60 Hz inducían transformación celular a intensidades de campo entre 1 y 1.100 microT, pero Saffer y col. [G64] no pudieron replicar este resultado. Además, Balcer-Kubiczek y col. (G55] observaron que un campo de 200 microT a 60 Hz no causaba transformación en dos modelos de transformación diferentes, incluso cuando eran co-expuestos junto con TPA; y en 1999 Snawder y col. [G81] informaron de una ausencia similar de efectos de campos de 100 y 960 microT sobre la transformación celular.
En 2000, Miyakoshi y col. [G90] informaron de que campos de 5.000 a 400.000 microT no tenían efectos sobre la transformación celular, pero que estos campos podían inhibir la transformación celular inducida por la radiación ionizante.
Jacobson-Kram y col. [G62] han informado que campos magnéticos pulsados no provocan transformación celular.
En un experimento que está muy relacionado con los experimentos de transformación, Gamble y col. [G87] mostraron que la exposición a campos de 10-1.000 microT no "inmortalizaba" las células normales ni aumentaba la capacidad de la radiación ionizante para inmortalizar células.
En resumen, no existe evidencia replicada de que los campos de frecuencia industrial puedan inducir o amplificar la transformación celular neoplásica.
Promoción de tumores de mama: La literatura sobre promoción del cáncer de mama inducido químicamente es extensa, pero no concluyente. En 1991, Beniashvili y col. [G16] informaron que un campo de 20 microT podría promocionar tumores de mama inducidos por un carcinógeno químico (NMU) en ratas. Este estudio, no replicado, es difícil de evaluar, ya que se ha publicado sólo de forma preliminar y no se conocen detalles experimentales críticos.
Löscher, Mevissen y col. [G26, G27, G32, G39, G49, G50, K5] han llevado a cabo una serie de estudios de promoción de cáncer de mama en ratas usando un carcinógeno químico diferente (DMBA) (ver figura siguiente). La interpretación de estos estudios es complicada por diferentes motivos:
La interpretación de los estudios de Löscher, Mevissen y col. Se complica por diferentes motivos (ver también Boorman y col. [K8] y Anderson y col. [H11]):
- La dosis de DMBA usada en la mayoría de estos estudios es tan alta que prácticamente todos los animales desarrollan cáncer de mama, aun cuando no haya promoción. Por ello, los estudios deben pararse antes de que todos los tumores inducidos químicamente por el DMBA hayan aparecido, haciendo difícil distinguir entre inducción de más tumores (promoción) y un incremento en el ritmo de crecimiento de los mismos.
- Los autores utilizan múltiples parámetros para determinar la presencia de un efecto promotor. En todos los estudios evalúan el número de animales que tienen tumores visibles macroscópicamente. Según esto (ver figura siguiente), un estudio que utiliza un campo de 100 microT [G26] muestra una promoción significativa; el estudio que usa una intensidad más elevada, y los cuatro que utilizan campos menores, no muestran un efecto promotor significativo. En algunos estudios también se examinaron los animales histopatológicamente para detectar la presencia de tumores más pequeños (ver figura siguiente). Dos de estos estudios [G50, G86] muestran que campos de 50-100 microT producen una promoción marginalmente significativa que no se observa si se evalúan sólo los tumores macroscópicos. Sin embargo, el estudio que mostraba promoción a 100 microT basándose en tumores macroscópicamente visibles [G26] no mostraba promoción cuando la evaluación se basaba en determinaciones histopatológicas [G39].
- Los autores a menudo utilizan un test de significación que evalúa el tiempo que transcurre hasta la aparición de tumores, en vez del número de animales con tumores. En algunos casos, los autores informan que los tumores se desarrollan antes en los animales expuestos a campos de frecuencia industrial, aun cuando el número de animales con tumores no sea significativamente diferente. A pesar de que tal efecto pudiera indicar una influencia en el crecimiento tumoral, no constituye evidencia de promoción (Q17A).
- Los datos han sido resumidos de forma potencialmente confusa. En 1995, Löscher y Mevissen [K5] publicaron un resumen denunciando una relación lineal entre densidad de flujo magnético y promoción de cáncer de mama. Sin embargo, la comparación de ese resumen con sus publicaciones muestra que los datos del resumen han sido seleccionados cuidadosamente (ver figura siguiente). Primero, el experimento a 30.000 microT [G27] (que no muestra promoción) ha sido excluido; incluir este punto destruye la relación "lineal". Segundo, cuando se disponía de datos tanto para incidencia de tumores visibles macroscópicamente como para los comprobados histopatológicamente, sólo se presentaba el "mejor" resultado; un uso coherente de cualquiera de estos parámetros destruye la relación lineal.
En 1998, Mevissen y col. [G74] publicaron una replicación de su experimento a 100 microT, en la cual hallaron un exceso de tumores "visibles macroscópicamente" en el grupo expuesto. En 1999 este grupo publicó una segunda réplica [G74] de su estudio usando 100 microT, en el que encontraron un exceso de tumores en el grupo expuesto basado en histopatología, que no era significativo cuando se evaluaban solamente los tumores microscópicamente visibles.
En 1998, Ekström y col. [G69] informaron del primer intento independiente de replicar los estudios de Löscher y Mevissen. No se encontraron evidencias de la promoción de cáncer de mama a 250 ó 500 microT. Sus datos se han añadido a la figura siguiente.
También en 1998, el Programa Nacional de Toxicología de Estados Unidos (U. S. National Toxicology Program, NTP) ha informado de un segundo intento independiente [G73] de replicar los estudios de Löscher y Mevissen. NTP no ha encontrado ninguna evidencia de promoción de cáncer de mama a 100 ó 500 microT, con 3-4 estudios independientes a cada nivel de exposición. Sus datos han sido añadidos a la figura siguiente.
En 1999, un tercer intento independiente de Anderson y col. [G85] de replicar estos estudios no encontró una promoción significativa de tumores de mama a 100 ó 500 microT.
Ver también Boorman y col. [K8] y Anderson y col. [H11] para una revisión detallada de los estudios de cáncer de mama en animales.
"Promoción" del Cáncer de Mama en Ratas |
Estudios de promoción del cáncer de mama de Löscher, Mevissen y col. [G26, G27, G32, G39, G49, G50], Ekström y col. [G69], Programa Nacional de Toxicología (NTP) de Estados Unidos [G73] y Anderson y col. [G85]. La figura muestra las tasas (expuestos/controles) del número de ratas con tumores al final de cada estudio (con intervalos de confianza del 95%). Donde Löscher, Mevissen y col. han aportado datos de tumores tanto macroscópicos como confirmados patológicamente, ambos se muestran. La línea de puntos es la relación "lineal" mostrada en el resumen de Löscher y Mevissen de 1995 [K5] (la línea aquí es curva porque la intensidad del campo se muestra en escala logarítmica). Se muestra el campo residencial promedio típico durante 24 horas para comparar [F7, F22]. |
Promoción de tumores de piel: de los siete estudios publicados sobre promoción de cáncer de piel inducido químicamente [G11, G18, G23, G31, G44, G59, G77, G82], sólo uno [G44] ha mostrado una promoción estadísticamente significativa. Los estudios negativos han utilizado intensidades de campo entre 40 y 2.000 microT y exposiciones de 21-105 semanas de duración, han analizado tanto campos continuos como intermitentes, y tanto objetivos de promoción como de co-promoción. El estudio positivo de McLean y col. [G44] expuso animales a campos de 2.000 microT, 30 horas a la semana durante 52 semanas.
Kumin y col. [G71] informaron de que la exposición de ratas a campos de 100 microT durante 10,5 meses incrementaba la carcinogénesis de piel inducida por radiación ultravioleta. Por el contrario, Heikkinen y col. [G105] informaron de que la exposición de ratones durante toda su vida a campos de 1-130 microT no incrementó la incidencia de cáncer de piel inducida por rayos X.
Ver la figura siguiente para un resumen de los experimentos sobre promoción de cáncer de piel,
Promoción de linfoma: estudios de promoción de linfoma inducido químicamente usando campos de 2 a 1.000 microT no han encontrado evidencias de promoción [G36, G61]. Los dos estudios sobre linfoma inducido por radiación ionizante no encontrón evidencia de promoción a 130-1.420 microT [G84, G105]. El estudio de Babbitt y col. [G84] tiene una potencia estadística suficientemente grande para descartar un incremento del riesgo de promoción de linfoma de 1,10. Ver la figura siguiente para un resumen de los datos sobre promoción de linfoma.
Promoción de cáncer de hígado: múltiples estudios de promoción del cáncer de hígado inducido químicamente usando campos de 0,5 a 500 microT no han encontrado evidencias de tal promoción [G25, G28]. Ver la figura siguiente para un resumen de los datos sobre promoción de cáncer de hígado.
Promoción de tumores cerebrales: en un estudio publicado a finales de 1999, Kharazi y col. [G88] informaron de que la exposición de ratones a un campo de 1.420 microT durante toda su vida no promocionaba los tumores cerebrales inducidos por radiación ionizante; sin embargo, el número de tumores en todos los grupos (expuestos y no expuestos) era muy bajo. En el 2000, Mandeville y col. [G89] informaron de que la exposición de ratas durante 65 semanas a campos de 2-2.000 microT a 60 Hz no promocionaba los tumores cerebrales inducidos químicamente.
Promoción de Linfoma, Cáncer de Hígado, Cáncer de piel y Tumores Cerebrales en Animales |
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Resumen de los estudios de promoción de cáncer de piel, linfoma, cáncer de hígado y tumores cerebrales. El eje vertical muestra la tasa (expuestos/controles) del número de animales con tumores al final del experimento (excepto para los datos de promoción del cáncer de hígado, donde la tasa es el número de focos de cáncer al final del experimento). Los datos de promoción de tumores de piel son de McLean y col. [G11, G18, G30, G44, G59], Rannug y col. [G23, G31], Kumlin y col. [G71] y Sasser y col. [G77]. Los datos de promoción de linfoma son de Shen y col. [G61], McCormick y col. [G36], Babbitt y col. [G84] y Heikkinen y col. [G105]. Los datos de promoción de tumores de hígado son de Rannug y col. [G25, G28]. Los datos de promoción de tumores cerebrales son de Mandeville y col. [G89]. Todos los datos se muestran con un intervalo de confianza del 95%. Se muestra el campo residencial promedio típico durante 24 horas para comparar [F7, F22]. |
Co-promoción: Se ha sugerido que los campos de frecuencia industrial podrían ser co-promotores; es decir, que podrían amplificar la actividad de otros promotores aun cuando no tuvieran actividad genotóxica o de promoción por ellos mismos. Los estudios publicados sobre co-promoción han mostrado pocos indicios de tal actividad [G11, G25, G30, G59, G77].
Promoción frente a estimulación del crecimiento: la interpretación de los estudios de promoción se complica al tener en cuenta la observación, hecha en varios estudios [G17, G39], de que la exposición a campos de frecuencia industrial parece acelerar el crecimiento de tumores inducidos químicamente, o disminuir el periodo de latencia hasta su aparición [G50, G84], en vez de aumentar realmente el número de tumores. Tal efecto sobre el crecimiento sería de interés si ocurriese a intensidades a las que la gente estuviese expuesta, pero no constituiría evidencia de promoción [Q17A].
Resumen de los estudios de promoción: No hay ninguna evidencia replicada de que los campos de frecuencia industrial sean promotores o co-promotores, y los pocos estudios que han mostrado pruebas de promoción han utilizado intensidades de campos muy por encima de las que se encuentran en la vida real.
Inhibicion de la reparación del ADN: Ninguno de los cinco estudios publicados sobre la capacidad de los campos de frecuencia industrial para inhibir la reparación del ADN [G9, G10, G19, G47, G52] ha encontrado evidencias de tal actividad. Estos estudios han utilizado campos magnéticos de 0,2 a 2.500 microT, campos eléctricos de 0,001 a 20 kV/m, y campos eléctricos y magnéticos combinados. Se han evaluado tanto campos pulsados como sinusoidales, y la duración de la exposición ha variado de 10 minutos a 6 días.
En 2000, Chow y col. [G97] informaron de que campos de 400-1.200 microT podrían aumentar la reparación de daños en al ADN inducidos químicamente (esto es lo contrario de lo que haría un carcinógeno epigenético).
Aumento de la genotoxicidad: De los trece estudios publicados sobre la capacidad de los campos de frecuencia industrial para aumentar el daño genotóxico producido por carcinógenos químicos conocidos, doce [G3, G21, G45, G58, G65, G78, G83, G93, G94, G99, G101, G102] no han encontrado evidencias consistentes de tal actividad. En 1989 Rosenthal y Obe [G8] informaron que campos intensos (de 2.500 a 5.000 microT) amplifican el daño citogenético producido en linfocitos humanos por algunos carcinógenos químicos; no se observó tal aumento a intensidades menores ni con otros carcinógenos químicos.
Lagroye y Poncy [G63] informaron que un campo de 100 microT amplificaba el daño citogenético producido por altas dosis de radiación ionizante en dos de tres líneas celulares de mamífero. Walleczek y col. [G79] observaron un efecto similar a 230-700 microT, y Miyakoshi y col. [G92, G104] informaron de un aumento de la mutagénesis inducida por rayos X a 5.000-400.000 microT. Por el contrario, Ansari y Hei [G94] no hallaron tal aumento de la mutagénesis inducida por rayos X a 100 microT, Maes y col. [G99] no hallaron evidencias de que campos de 62-2.500 microT aumentara el daño cromosómico inducido por rayos X, y Nakasono y col. [G101] observaron que un campo de 14.000 microT no aumentaba la mutagénesis inducida por luz ultravioleta. Tres estudios también han encontrado que la exposición a animales durante toda su vida a campos de frecuencia industrial no incrementó la incidencia del cáncer inducido por radiación ionizante [G84, G88, G105].
Aumento de la transformación neoplásica: Ver Q16D.
Otros: En 2000, Chen y col. [G98] informaron de que la exposición de células leucémicas a campos de 5-100 microT inhibía la diferenciación inducida químicamente (un indicador de posible actividad epigenética); un estudio de 1993 sobre el mismo sistema a cargo de Revoltella y col. [Electro.Magnetobio. 1993; 12:135-146] no halló tal efecto a 200 microT.
En resumen, hay poca evidencia de que los campos de frecuencia industrial tengan actividad epigenética en cultivos celulares, y ninguna evidencia de que tengan actividad epigenética bajo condiciones de exposición reales.
Los campos magnéticos asociados con líneas eléctricas, transformadores y electrodomésticos penetran fácilmente en los edificios o tejidos y son difíciles de apantallar. Por el contrario, los campos eléctricos de frecuencia industrial son fáciles de apantallar mediante objetos conductores y tienen poca capacidad de penetración en edificios o tejidos, por lo que está ampliamente aceptado que cualquier efecto biológico por exposición residencial a campos de frecuencia industrial tiene que ser debido a la componente magnética del campo, o a los campos eléctricos y corrientes que estos campos magnéticos inducen en el organismo (para una opinión contraria, ver [F27]). Además, la epidemiología que sugiere que los campos de frecuencia industrial podrían estar asociados con algunos tipos de cáncer implica a la componente magnética, más que a la eléctrica (Q19K). En consecuencia, la mayor parte de la investigación de laboratorio se ha centrado en los campos magnéticos de frecuencia industrial más que en los eléctricos, aunque algunos [L31, F27] todavía defienden que es el campo eléctrico, más que el magnético, el que podría estar asociado de forma causal con la incidencia de cáncer.
No obstante, se han realizado estudios de laboratorio sobre el potencial genotóxico y epigenético de los campos eléctricos de frecuencia industrial, y campos eléctricos y magnéticos combinados [A14].
Análisis de genotoxicidad: Se han llevado a cabo una docena de estudios sobre si el campo eléctrico, o el campo eléctrico más campo magnético, tienen actividad genotóxica. En estos trabajos no hay evidencia replicadas de genotoxicidad. Estos estudios incluyen:
- Benz y col. [G4]; Kowalczuk y Saunders [G10a]: los campos eléctricos, o campos eléctricos más magnéticos, no son mutagénicos en ratones.
- Morandi y col. [G51]; Jacobson-Kram y col. [G62]: los campos eléctricos, o campos eléctricos más magnéticos, no producen mutaciones en bacterias.
- Norderson y col. [E3]; Jacobson-Kram y col. [G62]; Cohen y col. [G1, G2]: los campos eléctricos, o campos eléctricos más magnéticos, no producen aberraciones cromosómicas en células de mamífero.
- Reese y col. [G6]; Fiorani y col. [G20]; Novelli y col. [G13]; D'Agruma y col. [G30b]: los campos eléctricos, o campos eléctricos más magnéticos, no producen roturas de hebras de ADN en células de mamífero.
- Scarfi y col. [G30a]: la exposición de linfocitos humanos a campos eléctricos no incrementa la formación de micronúcleos.
- Jacobson-Kram y col. [G62]: los campos eléctricos no producen transformación en células de mamífero.
- Norderson y col. [E3]: la exposición de linfocitos humanos a descargas eléctricas produjo aberraciones cromosómicas, pero Paile y col. [G40] no encontraron pruebas de este efecto en una replicación de este estudio.
Ensayos de actividad epigenética: Los estudios de campos eléctricos de frecuencia industrial, o campos eléctricos más campos magnéticos, no muestran pruebas de actividad epigenética. Estos estudios incluyen:
- Whitson y col. [G0]: los campos eléctricos no inhiben la reparación del daño al ADN inducido por radiación ultravioleta.
- Frazier y col. [G10]: los campos eléctricos, y campos eléctricos más campos magnéticos, no inhiben la reparación de daño al ADN inducido por radiación ionizante.
- Cantoni y col. [G47, G52]: los campos eléctricos, y campos eléctricos más campos magnéticos, no inhiben la reparación del daño al ADN inducido por peróxidos, radiación ultravioleta o carcinógenos químicos.
- Scarfi y col. [G30a]: la exposición de linfocitos humanos a campos eléctricos no incrementa la formación de micronúcleos inducida por un carcinógeno químico.
Para más detalles sobre estos y otros estudios sobre campos elétricos de frecuencia industrial ver Moulder y Foster [A14].
Existen otros efectos biológicos, además de la genotoxicidad y la promoción, que pudieran estar relacionados con el cáncer. En particular, los agentes que tuvieran un efecto importante sobre el crecimiento celular, el funcionamiento del sistema inmunológico o los niveles hormonales podrían estar relacionados con el cáncer, a pesar de no seguir las definiciones clásicas de genotoxicidad o promoción [A8, A9, A12, E4, L18].
Se ha informado de que los campos de frecuencia industrial pueden estimular el crecimiento celular o tumoral, pero la mayoría de los estudios no han mostrado efecto alguno. Muchos agentes básicamente inofensivos (por ejemplo, pH, temperatura, nutrientes) afectan el ritmo de crecimiento de las células y de los tumores, por lo que los efectos en el crecimiento celular, en sí mismos, no constituyen evidencia de riesgo (A8, A9, L18, L26). Sin embargo, la presencia de ciertos tipos de efectos sobre el crecimiento celular sería relevante para una evaluación del potencial cancerígeno. Sería de especial interés para el cáncer que un agente provocara que células normales (no tumorales ni transformadas), que no están dividiéndose, empezaran a dividirse, que el efecto de estimulación del crecimiento persistiese tras la desaparición del agente, y/o si el efecto ocurriese a los niveles a los que la gente está normalmente expuesta.
La mayoría de los estudios sobre campos magnéticos de frecuencia industrial y crecimiento tumoral no han mostrado efecto alguno [G7, G11, G25, G27, G28, G49, G57, G100, G103]; pero cuatro estudios han informado de un incremento del crecimiento tumoral tras exposición a campos de 50 a 2.000 microT [G18, G26, G39, G50].
Hay que destacar en particular los estudios de Sasser y col. [G57], Morris y col. [G80], Deverey y col. [G91] y Anderson y col. [G103], que hallaron que la exposición prolongada de animales leucémicos a campos de 2-2.000 microT a 50 ó 60 Hz no tuvo efecto alguno sobre la progresión de la leucemia o la supervivencia de los animales.
