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el circo paranormal
La Iglesia sigue lavando la falsa imagen de la sábana de Turín
l Arzobispado de Turín ha sorprendido a la afición con una noticia que da un vuelco a la actitud que la Iglesia había venido manteniendo durante la última década en relación con la sábana santa (o no tanto). Las declaraciones del arzobispo Severino Poletto abren la posibilidad de que sobre la tela se realicen nuevos análisis científicos a fin de revisar aquello que ya había quedado perfectamente demostrado a raíz de la prueba del carbono 14 de 1988, a saber, que la sábana en cuestión es de fabricación medieval. Es una lástima que la utilización de la palabra ciencia en este caso no sea más que una artimaña. No se trata de profundizar en el conocimiento histórico de un objeto interesante, ni de reproducir la experiencia de 1988 a fin de verificarla o refutarla, no. Lo que se esconde tras el anuncio parece más bien una concesión al revisionismo de los grupos sindonológicos ultramontanos que, desde que la famosa prueba del C14 tiró por tierra sus esperanzas, no han parado de intentar negar los molestos resultados de la misma, a base de inventar las más rocambolescas explicaciones ad hoc, cuando no aplicando con entusiasmo las máximas de la propaganda totalitaria de "calumnia, que algo queda" y de "toda mentira repetida lo suficiente se transforma en una verdad". A decir verdad, no todos los sindonólogos se han apuntado al dudoso carro de la calumnia. Pero sí unos cuantos, los más recalcitrantes, siguiendo el camino abierto por el biógrafo de Juan Pablo II, Vittorio Messori, insisten una y otra vez en que en la
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prueba hubo trampa, en que no se respetaron los protocolos, en que Michael Tite director del laboratorio del Museo Británico se dejó llevar por su codicia y su ansia de gloria mundana, y en cuanto veneno se les ocurre destilar sobre personas honradas y probados científicos con tal de no admitir la evidencia: en 1988, tres prestigiosos laboratorios de Tucson, Oxford y Zurich realizaron unos análisis a instancias de la Iglesia, y sus resultados coincidentes pusieron de manifiesto que la sábana, de fabricación medieval, no era santa. A la mentira repetida, sí que se apuntaron todos desde el principio y lo curioso es que se siguen apuntando, aun después de que hasta los sindonólogos más puestos en la materia rechazasen por falsos los resultados de un presunto experimento realizado por Dmitri Kouznetsov. Afirma éste que el resultado de la prueba del C14 no es fiable y que la datación proporciona una fecha errónea, debido a que los procesos químicos provocados por un incendio acaecido en 1532 habrían producido un incremento de C14 en las fibras del tejido, lo que, lógicamente, se traduciría en una fecha mucho más reciente que la real. En los ambientes sindonológicos, no se para de citar el experimento de Kouznetsov, quien, según la versión más extendida tomada de una página web dedicada a la exaltación del catolicismo más integrista (http://personal5.iddeo.es/magolmo/tocomocho.htm), "ocho años después de los tan cacareados análisis de Tucson, Oxford y Zurich, enviaba un trozo de tela del siglo I al laboratorio de Tucson (Ari-
zona, EE UU). Su datación resultó estar comprendida entre el año 100 aC y el 100 dC. Tras ello, introdujo este tejido en una urna de plata, simuló un incendio similar al que se vio sometida la sábana santa de Turín y volvió a enviar la tela al mismo laboratorio de Tucson para su análisis. El nuevo análisis situaba la tela en el siglo XIV". De nada vale que el laboratorio de Tucson niegue haber realizado las pruebas que pregonan los sindonólogos, ni que los científicos de dicha insitutición hayan publicado, en el mismo número de Journal of Archaeological Science en el que el científico ruso presentó su informe, un artículo de réplica en el que, además de rebatir sus explicaciones, señalaban que habían reproducido el experimento sin que se diesen los resultados postulados, todo lo cual indicaba un evidente fraude. De nada parecen haber servido tampoco los fracasados intentos de reproducción del experimento llevados a cabo tanto por instituciones científicas como el laboratorio de C14 de la Universidad de Oxford como por, al menos, dos sindonólogos científicamente honrados. La falsa historia del experimento de Kouznetsov sigue germinando y expandiéndose en el favorable medio de la credulidad sin que la evidencia sea capaz de cortar el fraude, llegando a infiltrarse en medios y publicaciones que en otros aspectos presentan una notable calidad científica, como la publicación francesa Dossiers de l'Archéologie, cuyo redactor jefe parece haber sido seducido por el creacionismo científico. A esta falsa historia parece referirse monseñor Giuseppe Ghi(Verano 2000)
