Plasticidad de las teorías de la conspiración

Enviado por admindrupal el Mié, 16/11/2022 - 12:33
Sección
ESPECIAL CONSPIRACIONES
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La plasticidad de las TEORÍAS DE LA CONSPIRACIÓN Carolina Moreno-Castro Catedrática de Periodismo e investigadora del Instituto de Políticas del Bienestar Social (POLIBIENESTAR) de la Universidad de Valencia El curioso paralelismo entre pandemias víricas y pandemias desinformativas E ste artículo formó parte de la charla impartida en el marco del Congreso Escéptico 20211, organizado por ARP-Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico. En el texto se trata de mostrar cómo las teorías conspirativas se pueden moldear y adaptar a cualquier circunstancia de quiebra de la normalidad, que justamente son periodos en los que se produce una tormenta perfecta para la propagación de ficciones adaptadas a las circunstancias. Partimos de la idea de que existe un catálogo simbólico de conspiraciones que se van metamorfoseando según la coyuntura. Por eso, desde el comienzo de la pandemia mundial de la COVID-19 se han sucedido teorías sobre el origen de esta enfermedad. Para algunos grupos negacionistas del relato oficial y científico, esta enfermedad estaba provocada por lobbies de poder que intencionadamente habían diseminado un virus artificial para manipular a la población mundial, o la famosa conspiración de las antenas de 5G (en el pasado también habían sido objeto de conspiración las ondas de la radio). Asimismo, estas teorías se van diluyendo conforme se van configurando otras realidades. Con la campaña de vacunación, por ejemplo, aparecen otras teorías sobre el control de los humanos a través de las vacunas. Todas estas teorías adaptadas y readaptadas se diseminan a través de bulos replicantes, cuyas características principales son el uso de elementos socialmente considerados de autoridad, el empleo de términos técnicos, la cita de revistas científicas y la construcción de un discurso asertivo, excesivamente dogmático, pero que cautiva. En las próximas páginas reflexionaremos sobre el trabajo que venimos realizando a través del el escéptico 40 equipo ScienceFlows sobre desinformación y bulos. Actualmente, lideramos el equipo de la UVEG que participa en el proyecto europeo IBERIFIER (Iberian Digital Media Research and Fact-Checking Hub); asimismo, participamos en el proyecto CIVIC para detectar la diseminación de noticias falsas y sin base científica, y además coordinamos el proyecto europeo No Rumour Health, con el que diseñamos una app dirigida a personas mayores para que aprendan a identificar los rumores sobre salud. Particularmente, nos hemos centrado en la desinformación sobre salud, alimentación, consumo, medicina, ciencia, etc., más que en otras conspiraciones de naturaleza política o económica. Nuestro interés investigador comenzó cuando se produjo el atentado de las Torres Gemelas de Nueva York, que dio lugar a grandes teorías conspirativas y a bulos que circularon por internet en un momento en el que todavía las redes sociales no habían invadido la esfera pública. No obstante, algunas agencias verificadoras como Snopes o PolitiFact consiguieron desmentir con cierta celeridad y éxito los rumores que circulaban sobre los ataques del 11S. En relación con las teorías conspirativas, siempre que se producen quiebras en el acontecer diario, es decir, cuando se fracturan las rutinas de la cotidianeidad porque sucede un hecho excepcional, de gran magnitud, es un momento idóneo para que se comiencen a diseminar de forma inmediata a toda la sociedad teorías conspirativas y bulos. En estos momentos, el altavoz por el que se transmiten todos estos mensajes desinformativos es el de las redes sociales, pero también de forma muy especial por la telefonía privada, a través de canales como anuario 2021 Foto de Ckoontz en Flickr: https://www.flickr.com/photos/73232898@N00/5133036602 WhatsApp, Telegram o todo aquel canal que sirva para comunicarse de persona a persona. El objetivo de los bulos es igual que el de los virus, diseminarse y expandirse cuanto más, mejor, tal y como ya explicaba Eysenbach en 2002. Desde ScienceFlows, nada más comenzar el confinamiento en España, especialmente cuando se decretó el estado de alarma el 14 de marzo de 2020, decidimos analizar los mensajes desinformativos que estaban llegando a la ciudadanía a través de WhatsApp. En primer lugar, hicimos una recopilación y logramos reunir 584 bulos distintos. Debido a la situación sanitaria que estábamos viviendo, decidimos analizar aquellos que estaban relacionados con la prevención o curación de la covid-19. Estos bulos cumplían dos patrones. El primero de ellos era que citaban a una fuente de autoridad sanitaria, que habitualmente en aquellos que se difundían a través de mensajes de audio, era masculina. En segundo lugar, promovían ingredientes naturales o sintéticos de los que ya se había hablado en otros momentos, previos a la covid-19, como por ejemplo, las propiedades terapéuticas de las tisanas o de las infusiones con limón, jengibre, miel, clavo, etc. El artículo está publicado en acceso abierto en la revista Gaceta Sanitaria y se titula «Exploratory study of the hoaxes spread via WhatsApp in Spain to prevent and/or cure COVID-19». Asimismo, comprobamos que, además de los bulos