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PRIMER CONTACTO
La historia del "desafío Zetetics" se remonta a 1982 cuando el doctor Henri Broch ofreció un premio de 10.000 dólares a la primera persona que demostrase tener un poder paranormal. Posteriormente, en 1987, se unieron al reto el también doctor J. Theodor y el prestidigitador Gérard Majax. Con la adhesión también se incrementó la cuantía del premio hasta llegar a los 500.000 francos franceses. Esta cantidad se duplicó en 1992 para conmemorar la candidatura nº 100 al desafío. Finalmente, aprovechando la cercana unión monetaria, los organizadores han "redondeado" la cifra hasta los 200.000 euros. Con tal recompensa, aquella persona que afirme tener poderes paranormales no tiene excusa alguna para no presentarse. Para convencer al profesor Broch y a sus colaboradores hay que pasar una prueba en las condiciones mínimas para demostrar que no hay fraude ni error posible. Todo empieza con lo que se denomina un "protocolo", que es un acuerdo entre ambas partes sobre qué poder se pretende demostrar y cómo se va a comprobar. Este primer paso ya es una criba importante de candidatos, pues muchos de ellos ni siquiera saben describir cuál es su supuesto don. Una vez concretados todos los detalles, se acuerda una fecha para realizar el experimento, preferiblemente en el laboratorio Zetetics de la Universidad de Niza, (Francia). Si quedara demostrada la presunta facultad, el dinero se entregaría de forma inmediata; en caso contrario el participante tiene derecho a permanecer en el anonimato, aunque los resultados sí han de exponerse en público. Philippe Boit es uno de los participantes más testarudos del desafío. Tras llegar a un acuerdo con el laboratorio, decidió probar su capacidad para encontrar agua. El experimento consistía en proporcionar al zahorí cajas de cartón opacas que contenían en su interior un vaso. Este vaso podía estar lleno de agua o vacío (el líquido elemento procedía indistintamente del grifo o de una envasadora). Para demostrar sus poderes adivinatorios, Boit debía acertar en qué cajas estaban los vasos vacíos y en cuáles estaban los vasos llenos con un porcentaje mayor al que se obtiene pronosticando al azar. Como era de esperar fracasó. Pero eso no le amilanó lo más mínimo, y poco tiempo después ha firmado un protocolo para demostrar que es capaz de cambiar el sabor del vino. Para justificarlo, deberá probar que es capaz de cambiar el pH del mismo a través de la "magnetización". Como Boit, otros zahoríes han caído derrotados en el intento. Pero la lista de portentos paranormales no queda ahí: R. Gefflot fracasó en el afán de mover un lingote de oro situado en Bruselas (Bélgica) desde una localidad de Gran Bretaña mediante "telekinesia". L. Fiore no fue capaz de comunicarse con su familia a través de su péndulo y una fotografía. Y la señora K. Fitos,
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que con la ayuda de "extraterrestres" adivinaba el color de cualquier carta, no fue capaz de acertar más que cualquier otro terrícola. Como bien dicen los organizadores ni siquiera ha aparecido una mínima muestra de estos supuestos poderes que hagan pensar que existan. ¿Qué impulsa, entonces, a estas personas a presentarse? Aparte del suculento premio o la fama, parecen estar tan convencidos de sus cualidades; de hecho llevan mucho tiempo "demostrándolas", con cantidad de testimonios que lo arropan. Sin duda todo un castillo de naipes que se desmorona en el momento en que se hace una simple prueba. Porque Broch y sus colaboradores procuran diseñar experimentos sencillos y claros. Si un psíquico posee el arte de la adivinación, debería ser capaz de acertar el color de una simple carta, y si un zahorí es capaz de hallar agua en el desierto, no existiría ninguna traba para que la encontrara dentro de una caja de cartón. Visto los demoledores resultados, a la cita "afirmaciones extraordinarias requieren demostraciones extraordinarias" se le podría añadir la coletilla: "con experimentos simples". Así que ya sabe: si no tiene duda alguna sobre sus poderes paranormales, adelante, no tiene nada que perder. Si aún requiere de alguna pruebecilla, cerciórese de que no hay ningún detalle que haya pasado por alto. El desafío Zetetics ha arrojado la pelota a su tejado. Y recuerde: ¡el cheque con los 200.000 euros aún no se ha entregado! (J.J.F.P.)
