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Jornadas
sobre ciencia y
pseudociencia
Herramientas para la cultura cientÃfica
L
os dÃas 4 y 5 de mayo de 2018 se celebró en
Elche la segunda edición de las «Jornadas sobre
ciencia y pseudociencias. Herramientas para la
cultura cientÃfica». En esta ocasión la organización corrió a cargo del CEFIRE EspecÃfic dâÃmbit CientÃfic,
Tecnològic i Matemà tic de la Comunitat Valenciana
y de ARP- Sociedad para el Avance del Pensamiento
CrÃtico. Además, en la realización colaboraron el CEFIRE Elx, la ConcejalÃa de Cultura del Ayuntamiento
de Elche, el Museo Didáctico e Interactivo de Ciencias de Orihuela (MUDIC) y la Universidad Miguel
Hernández de Elche.
Estas jornadas tienen como objetivo fomentar el
pensamiento crÃtico como herramienta para adquirir
cultura cientÃfica y diferenciar la ciencia de lo que no
lo es, tanto en el ámbito educativo como en la sociedad
en general. Dirigidas a público general y a profesorado, tanto de ciencias como de cualquier otro ámbito,
en Primaria, Secundaria, Universidad y Ciclos Formativos.
En esta edición, además de con conferencias cientÃficas, hemos contado con comunicaciones a cargo del
profesorado, de diferentes temáticas, pero todas relacionadas con el pensamiento crÃtico y el escepticismo.
Presentamos a continuación los resúmenes de las mismas, que pueden ser vistas en su totalidad en internet1.
¡He creado un monstruo! Cine, biotecnologÃa y
pseudociencia
Manuel Sánchez Angulo
Universidad Miguel Hernández
El cine es un arte que existe gracias a los avances
cientÃficos y tecnológicos. Sin embargo, mientras que
un cientÃfico intenta entender el porqué de las cosas,
el escéptico 32
un artista lo que intenta es expresar su visión de las
cosas. Por lo tanto, una pelÃcula es una recreación artÃstica de la realidad que no tiene por qué ser reflejada
con verosimilitud. Y salvo que sea cine documental,
mucho menos tiene que ser preciso y detallista en los
aspectos cientÃficos. Pero el cine «fija» en el imaginario colectivo de la sociedad una determinada imagen de los conceptos y hechos que se recrean en la
pantalla. Uno de los arquetipos creados por el cine es
el «cientÃfico loco», aunque este personaje realmente
nació en la literatura cuando en 1818 Mary Shelley
publicó su obra Frankenstein. Sin embargo, la imagen que el gran público tiene del cientÃfico loco es
más parecida a la del profesor Rotwang rodeado de
máquinas y rayos como se puede ver en Metrópolis
(Fritz Lang, 1927) o su actualización algo más cómica
del doctor Emmett «Doc» Brown en Regreso al futuro
(Robert Zemeckis, 1985). Es curioso comprobar que
las primeras representaciones de cientÃficos en el cine
no fueran en tono negativo, sino más bien al contrario:
los graciosos astrónomos de Georges Méliès en Viaje
a la Luna (1902) o el heroico médico de W.D. Griffith
en The country doctor (1909), por poner un par de
ejemplos. Pero el icono del «cientÃfico loco» tiene
bastante fuerza y podemos decir que ha conseguido
eclipsar otros personajes más reales y humanos, al
mismo tiempo que ha conseguido transmitir un mensaje de desconfianza hacia la ciencia. En el caso de las
ciencias médicas y la biotecnologÃa hay varios ejemplos de ese mensaje distorsionado. Empezando por el
propio doctor Frankenstein y continuando con otros
doctores como Jekyll, Moreau y Caligari. Dichos personajes han ido actualizándose y reinventándose en
diversas pelÃculas a lo largo de la historia del cine.
Tomemos como ejemplo al doctor Frankenstein y su
Anuario 2018
sos de abusos por parte de compañÃas farmacéuticas,
como por ejemplo se representa en El jardinero fiel
(Fernando Meirelles, 2005), es curioso que casi no se
haya hecho ninguna pelÃcula sobre los negocios y abusos de las multinacionales que se dedican al timo de la
homeopatÃa, como por ejemplo en Contagio (Steven
Soderbergh, 2011). En otras pelÃculas ese mensaje se
mezcla con la mala ciencia, como es el caso de La Isla
(Michael Bay, 2005), donde los seres humanos son
tratados como piezas de repuesto. También tenemos
otros ejemplos, como la premiada Dallas Buyer Club
(Jean-Marc Vallée, 2013), donde se nos viene a decir
que no hay que confiar en las autoridades sanitarias ni
en los resultados de los ensayos clÃnicos, y que confiar
en chamanes pseudocientÃficos y automedicarse es
una opción totalmente legÃtima. Ya dijo Carlo Frabetti
que la gente se acostumbra fácilmente a lo que parece
magia, sin preocuparse por entender cómo funciona.
Y en el cine hay mucha magia.
famoso monstruo. Podemos encontrar paralelismos
con Eldon Tyrrel y el replicante Roy Batty de Blade
Runner (Ridley Scott, 1982) o con los ingenieros genéticos Clive Nicoli y Elsa Kast con su creación Dren
en Splice (Vincenzo Natali, 2009). Pero también hay
otros tipos de mensaje de desconfianza hacia la biotecnologÃa, sobre todo cuando está relacionada con la
salud. Aquà también aparece un arquetipo maligno: la
malvada multinacional. Aun siendo cierto que hay ca-
¿Realmente sabemos qué es eso de la evolución
biológica?
José MarÃa Sanchis Borrás
CEFIRE EspecÃfic dâÃmbit CientÃfic, Tecnològic i
Matemà tic
¿Estamos seguros de comprender los principios
fundamentales que rigen la ciencia? ¿PodrÃamos
explicar cuál es el mecanismo mediante el cual se
producen modificaciones en los seres vivos que originarán nuevas especies? ¿Sabemos distinguir una
explicación cientÃfica de una falacia pseudocientÃfica?
Veamos si tenemos respuestas a estas preguntas.
Entre los principios que rigen la biologÃa se encuentra la evolución biológica, hecho aceptado por la
comunidad cientÃfica y la población en general. No
obstante, existe en algunos paÃses un rechazo al hecho
evolutivo. Este rechazo no se detecta en el nuestro,
pero sà se observa una gran confusión en cuanto a las
explicaciones de los mecanismos por los cuales se
produce dicha evolución incluso, y esto resulta más
preocupante, en el seno del propio profesorado que
deberÃa explicarlo en las aulas. El desconocimiento o
la posesión de concepciones alternativas en relación
con los principios cientÃficos favorece la confusión y
El icono del «cientÃfico loco» tiene bastante fuerza, ha conseguido eclipsar otros personajes más reales y humanos y
transmite un mensaje de desconfianza hacia la ciencia.
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