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Dossier La delirante búsqueda de nazis ocultos en Argentina Fernando Jorge Soto Roland Profesor en Historia por la Facultad de Humanidades de la UNMdP, Argentina. Apasionantes novelas de espionaje que algunos se empeñan en convertir en realidad Introducción Hay sentencias que son inapelables. Permanecen enquistadas en el imaginario popular, sin importar la base de realidad en la que se fundan. La verdad histórica, a pesar de sus luchas, queda circunscripta a un reducido núcleo de historiadores profesionales, en una batalla que se percibe perdida desde el principio. Otros copan la escena y se aprovechan del elitismo en el que se encapsulan algunos académicos para imponer unas versiones que, una vez enraizadas, plantan fantasÃas verosÃmiles, aunque falsas. Alimentada por pasiones ideológicas e ignorancia, una alta dosis de sensacionalismo periodÃstico y teorÃas conspirativas, la interpretación histórica, descontextualizada, manipulada, falseada por prejuicios y fantasÃas, se injerta en el imaginario colectivo muy a pesar de las pruebas en su contra. La historia polÃtica argentina está llena de esas «verdades reveladas». Veredictos que se repiten una y otra vez como parte de un discurso que no exige pruebas de ningún tipo. En este artÃculo quiero detenerme en una de esas sentencias, que alimenta a una industria editorial en crecimiento: el discurso que afirma que la Argentina fue tras la II Guerra Mundial un «nido de nazis», refugio para decenas de miles de criminales de guerra, auxiliados por poderosas organizaciones secretas (como es el caso de la mÃtica Odessa) y la anuencia de un gobierno nacional, el de Juan Perón, calificado como abiertamente nazi-fascista y partÃcipe necesario en una conspiración internacional que pretendÃa restaurar un IV Reich alemán desde nuestro paÃs. Basta con recorrer cualquier librerÃa porteña para advertir cuán arraigada está la idea. Libros que saltan el escéptico 30 rápidamente a los programas televisivos, con tÃtulos como los siguientes: El escape de Hitler, Nazis en el Sur, Los secretos de Hitler, Hitler murió en Argentina, América nazi, Fuga de nazis a la Argentina, Ultramar Sur, GuÃa nazi de Bariloche y tantos otros más que no hacen otra cosa que alimentar el cuento y, de paso, fomentar el histórico autoescarnio al que nos acostumbraron muchos de nuestros mayores. ¿Qué otra cosa podÃa esperarse de un paÃs de cuarta como el nuestro? 1. Nazis por doquier Desde la década de 1950, y a instancias de un zoólogo de origen belga, Bernard Heuvelmans, un término se impuso exitosamente dentro del mundo de las pseudociencias: CriptozoologÃa. De acuerdo con los «especialistas», esta disciplina plantea rastrear, localizar e identificar animales desconocidos e ignorados. Seres que nunca existieron más allá de la imaginación o el deseo del investigador, con el Yeti, el monstruo del lago Ness o el Chupacabras como los más famosos. En este trabajo utilizaremos, irónicamente, el neologismo criptonazilogÃa a efectos de comparar las persistentes búsquedas de nazis en nuestro paÃs con la heterodoxa pesquisa de monstruos zoológicos. Las dos disciplinas no hacen más que buscar y vender humo, y no creemos ver diferencias entre un Hitler vagando por la Patagonia, un monstruo peludo de tres metros de altura secuestrando leñadores o el ratón Pérez dejando dinero debajo de la almohada a cambio de dientecitos. Ambas, más allá del parecido gramatical, comparten una serie de caracterÃsticas: las dos se alimentan de especulaciones, exageraciones, fantasÃas, fraudes, Primavera 2020 tergiversaciones y un deseo irracional (nunca apoyado en evidencias serias) de querer ver indicios por todas partes. Pero las intenciones polÃtico-ideológicas, indistinguibles en el caso de los animalitos extraños, juegan un papel fundamental cuando tratamos sobre las supuestas legiones de jerarcas de las SS escondidos. Porque hay algo más que obvio: en tanto que la criptozoologÃa persigue entidades del todo imaginarias, la criptonazilogÃa parte de un sustrato que se apoya en personajes reales que nadie puede negar que hayan existido. Esto es lo que la vuelve mucho más verosÃmil y susceptible de ser aceptada como una rama sui generis de la «investigación histórica», posible y creÃble. Enumeremos los factores que hacen que ejercicios intelectuales de este tipo tengan tanta vigencia, y que la criptonazilogÃa sea aceptada por tanta gente: yy El siempre presente espÃritu romántico, inclinado a buscar aquello que está oculto o perdido, y que despierta asombro o miedo. Primavera 2020 yy El gusto por el misterio y lo extraordinario. yy La búsqueda de la alteridad. yy La vocación por ir a contramano del relato «oficial» establecido. yy El espÃritu reivindicativo y heroico, que en el caso de los nazis está más que justificado, dado el contexto de represión, censura y muerte mientras detentaron el poder. yy La bibliografÃa antiperonista, que se empeñó y se empeña en considerar Argentina como la fantástica cuna potencial de un IV Reich dirigido por Perón. yy La propaganda norteamericana, empeñada en catalogar como fascista al gobierno argentino de entonces. Conducta que no ha dejado de repetir a través de la cultura popular televisiva y cinematográfica. yy La autosubestimación nacional, a partir de la cual «en este paÃs todo (lo peor) es posible». yy El gusto por las conspiraciones internacionales, en las que secretas organizaciones criminales operan libremente, sin que nadie lo note. yy La necesidad de corporizar a los «malos» en una 31 el escéptico trama histórica caricaturizada e infantiloide. yy La influencia de los medios de comunicación, insuflando las noticias con sensacionalismo (muy redituable, por cierto). yy Las ficciones de ciertas novelas, pelÃculas y series de televisión, tomadas como verdades absolutas, en especial durante la Guerra FrÃa (véase, como ejemplo, El archivo de Odessa1 o Los niños del Brasil2). En la literatura argentina de los últimos años también encontramos ejemplos significativos3. yy La errada tendencia de considerar infalibles los testimonios orales, los rumores y los documentos elaborados por los servicios de inteligencia, inmersos siempre en una guerra de mentiras y desinformación4. yy La escasa difusión de las investigaciones históricas serias que descartan todo ese alud de tonterÃas. Todos y cada uno de estos factores contribuyen a que un puñado de autores con enorme éxito en las librerÃas siga desinformando y deformando el pasado. 