La mayoría de los estudios sobre campos magnéticos de frecuencia industrial y crecimiento celular [G1, G12, G20, G24, G40, G54, G93, G99, H1, H7, H27, H37, H38, H57] tampoco han mostrado efectos; pero algunos estudios han mostrado un aumento [G8, G42, G102] o una disminución [G13, G48, J20] del crecimiento celular tras una exposición a campos intensos (superiores a 1.000 microT).
Kwee y Rasmark [G46] han informado de un incremento del crecimiento celular en mamíferos tras una exposición de 30 minutos a campos de 80-130 microT; pero intensidades mayores o menores, y exposiciones más cortas o largas, no se produjeron efectos. Wei y col. ]H59] informaron de un aumento del crecimiento de células de mamífero tras una larga exposición (más de 6 horas) a campos de 90-120 microT, pero no había efectos cuando el campo se reducía a 60 microT. Chen y col. [G98] informaron de una estimulación de la proliferación a 100 y 1.000 microT.
Particularmente interesante es el estudio de Zhao y col. [H45] que halló que tanto los controles como los expuestos a campos de 100-800 microT incrementa el crecimiento celular. Se comprobó que el efecto era debido a un incremento de 0,1-0,8 °C en la temperatura provocada por la bobina doble utilizados para la exposición control. Si otros informes de efectos en el crecimiento celular son debidos al calentamiento es desconocido, pero los incrementos de temperatura de los controles han sido observados por otros (por ejemplo, Rosenthal y Obe [G8]).
En resumen, no se ha informado de efectos sobre la proliferación celular o progresión tumoral que sugieran un potencial carcinogénico, y no se ha descrito ningún efecto para campos inferiores a 50 microT.
A principio de los años 70 se especuló con que el sistema inmunológico tenía un papel primordial en la prevención del desarrollo del cáncer; esta teoría fue conocida como la "hipótesis de supervisión inmunológica" [E4]. Si esta hipótesis fuese correcta, entonces el daño al sistema inmune podría originar un cáncer. Estudios posteriores demostraron que esta hipótesis no es generalmente válida [E4, E7]. La supresión del sistema de inmunidad en animales y humanos está asociada con un incremento de las tasas de sólo ciertos tipos de cáncer, particularmente linfomas [E7]. La supresión de la inmunidad no se ha asociado con una mayor incidencia de leucemia, excepto en las leucemias virales de los animales; y no se ha asociado con tumores cerebrales o cáncer de mama en animales o seres humanos [E4, E7].
Algunos estudios han mostrado que los campos de frecuencia industrial pueden tener efectos sobre células del sistema inmunológico [K1], pero ningún estudio ha observado el tipo o magnitud de supresión inmunológica que se asocia con una mayor incidencia de linfomas. Tienen especial relevancia cuatro estudios recientes:
- un estudio en voluntarios que no encontró efecto alguno en la función inmunológica con un campo de 10 microT [E19];
- un estudio sobre primates que mostró que campos eléctricos (6 ó 30 kV/m) y magnéticos (50 ó 100 microT) combinados no tienen efectos consistentes en el sistema inmunológico [H23];
- un estudio exhaustivo sobre ratones [H32] que no observó ningún efecto en el sistema inmunológico con campos continuos (2-1.000 microT) o intermitentes (1.000 microT);
- un estudio sobre ratones [H33] que encontró algunos efectos sobre la función inmunológica con 2.000 microT, menores efectos con 200 microT y ningún efecto significativo con 2 ó 20 microT.
En resumen, no existe evidencia de que los campos de frecuencia industrial contribuyan al cáncer a través de la supresión del sistema inmunológico, y no hay informes de ningún efecto por debajo de 200 microT.
La hipótesis "Líneas eléctricas y melatonina": Algunos investigadores han formulado la hipótesis de que los campos de frecuencia industrial podrían suprimir la producción de la hormona melatonina, y que la melatonina podría tener actividad preventiva frente al cáncer [H7, L4]. Existen informes de que los campos eléctricos y los campos magnéticos estáticos pueden afectar a la producción de melatonina, pero los estudios que han usado campos magnéticos de frecuencia industrial han mostrado claramente la ausencia de tales efectos. El segundo componente de la hipótesis, que niveles bajos de melatonina están asociados con un incremento de cáncer, tampoco está probado.
Efectos de campos magnéticos de frecuencia industrial sobre la melatonina en primates no humanos y en seres humanos: En un amplio estudio sobre mandriles, Rogers y col. [H24] encontraron que la exposición combinada a campos eléctricos (6 ó 30 kV/m) y magnéticos (50 ó 100 microT) de 60 Hz no afectaba la melatonina nocturna. Sin embargo, en un estudio preliminar con dos monos encontraron alguna evidencia de que la exposición podría disminuir la producción nocturna de melatonina si los campos se encendían y apagaban muy rápidamente [H24].
Cinco estudios realizados sobre voluntarios [E18, E19, E20, E23, E25] no encontraron evidencia de que campos continuos o intermitentes de 1-28 microT afectaran a los niveles nocturnos de melatonina. Un sexto estudio [E21] mostró evidencia de que el pico nocturno estaba retrasado, pero los niveles de melatonina en conjunto no estaban afectados. Un estudio de exposición laboral a campos de frecuencia industrial en mujeres que trabajan en la industria textil mostró una evidencia ambigua de que la producción nocturna de melatonina estaba disminuida [E24].
Efectos de los campos magnéticos de frecuencia industrial en no primates: En una serie de cuatro estudios sobre ratas, Kato y col. [H8, H11] informaron que un campo de 1 microT provocaba una pequeña (20-25%), pero inconsistente, disminución de los niveles nocturnos de melatonina. También en ratas, Löscher y Mevissen observaron que campos de 0,3-1,0 y 10 microT producían pequeñas (15-25%) disminuciones en melatonina nocturna [G32, G49], pero campos más intensos no tenían el mismo efecto [G50]. Por el contrario, Selmaoui y Touitou [H20, H48] informaron que un campo de 1 microT no tenía efectos sobre la melatonina, mientras que 100 microT provocaban una disminución del 25-40% en ratas jóvenes, pero no adultas; y Bakos y col. [H19, H49] informaron que campos de 1, 5, 100 y 500 microT no producían efectos en los niveles nocturnos de melatonina en ratas.
En 1998, John y col. [H39] informaron que campos de 1.000 microT no tenían efectos en los niveles nocturnos de melatonina en ratas expuestas durante periodos de tiempo que variaban entre 1 hora y 6 semanas. También en 1998, Löscher y col. [H43] informaron que campos de 100 microT no tenían efecto en los niveles nocturnos de melatonina en ratas expuestas durante periodos de tiempo entre 1 día y 13 semanas.
En el único estudio en ratones hasta la fecha, Heikkinen y col. [H47] hallaron que 17 meses de exposición a campos de 1,3, 13 ó 130 microT a 50 Hz no tuvo efectos en los niveles de melatonina.
En unas series de publicaciones, Yellon y col. [H13, H30, H31, H35, H42] estudiaron los efectos de campos de 10 y 100 microT sobre los niveles de melatonina en el hámster Djungarian. En algunos experimentos se observaron disminuciones nocturnas del 20-50%; pero en la mayoría no se observó efecto alguno, y en un experimento se observó un incremento. Niehaus y col. [H34], trabajando con los mismos hamsters, hallaron que ni campos sinusoidales ni pulsados afectaban a los niveles nocturnos de melatonina en estos animales. En 1999, Wilson y col. [H46] informaron que algunos regímenes de exposición causaba descensos en la melatonina nocturna a 100 microT, pero no encontraron efectos a 50 microT.
El estudio más reciente, a cargo de Yellon y col. [ H42] concluye que:
"la evidencia reciente en hamsters siberianos sugiere que los efectos de la exposición al campo magnético en el ritmo de la melatonina... no puede distinguirse de la variación normal que se observa entre grupos de control."
En dos estudios con ovejas, Lee y col. [H9, H16] observaron que campos de 4 microT más 6 kV/m no tenían efectos sobre los niveles nocturnos de melatonina.
Melatonina y actividad anticancerígena: En los años 70 y 80 hubo cierto interés en usar la melatonina como un agente anticancerígeno, pero las pruebas clínicas de melatonina siguen mostrando que, en general, no es efectiva. Existen informes de que los niveles de melatonina son más bajos en algunos pacientes con cáncer, en especial aquéllos con cáncer de mama, pero no hay evidencias de una relación causal.
Hay ciertos indicios de que la melatonina puede inhibir la inducción del cáncer de mama provocada por carcinógenos químicos; y que la inhibición de la producción de melatonina puede incrementar la inducción del cáncer de mama por carcinógenos químicos. Sin embargo, varios estudios no han podido encontrar uno o ambos de estos efectos, y por lo menos un grupo ha encontrado que la melatonina aumentaba la inducción del cáncer de mama provocada por agentes químicos. También hay evidencia de que la melatonina puede retrasar el crecimiento de tumores inmunogénicos transplantados, y que la inhibición de la producción de melatonina puede aumentar el crecimiento de tales tumores. Sin embargo, también hay informes de estimulación del crecimiento de estos tumores por la melatonina. No existen informes de que la melatonina afecte al desarrollo de tumores espontáneos o de que afecte la inducción o progresión de la leucemia.
En cultivos celulares existen indicios de que la melatonina puede inhibir el crecimiento celular en algunas líneas celulares de cáncer de mama [H7, H62], pero la melatonina no parece tener un efecto inhibidor general sobre células tumorales [H41]. También existe evidencia de que la melatonina es un eficaz captador de radicales libres y de que puede proteger a las células de los efectos genotóxicos de la radiación ionizante y de carcinógenos químicos [H27].
En resumen, ninguno de los componentes de la hipótesis de la melatonina, es decir, que los campos de frecuencia industrial puedan reducir la melatonina, o que la reducción de la melatonina cause un incremento de cáncer, tienen un soporte experimental sólido. En seres humanos, no hay evidencias para apoyar ninguna de los componentes de la hipótesis. Lo que la evidencia sugiere es que cualquier efecto se limitaría al cáncer de mama, y posiblemente en otros cánceres hormonodependientes, como el cáncer de próstata.
A pesar de que los estudios de laboratorios no sugieren una relación entre campos electromagnéticos y cáncer, numerosos estudios han mostrado que estos campos sí tienen "bioefectos", particularmente a altas intensidades [A7, K1, M4, M6]. Campos de frecuencia industrial lo suficientemente intensos como para inducir corrientes eléctricas superiores a las que se dan de forma natural (por encima de 500 microT, ver Q8) han mostrado efectos reproducibles, incluyendo efectos en humanos [M4, M6].
Si un efecto biológico reproducible se define como uno que haya sido publicado en la literatura científica por más de un laboratorio, sin que aparezca ning´n otro dato contradictorio en ningún otro sitio; entonces puede que no haya efectos reproducibles por debajo de 50 microT [A7, A12], A15]. Aunque hay informes de efectos con campos tan bajos como 0,5 microT, ninguno de ellos ha sido confirmado.
La falta de confirmación de los estudios "positivos" de laboratorio puede deberse a muchos factores:
- Algunos informes sobre efectos biológicos de campos de frecuencia industrial nunca han sido publicados en la literatura científica, y no pueden ser científicamente evaluados ni replicados.
- Nunca se han llevado a cabo intentos de replicar algunos de los informes publicados sobre los efectos biológicos; y un informe positivo aislado es imposible de evaluar.
- Cuando se han llevado a cabo intentos de replicar muchos de los estudios publicados, estas réplicas a menudo no consiguieron encontrar el efecto [A15, H1, H4, H10, H13, H14, H15, H22, H44, H50, H55, H56, H57, H58, H60, K9].
- Los investigadores en este campo utilizan una gran variedad de sistemas biológicos, objetivos y condiciones de exposición, lo que hace extremadamente difícil comparar y evaluar los estudios.
- La variabilidad en los sistemas de exposición, más la falta de datos adecuados sobre la exposición [F19], hace que muchos informes sean imposibles de replicar.
- La posibilidad de que alguno de los informes positivos fueran inventados debe ser contemplada [L34, L35, L39].
Los mecanismos biológicos conocidos, a través de los cuales campos magnéticos de frecuencia industrial intensos (por encima de 500 microT) causan efectos biológicos, no son relevantes para campos por debajo de, aproximadamente, 50 microT. Los efectos de campos intensos tienen que ver con las corrientes eléctricas inducidas, y las corrientes inducidas en el organismo por campos menores de 50 microT son cualitativamente similares, pero mucho más débiles que las que se dan en el cuerpo de forma natural [A7, A12, A14, F3, F23, F34] (y ver Q8).
Si los campos de frecuencia industrial por debajo de 5 microT tuvieran realmente efectos biológicos, los mecanismos deberían buscarse, en palabras de Adair [F3, F12]: "fuera del campo de la física convencional".
Las consideraciones tratadas en la pregunta Q18B muestran que las interacciones de los campos sinusoidales de frecuencia industrial con el cuerpo humano son muy débiles a los niveles ambientales típicos. Numerosos investigadores han especulado acerca de cómo los campos de frecuencia industrial podrían superar los problemas de la relación señal-ruido a través mecanismos de resonancia o de amplificación de señales [F4, F17, H26].
Corrientes inducidas: Los campos eléctricos y magnéticos de frecuencia industrial pueden inducir corrientes eléctricas, y estas corrientes pueden producir efectos biológicos si son lo suficientemente fuertes [F23, M6, M8]. Sin embargo, las corrientes inducidas en el organismo por campos por debajo de 1 kV/m ó 50 microT son más débiles que los que existen de forma natural en el organismo [F3, F17, F23, M6, M8]. Por lo tanto, si los campos sinusoidales de frecuencia industrial de la magnitud que se encuentra en ambientes residenciales tienen efectos biológicos, es poco probable que sean debidos a las corrientes eléctricas inducidas.
Material biológico magnético: Se han encontrado pequeñas partículas magnéticas (magnetita Fe3O4) en bacterias que se orientan en el campo magnético de la Tierra; estas partículas pueden también existir en peces, abejas y aves [F4]. La presencia de magnetita en las células de los mamíferos está todavía sin demostrar. Kirschvink [F4] ha sugerido que los campos magnéticos de frecuencia industrial podrían causar efectos biológicos al actuar directamente sobre estas partículas. Sin embargo, los cálculos muestran que eso requeriría campos de 50-60 Hz de 2-5 microT o superiores [F4, F12, F23, H11].
Reacciones con radicales libres: Los campos magnéticos estáticos (DC) pueden afectar al ritmo de las reacciones químicas donde intervengan pares de radicales libres [F18, F37]. Como los radicales libres implicados tienen un tiempo de vida media en el rango de microsegundos y los campos de frecuencia industrial tienen ciclos en el rango de milisegundos, un campo de frecuencia industrial actúa como un campo estático en la escala de tiempo en la que estas reacciones tienen lugar. Los efectos de los campos de frecuencia industrial se sumarían a los del campo magnético terrestre (30-70 microT), por lo que no es de esperar efectos biológicos por debajo de 50 microT [F18, F23, F33]. Además, si se supone que los efectos biológicos provocados por estas reacciones con radicales libres estuvieran implicados en la carcinogénesis, los estudios relevantes serían los que utilizan campos estáticos; y los estudios sobre actividad genotóxica y epigenética de los campos estáticos han sido negativos en su inmensa mayoría (ver Preguntas más frecuentes sobre campos eléctricos y magnéticos estáticos y salud humana).
Eichwald y Walleczek [F32] han desarrollado un argumento teórico que sugiere que los efectos bioquímicos mediados por el mecanismo de pares de radicales podría explicar los efectos de campos de frecuencia industrial de 1.000 microT o superiores; y Eveson y col. [F37] han mostrado evidencias experimentales de que campos magnéticos de hasta 1.000 microT pueden tener efectos en las reacciones de radicales libres. Adair [F33], por el contrario, ha presentado argumentos teóricos de que los efectos debidos a mecanismos de pares de radicales son bastante improbables a niveles de 5 microT o inferiores.
Teorías de resonancia: Algunas de las restricciones biofísicas podrían ser superadas si hubiera mecanismos de resonancia que hicieran a las células (u organismos) especialmente sensibles a los campos de frecuencia industrial. Se han propuesto diversos mecanismos de resonancia, el más reciente por Lednev y por Blanchard y Blackman [H26]. Hasta ahora, ninguna de estas teorías ha superado la crítica científica [F3, F5, F23], y muchas de las evidencias experimentales que dieron lugar a estas teorías no pueden ser replicadas de forma independiente [H1, H4, H10, H17]. Existen también severas incompatibilidades entre las características biofísicas conocidas de las células y las condiciones requeridas por dichas resonancias [A7, F3, F5, F23, F26, H26]. Hay que señalar que las teorías de resonancia predecirían efectos biológicos distintos en América del Norte (60 Hz) que en Europa (50 Hz).
Las barreras biofísicas para efectos biológicos, comentadas en Q18B y Q18C, presuponen que los campos sinusoidales de 50-60 Hz son los únicos campos electromagnéticos variables en el tiempo que se dan en el transporte, distribución y uso de la energía eléctrica. Si esta suposición no fuera cierta, y existiesen transitorios y/o armónicos de mayor frecuencia intensos, entonces sería posible inducir corrientes eléctricas más fuertes que las que se dan el cuerpo de forma natural, a niveles de campo presentes en ambientes residenciales y laborales. Corrientes tan intensas podrían proporcionar una vía para los efectos biológicos.
Un estudio del año 2000 sobre transitorios en casas estadounidenses [F35] halló que se dan estos transitorios, pero no estudió si son suficientemente intensos o frecuentes como para causar efectos biológicos.
Aparecen nuevos estudios, especialmente estudios epidemiológicos, frecuentemente. Cuando estos estudios muestran efectos "positivos" generan un considerable interés en los medios de comunicación. Cuando fracasan en mostrar efectos positivos son, generalmente, ignorados. Esta sección cubrirá los estudios más recientes (desde 1995 hasta hoy) en detalle.
En 1993-94 se publicaron cinco nuevos estudios residenciales en Europa [C16, C17, C18, C19, C21]. El estudio sueco sobre niños [C19] mostró los riesgos relativos más altos y obtuvo la mayor atención. En contraste con los estudios previos en Estados Unidos, que estimaron la exposición procedente de líneas tanto de transporte como de distribución, estos nuevos estudios se restringieron a líneas y subestaciones de alta tensión. La exposición se estimó con medidas puntuales [C19, C21], cálculos retrospectivos [C16, C17, C19, C21] y distancia a las líneas eléctricas [C18, C19, C21].
Los autores de los tres estudios escandinavos sobre cáncer en niños [C16, C17, C19] han efectuado un análisis combinado de sus datos [B4]. Este análisis está basado en los campos históricos calculados retrospectivamente, que fue la única medida común de exposición en los tres estudios. Los rangos de riesgos relativos (RR) de este meta-análisis se muestran a continuación en comparación con los estudios anteriores y posteriores.
Tipo de cáncer infantil |
Rango de RRs en los estudios previos |
Rango de RRs en los estudios escandinavos |
Rango de RRs en los estudios posteriores |
Leucemia | 0,9-2,2 | 1,0-3,9 | 0,7-2,0 |
Linfoma | ninguno | 0,3-3,7 | 1,2-2,5 |
Tumores cerebrales | 1,7-3,5 | 0,7-3,2 | 0,6-1,4 |
Tasa global de cáncer | 1,3-1,9 | 0,9-2,1 | 0,9-1,3 |
Dos estudios de 1996 sobre tumores cerebrales infantiles y residir cerca de líneas eléctricas no mostraron evidencia de una asociación ni con campos medidos [C29] ni con el código de cables [C28, C29]. Un estudio europeo de 1997 [C33] sobre leucemia infantil, linfoma, tumores cerebrales y tasa global de cáncer no muestra evidencia alguna de asociación ni con la distancia a líneas eléctricas ni con los campos calculados. En 1997 un segundo estudio europeo [C34] encontró un aumento no significativo de leucemia en niños cuyos dormitorios tenían un promedio de campo magnético superior a 0,2 microT. Un tercer estudio de 1997 [C35], que se trata con más detalle en Q19H, no encontró asociación entre leucemia infantil con campos medidos ni códigos de cable. Un estudio de 1999 [C44], que se trata con más detalle en Q19J, no halló una asociación entre leucemia infantil con campos medidos ni con código de cables.
