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Dossier Experiencia trans en primera persona Eneko Garcia de Mendoza Esteban ARP-Sociedad para el Avance del Pensamiento CrÃtico Una visión muy personal y una invitación a reflexionar S oy trans. Lo descubrà ya en mi etapa de adultez asentada. Y quiero pensar que lo que he aprendido durante años gracias a estar en entornos cercanos a la divulgación cientÃfica, siendo lector voraz de muchos y diversos temas sobre ciencia y conocimiento, aprendiendo poco a poco a pensar crÃticamente, me ha ayudado mucho a descubrir y entender cada vez mejor mi identidad de género. Una vez entendà que soy trans, empecé mi viaje (la creo que mal llamada «transición»), que prácticamente fue como entrar en la madriguera del conejo de Alicia en el paÃs de las Maravillas, donde me esperaba una avalancha de informaciones, consejos, experiencias de otras personas, mensajes populistas, a veces disfrazados de sesudos textos moralistas. Y sÃ, ver pasear el autobús de Hazte OÃr. Muchas cosas para mà eran completamente nuevas y desafiaban mucho de lo que yo daba por sentado. Quiero pensar que al menos intentar usar el pensamiento crÃtico y racional me ha ayudado a tomar buenas decisiones para abordar este periodo vital, cada vez seleccionando las informaciones, yendo a parar a manos de un excelente equipo de profesionales sanitarios especialistas en atención a diversidad de género y en definitiva mejorando muchÃsimo mi calidad de vida y mi relación con el mundo a numerosos niveles. Durante los inicios empecé leyendo divulgación (en general), experiencias de blogs de otras personas trans y textos en internet de supuestos especialistas en cuestión de género. Actualmente, sobre este tema, Todo es bastante más complejo de lo que puede aparentar un simple texto divulgativo o un paper individual el escéptico 52 Verano 2021 Imagen de Meine Reise geht hier leider zu Ende. Märchen beginnen mit en Pixabay y ante la tormenta de populismo y sesudos análisis de múltiples «personas expertas» en las redes, prácticamente me limito a leer a personas trans (especialmente aquellas que me pueden aportar algo sobre aquello que no sé) y literatura cientÃfica. Y he aprendido muchas cosas, algunas de ellas erróneas, y por tanto he tenido que ir continuamente cuestionando y corrigiendo muchos supuestos. Pero sobre todo he aprendido que hay muchÃsimo que no sé, y que todo es bastante más complejo de lo que puede aparentar un simple texto divulgativo o un paper individual que analice alguna cuestión especÃfica en relación al sexo o la identidad de género. Este texto es una visión muy personal, fruto de mi vivencia personal, por lo que no tiene valor alguno por sà solo como evidencia cientÃfica. Sin embargo, es una invitación a reflexionar sobre nuestras ideas preconcebidas y cómo analizamos de manera muy simplista especialmente aquellas cosas que creemos que no nos afectan de forma directa. Nacà y crecà en el seno de una familia católica practicante. La religión formó parte de mi vida durante los primeros años, con lo cual mis ideas sobre lo que es sexo y género estaban basadas en la idea normativa imperante: sexo = género, absolutamente dicotómico y definido por las caracterÃsticas sexuales primarias. Además, todos los mensajes que recibÃa en mi entorno, tanto de la escuela como de los productos culturales y de ocio que consumÃa (mi afición por la lectura, el cine y los videojuegos tuvieron una influencia muy importante en mi adolescencia) reforzaban por comVerano 2021 pleto este mensaje. Cabe decir que mi familia, dentro del entorno y contexto en que estaba, no me quiso hacer ningún mal, ni tenÃa conocimientos ni herramientas para poder identificar lo que pasaba. Pero un detalle, muy importante, y absolutamente avanzado para su tiempo, sentó una semilla para más adelante: mi padre rechazó que se me perforaran los lóbulos de las orejas para los pendientes. Rechazó marcarme de pequeño, y defendió que, si querÃa usar pendientes, era una decisión que debÃa tomar yo cuando tuviera uso de