Edición 2011 - Número 248
Estimados representantes públicos de la Comunidad Autónoma de Canarias, desde ARP-Sociedad para el Avance del pensamiento Crítico nos dirigimos a ustedes en relación a la decisión de reconocer la viabilidad de los tratamientos homeopáticos antes del fin de la legislatura, en mayo de 2011, que parecen haber tomado. Entendemos que la sanidad es de vital importancia, y por ello no comprendemos como se puede intentar introducir en el sistema sanitario técnicas que no han demostrado su eficacia, como es el caso de la homeopatía.
Comprendemos que no se puede ser experto en todo, pero antes de tomar decisiones de este tipo se debería consultar a la comunidad científica y los trabajos que se han realizado sobre la homeopatía para saber si es ciertamente efectiva. Que haya gente que asegure que les funcionó no es un baremo científico válido. No olvidemos que el avance que se ha producido en la mejora tanto de la calidad como en la esperanza de vida, es en gran parte gracias a que el método científico se ha aplicado en la medicina. De no ser así probablemente seguiríamos anclados en el pasado realizando purgas para intentar paliar distintas dolencias.
No falta gente que afirma que ellos han usado homeopatía y se han curado, pero esto no quiere decir que la homeopatía realmente funcione. Imaginen que tienen una dolencia y están tomando un remedio para curarse. Al cabo de unos días su dolencia desaparece. Han podido pasar tres cosas: que el remedio no ha hecho nada, que en realidad ha retrasado la curación, o que ha sido la causa de la misma. En ciencia la percepción subjetiva no es prueba de nada. Se deben realizar ensayos clínicos rigurosos que encuentren cuál es la opción correcta.
Cuando se acude a los trabajos científicos que han analizado la eficacia de remedios homeopáticos, nos encontramos con que dichos trabajos o no se han realizado con el rigor necesario y por lo tanto no son válidos, o que no se han encontrado pruebas que demuestren la eficacia de dichos remedios. Ya en 1991, en la British Medical Journal se analizaron 107 trabajos y se concluyó que "no es suficiente para establecer conclusiones definitivas por la baja calidad metodológica de los ensayos y por el papel desconocido que ha podido jugar el sesgo de las publicaciones". Por otro lado, la prestigiosa revista médica The Lancet publicó en agosto de 2005 los resultados de un análisis de más de 100 artículos científicos que estudian la homeopatía de una u otra forma, concluyendo que jamás ha demostrado ser más efectivo que un simple placebo. No solamente eso: en la Cochrane Library, un compendio de revisiones sistemáticas de artículos científicos que permite tener una visión de contexto más amplia sobre un tema determinado, se pueden encontrar cientos de estudios que nuevamente desacreditan cualquier afirmación que indique que la homeopatía puede ser un remedio eficaz contra la multitud de dolencias para las que se utiliza habitualmente. Por ejemplo, en una revisión de 168 estudios donde se ha usado la homeopatía para el tratamiento del síndrome de déficit de atención, se llega a la conclusión de que actualmente hay pocas pruebas de la eficacia de la homeopatía para el tratamiento del síndrome de hiperactividad y déficit de atención. Ante estos resultados científicos no podemos sino suscribir las palabras y apoyar la postura del director general de Farmacia del Servicio Canario de Salud (SCS), Buenaventura Fernández San José.
Como se puede observar no hay pruebas que apoyen la eficacia de la homeopatía, y esto es completamente lógico ya que los principios en los que se basa la homeopatía son un auténtico disparate científico. Los productos homeopáticos tienen el principio activo tan disuelto que en el producto final no quedan rastros del mismo. Para hacerse una idea, es como coger una esfera de 150 millones de kilómetros de diámetro, llenarla de agua y poner tan sólo una molécula del principio activo en ella. ¿De verdad se puede creer honestamente que un vaso de agua de esa esfera puede curar?
Lo que nos preocupa, y creemos que también debiera ser lo único que debiera importar a las autoridades sanitarias, en realidad, es el hecho que hay terapias o tratamientos cuya eficacia ha sido comprobada (reiteradamente) y otras cuya eficacia no lo ha sido (también reiteradamente), pudiéndose decir de ellas en muchos casos que se ha demostrado su falta de eficacia. No importa si son convencionales, alopáticas o de ningún tipo. ¿Está probado que curan? Si no es así, como es el caso de la homeopatía, entonces dicha terapia no debería introducirse en el sistema sanitario.
Como dirigentes políticos, es su deber mantener un sistema de sanidad que resulte efectivo. Difícilmente puede alcanzarse esa meta recurriendo a terapias ineficaces. Les invitamos a que revisen la literatura científica al respecto antes de tomar decisiones de este calado. Lo que está en juego es la salud de la población, la cual no se puede poner en peligro aunque las decisiones que haya que tomar sean impopulares.
Ismael Pérez Fernández.
Director Ejecutivo de ARP-Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico.