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el circo paranormal
por aquello del origen volcánico, por citar sólo dos ejemplos. Pero no crean ustedes que el buen señor se para ahí. Los chinos, que, amén de grandes viajeros, debieron ser los primeros en reconocer aquello de que España es diferente y venir a hacer turismo, también se establecieron en el País Vasco, según se desprende de la traducción china de Euskadi, que vendría ser la puerta de Europa. De modo que canarios y vascos compartirían un pasado común en el poderoso dragón chino. Eso sí, al margen de estas similitudes lingüísticas, el autor, de tan sigular hipótesis no parece aportar nada más: quedan fuera cuestiones geográficas, étnicas, históricas o puramente lógicas. Pero el lector avispado ya sabe que eso de las pruebas nunca ha sido problema para quien arde en deseos de demostrar algo, aunque a los atribulados chinos les costará trabajo hacerse un hueco en el banquillo de quienes reclaman la paternidad de canarios y vascos, que son muchos, variados y mal avenidos. Culminaba el experto recomendando es de suponer que en broma, a los que ansiaban tener en Canarias un idioma propio, que acogieran como tal el chino. Guillermo Rodríguez es relativamente popular en Canarias por las diversas predicciones de desastres naturales que ha realizado a lo largo de muchos años, resaltando para quien estas líneas escribe la de un temporal de lluvias que azotaría en el invierno de 1983 el valle de Aridane, en La Palma, y que provocó el saqueo de los supermercados locales a la caza y captura de alimentos de primera necesidad. Lo único que llegó al final fue una ola de calor y polvo africano, y es que no se puede acertar siempre. Por si acaso, uno empieza a dar por buena la canción del grupo local Soul Sanet que dice aquello de que "aquí (en Tenerife), donde
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yo nací, se pelea como Bruce Lee", porque, parafraseando al Fu Manchú, el mundo volverá a saber de esto.
LUIS JAVIER CAPOTE PÉREZ
El niño-batata y el `hombre de los caramelos'
no de mis vicios ocultos favoritos es leer prensa paranormal mientras viajo en tren. No me pregunten por la causa de semejante afición, por favor. El caso es que estaba ojeando el número de mayo de la prestigiosa y seria revista Más Allá cuando, en la página 15, me encuentro con este notición: "Convertido en... ¡batata! Sucedió en una escuela de Borno, Nigeria. Tres alumnos acudieron desesperados al despacho de la directora para decirle que, tras aceptar una golosina de un extraño, uno de sus compañeros se había convertido en... ¡batata! Cuando ella fue al lugar de los hechos, encontró, en efecto, un tubérculo, que ahora está siendo analizado. De momento, la Policía investiga el caso". Después de mirar y remirar la revista para cerciorarme de que no estaba leyendo la sección de humor o de que no se me había traspapelado una página de El Jueves, tuve que aceptar que aque-
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llo era presentado como una noticia de verdad. Un niño transformado en batata. ¿Se dan cuenta? Batata: Ipomoea batatas, familia convolvuláceas. O sea, un boniato. Y todo causado por el misterioso hombre de los caramelos, terror urbano de nuestra infancia que, no contento con limitarse a engancharnos a horribles drogas o inocularnos enfermedades tremebundas, ahora se dedica a transformar a los niños en boniatos. Y lo serio que parece todo en la noticia: la directora que se desplaza al "lugar de los hechos", el análisis ¿autopsia? del niño-boniato y la Policía que investiga el caso, eso sí, sólo "de momento". Y habrá que ponerle un nombre a este nuevo fenómeno paranormal, uno de esos tecnicismos a los que son tan aficionados nuestros amigos los magufos. No sé... yo sugeriría boniatogénesis, que recuerda a fantasmogénesis; pero quizá sea más apropiado boniatomorfosis, que describe mejor el asunto. O, mejor aún, boniatomorfosis inducida, que es como más clínico. Y habrá que estudiar seriamente el tema, que es de la mayor gravedad: ¿quién es este hombre de los caramelos?, ¿por qué se manifiesta en todo el mundo y desde hace siglos?, ¿es un extraterrestre?, ¿un hombre de negro?, ¿está la CIA en el ajo?, ¿hay una conspiración de silencio para ocultar la realidad de las boniatomorfosis inducidas? ¡Exijo a Javier
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Sierra que este asunto sea tema de portada de un próximo número de su revista! Dejando a un lado el cachondeo no hay otra forma razonable de abordar esto, el asombro me lleva a preguntarme cómo es posible que álguien pueda presentar una historieta tan burda como una noticia y quedarse tan tranquilo. ¿Cómo se puede pretender que nos tomemos en serio los contenidos de una revista que plantea la posibilidad de que un ser humano haya sido transformado en un tubérculo? Señor Sierra, un consejo: desplácese a su videoclub favorito y alquile El ataque de los tomates caníbales. Al lado de su revista, esa película es un documental de National Geographic.