Un estudio alemán de 2001 [C59] no ha hallado una asociación significativa entre campos magnéticos promediados durante 24 horas y leucemia infantil; pero cuando se combinan estos datos con los de estudios alemanes anteriores [C34], se observa una asociación estadísticamente significativa para campos magnéticos promediados durante 24 horas de 0,4 microT y superiores.
Ver también el análisis de los estudios sobre leucemia infantil en Q13B.
Los estudios escandinavos en adultos que viven cerca de líneas de alta tensión no muestran incrementos en la tasa global de cáncer, leucemia o tumores cerebrales [C18, C21, C31]. Tan sólo el estudio de 1997 en Taiwan [C32] muestra algún indicio de asociación entre cáncer en adultos y residir cerca de líneas de transporte de energía eléctrica.
Desde 1994 se han publicado, por lo menos, veinte estudios sobre cáncer y exposición laboral a campos de frecuencia industrial. Estos estudios tratan:
- leucemia [D21, D24, D25, D26, D26a, D28, D29, D31, D40]
- tumores cerebrales [D21, D24, D25, D26, D27, D28, D31, D35, D42]
- cáncer de mama masculino y fenenino [D22, D23, D31, D33, D34, D41]
- linfomas [D25, D26, D26a, D31, D39]
- cáncer de pulmón [D25, D26, D26a, D30, D31]
- otros tipos de cáncer [D24, D25, D26, D31].
- tasa global de cáncer [D21, D25, D26, D26a, D31]
Al contrario que en estudios anteriores, que se basaban en el nombre del puesto de trabajo tal y como aparecía en el certificado de defunción, muchos de los estudios recientes utilizan una descripción de cada puesto de trabajo aportada por los propios trabajadores. Ninguno de los estudios realizados hasta la fecha ha llevado a cabo dosimetrías de los trabajadores incluidos en el estudio. Incluso si estas dosimetrías estuvieran disponibles, no hay consenso sobre la manera apropiada de medir la exposición; se ha argumentado a favor del campo medio ponderado en el tiempo, el valor de pico del campo, el ritmo de variación de los campos e incluso los transitorios [F35].
De los diez estudios sobre leucemia publicados en 1995 o posteriormente, uno [D28] mostró cierta evidencia de un incremento estadísticamente significativo en al menos un grupo "expuesto a campos magnéticos de frecuencia industrial". Otros dos estudios [D25, D40] informaba de un aumento significativo del riesgo con la exposición a campo eléctrico, pero no con el magnético; los otros estudios recientes sobre exposición laboral a campos eléctricos contradicen este dato [D26, D29]. Para el conjunto de todos los estudios, la mediana del riesgo relativo fue de 1,2; pero valores tan altos como 1,8 y tan bajos como 1,0 (sin efecto) son compatibles con los datos.
De los cinco estudios sobre linfomas publicados en 1995 o posteriormente, ninguno mostró evidencia de un incremento estadísticamente significativo en ningún grupo expuesto, pero un estudio [D39] encontró un incremento en trabajadores expuestos a campos eléctricos de frecuencia industrial. Para el conjunto de todos los estudios, la mediana del riesgo relativo fue 1,2; pero valores tan altos como 1,5 y tan bajos como 1,0 (sin efecto) son compatibles con los datos.
De los diez estudios sobre tumores cerebrales publicados en 1995 o posteriormente, uno [D21] mostró un incremento estadísticamente significativo en al menos un grupo expuesto a campos magnéticos; y otro [D26] mostró un incremento con la exposición a campos eléctricos. Para el conjunto de todos los estudios la mediana del riesgo relativo fue 1,15; pero valores tan altos como 1,5 y tan bajos como 1,0 (no efecto) son compatibles con los datos. Ver también la revisión de 2001 de Kheifets y col. [B19].
De los cinco estudios sobre la tasa global de cáncer publicados en 1995 o posteiormente, sólo uno [D21] presentó un incremento en al menos un grupo expuesto. Para el conjunto de todos los estudios el valor de la mediana del riesgo relativo fue 1,05; pero valores tan altos como 1,1 y tan bajos como 0,95 (protección) son compatibles con los datos.
Los nuevos estudios sobre cáncer de pulmón (Q19D) y cáncer de mama (Q19C) se tratan por separado.
En 1999 Kheifets y col. [B17] publicaron un re-análisis combinado de tres estudios previos [D10, D12, D21] sobre exposición laboral. El análisis combinado (ver figura siguiente) muestra una débil asociación entre exposición a campos de frecuencia industrial y tanto tumores cerebrales como leucemia. Sin embargo, aun en los grupos más expuestos las asociaciones no son fuertes o estadísticamente significativas.
Leucemia y Tumores Cerebrales en Trabajadores del Sector Eléctrico |
Tumores cerebrales y leucemia en relación con la exposición acumulada a campos de frecuencia industrial en el sector eléctrico; basado en un análisis combinado [B17] de tres estudios diferentes [D10, D12, D21]. El estudio de Thériault y col. [D12] incluía dos grupos distintos de trabajadores en Ontario y Québec. Los datos se muestran como riesgo relativo con un intervalo de confianza del 95%. Adaptado de Kheifets y col. [B17]. |
Hay algunos estudios de laboratorio [G16, G26, G50] que sugieren que los campos de frecuencia industrial podrían ser promotores del cáncer de mama inducido químicamente (Q16B), y se ha propuesto un mecanismo biológico que podría explicar dicha conexión (Q17C).
Mc Dowall y col. [C4] no encontraron un exceso de cáncer de mama en mujeres adultas (y ningún caso de cáncer de mama en hombres) que vivían cerca de líneas de transporte o subestaciones; y Li y col. [C32] no hallaron un exceso de cáncer de mama entre mujeres adultas que residían cerca de líneas de transporte. Más recientemente, Feychting y col. [C38] no encontraron un incremento significativo de cáncer de mama en hombres o mujeres adultos que residen cerca de líneas eléctricas de transporte; y Coogan y col. [C41] no hallaron un exceso de cáncer de mama en mujeres con exposición laboral y/o residencial a campos de frecuencia industrial.
Cinco estudios [C23, C39, C41, C55, C56] no hallaron un exceso de cáncer de mama en mujeres que usaban mantas eléctricas. Una serie de estudios han informado una mayor incidencia de cáncer de mama en trabajadores eléctricos varones [D4, D5, D6, D20]; pero otros estudios no han encontrado tal exceso [D7, D11, D12, D14, D18, D33].
En 1994, Loomis y col. [D15] informaron que mujeres con trabajos presuntamente expuestos a campos de frecuencia industrial presentaban una elevada tasa de cáncer de mama. Los trabajos que mostraban un exceso de incidencia de cáncer de mama eran "típicamente masculinos". Se sabe que la mortalidad por cáncer de mama es mayor, en general, entre mujeres con puestos de trabajo profesionales y técnicos; esto es así porque las mujeres en trabajan en puestos típicamente masculinos tienden a tener un historial reproductivo (por ejemplo, ningún embarazo, embarazos tardíos, ausencia de lactancia materna) que aumenta su riesgo de cáncer de mama. Cantor y col. [D22], analizando la misma base de datos, no encontraron pruebas de una mayor incidencia de cáncer de mama en trabajos con posible exposición a campos de frecuencia industrial o radiofrecuencias.
Un estudio de 1996 sobre este tema [D23] fue precedido por una nota de prensa un tanto confusa, cuyo título era "La exposición laboral a campos magnéticos incrementa el riesgo de cáncer de mama". El estudio, en sí mismo, no refleja el título de la nota de prensa. El estudio se basa en información de un registro de cáncer de mama, y la exposición se estima en base al "puesto de trabajo más representativo". Los trabajos se agruparon en categorías, según "su potencial exposición a campos magnéticos de 60 Hz", y no se realizaron medidas reales de niveles o duración de la exposición. Menos del 1% de las mujeres tenían trabajos con exposición potencial alta. El riesgo relativo para el grupo con exposición potencial alta era mayor de lo esperado, pero el aumento no era estadísticamente significativo. Para exposición potencial baja y media, los riesgos relativos no eran mayores de lo esperado.
En 1998, Johansen y col. [D31], Coogan y col. [C41] y Petralia y col. [D34] informaron de que la exposición laboral a campos de frecuencia industrial no estaba asociada con un exceso de cáncer de mama en mujeres. En el 2000, Feychting y col. [C52] informaron de que ni la exposición laboral, ni la residencial, ni una combinación de la exposición laboral y residencial a campos de frecuencia industrial estaban asociadas con un incremento del riesgo de cáncer de mama en mujeres.
Esta área de investigación ha sido revisada en detalle en 1999 por Kheifets y Matkin [B15], Brainard y col. [B16], y en 2001 por Erren [B21]. Las tres revisiones concluyen que nunca se han demostrado riesgos para la salud humana, pero que los datos eran insuficientes para demostrar que no puede existir un pequeño efecto.
En 1994, Armstrong y col. [D16] informaron que trabajadores del sector eléctrico expuestos a campos electromagnéticos pulsados de corta duracián (PEMF) mostraban un incremento de cáncer de pulmón. La asociación entre PEMF y cáncer de pulmón era moderadamente fuerte y había evidencia de una relación dosis-respuesta. Los trabajadores con exposiciones más altas a PEMF tenían un riesgo de cáncer de pulmón más alto que los expuestos a niveles menores; pero, sin embargo, tenían una tasa de cáncer de pulmón menor que el público en general. No se encontró ninguna relación entre exposición a PEMF y cualquier otro tipo de cáncer.
Estudios anteriores sobre campos de frecuencia industrial y cáncer de pulmón no habían encontrado asociación alguna. En un resumen de estudios laborales anteriores a 1992, Hutchison [B2] informa de un riesgo relativo global de 0,8 (0,7-0,9), indicando que los trabajadores expuestos a campos de frecuencia industrial tienen menos cáncer de pulmón de lo que podría esperar. De forma similar, Thériault y col. [D12] presentaron un riesgo relativo de 1,0 (0,7-1,5) de cáncer de pulmón en trabajadores eléctricos con la máxima exposición a campo magnético.
Un estudio de Savitz y col. de 1997 [D30] no encontró asociación alguna entre cáncer de pulmón y exposición a campos de frecuencia industrial o PEMF.
El aspecto más complicado del estudio de Armstrong [D16] es la definición de lo que se entiende por exposición a campos electromagnéticos pulsados de corta duración. La dosimetría para este estudio está basada en las lecturas de un dosímetro diseñado para responder a señales que tuvieran una componente del campo eléctrico mayor de 200 V/m a 2-20 MHz. Pero esto no es a lo que el medidor responde realmente [D17]. En el entorno de trabajo industrial, este dosímetro es enormemente sensible a transmisiones de radio próximas a 150 MHz, una banda que se utiliza mucho actualmente (pero sólo en los años 90) para comunicaciones con radios portátiles [D17]. Por lo tanto, las categorías laborales en las que el informe de Armstrong [D16] encontró niveles excesivos de cáncer de pulmón son realmente aquéllas que implican el uso de radios portátiles; y la inmensa mayoría de los casos de cáncer de pulmón aparecieron antes de que se generalizara el uso de estas radios.
Los campos cercanos a electrodomésticos con motores eléctricos de corriente alterna (AC) pueden superar los 100 microT y 200 V/m. Si estos electrodomésticos se utilizan muy cerca del cuerpo, como por ejemplo maquinillas de afeitar eléctricas y secadores de pelo, pueden darse exposiciones muy altas en partes concretas del cuerpo. Se han realizado estudios epidemiológicos sobre la relación existente entre uso de electrodomésticos y cáncer [C6, C8, C11, C12, C22, C23, C28, C29, C30, C37, C51, C55, C56]. Estos estudios han mostrado una relación muy poco consistente entre el uso de electrodomésticos y cáncer, aunque uno de estos estudios [C22] ha mostrado una disminución de leucemias entre los adultos usuarios de electrodomésticos personales.
Un extenso estudio reciente en este área es el de Hatch y col. [C37], llevado a cabo en paralelo con el de Linet y col. [C35] sobre líneas eléctricas analizado en Q19H. Como otros estudios, éste no muestra asociaciones consistentes entre leucemia infantil y uso de electrodomésticos.
Se dice frecuentemente que Suecia o Dinamarca han decidido establecer una legislación sobre los niveles de campo magnético generados por las líneas de transporte de energía eléctrica, o que han decidido trasladar líneas lejos de los colegios. Sin embargo, declaraciones oficiales en ambos países a lo largo de los años [L9, L12, L19, L27] muestran que ni están legislando respecto a los campos de las líneas ni trasladando líneas lejos de las escuelas.
En 1996 el gobierno Sueco anunció un "principio de cautela" [L27]:
- "Las autoridades nacionales [Suecas] recomiendan un principio de cautela basado principalmente en riesgos de cáncer que no se pueden descartar..."
- "Las investigaciones presentadas hasta el momento no proporcionan una base ni justifican el establecimiento de ningún valor límite u otras restricciones obligatorias sobre los campos eléctricos y magnéticos de baja frecuencia..."
- " Las autoridades nacionales se unen en recomendar los siguientes principios de cautela: Si se pueden adoptar medidas que reduzcan la exposición, con un gasto razonable y con consecuencias razonables en todos los demás aspectos, se debería hacer un esfuerzo para reducir los campos que estén muy por encima de lo que puede considerarse como normal en el ambiente en cuestión. En lo que concierne a nuevas instalaciones eléctricas, los esfuerzos deben hacerse en el momento de planificación, para diseñarlas y situarlas de forma que se limite la exposición...".
La declaración sueca incluye algunos ejemplos en los que se ha intentado medir el coste de la mitigación. Asumiendo una incidencia de leucemia infantil de 1 caso por 25.000 y año, y un riesgo relativo de 2,7; el coste de cada caso evitado varía entre 200.000 y 50.000.000 dólares estadounidenses. Para poner esto en perspectiva, el documento hace notar que se considera razonable gastar hasta 1.000.000 dólares para evitar una muerte debida a exposición a radiación ionizante.
Los problemas biofísicos (Q18B) que existen para explicar cómo los campos de frecuencia industrial en el medio ambiente pueden causar efectos biológicos podrían acabarse si se pudiese identificar un mecanismo biológico para amplificar los campos. Se han propuesto algunos modelos de tal mecanismo (Q18C), la mayoría de los cuales se basan en algún tipo de resonancia entre el campo de frecuencia industrial y el campo geomagnético estático de la Tierra.
En 1995 Bowman y col. [C27] desarrollaron la hipótesis de que el riesgo de leucemia infantil podría estar relacionado con ciertas combinaciones específicas de campos estáticos (geomagnéticos) y de frecuencia industrial. Los datos de leucemia infantil de Los Angeles se analizaron en base a estas combinaciones. No se encontró ninguna correlación entre cáncer y campos estáticos o de frecuencia industrial medidos; pero los autores afirman que existe una tendencia positiva para los datos de campos de frecuencia industrial y campo estático combinados. Un aspecto no tratado por los autores es que todas las teorías de resonancia requieren una orientación específica entre el campo de frecuencia industrial y el estático. Por lo tanto, lo importante no debería ser el campo estático total, sino sólo la componente del campo estático con la orientación adecuada del campo de frecuencia industrial.
Un estudio caso-control sobre líneas eléctricas y leucemia infantil, realizado por el Instituto Nacional del Cancer de Estados Unidos, fue publicado en julio de 1997 [C35]. Este era el mayor estudio realizado hasta la fecha (el estudio de 1999 de McBride y col. [C44] que se discute en Q19J, es incluso más amplio), y no encuentra ninguna asociación entre campos medidos y leucemia infantil, ni entre códigos de cables y leucemia infantil.
- Para una media ponderada en el tiempo superior a 0,2 microT en los dormitorios, el estudio encuentra un riesgo relativo de 1,2 (0,9-1,8), con una tendencia estadísticamente no significativa.
- Para una "configuración muy alta intensidad" de código de cables (según lo definen Wertheimer y Leeper [C1]) el estudio encuentra un riesgo relativo de 0,9 (0,5-1,6).
El estudio era especialmente importante por la conclusión de un informe de la Academia Nacional de las Ciencias de Estados Unidos (Q27E) de 1996 que decía que la única evidencia epidemiológica para asociar líneas eléctricas y cáncer era la asociación entre categorías altas de códigos de cable y leucemia. El informe de la Academia Nacional de las Ciencias daba un riesgo relativo de 1,5 (1,2-1,8) para esta asociación, basándose en los cuatro estudios previos. Para esta misma definición de exposición, este estudio del Instituto Nacional del Cáncer encuentra un riesgo relativo de 1,0 (0,7-1,3).
Del resumen de los autores [C35]
Estudios previos encontraron asociaciones entre leucemia infantil y medidas sustitutorias de exposición a campos magnéticos (el esquema de clasificación de las líneas eléctricas conocido como código de cables), pero no entre leucemia infantil y medidas de campo magnético residencial de 60 Hz...
Se incluyeron 638 niños con leucemia linfoblástica aguda (LLA)... y 620 controles en el estudio de exposición residencial a campos magnéticos generados por líneas eléctricas cercanas. En los domicilios actuales y en los anteriores... medimos campos magnéticos durante 24 horas en el dormitorio de cada niño... Un algoritmo informático asignó el código de cable al domicilio principal de cada caso... y al domicilio donde la familia hubiera vivido durante el embarazo de la madre con el caso...
El riesgo de leucemia linfoblástica aguda infantil no estaba relacionado con la media ponderada en el tiempo de los campos magnéticos residenciales... La razón de proporciones (OR) [parámetro similar al riesgo relativo] para leucemia linfoblástica aguda fue de 1,24 (intervalo de confianza al 95%, 0,86-1,79) para exposiciones de 0,2 microT (2 mG) o superiores... El riesgo de leucemia linfoblástica aguda no era mayor entre los niños cuyo domicilio estaba incluido en la categoría de código de cables más elevada [OR de 0,88 (0,48-1,63)]...
Nuestros resultados no proporcionan evidencia de que residir en casas caracterizadas por un campo magnético medido alto o por la categoría de código de cables más alta, incremente el riesgo de leucemia linfoblástica aguda infantil.
Del editorial de la misma revista [C36]
En los últimos años, varias comisiones y grupos de expertos han concluido que no hay una evidencia convincente de que las líneas eléctricas de alta tensión representen un peligro para la salud o produzcan cáncer. Y el peso de los mejores estudios epidemiológicos, incluyendo el reciente de Linet y col.., apoya esta conclusión. Es triste que tantos cientos de millones de dólares se hayan ido a estudios que nunca tuvieron grandes posibilidades de encontrar una forma de prevenir la tragedia del cáncer infantil. Los muchos estudios inconcluyentes e inconsistentes han generado preocupación y miedo, y no han aportado tranquilidad a nadie. Los 18 años de investigaciones han provocado una considerable paranoia, pero poco conocimiento y ninguna prevención. Es el momento de dejar de malgastar nuestros recursos, deberíamos redirigirlos a investigaciones que sean capaces de descubrir las verdaderas causas de la leucemia que amenaza las vidas de nuestros hijos.
Ver también el análisis de los estudios sobre leucemia infantil en Q13B y el estudio canadiense de 1999 que se discute en la siguiente pregunta.
Dos estudios canadienses independientes sobre exposición a líneas eléctricas y leucemia infantil se han publicado en 1999. McBride y col. [C44], el más amplio de los dos estudios, no encuentra ninguna asociación entre cualquier medida de la exposición y la incidencia de leucemia infantil. Green y col. [C45, C46], un estudio más reducido, encontró una asociación entre incidencia de leucemia infantil y alguna medida de la exposición.
McBride y col. [C44] es el estudio más amplio realizado hasta la fecha (399 casos y 399 controles emparejados), y no encuentra evidencia de ninguna asociación entre líneas eléctricas y leucemia infantil. El estudio es notable por su tamaño y por el amplio rango de parámetros de medida de la exposición probadas. Junto con el estudio del Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos de 1997 [C35], tratado en la anterior pregunta, este nuevo estudio en esencia elimina todas la bases de la sugerencia de una asociación causal entre exposición a campos generados por las líneas eléctricas y la incidencia de leucemia infantil.
