Edición 2012 - Número 253
Aula Cultural "Radio Campus" de la Universidad de La Laguna
Diego Zúñiga
¿Cuántos años llevas en las trincheras del escepticismo?
Empecé en esto el año 2000, cuando empezamos a darle vida a "La Nave de los Locos", la revista sobre pseudociencias que decidimos publicar con mi amigo, el abogado Sergio Sánchez. En esa época la ufología en Chile estaba en su auge, había varios grupos con miembros muy activos que se dedicaban a propalar toda suerte de demencialidades por la prensa. Nosotros pensábamos entonces, y lo seguimos pensando ahora, que la gente será libre realmente de elegir una postura sobre determinado tema, aunque sea algo tan superfluo como los OVNIS, sólo cuando conozca cabalmente las dos caras de la moneda. Queríamos mostrar la otra cara, por así decirlo, la "cara oculta" de la racionalidad, donde abundan autores interesantes, tópicos apasionantes y debates entretenidos. Desde entonces desarrollamos esta revista hasta que la ola ufológica pasó, las locuras menguaron un poco y la moda de los marcianitos se olvidó. Seguiremos sacando la revista, contra viento y marea, mientras nos alcancen las ganas. Entre medio conocí a gente muy valiosa que engrandeció más mi experiencia escéptica. Participé activamente, de hecho, en la Primera Conferencia sobre Pensamiento Crítico que se realizó en Buenos Aires, el 2005. Eso fue enriquecedor. También editamos "Perspectivas", junto al escéptico mexicano Luis Ruiz Noguez y al también escéptico brasileño Kentaro Mori.
En este tiempo ¿cómo percibes los derroteros que ha ido tomando la divulgación del pensamiento crítico y la lucha contra las pseudociencias?
Al menos en Chile puedo decir que hemos ganado espacios en términos de divulgación crítica. La prensa se traga ruedas de carreta siempre, ¿no? Pero ahora al menos se demoran más en tragárselas. Digo, muchas veces hemos evitado que se publiquen tonteras en los medios y en otras ocasiones hemos podido entregar nuestro punto de vista, de manera tal que se abren ventanas de diálogo con los lectores o los televidentes. La lucha contra las pseudociencias es una lucha titánica, yo diría casi quimérica. Estamos en desventaja, siempre lo hemos estado. Es una pelea casi imposible, porque la fuerza comunicativa de los divulgadores pseudocientíficos, su llegada en los medios y la receptividad que tiene la gente hacia ese tipo de cosas nos superan por mil. Pero precisamente por eso la lucha es más importante y es hasta más hermosa: somos más pequeños en términos de cantidad, eso con certeza, pero por ganas, entusiasmo y sobre todo argumentos, difícilmente nos podrán ganar. Digo, si lo miras de forma retrospectiva, siento que hemos ganado mucho espacio. Esos pequeños pasos son importantísimos.
Centrándonos en una experiencia concreta ¿qué podrías contar para quienes no la conozcan de la experiencia de "La Nave de los Locos"?
"La Nave de los Locos" nació como la delirante idea de dos amigos, Sergio Sánchez y quien les habla, por hacer algo nunca antes hecho en Chile: una revista sobre pseudociencias desde una perspectiva crítica. Nos pusimos como meta no vender 10 mil ejemplares al mes, sino intentar hacer algo de calidad. Esperamos haberlo logrado. Se trata de un trabajo sin remuneración, donde ocupamos a gusto nuestro tiempo libre. Los que escriben en la revista lo hacen con placer y por placer. Nos encanta hacer La Nave, nos ha enseñado un montón y muy especialmente, nos ha permitido conocer gente maravillosa de distintos países del mundo. El intercambio cultural que genera una experiencia como ésta es impresionante. Hasta ahora llevamos 37 números editados, el último de gran calidad técnica gracias a que lo pusimos a la venta en Lulu.com (http://www.lulu.com/product/paperback/la-nave-de-los-locos-n%C2%B0-37/1…). Llevamos ya 10 años, más de mil páginas publicadas, dos ediciones especiales, más de 50 traducciones del francés, inglés y portugués de autores de Europa, Australia, Sudamérica… Todo eso nos ha permitido también participar en debates, en programas de televisión y en charlas. Ha sido muy enriquecedor, realmente.
