México

Enviado por admindrupal el Mar, 08/03/2016 - 15:29
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Red escéptica internacional México Daniela Meli Miembro de ARP-SAPC Nuestro nuevo director de El Escéptico me pidió que escribiera un poco sobre el escepticismo en México. Tiene sentido que me lo pidiera a mí, que soy mexicana. Sin embargo, me involucré en el mundo del escepticismo varios años después de haber salido del país, así que recurrí a dos personas, Mauricio-José Schwarz y Jorge Armando Romo1, sin cuya ayuda no podría haber hecho la segunda parte de este artículo. El panorama de la credulidad en México Una de las palabras que mejor puede describir a México (sí, con x, la j nos hace ponernos violentos), es sincretismo.  El sincretismo religioso en México es bastante conocido:  durante el proceso de evangelización de la conquista, elementos de las religiones indígenas se integraron a la religión católica, cosa que fue permitida e incluso alentada por los colonizadores para facilitar la conversión. La misma Virgen de Guadalupe se “aparece” en el lugar donde se encontraba el santuario más importante a la diosa-madre Coatlicue.   Esta tendencia a mezclar lo prehispánico (o lo que se percibe o vende como tal) con lo extranjero también sucede en las pseudociencias: ¡nos apuntamos a todas! Se idealiza lo prehispánico y se idealiza lo extranjero, creando un popurrí místico-mágico. En un spa lo mismo pueden encontrarse tratamientos de reiki que un temazcal (un baño purificador prehispánico). Paseando por el pueblo de Tepoztlán, se pueden conseguir hierbas medicinales, fotografías del aura, sanaciones cuánticas, limpias, y tan probable es toparse con un chamán como con un homeópata, además de estar rodeado de montañas supuestamente esculpidas por la perdida civilización Masma, y donde dicen haber fotografiado “ovnis de plasma”.  Pero no hace falta salir de casa para encontrar la pseudociencia en México.  A la variedad de anuncios de productos de grandes multinacionales hablando de beneficios con dudoso respaldo científico (coenzimas, probióticos y compañía), se suman infomerciales de productos milagro de todo tipo: desde crecepelos hasta productos que dicen curar enfermedades serias como el cáncer. Estos no siempre son inocuos, y algunos incluso causan severos daños. En los últimos años, las autoridades ha retirado cientos de ellos del mercado, pero siguen apareciendo como si fueran el hongo michoacano que pretende curar la diabetes.  Y hablando de las autoridades, estas también son parte el escéptico 16 del problema. En el Instituto Politécnico Nacional, una universidad pública, se encuentra la Escuela Nacional de Medicina y Homeopatía, donde el dinero público se utiliza para formar jóvenes “con una preparación de médico general y además con los conocimientos de la terapéutica homeopática”. Además, el año pasado el presidente del país inauguró el recién renovado Hospital Nacional Homeopático. Aún más peligroso que la enseñanza y el tratamiento de enfermedades con remedios sin demostrada eficacia es el caso de los detectores moleculares. Estos existen con diferentes nombres desde los años ochenta, y consisten en varitas de zahorí vestidas de ciencia. A pesar de la falta de pruebas sobre su funcionamiento, los aparatos fueron comprados por gobiernos de todo el mundo. En México, la Secretaría de la Defensa y la de Marina, además de policías locales y dependencias de gobierno, compraron más de mil de estos detectores, por unos 18 mil euros cada uno. Científicos y escépticos han denunciado el caso. Se ha involucrado la prensa y hasta la Suprema Corte de Justicia. Aun así, en 2015 se siguen viendo detectores moleculares, coloquialmente llamados “ouijas del diablo”, y son utilizados por fuerzas del orden.   El escepticismo organizado en México  Los orígenes del escepticismo organizado se pueden rastrear con gente que coincidió en dos publicaciones a finales de los años 70. Curiosamente, una de ellas fue la revista Contactos extraterrestres, donde se encontraron varias personas que tenían verdadero interés en que las investigaciones sobre avistamientos de ovnis se hicieran de forma seria. La otra publicación fue el periódico Excélsior, donde había un grupo de periodistas, científicos y otras personas interesadas en combatir la charlatanería. Algunos de los colaboradores de Contactos extraterrestres, entre ellos Mauricio Schwarz y Héctor Chavarría, también fueron colaboradores en Excélsior. Uno de los periodistas de este, Mario Méndez Acosta, otoño-invierno 2015 (foto: theatreculture, www.flickr.com/photos/theaterculture/) conocía bien la Csicop, y a través de él, James Randi visitó México en 1988.    