Nuevo título de la Biblioteca Bunge
Ya está en imprenta "Ciencia, Técnica y Desarrollo", el cuarto libro de la Biblioteca Mario Bunge, que publica Laetoli. Como en anteriores títulos, el autor ha revisado el texto original y ha redactado un nuevo prólogo.
Toda la información sobre suscripción y adquisición de los títulos de la Bibilioteca Bunge, en la web de Laetoli.
Carta abierta sobre la filosofía en la educación
El Escéptico Digital - Edición 2013 - Número 272
Fidel Muñoz Villafranca
CARTA ABIERTA SOBRE LA FILOSOFÍA EN LA EDUCACIÓN
“[D]ado que entre las cosas singulares no conocemos nada más excelente que un hombre guiado por la razón, nadie puede probar cuánto vale su habilidad y talento mejor que educando a los hombres de tal modo que acaben por vivir bajo el propio imperio de la razón.” (Spinoza)
La educación no marcha bien. Cualquiera que se acerque a un aula de educación secundaria o de bachillerato puede constatar que ha llegado a convertirse en excepcional aquel estudiante que es capaz de expresarse por escrito no ya con soltura, sino con simple corrección gramatical, o de entender textos de una mínima complejidad. Tanto es así que hasta las autoridades educativas se han percatado de la gravedad de la situación. Para enmendar el entuerto, se propone una nueva reforma educativa. No dudamos de que un gobierno –sea este o cualquier otro- que toma tal iniciativa lo hace para mejorar la formación de los futuros ciudadanos. Lejos de nosotros las pueriles teorías conspirativas que sospechan que tras las reformas educativas se esconden aviesas intenciones de desarmar intelectualmente a los ciudadanos alevines a fin de hacerlos dóciles y manejables. Aunque a este respecto, al menos sea de pasada, hemos de decir que un auténtico interés por la educación debería empezar por considerarla un asunto de Estado, ajeno a la lucha partidista, cosa que desgraciadamente no ha hecho ningún gobierno en la ya no tan corta historia de nuestra maltrecha democracia.
Esta nueva reforma educativa se propone como un objetivo fundamental mejorar los pobres resultados de los jóvenes españoles en las competencias básicas, esto es, leer, escribir y calcular. Para alcanzar tal objetivo, tan necesario como laudable, se propone aumentar la presencia en los programas educativos de las “materias instrumentales”, a saber: la lengua española, el inglés y las matemáticas. Por supuesto, sólo se pueden potenciar unas materias a costa de otras, y, como siempre, las consideradas prescindibles son las disciplinas humanísticas: la historia, las lenguas clásicas y la filosofía. Creemos que esta iniciativa, en particular, está aquejada de un grave error de apreciación, consistente en menospreciar miopemente el papel sustancial de las humanidades en el desarrollo de las mencionadas competencias (leer y escribir), al tiempo que posiblemente se magnifica la importancia de las llamadas materias instrumentales. Al hablar de “papel sustancial”, lo hacemos muy conscientemente, aprovechándonos de la riqueza semántica del adjetivo “sustancial”, que encierra el sentido de “importante o esencial” y, a la vez, el de “aquello de se nutre algo para crecer y desarrollarse”. Y es que la excesiva importancia concedida a las “materias instrumentales” parece incurrir en el recurrente error pedagógico de separar injustificada y perniciosamente la materia y la forma en el proceso educativo. Me explico. El énfasis en el carácter instrumental de las asignaturas parece dar por supuesto que para alcanzar, por ejemplo, el objetivo (formal) de aprender a leer no tiene mucha importancia el medio (material) que se utilice, es decir, lo importante es leer (forma) y no qué leer (materia). Dado que en el ámbito pedagógico ni el mismísimo Perogrullo parece tener crédito, se nos disculpará que insistamos en que, si sólo se aprende a leer leyendo, sólo se podrá aprender a leer bien leyendo buenos libros. Si se olvida esta verdad de Perogrullo, se corre el peligro de desatender lo que, con Jonathan Swift, estimamos que es uno de los fines esenciales de la educación: “transmitir la experiencia de la excelencia humana”. Y es justo a este respecto en el que resulta oportuno y necesario reivindicar el valor (¡incluso eminentemente instrumental!) de la insustituible aportación que pueden hacer las humanidades en general, y la filosofía en particular, a la formación de los jóvenes. Las humanidades no tienen otro objeto que el de guardar y transmitir la memoria de lo más excelso que ha producido el espíritu humano, y esta función se cumple precisamente a través de la frecuentación, guiada y facilitada por el profesor, de lo mejor de los escritos de los autores antiguos y los modernos. De esta forma, las humanidades ofrecen un campo de aprendizaje pintiparado para cubrir simultáneamente una doble necesidad educativa: ejercitarse en la práctica de la lectura y la escritura, y enraizar el pensamiento de los jóvenes en lo mejor de nuestra tradición cultural.
