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Representación artística del segmento ruso de la Estación Espacial Internacional.
NASA/RSA/ESA/NASDA/CSA
ken, atribuyen a intervenciones extraterrestres todo lo que escapa a su entendimiento. Para estos autores ninguno de ellos historiador, los antiguos, por el hecho de serlo, no pudieron levantar solos la mayoría de los grandes monumentos. Y menos aún si éstos se encuentran fuera de Europa.
UNA DE MARCIANOS EN EL FRIGORÍFICO
Una de las leyes no escritas de la ufología afirma que por muy absurda que sea la historia que a uno le cuenten, siempre habrá alguien lo suficientemente tonto para tragársela. Esta norma se ajusta de forma ejemplar al caso del no-doctor Jonathan Reed, ese sujeto que afirma haber matado a un alienígena de un estacazo en la cabeza. Me imagino que todos los lectores están al corriente de la historia porque circula por Internet con intensidad y frecuencia dignas de mejor asunto, pero la resumiré por si hay algún despistado o alguno ha pasado los últimos meses aislado del mundo en una base en el ártico o en un monasterio camaldulense. Jonathan Reed es un supuesto psicólogo infantil que paseaba un día de 1996 con su perrita por el bosque. De
pronto la perrita olisqueó algo raro y salió corriendo maleza a través. El señor Reed, rebufando, intentó alcanzar a su mascota guiándose por los gruñidos de ésta. Resulta que lo que había olido la perrita no era una mofeta o un mapache, era un alien modelo X-Files que debía andar perdido por el bosque al igual que el ET de Spielberg. A la llegada del señor Reed la perrita ya había iniciado su particular encuentro del tercer tipo, a base de mandíbula y caninos, y mordía con saña al alienígena, que decidió defenderse "disolviendo" a la pobre mascota. El señor Reed, presa de un ataque de ira vengativa, echó mano de lo más contundente que encontró, una gruesa rama, y con tan primitiva garrota arremetió contra el marciano "poniéndolo al día", como suele decirse. Parece ser que se aplicó con saña porque el incidente acabó con el extraterrestre difunto. El pánico sucedió a la ira y el señor Reed decidió llevarse al "bicho" a su casa envuelto en una sábana, metiéndolo en su congelador, no sin antes hacerle unas cuantas fotos. A partir de este punto la historia se vuelve bastante confusa, más si tenemos en cuenta que el señor Reed la ha ido modificando y "adornando" a medida que las voces más críticas de ufolandia le han ido poniendo pegas al cuento. Por supuesto no podían faltar los malos de la historia, los terroríficos secuaces del gobierno que han intentado ocultar toda la trama haciendo desaparecer las pruebas e intentando callar al buen doctor, cosa que a todas luces no han conseguido habida cuenta que
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PRIMER CONTACTO
el señor Reed se ha mostrado bastante vocinglero, ha dado numerosas conferencias, participa en programas de radio y TV, mantiene una página web y asiste a congresos. No hace falta ser un genio para darse cuenta de que la historia del señor Reed apesta a timo para incautos. De hecho ha sido desmontada hasta en sus más mínimos detalles por ufólogos y grupos de aficionados al tema OVNI que, supongo, deben estar hasta las narices de que el misterio de sus amores esté invadido por charlatanes y caraduras. El Dr. Reed no es doctor ni psicólogo ni nada que se le parezca; las fotos que presentó fueron efectuadas en fechas posteriores a los supuestos hechos; los "científicos" que han avalado la historia del marciano en la nevera no son tales, sino empleados de una gasolinera y cosas por el estilo. Las puertas de ufolandia se han ido cerrando en las narices del señor Reed que ahora se dedica a buscar la atención de los sujetos más crédulos del mundillo, saltando de país en país. Últimamente al señor Reed lo padecen nuestros amigos mexicanos "gracias" a la labor de Jaime Maussan, un ufólogo televisivo que por aquellas latitudes cumple una labor similar a la que por aquí realizó en su