Los hallazgos del estudio de McBride y col. [C44] son:
-
Los campos medidos con monitores personales (promedios de 48 horas) no estaban asociados con leucemia infantil, con:
- Un riesgo relativo de 0,6 (0,3-1,2) para aquellos con la exposición más elevada a campos magnéticos (superior a 0,27 microT).
- Un riesgo relativo de 0,8 (0,5-1,5) para aquellos con la exposición más elevada a campos eléctricos (superior a 25 V/m).
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Los campos actuales medidos en las viviendas no estaban asociados con leucemia infantil, con:
- Un riesgo relativo de 0,7 (0,4-1,3) para aquellos con la exposición más elevada a campos magnéticos (superior a 0,27 microT).
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Las reconstrucciones históricas del campo magnético no estaban asociadas con leucemia infantil, con:
- Un riesgo relativo de 0,6 (0,3-1,1) para aquellos con la exposición más elevada 2 años antes del diagnóstico (superior a 0,27 microT).
- Un riesgo relativo de 1,0 (0,6-1,9) para aquellos con la exposición media durante toda la vida más alta (superior a 0,27 microT).
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Los códigos de cables no están asociados con leucemia infantil, con:
- Un riesgo relativo de 1,2 (0,6-2,3) para aquellos que residían en el momento del diagnóstico en una vivienda con una "configuración de muy alta intensidad" (según lo definen Wertheimer y Leeper [C1]).
- Un riesgo relativo de 0,8 (0,4-1,6) para aquellos que residían 2 años antes del diagnóstico en una vivienda con una "configuración de muy alta intensidad" (según lo definen Wertheimer y Leeper [C1]).
- Un riesgo relativo de 1,2 (0,7-1,9) para aquellos que residían en el momento del diagnóstico en una vivienda con una "configuración de alta intensidad" (según lo definen Kaune y Savitz [F6]).
Green y col. [C45, C46] es un estudio más reducido (201 casos y 406 controles emparejados), que incluye un subconjunto (88 casos y 133 controles) en el que se usaron monitores personales para evaluar la exposición. El estudio no encontró asociaciones significativas entre incidencia de leucemia infantil y código de cables, ni tampoco con campos eléctricos o magnéticos medidos en las viviendas. Los autores no hallan asociaciones significativas entre leucemia infantil y campos magnéticos medidos por los monitores personales y los campos magnéticos medidos en el exterior de la vivienda.
Los hallazgos específicos del estudio de Green y col. [C45, C46] son:
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Los campos medidos con monitores personales (promedios de 48 horas) estaban asociados con leucemia infantil, con:
- Un riesgo relativo de 2,4 (1,0-5,5) para aquellos con la exposición a campos magnéticos más elevada (superior a 0,14 microT).
- Un riesgo relativo de 4,5 (1,3-16) para aquellos con la exposición más elevada a campos magnéticos (superior a 0,14 microT), cuando los datos eran "ajustados para el promedio de consumo eléctrico".
- Un riesgo relativo de 0,3 (0,1-0,9) para aquellos con la exposición a campos eléctricos más elevada (superior a 12 V/m).
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Los campos actuales medidos en las viviendas no estaban asociados con leucemia infantil, con:
- Un riesgo relativo de 1,1 (0,3-4,1) para aquellos con los campos magnéticos en el dormitorio más elevados (superiores a 0,13 microT).
- Un riesgo relativo de 1,5 (0,4-4,9) para aquellos con los campos magnéticos residenciales más elevados (superiores a 0,15 microT).
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Los campos actuales medidos en el exterior de las viviendas estaban asociados con leucemia infantil, con:
- Un riesgo relativo de 3,5 (1,1-10,5) para aquellos con los campos magnéticos medidos en el exterior más elevados (superiores a 0,15 microT).
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Los códigos de cables no estaban asociados con leucemia infantil, con:
- Un riesgo relativo de 0,8 (0,2-3,0) para aquellos que residían antes del diagnóstico en una vivienda con una "configuración de alta intensidad" (según lo definen Wertheimer y Leeper [C1]).
- Un riesgo relativo de 0,9 (0,3-2,1) para aquellos que residían antes del diagnóstico en una vivienda con una "configuración de alta intensidad" (según lo definen Kaune y Savitz [F6]).
La asociación significativa entre leucemia infantil y campos medidos con monitores personales tal y como se muestra en Green y col. [C46] está en clara contradicción con la ausencia de asociación observada con la misma medida de la exposición en el más amplio estudio de McBride y col. [C44]. Para el mismo punto de corte en el cual Green y col. informaban de un riesgo relativo de 4,5 basándose en 29 casos expuestos, McBride y col. Informan de un riesgo relativo de 0,85 basándose en 71 casos expuestos.
El estudio es particularmente importante a la vista de la conclusión de la Academia Nacional de las Ciencias de Estados Unidos (Q27E) en su informe de 1996 de que la única evidencia de una relación entre líneas eléctricas y cáncer era la asociación entre códigos de cables altos y leucemia. El informe de la Academia Nacional de las Ciencias citaba un riesgo relativo de 1,5 (1,2-1,8) para esta asociación basándose en los 4 estudios disponibles en ese momento. Juntando los datos de la Academia Nacional de las Ciencias con los 3 estudios posteriores sobre códigos de cables [C35, C43, C44] resulta un riesgo relativo conjunto de 1,0 (0,9-1,2), con una gran heterogeneidad.
Debe tenerse en cuenta que algunos (como el "grupo de trabajo" del NIEHS [A11] discutido en Q27F) han reinterpretado el estudio de 1997 del Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos [C35] como positivo, reanalizando los datos en base a poner el "punto de corte" en 0,3 microT para determinar quien estaba expuesto. Un análisis similar de los datos de Canadá dan un riesgo relativo de 0,7-1,1 (dependiendo de que técnica se use para medir el campo).
El ejemplar del 4 de diciembre de 1999 de la revista Lancet incluía un informe de un amplio estudio sobre líneas eléctricas y cáncer infantil llevado a cabo en el Reino Unido [C49] y un resumen de otro estudio más pequeño sobre líneas eléctricas y leucemia infantil procedente de Nueva Zelanda [C48, C51]. Ambos estudios informan de que no hay una asociación significativa entre cáncer infantil y exposición a los campos generados por las líneas eléctricas. En noviembre de 2000, los investigadores publicaron una continuación del estudio en la cual incluían casos adicionales y todas las fuentes externas de campos de frecuencia industrial (es decir, subestaciones y líneas de distribución además de las líneas de transporte) [C58].
El estudio británico [C49, C58] es un estudio caso-control sobre 3.380 niños con cáncer y un número similar de controles. Los campos magnéticos de frecuencia industrial se midieron en los domicilios y escuelas y esto se usó para calcular la exposición media durante el año previo al diagnóstico.
Según los autores [C58]:
"Nuestros resultados no proporcionan evidencias de que la proximidad a instalaciones eléctricas de transporte y distribución o la exposición a los campos magnéticos generados por estas instalaciones esté asociado con un incremento del riesgo de desarrollar leucemia infantil o cualquier otro tipo de cáncer infantil."
El estudio británico [C58] proporciona los siguientes riesgos relativos para niños expuestos a campos promedio de 0,2 microT o superiores:
- Leucemia total: 0,4 (0,1-1,9)
- Tumores cerebrales: 0,5 (0,1-3,8)
- Otros cánceres: 0,9 (0,3-3,0)
- Tasa global de cáncer: 0,6 (0,2-1,6)
Algunos tipos específicos de cáncer no pudieron analizarse de forma fiable para exposiciones superiores porque no había un número suficiente de casos expuestos. Sin embargo, sí había suficientes casos de cáncer infantil en total como para calcular un riesgo relativo en niños expuestos a campos promedio superiores de 0,4 microT o superiores:
- Tasa global de cáncer en niños expuestos a campos de 0,4 microT o superiores: 0,5 (0,2-1,6)
La segunda parte del estudio del Reino Unido [C58] muestra los siguientes riesgos relativos para niños que viven a menos de 50 metros de una línea eléctrica aérea:
- Leucemia total: 0,8 (0,5-1,3)
- Tumores cerebrales: 1,1 (0,6-2,1)
- Tasa global de cáncer: 0,9 (0,6-1,3)
El estudio de Nueva Zelanda [C48, C51] era mucho más pequeño (121 casos y sus controles emparejados), sólo evaluaba leucemias y valoraba tanto exposición a campos eléctricos como magnéticos. Los riesgos relativos fueron:
- Leucemia y campos magnéticos superiores a 0,2 microT: 3,3 (0,5-24,0)
- Leucemia y campos eléctricos superiores a 14 V/m: 1,3 (0,2-7,0)
En un comentario que acompaña a la primera parte del estudio [C50], Repacholi y Ahlbom, del "EMF Project" de la Organización Mundial de la Salud, argumentan que el estudio británico no es el estudio "definitivo" porque no investiga los "transitorios", porque sólo encontró un número relativamente pequeño de niños expuestos a campos promedio superiores a 0,4 microT y porque el estudio "era poco probable que afectara los resultados de los meta-análisis previos y las revisiones que sugieren un débil nexo entre exposición a campos mágnéticos de frecuencia industrial y cáncer infantil".
Cuando estos nuevos resultados se añaden a los de todos los estudios previos, el resumen de riesgos relativos para leucemia infantil y exposición a campos de frecuencia industrial es de 1,2 si se incluye el estudio original de Wertheimer y Leeper, y de 1,1 si se excluye.
Como el campo eléctrico tiene poca capacidad de penetración, está ampliamente aceptado que cualquier efecto biológico por exposición residencial a los campos generados por las líneas eléctricas tiene que ser debido a la componente magnética del campo, o a los campos eléctricos y corrientes que estos campos magnéticos inducen en el organismo. Por esta razón, la mayoría de los estudios epidemiológicos se han centrado en la exposición a campos magnéticos. Sin embargo, algunos han defendido [F27, L31] que es el campo eléctrico, más que el campo magnético, el que puede estar asociado de forma causal con la incidencia de cáncer.
La epidemiología residencial existente proporciona incluso menos respaldo para una asociación con campos eléctricos que con campos magnéticos [A14]. Primero, las viviendas situadas a lo largo de líneas de distribución de alta intensidad, donde se han observado mayores tasas de leucemia infantil en algunos estudios en Estados Unidos, no tienen niveles elevados de campo eléctrico [C6, C12, F7]. Segundo, excepto uno, todos los estudios epidemiológicos residenciales que han tenido en cuenta tanto el campo eléctrico como el magnético han hallado que la asociación (cuando hay alguna) es con el campo magnético, no con el eléctrico [C6, C12, C33, C44, C46, C48, C51].
La excepción es un estudio de 1996 a cargo de Coghill y col. [C42], quienes midieron los campos eléctricos y magnéticos en los dormitorios de 56 chicos que habían desarrollado leucemia e igual número de controles sanos. Los investigadores informaron que la media de 24 horas del campo eléctrico en los dormitorios de los niños leucémicos era 14±13 V/m, comparado con los 7±13 V/m de los controles. La validez del estudio de Coghill y col. [C42] puede ser cuestionada por diferentes motivos. Primero, el estudio no tenía un diseño ciego, así que los que hacían las medidas sabían si las casas eran de casos o de controles. Segundo, el estudio reclutó sus sujetos a través de requerimientos en los medios de comunicación, y debido a la gran atención que prestaron los medios de comunicación a los posibles riesgos de los campos de las líneas eléctricas, es bastante posible que los padres de los niños con cáncer que residían cerca de líneas de alta tensión fueran más proclives a participar de forma voluntaria en el estudio. Finalmente, la inmensa desviación estándar en los campos eléctricos medidos es una indicación de la extrema variabilidad de la exposición.
Los estudios más recientes sobre exposición residencial a campos eléctricos y leucemia infantil [C44, C46] hallaron exposiciones promedio a campos eléctricos tan altos como 25-65 V/m, pero no encontró un exceso del riesgo de leucemia ni una tendencia de que se incremente el riesgo de leucemia al aumentar la intensidad del campo eléctrico.
La epidemiología laboral disponible en general tampoco respalda una conexión entre cáncer y campos eléctricos de frecuencia industrial A14. La exposición a campos eléctricos y magnéticos de frecuencia industrial está poco correlacionada en los lugares de trabajo [F16], así que la evaluación de los campos eléctricos como agentes causales requiere analizar los estudios que han tenido en cuenta la exposición a campos eléctricos por separado de la exposición a campos magnéticos. Miller y col. [D25] han informado de un incremento en el riesgo de leucemia, pero no tumores cerebrales, por exposición laboral a campos eléctricos de frecuencia industrial. Guénel y col. [D26] informaron de un incremento en el riesgo de tumores cerebrales, pero no leucemia, con una exposición laboral a campos eléctricos de frecuencia industrial similar. Villeneuve y col. [D39, D40] informaron de una asociación entre exposición laboral a campos eléctricos y leucemia y linfoma. Otros estudios sobre exposición laboral a campos eléctricos de frecuencia industrial no han encontrado asociaciones con leucemia [D13, D18, D26, D26a, D29], tumores cerebrales [D13, D18, D25, D26a], linfoma [D18, D25, D26, D26a] o la tasa global de cáncer [D18, D25, D26, D26a].
La sugerencia de que la frecuencia industrial produce cáncer a través de la componente eléctrica del campo, más que la magnética, es una especulación que no sólo está pobremente respaldada por los estudios epidemiológicos y de laboratorio sino que está en contradicción con una parte substancial de la evidencia epidemiológica y de laboratorio (Q16G). Para más detalles ver Moulder y Foster A14.
Existen una serie de criterios, ampliamente aceptados, para evaluar los estudios epidemiológicos y de laboratorio sobre agentes que puedan suponer un riesgo para la salud humana [A8, A9, A12, A13, E1]. Se conocen como "Criterios de Hill" [E1]. Bajo los criterios de Hill se examina la fuerza (Q20A) y la consistencia (Q20B) de la asociación entre exposición y riesgo, la evidencia de una relación dosis-respuesta (Q20C), la evidencia de laboratorio (Q20D) y la plausibilidad biológica (Q20E).
Los criterios de Hill deberían aplicarse con precaución:
- Examinar toda la literatura publicada al respecto; no es aceptable elegir sólo aquellos informes que apoyan la existencia de un riesgo para la salud.
- Revisar directamente las fuentes de documentación importantes; no es adecuado basar los juicios únicamente en revisiones académicas o legislativas.
- Cumplir cada criterio individualmente no es una cuestión de un sí o un no; el cumplimiento de un criterio puede variar de fuerte a moderado a débil y a inexistente.
- Es importante distinguir la ausencia de evidencia del cumplimiento de un criterio (por ejemplo, que no existan datos relevantes), de datos que indiquen que el criterio no se cumple (por ejemplo, datos que muestren la implausibilidad biológica o datos de laboratorio que contradigan la existencia de un riesgo).
- Los criterios de Hill deberían ser contemplados como un conjunto; un criterio individual no es ni necesario ni suficiente para concluir que existe una relación causal entre la exposición a un agente y una enfermedad.
En conjunto, la aplicación de los criterios de Hill muestra que actualmente la evidencia de una relación entre campos de frecuencia industrial y cáncer oscila entre débil e inexistente [A7, A8, A9, A10, A11, A12, A15, K6, K7]. A continuación se lleva a cabo una evaluación detallada de los criterios.
El primer criterio de Hill es la fuerza de la asociación entre la exposición y el riesgo. Es decir, ¿existe un claro riesgo asociado a la exposición? Una asociación fuerte es aquélla que tiene un riesgo relativo de 5 o superior. Por ejemplo, fumar tabaco muestra una fuerte asociación con cáncer de pulmón, con un riesgo relativo entre 10 y 30 veces mayor que para no fumadores. Un riesgo menor de, aproximadamente, 3 indica una asociación débil. Un riesgo menor de, aproximadamente, 1,5 no tiene casi significación, a menos que esté apoyado por otros datos.
La mayoría de los estudios positivos sobre campos de frecuencia industrial presentan unos valores de riesgo relativo de 2 o inferiores. Los estudios sobre leucemia en su conjunto tienen unos riesgos relativo de 0,8-2,0; mientras que los estudios sobre tumores cerebrales presentan unos riesgos relativos de 0,8-1,6. Esta es una asociación débil. Es interesante comprobar que al aumentar la sofisticación de los estudios, los valores de riesgo relativo no han aumentado.
El segundo criterio Hill es el de la consistencia de los estudios. Es decir, ¿muestran la mayoría de los estudios aproximadamente el mismo nivel de riesgo para la misma enfermedad? Utilizando el mismo ejemplo del fumador, esencialmente todos los estudios sobre tabaco y cáncer mostraban un incremento del riesgo de cáncer de pulmón y de cabeza y cuello.
Muchos de los estudios sobre frecuencia industrial muestran un incremento de la incidencia algunos tipos de cáncer y para algunos tipos de exposición, pero muchos otros no (Q19B). Incluso los estudios positivos son inconsistentes unos con otros. Por ejemplo, mientras un estudio sueco de 1993 [C19] muestra un incremento en la incidencia de leucemia infantil para una medida de la exposición, contradice estudios anteriores que mostraban un incremento de tumores cerebrales [B3] y un estudio danés paralelo [C17] que muestra un incremento de linfomas infantiles, pero no de leucemias. Existen contradicciones similares en los estudios basados en los códigos de cables.
Muchos de los estudios son inconsistentes internamente. Por ejemplo, donde un estudio sueco de 1993 [C19] muestra una asociación positiva de leucemia infantil con campos calculados retrospectivamente, muestra en cambio una asociación negativa con los campos medidos. El estudio tampoco muestra un aumento de la tasa global de cáncer infantil. Puesto que la leucemia representa, aproximadamente, un tercio de todos el cáncer infantil, esto implica que las tasas de otros tipos de cáncer eran menores de lo esperado; un examen de los datos indica que es cierto.
El tercer criterio de Hill es la evidencia de una relación dosis-respuesta. Es decir, ¿aumenta el riesgo cuando aumenta la exposición? Por ejemplo, cuanto más fuma una persona mayor es el riesgo de cáncer de pulmón.
Ningún estudio publicado sobre exposición a campos de frecuencia industrial ha mostrado una relación dosis-respuesta entre los campos medidos y tasas de cáncer, o entre distancias a líneas eléctricas de transporte y las tasas de cáncer. Sin embargo, existe cierta indicación de una dosis-respuesta en algunos de los estudios más antiguos de leucemia infantil cuando se usa el código de cables o los cálculos de los campos históricos como medida de la exposición [B9] o cuando los campos medidos y/o estimados se utilizan como parámetro de la exposición [C54, C57]. La ausencia de relación entre exposición e incremento en la incidencia de cáncer es una de las principales razones por la cual la mayoría de los científicos se muestran escépticos sobre la significación de la mayoría de la epidemiología.
No todas las relaciones entre dosis y riesgo pueden ser descritas por medio de simples curvas lineales sin valor umbral, en las que el riesgo es estrictamente proporcional a la dosis. Hay ejemplos conocidos de relaciones dosis-respuesta con un valor umbral, no lineales o con zonas planas. Por ejemplo, la incidencia del cáncer inducido por radiación ionizante en roedores se incrementa con la dosis, pero sólo hasta un cierto punto, a partir de ese punto la incidencia se estabiliza e incluso decae. Sin un conocimiento de los mecanismos que relacionan dosis y efecto es imposible predecir la forma y la magnitud de la relación dosis-respuesta.
El cuarto criterio de Hill es si existe evidencia de laboratorio que sugiera que existe un riesgo asociado a la exposición. Las asociaciones epidemiológicas se refuerzan mucho cuando hay evidencia de laboratorio de tal riesgo.
Los campos de frecuencia industrial muestran muy poca evidencia del tipo de efectos en células, tejidos o animales que sugiera que sean una causa de cáncer (Q16A, Q16B, Q16C, Q16D), o contribuyen al cáncer (Q16D, Q16E, Q16F, Q16G, Q17). De hecho, los datos de laboratorio existentes muestran una fuerte evidencia de que los campos de frecuencia industrial, a las intensidades a las que están expuestas las personas, no son cancerígenos.