Para conjurar el peligro de que lo dicho a propósito de las humanidades se entienda como una abstracción edificante de quien se empeña en defender conocimientos caducos, permítaseme poner un ejemplo muy concreto, entre otros muchos posibles. Con mis alumnos de 1º de Bachillerato leo el Critón de Platón. En este diálogo platónico Sócrates discute con su amigo Critón una cuestión tan poco abstracta y abstrusa como la de si debe aprovechar la oportunidad de escaparse de la cárcel o esperar allí a que se ejecute la sentencia de muerte que pesa sobre él. El mérito y el interés de este breve escrito platónico reside en que, al hilo de esta simple cuestión y en apenas veinte páginas de fácil lectura, plantea el problema de la obediencia de la ley, la distinción entre saber y opinión, entre razones morales y prudenciales, el problema de la justificación del mal o la injusticia, el de la relación entre el individuo y el Estado..., además de ofrecer una muestra viva de la experiencia del filosofar. Y todo esto en un clima de dramatismo que potencia hasta hacerla irresistible la fuerza magnética que ejerce el ejemplo de coherencia, valor e integridad moral que Sócrates encarna. ¿Es indiferente, para mejorar las habilidades lectoras, ejercitarse, por ejemplo, con una novela de vampiros o de magos adolescentes, o con un texto como el Critón platónico? (Aclaro que, personalmente, simpatizo con vampiros y magos –aunque sean adolescentes-, pero entiendo que, en la escuela, Sócrates tiene derecho de preferencia). Si, al final del curso, les preguntásemos a mis alumnos qué han aprendido leyendo el Critón, posiblemente –¡no me hago ilusiones!- la mayoría no sabría qué responder. Y sin embargo, aunque no sean capaces de articular verbalmente su aprendizaje, éste se ha producido: han aprendido que la razón no se deja avasallar por la fuerza (ni siquiera de la mayoría), que nunca se debe condescender con la injusticia, que no es lo mismo la justicia que la conveniencia, que los individuos no somos islas y que el bien de la comunidad en la que vivimos no nos es ajeno, que el respeto de la ley es la única garantía de nuestra libertad... Este conocimiento interiorizado por el individuo mediante el trato con el acervo cultural conquistado por la comunidad humana y que, pese a su carácter esquivo a la articulación lingüística, tiene una eficacia causal sobre sus decisiones y su conducta, es lo que Burke llamaba “sabiduría sin reflexión” y Hegel, “eticidad”. Y es que nadie sale indemne ni inerme de la lectura atenta y detenida –y ésta es la imprescindible labor del profesor- de las obras que han conformado el tesoro de la civilización. Este es el poder fertilizante del espíritu que tienen los clásicos.
Detengámonos brevemente, para terminar, en la aportación que puede hacer la filosofía particularmente a la educación. ¿Cuáles son los fines de la educación? Si tuviera que responder con una sola frase a esta pregunta, recurriría a una hermosa y sugestiva metáfora del proceso de maduración de los humanos debida a Martín Heidegger: “Crecer –dice- es abrirse a la amplitud del cielo y al mismo tiempo arraigarse en la oscuridad de la tierra”. La segunda parte de la afirmación heideggeriana (“arraigarse en la oscuridad de la tierra”) alude justamente a lo que hemos comentado a propósito de la cita de Swift, y luego hemos ejemplificado con el Critón platónico. La expresión “oscuridad de la tierra” puede hacer torcer el gesto a los versados en el pensamiento del filósofo alemán, pero no hay por qué entender que se refiera sólo al terruño de la Selva Negra, sino, más bien, a todo aquel terreno en el que en algún momento fructificó la grandeza humana, sea la Atenas de Sócrates y Platón, la Roma de Marco Aurelio, la Florencia del Renacimiento, el París de la Ilustración, el Königsberg de Kant ... o hasta el Madrid de Ortega. Por lo demás, en tiempos confusos y turbulentos como los presentes, en los que cunde la indignación y acecha el desaliento, se hace singularmente patente la importancia de la mencionada idea de “arraigarse”, de pertrechar a los jóvenes con un bagaje de conocimientos y conceptos que impida que se vean arrastrados hacia el abismo por el poderoso influjo de demagogos, oportunistas y otros traficantes de sentimientos, siempre prestos para acudir raudos como moscas voraces a tomar su parte en el festín de su alimento favorito. A esto precisamente me refería yo hace un momento al aseverar que “nadie sale indemne ni inerme de la lectura atenta y detenida” de los clásicos del pensamiento.