2. Ãxitos y fracasos en la lucha por el imaginario Guiado por la vocación docente que me inspira desde hace más de veinticinco años, quisiera identificar claramente las principales obras y autores que vienen tergiversando y reescribiendo la historia del nazismo en Argentina en clave ficticia y alimentando especulaciones sin sentido. Como he dicho en más de una oportunidad: los nazis venden bien. Son excelentes protagonistas en los textos de ficción, sin nombrar los grupos de ultraderecha que sueñan con volver a imponer esa nefasta ideologÃa. Desde el oro nazi, los experimentos genéticos de Mengele en Brasil, pasando por las bases secretas del III Reich en la Antártida, el tour turÃstico de Hitler por Córdoba, Bariloche o Mar del Plata, hasta la omnipresencia de Odessa en los gobiernos argentinos, las expediciones secretas en la zona del cerro Uritorco y los supuestos submarinos U-Boot desembarcando jerarcas y tesoros en las costas patagónicas, todo es un fárrago de delirios muy asentados. Por esto, y como es probable que muchos nunca se tomen el trabajo de leer las investigaciones académicas y serias que existen, considero importante develar quiénes son los principales responsables de toda esta exitosa locura editorial. Cada quien hace con el pasado lo que quiere Excepto, claro está, los historiadores intelectualmente honestos. Pero estas dos últimas premisas podrÃan eximir a muchos de los escritores que criticamos, por el sencillo motivo de que ninguno de ellos es historiador de carrera ni se ha formado como tal, por más que acepten en público (tácitamente) el tÃtulo. Que yo sepa, no se ponen colorados cuando, en los muchos documentales extranjeros que los convocan, se los identifica como «historiadores» en el zócalo de la pantalla. Dicen ser (y permiten que digan) algo que nunca fueron, puesto que, como periodistas, no tendrÃan la autoridad suficiente para sentenciar las tonterÃas que difunden. Los hay poco serios y muy poco serios. Están los que mechan sucesos reales con fantasÃas y los que escriben sobre hechos completamente ficticios sin ponerse colorados ni anunciar que lo son. A partir de fuentes mal interpretadas, ignoradas o cambiadas a propósito, terminan basándose en elucubraciones personales, sin otro sustento que sus propios delirios conspirativos. Como los cazadores de monstruos de la criptozoologÃa, quieren creer. Y una vez puestos a escribir (y publicar), ya no hay camino de retorno: deben creer sus propios inventos. Es parte del negocio. Fama y fortuna Es lo único que, a la postre, interesa. Alguien dijo una vez que «no hay hechos, sino solo interpretaciones». Es cierto. Pero los grados de las mismas varÃan. No puede uno interpretar cualquier cosa a partir de la nada, excepción hecha a los novelistas. Pero ninguno de estos autores se define como tal, aunque, últimamente, uno se haya lanzado abiertamente al campo de las letras. No hay reproche en ello, siempre y cuando no quiera vender como cierto aquello que él mismo imaginó. El personaje de esta historia que más ha sido travestido es, a no dudarlo, el propio fundador del na- Alimentada por pasiones ideológicas e ignorancia, la interpretación histórica, descontextualizada, manipulada, se injerta en el imaginario colectivo muy a pesar de las pruebas en su contra el escéptico 32 Primavera 2020 El cazador de nazis Simon Wiesenthal, durante una conferencia. (Wikimedia) zismo: Adolf Hitler. Sobre él se ha dicho de todo; en especial, respecto de su suerte tras la guerra. Para esta camarilla de escritores revisionistas (como los denomina con cierta ironÃa el historiador Ignacio Klich), no hay lÃmites a la hora de ubicarlo en los sitios más exóticos del planeta. En fuga, y apoyado por poderosas organizaciones secretas y gobiernos colaboracionistas (como dicen que fue el de Perón), el bienamado Führer habrÃa estado por medio mundo en pos de un refugio seguro desde donde refundar su imperio. Por ello hay libros que lo ubicaron en la Antártida, en el TÃbet, en el sur argentino, en Córdoba, Colombia, Brasil y Chile, por nombrar unos pocos «posibles» destinos. Es como si el lÃder se negara a morir, reapareciendo, una y otra vez, como el ave Fénix resucita de sus propias cenizas (dejadas, efectivamente, muy cerca del búnker de BerlÃn). Ubicuo, como el dios que pretendió ser. Todo esto es posible gracias a un acrÃtico periodismo de investigación que resucitó, a partir de mediados de los años ochenta, rumores y alocadas hipótesis difundidas en viejos diarios y revistas de la posguerra. Los condimentaron con miles de datos (ciertos, dudosos y falsos) y volvieron a imponerlos con fuerza en la industria editorial y en el cine. La pelÃcula Oro nazi, basada en el libro escrito por Jorge Camarasa, es el mejor ejemplo de ello5. Primavera 2020 Pero, ¿qué otros heraldos, en la búsqueda de nazis en Argentina, han desplegado su desbocada imaginación? Llámame legión, porque somos muchos Desde hace más de diez años, historiadores de renombre internacional vienen librando una batalla contra la