El quinto criterio de Hill es si existen mecanismos biológicos plausibles que sugieran que debería existir un riesgo. Cuando comprendemos cómo un agente causa una enfermedad, es mucho más fácil interpretar los resultados epidemiológicos ambiguos. En el caso del fumador, aun cuando las pruebas directas de laboratorio relacionando fumar y cáncer eran débiles en el momento que se publicaba el informe del 'Surgeon General', la asociación era altamente plausible porque había conocidos agentes causantes de cáncer en el humo del tabaco.
De lo que se sabe sobre la física de los campos de frecuencia industrial y sus efectos sobre los sistemas biológicos (Q18) no hay razón ni siquiera para sospechar que supongan un riesgo para las personas, a los niveles de exposición asociados con la generación y distribución de electricidad. De hecho, la existencia de tal riesgo para la salud no es plausible, tanto física como biofísicamente.
Hay, al menos, cinco factores que pueden crear asociaciones falsas en los estudios epidemiológicos: inadecuadas estimaciones de las dosis (Q21A), factores de confusión (Q21B), controles inadecuados (21C), sesgos de publicación (Q21D), y artefactos de las comparaciones múltiples (Q21E).
Si los campos de frecuencia industrial se asocian con el cáncer, no sabemos qué aspecto o parámetro del campo está implicado. Como mínimo, el riesgo podría estar relacionado con el pico del campo, el campo medio o el ritmo de variación del campo. La duración de la exposición podría ser también un factor. Incluso se ha sugerido que los armónicos, los transitorios y/o las interacciones con el campo magnético estático de la Tierra podrían estar implicados. Si no sabemos quién está y quién no está realmente expuesto, generalmente (aunque no siempre) subestimaremos el verdadero riesgo [C15].
Un problema adicional motivado por la falta de conocimiento sobre la medida correcta de la dosis es que lleva a muchos estudios epidemiológicos a usar múltiples parámetros de medida de la dosis, creando un gran problema de comparaciones múltiples (Q21E).
Las asociaciones entre cosas no siempre constituyen una evidencia de causalidad. Las líneas eléctricas (o los trabajos eléctricos) pueden estar asociadas con un riesgo de cáncer que no sea debido a los campos magnéticos. Si tal riesgo de cáncer fuese identificado sería denominado un "factor de confusión" de los estudios epidemiológicos sobre líneas eléctricas y cáncer. Una parte esencial de los estudios epidemiológicos es identificar y eliminar los posibles factores de confusión. Se han sugerido muchos posibles factores de confusión en los estudios de líneas eléctricas, incluyendo PCBs, herbicidas, ozono y óxidos de nitrógeno, densidad de tráfico y nivel socioeconómico.
PCBs: Muchos transformadores contienen aceite contaminado por bifenilos policlorados (PCBs) y se ha sugerido que la contaminación debida a PCBs en las calles de las líneas eléctricas podría ser la causa del exceso de cáncer. Esto es improbable. Primero, hay muy pocos indicios de contaminación por PCBs en las calles de las líneas. Segundo, los transformadores no se encuentran a lo largo de las líneas de transporte a alta tensión, así que los PCBs no pueden tenidos en cuenta para relacionar la leucemia infantil con las calles de las líneas [B4]. Tercero, la evidencia de que la exposición a PCBs causa o promociona el cáncer en personas es débil [E10, L2]. Por último, los PCBs principalmente causan y son promotores de cáncer de hígado en animales; no se ha encontrado nada en relación con leucemia, cáncer de mama y tumores cerebrales.
Herbicidas: Se ha sugerido que los herbicidas esparcidos en las calles de las líneas pudieran causar cáncer. Esta explicación también es improbable. Los herbicidas no afectarían a sistemas de distribución en áreas urbanas, donde se han realizado muchos de los estudios de cáncer infantil "positivos"; y no explicaría el aumento de cáncer en trabajos eléctricos. Además, las pruebas de que los herbicidas son cancerígenos en humanos son débiles [L7]; y los estudios que sugieren que los fenoxi-herbicidas pueden ser cancerígenos sugieren un aumento de linfomas [L7], sarcomas de tejidos blandos [L7] y/o melanoma maligno [L32]; sólo un estudio implica leucemia [D3] y ninguno implica tumores cerebrales.
Ozono y óxidos de nitrógeno: Se ha sugerido que el ozono y los óxidos de nitrógeno que se generan cuando se producen arcos eléctricos en las líneas de alta tensión pudieran ser los responsables del incremento de cáncer. Esta es otra explicación poco probable. Aunque el ozono es una genotoxina celular, no hay pruebas de que produzca cáncer en humanos, y sólamente existen indicios ambiguos de que causan cáncer de pulmón en ratas [L6]. No hay prácticamente indicios de que los óxidos de nitrógeno sean cancerígenos. Además, este potencial factor de confusión se aplicaría sólo a las calles de las líneas de alta tensión y no explicaría los informes de incremento de cáncer a lo largo de sistemas de distribución o en trabajos eléctricos.
Densidad de tráfico: Las líneas de transporte frecuentemente discurren al lado de carreteras concurridas y las "configuraciones de alta intensidad" asociadas con un incremento de leucemia infantil en algunos de los estudios estadounidenses [C1, C6, C12] están asociados con carreteras concurridas [C40]. Se ha sugerido que las líneas eléctricas pueden ser una medida subrogada (sustitutoria) de la exposición a substancias cancerígenas presentes en los gases del tráfico. Esto podría ser un importante factor de confusión en los estudios de exposición residencial, dado que los gases emitidos por el tráfico contienen cancerígenos conocidos y que la densidad de tráfico ha sido correlacionada con la incidencia de leucemia infantil [C40, E6].
Nivel socioeconómico: El nivel socioeconómico puede tener importancia, tanto en los estudios residenciales como laborales, dado que está claramente relacionado con el riesgo de cáncer, y que en muchos estudios los grupos ""expuestos" y "no expuestos" son de diferente nivel socioeconómico [C15, C40]. Esto es especialmente importante en los estudios de exposición residencial en Estados Unidos que se basan en el código de cables, ya que los tipos de código de cables relacionados con cáncer infantil se encuentran principalmente en los barrios más viejos y pobres, y/o en los barrios con un alto porcentaje de casas en alquiler [C20, C25, C40].
Radiación ionizante por efecto corona: Periódicamente se sugiere en internet que las descargas por efecto corona producen radiación ionizante, y que esto podría explicar la relación entre las líneas eléctricas y cáncer. Las descargas por efecto corona producen calor, luz (en forma de pequeñas chispas), ruido audible, radiointerferencias y una pequeña cantidad de ozono. No hay ninguna evidencia de que estas descargas produzcan radiación ionizante y sí poderosos argumentos físicos de que no lo hacen. Varios investigadores [F20, C23, C31] han medido los niveles de radiación ionizante cerca de líneas eléctricas de alta tensión y han mostrado que no son superiores. El tema se complica semánticamente por el hecho de que las descargas por efecto corona pueden producir una ionización del aire circundante (pero ionización y radiación ionizante son fenómenos muy distintos). Una complicación añadida es el hecho de que muchos medidores de radiación ionizante dan lecturas erráticas en presencia de campos eléctricos y magnéticos intensos.
Una base infecciosa para la leucemia: Ver 21F.
Otros cancerígenos: Si existiesen "otros" factores que incrementasen la incidencia del cáncer sería necesario controlarlos en los estudios. En otras palabras, hay que estar seguros de que los grupos "expuestos" y "no expuestos" tengan los mismos factores de riesgo. Cada vez que se descubra un nuevo factor de riesgo, los estudios anteriores tendrán que ser revisados. Este problema es especialmente importante en los estudios sobre trabajadores eléctricos, ya que sólo se requeriría la presencia de un cancerígeno desconocido en unos pocos trabajos para provocar una falsa asociación con los campos electromagnéticos. La presencia de un cancerígeno no identificado en algunos trabajos eléctricos crearía asociaciones débiles, inconsistentes y una ausencia de relación dosis-respuesta cuando dichos trabajos se combinen con otros que no están expuestos a ese cancerígeno.
Un problema inherente a muchos de los estudios epidemiológicos es la dificultad de obtener un grupo "control" que sea idéntico al grupo "expuesto" en todas las características relacionadas con la enfermedad, excepto en la exposición. Esto es muy difícil de hacer en enfermedades como la leucemia y los tumores cerebrales, en las cuales los factores de riesgo son muy poco conocidos. Una complicación adicional radica en que, a menudo la gente tiene que dar su consentimiento para ser incluidos en el grupo de control de un estudio, y se sabe que la participación en estudios depende de factores (tales como el nivel socioeconómico, la raza y la profesión) que están relacionados con diferencias en las tasas de cáncer. En Jones y col. [C20] y Gurney y col. [C25] se pueden ver ejemplos de cómo el sesgo en la selección puede influir en un estudio sobre líneas eléctricas.
Se sabe que, en muchas áreas de investigación, es más fácil publicar los estudios positivos que los estudios negativos. Esto puede sesgar seriamente los meta-análisis, como los comentados en Q13 y Q15. Este tipo de sesgo en la publicación incrementa los riesgos aparentes. Este es un problema todavía mayor en los estudios laborales que en los residenciales.
Se conocen varios ejemplos específicos de sesgo en la publicación en los estudios sobre profesiones relacionadas con la electricidad y el cáncer. En su revisión, Coleman y Beral [B1] comentan los resultados de un estudio canadiense que obtuvo un riesgo relativo de 2,4 de leucemia en trabajadores eléctricos. El Consejo Nacional de Protección Radiológica británico (National Radiological Protection Board - NRPB) [B3] descubrió en una revisión posterior que dichos trabajadores canadienses mostraban una menor proporción de leucemia (un riesgo relativo de 0,6), pero este seguimiento jamás se publicó. Este es un ejemplo anecdótico, pero los sesgos de publicación suelen ser, por su propia naturaleza, anecdóticos.
Este es también un grave problema para los estudios de laboratorio; es mucho más fácil (y más satisfactorio) publicar estudios que muestran efectos que publicar estudios que no. Se puede ver un ejemplo en el trabajo de Cain y col. En 1993 publicaron un informe [G29] de que los campos de 60 Hz eran co-promotores en un sistema de transformación celular. Pero en 1993 y 1994, los mismos autores informaron en conferencias científicas que no podían repetir la co-promoción, y que experimentos posteriores mostraban incluso una disminución en la transformación en presencia de campos magnéticos de 60 Hz. Sin embargo, los últimos datos no se han publicado y, por lo tanto, únicamente el informe positivo aparece actualmente en la literatura revisada por expertos.
Un fenómeno similar ocurrió a principio de los años 90 sobre si la exposición a campos magnéticos de frecuencia industrial afectaba la transcripción genética. Existían informes publicados desde 1990 sobre efectos sobre la transcripción genética (por ejemplo, [H3]); pero también existían informes de conferencias científicas desde 1993 de que esos estudios no podían ser replicados. La controversia no se resolvió hasta que los cuatro primeros informes que decían que los estudios no podían ser replicados [G55, H14, H15, H22] aparecieron en la literatura revisada por expertos a finales de 1995.
Existen también "sesgos de información", que se refieren a situaciones en las cuales se hacen múltiples estudios, pero sólo algunos se presentan, y a situaciones en las cuales los resúmenes y/o las notas de prensa enfatizan aspectos no representativos del estudio. Los estudios suecos [C19, C21] son un ejemplo de ambos tipos de sesgo. El informe original, no publicado, utilizaba cierto número de definiciones distintas de la exposición, y estudiaba tanto niños como adultos. De todas las comparaciones, las asociaciones más fuertes se encontraron entre leucemia infantil y los campos calculados. La primera versión publicada en inglés omitía los datos sobre adultos y el resumen resaltaba los grupos, definiciones de exposición y tipos de cáncer en los que la asociación era más fuerte; los reportajes de prensa se basaron principalmente en ese resumen. La publicación posterior de la parte del estudio relativa a adultos [C19], que no muestra ninguna relación entre exposición e incidencia de cáncer, no ha tenido prácticamente ninguna cobertura informativa. El resultado es que unas pocas asociaciones positivas han sido destacadas de entre un grupo muchísimo mayor de asociaciones abrumadoramente no significativas.
Un informe de 1996 sobre cáncer de mama y exposición laboral [D23] proporciona otro ejemplo de sesgo de publicación. El estudio halló un aumento "modesto", pero no significativo, del cáncer de mama en trabajos con una "exposición potencial alta". La publicacion en si mismo es muy prudente, pero la nota de prensa previa (que salió semanas antes de que el artículo estuviera disponible) decía "La exposición laboral a campos magnéticos incrementa el riesgo de cáncer de mama", y omitía todas las precauciones.
La interpretación de los estudios epidemiológicos se complica con las múltiples comparaciones. Cuando los estudios incluyen muchos parámetros de exposición y/o muchos tipos de cáncer, el investigador puede comparar muchos subgrupos. Aparece un problema similar cuando el investigador agrupa a los sujetos en categorías basándose en niveles de exposición escogidos arbitrariamente. Cada una de estas comparaciones (por los criterios estadísticos generalmente aceptados) tiene un 5% de probabilidad de dar un resultado "estadísticamente significativo", aunque no haya diferencias reales. Entre múltiples parámetros de exposición, niveles de exposición, tipos de cáncer y análisis de subgrupos, un estudio puede tener más de 50 cálculos de riesgo relativo, y en cada uno se analiza su significación al 5% individualmente. En tal estudio es de esperar una alta incidencia de asociaciones positivas falsas.
Un ejemplo ilustrativo es el estudio de Feychting y Ahlbom [C19, C21], que analizó 12 tipos de cáncer (4 en niños y 8 en adultos) y 3 parámetros de medida de la exposición diferentes (campos medidos, campos históricos calculados y distancia a las líneas). Dentro de cada parámetro de exposición había más subdefiniciones, como diferentes valores de corte para separar a los expuestos de los no expuestos. Sólo por los múltiples tipos de cáncer y parámetros de exposición se calcularon 228 valores de riesgo relativo (con otros análisis de subgrupos el total asciende a más de 700), con valores que iban de 0,0 (no hay cáncer en el grupo expuesto) a 5,5 (más cáncer en el grupo expuesto). Cada riesgo relativo se analizó por separado para calcular el intervalo de confianza al 95%. En 11 de los 228 riesgos relativos el valor inferior del intervalo de confianza era 1,0 ó superior (una indicación no definitiva de que es estadísticamente significativo); pero, aunque no hubiera relación entre líneas eléctricas y cáncer, sería de esperar que el 5% (ó 11,5) de los 228 riesgos relativos fueran significativos según esta metodología. Igualmente, si no hubiera relación entre líneas eléctricas y cáncer, sería de esperar que algunas tasas de cáncer fueran significativamente menores, y se pueden encontrar tales ejemplos en el estudio.
En consecuencia, nos quedamos sin saber si la correlación significativa entre leucemia infantil y campo histórico calculado es un indicador de una asociación real o ruido estadístico. La incapacidad que tiene este tipo de estudios de demostrar una significación estadística es reconocida explícitamente por Feychting y Ahlbom [C26], quienes apuntaron que ellos ni siquiera usan el término "estadísticamente significativo" en sus artículos. Esta reserva de los autores ha sido ignorada por los medios de comunicación, y también por muchas revisiones científicas en este área.
La existencia de múltiples comparaciones, unida a una selección post-hoc (posterior al estudio) de los valores de corte y los parámetros de exposición, es también un importante problema para los meta-análisis, donde originarán asociaciones positivas falsas [B8].
Las múltiples comparaciones son un problema especialmente importante para los "estudios generadores de hipótesis", estudios predominantes en la epidemiología de los campos de frecuencia industrial. Debido al gran número de variables, para estos estudios es casi imposible mostrar una significación estadística real. Lo que estos estudios pueden hacer es generar ideas que se puedan analizar en estudios "probadores de hipótesis" posteriores. Las características clave de estos estudios probadores de hipótesis son formular por adelantado un pequeño número de hipótesis (generalmente sólo una) y un diseño experimental que evite el problema de las múltiples comparaciones, al limitar las comparaciones únicamente a aquéllas que pueden rechazar la hipótesis. La epidemiología probadora de hipótesis ha sido escasa en los estudios sobre campos de frecuencia industrial.
El problema de las múltiples comparaciones no es exclusivo de este tipo de epidemiología. Es un problema prevalente en ensayos clínicos, y en la literatura biomédica se ha discutido mucho aspectos como múltiples objetivos, valores de corte, análisis de subgrupos y selección de resultados para los resúmenes [L1, L13, L14]. Hay tres cosas muy claras:
- Ignorar los problemas de las múltiples comparaciones puede llevar a un aumento dramático de informes de que algo es estadísticamente significativo, cuando en realidad es sólo ruido.
- Existen técnicas estadísticas para corregir estos problemas, pero es mejor evitarlos aplicando los diseños experimentales adecuados.
- Algunos epidemiólogos no aceptan la necesidad de una corrección para las múltiples comparaciones [L17].
La interpretación de los estudios de leucemia infantil se complica mucho por la reciente evidencia de que una tasa alta de "mezcla poblacional" (también llamada "elevada movilidad poblacional") es un importante factor de riesgo para la leucemia infantil y el linfoma [L36, L37]. La explicación para esta asociación (denominada la hipótesis de Kinlen [L16]) es que: "la leucemia infantil ocurriría como una respuesta extraña a una infección común no identificada y los riesgos aumentados se darían cuando se mezclaran poblaciones que aumentaran el nivel de contactos entre infectados e individuos susceptibles." [L36].
La complicación para los estudios sobre líneas eléctricas es que se ha observado que los "casos" tienen una mayor movilidad residencial que los "controles" [C20, C44, C45, D6], y que la gente que vive en casas con una configuración de cables alta tienen también una mayor movilidad residencial que la gente que vive en casas con una configuración de cables baja [C20]. Esto significa que las débiles asociaciones detectadas en algunos estudios podrían deberse a diferencias en movilidad residencial y no tendrían nada que ver son los campos de frecuencia industrial.
Aun en el caso de que este factor resultara ser real, probablemente no podría aplicarse a los estudios sobre leucemia en adultos o a otros tipos de cáncer.
La mejor evidencia de una relación entre cáncer y campos de frecuencia industrial es, probablemente:
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Los cuatro estudios epidemiológicos que muestran una correlación entre leucemia infantil y la proximidad a configuraciones de código de cables de alta intensidad [C1, C6, C12, C19] más el meta-análisis de los estudios escandinavos [B4].
Precaución: Los estudios de 1997-1999 discutidos en Q19H, Q19J y 19K han erosionado seriamente la validez de este argumento. - Los análisis combinados de múltiples estudios sobre los campos generados por las líneas eléctricas [C54, C57] que muestran que para campos medidos o estimados hay un incremento de la incidencia de leucemia infantil en los niños incluidos en el grupo más expuesto.
- La sugerencia de una relación dosis-respuesta (Q20C) en algunos de los estudios de leucemia infantil [B9, C54, C57].
- Los estudios epidemiológicos (Q13) que muestran una correlación entre trabajos eléctricos y cáncer, especialmente leucemia [B17, D9, D11, D12, D19] y tumores cerebrales [B6, B17, D21].
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Los estudios de laboratorio que muestran que los campos de frecuencia industrial producen bioefectos (Q18A).
Precaución: Muchos de estos efectos no tienen relación conocida con el cáncer, o no han sido replicados nunca, o se ha fracasado al intentar replicarlos (Q18A), o se dan sólo con exposiciones muy superiores a las que realmente se encuentran en ambientes residenciales y laborales. -
El informe [G60] de que campos de frecuencia industrial pueden originar roturas de hebras de ADN en células de cerebro de rata.
Precaución: Este grupo también ha observado genotoxicidad con microondas, usando el mismo tipo de análisis, y estos resultados no han podido ser replicados en tres intentos independientes recientes. Los cinco grupos [G6, G20, G37, G99, G104] han buscado evidencias de que los campos de frecuencia industrial ocasionan roturas de hebras de ADN y no han encontrado nada. -
Los estudios de laboratorio (Q16E) que proporcionan evidencias de que los campos magnéticos de frecuencia industrial pueden ser promotores del cáncer de mama inducido químicamente [G16, G26, G50, G86].
