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A LA MADRE LOCA D E U N A S T R O L O G Í A H I JA C U E R DA H ace algunos veranos, durante las vacaciones, como era (y es) difícil conciliar el sueño, me puse a jugar a la ruleta rusa con el mando a distancia del televisor a altas horas de la madrugada. Encontré que varias cadenas emitían programas y/o sesiones de astrología interminables, muchas veces en directo, vía teléfono. En los últimos veranos la ofensiva se amplió a horarios más nobles, o mejor dicho, a prácticamente todos los horarios. El signo de cáncer se ha desperdigado por las pantallas (por cierto, nunca he oído a nadie calificar estos programas como telebasura). No es mi intención discutir aquí si hay que dar, o no, crédito a las predicciones astrológicas. Creo que eso es un asunto zanjado. Sin embargo, aunque noto en la población un cierto tono de descrédito, también verifico una especie de síndrome del psicólogo. Me explicaré. Cuando alguna persona tiene algún problema de origen psicológico, generalmente se dirige a un especialista pero, ¡curioso!: el problema no es con ella, es con un amigo, con un primo, cualquier otro pariente o conocido. Lo mismo pasa con la astrología: no creo en ella, dicen, pero un primo mío va siempre a las consultas. Por cierto, ¿de qué signo eres? Ahí está el problema. Una nueva versión de no creo en las meigas pero, haberlas sí que las hay. Parece ser que sí. La persona en cuestión dice no dar crédito a la astrología porque, piensa, esta creencia no está bien vista política e intelectualmente pero a la vez, en su fuero interno, esta actitud se tambalea. El problema de la astrología, para el que la sigue, no es si tiene base científica o no. Eso le tiene sin cuidado. Lo que de verdad le importa es si la astrología puede o no resolver sus problemas Los astrónomos y astrofísicos no sólo deberíamos prestar a la comunidad servicios de orden tecno-científico o educativo, sino también metiéndonos de cabeza en el asunto de la astrología. el escéptico 52 y, en su defecto, pasarle las informaciones del "examen" para que, con tiempo, lo pueda abordar sin problemas. Además, la astrología es inocua, no produce dolor aunque pocos han pensado en el mal que causa por las sugerencias que genera. ¿Y qué hacemos los astrónomos y astrofísicos para combatir esta plaga? Pues, nada. Nos instalamos cómodamente en nuestros observatorios y despachos y nos dedicamos a observaciones importantísimas y teorías de última generación, olvidándonos de nuestra otra obligación que es enseñar y educar al público. Había un tiempo en que los astrónomos tenían una utilidad práctica inmediata, tal como proporcionar el servicio de la hora, o predicciones de las mareas, etc. Pero tales utilidades han ido disminuyendo con el advenimiento de los relojes atómicos y con las informaciones televisivas sobre el mar. Creo firmemente que no sólo deberíamos prestar servicios a la comunidad de orden tecnocientífico o educativo, hablando de las estrellas o galaxias, sino también metiéndonos de cabeza en el asunto de la astrología. Deberíamos reivindicar espacios en la tele, en la radio y en los periódicos para combatir este SIDA intelectual. Es cierto que la sección de astrología ya forma parte de la "cultura" de la comunicación actual y no será fácil destronarla. Aunque ardua, considero tal tarea ampliamente esencial o estaremos pecando por omisión. Bueno, ya he expuesto esta idea, que no es nueva. Ahora, ¿cómo colgar el cascabel en el cuello del gato? Pues, discutiendo el asunto. Propongo un debate entre los profesionales de la astronomía y de la astrofísica con el fin de encontrar los medios más eficaces de combatir esta estafa. Creo que ya sería un avance si los profesionales tomasen en serio esta preocupación y manifestasen su intención de colaborar en el proyecto. Estaríamos prestando un gran servicio a la sociedad, que es a fin de cuentas la que nos paga. El deber de un médico no es solo curar una enfermedad; es también enseñar como se puede prevenir dicha dolencia. Por ahí deberíamos ir. Antonio Claret Capítulo XV del libro Azarquiel y Otras Historias. La Astronomía en El-Andalus (IAA, 2004), del investigador del Instituto de Astrofísica de Andalucía, Antonio Claret. Distribuido gratuitamente por el autor y reproducido en El Escéptico con su permiso. 53 el escéptico