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EL SILLÓN ESCÉPTICO
DICCIONARIO DE FALSAS CREENCIAS
MIGUEL CATALÁN Ed. Ronsel, Barcelona, 2001, 277 páginas
El valenciano Miguel Catalán, filósofo y profesor de ética y deontología en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Cardenal Herrera, propone en su libro un divertido, razonado e inteligente ensayo en forma de diccionario que rebate consistentemente un buen número de creencias, unas disparatadas e irracionales, algunas ridículas y otras aparentemente verosímiles. "Falsas creencias, ideas de oído, ideas públicas (...) cientos de equívocos con que el lenguaje cotidiano nos pone diariamente a prueba". Como él mismo dice: "Con los años he ido convenciéndome de que todos fatalmente hablamos más de oído de lo que creemos y, sobre todo, más de cuanto estamos dispuestos a confesar". La lectura del libro fácil, amena y agradable provoca estados de ánimo cambiantes: de la indignación a la risa pasando por el estupor y la incredulidad. Por sus páginas pasan creencias conocidas, menos conocidas y, algunas, desconocidas: extraterrestres y pirámides, el SIDA, los EE.UU, la influencia lunar, las llamadas a la buena suerte, los afrodisíacos, la ropa interior roja, los rituales de las bodas; los zurdos, los tuertos, los lisiados, los pelirrojos, los jorobados o las embarazadas. No puedo resistirme a comentar dos de estas creen-
cias. Una que afirma que para minimizar los efectos de la picadura de una avispa es conveniente agarrarse los genitales al mismo tiempo que se encoge el cuerpo y se deja de respirar y, otra, que parecía dirigida a mí mismo, recién operado de hernia discal que me ocasionaba ciática. Quizá hubiera prescindido de la intervención de haber sabido que media cebolla en la zona del nervio ciático hubiera acabado con mis dolencias. En suma, un libro recomendable y necesario que vuelve a poner de relieve hasta qué punto son respetables las personas y los ciudadanos y no las ideas que a veces se transmiten y se hacen pasar por ciertas y respetables. é
Alfonso Marco
UN MATEMÁTICO LEE EL PERIÓDICO
JOHN ALLEN PAULOS Traducción De Antonio-Prometeo Moya. Círculo De Lectores. Navarra, 2.001
Afortunadamente, Círculo de Lectores ha tenido a bien rescatar un título de divulgación que estaba agotado desde que lo publicara Tusquets S.A en 1.996. El tiempo transcurrido no ha hecho la menor mella en su contenido, al contrario, la situación que denunciaba el autor, el desconocimiento de conceptos matemáticos básicos en la prensa escrita (y cualquier otra) sigue vigente. Paulos (ver entrevista a este autor en El Escéptico nº 10), conocido divulgador de esta materia en otros de sus libros como El hombre anumérico. El analfabetismo matemático y sus consecuencias (1.989) y Érase una vez un número (1.998), opta en esta ocasión por dividir su libro en las secciones que conforman un diario. Así, encontramos algunas dedicadas a "Política, economía y sociedad", "Asuntos locales, empresariales y sociales", "Estilo de vida, confusión y noticias light", "Ciencia, medicina y medio ambiente" y, por supuesto, "Alimentación, libros, deportes y necrológicas". En cada uno de ellos, engloba noticias y titulares periodísticos a los que añade sus comentarios al respecto, sin otro hilo conductor que la temática original de la noticia. Por ello, es posible (y así lo advierte el autor en su introducción) una lectura aleatoria. Ningún capítulo es imprescindible para leer los siguientes y los comentarios son autónomos. Ambas características hacen posible una lectura parcial o separada temporalmente sin ningún problema de comprensión.
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Por otra parte, como todo título de divulgación que se precie, es perfectamente accesible a cualquier público sin necesidad de ingentes conocimientos matemáticos previos. Unamos a ello el que Paulos hace gala de un estimable sentido del humor, algo que no está reñido con las matemáticas como ya demostró en su primera obra Mathematics and Humor (1.980), y tendremos una obra más que estimable sin que sea preciso ni siquiera el deseo de querer saber más sobre este tema para poder disfrutar con su lectura. El contenido de las "meteduras de pata" periodísticas es muy variado, pero abundan los relacionados con los porcentajes, lo que implican y cómo se pueden manipular. Veamos un ejemplo sobre los teléfonos móviles: "Desde un punto de vista muy particular, los `datos' sugerían un defectuoso argumento matemático que parecía poner de manifiesto que estos aparatos lo que hacen realmente es inhibir la formación de tumores cerebrales. [...] ... había 10 millones de usuarios de teléfonos móviles en este país y que el índice de incidencia del cáncer cerebral entre todos los estadounidenses era de 6 casos anuales por cada 100.000 ciudadanos; multiplicando 10 millones por 6/100.000 averiguamos que entre los usuarios de estos teléfonos había que esperar alrededor de 600 casos de tumor cerebral todos los años; puesto que las pruebas de que haya una relación entre el cáncer y los teléfonos móviles se basan sólo en un puñado de personas que ni siquiera da para 600 casos anuales, la conclusión es que los teléfonos móviles impiden ciertamente los tumores cerebrales. Absurdo, sin lugar a dudas, pero no más (en realidad menos) que la histeria del principio" (Pág. 117 y 118). Otro de los grandes temas es los errores en la realización e interpretación de estadísticas y de gráficos. El sacar conclusiones cuando el muestreo es tan reducido que no es representativo porque cuanto menor sea éste es más fácil que se produzcan coincidencias insignificantes, es uno de los más frecuentes. Veamos uno de los más útiles para un escéptico: "Uno de los ejemplos que publicó en The Skeptical Inquirer se refería a otros dos presidentes muertos en atentado, William McKinley y James Gardfield. Resulta que los dos eran republicanos, y que nacieron y se criaron en Ohio. Los dos fueron veteranos de la guerra de Secesión y los dos ocuparon un escaño en el Congreso. Ambos defendieron con tesón los aranceles protectores y el patrón oro, y tenían ocho letras en el apellido. Al morir les sustituyeron los respectivos vicepresidentes, Theodore Roosevelt y Chester Alan Arthur que eran de Nueva York, tenían bigote y diecisiete letras en el nombre. Los dos murieron durante el primer mes de septiembre de sus respectivos mandatos, a ma-
nos de Charles Guiteau y Leon Czolgosz, los dos con apellidos que parecía extranjero. Pero como no son estrellas de primera magnitud en la historia de Estados Unidos, McKinley y Garfield no producen la misma fascinación que Lincoln y Kennedy" (Pág. 75). Tampoco faltan las equivocaciones en aspectos elementales de las matemáticas: "Engañosas o sinceras, las campañas publicitarias, por otra parte, fracasan con frecuencia, aunque pocas veces porque las empresas cometan errores y hagan afirmaciones matemáticas que les perjudican. Una empresa constructora anunciaba que el dinero que se invirtiera en ella aumentaría con los años en progresión logarítmica (es decir, a paso de tortuga, sin duda lo contrario de lo que se quería dar a entender), pero sospecho que su fracaso tuvo poco que ver con esta metedura de pata matemática." (Pág. 129) En resumen, un texto escrito por un amante confeso de los diarios y de las matemáticas que no sólo se limita a estos campos. En sus comentarios afloran multitud de temas, desde las teorías conspiranoicas hasta la dificultad de predecir los comportamientos económicos, desde la teoría de juegos hasta la publicidad. Una obra de un humanista matemático o de un matemático humanista. Como reza la dedicatoria: "A los empollanúmeros de la ficción, y a los autores de ficción que empollan números." é
José Luis Calvo
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