Precaución: Estos estudios deben interpretarse con mucha cautela, ya que no han podido ser replicados en tres intentos independientes [G69, G73, G85]. Ver la discusión en Q16 (y ver Boorman y col. [K8] y Anderson y col. [K11]) para algunos de los problemas con estos estudios. - Los estudios que muestran que campos intensos pueden aumentar el ritmo de crecimiento de tumores [G18, G26, G39, G50] y células [G8, G42, G46] (ver Q17A).
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Los estudios que muestran que los campos pueden causar [G35, H29] o modular [G29] la transformación celular neoplásica (Q16D).
Precaución: Estos estudios de transformación celular no han podido ser replicados o confirmados tras numerosos intentos (Q16D).
La mejor evidencia de que no existe ninguna relación entre cáncer y campos de frecuencia industrial es, probablemente:
- El análisis con los criterios de Hill del conjunto de todos los estudios epidemiológicos y de laboratorio, que muestra que la evidencia de una relación causal va de débil a inexistente (Q20).
- El hecho de que las asociaciones epidemiológicas son débiles (Q20A) e inconsistentes (Q20B); y que generalmente no muestran ninguna relación dosis-respuesta (Q20C).
- El hecho de que los estudios epidemiológicos recientes no han podido encontrar ninguna evidencia significativa de una asociación entre líneas eléctricas y tumores cerebrales o leucemia infantil (Q19A, Q19H, Q19J, 19K).
- El hecho de que la exposición de animales durante largo tiempo a campos de frecuencia industrial no produce cáncer (Q16B).
- El hecho de que los estudios de laboratorio sobre genotoxicidad han sido mayoritariamente negativos (Q16A, Q16B, Q16C, Q16D).
- El hecho de que la mayoría de los estudios de laboratorio sobre actividad epigenética han sido negativos, y que los pocos estudios positivos han utilizado campos mucho más intensos que a los que la población está realmente expuesta (Q16D, Q16E, Q16F).
- Los análisis biofísicos que indican que "cualquier efecto biológico a nivel celular de campos débiles (por debajo de 5 microT) de frecuencia extremadamente baja deben buscarse fuera del ámbito de la física convencional" (Q18B).
- El hecho de que los problemas de las múltiples comparaciones cuestionan la significación estadística de todos los estudios epidemiológicos positivos (Q21E).
- El rechazo reiterado de la idea de que hay datos convincentes que respalden una relación causal entre exposición a campos de frecuencia industrial y cáncer por parte de todos los grupos científicos que en la última década han analizado este tema [por ejemplo, A1, A2, A3, A4, A7, A11, A15, A16, A17, A19, A20].
- El argumento de Jackson [E9] y Olsen [C17] de que una relación entre cáncer y líneas eléctricas es poco probable, ya que las tasas de leucemia en niños y adultos se han mantenido estables durante el periodo de tiempo en el cual el consumo de energía per capita ha aumentado considerablemente. Este argumento presupone que la exposición ha aumentado en paralelo con el consumo, pero hasta hace poco había pocos datos históricos relevantes para apoyar esta suposición. Sin embargo, Swanson [F25] ha analizado el consumo de energía en el Reino Unido entre 1949 y 1989, y ha calculado que la exposición residencial media se ha incrementado en un factor de casi 5. Esto da una considerable solidez a este argumento.
- El hecho de que la "controversia líneas eléctricas-cáncer tenga muchas de las características de la ciencia patológica [L29].
La mayoría de los científicos que están familiarizados con l literatura consideran que este tema o bien está resuelto o no puede resolverse (Q27E, Q27F). Por lo tanto, la pregunta es qué hace falta para convencer al público y a los medios de comunicación.
En el área epidemiológica, más estudios del mismo tipo es poco probable que resuelvan nada. Estudios que mostraran una relación dosis-efecto entre campos medidos y tasas de incidencia de cáncer alterarían nuestra forma de pensar, como también lo haría identificar factores de confusión en los estudios residenciales y laborales.
En el laboratorio, más estudios sobre genotoxicidad y promoción puede que no sean muy útiles. Estudios adicionales sobre algunos de los bioefectos conocidos serían útiles, pero sólo si identificaran los mecanismos o establecieran las condiciones bajo las cuales se dan los efectos (por ejemplo, valores umbral, relaciones dosis-respuesta, dependencia de la frecuencia, formas de onda óptimas).
Aunque este documento de preguntas más frecuentes y la mayor parte de la preocupación pública se ha centrado en el cáncer, también se ha sugerido que puede haber una relación entre exposición a radiación electromagnética no ionizante y diversos problemas de salud humana.
La preocupación sobre abortos y malformaciones congénitas se ha centrado tanto sobre las pantallas de visualización como sobre líneas eléctricas. Hay poco apoyo epidemiológico [J1, J5, J6, J9, J10, J12, J15, J18, J19] ni de laboratorio [J4, J12, J13, J15] de una relación entre exposición a radiación electromagnética no ionizante y malformaciones congénitas. Robert [J16], Huuskonen y col. [J12] y Brent [J15] han revisado este tema en detalle.
En 1999, Ryan y col. [J14] informaron que la exposición de ratones a campos de frecuencia industrial de 2, 2.000 ó 10.000 microT durante multiples generaciones no tuvo efecto en la fertilidad o en las malformaciones congénitas. En un segundo estudio en el año 2000, Ryan y col. [J17] informaron de que añadiendo armónicos a la exposición tampoco se vieron efectos sobre la reproducción.
En 1996, hubo un informe sobre un exceso de enfermedad de Alzheimer en trabajos con una "probable exposición" a campos de frecuencia industrial [E16]. Ese estudio mostraba que modistos, costureros y sastres tienen mayores tasas de enfermedad de Alzheimer, y que estos grupos estaban expuestos a campos de frecuencia industrial por las máquinas de coser; el estudio no encontró un exceso de enfermedad de Alzheimer en ninguna otra profesión eléctrica. Estudios más recientes no han encontrado excesos de enfermedad de Alzheimer en trabajadores del sector eléctrico [D32, D38] o en otras profesiones con exposición a campos de frecuencia industrial [D38].
En 1998, Sastre y col. [Bioelectromag 19:98-106, 1998] informaron de que la exposición de voluntarios a campos magnéticos de frecuencia industrial causó cambios en la tasa de variabilidad de la frecuencia cardíaca. En un estudio de 1999 motivado por la hipótesis formulada por Sastre y col., Savitz y col. [D36] informaron de que la exposición laboral a campos de frecuencia industrial estaba asociada con un incremento de la incidencia de ciertos tipos de dolencias cardíacas. En estudios relacionados, Sait y col. [E22] informaron de que la exposición de voluntarios a campos de frecuencia industrial de 15 microT causaba un pequeño descenso de la tasa de variabilidad de la frecuencia cardíaca. Sin embargo, en 2000, Graham, Sastre y col. [L44, L45] informaron de que no podían replicar los resultados de Sastre y col. en 1998, incluso con campos más intensos.
Se han evaluado otros posibles efectos sobre la salud humana en estudios individuales:
- En 1999, Johansen y col. [D37] no halló una asociación significativa de esclerosis múltiple con exposición laboral a campos de frecuencia industrial.
- En 1999, Graham y col. [L42] informaron de que la exposición de voluntarios a campos de 14 ó 28 microT a 60 Hz no causó efectos neurofisiológicos, y que no había evidencias de que los voluntarios pudieran sentir el campo.
- En 1999 Graham y Cook [L43] informaron de que la exposición de voluntarios a campos de 28 microT a 60 Hz causó trastornos del sueño si la exposición era intermitente, pero no si era continua.
- En 2000, van Wijngaarden y col. [D41] informaron de una asociación entre suicidio y exposición a campos de frecuencia industrial en trabajadores varones del sector eléctrico.
Revisiones exhaustivas sobre campos de frecuencia industrial y salud humana:
- El informe de 1996 de la Academia Nacional de las Ciencias de Estados Unidos [A7] (ver Q27E) está básicamente restringido a exposiciones residenciales y está un poco obsoleto.
- El informe del "grupo de trabajo" del NIEHS [A11] (ver Q27F) es exhaustivo, pero su organización y su estilo hace que sea difícil de leer.
- La revisión de 1999 de la Academia Nacional de las Ciencias proporciona una visión de conjunto del amplio trabajo de laboratorio realizado en el programa EMF-RAPID de Estados Unidos, gran parte del cual no ha sido publicado todavía (pero ver el número especial de mayo de 2000 de Radiation Research [A18]).
- El informe de 1999 del NIEHS para el Congreso de Estados Unidos [A16] proporciona una compacta revisión de los campos de frecuencia industrial y la salud humana, y está disponible en internet en http://www.niehs.nih.gov/emfrapid/.
- Las revisiones de Davis y col. [A1], Doll y col. [B3] y las dos revisiones francesas [A3, A4] son buenas, pero se publicaron antes de que estuvieran disponibles muchos de los estudios más importantes y en la actualidad realmente sólo tienen un interés histórico.
- La revisión de 1998 de Moulder [A12] proviene directamente de una versión de principios de 1998 de este documento de preguntas más frecuentes.
- La declaración de 1999 del Comité sobre Hombre y Radiaciones (Committee on Man and Radiation, COMAR) de IEEE [A17], "Posibles efectos para la salud derivados de la exposición a campos eléctricos y magnéticos de frecuencia industrial", está disponible en: http://homepage.seas.upenn.edu/~kfoster/powerfreq.htm.
- La revisión de 2000 review de Preece y col. [A19] se centra en el tema de la leucemia infantil.
Revisiones razonablemente actualizadas (de 1996 o posteriores) de áreas específicas:
- Meinert y Michaelis [B8] revisan recientemente la epidemiología sobre cáncer y exposición residencial.
- Miller y col. [B13] revisan tanto los estudios residenciales como los laborales.
- Li y col. [B10] revisan los estudios epidemiologicos sobre líneas eléctricas y cáncer en adultos.
- McCann y col. [K7] han revisado los estudios de carcinogénesis animal.
- Moulder [K6] y Lacy-Hulbert y col. [A10] revisan la evidencia biológica de carcinogénesis.
- Kavet [A8] revisa los conocimientos actuales sobre carcinogénesis, haciendo énfasis en cómo se podría aplicar a los campos de frecuencia industrial.
- Foster y col. [A9] revisan la evaluación de riesgos y cómo se aplica a la exposición a campos electromagnéticos.
- Robert [J16], Huuskonen y col. [J12] y Brent [J15] revisan la evidencia de laboratorio y epidemiológica sobre malformaciones congénitas asociadas con campos de frecuencia industrial.
- Valberg y col. [F23] revisan la plausibilidad de los mecanismos de interacción propuestos entre campos de frecuencia industrial y sistemas biológicos.
- McCann y col. [K2] revisan los estudios sobre genotoxicidad realizados con campos eléctricos y magnéticos de frecuencia industrial.
- McCann y col. [A13] revisan los aspectos de evaluación del riesgo de cáncer aplicados a campos de frecuencia industrial.
- Moulder y Foster [A14] revisan aspectos de evaluación del riesgo de cáncer aplicados específicamente a campos eléctricos (no magnéticos) de frecuencia industrial.
Sí, un cierto número de organizaciones profesionales y gubernamentales han publicado recomendaciones de exposición. Las más relevantes son las emitidas por el Consejo Nacional de Protección Radiológica del Reino Unido (National Radiological Protection Board, NRPB-UK) [M4], la Comisión Internacional de Protección Contra la Radiación No Ionizante (International Comission on Non Ionizing Radiation Protection, ICNIRP) [M6], y la Conferencia Americana de Higienistas Industriales Gubernamentales (American Conference of Governmental Industrial Hygienists, ACGIH) [M5].
Ver Bailey y col. [M8] para una discusión detallada sobre la normativa y su base biológica.
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NRPB-UK [M4]:
- 50 Hz: 1.600 microT (16 G) y 12 kV/m
- 60 Hz: 1.330 microT (13,3 G) y 10 kV/m
- Este documento también contiene recomendaciones para otras frecuencias.
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ICNIRP [M6]
- 50 Hz: 100 microT (1 G) y 5 kV/m
- 60 Hz: 84 microT (0,84 G) y 4,2 kV/m
- Este documento también contiene recomendaciones para otras frecuencias.
-
NRPB-UK [M4]:
- 50 Hz: 1.600 microT (16 G) y 12 kV/m
- 60 Hz: 1.330 microT (13,3 G) y 10 kV/m
- Este documento también contiene recomendaciones para otras frecuencias.
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ACGIH [M5]:
- A 60 Hz: 1.000 microT (10 G)
- Este documento también contiene recomendaciones para otras frecuencias.
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ICNIRP [M6]
- 50 Hz: 500 microT (5 G) y 10 kV/m
- 60 Hz: 420 microT (4,2 G) y 8,3 kV/m
- Este documento también contiene recomendaciones para otras frecuencias.
El funcionamiento de los marcapasos puede verse afectado por campos de frecuencia industrial. En algunos ambientes laborales pueden existir campos lo suficientemente elevados como para interferir con el funcionamiento de los marcapasos [L10, L11], y puede que incluso existan en algunos ambientes no laborales [L0, L11]. La sensibilidad de los marcapasos cardíacos y la gravedad de los efectos dependen mucho del diseño y modelo [L0, L10, L11]. Esta es, probablemente, una situación en la que el campo eléctrico es, por lo menos, tan importante como el campo magnético.
ICNIRP [M6] calculó que campos de frecuencia industrial de 15 microT podían originar interferencias, pero declaró que sólo existe una "pequeña probabilidad" de un mal funcionamiento por debajo de 100-200 microT. NRPB-UK [M4] declaró que "es poco probable que ocurran interferencias" por debajo de 20 microT. ACGIH [M5] establece un límite laboral formal para portadores de marcapasos de 100 microT. Basándonos en estas fuentes, parece poco probable que una línea eléctrica produzca interferencias (Q10).
Sin embargo, por lo menos dos estudios sobre marcapasos muestran que campos elevados de frecuencia industrial de 5.000 V/m podrían causar interferencias en algunos modelos [L0, L48]; y otro sugiere que puede haber interferencias con un campo eléctrico de 1.500 V/m [L10]. Campos eléctricos tan altos no se dan en la gran mayoría de las viviendas o en las cercanías de una línea de distribución, pero este nivel podría sobrepasarse justo debajo de una línea de transporte a alta tensión (Q10).
Los portadores de marcapasos que trabajen o vivan en ambientes donde haya instalaciones capaces de producir una interferencia significativa deberían informar al médico que les realizó el implante. Debe aconsejarse a los portadores de marcapasos que tengan cierta precaución cuando estén cerca de líneas de transporte de energía eléctrica, en especial líneas con voltajes de 230 kV o superiores. Las mismas precauciones son, probablemente, aplicables a desfibriladores y dispositivos biomédicos implantables.
El número de Julio/Agosto 1995 de Microwave News incluía extractos de lo que se decía era un borrador de informe de la Comisión Nacional de Protección Contra la Radiación (National Commission on Radiation Protection, NCRP). Los extractos publicados en Microwave News parecen haber sido escritos en 1993. Según el artículo de Microwave News, el informe de la NCRP recomendaba límites estrictos para exposición residencial y laboral a campos eléctricos y magnéticos de frecuencia industrial (y otras frecuencias extremadamente bajas). El artículo de Microwave News fue mencionado posteriomente en revistas como Science y New Scientist y también en los medios de comunicación.
Según una declaración oficial de la NCRP (22 de Agosto de 1995), este borrador "no tiene absolutamente ninguna validez en este momento". La declaración de la NCRP dice además que "el borrador en cuestión está todavía siendo revisado para prepararlo para empezar la fase inicial de análisis, existe sólo como un borrador de trabajo que no debería haber salido fuera [del comité]. Por lo tanto no debería copiarse, citarse o referenciarse fuera de la NCRP".
Una declaración posterior de NCRP (11 de Octubre de 1995) afirma que "al contrario de lo que erroneamente dicen algunas fuentes de información, la NCRP no ha emitido recomendaciones sobre campos electromagnéticos de frecuencia extremadamente baja" y puntualiza que "considerando la propia naturaleza del proceso de revisión, es imposible predecir cuando podrá la NCRP tener un informe sobre el tema de las frecuencias extremadamente bajas, y no es posible saber el alcance o recomendaciones que puedan hacerse".
El informe anual de 1999 de NCRP menciona que este informe está todavía en el subcomité SC89-3 como un "borrador de informe en preparación para la revisión por parte del Consejo".
En 1991, el Congreso de Estados Unidos pidió a la Academia Nacional de las Ciencias que revisara la literatura sobre los posibles riesgos para la salud de la exposición residencial a campos eléctricos y magnéticos de frecuencia industrial. En respuesta, el Consejo Nacional de Investigación, la rama de investigación de la Academia Nacional de las Ciencias, organizó un comité de epidemiólogos, biólogos, químicos y físicos expertos en cáncer, toxicología reproductiva y efectos neurobiológicos. Algunos miembros habían pasado sus carreras profesionales estudiando los efectos de los campos eléctricos y magnéticos, y algunos eran nuevos en este área. El comité emitió su informe en noviembre de 1996 [A7]. Lo que sigue a continuación son citas textuales del resumen ejecutivo.
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Conclusiones del comité
- "Basándonos en una evaluación exhaustiva de los estudios publicados sobre los efectos de los campos eléctricos y magnéticos de frecuencia industrial en células, tejidos y organismos (incluyendo seres humanos), la conclusión del comité es que la evidencia disponible no muestra que la exposición a estos campos represente un peligro para la salud de las personas."
- "Ninguna evidencia concluyente y consistente muestra que la exposición residencial a campos eléctricos y magnéticos produzca cáncer, efectos neurocomportamentales adversos o efectos en la reproducción y el desarrollo."
- "A niveles de exposición muy por encima de los encontrados normalmente en viviendas, los campos eléctricos y magnéticos pueden producir efectos biológicos... pero estos efectos no proporcionan una imagen consistente de una relación con riesgos para la salud."
- "En muchos estudios persiste una asociación entre configuración o código de cables en las viviendas y leucemia infantil, aunque el factor causal responsable de esa asociación estadística no ha sido identificado."
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Epidemiología
- "El motivo que ha empujado a continuar el estudio de los efectos biológicos de los campos eléctricos y magnéticos ha sido la persistencia de los estudios epidemiológicos en mostrar una asociación entre una estimación hipotética de la exposición a campos eléctricos y magnéticos, llamada la clasificación de código de cables, y la incidencia de leucemia infantil."
- "Residir en casas clasificadas en la categoría de configuración de cables alta se asocia con un exceso de riesgo aproximadamente 1,5 veces mayor de leucemia infantil, una enfermedad poco frecuente."
- "Las clasificaciones del código de cables se correlacionan con muchos factores, tales como la antigüedad de la casa, densidad de casas y densidad de tráfico en el barrio, pero muestran una débil asociación con campos magnéticos residenciales medidos."
- "No se ha encontrado ninguna asociación entre incidencia de leucemia infantil y exposición a campo magnético en los estudios epidemiológicos que estimaron la exposición midiendo el promedio del campo magnético."
- "Los estudios no han identificado factores que expliquen la asociación entre código de cables y leucemia infantil. Aunque se conocen varios factores que se correlacionan con clasificaciones del código de cables, ninguno resalta como un probable factor causal."
- "[La] evidencia epidemiológica no apoya las posibles asociaciones de campos magnéticos con cáncer en adultos, resultado del embarazo, alteraciones neurocomportamentales y cáncer infantil distinto a la leucemia."
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Evaluación de la exposición
- "Los campos magnéticos de la magnitud que se encuentran en domicilios inducen corrientes dentro del cuerpo humano que son, en general, mucho más pequeñas que las corrientes inducidas de forma natural por el funcionamiento de los nervios y músculos."
- "Sin embargo, las intensidades más altas a las que alguien puede estar expuesto en su domicilio (las asociadas con electrodomésticos) pueden producir campos eléctricos en una pequeña zona del cuerpo comparable, o incluso mayores, que los campos que se dan de forma natural."
- Las densidades de corriente endógenas en la superficie del cuerpo (internamente se dan densidades más altas) asociadas con la actividad eléctrica de las células nerviosas son del orden de 1 mA/m2 ... Por lo tanto, las corrientes típicas inducidas externamente son 1.000 veces menores que las corrientes que se dan de forma natural."
