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PARANORMALIA
EL ESTILONOMICÓN
El libro que me ayudaría a esculpir mi estilo literario y dominar el difícil y noble arte del periodismo de investigación, como ya demuestran estas modestas líneas. Mis temblorosas manos no fueron al principio capaces de asir el preciado volumen, encuadernado en piel de extraterrestre gris. Necesité de un buen rato y toda mi presencia de ánimo para hacerme con él y volver a casa". ¡Que no cunda el pánico! El Escéptico no se ha pasado al otro bando, ni yo soy un quintacolumnista que trata de convertir esta revista en un Más Acá. Pero sin duda el lector habrá reconocido el inconfundible estilo de las revistas (o libros) paranormales. No es raro; después de todo, que cada especialidad tenga su propio estilo. Si enciendo la radio por la mañana y oigo a un locutor vociferando como un loco, por dormido que esté sabré a ciencia cierta que está hablando de fútbol. Si, por el contrario, habla como en verso, haciendo gala de un verbo florido lleno de expresiones arcaicas, se trata sin duda de información taurina.
"Mientras avanzaba a lo largo del lóbrego corredor, no podía evitar echar una mirada aprensiva a mi espalda cada dos por tres. Sentía esa sensación de estar siendo observado minuciosamente por miles de ojos. De vez en cuando sentía el tirón de la correa de mi cámara de fotos, cuyo imponente teleobjetivo se iba enganchando con las telarañas de las paredes, rasgándolas con ese sonido característico, que en silencio del túnel parecía sugerir que miles de almas en pena me seguían con sus mortajas rozando las paredes. Esperaba que ese sonido no estropeara la psicofonía que intentaba registrar en mi grabadora digital súper- avanzada. Tras recorrer el pasillo, que parecía encaminarse directamente a las entrañas de la Tierra, ¡coño, pero qué frío hacía en este maldito túnel! logré mi objetivo: alcanzar la cámara en la que se preservaba el más preciado de los tesoros: el único ejemplar existente del Estilonomicón, el mítico libro de estilo escrito en Toledo en el siglo XV por el legendario Man Hull Ben'hitt Kharball y el no menos mítico Yjh Kher Fhim'henezm.
¿Existen una serie de rasgos distintivos del estilo literario magufo? Sin duda. En este artículo veremos algunos de ellos, que nos permitirán saber rápidamente cuándo es mejor no tomarse en serio un texto.
¿Existen una serie de rasgos distintivos del estilo literario magufo? Sin duda. En este artículo veremos algunos de ellos, que nos permitirán saber rápidamente cuándo es mejor no tomarse en serio un texto. Empecemos por el rasgo más importante, que en mi opinión resulta francamente llamativo. Todos estamos de acuerdo en que un libro magufo o un artículo de revista trata de acercarnos a un hecho, generalmente misterioso, o a un lugar. Da lo mismo. Sea un lugar encantado, el estremecedor relato de un encuentro en la tercera fase o cualquier otra cosa, eso es lo de menos. Lo más importante de todo es la experiencia personal del autor. De ahí que la mayor parte de estos escritos esté narrada en primera persona. Veremos más frases del estilo "el testigo me relató con voz temblorosa cómo el extraterrestre abría la lata de refresco"' que algo tan frío como "el ser en cuestión abrió la lata de refresco".
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el escéptico
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COREL
Lo mismo puede aplicarse a la gran cantidad de fotografías que aparecen en estos escritos; prácticamente en todas ellas aparece el propio autor del escrito, posando junto a testigos, señales de tráfico, macetas, agentes secretos (siempre con la cara tapada), piedras en el camino... Da igual. Cualquier cosa sirve para acompañar a la espléndida imagen del autor. También es muy importante la vestimenta. Aunque la entrevista se lleve a cabo en mitad de una gran ciudad, todo investigador que se precie debe estar ataviado con el uniforme de la profesión: un chaleco lleno de bolsillos, un látigo... (¡perdón, se me ha ido la mano!), todas las cámaras de fotos que pueda, etc. Sigamos con el estilo. Además de convertir cualquier cosa en un relato en primera persona, es imprescindible narrar los incontables e indescriptibles sufrimientos que ha costado al autor conseguir la historia. Veremos generosas descripciones del frío pasado, el peso del sofisticado material especializado, etc. Los reporteros de lo paranormal son como estos mercenarios de película que van al médico, se quitan la camiseta y tienen más agujeros que un colador. Parecen haber experimentado cosas que pocos mortales han visto. Encías sangrando por bucear a demasiada profundidad, frío helador... Cualquier cosa vale. Capítulo aparte merece el agobiante peso de las cámaras, teleobjetivos, grabadoras, contadores Geiger, espectrofotómetros, fotómetros, micrófonos, auriculares, ordenadores portátiles, PDA, calculadoras, peinetas y cualquier otro adminículo que pudiera resultar de utilidad (o no, en realidad da lo mismo) en la investigación. Todo investigador que se precie debe transportar al menos un 73% de su peso en trastos para resultar creíble. Debe llevarlos, además, colgando del cuerpo, bien visibles. Nada de mochilas.
COREL
Nada de escribir con un estilo fluido y sencillo. No, eso es ser un simplón. Las descripciones deben estar lo más recargadas posibles.
En cuanto al instrumental especializado, ya decía el famoso refrán que "el ojo del amo engorda al caballo", y desde luego no podía resultar más acertado. Cualquier cosa es tecnológicamente avanzada, imponente, enorme, súper-sofisticada... este tipo de lecturas recuerdan a veces a las películas antiguas de 007, con unas descripciones de lo más ingenuas, destinadas a un público que en aquellos tiempos era más cándido que ahora. Frases como "esto es un micrófono altamente avanzado" han sido sustituidas en estos tiempos de efectos especiales por frases como "se trata de un captador acústico nu-
clear". En el caso de los reporteros paranormales, un teleobjetivo de 300 mm se puede calificar de "imponente", y siempre molestará debajo del sobaco, se irá enganchando en las telarañas del camino o se pillará con las puertas al cerrarlas. El reportero de lo paranormal debe mostrar siempre su temor o admiración ante los hechos o lugares que describe. Si no, ¿a quién le interesaría el artículo? Todo reportero que se precie debe contar cómo miraba extasiado el lugar de los hechos, o cómo se sentía inquieto intuyendo una presencia extraña, cómo se estremeció cuando le mostraron la Prueba Definitiva. No hay que olvidar tampoco las reacciones de los testigos ante tan importante personaje. Sus descripciones, abrumados por la presencia de un reportero erizado de cámaras fotográficas y grabadoras, parece ser también una especie de marca de fábrica. Para terminar, algo fundamental. Nada de escribir con un estilo fluido y sencillo. No, eso es ser un simplón. Las descripciones deben estar lo más recargadas posibles. Hay que hacer especial hincapié en los detalles más nimios. Todo esto debe estar aderezado, claro está, con abundancia de epítetos. Y no hay que olvidar las expresiones originales. Perpetrando expresiones como "vadear desconfianzas" seguro que es posible elevarse al firmamento de los astros de lo paranormal. é
Borja Marcos
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