específicos que surgen ante una situación inesperada, que se diseñan particularmente para un momento concreto, hay otros que están siempre latentes y aparecen en el momento en que se producen estas fracturas, estas rupturas de la cotidianidad. Por ejemplo, el tema del poder mundial de determinadas anuario 2021 potencias, de determinados poderes económicos, de los lobbies de las farmacéuticas que rondan siempre con la idea de que quieren perjudicar a la población en lugar de beneficiarla. Así como todos aquellos temas relacionados con los intereses políticos, sociales y económicos de determinados poderes que gobiernan el mundo. Todo este constructo es como una suerte de paquete de conspiraciones independientes de cualquier acontecimiento, dado que siempre están como en una reserva y, cuando se produce un suceso, vuelven a aparecer y lo único que cambia es que se les incorpora un contexto diferente. La realidad, la cotidianeidad actúa como un envoltorio. Es decir, que lo único especial que se modifica es adaptar esa teoría conspirativa al hecho que se produce en un momento dado. De hecho, autores como Tandoc, Lim y Ling ya realizaron una tipología en 2018 de las fake news que respondían a patrones atemporales. Durante el confinamiento nos pusimos a trabajar sobre los bulos a través de WhatsApp porque consideramos que era interesante conocer qué mensajes desinformativos estaban recibiendo las personas en sus hogares a través de sus contactos. Las personas en situaciones de rupturas del acontecer suelen tener problemas con la gestión del riesgo y sufren bastante estrés, dado que la situación es inesperada. Se produce mucha incertidumbre y casi todo el mundo busca respuestas y soluciones rápidas y concretas. En este caso, la comunidad científica respondió con gran honestidad explicando que no tenían una respuesta sobre el fenómeno, que no tenían tratamiento, que el virus era desconocido y que no podían prever cómo iba a evolucionar a corto plazo. Las 41 el escéptico instituciones políticas y los medios de comunicación transmitieron mensajes basados en cifras de contagios y de muertes y sobre medidas preventivas, pero no ofrecían soluciones. La única idea que se le trasladó a la ciudadanía de forma contundente fue lo importante que era que las tasas de contagio del virus fueran bajas o alargadas en el tiempo para no saturar los servicios de salud. Con el paso de la pandemia y sus diferentes oleadas, fueron respondiendo a algunas cuestiones, pero, aun así, todavía hay muchas incógnitas sobre la variabilidad de la covid-19 en diferentes regiones, aun activando las mismas medidas preventivas. Algunos estudios internacionales indican el valor de la ciencia en nuestra sociedad como el instrumento útil para solucionar cualquier problema de naturaleza humana, como Midgley (2013). Así que esa idea se traduce socialmente con una inmediatez nada específica de la ciencia; es decir, la opinión pública espera que la ciencia resuelva cualquier problema en veinticuatro horas. Algo que científicos sociales como Massimiano Bucchi han destacado indicando que la ciencia no puede solucionar todos nuestros problemas (MorenoCastro y Ligero, 2018). En España, en general existe una buena imagen de la ciencia y de los científicos. Son profesionales bien valorados socialmente. Sin embargo, la mayor parte de la sociedad no sabe cómo funciona la ciencia. Y hablar de ciencia es hablar de un proceso y de un método que como mínimo requiere universalidad y unos pasos específicos, aplicando determinados métodos siendo rigurosos y haciendo experimentos y ensayos que permitan avalar y verificar, por ejemplo, cuándo una vacuna es segura. No se puede plantear un problema o reto y resolverlo en una semana. En todo caso, lo que sí que hemos comprobado en ese paquete de bulos que se enviaban es que se afirmaba que la comunidad médica sabía cómo se curaba la covid-19, pero que no lo querían hacer público porque no había suficientes tratamientos para todo el mundo. Se utilizó una narrativa que ofrecía una imagen apocalíptica de instituciones, gobiernos y servicios de salud. Ante la falta de respuesta social que se produce durante una crisis o emergencia, y la incertidumbre, estas teorías de la conspiración y bulos cogen más fuerza. ¿Por qué se diseminan tanto los bulos? Porque normalmente la construcción del bulo responde a unos criterios de principios de autoridad y de credibilidad. Se dice que alguien es médico, aunque no lo sea, o que es del entorno sanitario, aunque no lo sea. Después se utiliza también, de alguna manera poco concreta y muy difusa, que está avalado por la comunidad científica, por otros científicos de quienes se citan algunos nombres, pero que si indagamos en bases de datos académicas o no existen, o no están en activo. O, por ejemplo, se indica que alguien es virólogo, pero la persona citada es odontóloga. Cuestiones de este tipo que si no las compruebas pueden hacer que el mensaje sea creíble. Además, se habla de fuentes de información de autoridad, como de algunas revistas que no se citan correctamente. En concreto, entre los bulos analizados en el artículo que publicamos en Gaceta Sanitaria había alguien que decía: «Esto que estoy diciendo lo podéis comprobar en la revista ResearchGate», cuando entre los académicos e investigadores sabemos que ResearchGate