imposición mediática de falsedades, cuyos únicos responsables son un hatajo de escritores carentes de escrúpulos, pero que tienen la batuta fuera del ámbito de la historia cientÃfica. Y en una sociedad de consumo, ávida de bibliografÃa chatarra, no es de extrañar que la difusión de sus ideas tenga un éxito sobresaliente. No hay que esforzarse mucho para comprobar que un altÃsimo porcentaje de personas sigue creyendo que Argentina fue el principal paÃs receptor de criminales nazis después de la guerra, o que decenas de submarinos del III Reich deambularon por las costas descargando gente y oro, mucho oro, para financiar un hipotético y futuro partido nacionalsocialista en América. Ni qué hablar, como hemos señalado más arriba, de aquellos que aseveran que Hitler anduvo por estas latitudes (junto a Eva Braun y Martin Bormann). ¿En qué hemos fallado los historiadores para que esto ocurra? ¿Por qué las producciones académicas, sustentadas en fuentes primarias bajo la supervisión 33 el escéptico de profesionales de fuste (que las hay), no traspasan las paredes de las aulas universitarias? ¿Por qué no llegan al gran público y permiten, en ausencia, la permanencia y cÃclica reedición de libros y «teorÃas» que sabemos descabelladas? ¿Acaso esto se deba a prejuicios con relación a la tarea de divulgación? ¿De qué sirve, entonces, el esfuerzo de tantos intelectuales honestos si a la postre sus investigaciones quedan reducidas a muy pocos lectores (y que, cuando llegan a personas no especializadas, les resultan tediosas y engorrosas)? Algo anda mal en el gremio. Tal vez sea una cuestión de estilo. TodavÃa existe la tendencia a decir las «cosas en difÃcil», como si asà se pudiera escalar más alto en el escalafón de la Academia; sin advertir que, de ese modo, la tarea pedagógica queda circunscripta a un pequeño número de especialistas. Elitismo versus masividad. En mi modesta opinión, la divulgación sencilla y clara de temáticas que, analizadas en profundidad pueden resultar complejas, es una obligación moral; a menos que deseemos seguir despotricando contra las barbaridades que se leen o escuchan por televisión. Hay que copar los espacios que otros han copado con mayor éxito. Claro que para que eso ocurra tiene que producirse también un cambio en el mundo de las editoriales, que aún ven el negocio en la publicación de una historia de base conspirativa. Cuando seamos conscientes de que todo es factible de ser transmitido de manera entretenida y fácil, promoviendo un debate necesario y serio entre los lectores, empezaremos a ganar posiciones de relieve en un universo intelectual acosado por lobos. Hay que divulgar lo que ya sabemos. Combatir, como aconsejaba Lucien Febvre, en cuanto frente se presente. No dejar pasar la discusión. Derribar mitos. Esa es, según Eric Hobsbawm, la función primera de la Historia. Solo de ese modo la gente tendrá conocimiento sobre qué fue la Ceana6, quiénes la integraron y a qué resultados llegó. Caso contrario, los cazadores de nazis seguirán alimentando las fantasÃas morbosas de millones de lectores. A dÃa de hoy la batalla parece perdida. Pero la historia tiene sus tiempos. Como proceso en permanente cambio, se reactualiza a la luz no solo de nuevos documentos, sino a partir de nuevas preguntas, nacidas de contextos distintos. Claro que los mitos no se destruyen de un dÃa para otro. Y cuando tienen buena parte de la industria editorial de su lado, el problema se complica. Las nuevas respuestas (aquellas que rebaten las teorÃas conspirativas que venimos criticando) son todavÃa jóvenes. Hay que luchar contra setenta años de ideas instaladas. Pero la semilla de una nueva interpretación, fundada en datos seriamente investigados, ha empezado a germinar. Vayamos, entonces, a los bandos en conflicto. Los unos El listado de los autores revisionistas es largo. Los hay famosos y no tanto. Nacionales y extranjeros. Pero todos coinciden, en gran parte, con las ideas expuestas anteriormente. He aquà un listado de algunos de ellos: Abel Basti7, Alfred Jarschel (pseudónimo de Werner Brockdorff)8, Benjamin Stern y Pelagia Lewinska9, Carlos De Nápoli10, Eric Frattini11, Gerrard Williams y Simón Dunstan12, Jeff Kristenssen (pseudónimo de Manuel Monasterio)13, Jorge Camarasa14, Juan Salinas15, Ladislao Szabó16, Mariano Llano17, Miguel Serrano18, Nahuel Coca19, Osvaldo Muray20, Patrick Burnside (pseudónimo de Patricio Scaramucci)21, Silvano Santander22, Uki Goñi23, Wilhelm Mattern24. Los otros Atrincherados desde los repositorios documentales más importantes del mundo, bien entrenados en el análisis de los mismos, los siguientes historiadores y arqueólogos son los principales refutadores de los argumentos conspirativos. A ellos les debemos la desmitificación y reconstrucción de un pasado del que se han venido diciendo muchas tonterÃas. Son Beatriz Figallo25, Cristian Buchrucker26, Heinz Schneppen27, Holger Meding28, Ignacio Klich29, Mario Goloboff30, Mónica P. Valentini y Javier GarcÃa Cano31 o Ronald Newton32. A dÃa de hoy la batalla parece perdida. Claro que los mitos no se los destruye de un dÃa para otro. Y cuando tienen buena parte de la industria editorial de su lado, el problema se complica el escéptico 34 Primavera 2020 3. Verdades que ya no son Desde finales de la II Guerra Mundial se ha estado desinformando al público no especializado. Leyendas, mentiras y exageraciones de lo más delirante (como las que dicen que los ovnis eran armas secretas de los nazis) terminaron tergiversando el pasado, sin que los historiadores profesionales pudieran explicar cómo fueron en realidad las cosas. Asà pues, los mitos se acumularon y parte del devenir histórico de Argentina se vio falseado. Pero hay ya vientos renovadores que alientan nuestro alicaÃdo optimismo. De