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Editorial E ntre los últimos acontecimientos dignos de reseñar en el ámbito del escepticismo y las pseudociencias, hay uno que destaca de manera sobresaliente sobre cualquier otro: el plan del Gobierno de España contra las pseudoterapias. Con él se pretende eliminar cualquier uso y promoción de las pseudociencias en los centros sanitarios, perseguir el intrusismo profesional, luchar contra la publicidad de las mismas también fuera del ámbito sanitario y generar una mayor conciencia e información social al respecto. Un plan en elaboración, en cuyo desarrollo se está contando con la opinión del mundo académico, de los colegios profesionales e incluso de las asociaciones de pacientes y colectivos escépticos, entre ellos ARPSAPC, además de con la sociedad en su conjunto. Es aún muy pronto para decir si el plan tendrá algún éxito o se quedará en nada, pero solo el mero intento es ya digno de elogio, después de tanto tiempo de tibieza ante un problema cuyo alcance, como hacen ver unas primeras estimaciones1, requiere una atención seria. Para el movimiento escéptico está clara la necesidad de un plan asÃ. Si se desea construir un puente o un edificio, se exige que un ingeniero o un arquitecto elaboren un proyecto, y que luego se utilicen unas técnicas correctas y homologadas; jamás se aceptarÃa a un simple manitas que dijera ser capaz de hacerlo con unos palitroques y esparadrapo por la décima parte de su coste, y una efectividad similar o superior. Y esto último es lo que vienen promulgando los pseudoterapeutas, algo que buena parte de la población no termina de asumir, sobre todo por ese dejar hacer que ha sido la polÃtica habitual de las administraciones e instituciones competentes. Ha sido tanto el tiempo perdido que el plan corre el riesgo de no encontrar suficiente apoyo social, y más cuando todo lo que lleve la vitola de alternativo genera tanta simpatÃa y tiende a ser aceptado sin un mÃnimo examen crÃtico. Ante una sociedad quizá no preparada para entender en toda su dimensión un plan asÃ, será necesaria una enorme labor de información e incluso de educación. Ya nos estamos encontrando con conspiranoias de sobornos de la «farmafia» o respuestas del tipo: «¿qué sentido tiene prohibir tantas cosas, mezclar algo tan dispar como la acupuntura y las constelaciones familiares?». HabrÃa que explicar qué tienen en común ambas actividades, asà como hacer comprender que no se trata tanto de prohibir las actividades en sà como de Juan A. RodrÃguez evitar el engaño que supone presentarlas como curativas de algo, y conseguir que queden relegadas a lo que son: meros rituales religiosos, actividades de ocio, de bienestar, etc. Eso por no hablar de que los engañados no son solo quienes acuden a un pseudoterapeuta. En muchos casos, estos últimos son también vÃctimas de la pseudociencia: movidos por la desinformación, la falta de cultura cientÃfica o el desempleo, se dejaron en su momento considerables sumas de dinero en cursos de algo que creÃan y siguen creyendo útil. Son de imaginar las disonancias cognitivas generadas cuando ahora se les pretende prohibir ejercer esas actividades que, ley en mano, nunca fueron legales y nunca debieron estar permitidas, después de que, con un tÃtulo más o menos oficial debajo del brazo, incluso recibieran ayudas oficiales de apoyo a emprendedores para abrir, por ejemplo, un centro de terapias que no cumplÃa los preceptivos requerimientos legales (entre otros, que estuviera dirigido por un profesional sanitario competente y colegiado). En la medida de nuestras posibilidades, y en esa lÃnea de la educación y la información, presentamos en este número un dossier dedicado al pensamiento crÃtico en la escuela, recopilación de algunas de las ponencias presentadas en las Jornadas sobre Ciencia y Pseudociencias celebradas en Elche la primavera pasada, coorganizadas por el Centro de formación para el profesorado de ámbito cientÃfico, tecnológico y matemático de la Generalitat Valenciana (CEFIRE- CTEMCV) y ARP-SAPC. Igualmente tiene ese objetivo de divulgación e información la labor diaria de Edzard Ernst, con quien tuvimos ocasión de hablar recientemente y del que publicamos una extensa entrevista. Solo nos queda felicitar a la asociación escéptica francesa AFIS por su medio siglo de andadura y enviar un fuerte abrazo a la familia de Eustoquio Molina, histórico miembro de ARP-SAPC, recientemente fallecido. Eustoquio, catedrático de PaleontologÃa de la Universidad de Zaragoza, fue uno de los principales artÃfices de que se acabara con la infame cátedra de homeopatÃa que existió en su universidad, lo que supuso un paso importante en la eliminación de las pseudociencias de las universidades españolas, y muy en consonancia con el mencionado Plan en desarrollo, del que esperamos poder dar buenas noticias en el próximo número. Hasta entonces. 1 http://www.apetp.com/index.php/2019/01/20/primer-informesobre-fallecido… Invierno 2018/19 5 el escéptico