En cuanto a la primera parte de la afirmación heideggeriana (“abrirse a la amplitud del cielo”), expresa una idea respecto a la que manifiestan un insólito acuerdo filósofos tan distintos y tan distantes como Hegel y Bertrand Russell. En efecto, cuando Hegel, con su habitual lenguaje rebuscado -que tan mala fama ha dado a los del gremio-, afirma que “[l]a educación expresa esta sencilla determinación: imprimir a un contenido el carácter de lo universal” no está diciendo algo muy diferente de lo aseverado por Heidegger. Y lo mismo cabe decir de Russell cuando cifra el valor de la filosofía en su contribución al desarrollo de un pensamiento y un sentimiento impersonales. ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que el entrenamiento intelectual que dispensa la filosofía contribuye a abolir el propio particularismo, tanto en el ámbito del conocimiento como en el de la conducta. Esto es, la filosofía, que no es más que el afán de vivir racionalmente, de vivir conforme a nuestra propia naturaleza racional, impulsa al hombre, por un lado, a ir, más allá del estrecho círculo de sus sentidos y sus cómodas creencias habituales, en pos de la verdad; y, por otro lado, a ir, más allá del ámbito pequeño y mezquino de sus deseos e intereses particulares, en pos de la justicia. Preferir lo verdadero al propio punto de vista y buscar la compatibilidad entre el propio interés y el interés de todos: he ahí el empeño y la exigencia filosóficos. Este afán de verdad y este anhelo de justicia, en los que está impreso “el carácter de lo universal”, constituyen el hilo rojo que engarza en una misma tradición la diversidad de teorías filosóficas opuestas e incompatibles que ha conocido la historia. (Quizás por eso, bien mirado, no resulte tan insólita la coincidencia de Hegel y Russell en este punto, pues en el pensamiento de ambos, pese a la enorme distancia que los separa, late este doble impulso que dispara al ser humano hacia lo universal). “Abrirse a la amplitud del cielo”: reconocer la propia pequeñez en la inmensidad de un Universo por conocer y, al mismo tiempo, apreciar la grandeza de la propia humanidad, reflejada y multiplicada en todos los otros. Esto es lo que busca la educación y la propia filosofía: hacer que prenda en los jóvenes esta doble exigencia que hace madurar el pensamiento y la sensibilidad en todas direcciones.
En fin, como queda dicho, la filosofía no es más que el afán de vivir racionalmente. Y esto es precisamente lo que Sócrates quiso dar a entender cuando dijo, ante el tribunal que lo acusaba nada menos que de corromper a la juventud con su enseñanza, que “una vida sin examen no es digna de ser vivida para un ser humano”. Mientras alienten seres humanos sobre el territorio de nuestra sufrida España este afán persistirá, porque es lo que nos constituye como humanos. La cuestión está en saber si, dada la proscripción o la minimización de la filosofía en los nuevos planes de estudios, lo hará al amparo de la educación pública o a pesar de ella.
1 Spinoza, B.: Ética, Tecnos, Madrid, 2007, IV, Apéndice, cap. IX, p. 364.
2 Heidegger, M.: Camino de campo [Der Feldweg], Herder, Barcelona, 2003, p. 25.
3 Hegel, G. W, F.: Lecciones sobre la filosofía de la historia universal, Alianza, Madrid, 1985, p. 70.
4 Russell, B.: “Una filosofía para nuestro tiempo”, en Retratos de memoria y otros ensayos, Alianza, Madrid, 1976, pp. 179-186. V. B. Russell: Los problemas de la filosofía, Labor, Barcelona, 1983, cap. XV, pp. 129-135.
5 La metáfora del “hilo rojo”, célebremente utilizada por Ortega, procede de Goethe, quien la explica así: “He oído hablar de una ingeniosa medida de la armada inglesa y es que todo el cordaje de la Real Armada, desde la jarcia más gruesa hasta la más fina, lleva entretejido un hilo rojo de tal manera que no se puede quitar éste sin destejer completamente aquélla, de suerte que hasta el cabo más pequeño está marcado como propiedad de la Corona. De igual manera, el diario de Otilia está cruzado a lo largo y a lo ancho por un hilo de ternura y afecto, que une todas y cada una de las partes y lo caracteriza en su conjunto.” (en Die Wahlverwandtschaften [Las afinidades electivas], II, 2).
Fidel Muñoz Villafranca
Profesor de Filosofía en el I. E. S. “Las Fuentezuelas” (Jaén).
fidelmvilla@yahoo.es
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La teología ¡vaya timo!