¿ES BENÍTEZ UN EXTRATERRESTRE CAMUFLADO?
Ya es hora de que los científicos dejen de perder el tiempo buscando rastros de vida alienígena en meteoritos, enviando sondas exploradoras a otros mundos o intentando captar emisiones de radio inteligentes procedentes de lejanos sistemas estelares. Mejor que escuchen a los que `saben', como el ufólogo Juan José Benítez (Pamplona, 1946), quien ha anunciado que "más de 3.000 tipos distintos de seres extraterrestres" visitan la Tierra a bordo de platillos y que "la mayoría alrededor del 80% tiene forma o aspecto humano". Ahí es nada. Lo dijo en la presentación de su última obra, Mis ovnis favoritos (Planeta, 2001), un producto cuidadamente editado en el que Benítez demuestra una vez más que la vena ufológica se ha secado. Porque el volumen no es más que una recopilación de fotos y de breves y absurdas respuestas del autor a un centenar de preguntas de niños.
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WEB DE EDITORIAL PLANETA
Foro sobre la obra de J. J. Benítez, en la página web de editorial Planeta (http://www.editorial.planeta.es/benitez)
Que nadie espere encontrar en este libro la prueba definitiva de las visitas alienígenas, ni algo que se le parezca. En Mis ovnis favoritos, Benítez sigue mareando una perdiz que después de medio siglo ya no se tiene en pie. Así, toma descaradamente el pelo al inocente lector hasta el punto de que afirma que conoce muchas fotos de ovnis que "son espléndidas", añade que "lo que ocurre es que, en general, están guardadas en los archivos de los investigadores", promete mostrar algunas y luego, página tras página, presenta las mismas imágenes borrosas o claramente fraudulentas de siempre. Y todo ello para ilustrar una antología del disparate que confirma, para quienes todavía tenían dudas al respecto, que el autor navarro hace tiempo que emprendió un camino sin retorno más allá de la razón. En su nuevo trabajo, Benítez suelta una tontería tras otra sin tiempo a que el lector se recupere, como no pudieron hacerlo tampoco los periodistas que asistieron a la presentación del libro. Fue tan disparatada la rueda de prensa que un reportero escribió: "De la misma forma que hay quien a base de jugar con sábanas termina convirtiéndose en fantasma, J. J. Benítez encarna su personaje con una asombrosa naturalidad". Lo inquietante es que, desde hace años, da la impresión de que su personaje le ha absorbiARCHIV0
Portada de Caballo de Troya, de J. J. Benítez.
do, de que su personalidad ha salido por el mismo gran agujero de su `mente abierta' que pudo aprovechar para entrar un émulo de Juanita la Fantástica. Fruto de esa personalidad invasora debió de ser Al fin libre (Planeta, 2000), un libro que recogía los diálogos de Benítez con el espíritu de su fallecido padre. Ahora, tampoco se anda con chiquitas y dice, por ejemplo, que el hombre no ha vuelto a la Luna porque está contaminada por radioactividad, después de que los estadounidenses "destruyeron con bombas atómicas" unos edificios que encontraron allí en 1969, o que los visitantes "han desarrollado una tecnología tan avanzada
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PRIMER CONTACTO
Portada del libro Mis Ovnis favoritos, de J. J. Benítez.