a poco, honestos trabajos de investigación empezaron a despejar el panorama. Gracias a un acceso más fluido a la documentación acumulada y desclasificada por los gobiernos, tenemos los elementos para desacreditar las viejas producciones y desenmascarar a los «legionarios» arriba consignados. Este artÃculo pretende contribuir con ese coro. Difundir algunas de las fundadas conclusiones a las que han llegado los miembros de la Ceana y otros historiadores que trabajaron honorable y desprejuiciadamente en el tema. Mitos Es falso que los escritores «revisionistas» hayan consultado los principales archivos. De haberlo hecho, sus resultados hubieran sido muy diferentes a los publicados. Una de sus estrategias discursivas ha sido la de rendir culto a fuentes misteriosas y secretas, rumores y testigos anónimos de los que no consignan ningún dato. El aparato erudito de sus libros es nulo (a excepción de Uki Goñi), y se escudan denunciando la supuesta dificultad de acceder a los repositorios de las chancillerÃas y otras instituciones. En muchos casos sustentan sus ideas conspirativas en documentos que se saben falsos o en la opinión de otros escritores previos, repitiendo asà sus errores. Por otro lado, tienden a rellenar las naturales lagunas con especulaciones descabelladas, propias de obras de ficción. Es falso que submarinos (U-Boote) del III Reich hayan llegado en grupo a las costas de la Patagonia, desembarcando subrepticiamente bienes y personas tras la guerra. Los únicos de los que se tienen pruebas efectivas, y que arribaron después de mayo de 1945 a la ciudad de Mar del Plata, donde se rindieron, fueron el U-530 y el U-977. Los demás avistamientos, denunciados por vecinos que vivÃan en el litoral, están insuficientemente probados. Son meros rumores generados por el interés popular que esos lobos de mar despertaban en la gente y por las subsecuentes teorÃas conspirativas. También es necesario aclarar que el supuesto par de submarinos que estarÃa en el fondo del golfo de San MatÃas, en la caleta de los Loros, es una leyenda. Los trabajos de arqueologÃa submarina llevados a cabo por Mónica Valentini y Javier GarcÃa Cano33 asà lo han probado, y Ronald Newton ha llegado a idénticas conclusiones34. No hay U-Boote hundidos en la zona, aunque convengamos en que la imagen del submarino desembarcando jerarcas al atardecer en una playa aislada y solitaria, con un oficial realizando el saludo nazi frente a un colaboracioPrimavera 2020 Probable ruta del submarino U-977 en su huida hacia Argentina, en 1945 (Chrischerf, Wikimedia). nista argentino, impacta. Es la estampa que la pelÃcula Oro nazi (2005) plantó en las retinas de muchos. Es falso que Adolf Hitler haya llegado a la Argentina en un U-Boot (tras un periplo que, partiendo de Alemania, pasara por Austria, España y finalmente la Patagonia). Como también son falsas las aseveraciones que indican que no hay documentos ni dictámenes que prueben fehacientemente la muerte del Führer en su búnker de BerlÃn35. Es falso que Argentina fuera el paÃs que recibiera el mayor número de criminales de guerra. Nunca fue la incubadora de un IV Reich, a no ser en la imaginación malintencionada de unos pocos autores, que exacerbaron la importancia que nuestro paÃs tuvo para los intereses germanos. La nación que más nazis concentró después de la guerra fue la propia Alemania. La mayorÃa de ellos siguieron viviendo allÃ, integrados en la sociedad (sin nombrar los que colaboraron Submarino alemán U-977, tras su rendición en Mar del Plata. 35 el escéptico con Estados Unidos, Rusia e, incluso, Israel)36. Como bien ha expresado el historiador Holger Meding: «⦠la supuesta amenaza de una infiltración alemana fue utilizada por los norteamericanos como medio de presión para estimular a los gobiernos respectivos [de Argentina y Sudamérica] a confiscar propiedades alemanas, marcas y capitales alemanes. De esta manera, en muchos estados se eliminó al fuerte competidor de otros tiempos y se fortaleció la hegemonÃa norteamericana sobre el subcontinente»37. Es falso que existiera la organización Odessa, responsable de la huida, ayuda económica y colocación en puestos claves de los criminales nazis en todo el mundo. Odessa fue un invento de Simon Wiesenthal38 y que el periodista y escritor Frederick Forsyth39 explotó convenientemente en su novela homónima de 197240. Claro que su inexistencia no significa que no haya habido redes de auxilio a diferentes nazis en fuga, pero ninguna con la capacidad centralista ni el poder económico atribuido a Odessa. Por ejemplo, sà tuvo un probado accionar la SARE (Sociedad Argentina de Recuperación de Europeos), que facilitó el ingreso al paÃs de inmigrantes y desplazados (entre ellos, criminales de guerra), lo que no implica que estuviera dedicada a ayudar únicamente a asesinos. También colaboraron en la huida algunos miembros influyentes de la Iglesia Católica, la Cruz Roja Internacional, los servicios de inteligencia norteamericanos y, por supuesto, familiares y amigos41. Es falso que solo Perón alentara el ingreso de cientÃficos nazis al paÃs. Muchos personajes de la oposición de entonces concordaron con los beneficios que eso podrÃa traer a la industria nacional. Por otra parte, otros paÃses hicieron lo mismo, desnazificando a ex miembros de las SS e incorporándolos a sus equipos de investigación. El caso de Wernher von Braun, padre de la astronáutica estadounidense, es un claro ejemplo de ello en la Operación Paperclip42. Es falso que los cientÃficos y técnicos que se emplearon en Argentina hayan sido pocos, en relación con los asesinos que entraron haciéndose pasar como tales. Según el análisis realizado sobre un total de casi 1100 técnicos contabilizados en los archivos, solo 180 eran buscados por crÃmenes de