razón. Asà entonces, el malestar que sentÃa, la sensación de que algo no cuadraba, permaneció durante tiempo sumergida e ignorada, incluso por mà mismo. Incluso en la adolescencia, cuando desarrollé alguna caracterÃstica sexual secundaria que no estaba en consonancia con mi supuesto género (el «sexo» asignado al nacer, que era mujer), era una fuente de malestar. En mi fuero interno tenÃa muchos pensamientos y el deseo secreto e inconfesable de «ser hombre», algo que acababa rechazando y escondiendo, dado que no podÃa luchar contra «la realidad». Los años pasaron, crecà y evolucioné. Mi limitada cosmovisión poco a poco se fue ampliando. Mi conflicto sobre mi identidad de género (que por mucho tiempo no he sabido identificar como tal, ni mucho menos verbalizar) de tanto en tanto asomaba, pero acababa siempre enterrándolo, porque tenÃa siempre problemas mucho más inmediatos, como cubrir mis necesidades básicas, navegar en un entorno social que para mà resultaba extremadamente hostil (aclaro que 53 el escéptico esto, más que debido a mi identidad de género no normativa, se debe a mi neurodiversidad: soy autista) y sobrevivir durante años en un estado continuo de trastorno ansioso depresivo, además de dos depresiones mayores (una de ellas a punto de costarme la vida). Nunca he cumplido con el estereotipo de género de mujer, y en muchos aspectos, nunca lo he intentado cumplir, especialmente en aquellas cosas que ya desde pequeño identificaba como una instrumentalización e imposición social sobre el género femenino (recuerden el tema de los pendientes). En algunas cosas sà que he intentado cumplir con el rol de género femenino, incluso contra mi propia natura, especialmente para intentar ser aceptado socialmente y no sentirme en eterna soledad. Pero lo vivÃa en conflicto constante. Era del todo consciente de la opresión social contra las mujeres (pero no en toda su magnitud real), y evidentemente me acabé rebelando contra la imposición social de roles de género de cualquier tipo. De mi experiencia, y del aprendizaje que iba teniendo a partir de mis lecturas, acabé llegando a la conclusión de que el género es una imposición únicamente cultural y social. Y por lo tanto la imposición de roles de género debe desaparecer de raÃz: el hecho de que una persona nazca con unos genitales determinados no debÃa imponer una diferencia en su educación, desarrollo, derechos, etc. (es algo que sigo pensando). Esto ya me dio cierta tranquilidad, y empecé a sentirme más libre. Sin embargo, aunque llegué a una conclusión que sigo sosteniendo, una de las premisas era incorrecta. Un buen dÃa, en mis lecturas habituales de divulgación cientÃfica, encontré un texto que ponÃa en cuestión la idea que tenÃa acerca de que el género era un constructo social. Básicamente el texto que leà explicaba un estudio sobre las preferencias de juguetes según el sexo en simios, algo que desmontaba mi hipótesis de imposición cultural (humana). Quizás fue una de las primeras veces que me fui a leer el paper original, para ver si podÃa ver algo que criticar, algún fallo en el diseño. Resultó un baño de humildad: descubrà que, a pesar de mi nivel de estudios y mucha lectura divulgativa, no tenÃa ni idea sobre conceptos que se manejaban (especialmente sobre biologÃa, comportamiento, hormonas), y también que no se trataba de un único estudio, sino que eran varios. Afortunadamente gracias a la lucha y al activismo LGTBI+, estas siglas cada vez empiezan a aparecer con más regularidad en los medios y en mis lecturas. Con lo cual poco a poco la idea de que existe algo más allá de la diversidad sexual empezó para mà a entrar en el terreno de lo posible (tenÃa bastante claro el significado de L, G y B, pero de manera paulatina fui aprendiendo qué eran la T y la I). Y en un momento de mi vida volvió a mi cabeza el tema recurrente sobre mi identidad de género. La diferencia es que esta vez, al contrario que en ocasiones pasadas, mi cosmovisión sobre este tema era mucho más amplia: conocÃa y aceptaba la diversidad afectivo-sexual, y ya