Ya está a la venta La teología ¡vaya timo!, el nuevo título de la colección que edita Laetoli con la colaboración de ARP - Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico. Su autor es Gabriel Andrade, que también ha publicado para la misma colección La inmortalidad ¡vaya timo! y El postmodernismo ¡vaya timo!.
"Bastantes científicos —escribe el autor en la introducción a este libro— saben que investigar el cerebro es más importante que investigar el alma, que vale más intentar descubrir una nueva especie de insecto que un nuevo demonio, que es más urgente calcular los riesgos del choque de un meteorito o el calentamiento global que la fecha de llegada del Anticristo. Pero, extrañamente, esos mismos científicos quieren dejar las cosas en su santo sitio. Aunque a muchos les parecerá probablemente una tontería el tipo de cosas que se estudian y discuten en las facultades de teología, no quieren sabotearlas. Siempre y cuando haya recursos financieros destinados a los laboratorios, no hay mayores objeciones para que los teólogos tengan sus facultades. En este libro deseo criticar este conformismo por parte de los científicos. Estos presentan objeciones a la alquimia, la parapsicología, la astrología o la homeopatía, pero callan frente a la teología."Gabriel Andrade nació en Maracaibo (Venezuela) en 1980. Obtuvo una licenciatura en Sociología, una maestría en Filosofía y un doctorado en Ciencias Humanas en la Universidad del Zulia. Es profesor en esa misma universidad, donde imparte cursos de filosofía y sociología. Ha escrito numerosos artículos sobre estudios de la religión desde una perspectiva sociológica, histórica y filosófica. Es autor de varios libros, entre ellos La crítica literaria de René Girard, El darwinismo y la religión y Breve introducción a la filosofía de la religión.
Más información en la web de Laetoli.
Publicación de "Los libros de autoayuda ¡vaya timo!"
Los libros de autoayuda ¡vaya timo! verá la luz el día 20 de marzo, según nos comenta su autor, Eparquio Delgado. A partir de entonces se llevará el proceso de difusión del libro entre los lectores que participaron en la campaña de crowdfunding.
Casi todos, en algún momento de nuestra vida, hemos leído, o al menos hojeado uno de esos llamados "libros de autoayuda", esos manuales que nos ofrecen desde historias "ejemplares" a recetas que nos prometen la felicidad, el éxito, la paz interior o el desarrollo personal. Repudiados por unos y ensalzados por otros, los encontramos semana tras semana a la cabeza de las listas de los más vendidos. Este libro nace con el objetivo de analizar el fenómeno y dar respuesta a una pregunta fundamental: ¿funcionan realmente los libros de autoayuda?
Dirigida por Javier Armentia, director del Planetario de Pamplona, los libros de esta colección son breves y están dirigidos a un lector a partir de los 16 años. Escritos muchos con un tono irónico y polémico en la tradición ilustrada, los 'vayatimos' están escritos, en su mayor parte, por miembros de la Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico (ARP-SAPC, www.escepticos.es). "La colección más crítica" (Muy Interesante). "Una invitación a reflexionar" (Babelia). "Excelente colección" (Mario Bunge). "Una serie valiente y necesaria que no retrocede a la hora de meterse en aguas turbulentas, no solo turbias, y de plantear debates que comprometen rutinas mentales sacrosantas" (Fernando Savater).
Más información del libro en la web de Eparquio Delgado, y próximamente en la web de Laetoli.
Uri Geller ¡Vaya timo!... otra vez
El Escéptico Digital - Edición 2013 - Número 272
Andrés Carmona Campo
El pasado 30 de diciembre, en su especial de pre-nochevieja del canal Neox, Uri Geller fue uno de los invitados del programa presentado por Alaska y Mario Vaquerizo (1). Previamente, en el programa del mismo grupo Atresmedia, El Hormiguero (en Antena 3), también aparecía el día 12 de diciembre (2). En ambos programas, Uri Geller no hizo nada que no lleve haciendo durante más de 40 años: sus típicos juegos de magia de doblar cucharas y duplicar dibujos. La expectación fue mayor, sin embargo, por el reto anunciado de parar con la mente el reloj de la Puerta del Sol el día 31 de diciembre. Reto que, finalmente, no sucedió.
