El Escéptico Digital - Edición 2013 - Número 270
Vimes
(Artículo publicado originalmente en la bitácora Así habló Cicerón).
Cuando yo era joven e inocente el movimiento escéptico me impresionó. Un grupo de personas que divulgaban ciencia y luchaban contra la religión y las estafas desde el atril de la objetividad y la imparcialidad. Wow. No podía por menos de encantarme. El problema es que luego crecí y aprendí algunas cosas sobre objetividad, privilegio y control del discurso. También me bajé del pedestal adolescente al que mi supuestamente perfecta y no sesgada razón me había subido. Y descubrí con sorpresa que muchos escépticos, algunos de los cuales me doblan en edad y experiencia, siguen encaramados ahí.
Entiéndaseme bien. No voy a dejar de ser escéptico. No voy a volverme religioso ni a empezar a tratarme con homeopatía: antes al contrario, voy a seguir rechazando la superchería como mentirosa y dañina. Pero miro a mi alrededor, a mis compañeros del movimiento escéptico (y aquí el masculino no se está empleando como genérico inclusivo) y me invade una triste desazón. El escepticismo como movimiento tiene problemas muy graves de empatía, de desconexión con los problemas sociales y de conciencia. Voy a advertir de algunos de ellos.
1.- El movimiento escéptico parece haber convertido la razón en un fin en sí mismo, cuando no es más que un medio. En general es un medio que se usa poco, cierto, y cuya utilización hay que promover. Pero igual que uno no usa un destornillador para apretar una tuerca, hay problemas donde la empatía y la escucha atenta son respuestas mucho mejores que la aplicación a bocajarro de silogismos. Más que nada porque si no entiendes un problema no puedes proponer soluciones adecuadas al mismo, por muy correcta que sea tu forma de pensar.
Imagina que una víctima te cuenta que ha sufrido un delito. No tiene que ser algo particularmente traumático, como una violación, un maltrato o un intento de asesinato: puede ser que a tu interlocutor le han sacado una navaja para robarle la cartera. Si tu respuesta es “si no hubieras hecho tal o cual cosa no te habría pasado” esa persona te va a mandar a la mierda, con toda la razón. Porque, aunque sea totalmente cierto (los actos de la víctima están en la cadena causal que desemboca en el delito) lo que tu interlocutor necesita en ese momento no es eso. Una respuesta empática habría sido mucho mejor. Y exigir un rebatimiento racional de tu argumento no va a ayudar, por cierto.
Mucho escéptico hace exactamente eso cuando se le habla de un problema social, especialmente (pero no solo) si tratamos de feminismo. Si una mujer se siente preterida y rechazada en los eventos escépticos la respuesta no es explicarle por qué no se tiene que sentir así. La respuesta es dejar que hable y se explaye sobre por qué está incómoda en esos eventos. Y si varias mujeres dicen lo mismo igual es entonces el momento de asumir que hay un problema y desarrollar racionalmente medidas para solucionarlo.
2.- La aplicación sesgada e interesada de la racionalidad es en realidad un subproducto de la composición demográfica del movimiento escéptico, mayoritariamente formado por varones con todo el resto de privilegios, incluido el económico. Si en un grupo sólo hay varones heterosexuales y con dinero, los problemas que se traten serán los propios de varones heterosexuales y con dinero. Nadie va a hablar de amor romántico o de preferentes, sino de que la Constitución de Carolina del Norte no permite a los ateos ocupar cargos públicos o de que un homeópata estafó a su abuela.
He escogido los términos de la comparación de forma consciente. Las preferentes, igual que la homeopatía, son productos que se colocan aprovechando los sesgos cognitivos y la necesidad de los clientes para engañarles: ni las preferentes salían rentables ni la homeopatía cura. En cuanto al amor romántico, es algo que, igual que la religión, permea toda nuestra cultura, se promociona como algo bueno y en la práctica mata. El movimiento escéptico podría ocuparse perfectamente de las cuatro cosas, pero sólo trata de dos de ellas. ¿Por qué? Lógicamente, porque no hay nadie autorizado pidiendo aumentar el abanico de temas.