conocÃa y aceptaba que existÃa algo sobre «incongruencia de género». Además, en aquel momento no estaba sumido en una depresión ni en una lucha diaria por mi supervivencia y aceptación en entornos sociales. Me permità el lujo de no volver a enterrar automáticamente la idea y reflexionar seriamente sobre el tema. Y recuerdo el clic que hizo mi cabeza cuando pensé: «Si mi pareja durante 16 años ha sido un hombre, yo tengo que ser mu⦠espera un momento. Idiota, que la orientación sexual y la identidad de género no tienen nada que ver». SÃ, realmente me sentà bastante idiota en ese momento, especialmente por no haber contemplado algo tan básico antes. Y todas las piezas del puzle empezaron a encajar muy fuerte. Al principio, la idea que tenÃa de ser trans (entonces, dentro de mi cosmovisión, la transexualidad) era bastante limitada, básica, binarista, sin matices y, si me lo permiten, normativa. Pero poco a poco fui profundizando. Tuve que reflexionar muchÃsimo sobre qué es el sexo, qué es el género, qué conforma la Recuerdo el clic que hizo mi cabeza cuando pensé: «Si mi pareja durante 16 años ha sido un hombre, yo tengo que ser mu⦠espera un momento. Idiota, que la orientación sexual y la identidad de género no tienen nada que ver» el escéptico 54 Verano 2021 identidad de género, qué significa identificarme como hombre y, si me lo permiten, queer (y no como mujer). Y leer mucho. Pasé de textos divulgativos a textos académicos. Y en mis estudios universitarios actuales (Ciencias de la Actividad FÃsica y Deporte), he aprovechado cualquier trabajo académico que me lo permitÃa para explorar de manera rigurosa la cuestión de sexo y género, tanto desde un punto de vista biológico como desde un punto de vista más sociológico; y también para reflexionar sobre este tema dentro del ámbito del deporte (es un melón que poco a poco se va abriendo, del que hay mucha tela que cortar). He aprendido que la cuestión de sexo no es para nada sencilla, tiene muchos matices y a muchos niveles (tanto si se estudia a nivel genético como a nivel de desarrollo de las diferentes caracterÃsticas sexuales), y se podrÃa concluir a grandes rasgos que el sexo no es dicotómico, sino más bien un espectro en el que la población se distribuye de manera bimodal (los grandes grupos de población se encuentran dentro de las zonas de sexo masculino o femenino, pero hay parte que no está dentro de estas zonas). Y si se entra en lo que es la identidad de género, la cosa se complica aún más (y es algo más controvertida en la literatura cientÃfica). Primero hay que aclarar que identidad de género, rol de género, expresión de género, etc⦠no son lo mismo. También, y esto es Verano 2021 muy importante, que para conformar la identidad de género (en algunos estudios referida como sexo cerebral) hay componente innato, de base biológica, pero también tiene componente de aprendizaje. Todo esto, y afortunadamente conocer y relacionarme con personas trans, muy diversas y con experiencias muy diferentes, me ha ayudado a entender que la normatividad binaria de género es un sinsentido. La diversidad de género puede que sea muy amplia, y es en los últimos años cuando la ciencia, desde distintas disciplinas, se está dando cuenta de ello. Y no tengo una respuesta académica enteramente satisfactoria. De hecho, para mÃ, intentar responder dónde está la identidad de género de una persona es prácticamente asimilable a intentar responder dónde está la mente (guiño a psicólogues). Hace falta seguir trabajando, hace falta seguir investigando y, sobre todo, hacer buena ciencia y usar el pensamiento crÃtico, especialmente para desterrar todo aquello que está establecido por imperativo normativo social, sin una buena base. Por eso hace falta representación de la diversidad en la ciencia , en un sentido amplio. Porque si los cientÃficos únicamente son hombres cis, hetero, blanco y normativos, únicamente se plantean y responden a hipótesis que planteen hombres cis, hetero, blancos que entran dentro de la norma social y cultural del momento. 55 el escéptico