Leemos en la prensa de estos días la noticia sobre la sentencia de dar invalidez y una pensión a una persona que dice sufrir síndrome de sensibilidad química, fibromialgia y electrosensibilidad [1]; de electrosensibilidad ya hemos escrito en diversas ocasiones en El Escéptico, y de lo expuesto podemos afirmar que este tipo de enfermos no necesitan una pensión y una invalidez de por vida: lo que necesitan para superar su afección son médicos, psicólogos y comprender unos conceptos científicos básicos.
En primer lugar, entendemos que un juez no tiene competencia para decir si una enfermedad existe o no, sobre todo porque existen organismos reguladores que, a golpe de pruebas, experimentos y ensayos clínicos, determinan si un determinado mal existe y cuáles son sus causas. Y en este caso, al menos en lo que a la electrosensibilidad se refiere, la OMS (Organización Mundial de la Salud) dejó claro ya en 2004 que es una «intolerancia ambiental idiopática atribuida a campos electromagnéticos» [2]. Es decir, el sufrirla no depende de estar expuestos o no a campos electromagnéticos, sino de que el paciente crea que esos campos le están haciendo mal. Es más, la OMS tiende a ser precavida en estos temas, así que, cuando ha marcado que una enfermedad es idiopática, es porque está muy segura de ello (y nosotros también).
Tal resolución judicial solo conseguirá que esa persona viva recluida, con unas condiciones de vida por debajo de lo que debería, afectando ya no solo a su vida, sino a la de su familia y siendo carnaza de terapeutas alternativos y vendedores de humo que se llevarán el poco dinero de la pensión que se le ha asignado. Esa persona debe ser tratada, pues no dudamos de que esté enferma; ni consideramos que se esté inventando ninguno de los síntomas que alega, pues seguramente muy reales; aún más: durante el tiempo que reciba el tratamiento y hasta que mejore es lógico que esté de baja laboral, si así se estima necesario. Pero darle la invalidez y la pensión solo da aliento a embaucadores que seguirán aprovechándose de personas con miedo irracional a este nuevo mundo, un mundo cada vez más tecnificado, alimentando aún más un trastorno de base puramente obsesiva.