guerra. La creencia contraria se debió al hecho de que dos de los criminales más famosos, Joseph Mengele y Adolf Eichmann, ingresaron al paÃs haciéndose pasar por técnicos, lo que no habilita a generalizar lo mismo para todos los casos. Es falso que todos los cientÃficos y técnicos que entraron al paÃs fueran de descarte. Como bien indican Klich y Meding43, del total que trabajaron en varios proyectos militares argentinos, cerca del 40 %, «tras la caÃda de Perón en 1955, se mudó a distintos paÃses centrales, contratados para continuar con su labor profesional»44. En pocas palabras, tan de cuarta no eran. Es interesante hacer notar cuánto se ha hablado de Ronald Richter y el Proyecto Atómico de la Isla Huemul, en Bariloche, practicado durante el gobierno de Perón. Como es bien sabido, todo resultó un fraude en el que el presidente argentino fue el primer embaucado. Pues bien, este caso se repite hasta la saciedad a efectos de probar la hipótesis que acá descartamos y, al mismo tiempo, burlarse de Perón y seguir alimentando la baja autoestima argentina. Es falso que los nazis levantaran laboratorios en zonas aisladas para continuar con sus experimentos secretos, tal como expone Ira Levi en su novela Los niños del Brasil (en la que se cuenta cómo Mengele clona a veinte niños a partir de los genes de Hitler con el fin de instaurar un nuevo Führer). La trama âno harÃa falta ni decirloâ es pura ficción, pero no han sido pocos los que la consideraron plausible. TodavÃa circula la leyenda de que fue cierto o «algo hubo». Por su parte, Camarasa dio un original giro al tema, proponiendo en uno de sus libros45 la hipótesis de supuestos experimentos genéticos (llevados a cabo por el siniestro doctor) en la localidad brasileña de Cándido Godoi, famosa por tener el más alto porcentaje de gemelos a nivel mundial46. De ahà a ver la mano de Mengele involucrada en el asunto habÃa solo un paso; y Camarasa, sin que le temblaran las piernas, lo dio, obviando que los diarios personales de Mengele, recuperados tras la identificación de sus restos, nada hablan de Cándido Godoi o de experimentos realizados en el exilio. Por otra parte, hacia 1964 (que es La nación que más nazis concentró después de la guerra fue la propia Alemania. La mayorÃa de ellos siguieron viviendo allÃ, integrados en la sociedad el escéptico 36 Primavera 2020 Cartel de la pelÃcula Oro nazi en Argentina, de Rolo Pereyra (2004) cuando Camarasa especula se llevaron a cabo) el célebre doctor estaba en las cercanÃas de San Pablo47, a 950 de kilómetros del pueblo en cuestión. El Ãngel de La Muerte, como lo llamaron, no tuvo nada que ver con los gemelos de esa localidad brasileña.48 Es falso que Mengele haya estado tras la fórmula de la eterna juventud, que es lo que De Nápoli sostiene en un libro carente de todo fundamento documental; sin que aparezca ni una sola cita, apoyado en testimonios de personas anónimas y «archivos secretos».49 Como escrito de ficción puede resultar entretenido, pero si con ese trabajo pretendÃa probar algo serio, se equivocó. Partiendo de que Hitler no tuvo hijos, De Nápoli imagina una misión secreta: la de prolongarle la vida muchos años y al mismo tiempo aumentar la fertilidad femenina a fin de engendrar miles de soldados para el Reich. Es asà como tres médicos nazis, Mengele, Karl Brandt (médico personal del Führer) y Karl Peter Vaernet50 (endocrinólogo de origen dinamarqués y miembro de las SS) emprenden un experimento en la misteriosa Barraca 14 de Auschwitz. AllÃ, sometidas a un régimen y control estricto, veinte hermosas mujeres judÃas habrÃan servido de conejillos de indias. Primavera 2020 Las elegidas de Solahuette. Con ese nombre se las conoció, puesto que Solahuette era el spa que los nazis disponÃan en el mencionado campo de exterminio y donde las féminas estaban internadas. Lo que se buscaba era que las prisioneras, tras un coctel de pastillas, descanso, inyecciones de extractos de hormonas y dieta balanceada, pudieran engendrar cada una veinte hijos. Además, otro de los efectos logrados serÃa un rejuvenecimiento de aproximadamente 30 años. La pregunta lógica es: ¿qué pasó con estas mujeres después de terminada la guerra? Sencillo: escaparon. Pero eso no es todo. De Nápoli escribe que algunas no perdonaron jamás lo que les habÃan hecho y dedicaron sus vidas a perseguir a los responsables. Tomaron la justicia por mano propia asesinando a varios de ellos, y Joseph Mengele habÃa huido de Europa perseguido por ellas. Es falso que Joseph Mengele no haya muerto ahogado en una playa del complejo turÃstico de Bertoiga, el 7 de febrero de 1979, tal como dijeron Simon Wiesenthal y Jorge Camarasa. El estudio forense de sus restos51 y un estudio de ADN realizado en 1991 certificaron sin margen de dudas el deceso del famoso criminal, desarticulando las teorÃas conspirativas52. 37 el escéptico Es falso que todos los datos brindados por el célebre «cazador de nazis» Simon Wiesenthal sean confiables e indiscutibles, como los han considerado la mayor parte de los revisionistas (y a partir de los cuales escribieron buena parte de sus obras). Hoy, gracias a la excelentemente bien documentada biografÃa de Wiesenthal, escrita por el historiador Tom Segev, sabemos que exageró, mintió y se equivocó en muchÃsimas oportunidades y casos importantes53. Eso no quita que haya sido un gran publicista y haya mantenido el tema de la impunidad en los medios, meta de por sà loable. Pero no pueden tomarse sus opiniones como verdades eternas. Wiesenthal ha sido caracterizado como un hombre egocéntrico y hambriento de fama, tendente en ocasiones a la fabulación54. Es falso que el gobierno argentino haya recibido obras de arte expoliadas a las vÃctimas del nazismo55. Es falso que los nazis hayan tenido una base secreta