¿Qué pasó exactamente? Pues, simplemente, mala magia. El problema de Geller es el mismo que tiene desde que empezó a hacerse popular: su afirmación contundente de que lo que hace no es ilusionismo sino auténtico poder mental. Eso es lo que le ha hecho mundialmente famoso y el objeto de la polémica. Si Geller hiciera sus juegos de manos como los demás magos, no pasaría nada. Lo grave está en que sus afirmaciones sobre sus poderes mentales no son una mera parte del espectáculo, la charla necesaria para crear la atmósfera mágica que dicen los magos, sino que él va más allá. Muchos magos crean un personaje para dramatizar sus espectáculos, o historias ficticias para ambientar sus juegos. Dai Vernon daba vida a sus famosos “Ases del manco” (3) contando una historia sobre tahúres y apuestas y de cómo un jugador pierde una mano por querer ser listo de más. Pepe Carroll contaba una historia sobre Gaylord Ravenal para sus magistrales apilamientos de dados (4). Carlos Vinuesa llega a disfrazarse de vendedor de elixires, o de Doc, el científico de Regreso al Futuro, según las rutinas que va a realizar (5). Pero ni Vernon, ni Carroll, ni Vinuesa pretenden que nos creamos sus historias. Son recursos artísticos para crear la ilusión en la que consiste la magia. Pero Geller es distinto. En el programa de Neox dijo que, siendo pequeño, con cinco años, comiendo sopa, fue la primera vez que se le dobló la cuchara y se le rompió. Como charla-introducción a su juego de magia para doblar cucharas no está nada mal la historia. La diferencia está en que Uri Geller pretende que es cierto: que realmente tiene esos poderes. Hace años decía que esos poderes los tenía desde que de niño tuvo un contacto con extraterrestres. Lo que tampoco estaría mal, si fuera solo una forma de presentación de su personaje. Pero Geller ha confundido (o quiere confundir) a su personaje con su persona: intenta aparentar que su personaje de ficción es él mismo como persona real. De esta forma se coloca en el “lado oscuro” de la magia, en el de todos aquellos que utilizan los secretos de la prestidigitación para engañar y no para ilusionar, tal y como hacen los psíquicos, videntes, tarotistas o espiritistas que usan trucos de magia para “demostrar” sus poderes paranormales. El ejemplo más actual es la famosa médium Anne Germain que simula contactar con espíritus utilizando técnicas como la “lectura en frío” (6) -y a veces “en caliente” (7)-. Es esta forma de abuso de los trucos del ilusionismo lo que ha provocado que auténticos magos a lo largo de la historia se hayan dedicado a desenmascarar a estos farsantes, tal como hacía Harry Houdini, o más recientemente John Booth o el principal desmitificador de Geller: el asombroso James Randi (8).
¿Qué hizo Geller en los dos programas que estamos comentando? Básicamente tres cosas: rutinas de doblar metales (cucharas y llaves), duplicación de un dibujo, e intentar parar el reloj de la Puerta del Sol. Doblar metales es un clásico de la magia. Geller lo popularizó pero todos los magos del mundo saben hacerlo, los buenos magos de formas mucho más espectaculares que Geller: Manolo Talman, por ejemplo, tiene una rutina bellísima en su espectáculo “Solo” en la que dobla tenedores con mucha mejor presencia escénica y artística. En cuanto a la duplicación del dibujo también es otro clásico del ilusionismo. No se trata de desvelar los trucos de los magos profesionales, pero en este caso sí hay que indicar por lo menos dos cosas. Seguramente Geller no estaba compinchado con Mario Vaquerizo (que fue su ayudante) pero el caso es que éste no hizo el dibujo delante de la cámara sino que ya lo traía hecho. Es inevitable sospechar que ambos estaban compinchados. Dicha sospecha arruina el juego de magia. Es un principio del ilusionismo que el espectador no solo no debe conocer cuál es el auténtico truco, sino ni siquiera imaginarlo: en un juego de magia, si un espectador cree que sabe en qué consiste el truco, da igual si realmente está en lo cierto o no, pues el juego habrá fallado igualmente. El objetivo del mago no es que el espectador no sepa el truco utilizado de hecho, sino que ni siquiera tenga la más mínima idea de cómo pudo haber sido. Grandes de la magia como Juan Tamariz o Darwin Ortiz han dedicado buena parte de su trabajo a perfeccionar este aspecto. Uri Geller lo pasó por alto poniéndose al mismo nivel que los magos principiantes. De todas formas, Uri Geller seguramente no se compinchó con Vaquerizo (esperemos, porque, si no, se habría saltado otro principio de la buena magia: no usar compinches). Lo más probable es que hiciera uso de otro recurso que en magia se llama pre-show. Si bien es utilizado por algunos magos, sobre todo en televisión, no es del agrado de todos, y a los más puristas no les gusta o solo lo admiten con ciertas reservas. El pre-show implica que algo ocurre fuera de cámara (o fuera del escenario, si se hace en un teatro) y rompe con la idea general de que el público debe verlo “todo”. Sea como sea, Geller hizo un mal uso del pre-show porque hay formas mucho más sutiles de emplearlo que la suya. Y, de cualquier forma, para duplicar dibujos hay técnicas que ni siquiera necesitan pre-show, pero esas solo están al alcance de los mejores (9), y desde luego Geller nunca ha estado a ese nivel.