- "Como los mecanismos por los cuales los campos eléctricos y magnéticos pueden producir efectos adversos para la salud son desconocidos, las características de los campos eléctricos y magnéticos que deben medirse para probar la relación de estos campos con la enfermedad no están claras."
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Efectos celulares y moleculares
- "Las exposiciones a campos magnéticos de 50-60 Hz de intensidad similar a la exposición residencial típica (0,01-1 microT) no producen ningún efecto significativo in vitro que haya sido replicado en estudios independientes."
- "Se han observado cambios reproducibles en aspectos específicos de las vías celulares de transducción de señales con exposiciones a campos magnéticos del orden de 100 microT y superiores."
- "A intensidades de campo superiores a 50 microT se han observado resultados positivos creíbles para cambios en concentraciones intracelulares de calcio y cambios más generales en la expresión de genes y en componentes de la transducción de señales."
- "Sin embargo, no se ha observado genotoxicidad reproducible a ninguna intensidad de campo."
- "La conclusión global, basada en la evaluación de estos estudios, es que la exposición a campos eléctricos y magnéticos de 50-60 Hz inducen cambios en células cultivadas sólo a intensidades de campo que exceden las intensidades típicas residenciales en un factor de 1.000 a 100.000."
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Efectos en animales y tejidos
- "No hay una evidencia convincente de que la exposición a campos eléctricos y magnéticos de 60 Hz cause cáncer en animales."
- "Un área en la que hay cierta evidencia de laboratorio de un efecto relacionado con la salud es que animales tratados con cancerígenos muestran una relación positiva entre exposición a campo magnético intenso e incidencia del cáncer de mama."
- "No hay evidencia de ningún efecto adverso sobre la reproducción o desarrollo de animales, en especial mamíferos, por la exposición a campos eléctricos y magnéticos de frecuencia industrial, 50-60 Hz."
- "Existe evidencia convincente de efectos sobre el comportamiento para campos eléctricos y magnéticos considerablemente mayores que los encontrados en ambientes residenciales; sin embargo, no se han demostrado efectos neurocomportamentales adversos de campos aún más intensos.
- "A pesar de la reducción de la concentración de melatonina en sangre y glándula pineal observada en algunos animales, como consecuencia de la exposición a campo magnético, los estudios hechos hasta la fecha en humanos no muestran, hasta la fecha, una evidencia concluyente de que la concentración de melatonina responda de igual manera... En los animales en los que se han observado cambios en la melatonina, no se ha comprobado que los efectos nocivos para la salud estén asociados a la disminución de melatonina relacionada con los campos eléctricos o magnéticos."
En 1999 la Academia Nacional de las Ciencias de Estados Unidos hizo unos comentarios adicionales sobre el tema, cuando se les pidió que revisaran la investigación dirigida por NIEHS bajo la Energy Policy Act de 1992 (el programa denominado EMF-RAPID [A15, A18].
En este informe la Academia Nacional de las Ciencias concluyó [A15]:
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"El programa de investigación biológica de NIEHS llegó a dos importantes conclusiones que reducen en cierta manera la preocupación sobre si el uso de la energía eléctrica podría tener efectos nocivos para la salud...
- La primera contribución fue el esfuerzo para replicar los informes anteriores de efectos biológicos... Todos los intentos de replicación en el programa EMF-RAPID han dado resultados negativos o equívocos...
- La segunda contribución importante fue la finalización de varias investigaciones sobre la relación entre exposición a campo magnético y cáncer a través de experimentos controlados de laboratorio en animales. Casi todos los estudios en animales relevantes para la cuestion del cáncer [y los campos de frecuencia industrial] han aportado resultados negativos incluso a niveles de campo varios órdenes de magnitud más elevados que los niveles típicos de exposición humana."
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"La investigación biológica del EMF-RAPID ha aportado poca evidencia que apoye la hipótesis de que existe una relación entre campos de frecuencia industrial y cáncer...
- Los resultados in vivo no apoyan la existencia de un efecto [de los campos de frecuencia industrial] en la iniciación, promoción o progresión del cáncer...
- No existe evidencia ningún efecto fuerte y replicado sobre el desarrollo del cáncer."
- "Los resultados del programa EMF-RAPID no apoyan la suposicion de que el uso de la energía eléctrica suponga un gran riesgo no reconocido para la salud pública."
- "El comité recomienda que se financie ningún programa de investigación especial adicional sobre los posibles efectos en la salud de los campos magnéticos de frecuencia industrial."
- Ver los comentarios del comité de la Academia Nacional de las Ciencias sobre el informe del "grupo de trabajo" del NIEHS en la siguiente pregunta.
En 1997-98, NIEHS organizó una serie de conferencias científicas para evaluar "los posibles efectos sobre la salud de la exposición a campos eléctricos y magnéticos de frecuencia extremadamente baja". Los informes generados en esas conferencias se utilizaron para ayudar a NIEHS a preparar un informe al Congreso de Estados Unidos (Q27G).
La última de la serie de conferencias organizadas por NIEHS (denominada "grupo de trabajo") evaluó la evidencia de efectos sobre la salud humana siguiendo las reglas de la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (International Agency for Research on Cancer, IARC). El informe del grupo de trabajo [A11]. fue publicado el 30 de julio de 1998 y está disponible en: http://www.niehs.nih.gov/emfrapid/
Al contrario que la mayoría de las aproximaciones actuales a la evaluación del riesgo (ver [Q20], las normas de la IARC utilizadas por el "grupo de trabajo" (ver Tabla siguiente) ponía un gran énfasis en los estudios epidemiológicos y prestaba mucha menos atención a los estudios sobre animales y mecanismos.
El "grupo de trabajo" concluyó de forma unánime que los campos de frecuencia industrial no son un agente de clase 1 o clase 2A de IARC; es decir, que no son un "conocido cancerígeno para humanos" o un "probable cancerígeno para humanos" (ver Tabla siguiente). La mayoría del "grupo de trabajo" concluyó que los campos de frecuencia industrial deben ser clasificados en la categoría 2B de IARC; es decir, que son un "posible cancerígeno para humanos". Otros agentes clasificados de forma similar por IARC como "posibles cancerígenos para humanos" incluyen café, sacarina y el humo de los automóviles. Una substancial minoría del "grupo de trabajo" concluyó que la evidencia ni siquiera era suficiente para clasificar los campos de frecuencia industrial en la categoría 2B de IARC.
De acuerdo con el informe del "grupo de trabajo", la clasificación en la categoría 2B de IARC se basó fundamentalmente en la "limitada evidencia epidemiológica" de que la exposición residencial a campos de frecuencia industrial estaba asociada con leucemia infantil. "Limitada evidencia epidemiológica" significa, según el esquema de IARC, que: "Se ha observado una asociación positiva entre exposición... y cáncer para la que una interpretación causal se considera creíble, pero el azar, sesgos o factores de confusión no pueden descartarse con un grado de confianza razonable."
El "grupo de trabajo" también concluyó que los estudios experimentales en animales "no apoyan ni refutan" los estudios epidemiológicos, y que los estudios sobre mecanismos no proporcionan apoyo a los estudios epidemiológicos.
El "grupo de trabajo" concluyó que la evidencia epidemiológica y experimental es "inadecuada" (ver Tabla siguiente) para sugerir que la exposición a campos de frecuencia industrial es una "posible" causa de cualquier tipo de cáncer aparte de leucemia. El "grupo de trabajo" también concluyó que la evidencia epidemiológica y experimental es "inadecuada" (ver Tabla siguiente) para sugerir que la exposición a campos de frecuencia industrial es una "posible" causa de efectos adversos para la salud humana aparte del cáncer.
Algunos han interpretado las conclusiones del "grupo de trabajo" como una contradicción respecto a lo que en 1996 dijo la Academia Nacional de las Ciencias (Q27E) y en 1999 dijo el NIEHS en su informe al Congreso (Q27G). De hecho, la parte principal del informe del "grupo de trabajo" del NIEHS [A11] es bastante compatible tanto con el informe de la Academia Nacional de las Ciencias [A7] como con el informe del NIEHS de 1999 [A16]. En particular, los tres infomes están de acuerdo en que no se ha establecido ninguna asociación causal entre cáncer y exposición a campos de frecuencia industrial. La aparente diferencia entre los informes es debida a la metodología para la evaluación del riesgo utilizada por el "grupo de trabajo" del NIEHS.
En 1999 la Academia Nacional de las Ciencias hizo unos comentarios sobre el "informe de grupo de trabajo" [A15]. Concluyeron:
"Cuando el informe del grupo de trabajo se considera en detalle, el dramático contraste entre el informe del Comité del Consejo de Investigación [A7] y el informe del NIEHS [A11] -- "no efecto" frente a "probable carcinógeno" -- se reduce; y cuando se tienen en cuenta las diferencias entre los dos procesos de evaluación utilizados, se entienden las diferencias en las conclusiones. Este comité concluye que, sin embargo, las conclusiones de 1997 del informe del comité del Consejo de Investigación transmiten al público de forma más precisa las implicaciones en la salud de la investigación subyacente."
El esquema de clasificación de IARC utilizado por el "grupo de trabajo" se basa fundamentalmente en la evidencia epidemiológica (ver Tabla siguiente y la página web de IARC). La evidencia de carcinogenicidad animal se considera secundaria, y otros tipos de estudios de laboratorio (como los ensayos de actividad genotóxica o epigenética) casi ni se mencionan. Los argumentos de plausibilidad biológica/biofísica prácticamente son ignorados en el esquema de clasificación de la IARC.
Por "posible cancerígeno para humanos", el "grupo de trabajo" del NIEHS quiere decir, explícitamente, categoría 2B de IARC. Tal y como se muestra en la Tabla siguiente, la clasificación en la categoría 2B sólo requiere una débil evidencia epidemiológica de asociación. No es necesaria ninguna confirmación de laboratorio o plausibilidad biológica/biofísica para situar algo en la categoría 2B. De hecho, una vez que en epidemiología se sugiere la existencia de una asociación, "posible carcinógeno humano" es la categoría más baja permitida por el esquema de la IARC.
Es importante reseñar que el "grupo de trabajo" de NIEHS rechazó de forma unánime la conclusión de que los campos de frecuencia industrial fueran "probables" (categoría 2A de IARC) o "demostrados" (categoría 1 de IARC) cancerígenos para humanos.
Categoría |
Datos de apoyo necesarios para la clasificación en el grupo (ver la siguiente tabla para las definiciones de los términos) |
Ejemplos |
Número de agentes clasificados (hasta Dic-2000) |
Categoría 1: El agente es cancerígeno para humanos. | Evidencia epidemiológica suficiente |
Bebidas alcohólicas Asbestos Benzeno Radón, Rayos X Tabaco |
78 |
Categoría 2A: El agente es un probable cancerígeno para humanos. | Evidencia epidemiológica limitada o inadecuada MAS evidencia animal suficiente |
Creosote Humos de diesel Formaldehido PCB's Lámparas bronceadoras |
63 |
Categoría 2B: El agente es un posible cancerígeno para humanos. | Evidencia epidemiológica limitada MAS evidencia animal inadecuada |
Humo de automóviles Cloroformo Café Gasolina Humo de motores Vegetales macerados |
235 |
Categoría 3: El agente es inclasificable en cuanto a su carcinogenicidad para humanos. |
Evidencia epidemiológica inadecuada MAS evidencia animal inadecuada o limitada o No encaja en otro grupo |
Cafeína Polvo de carbón Luces fluorescentes Combustible diesel Mercurio Sacarina, Té |
483 |
Categoría 4: El agente es probablemente no cancerígeno para humanos. |
Evidencia sugiriendo falta de carcinogenotoxicidad tanto en humanos como en animales o Evidencia epidemiológica inadecuada más evidencia sugiriendo falta de carcinogenotoxicidad en animales |
Caprolactan | 1 |
Frase | Epidemiología | Carcinogenicidad animal |
Evidencia suficiente | Se ha establecido una relación causal | Se ha establecido una relación causal en dos especies o en dos estudios independientes |
Evidencia limitada |
Se ha observado una asociación que puede ser causal, pero no se pueden descartar interpretaciones no causales |
Se ha observado carcinogenicidad en animales; pero sólo en un único estudio, o sólo se han visto tumores benignos o tumores con una tasa de aparición espontánea alta |
Evidencia inadecuada |
Los estudios tienen una calidad insuficiente para determinar si existe una asociación o No hay datos en humanos |
Los estudios tienen una calidad o consistencia insuficiente para llegar a una conclusión o No hay datos en animales |
Falta de carcinogenicidad | Múltiples y consistentes estudios negativos, con un amplio rango de exposiciones, que no muestran evidencia de una asociación con ningún tipo de cáncer | Estudios consistentes y negativos en dos o más especies, con un amplio rango de exposiciones, que no muestran evidencia de carcinogénesis. |
El 15 de junio de 1999, el Instituto Nacional de Ciencias de la Salud y el Medio Ambiente de Estados Unidos (NIEHS) hizo público el informe para el Congreso de Estados Unidos "Efectos sobre la salud de la exposición a campos eléctricos y magnéticos generados por las líneas eléctricas" [A16]. El informe se basa en:
- Las cuatro conferencias discutidas en Q27F;
- Una revisión actualizada de los estudios epidemiológicos, animales, celulares y biofísicos (incluso se discute el estudio canadiense sobre leucemia infantil de 1999 (Q19J);
- Consideración de la investigación de laboratorio financiada por el NIEHS bajo el programa denominado EMF-RAPID [A18].
El informe del NIEHS para el Congreso [A16] difiere del informe del "grupo de trabajo" [A11] en varios aspectos:
- El informe para el Congreso da más peso a los estudios animales, celulares y biofísicos que el del "grupo de trabajo".
- El informe para el Congreso no se centra en el criterio y el lenguaje de la IARC [Tabla] que dominaba el informe del "grupo de trabajo".
- El informe para el Congreso es mucho más corto que el del "grupo de trabajo", y utiliza un lenguaje mucho más sencillo de entender por parte de la gente.
El informe está disponible en: http://www.niehs.nih.gov/emfrapid/html/EMF_DIR_RPT/Report_18f.htm
Del resumen ejecutivo:
La evidencia científica que sugiere que la exposición [a campos de frecuencia industrial] supone un riesgo para la salud es débil. La evidencia más fuerte de efectos en la salud proviene de asociaciones observadas en poblaciones humanas con dos formas de cáncer: leucemia infantil y leucemia linfocítica crónica en adultos profesionalmente expuestos. Mientras que el apoyo por parte de estudios individuales es débil, los estudios epidemiológicos muestran, para algunos métodos de medir la exposición, un patrón claramente consistente de un pequeño incremento del riesgo con el incremento de la exposición, que es algo más débil para la leucemia linfocítica crónica que para la leucemia infantil. Por el contrario, los estudios sobre mecanismos y la literatura sobre toxicología animal no consigue mostrar ningún patrón consistente a lo largo de los estudios, aunque se ha informado de hallazgos esporádicos de efectos biológicos (incluyendo un incremento de cáncer en animales). No se ha observado ningún incremento de leucemias en animales de experimentación...
Los estudios epidemiológicos tienen serias limitaciones en su capacidad para demostrar una relación causa-efecto, mientras que los estudios de laboratorio, por su diseño, pueden mostar claramente que causa y efecto son posibles. Virtualmente toda la evidencia de laboratorio en animales y humanos y la mayor parte del trabajo sobre mecanismos realizado en células no consigue apoyar una relación causal entre exposición a niveles ambientales [de campos de frecuencia industrial] y cambios en la función biológica o enfermedades. La ausencia de hallazgos positivos en animales o en estudios sobre mecanismos debilita la creencia de que esta asociación [epidemiológica] sea realmente debida a campos de frecuencia industrial, pero los hallazgos epidemiológicos no pueden ser completamente desestimados.
El NIEHS concluye que la exposición [a campos de frecuencia industrial] no puede ser reconocida como completamente segura debido a la débil evidencia científica de que puede suponer un riesgo de leucemia. En nuestra opinión, este hallazgo es insuficiente para justificar el establecimiento de regulaciones agresivas. Sin embargo, puesto que virtualmente todo el mundo en Estados Unidos utiliza la energía eléctrica y, por lo tanto, está expuesto de forma rutinaria [a campos de frecuencia industrial], se justifican acciones regulatorias pasivas, como un énfasis continuado en la educación tanto del público como de la comunidad de cara a una reducción de la exposición.
De las Conclusiones y Recomendaciones del informe del NIEHS para el Congreso:
Como parte de la evaluación del programa EMF-RAPID sobre los efectos relacionados con la salud [de los campos de frecuencia industrial], un panel internacional de 30 científicos se reunió en junio de 1998 para revisar el peso de las evidencias científicas [Q27F]. Utilizando un criterio desarrollado por la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer [Tabla], ninguno de los miembros del Grupo de Trabajo consideró que la evidencia fuera suficientemente fuerte para etiquetar la exposición [a campos de frecuencia industrial] como un "conocido cancerígeno para humanos" o "probable cancerígeno para humanos". Sin embargo, la mayoría de los miembros de este grupo de trabajo (19 de los 28 miembros) concluyeron que la exposición a [los campos electromagnéticos generados por] las líneas eléctricas es un "posible cancerígeno para humanos". Esta decisión se basa fundamentalmente en la "limitada evidencia de un incremento del riesgo de leucemia infantil con la exposición residencial y un incremento de la incidencia de leucemias linfociíticas crónicas (CLL) asociado con la exposición laboral". Para otros cánceres o problemas de salud no relacionados con cáncer, el grupo de trabajo catalogó los datos experimentales como que proporcionan una evidencia mucho más débil o ningún apoyo para efectos debidos a la exposición [a campos de frecuencia industrial].
El NIEHS coincide en que las asociaciones de leucemia infantil y leucemia linfocítica crónica observadas no pueden ser descartadas fácilmente como hallazgos debidos al azar o negativos. La falta de hallazgos positivos en animales o en estudios sobre mecanismos debilita la creencia de que esta asociación sea realmente debida a los campos de frecuencia industrial, pero este hallazgo no puede ser completamente desestimado. El NIEHS también está de acuerdo con la conclusión de que no hay suficiente evidencia de un riesgo de otros cánceres o problemas de salud no relacionados con cáncer para justificar la preocupación...
El Programa Nacional de Toxicología examina periódicamente las exposiciones ambientales para determinar hasta que punto constituyen un riesgo de cáncer para la salud y genera el "Informe sobre cancerígenos", un listado de agentes que son "conocidos cancerígenos para humanos" o "razonablemente se prevé que sean cancerígenos para humanos". En nuestra opinión, basándonos en la evidencia disponible hasta la fecha, la exposición [a campos electromagnéticos de frecuencia industrial] no estaría incluido en el "Informe sobre cancerígenos" como un agente que "razonablemente se prevé que sea cancerígeno para humanos". Esto se basa en la limitada evidencia epidemiológica y en los hallazgos del programa EMF-RAPID que no indicaban un efecto de la exposción [a campos electromagnéticos de frecuencia industrial] en animales experimentales o una base para un mecanismo para la carcinogénesis.
En relación a posibles acciones regulatorias, el informe del NIEHS para el Congreso indica:
El NIEHS sugiere que el nivel y la fuerza de la evidencia que apoya que la exposición [a campos de frecuencia industrial] es un peligro para la salud humana son insuficientes para justificar acciones regulatorias agresivas; por lo tanto, no recomendamos acciones como una normativa estricta sobre electrodomésticos y un programa nacional para enterrar todas las líneas de transporte y distribución. En su lugar, la evidencia sugiere medidas pasivas como un énfasis continuado en la educación tanto del público como de la comunidad de cara a una reducción de la exposición. El NIEHS sugiere que la industria eléctrica continúe con sus prácticas actuales al instalar líneas eléctricas para reducir la exposición y continúe investigando maneras de reducir la generación de campos magnéticos alrededor de las líneas de transporte y distribución sin crear nuevos riesgos. También alentamos el uso de tecnologías que reduzcan la exposición debida a líneas de distribución locales, siempre que no se incrementen otros riesgos, como los de electrocución accidental o fuego.