JULIO ARRIETA
Benítez oye `voces'
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uando llegó a mis manos, su portada me hizo creer en un primer momento que estaba ante el típico panfleto de la Iglesia de Cienciología. Pero no. Se trataba del último libro de Juan José Benítez, la más delirante hasta el momento, que nadie se confíe de las obras del autor navarro. Al
fin libre es la demostración en 89 páginas de que el creador de Caballo de Troya será siempre capaz de sorprendernos a quienes creemos que ha llegado al techo del disparate. "Quizá no lo sepa dice la publicidad de la contraportada, pero hay otro J.J. Benítez. Además del investigador y narrador, hay un J.J. Benítez que pinta con las palabras. Un buzo audaz e incansable de las profundidades humanas. Un alpinista de la Verdad. Un alquimista del pensamiento y un Robin Hood de la esperanza". Vamos, que no nos habíamos enterado y estamos ante un gigante de la filosofía que, en este libro, "da un triple salto mortal sobre sí mismo y cae, de pie e impecable, sobre la muerte. Nadie, hasta hoy, se atrevió a quitarle la máscara a esa gran desconocida. Si usted teme a la muerte, atrévase con el otro J.J. Benítez. Este cruzado, este capitán Trueno de lo imposible, le hará libre...". ¿Qué nos revela el escritor en el libro? Nada que se corresponda con el rimbombante párrafo anterior. El contenido de Al fin libre parece salido de un parvulario, aunque el autor se lo atribuya a comunicaciones recibidas de su padre tras su muerte a comienzos del verano de 1999. Dieciocho
Juan José Benítez.
ERNESTO J. CARMENA
charlas que son variaciones del mismo guión memo de los mensajes del más allá de los médiums o de los de los extraterrestres que tanto han marcado a Benítez, quien ahora atribuye a su fallecido padre una colección de simplezas que van desde la concepción clásica de un Dios bondadoso que no ha creado el infierno hasta la adaptación del credo reencarnacionista como un camino de superación que se plasma en el nacimiento del sujeto en mundos cada vez más espirituales, pasando por la confirmación del escritor como uno de los elegidos: "Dios te tiene un especial cariño. Y yo ahora me siento feliz y orgulloso por ello", escribe poniendo las palabras en boca de su fallecido padre. Este libro no desdramatiza la muerte, por mucho que lo diga Benítez. Al contrario. La rodea de un halo terrorífico. A mí, por lo menos, me da pánico el conocimiento que le ha sido transmitido al ufólogo desde el más allá: si fuera cierto, demostraría que, aunque hubiera otra vida tras la muerte, la inteligencia se convierte en polvo. Sinceramente, a pesar de mis limitaciones, tengo un especial afecto a mis neuronas. Por eso, además de por el carrerón del autor, no me creo de ninguna de las maneras que la voz que dice Benítez que escuchó durante una temporada fuera la de su desaparecido progenitor, aunque no seré yo el que niegue que el escritor oye voces.
L. A. G.
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