en la Antártida, y en la que desarrollaron la tecnologÃa necesaria para la construcción de ovnis. No creo que haga falta abundar en ese delirio esotérico y fantasioso a partir del cual muchos imaginativos autores reescribieron la historia geopolÃtica de Argentina y del mundo entero (para qué achicarse, ¿no?). Es falso que el número de criminales nazis ingresados a la Argentina haya sido de 60 000. Es una exageración. Una desproporción sin sentido, más allá del impacto mediático que tuvo. Esta cifra parte de un error previo: la supuesta cantidad de afiliados que el partido nazi tenÃa en Argentina, según dijo oportunamente Wiesenthal. Pero el famoso cazador se equivocó. Según los archivos alemanes y austrÃacos consultados por la Ceana y recuperados por los yanquis al momento de tomar BerlÃn, el número real de afiliados en Argentina no era mayor a 2500 (y, obviamente, sin ser todos ellos criminales de guerra). Lo que sucedió fue algo sencillo y burdo al mismo tiempo: convirtieron el número (errado) de afiliados de Wiesenthal en asesinos nazis. Una extrapolación que contribuyó a alimentar el mito de la Argentina nazi. La Ceana confirmó el ingreso de 180 personas con pedido de captura por crÃmenes de guerra56. No es poco. Asà hubiera sido una sola la lacra ingresada, el hecho serÃa moralmente reprobable. Pero tampoco hay que llevar las cosas a fantasÃas contra los datos confirmados por la historia57. Además, como explicó Ignacio Klich, si el aparato nazi directamente implicado en la represión fue de 250 000 personas, 180 individuos no es una cifra proporcionalmente tan grande como se decÃa. Es falso que solo Argentina «haya dejado entrar a cualquiera» sin averiguaciones previas. Esa negligencia fue común en todos los paÃses de la posguerra.58 El origen de esta creencia, repetida hasta la saciedad aún hoy en dÃa en charlas informales, creo que se encuentra en dos prejuicios antes nombrados: el virulento antiperonismo de parte de la sociedad y el autoescarnio al que nos acostumbraron nuestros mayores. Palabras finales El listado de los mitos más extendidos en la literatura no especializada que consignamos arriba no deberÃa llevarnos a creer que la influencia del nacionalsocialismo haya sido nula, ni mucho menos, en Argentina. Lo que pretendà fue, sencillamente, resumir y consignar aquellos trabajos de investigación que refutan muchas de las mentiras y exageraciones que se siguen creyendo y repitiendo. Sabemos que el clima ideológico de Argentina durante las décadas de 1930 y 1940 era propicio a la recepción de ideas fascistas y nazis y que Perón, sin ser el representante del III Reich que pretendió Silvano Santander, alimentó esa predisposición por cuestiones pragmáticas (necesidad de técnicos) e ideológicas (anticomunismo); aunque no hay signos de que la autoridades argentinas hayan alentado el ingreso masivo de criminales nazis. De todos modos, los medios, la oposición y EE.UU. se abrazaron a ello e inventaron la conspiración del IV Reich en Argentina.59 La temática tratada en este artÃculo revela algo que llama la atención: la propensión que tienen las sociedades de mantener, repetir, sostener y defender (en especial en «charlas de café») mitos y mentiras ya refutados. El deseo por llenar los grandes baches que aún existen en el conocimiento histórico ha permitido que estos se decoren con exageraciones, ficciones y Es falso que los nazis levantaran laboratorios en zonas aisladas para continuar con sus experimentos secretos, aunque todavÃa circula la leyenda de que fue cierto o «algo hubo» el escéptico 38 Primavera 2020 Documento falso de Adolf Eichmann, con el que pudo vivir, este sÃ, unos años en Argentina, como Ricardo Klement, un refugiado de guerra delirios de diferente grado. Convengamos que aún existen miles de personas que siguen creyendo en el monstruo del Nahuel Huapi o en nazis ocultos en las frÃas estepas patagónicas y las húmedas selvas tropicales del norte de nuestro paÃs, manteniéndose eternamente jóvenes. La criptnazilogÃa perdura y se mantiene firme en su incansable búsqueda de quimeras. Notas: 1 El Archivo de Odessa: Filme dirigido por Ronald Neame (1974) y protagonizado por John Voight y Maximilian Schell. 2 Los Niños del Brasil: filme dirigido por Franklin Schaffner (1978). Protagonizada por Gregory Peck y Laurence Olivier. 3 Véase: Aguinis, Marcos, La Matriz de Infierno, Sudamericana, 2009; Agreste, Alejandro, Eva Braun de Arroyito, Editorial Planeta, 2010; Fingueret, Manuela, Hija del silencio, Buenos Aires, 1999; Nisco, Jorge y San Honorio, Ramiro, El Séptimo Bastón de Dios, Planeta, 2012; Posse, Abel, Viajeros de Agartha, Buenos Aires, 1989; Puenzo, LucÃa, Wacolda, Emecé, 2011 4 Véase: Soto Roland, Fernando Jorge, Los Soldados del Viena (2012). Disponible en Web: http://letras-uruguay. espaciolatino.com/aaa/soto_fernando/los_soldados_del_ viena.htm 5 Jorge Camarasa, Odessa al Sur, Editorial Planeta, Buenos Aires, 1995. El film Oro nazi en la Argentina se realizó bajo la dirección de Rolo Pereyra con guión del Primavera 2020 director y del autor del libro, y se estrenó en 2005. 6 CEANA (Comisión para el Esclarecimiento de las Actividades Nazis en la Argentina). Creada en 1997, funcionó hasta el año 2005. Fue la primera comisión investigadora de carácter especÃficamente histórico, integrada por historiadores profesionales de diversas partes del mundo, con una meta alejada de cualquier intención ideológica o partidaria. En sus ocho años, impulsó el avance del estado del conocimiento sobre distintos aspectos de la temática, consultando archivos argentinos y extranjeros (Francia, Inglaterra, Bélgica, España, Portugal, Austria, Canadá y Estados Unidos), descubriendo viejos documentos, echando por tierra antiguas leyendas y, fundamentalmente, estableciendo correlaciones entre toda la información recabada. Ha sido el intento más serio por comprender las relaciones que nuestro paÃs tuvo con la Alemania del nazismo. 