El 6 de marzo de 2001, el Comité Nacional de Protección Radiológica (National Radiation Protection Board, NRPB) del Reino Unido hizo público un informe sobre campos de frecuencia industrial y cáncer [A20]. El informe consiste en: "una revisión exhaustiva de los estudios experimentales y epidemiológicos relevantes para evaluar el posible riesgo de cáncer como consecuencia de la exposición a campos electromagnéticos de frecuencia industrial... No contempla la exposición a altas frecuencias ni otros potenciales efectos de la exposición a frecuencias industriales..."
La principal conclusión del informe es que:
"Los experimentos de laboratorio no han proporcionado una buena evidencia de que los campos electromagnéticos de frecuencia industrial sean capaces de producir cáncer y los estudios epidemiológicos sobre personas tampoco sugieren que causen cáncer en general. Existe, sin embargo, cierta evidencia epidemiológica de que una exposición prolongada a niveles altos de campos magnéticos de frecuencia industrial se asocia con un pequeño riesgo de leucemia en niños. En la práctica, tales niveles de exposición se dan rara vez entre el público en el Reino Unido. En ausencia de una clara evidencia de un efecto cancerígeno en adultos, o de una explicación plausible derivada de experimentos sobre animales o células, la evidencia epidemiológica no es en este momento lo suficientemente sólida como para justificar una conclusión firme de que tales campos causan leucemia en niños. Sin embargo, a menos que investigaciones futuras indiquen que este hallazgo es debido al azar o a un artefacto no reconocido, queda la posibilidad de que una exposición intensa y prolongada a campos magnéticos pueda aumentar el riesgo de leucemia en niños."
Respecto a los estudios sobre células el informe concluye que:
A nivel celular no hay una clara evidencia de que la exposición a campos electromagnéticos de frecuencia industrial de los niveles que se suelen encontrar pueda afectar a los procesos biológicos...
No hay una evidencia convincente de que la exposición a tales campos sea directamente genotóxica, ni de que pueda afectar a la transformación de células en cultivo, así que es improbable que pueda iniciar la carcinogénesis...
Aquellos resultados que reclaman haber demostrado un efecto positivo de la exposición a campos magnéticos de frecuencia industrial tienden a mostrar tan sólo pequeños efectos, cuyas consecuencia biológicas no están claras. Muchos de los efectos positivos de los que se ha informado tienen lugar con exposiciones que no es probable que se den habitualmente.
Respecto a los estudios de carcinogénesis animal el informe concluye que:
En conjunto, no se ha observado una evidencia convincente en la revisión de un gran número de estudios sobre animales que apoye la hipótesis de que la exposición a campos electromagnéticos de frecuencia industrial incremente el riesgo de cáncer.
La mayoría de los estudios muestran una ausencia de efectos de los campos magnéticos de frecuencia industrial en leucemia o linfoma en roedores...
Estudios posteriores no han hallado efectos en la progresión de células leucémicas trasplantadas en ratones o ratas...
Un amplio estudio reciente informó de la ausencia de efectos de la exposición a campos magnéticos de frecuencia industrial en tumores del sistema nervioso inducidos químicamente en ratas. Además, la baja incidencia de tumores cerebrales en tres amplios estudios recientes sobre ratas no aumentaba por la exposición a campos magnéticos.
Respecto a los estudios sobre tumores [además de leucemia y tumores cerebrales], la evidencia es casi uniformemente negativa.
Respecto a los estudios sobre melatonina el informe concluye que:
La mayor parte de la evidencia en voluntarios sugiere que la exposición a campos magnéticos de frecuencia industrial no retrasa ni suprime los ritmos de la melatonina...
La evidencia de un efecto de la exposición a campos magnéticos de frecuencia industrial sobre los niveles de melatonina y el estado reproductivo dependiente de la melatonina en animales con reproducción estacional es ampliamente negativa.
Respecto a los estudios sobre el sistema inmune el informe concluye que:
No hay una evidencia consistente de ningún efecto inhibidor de los campos magnéticos de frecuencia industrial en aquellos aspectos de la función del sistema inmune relevantes para la supresión de tumores...
Respecto a los estudios epidemiológicos de exposición residencial el informe concluye que:
Estudios recientes, amplios y bien realizados han proporcionado una evidencia mejor de la que estaba disponible anteriormente sobre la relación entre exposición a campos magnéticos de frecuencia industrial y riesgo de cáncer. Tomados en conjunto sugieren que las relativamente elevadas exposiciones promedio de 0,4 microT o superiores están asociadas con la duplicación del riesgo de leucemia en niños por debajo de 15 años de edad. Sin embargo, la evidencia no es concluyente...
Los datos sobre tumores cerebrales provienen de algunos de los estudios que también investigaban leucemia o de otros que se centraban exclusivamente en estos tumores. No proporcionan una evidencia comparable de una asociación...
No hay ninguna razón paa creer que la exposición residencial a campos electromagnéticos está involucrada en el desarrollo de leucemia o tumores cerebrales en adultos.
Respecto a los estudios epidemiológicos de exposición laboral el informe concluye que:
Aunque algunos estudios publicados de exposición laboral a campos electromagnéticos y riesgo de cáncer tienen, en lo principal, una metodología adecuada, y algunos de ellos tienen una potencia estadística considerable, no han establecido una relación causal entre tal exposición y un incremento de la incidencia de tumores de ningún tipo. Los excesos, cuando los hay, son generalmente modestos y están básicamente restringidos a leucemia y tumores cerebrales.
La evidencia de algún riesgo de tumores cerebrales es conflictiva, incluso la de los estudios más potentes.
Hay muy pocos datos fiables sobre este asunto. Ha habido estudios de "propiedad comparada", pero cualquiera de los estudios realizados antes de 1991 (cuando se publicó el de London y col. [C12] podrían ser irrelevantes. Desde 1991 se ha publicado un estudio de valor comparado [L5] y se ha presentado otro en un congreso [L8]. Ninguno de los estudios muestran evidencia de un impacto de las líneas de transporte sobre el valor de las propiedades. Sin embargo, ambos estudios indican que muchos propietarios piensan que habrá un impacto, particularmente si la preocupación en torno a los efectos en la salud se hace pública.
Parece que la presencia de líneas de transporte de energía eléctrica y subestaciones puede afectar negativamente al valor de las propiedades si ha habido publicidad local recientemente sobre la preocupación por la salud o el valor de las propiedades. Parece menos probable que la presencia de configuraciones de cable altas de líneas de distribución del tipo que han sido correlacionadas con cáncer infantil en los estudios americanos pudiera afectar al valor de las propiedades, dado que pocas personas reconocerían su existencia. Si los compradores empiezan a solicitar medidas de campo magnético no se sabe lo que puede suceder, porque aunque las medidas son relativamente fáciles de realizar (Q29), son prácticamente imposibles de interpretar.
Los campos magnéticos de frecuencia industrial se miden con un gaussímetro calibrado. Los medidores empleados por los profesionales de la salud medioambiental son demasiado caros para el uso doméstico. Un equipo apropiado para uso doméstico debería cumplir los siguientes criterios:
- Un grado razonable de precisión (+/- 20% parece razonable para el uso doméstico).
- Medir el valor rms (eficaz) real, en caso contrario, si la forma de onda no es sinusoidal, las medidas pueden estar exageradas.
- Respuesta en frecuencia hecha a la medida, porque si el medidor tiene un ancho de banda demasiado grande, campos de altas frecuencias generados por pantallas, televisiones, etc. pueden confundir las medidas.
- Responder correctamente a las sobrecargas; si el medidor está sometido a un campo muy intenso debe avisarlo, no sólo dar lecturas al azar.
- Un campo eléctrico intenso no debe afectar a la medida del campo magnético.
Los medidores que reúnen estos requerimientos son caros, y los medidores baratos pueden ser poco fiables. En 1994 una revisión realizada por el Estado de Iowa [F15] encontró un medidor fiable para el uso público por 450 dólares. Para el experto, o no experto, que tenga un buen multímetro y sepa usar una hoja de cálculo, el informe del estado de Iowa indicaba que se podría conseguir un buen equipo por unos 115 dólares [F15].
A veces se ha sugerido que se puede enrollar un cable y usar altavoces o un multímetro de alta impedancia para medir campos de frecuencia industrial. Esto no es correcto; mientras que un físico o un ingeniero experto puede anticipar y corregir la no linealidad y la interferencia, éste es un método poco razonable para una persona media, aunque esté técnicamente preparada.
Las medidas se deben realizar con un gaussímetro calibrado (Q29), en múltiples puntos y durante un periodo de tiempo sustancial, ya que hay grandes variaciones de los campos en el espacio y el tiempo. Afortunadamente, el campo magnético es mucho más fácil de medir que el campo eléctrico. Esto se debe a que la presencia de objetos conductores (incluyendo el cuerpo del que realiza la medida) distorsiona el campo eléctrico y dificulta las medidas. Esto no ocurre con el campo magnético.
Es importante para la persona que está midiendo entender la diferencia entre emisión y exposición. Esto puede parecer obvio, pero mucha gente, incluyendo algunos científicos y físicos expertos, colocan el medidor junto a la fuente y comparan ese número con una normativa de exposición. Además, si el instrumento no es isotrópico la técnica de medida debe compensarlo.
En el caso de líneas de distribución y transformadores, los campos magnéticos pueden variar considerablemente a lo largo del tiempo, ya que los campos son proporcionales a la corriente del sistema. Una caracterización razonable tiene que hacerse a lo largo de un tiempo, conociendo el consumo eléctrico anterior y actual.
Este documento se ocupa principalmente de los campos sinusoidales de 50 ó 60 Hz. Sin embargo, hay ciertos puntos generales que son aplicables a otros tipos de fuentes de campos electromagnéticos.
Los principios básicos y los datos discutidos en este documento se pueden aplicar, en general, a emisiones de frecuencia entre 1 Hz y 30.000 Hz (30 kHz). El mayor problema que se encuentra cuando se trata con emisiones de baja frecuencia no industrial es que las corrientes inducidas por los campos magnéticos variables en el tiempo dependen de la frecuencia y de la forma de onda, así como de la intensidad. Cuando aumenta la frecuencia también lo hacen las corrientes inducidas. Por eso las recomendaciones de seguridad cambian con la frecuencia [M4, M5]. Por ejemplo, la recomendación de exposición al campo magnético de la NRPB [M4], que para 60 Hz es de 1.330 microT, aumenta a 80.000 microT a 1 Hz y disminuye a 80 microT a 3 kHz.
Es más complicado estimar las corrientes inducidas por campos de frecuencia extremadamente baja con forma de onda no sinusoidal, porque la magnitud de las corrientes inducidas depende de la velocidad de cambio del campo magnético. Así pues, una onda de forma cuadrada de la misma frecuencia y amplitud que una sinusoidal inducirá una corriente mucho mayor.
Los campos eléctricos y magnéticos estáticos, así como los campos de frecuencia menor de 1 Hz se describen en otro documento de preguntas más frecuentes denominado "Preguntas más frecuentes sobre campos eléctricos y magnéticos estáticos y cáncer"
(http://www.mcw.edu/gcrc/cop/campos-estaticos-cancer/toc.html).
Para normas y legislación sobre exposición residencial y laboral a campos estáticos, ver las recomendaciones de ICNIRP [M7].
Por encima de 30 kHz, nos movemos en el rango de la radiofrecuencia y microondas, y aparecen aspectos biofísicos y biológicos [M1, M3] que no están dentro del ámbito de este documento. En primer lugar, cuando la longitud de la onda se va haciendo más corta hay que considerar la radiación no ionizante, además de los campos eléctricos y magnéticos. En segundo lugar, cuando la frecuencia aumenta hasta el rango de MHz, no puede ignorarse el calentamiento debido a corrientes eléctricas inducidas.
Por lo que sabemos, no hay revisiones actualizadas sobre los efectos biológicos de radiofrecuencias y microondas en la salud humana, excepto "Preguntas más frecuentes sobre antenas base de telefonía móvil y salud humana"
(http://www.mcw.edu/gcrc/cop/telefonos-moviles-salud/toc.html).
Algunos de los aspectos generales de la exposición a radiofrecuencias y microondas se tratan en las preguntas Q2, Q3 y Q7. Para normas y recomendaciones sobre la exposición laboral y ambiental a emisiones de radiofrecuencia y microondas, ver las normas ICNIRP [M3].
Henshaw y col. [H25, H52] han especulado que los productos radiactivos de la desintegración del radón [H25] y otras partículas aéreas potencialmente cancerígenas [H52] podrían ser atraídas hacia las fuentes de campos eléctricos de frecuencia industrial intensos, y que podrían aumentar la exposición a esos agentes cancerígenos cerca de líneas eléctricas de alta tensión. Incluso afirman que esto proporciona un mecanismo para la asociación entre líneas eléctricas y leucemia infantil.
En 1999, Henshaw y col. [H53] modificaron su hipótesis para sugerir que los iones producidos por el efecto corona de las líneas eléctricas de alta tensión podrían adherirse a aerosoles contaminantes (por ejemplo, el humo del motor de los vehículos) e incrementar la probabilidad de que estos contaminantes se depositen en los pulmones. Los autores no han presentado de momento ninguna evidencia de que el aumento de la exposición a contaminantes ocurra realmente; y no han ofrecido un mecanismo plausible por el cual ese aumento, si es que ocurre, conduciría a un incremento de leucemia infantil.
La observación básica de un aumento en la deposición de aerosoles que contienen productos de la desintegración del radón sobre fuentes de campo eléctrico (no magnético) muy intensos es verosímil [H54]. Sin embargo, hay importantes problemas teóricos con la hipótesis de Henshaw/Fews que indican que es extremadamente improbable que los mecanismos propuestos produzcan efectos nocivos para la salud en las condiciones de exposición que se dan en la vida real [H28, H40, H54, H61, L47].
Existen problemas puntuales con la sugerencia de que la hipótesis de Henshaw/Fews podría explicar la supuesta conexión entre líneas eléctricas y leucemia infantil:
- Las viviendas situadas a lo largo de líneas eléctricas no parecen tener campos eléctricos elevados [C6, C12], y son campos eléctricos elevados (más que magnéticos) lo que requiere la hipótesis de Henshaw y col.
- No hay ninguna evidencia de que niños que viven a lo largo de líneas eléctricas pasen suficiente tiempo en el exterior situados en campos eléctricos intensos como para que la deposición de partícula alguna sea biológicamente significativa [C44, C46, H54, H61, L47].
- Los estudios epidemiológicos residenciales que han tenido en cuenta tanto el campo eléctrico como el magnético han encontrado que la asociación (cuando hay alguna) es con el campo magnético, no con el eléctrico [C6, C12].
- Una exposición elevada a radón está relacionada con cáncer de pulmón en adultos (sobre el cual no se ha informado que se incremente cerca de líneas eléctricas) [L20], pero no está asociado con leucemia infantil [L33, L40, L41].
- En el exterior de la vivienda los campos eléctricos de las líneas eléctricas podrían ser lo suficientemente intensos como para concentrar aerosoles de productos de la desintegración del radón, pero la concentración exterior de radón es, en general, muy baja.
- Martinson y col. [F20], usando dosímetros de estado sólido, han demostrado que los niveles de radiación ionizante no son mayores alrededor de las líneas eléctricas de alta tensión, y Burgess y col. [F23] han obtenido resultados similares.
- Miles y Algar [F31] y McLaughlin y Gath [L46] también midieron los productos de la desintegración del radón bajo líneas eléctricas de alta tensión y hallaron que la concentración no era elevada.
Usar la hipótesis de Henshaw/Fews esto para explicar el supuesto incremento de cáncer en algunas profesiones eléctricas presenta todavía mayores problemas:
- Nadie ha encontrado una asociación consistente entre cáncer y exposición laboral a campos eléctricos.
- Una mayor exposición a radón y a contaminantes en forma de aerosol aumentaría el cáncer de pulmón, piel y boca/garganta [L20], ninguno de los cuales ha sido encontrado en exceso en profesiones eléctricas.
En una carta a la revista en la que Henshaw publicó su hipótesis original, Jeffers [H40] comentó:
"Aunque los fenómenos demostrados por Henshaw y col. son interesantes... sus propios datos muestran que los campos continuos (DC) son mucho más efectivos para depositar aerosoles [que contienen radón] que los campos alternos (AC). Los campos continuos que se dan de forma natural y la intensidad de los campos alternos artificiales se conocen bien y llevan a pensar que, incluso para gente expuesta en el trabajo a campos alternos elevados, la acumulación adicional de aerosoles [que contengan radón] no es probable que supere un pequeño tanto por ciento..."
Al principio de los años 80 apareció en Noruega un síndrome, ahora llamado "sensibilidad a la electricidad" o "electrosensibilidad", entre las personas que usaban pantallas de visualización. En Suecia, "el problema ha crecido hasta proporciones epidémicas", según un autor [L25], pero hasta hace poco existían pocos informes de este síndrome en otras partes del mundo [L38]. Los informes iniciales se referían sobre todo a reacciones transitorias en la piel, pero en los últimos años el síndrome ha incluido síntomas del sistema nervioso central, respiratorio, cardiovascular y digestivo [L25, L38]. En los estudios doble-ciego publicados hasta la fecha, los pacientes que decían tener "sensibilidad a la electricidad" han sido incapaces de sentir de forma consistente si una pantalla oculta estaba encendida o apagada [L25, L30]. Algunos consideran que el síndrome es, muy probablemente, una enfermedad psicosomática [L25].
En una revisión de 1999, Silny [L38] observa que:
- El fenómeno de la "hipersensibilidad eléctrica" no puede explicarse por ningún mecanismo conocido, ya que el umbral para interacciones conocidas es por lo menos 50 veces superior a los niveles de exposición reales.
- La prevalencia del síndrome varía en un rango de 1.000 ó más entre países que tienen niveles de exposición comparables (por ejemplo en Suecia hay más de 1.000 casos por millón frente a menos de 2 casos por millón en Italia, Francia y Gran Brataña).
- El patrón de los síntomas varía de un país a otro (por ejemplo, en Suecia la mayoría de los casos refieren síntomas cutáneos, mientras que en Dinamarca se refieren a una gran variedad de síntomas).
- Los tipos de exposición que causan el síndrome varían de un país a otro (por ejemplo, en Suecia y Finlandia el síndrome se asocia bastante con trabajar con pantallas de visualización, mientras que en Alemania el síndrome se asocia con fuentes de frecuencia industrial y torres de transmisión de radio y televisión)
Esta no es una pregunta para la cual este documento pueda dar una respuesta directa. Su objetivo es sugerir ideas para contestarla y proporcionar un resumen referenciado y actualizado de lo que la ciencia conoce y desconoce en este momento.
De los estudios científicos se pueden extraer ciertas conclusiones:
- Existe un amplio consenso en la comunidad científica de que no se ha establecido una relación causal entre exposición residencial a campos de frecuencia industrial y riesgos para la salud humana.
- Existe un amplio consenso respecto a que no ha sido y no puede ser demostrado que la exposición a estos campos sea absolutamente segura.
- También existe un creciente consenso de que si hay un peligro para la salud, éste o es muy pequeño o está restringido a pequeños subgrupos; es decir, la posibilidad de un riesgo grande y generalizado ha sido descartada.
- La controversia científica se centra en si la peligrosidad de los campos de frecuencia industrial puede ser demostrada en futuros estudios; y otros aspectos, como qué estudios adicionales deben realizarse y qué prioridad hay que dar a estos estudios.
A pesar de los conocimientos científicos, la controversia pública se mantiene [L21]. Esto se observa en las continuas batallas legales sobre cánceres supuestamente originados por la exposición a campos de frecuencia industrial [L23] y por la pública oposición que encuentra cualquier tentativa de construir o aumentar la capacidad de líneas eléctricas [L22]. La inquietud del público se mantiene en base a informaciones contradictorias difundidas por los medios de comunicación, por la incapacidad de los científicos para garantizar que no existe riesgo y por declaraciones de que es necesario continuar investigando por parte de autoridades científicas y gubernamentales. Esta preocupación pública es apoyada por libros tendenciosos, que alegan que ha habido un complot para ocultar los riesgos para la salud de los campos de frecuencia industrial [L3, L24].