etapa televisiva Jiménez del Oso, con la diferencia de que, comparado con aquél, éste es la quintaesencia del espíritu crítico y la racionalidad. Maussan se ha tragado todas las tonterías de Reed de cabo a rabo y vuelta. Incluidos los detalles más bizarros, como un supuesto brazalete para teletransportarse que le dio el marciano al señor Reed, suponemos que entre garrotazo y garrotazo. El brazalete es para no perdérselo: parece un sobrante del diseño de producción de Babylon 5 o algo sacado de un disfraz de power ranger de "todo a 100". Es llamativo que en un momento que hasta los contactados se ríen del "doctor" y su brazalete, Maussan siga insistiendo en la autenticidad de la historia, huyendo hacia delante en alegre cabalgada. En un chat reciente, hace apenas unas semanas, Maussan expresaba su deseo de ver funcionar el brazalete y observar cómo se desvanece el falso doctor. Reed tiene toda la pinta de ser propenso a desvanecerse, pero no con un brazalete, sino con el dinero de la caja, porque poca duda cabe de que se trata de un embaucador y que su única carrera es la del timo. ¿Cómo es posible que alguien pueda creerse un cuento como éste? El alien, la perrita hecha papilla, la nevera, el brazalete... todo huele a telefilme de segunda categoría. Es más, a mí esto del marciano en la nevera hasta me resulta familiar. Todo en esta historia parece haber sido copiado de teleseries y tebeos de ciencia ficción barata. Es llamativo el paralelismo que hay entre la historia del señor Reed y el episodio nº 33 de la telecomedia Get
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a Life (1990) protagonizada por Chris Elliott. En este episodio Chris se encontraba con un ovni accidentado en su jardín; entre los restos coleaba un marciano, de nombre Spewey ("Vomitón" en la versión española). Spewey era muy impulsivo y, al igual que el marciano de Reed, tenía que ser reducido a garrotazos por Chris cuando atacaba con saña a su amigo y vecino Gus. Al final Spewey acababa en la nevera de Gus, al igual que el marciano de Reed (que por cierto se llama Freddy) y también desaparecía... Sólo que devorado por Chris y Gus, que deciden comérselo. La versión de Get a Life es mucho más divertida que la del señor Reed, porque Spewey volvía a la vida regenerándose a partir de una de sus chuletas. También aparecían los malvados agentes del gobierno que intentaban silenciar a Chris y Gus con métodos bastante rudos. Al final Spewey era rescatado por sus compañeros marcianos y elevado hasta su nave nodriza mediante una tecnología superior que somos incapaces de comprender: atado con una cuerda a la cintura. Me pregunto si Jaime Maussan sería capaz de tragarse toda la historia de Spewey si algún caradura se presentase en su oficina contándole la historia como si fuera un hecho real. Se admiten apuestas. (J. A.)
ASESINATOS EN EL HIMALAYA
Quizás no haya ninguna pregunta que debamos responder con mayor frecuencia que la de "¿por qué los escépticos no respetáis el derecho a la libre creencia de las personas?". Por supuesto, nuestra contestación es que eso no es cierto. Preferimos una sociedad libre a un escepticismo forzoso. Libre incluso para creer en que la Tierra es hueca o que somos descendientes de una raza alienígena que construyó reactores nucleares en forma de pirámides; pero también consideramos un deber ético el alertar a la población de los peligros (a veces evidentes y otras no tanto) que se agazapan en muchas creencias evidentemente absurdas. La conversación suele seguir con un "¿pero qué mal hago a nadie creyendo que los astros influyen en mi vida o que existe la vida de ultratumba?" En este punto solemos recordar a nuestro interlocutor que se gasta en balde el dinero cuando recurre a los servicios de astrólogos, cartomantes, quiromantes, nigromantes, médiums, etc.; pero que lo peor de todo es que estas creencias pueden conducirle a condicionar su vida a los dictados de las mencionadas personas. Quizás renuncie
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