¿Hay todavía personal como para tripular nuevas naves de locos?
Cada vez menos, por desgracia. Pero sigue quedando. Sucede que nuestro tema principal, los OVNIS, están en franca decadencia. En parte porque la ufología sigue un ciclo de auge-decadencia que ha sido bien estudiado, y en parte porque en realidad el tema está un poco manoseado y ha terminado por saturar a la gente. No hay casos interesantes porque ya la ufología lo ha entregado todo, ¿no? Los marcianos hasta entraron a los dormitorios en los noventa, así que ya mucho no queda por inventar. De hecho, nuestro último número de La Nave fue precisamente sobre este tema. ¿Se murió la ufología? Yo postulo que sí, otros colegas dicen que volverá pronto. Pero como el tema está medio flojo y en Chile por suerte nos estamos preocupando de otros asuntos, como la educación, la salud y mejorar la calidad de vida, las sandeces han tendido a desaparecer. Ya ni el chupacabras se aparece. Una lástima, ja.
¿Cómo está la cuestión del escepticismo en Chile?
Toma fuerza. Hay un par de grupos que hacen un trabajo silencioso, pero muy bueno, en cuestiones de divulgación a escala reducida. Otros debaten por Internet o la gente, sola, empieza a cuestionarse algunas cosas. No te digo que el 100% de la población duda, pero escenarios como el actual de Chile, donde los jóvenes reclaman por un derecho que ellos, yo y casi todos consideramos justo (una educación gratuita y de calidad), llevan a pensar que el pensamiento crítico, el cuestionamiento y la no aceptación de cualquier oferta han enraizado con fuerza en las personas. Yo veo en estas manifestaciones sociales una prueba de que estamos hartos de tragarnos todo. Eso es maravilloso.
¿Y la de las pseudociencias?
Sigue estando siempre. Las pseudociencias son un peligro latente, pero como periodista puedo decirte que han perdido mucho terreno en la prensa. Los mismos periodistas ya no se creen todo tan fácilmente. Está lleno de mentalistas, tarotistas, los diarios siguen teniendo horóscopos, eso es verdad, pero la realidad es que hay menos ganas que antes de publicar tonteras. Me tocó vivir el auge del chupacabras, por ejemplo. Fueron tiempos de locura absoluta en los medios. Qué manera de publicar babosadas, era impresionante. No imagino que algo así pueda volver a suceder, al menos no en el corto plazo.
¿Las pseudociencias, al igual que la energía -positiva, por supuesto- ni se crean ni se destruyen, sino que simplemente se transforman?
Sí, sucede algo de eso también. Las pseudociencias que ayer eran lo más entretenido hoy se pudren en el olvido, pero sólo para dejar paso a nuevas formas de perder el tiempo. Las pulseras biomagnéticas, por ejemplo, ya no son tan interesantes, pero ahora aparecen los que dicen tener poderes mentales para encontrar personas desaparecidas. Luego, cuando ese tema pasa de moda, aparecen los parapsicólogos que hablan de casas encantadas. Sí, las pseudociencias van y vienen con nuevos disfraces, pero ahora (al menos) tienen más problemas para sorprendernos con sus trucos. Les falta maquillaje y eso es gracias al escepticismo, sin duda.
¿Cuál crees que es la gran asignatura pendiente del pensamiento escéptico?
La divulgación. Nos falta divulgar mejor, en eso tenemos mucho que avanzar, mucho que mejorar y mucho también que aprender. Tenemos que plantearnos mejores formas de acceder al gran público, a eso debemos aspirar. A que la gente nos escuche y se entretenga con nosotros. En ese sentido es un gran avance el trabajo que hace Luis Alfonso Gámez con "Escépticos" o lo que hacía James Randi en sus apariciones televisivas. O Carl Sagan, con su serie "Cosmos". También nos falta humildad, muchas veces pecamos de altanería, creo yo. He visto que el escepticismo pretende plantear una visión del mundo que supone superior, pero sospecho que esa forma de plantearse es equivocada y genera anticuerpos en las mismas personas a las que pretendemos convocar.