7 Basti, Abel, Bariloche nazi: sitios históricos relacionados al nacionalsocialismo, edición del autor, Bariloche, 2003. [este libro anuncia explÃcitamente, en un subtÃtulo, lo siguiente: «Incluye los lugares donde vivieron Adolf Hitler y Eva Braun cuando escaparon de BerlÃn.»]. Otros de sus libros: Hitler en Argentina, Imprenta Minigraf, Bariloche, 2006; El exilio de Hitler: destino Patagonia (2010); El exilio de Hitler: las pruebas de la fuga del Führer a la Argentina (2011); Los secretos de Hitler: los acuerdos de los nazis con los Estados Unidos y los sionistas, y los rastros en la Argentina del jefe del Tercer Reich (2011); El Hombre que venció a la muerte [novela] (2015). Véase la demoledora crÃtica realizada por la profesora Ksenia Klyueva: http:// elexiliodehitler.blogspot.com.ar/ 8 Brockdorff, Werner, La evasión de los dirigentes nazis (Hitler, Bormann, Eichmann), Ed. Luis de Caralt, Madrid, 39 el escéptico 1973. Este autor fue un antiguo lÃder de las juventudes hitlerianas que se escudó tras el pseudónimo indicado. Es uno de los principales responsables del mito de Odessa. 9 Stern, Benjamin y Lewinska, Pelagia, Adolf Eichmann: su vida, sus vÃctimas, 1960. 10 De Nápoli, Carlos, Ultramar Sur: la fuga en submarinos de más de 50 jerarcas nazis, Ed. Norma, Buenos Aires, 2002; Nazis en el sur: la expansión alemana sobre el cono sur y la Antártida, Ed. Norma, Buenos Aires, 2006; Los cientÃficos nazis en la Argentina, Edhasa, Buenos Aires, 2008; La fórmula de la eterna juventud y otros experimentos nazis, Ed. Norma, Buenos Aires, 2009. 11 Frattini, Eric, ¿Murió Hitler en el Bunker?, Ed. Planeta, Buenos Aires, 2015. 12 Williams, Gerrard y Dunstan, Simón, Lobo Gris: la fuga de Hitler a la Argentina, Ed. Distal, Buenos Aires, 2012. 13 Kristenssen, Jeff, Hitler murió en la Argentina: Operación Patagonia, Lumiere, Buenos Aires, 1987. 14 Camarasa, Jorge, Nazis en Argentina, Legasa, Buenos Aires, 1992; Odessa al sur: la Argentina como refugio de Nazis y criminales de guerra, Planeta, 1995; guionista del film Oro Nazi (2005); Puerto seguro: desembarcos clandestinos en la Patagonia, Ed. Norma, 2006; Mengele: el ángel de la muerte en Sudamérica, Ed. Norma, 2008; América Nazi: un puerto seguro para los peores asesinos del siglo XX, Aguilar, Buenos Aires. 2014. 15 Salinas, Juan, coautor con De Nápoli del libro Ultramar Sur... 16 Szabó, Ladislao, Hitler no murió en el bunker: el secreto mejor guardado de la historia, CÃrculo Latino, España. 2006. 17 Llano, Mariano, Hitler y las nazis en el Paraguay, Asunción, Paraguay, 2° edición 2011. 18 Serrano, Miguel, Los ovnis de Hitler contra el Nuevo Orden Mundial, Ed. Solar, 1994. Un delirio sin parangón. 19 Coca, Nahuel, «El misterio de los submarinos nazis en Argentina». Todo es Historia N° 516, (julio 2010). 20 Muray, Osvaldo, «Hitler vivió y murió en Chile», Revista Ercilla, junio 2006. 21 Burnside, Patrick, El escape de Hitler: su vida invisible en Argentina. Las conexiones con Evita y Perón, Ed. Planeta, Buenos Aires, 2000. 22 Santander, Silvano, Técnica de una Traición: Juan D. Perón y Eva Duarte agentes del nazismo en la Argentina, Ed. Antygua, Buenos Aires, 1955. 23 Goñi, Uki, Perón y los alemanes: la verdad sobre el espionaje nazi y los fugitivos del Reich, Paidós, Buenos Aires, 1998; La auténtica Odessa: la fuga nazi a la Argentina de Perón, Paidós, Buenos Aires, 2002. 24 Mattern, Wilhelm, UFOs Nazi Secret Weapons?, DBA, 2012. 25 Figallo, Beatriz, «Reflejos nazis en el espejo nacional. La Argentina, el Cono Sur y la Segunda Guerra Mundial», en: Argentina y la Europa del nazismo, Ed. Siglo XXI, Buenos Aires, 2009, pp. 51-63. 26 Buchrucker, Cristian y Klich, Ignacio (compiladores), Argentina y la Europa del nazismo, Editorial Siglo XXI, Buenos Aires, 2009. Coautores del capÃtulo «El fin del tercer Reich y la Conexión argentina en la bibliografÃa revisionista», pp. 247-352. 27 Schneppen, Heinz, «De todas las Odessas, aquella de Perón», en: Argentina y la Europa del nazismo. Ed. Siglo XXI, Buenos Aires, 2009, pp. 183-247. Y en alemán: SS-Standartenführer Walther Rauff: Organisator der Gaswagenmorde (2011); Odessa und das Vierte Reich: Mythen der Zeitgeschichte (2007); Ghettokommandant in Riga Eduard Roschmann: Fakten und Fiktionen (2009). 28 Meding, Holger, La Ruta de los Nazis en tiempos de Perón, Emecé, Buenos Aires, 1992. 29 Klich, Ignacio, Sobre nazis y nazismo en la cultura argentina, Ed. Hispamérica, 2002. Véase también del el escéptico 40 mismo autor, Argentina y la Europa del nazismo. Sus secuelas, Ed. Siglo XXI, Buenos Aires, 2009. Coautor con Cristian Buchrucker del capÃtulo «El Fin del tercer Reich y la Conexión argentina en la bibliografÃa revisionista», pp. 247-352. Esta obra es, sin duda, la mejor compilación de ensayos y documentos nazis publicada, hasta la fecha, en nuestro paÃs. Pilar fundamental en la lucha contra el revisionismo periodÃstico. 30 Goloboff, Mario, «Presencia de submarinos nazis en la literatura argentina», en: Argentina y la Europa del nazismo, Ed. Siglo XXI, Buenos Aires, 2009, pp. 121-128. 