que han conseguido fabricar seres exactos a nosotros". ¿Será Benítez un extraterrestre camuflado, un humano de cuyo cuerpo se apoderó el ser de otro mundo con el que asegura que se topó en la infancia? "Tenía seis años. Sucedió en un pequeño pueblo de Navarra. Era un ser muy alto, con una escafandra negra. Me condujo a una especie de gruta. Allí, por lo que recuerdo, me situó en el interior de algo parecido a un sarcófago de piedra lleno de luces. Después me abrazó con ternura". ¿Acaso es posible que nunca hayamos conocido al auténtico Benítez, que el que vive en Cádiz en una casa con forma de platillo volante sea un infiltrado de los invasores? Si en aquel momento de ternura Benítez abrió su mente al alienígena, se explicaría su doble juego: que diga, por un lado, que tiene las pruebas que apoyan sus increíbles afirmaciones y que, al mismo tiempo, no las presente nunca. Claro que no hay que descartar que todo sea una pose. A fin de cuentas, Benítez ha hecho fortuna vendiendo humo. ¿Qué importa que uno ya no tenga ninguna credibilidad mientras haya ingenuos ávidos de pagar por leer lo que escribe? (L.A.G.)
¿CORPUS INCORRUPTUS
El pasado día 3 de junio del 2001 pareció hacerse realidad el viaje en el tiempo. Recién empezado el siglo XXI la Ciudad-Estado del Vaticano pareció retroceder hasta el siglo XIII o XIV. ¿El motivo? La exposición pública del cuerpo incorrupto del Papa Juan XXIII, como si aún viviésemos en la Edad Media que tan propicia se mostró a la aparición de reliquias y difusión de milagros. Resulta evidente que no soy católico, ni siquiera creyente, pero debo confesar que siempre he sentido una
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gran admiración por Angelo Roncalli, el Papa Juan XXIII, debido a su intento de modernizar la Iglesia Católica, de quitar el polvo secular acumulado en la cátedra de San Pedro. Quizás por ello he sentido una mayor indignación al ver como se empleaba su cuerpo para una mascarada más propia de los carnavales venecianos que de la festividad de Pentecostés en Roma. Digo mascarada a sabiendas de que es una palabra fuerte que disgustará a los católicos, pero los hechos no me permiten emplear un lenguaje más suave. Lo que se les estaba vendiendo a los católicos, que en número de 40.000 pasaron por la basílica de San Pedro, y a los millones que han estado pendientes de los medios de comunicación ha sido una pura y simple gran mentira, camuflada bajo la apariencia de milagro. Ninguno de los miembros que componen la jerarquía vaticana ha pronunciado esa palabra (que yo sepa), pero cualquiera que haya sido educado como católico sabe que el morir en "olor de santidad" (es decir, que al fallecimiento de una persona su cuerpo exhalara un aroma grato) y que el cadáver permaneciera en estado de incorrupción eran pruebas que se tenían en cuenta en los procesos de beatificación y posterior canonización. No hace falta ser un genio para intuir el cómo leerían la noticia los fieles admiradores del Papa Bueno, convertido ya en beato para la Iglesia Católica. Por ello, algo ha olido a podrido cuando se han sabido alguno hechos que habían sido cuidadosamente silenciados en un principio. Por de pronto, la incorrupción de un cadáver es algo que puede explicarse de manera bastante prosaica como fruto de un proceso de momificación natural. En un ambiente desprovisto de humedad no es infrecuente. Hace tiempo que se sabe que las momias egipcias deben tanto al clima del desierto como al propio proceso de embalsamamiento. Sin embargo, en este caso hay aún más pruebas de que se ha mentido. ¿Recuerdan las declaraciones iniciales que insistían en que el cuerpo del Papa Roncalli no había tenido ningún tipo de tratamiento que favoreciera su conservación? Pues si no las creyeron hicieron muy bien. El semanario Famiglia Cristiana (publicación nada sospechosa de querer dejar en mal lugar a la Iglesia) publicó una entrevista con el doctor Gennaro Goglia, anatomista en la Clínica Gemelli en el momento del fallecimiento de Juan XXIII, en la que éste reconoció haber inyectado al cadáver diez litros de un fluido embalsamador de su invención. Añadamos que el rostro que tanta admiración causó a la feligresía por su perfecta conservación no es tal sino una mascarilla de cera y tendremos una visión bastante distinta a la ofrecida por el Vaticano. Pese a ello, se ha dispuesto que el cuerpo, revestido con sus ropas pontificales, será expuesto en una urna de cristal y bronce bajo el altar de San Jerónimo en la Ba-
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