Edición 2012 - Número 257
Aula Cultural "Radio Campus" de la Universidad de La Laguna
[[[AVISO: Con fecha 01/12/2018 se recibió solicitud formal de eliminación de este artículo por parte del entrevistado que ha sido atendida parcialmente con fecha 18/12/2018 a decisión de la junta de ARP-SAPC, por lo que se han eliminado el nombre y las referencias personales que abrían esta entrevista. El resto del contenido permanece íntegro y sin alteraciones]]]
[CONTENIDO ELIMINADO]
... Es autor de numerosos artículos publicados en revistas especializadas y del ensayo El Nacionalismo ¡vaya timo! (Laetoli, Pamplona, 2012).
Para empezar ¿cómo surge la idea de abordar un tema tan polémico como el del nacionalismo?
Mi interés por este asunto se remonta al año 2006, cuando estábamos en pleno proceso de redacción de un nuevo estatuto de autonomía para Cataluña. En los medios se discutía constantemente sobre el significado del término nación y sobre cuestiones relacionadas con el nacionalismo. Siempre he pensado que la filosofía no debe dedicarse a resolver problemas académicos que no interesan a casi nadie, sino que debe intentar comprender el mundo que le rodea. De esa idea es de donde surge el proyecto de escribir un libro sobre un fenómeno con el que convivo cada día.
¿No es un poco arriesgado calificar de "timo" una ideología que cuenta con tantos seguidores, sean del signo que sean?
Lo importante no son las opiniones de la mayoría, sino la verdad. Aunque ésta pueda ofender a muchos. Durante cientos de años millones de personas pensaron que la Tierra era plana, pero se equivocaban. Si la filosofía y la ciencia estuvieran limitadas por los prejuicios de la gente, entonces nunca avanzaríamos. Que el nacionalismo sea un “timo” no significa que sus seguidores sean unos “timadores”, simplemente son personas que siguen unas ideas que, según mi parecer, son equivocadas. El pensamiento crítico no debe tener miedo de enfrentarse con aquello que la mayoría da por supuesto, sino que su función básica es que nos cuestionemos nuestros prejuicios.
¿Es el nacionalismo una forma de religión?
El nacionalismo es una religión política. Sus seguidores son creyentes en una “nación” que sólo existe en sus mentes. “Cataluña” o “España” son mucho más plurales y ricas que la visión simplificadora que los nacionalistas tienen de ellas, ya que únicamente se fijan en unos rasgos determinados, como la lengua o el folclore, y olvidan otros que no les interesa destacar. Esta naturaleza irracional del nacionalismo es lo que hace tan difícil un diálogo con sus partidarios.
En tiempos de crisis -el período de entreguerras, quizá en la actualidad- ha habido movimientos que han rechazado el racionalismo y la ciencia en beneficio de creencias vinculadas al ensalzamiento de los valores del pueblo o la raza ¿podemos hablar de causa y efecto?
Cuando el racionalismo, la ciencia y el pensamiento crítico son débiles su lugar es llenado por las pseudociencias, la religión e ideologías de la división y del enfrentamiento como el nacionalismo. Desgraciadamente en la actualidad el discurso postmoderno nos quiere hacer creer que todo es igual, que es lo mismo el chamán que el médico. Eso no es progresismo, sino que nos conduce al fascismo del conocimiento, porque cuando se pierde la noción de una verdad objetiva se acaba imponiendo la verdad de los más fuertes, de aquellos que tienen la capacidad de hacer que sus ideas se oigan más que las de los otros.
¿Corremos el riesgo de nacionalismos virulentos como los de la Alemania nazi o las facciones del conflicto balcánico de los años noventa?
Afortunadamente diría que no. El nacionalismo es hoy una ideología en decadencia. El protagonismo histórico de esta doctrina ya ha pasado. En un mundo cada vez más globalizado no tiene sentido. Pero pueden seguir existiendo grupos radicalizados que nos den problemas, aunque los nacionalismos de Estado son cada vez más débiles.
¿El nacionalismo se cura viajando y leyendo?
El nacionalismo se cura pensando sobre él, leyendo y cuestionándonos nuestras ideas previas. Pero eso es algo que muy pocos nacionalistas están dispuestos a hacer. Es más fácil descalificar al adversario o ignorarle. Lo que sí es cierto es que es una ideología que cala en personas que se sienten muy vinculadas a un lugar. Hay mucha gente, y muchos medios de comunicación, a los que les interesa que el enfrentamiento que genera el nacionalismo siga existiendo porque éste les beneficia políticamente.
¿Cuáles han sido las reacciones en torno a su obra?
Todavía es pronto para valorarlas. De momento la mayoría de gente que se ha puesto en contacto conmigo me ha felicitado por su publicación.
Para terminar ¿qué le diría a aquellas personas que están leyendo esta entrevista, para animarles a darle una oportunidad a su libro?
Diría que este no es el típico libro donde se critica a los nacionalismos periféricos españoles. Su planteamiento es mucho más radical e innovador. En él se hace una crítica a la ideología nacionalista, no a un nacionalismo concreto, sino a todo nacionalismo. También al español. Está escrito en un estilo claro y ameno para que cualquier persona pueda leerlo. Es un ensayo que nos hace cuestionarnos nuestras ideas previas sobre el tema y que nos ayuda a entender el mundo en el que vivimos.