31 Valentini, Mónica y GarcÃa Cano, Javier, «ArqueologÃa e historia. La búsqueda de los submarinos alemanes en aguas argentinas», en: Argentina y la Europa del nazismo, Ed. Siglo XXI, Buenos Aires, 2009, pp. 101-119. Véase también: Derroteros misteriosos. ¿Submarinos alemanes en la Patagonia Argentina? Una instancia de confrontación a través de la arqueologÃa. http://www.iaa. fadu.uba.ar/publicaciones/critica/0147.pdf 32 Newton, Ronald, El cuarto lado del triángulo. La «amenaza nazi» en la Argentina (1931-1947), Ed. Sudamericana, Buenos Aires, 1992. Véase una excelente sÃntesis de la obra en: http://eial.tau.ac.il/index.php/eial/ article/view/1231/1259 . Asimismo: «Las actividades clandestinas de la marina alemana en aguas argentinas entre 1930 y 1945, con especial referencia a la rendición de dos submarinos germanos en Mar del Plata en 1945», en: Argentina y la Europa del nazismo, Ed. Siglo XXI, Buenos Aires, 2009, pp. 65-100. Véase también las respuestas a un reportaje realizado por el diario La Nación: http://www. lanacion.com.ar/209308-habra-un-punto-final-para-losnazis-en-la-argentina 33 Valentini, Mónica y GarcÃa Cano, Javier, «ArqueologÃa e historia. La búsqueda de los submarinos alemanes en aguas argentinas», en: Argentina y la Europa del nazismo, Ed. Siglo XXI, Buenos Aires, 2009, pp. 101-119. Véase también: Derroteros misteriosos. ¿Submarinos alemanes en la Patagonia Argentina? Una instancia de confrontación a través de la arqueologÃa: http://www.iaa. fadu.uba.ar/publicaciones/critica/0147.pdf 34 Newton, Ronald, «Las actividades clandestinas de la marina alemana en aguas argentinas entre 1930 y 1945, con especial referencia a la rendición de dos submarinos germanos en Mar del Plata en 1945», en: Argentina y la Europa del nazismo, Ed. Siglo XXI, Buenos Aires, 2009, pp. 65-100. 35 Véase: Eberle, Henrik y Uhl, Matthias (eds.), El informe Hitler. Informe secreto del NKVD para Stalin, extraÃdo de los interrogatorios a Otto Günsche, ayudante personal de Hitler, y de Heinz Linge, su ayudante de cámara. Moscú, 1948-1949, TuQuets Editores, Buenos Aires, abril 2008. Asimismo: Klich, Ignacio y Buchrucher, Cristian, «Nazis y charlatanes en Argentina. Acerca de mitos e historia tergiversada», Estudios Sociales, 41, segundo bimestre 2011, pp. 159-200. 36 Véase: Klich, Nazis y charlatanesâ¦, pág. 192. 37 Meding, Holger, La ruta de los nazis en tiempos de Perón, Emecé, Buenos Aires, 1999, pág.165. 38 Nota: Holger Meding sostiene en su libro: «El cazador de nazis Simon Wiesenthal extrae algunos elementos del relato de Jarschel [pseudónimo de Werner Brockdorff] para su hipótesis sobre Odessa» (p.167) 39 Forsyth, Frederick, Odessa, Debolsillo, Buenos Aires, edición 2006. 40 Klich, Nazis y Charlatanesâ¦, pág. 186-187. Asimismo véase, H. Meding, op.cit. pp. 167-172. 41 La ayuda familiar es clave para entender la fuga de Joseph Mengele, por ejemplo. 42 La Operación Paperclip (originalmente Operación Overcast) fue el nombre en clave de la operación realizada por el Servicio de Inteligencia Militar de los Estados Unidos para extraer de Alemania cientÃficos nazis especiaPrimavera 2020 lizados en las llamadas Armas Maravillosas del III Reich, como cohetes, armas quÃmicas y experimentación médica después del colapso del régimen. 43 Véase: Meding, op.cit, capÃtulo VII, «Actividades de los inmigrantes en la Argentina», pp.263-334 44 Klich, Nazis y charlatanesâ¦, pág.17. 45 Camarasa, Jorge, Mengele. El Ãngel de la Muerte en Sudamérica, Ed. Norma, Buenos Aires, 2008. 46 Documentos Gemelos de Mengele, Nat Geo: http:// www.teledocumentales.com/los-gemelos-de-mengele/ 47 En España es más frecuente utilizar el nombre portugués de la ciudad, Sao Paulo (N. del E.). 48 Véase la refutación a la hipótesis de Camarasa en el documental de National Geographic El llamado efecto fundador. 49 Véase: De Nápoli, Carlos, La fórmula de la eterna juventud y otros experimentos nazis, Ed. Norma, Buenos Aires, 2009. 50 Según De Nápoli, Karl Vearnet huyó de Dinamarca tras finalizar la guerra (aproximadamente entre 1945 y 1947). Se instaló en Buenos Aires donde siguió ejerciendo la medicina en barrio de Belgrano. Tras su muerte fue enterrado en el cementerio británico de Chacarita. Este personaje es conocido también por haber experimentado con homosexuales, a los cuales pretendió curar castrándolos y sometiéndolos a drogas con resultado nefasto para muchos. A partir de los comentarios de De Nápoli y una biografÃa escrita sobre Vearnet, se filmó un documental llamado El triángulo Rosa y la cura nazi ara la homosexualidad [Argentina, 2014. Dirección: Esteban Jasper y Nacho Steingber]. Claro que en este film, tÃpico del género Primavera 2020 CacerÃa de Nazis, nada se dice sobre la eterna juventud y demás especulaciones señaladas. 51 Véase el excelente librito: Keenan, Thomas y Eyal, Werzman, La calavera de Mengele. El advenimiento de una estética forense, ed. Sans Soleil, Buenos Aires, 2015. 52 Los estudios forenses llevados a cabo a los restos óseos de Mengele, exhumados en el cementerio Nossa Senhora do Rosário, en la localidad de Embú (Brasil) el 6 de junio de 1985, tuvieron una cobertura mediática mundial. Los expertos convocados, todos ellos de prestigio internacional (Clyde Snow, Hohn Fitzpatrick, Daniel Romero y Leslie Lukash), llevaron a cabo la primera osteobiografÃa (biografÃa de los huesos) que permitió identificar al médico nazi. Irónicamente, los huesos de un criminal que dedicó parte de su vida a desaparecer personas sirvieron para iniciar las investigaciones que han permitido identificar a miles de desaparecidos por las dictaduras del siglo XX. 53 Segev, Tom, Simón Wiesenthal: the life and legend, Nueva York, Donbleday, 2010. 54 Klich, Nazis y charlatanesâ¦, pp. 183-193 55 Navarro, Ãngel Miguel, «Posible circulación en la Argentina de obras de arte robadas por agentes del Tercer Reich en Europa», en: Informe final Ceana. 56 Jackisch, Carlota, «Cuantificación de criminales de guerra según fuentes argentinas». Informe final de Ceana. 57 Véase, Klich, Nazis y charlatanesâ¦, pág. 194. 58 Klich, Nazis y charlatanesâ¦pág. 198. 59 Véase: Newton, Ronald, «El mito del IV Reich, 19431945», en El cuarto lado del triángulo. La «amenaza nazi» en la Argentina (1931-1947), Ed. Sudamericana, Buenos Aires, 1992, pp. 431-458. 41 el escéptico