La respuesta del movimiento cuando se señala esto suele ser la misma: “nosotros estamos abiertos, que se incorpore quien quiera y promueva temas”. En general es lo que responde cualquier grupo cuando se le acusa de endogámico, y la respuesta obvia la forma en que está constituido el movimiento. Si no hay más mujeres científicas y racionales entrando en asociaciones escépticas es porque las ven hostiles, porque cada vez que se habla de discriminación, patriarcado o micromachismos salta la marea de bloggers y tuiteros diciendo que si feminazis y que si psicología evolucionista. ¿A cuántas mujeres ha alejado del movimiento Richard Dawkins con sus hipócritas denuncias de la situación de la mujer si y solo si la culpable es la religión musulmana?
3.- Ya alejado de su deficiente tratamiento de problemas sociales que caen en su ámbito de trabajo, el movimiento escéptico tiene un indudable problema de fragmentación. Es incapaz de plantear una acción colectiva más poderosa que una firma en Change.org o alguna manifestación muy puntual. Creo que el problema es el enorme ego de mucho escéptico. Los turnos de preguntas de los Escépticos en el Pub a los que he asistido lo muestran bastante bien: la mayoría de los que intervienen aprovechan para soltar una miniconferencia, mencionar falacias sacadas de Wikipedia y/o tratar de pillar al ponente en un renuncio.
Esto no significa negar que en el movimiento haya líderes de facto, claro. Los hay y no hace falta que diga quiénes son, pues todos los conocemos. Son normalmente los escépticos más agresivos, y es esta agresividad la que se celebra. No digo que eso sea malo; creo que un movimiento necesita virulencia y gente capaz de soltar diatribas. Pero se trata casi más de dirigentes morales, incapaces de hacer nada efectivo para plantear acciones colectivas, porque en eso chocan con el ego de los miembros de base. Como si crear comunidad o realizar acciones multitudinarias fuera algo propio de magufos y religiosos.
Por la misma razón el movimiento es incapaz de expandirse. Está aquí para quien lo busque, pero ¿cuántas acciones efectivas de promoción y captación se dan? Los eventos, charlas y conferencias en bares están muy bien, pero son para la gente de dentro. Alguna acción puntual se ha tomado: la serie de programas Escépticos (emitida por EiTB), los libros de la colección “¡Vaya timo!”, el activismo científico dentro de IU, el hashtag #NoSinEvidencia o el Proyecto Antenas Albacete, pero se trata de excepciones con nombre y apellido, no de la regla. Además, son mayoritariamente actividades de promoción, no de captación, y con un alcance limitado: hay pocos intentos de atraer nuevos socios y construir grupos de activismo de base. Y cuando aun así la gente se acerca, ¿a cuántos se espanta con insultos y condescendencia?
Esto hace que el movimiento escéptico me parezca cada vez más algo banal. Sí, está muy bien meterse con magufos en Twitter y escribir el enésimo post contra la homeopatía, pero si no somos capaces de crear masa y de promover de verdad el pensamiento crítico (a ser posible también entre la señora de cincuenta años que es ama de casa y el inmigrante que no tiene trabajo fijo) estamos haciendo el canelo. Somos cuatro gatos, estamos encantados de serlo y no estamos haciendo nada para ampliar nuestro número.
El escepticismo es necesario. En España, con una derecha que impone el catecismo a golpe de boletín oficial y una izquierda que contesta con reiki y biodanza, necesitamos pensamiento crítico como agua de mayo. El escepticismo debe permear todos los movimientos sociales, y debe ir también (e incluso yo diría que principalmente) hacia dentro. Pero tenemos un movimiento escéptico que no responde a esta necesidad. Encantado de haberse conocido, encabalgado en una presunta objetividad que no es tal y sin intención de cambiar, el movimiento no sirve hoy por hoy más que para calmar egos.
Ahora mismo los escépticos no somos capaces de dar respuesta a ninguna de las mentiras que nos intentan colar desde todas partes. Tenemos problemas muy graves de funcionamiento, y sólo podremos resolverlos si nos miramos en un espejo con ojos críticos. La primera labor de un escéptico debe ser examinarse a sí mismo y a los grupos a los que pertenece y preguntarse qué va mal.
Pero bueno, supongo que cuestionarse uno mismo es más difícil que criticar a Boiron o reírse del papa.
(Tengo que agradecer esta entrada a malos escépticos como @El__Yayo o @LatveriasDoom, así como a una persona que ha preferido no ser citada)
URL: http://asihablociceron.blogspot.com.es/2013/12/esceptico-hacia-el-movim…