Hemos dejado para el final lo de parar el reloj de la Puerta del Sol. En los días previos al programa de Neox se estuvo jugando con esa idea. Tal es así que uno de los titulares del diario ABC era este: “Uri Geller intentará parar el reloj de la Puerta del Sol el 30 de diciembre” (10). En realidad, Geller no llegó a decir que lo iba a hacer. Exactamente, en El Hormiguero afirmó que ya había parado otro reloj famoso, el Big Ben, y tan solo dejó caer que a lo mejor hacía lo mismo con el de la Puerta del Sol. En el programa de Neox se le volvió a preguntar si lo haría y volvió a responder de forma ambigua, hasta que finalmente fue Alaska la que vino a decir que mejor no hacerlo para no fastidiar la Nochevieja y él simplemente dijo que se lo pensaría. Como era de esperar, al día siguiente el reloj dio las campanadas con total normalidad. ¿A qué viene todo esto? Evidentemente, es imposible parar un reloj como el Big Ben o el de Sol con la mente. Los magos saben parar relojes de pulsera con sus técnicas de ilusionista, pero otra cosa son aquéllos. Si es imposible, ¿por qué anunciarlo? En primer lugar, la publicidad y la expectación que un anuncio así generan ya vale el precio. En segundo lugar, Geller nunca ha parado el Big Ben, diga lo que diga. No hay constancia de que lo haya hecho nunca salvo que él dice que lo ha hecho (en el programa de El Hormiguero así lo afirmó sin prueba alguna). En tercer lugar, el de la Puerta del Sol tampoco podía pararlo, de ahí su ambigüedad y la salida de Alaska. El truco es doble. Por una parte se deja caer que puede hacerlo, pero que posiblemente no lo hará por generosidad hacia todos los españoles que quieren disfrutar las doce campanadas. Con el tiempo y la rumorología, ese “puede” hacerlo se acabará transformando en “lo hizo”, y no sería raro que años más tarde Geller afirmara en otro país haberlo hecho (como afirmó en España lo del Big Ben inglés). Pero lo más importante está en otra cosa: ¿y si, por una afortunadísima (para Geller) casualidad, el 31 de diciembre a la hora de las campanadas el reloj de la Puerta del Sol se para (por causas totalmente ajenas a él: un fallo mecánico o cualquier cosa)? Todo el mundo se acordaría de lo que él había dejado caer y él mismo se encargaría de reconstruirlo diciendo: “Yo ya dije que lo haría”. La posibilidad es remota pero ¿y si ocurre? Geller lo lleva todo preparado: siembra la idea y la duda, pero se cubre las espaldas por si acaso diciendo que se lo pensará para no arruinar la Nochevieja: si no pasa nada (lo más probable) queda como un hombre generoso que, pudiendo parar el reloj no lo ha hecho, pero si casualmente se para, sería un éxito total para él (y para los programas de TV en los que lo ha anunciado). El truco de atribuirse uno mismo la causa de las casualidades es también viejo y utilizado por Geller: él mismo pide en los programas que los telespectadores desde sus casas coloquen cucharas encima del televisor y que, si se caen, es debido a su poder mental. La mayoría no se caen, pero algunas se resbalarán sin más, a lo que el telespectador pensará que es por Geller. Anunciar eventos impresionantes para aprovecharse de la remota posibilidad de que pudieran ocurrir si así fuera tampoco es único de Geller. Carlos Santillana ya lo intentó en dos ocasiones: en una dijo que intentaría apagar las luces nocturnas de la Torre Eiffel (11) y otra también dijo que probaría a parar el reloj de la Puerta del Sol (12). No consiguió ninguna de las dos cosas (13). Con el mismo truco, hay videntes que “predicen” dónde caerá el Gordo de la lotería o que intentarán atraer la suerte a tal o cual administración: si luego sucede así por casualidad, se encargarán de “recordar” siempre que fue gracias a ellos, si no, dirán que solo lo intentaron (14).
No se entiende bien por qué el grupo Atresmedia ha apostado por Uri Geller cuarenta años después. Tal vez creyeran que iban a repetir el éxito de cuando Geller visitó el programa Directísimo, presentado por José María Íñigo en TVE, e hizo exactamente lo mismo que ahora. Pero los 40 años no pasan en balde. Entonces Geller pudo engañar a casi toda España, ahora es imposible. Geller ya es un “viejo conocido”, totalmente desenmascarado, y su presencia en un programa se apunta antes en el “debe” que en su “haber”. Seguramente sea por el dinero y la audiencia (o por malos consejeros), pero Geller ha desentonado en un programa como El Hormiguero. Este programa tiene una buena reputación, entre otras cosas por su labor de divulgación científica, y además cuenta con muy buenos magos en plantilla como Luis Piedrahita o Jandro, por eso cuesta comprender qué pintaba Geller desentonando allí.