es un repositorio de la comunidad científica para compartir documentos con otros colegas, pero en ningún caso se trata de una publicación. Por tanto, si hacemos un análisis pormenorizado de la narrativa discursiva, los mensajes están llenos de errores de todo tipo. Si se escucha el audio o el vídeo haciendo un análisis exhaustivo, inmediatamente comienzan a visibilizarse errores sobre las instituciones, sobre el personal de investigación, sobre lo que se está contando con un dogmatismo inaudito para la ciencia y muchos elementos más. Sin embargo, si los escuchas sin prestar atención, o sin conciencia de análisis, esos elementos no los puedes valorar y quizás por eso toman tanta fuerza. Por otra parte, hay que tener en cuenta que estos bulos, que aparecen en cualquier parte de nuestra geografía de Norte a Sur, se difunden habitualmente en castellano y se adaptan a otras realidades, con el Además de los bulos específicos que surgen ante un momento concreto, hay otros que están siempre latentes y aparecen en el momento en que se producen rupturas de la cotidianidad el escéptico 42 anuario 2021 mismo texto pero cambiando el nombre del hospital, del político, o del empresario, y de repente puedes tener el mismo bulo circulando por Argentina, Ecuador o México. Lo más sorprendente fue encontrar estas pequeñas adaptaciones utilizando los mismos textos, los mismos argumentos y el mismo mensaje y montaje. Es más, todo esto que estoy indicando estuvo señalado precisamente por la Organización Mundial de la Salud cuando estábamos todavía con el confinamiento. Diferentes expertos internacionales realizaron webinars sobre la infodemia que se estaba produciendo y explicaron también cómo la fuerza que adquieren los bulos siempre es previa a que se propague la infección en un espacio determinado, es previa a cada oleada de una epidemia o pandemia. Siempre se produce un pico de bulos o de rumores muy elevado antes de que los contagios masivos se hayan producido y una vez que, digamos, han permeado demasiado los contagios y las personas están rodeadas de personas enfermas porque el círculo se va cerrando y cada vez tienen más personas alrededor que, o han pasado la enfermedad, o han estado en contacto con ella; ahí empieza a descender la circulación y se difuminan este tipo de bulos. Las teorías conspirativas suelen durar más, pero los bulos son más instantáneos y fugaces. En España, por ejemplo, lo que comprobamos con todos los bulos que registramos fue que el mayor número de ellos aludía a críticas a la política, porque es lo mismo que está pasando en todos los países. Desde el punto de vista de la comunicación política, se han estudiado las citas y referencias a los políticos, básicamente a quienes están tomando decisiones. Se ha comprobado que se propaga un número muy elevado de bulos que tienen que ver con las diferentes acciones o toma de decisiones que se están llevando a cabo sea por gobiernos locales, autonómicos, nacionales o supranacionales, como en el caso de la Unión Europea, según un estudio de Oleksy y otros autores, publicado en 2021. Y con respecto a los bulos sobre salud, en principio prácticamente todos tenían que ver con sustancias que podían prevenir o curar de manera sospechosa y sin ningún tipo de evidencia científica, y basados muchas veces en experiencias anecdóticas; y otras ni siquiera en eso, sino que se trataba de a hacer circular algo muy excéntrico para que llegara a muchas personas. En el caso de las sustancias que se promovieron para su consumo, parte de lo que se afirmaba podría ser correcto, pero la premisa de partida siempre era errónea. Después de estos primeros bulos, básicamente todo lo que encontramos en la actualidad en nuestra esfera de investigación está relacionado con dietas, alimentación y, por supuesto, vacunas. Las vacunas y la desinformación es el gran reto al que nos enfrentamos en estos momentos. Referencias Eysenbach, G. (2002) Infodemiology: The epidemiology of (mis) information. The American Journal of Medicine, 113(9), 763-765 Midgley, M. (2013) Science as Salvation: A Modern Myth and its Meaning. London: Routledge. Moreno-Castro, y Ligero, S. (2018) Entrevista a Massimiano Bucchi: la ciencia no soluciona todos nuestros problemas. Mètode: Revista de difusión de la investigación, (98), 10-15 Moreno-Castro, C., Vengut-Climent, E., Cano-Orón, L., & Mendoza-Poudereux, I. (2021) Exploratory study of the hoaxes spread via WhatsApp in Spain to prevent and/or cure COVID-19. Gaceta Sanitaria, 35(6), 534-541 Oleksy, T., Wnuk, A., Maison, D., & Łyś, A. (2021) Content matters. Different predictors and social consequences of general and government-related conspiracy theories on COVID-19. Personality and individual differences, 168, 110289. Tandoc Jr, E. C., Lim, Z. W., & Ling, R. (2018) Defining “fake news” A typology of scholarly definitions. Digital journalism, 6(2), 137-153. Notas: 1 Quiero agradecer la invitación a participar como ponente en el congreso Escéptico 2021, en mi nombre y en el de los miembros del equipo de investigación SicenceFlows (www.scienceflows.com). En España, en general existe una buena imagen de la ciencia y de los científicos. Sin embargo, la mayor parte de la sociedad no sabe cómo funciona la ciencia anuario 2021 43 el escéptico

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