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De oca a oca De vacunas y libertades Félix Ares E n el año 2005 estuvimos muy cerca de erradicar el sarampión de la Tierra. Hubiera sido la segunda enfermedad a la que habríamos vencido totalmente la primera fue la viruela. Pero hoy, en España, se han dado cientos de casos de sarampión y todo ello debido a un fuerte movimiento de «anti-vacunas» que ha surgido en todo el mundo. Lo más triste para mí es que si ese retrogrado movimiento hubiera aparecido tres o cuatro años más tarde ya nadie hubiera tenido que vacunarse contra esa enfermedad. Porque unos cuantos piensan que la vacuna era mala han devuelto una enfermedad a muchos países donde estaba erradicada. No deja de ser terriblemente paradójico que el movimiento anti-vacunas se originase por un artículo aparecido en 19981 en el que se encontraba una relación entre la vacuna MMS triple vírica contra sarampión, paperas y rubeola en sus siglas inglesas y el autismo. Con posterioridad se demostró que aquella relación no existía, que había sido un pésimo estudio de Dr. Wakefield2, pero era tarde, el mal ya estaba hecho y eso ha producido un fortísimo movimiento anti-vacunas primero en Estados Unidos3 para extenderse después por todo el mundo. Considero que las vacunas han sido uno de los grandes hitos de la humanidad en la lucha contra muchas enfermedades. Cuando yo iba al colegio era habitual ver a niños que tenían que ir con muletas y con hierros en las piernas, pues habían sido atacados por el virus de la poliomielitis, y personas mayores con la cara picada de viruela; ahora ya no se el escéptico 18 ven esos niños ni los mayores con cicatrices. Pero al mirar en Internet la imagen que me viene es la de que muy pronto volveremos a ver muchos de esos niños por nuestras calles. La razón de ello es que por cada artículo que se ve diciendo que el estudio de Wakefield ha sido refutado y se ha dado por falso hay cincuenta diciendo lo contrario y comentando que las vacunas son un invento de los farmacéuticos para vender más. Si no se tratara de enfermedades infecciosas y que afectan a la sociedad, mi reacción sería la de que se vacune quien quiera; pero si alguien no se vacuna de sarampión o de poliomielitis no solamente corre peligro de contraer la enfermedad sino que puede contagiar a las personas con las que esté en contacto. Una decisión individual puede causar estragos en la sociedad. ¿Podemos permitirlo? Para mí la respuesta es que no, pero inmediatamente me surgen las dudas. Me resulta evidente que no podemos permitir que el capricho de unos, que va en contra de toda la evidencia científica, pueda poner en peligro a otros. Pero, más o menos, esto es lo que pensaban en la Inquisición y para salvar a la sociedad de los males que produce la herejía hambrunas, enfermedades y malas cosechas terminaban quemándolos. Creo evidente la diferencia entre el pensamiento científico y el dogmático y que, por lo tanto, una postura basada en pruebas científicas nada tiene que ver con la Inquisición. Ello me lleva a pensar que la obligatoriedad de vacunar a los niños de enfermedades infecciosas que en el pasado causaban estragos no es discutible: debe hacerse. Pero una vez más pienso en mi postura y en la Inquisición. Espero que para los inquisidores tampoco hubiera duda4 de que eso era lo bueno para la sociedad. Soy de los convencidos de que el pensamiento científico es radicalmente diferente de las creencias, pero ¿y si estoy equivocado? ¿Cómo compaginar el derecho a pensar de modo distinto con que podamos erradicar algunas enfermedades de la faz de la Tierra? ¿Cómo compaginar el derecho a «no-vacunarse» con el derecho a la salud? Sinceramente no sé la respuesta. Lo único que se me ocurre es que hay que divulgar mucho más lo que es la ciencia, entre otras cosas para que el gran público se entere de que publicar un artículo no significa que lo que dice sea cierto sino que es el principio del proceso científico. Que sin crítica no hay ciencia. Y que un hecho no puede darse por bueno hasta que se ha repetido en laboratorios independientes. Ahora me ha venido a la mente el pensamiento maligno, cuando era niño y caminaba desde mi casa al Colegio de Nuestra Señora del Buen Consejo en León, casi todos los días me encontraba con un par de poliomielíticos y varios «picados» de viruela. Jamás se me ocurrirá pensar que las vacunas contra esas enfermedades son malas. ¿En cuanto los hijos de los «anti-vacunas» empiecen a tener que ir con muletas debido a la poliomielitis y con gafas horribles o estén en riesgo cierto de muerte debido al sarampión encontrarán de nuevo la sensatez? ___________________________________________ Notas: 1 Wakefield, A.J. et al. 1998. Ileal-lymphoid-nodular hyperplasia, non-specific colitis, and pervasive developmental disorder in children. Lancet, 351:637-641. 2 Editors of The Lancet. 2010. Retraction -- Ileal-lymphoid-nodular hyperplasia, non-specific colitis, and pervasive developmental disorder in children. Lancet, Feb. 2, online. DOI: 10.1016/S01406736(10)60175-4 3 http://www.sciencenews.org/view/generic/id/48976/title/On_the_ Scene__From_the_infectious_diseases_meeting_Whats_with_the_ vaccine-o-phobia%3F 4 Si tuvieran dudas de que lo que hacían era lo correcto supongo que lo dirían. Izquierda: niño enfermo de viruela. Arriba: enfermo de polio (fotos: Wikimedia Commons) y el Doctor Andrew Wakefield (foto: noalavacuna.files.wordpress.com/) 19 el escéptico