Es difícil saber por qué Uri Geller insiste en sus poderes mentales. Hace 40 años todavía podía tener sentido porque la parapsicología estaba en el ambiente y todavía no se sabía bien si eso era cierto o no. Hoy día sabemos que es pseudociencia pura y dura, y además bastante desacreditada. Los magos ya no recurren a la ambientación parapsicológica en sus números de mentalismo: los mentalistas modernos, como Derren Brown o Keith Barry, ahora recurren a pseudoexplicaciones del tipo de PNL, sugestión, etc. (15). El problema de Uri Geller es que está atrapado en su personaje: ha insistido tanto en que lo suyo es auténtico que reconocer ahora el fraude sería muy difícil. Debe tener un dilema similar al de las hermanas Fox antes de reconocer sus trucos espiritistas. Al final ellas lo reconocieron: ¿hará igual algún día Uri Geller?
(1) http://www.antena3.com/neox/programas/feliz-ano-neox/2013/poder-mental-…
(2) http://www.antena3.com/programas/el-hormiguero/momentos/uri-geller-nos-…
(3) El juego original se llama Cutting the Aces, conocido en España como “Los ases del manco” precisamente por la historia con la que se presenta. En este enlace puede verse a Juan Tamariz haciendo el juego: http://www.youtube.com/watch?v=4nZOqSPMEDM
(4) Pepe Carroll apilando dados: http://www.youtube.com/watch?v=uabhWraqtxg
(5) Carlos Vinuesa:
-“El elixir”: http://www.youtube.com/watch?v=XPm237ZZtBM
-“Regreso al futuro”: http://www.youtube.com/watch?v=32gp2u7zEw8
(6) Sobre la lectura en frío: El Escéptico, nº 36: http://www.escepticos.es/node/3368
(7) “Anne Germain, la médium de los informes”:
http://www.elmundo.es/elmundo/2012/11/23/television/1353671231.html
(8) Randi, James (1982) The Truth About Uri Geller, Prometheus Books.
(9) Manolo Talman: Duplicación de dibujo: http://vimeo.com/17151883
(10) http://www.abc.es/tv/20131213/abci-geller-hormiguero-201312131300.html
(11) http://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/caceres/santillana-propo…
(12) http://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/caceres/santillana-trata…
(13) http://www.hoy.es/20081022/regional/carlos-santillana-mentalista-fracas…
(14) http://www.publico.es/espana/352974/la-medium-que-acerto-el-lugar-pero-…
(15) Sobre el mentalismo: El Escéptico, nº 36: http://www.escepticos.es/node/3371
Manifiesto "No sin evidencia"
El Escéptico Digital - Edición 2013 - Número 272
Plataforma "No sin evidencia"
La evidencia científica es uno de los pilares sobre los que se asienta la medicina moderna. Esto no siempre ha sido así: durante años, se aplicaron tratamientos médicos sin comprobar previamente su eficacia y seguridad. Algunos fueron efectivos, aunque muchos tuvieron resultados desastrosos.
Sin embargo, en la época en la que más conocimientos científicos se acumulan de la historia de la humanidad, existen todavía pseudo-ciencias que pretenden, sin demostrar ninguna efectividad ni seguridad, pasar por disciplinas cercanas a la medicina y llegar a los pacientes.
Los firmantes de este manifiesto, profesionales sanitarios y de otras ramas de la ciencia, periodistas y otros, somos conscientes de que nuestra responsabilidad, tanto legal como ética, consiste en aportar el mejor tratamiento posible a los pacientes y velar por su salud. Por ello, la aparición en los medios de comunicación de noticias sobre la apertura de un proceso de regulación y aprobación de medicamentos homeopáticos nos preocupa como sanitarios, científicos y ciudadanos, y creemos que debemos actuar al respecto. Las declaraciones de la directora de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) asegurando que “no todos los medicamentos homeopáticos tienen que demostrar su eficacia” y que “la seguridad no se tiene que demostrar con ensayos clínicos específicos” no hacen sino aumentar nuestra preocupación.
Por lo tanto, solicitamos:
Que no se apruebe ningún tratamiento que no haya demostrado, mediante ensayos clínicos reproducibles, unas condiciones de eficacia y seguridad al menos superiores a placebo. La regulación de unos supuestos medicamentos homeopáticos sin indicación terapéutica es una grave contradicción en sí misma y debe ser rechazada. Si no está indicado para nada ¿para qué hay que darlo?.