Pero no fue hasta 1989, tras un congreso de magia, que varios de este grupo con inquietudes escépticas echan a andar seriamente un plan para formar una asociación escéptica. Ese mismo año nace la Sociedad Mexicana para la Investigación Escéptica (Somie).  La Somie y sus miembros realizaban investigaciones de fenómenos paranormales, publicaron una decena de números de la revista El investigador escéptico y de otra llamada Perspectivas ufológicas. También realizaron un programa de ciencia en la radio, donde participó Schwarz, llamado Muy Interesante, que contó con buena audiencia pero no con patrocinadores.  Los miembros de la Somie y otros escépticos eran invitados frecuentemente a un programa nocturno que presentaba el periodista Nino Canún para debatir con toda suerte de charlatanes y creyentes en fenómenos paranormales. Un invitado recurrente a este programa para abogar por el lado de los “creyentes” era otro presentador de la misma cadena de televisión llamado Jaime Maussán.  En junio de 1991, Canún dedicó uno de sus programas a los ovnis y los escépticos invitados debatieron con creyentes, Maussán incluido, en una trasmisión que duró siete horas. Unas semanas más tarde, durante un eclipse total de sol, un aficionado grabó durante varios minutos una “misteriosa” luz en el cielo que solo permanece misteriosa para quien no sabe que se trataba de Venus. El “ovni del eclipse” salió todos los telediarios y, unos días más tarde, escépticos y creyentes en el fenómeno ovni se enfrentaron nuevamente en el programa de Canún, esta vez por 11 horas de trasmisión.  Tras estos largos debates en televisión nacional, surgieron más vídeos de ovnis y confesiones de supuestos contactados. Maussán se convirtió en su promotor y lanzó, en 1997, su propio programa sobre ovnis y misterios llamado Tercer milenio.  Con el paso de los años, la Somie fue perdiendo empuje y, si bien sigue existiendo formalmente, hace años que no tiene actividad alguna. Pero, al igual que ha pasado en otros países, internet ha facilitado la comunicación entre escépticos que de otro modo estarían aislados, y la batuta en la red la han tomado científicos, divulgadores y todo tipo de entusiastas escépticos, algunos de ellos antiguos miembros de la Somie. Existen decenas de blogs como Las patillas de Asimov, El escéptico de Jalisco, Marcianitos verdes, El viaje de Lonjho, Sobrenatural.net, Espejo escéptico, El detractor, El espacio del debunker y muchos más que continúan luchando contra timos viejos y nuevos. Se han hecho esfuerzos por crear grupos tipo Escépticos en el Pub, pero han durado pocas sesiones. También hubo participación mexicana en la campaña 10:23. Otro esfuerzo muy válido fue la revista Razonando, de la que se publicaron cinco números entre 2011 y 2012. Este año, el equipo de esta revista publicó una Antología de escepticismo a la mexicana, disponible de forma gratuita en internet, en la que encontramos desde textos antiguos del escepticismo que investigaba avistamientos de ovnis hasta textos que tratan de timos actuales, como el caso de los detectores moleculares.  El escepticismo en México está vivo y creciendo. Si bien carece de una organización formal activa, los incansables escépticos mexicanos continúan luchando día a día contra una inmensa cantidad de charlatanes y charlatanería, ya sea de producción local o de importación. Nota: 1 Puedes encontrar a Maurició-José Schwarz en http://charlatanes. blogspot.com.es/ y a Jorge Armando Romo en http://sobrenatural.net/ Internet ha facilitado la comunicación entre escépticos que de otro modo estarían aislados, y la batuta en la red la han tomado científicos, divulgadores y todo tipo de entusiastas escépticos. otoño-invierno 2015 17 el escéptico

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