el escéptico
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ante un condescendiente Sardá y sin ningún tipo de contrapunto racional, los profesionales de lo raro-y-a-ser-posible-falso Javier Sierra y Julio Marvizón desgranaron uno tras otro todo el arsenal de tópicos acumulados durante décadas, en una completa antología de argumentos rebuscados que suponen lo más granado y reaccionario de este rancio correlato latino del creacionismo científico que es la sindonología. Entre ellos, cómo no, el falso experimento de Kouznetsov, presentado como si fuera bueno. Hasta ahí, todo normal. Pero, de repente, Marvizón se zambulló de lleno en una demostración de sobrenatural paranormalidad: nos informó de que Willard Libby, "creador del método del carbono 14", había hecho severas críticas al proceso seguido en la datación de 1988 y se había unido al coro de beatíficas voces que denuncian la falsedad de la datación medieval. ¡Milagro! ¡Milagro! Ya no se trata de que Libby hubiese dicho las tonterías que Marvizón le atribuyó, lo cual habría sido por sí mismo un hecho extraordinario exigente de pruebas extraordinarias. Lo milagroso, lo auténticamente milagroso, es que Libby, ante la invocación de Marvizón, se levantó de su tumba para criticar unas dataciones de 1988, realizadas ocho años después de su fallecimiento en 1980. Pero éstos y no otros son nuestros prodigiosos profesionales de la paranormalidad. Sí, señores escépticos, mentes cerradas. Aunque no lo crean, invocando a la sábana santa, Javier Sierra y Julio Marvizón dijeron: "¡Libby, levántante y anda!". Y Libby, obediente, "se levantó y andó". Y Sardá, sin enterarse. Ni ellos tampoco, por supuesto. Así está el patio. Jodidos andamos, como en el chiste. Pero, en este caso, sin maldita la gracia.
JOSÉ MARÍA BELLO
Los primitivos habitantes de Canarias y el Oriente misterioso
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Willard Libby.
berti, matizando las declaraciones del arzobispo Poletto, al decir que "las preocupaciones expresadas por una parte del mundo científico acerca de la datación, que podría haber sido afectada por las desgracias y tribulaciones de la sábana a lo largo de los siglos, y en particular el calor de los incendios, podrían afectar también a cualquier nueva prueba", por lo que "las futuras pruebas para datar la sábana sólo serán autorizadas cuando el método haya sido previamente aclarado". No deja de ser un síntoma preocupante que el nuevo arzobispo de Turín se decida ahora a dar crédito a las falsas investigaciones de Dmitri Kouznetsov, un científico que, además de haber sido descubierto en fraude en el caso de la sábana, ha protagonizado otras historias peculiares fue desacreditado por sus antaño colegas creacionistas debido al empleo de citas falsas en sus obras y que, tras su estancia en la cárcel de Connecticut por un asunto turbio relacionado con irregularidades bancarias, ha desaparecido sin dejar rastro. Pero, a pesar de lo que científicos y escépticos de todo pelaje podamos opinar, la sábana de Turín no para de hacer milagros. El último se produjo el pasado 25 de mayo durante la emisión del programa Crónicas Marcianas. En él,
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ada cierto tiempo, sobre todo en verano, cuando parece que la afluencia de noticias es menor que el resto del año, los medios de comunicación intentan llenar espacio y tiempo sacando a la luz toda suerte de curiosidades, algunas ya bastante conocidas. Durante el periodo estival, los misterios llaman a la puerta de la prensa, como Georgie Dann a la de la radio o Verano Azul a la de la parrilla de TVE. Así pues, no sorprende que Antena 3 Noticias Tenerife diera cierta cobertura no sin cierta sorna, eso sí a uno de estos cuentos de una noche de verano que hacía referencia a una hipótesis sobre el origen de los aborígenes canarios. Ciertamente, el tema es bastante recurrente, pero no así la teoría que lo retoma, que aboga por un origen no bereber el más aceptado ni, entrando en el terreno de la especulación, fenicio o cartaginés o, pasando por la fantasía más extendida, atlante; sino uno completamente diferente y doblemente sorprendente por lo inesperado y alejado, geográficamente hablando: China. Efectivamente, los coloquialmente llamados guanches llegaron a las islas afortunadas desde los remotos confines del Celeste Imperio, merced a la pericia marinera de sus habitantes, a los que el autor de la teoría, el físico y augur de desastres naturales varios Guillermo Rodríguez, considera los mayores viajeros de la antigüedad. Las pruebas que sustentan esta hipótesis parecen ser básicamente lingüísticas: el vocablo guanche vendría de la denominación de la región conocida como Wan Chi, y Canarias no sería la referencia latina a tierra de canes, sino la oriental a tierra cenicienta
el escéptico
(Verano 2000)