Que la AEMPS retire de la comercialización aquellos fármacos, de cualquier tipo, que pese a haber sido aprobados, no hayan demostrado una eficacia mayor que el placebo o que presenten unos efectos adversos desproporcionados.
Que el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad y el resto de autoridades sanitarias persigan a aquellas empresas que atribuyen cualidades curativas o beneficiosas para la salud a sus productos sin haberlo demostrado científicamente.
Que el Consejo General de Colegios de Médicos de España / Organización Médica Colegial, en cumplimiento del artículo 26 del Código de Deontología Médica, desapruebe a los facultativos que prescriban tratamientos sin evidencia científica demostrada.
Bitácora oficial de la iniciativa: http://nosinevidencia.wordpress.com/
Convocatoria «Escépticos en el Pub Madrid» – 08-03-2014
El sábado 8 de marzo tendremos en Escépticos en el Pub Madrid a Jesús Zamora Bonilla para hablarnos de “El Evangelio y el Corán: entre el mito y el documento histórico”. El propio Jesús nos explica cómo va a enfocar esta charla:
Frente a la tendencia, por parte de los creyentes más ortodoxos, a considerar las escrituras sagradas del Cristianismo y del Islam como la inerrable Palabra de Dios, y a la tendencia de muchos críticos de la religión a ver en dichas escrituras nada más que mitos carentes de cualquier validez, la investigación científica (histórica y filológica) ha arrojado abundante luz sobre ambos documentos, más en el caso de la Biblia (analizada en este sentido con profusión desde mediados del siglo XIX), aunque recientemente, también en el caso del Corán.
En la charla se hará un somero repaso de algunos de los descubrimientos histórico-filológicos más importantes sobre los Evangelios cristianos y sobre el Corán, centrándonos particularmente en las diferencias entre ambos documentos. También se discutirá sobre la fascinación que especialmente los Evangelios han despertado en el terreno literario, una fascinación que ha fomentado incluso la aparición de un micro-género narrativo que podemos llamar el de los Pseudo-Evangelios. La novela del autor de la charla, Regalo de Reyes, y sus particulares hipótesis sobre la infancia de Jesús de Nazaret, se presentará como ejemplo de dicho micro-género.
Jesús Zamora Bonilla es catedrático de Filosofía de la Ciencia en la UNED, autor de numerosos artículos académicos y varios libros sobre el tema, y aficionado a la divulgación científico-filosófica, sobre todo a través de su blog A bordo del Otto Neurath, de cuyo contenido ha salido de momento una trilogía de pequeñas obras en Amazon Kindle (Filosofía flotante, Más allá de la indignación y Otro puto libro de filosofía). Entre sus publicaciones más recientes destacan el ensayo La Caverna de Platón y los cuarenta ladrones (2011) y la novela Regalo de Reyes (2013).
Como siempre, la entrada es libre y gratuita. Os esperamos en el pub The Irish Corner (Arturo Soria, 6) a las 19:30h.
Monográfico sobre antenas y radiación electromagnética
Como consecuencia de las afirmaciones alarmistas recogidas recientemente por algunos medios de comunicación, recordamos que en nuestra sección de documentos hay un completo monográfico sobre radiaciones electromagnéticas, antenas y salud:
¿Son realmente nocivas las radiaciones que emiten las antenas de telefonía móvil? ¿Y los teléfonos? ¿Son peligrosas las líneas eléctricas o los microondas? Este monográfico es un estudio profundo basado en las más recientes investigaciones científicas en el campo.
Está dividido en 4 secciones distintas con una Introducción a las radiaciones electromagnética donde explicamos, de forma divulgativa, qué es la radiación electromagnética, qué tipos de radiación existen y cuáles son perjudiciales y cuáles no.
Pero para los lectores que quieran profundizar más en la materia, con referencias bibliográficas a muchos estudios científicos, pueden acceder al resto de apartados que, en formato de preguntas y respuestas, se explica un sin número de dudas al respecto de las radiaciones y sus efectos sobre la salud. En concreto, en Antenas de Telefonía Celular, se enfoca en la radiación de los teléfonos móviles así como la de las estaciones de telefonía que tanta polémica han suscitado en estos tiempos. Posteriormente, en Campos Eléctricos y Magnéticos Estáticos y Salud Humana, se hablan sobre otros campos eléctricos y magnéticos que habitualmente nos vemos expuestos por la calle, en el trabajo o en el hogar como los producidos por imanes, microondas y radiofrecuencias. Finalmente, cerramos este monográfico con Líneas Eléctricas y Cáncer que explora las creencias de que los cables de alta tensión y subestaciones eléctricas podían producir efectos perniciosos sobre la salud.
El monográfico se encuentra en este enlace: http://www.escepticos.es/node/1019