¿Por dónde empezar? No tengo ni idea dónde o exactamente cuándo conocí a M. G. Creo que nuestro primer encuentro ocurrió en las oficinas de la revista Scientific American (Investigación y Ciencia, en su versión en castellano), hace más de seis décadas. Pero parece que lo había conocido desde siempre. Se convirtió en alguien fijo en mi vida, alguien de quien dependía, y estaba tan acostumbrado a responder a alguna de sus llamadas que siempre se convirtió en una mejora para mi conocimiento-entendimiento del universo.
James Randi con Martin Gardner. (foto cortesía de James Randi)
Viajando por el mundo, como he hecho la mayor parte de mi vida, he encontrado que algunos académicos dudaban de que realmente conociera a esta legendaria figura en persona. Recuerdo cuando di una conferencia a los ingenieros de sistemas de IBM hace muchos años; una charla durante la cual me referí a Martin, un grupo de personas presentes en la audiencia me pidió que aclarara si M. G. era un individuo real o quizá una mezcla de Isaac Asimov, Arthur C Clarke e incluso un compañero mío mago, puesto que sus escritos estaban dotados de ese dominio que tan sólo tal trío de personas podría englobar. Ellos se sorprendieron y congratularon cuando aclaré que tal individuo era una sola persona, un ser humano real, que reunía todas esas cualidades que le atribuía.
Otro asunto sobre el que me preguntaban de vez en cuando era si Martin realmente era o no licenciado en matemáticas, lo cual no era cierto. Como una vez me dijo después de empezar su columna en la revista Scientific American, las aprendió sobre la marcha. Y tengo que decir que creo que era verdad. Siempre expresó su entusiasmo cuando encontraba algo de manera casual, o se le ocurría y lo aplicaba a algún problema práctico. Ciertamente, el "entusiasmo", era una de las características principales de la forma de ser de este hombre. Este deleite lo plasmaba es sus libros y su columna del Scientific American. Estaba constantemente celebrando los descubrimientos, explicándolos y buscando nuevas formas de comunicársela al público, especialmente a los jóvenes. Nunca fue más feliz que en compañía de niños a los que presentaba rompecabezas mentales, seguidos por un ¡Aja! en el que proporcionaba una respuesta totalmente inesperada, que lo aclaraba todo.
Esa lucidez de su trabajo le convirtió en un gran profesor. Su arte en la narración de historias puede estar inspirada por su gran admiración por los cuentos de Alicia de Lewis Carroll. Martin se pasaba horas estudiando las frases que Carroll había construido y extrayendo de ellas cada matiz que podía, y por supuesto anotaba sus observaciones, para disfrute de sus muchísimos seguidores en todo el mundo. Los intereses de Martin eran muy amplios. Su corrillo de amigos incluía famosos magos profesionales, matemáticos de todo tipo, filósofos y un puñado de personas sin escrúpulos, y una suficiente variedad de gente extraña para completar su visión del mundo. Como ateo que soy, admito que de alguna manera me sorprendía que este hombre fuera deísta. Cuando le pregunté sobre esta aparente falta de lógica me respondió con calma que él era perfectamente consciente de que los ateos tenían mejores argumentos que los suyos y que de hecho no tenía pruebas que apoyaran su creencia en una deidad. Simplemente le hacía "sentir más cómodo", y conociendo a Martin como le conocí, simplemente acepté el hecho y en cierto sentido lo celebré. Todo lo que mejorara la vida de Martin mejoraba la mía.
En nuestra próxima "Reunión Asombrosa" (Amazing Meeting) de la Fundación Educativa James Randi que se celebrará durante el próximo julio [de 2010], por supuesto no celebraremos ningún acto en memoria de Martin Gardner. Le hubiera avergonzado enormemente, estoy seguro. Su hijo Jim, cuando me llamó para anunciarme el fallecimiento de su padre añadió que en su testamento especificó que no hubiera funeral y que prefería la incineración. Ese es mi Martin, no esperaba menos. No, en la conferencia de julio celebraremos la existencia de este gran caballero, uno de mis gigantes, un gran intelecto, un autor prolífico y un ciudadano del mundo humanitario y responsable. Si puedo conseguirlo, tendremos globos y bailarinas, lo que a buen seguro encantaría a Mr. Gardner, lo garantizo.
Sí, se ha ido, pero sus sabias palabras y su gran amor por la razón y su compasión permanecerán con nosotros para siempre. Lo estimé muchísimo, pero ahora lo dejo para la posteridad.
Martin Gardner en su domicilio. (Foto de Jim Gardner)
Nota sobre el autor:
*Mago, investigador y escritor, James Randi es fundador de La Fundación Educativa James Randi. Randi fue miembro fundador del consejo ejecutivo CSICOP (Comité para la Investigación Escéptica).
*Artículo aparecido en Skeptical Inquirer Volume 34. Issue 5 sept/oct 2010.