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PRIMER CONTACTO
Portada del libro Mis Ovnis favoritos, de J. J. Benítez.
que han conseguido fabricar seres exactos a nosotros". ¿Será Benítez un extraterrestre camuflado, un humano de cuyo cuerpo se apoderó el ser de otro mundo con el que asegura que se topó en la infancia? "Tenía seis años. Sucedió en un pequeño pueblo de Navarra. Era un ser muy alto, con una escafandra negra. Me condujo a una especie de gruta. Allí, por lo que recuerdo, me situó en el interior de algo parecido a un sarcófago de piedra lleno de luces. Después me abrazó con ternura". ¿Acaso es posible que nunca hayamos conocido al auténtico Benítez, que el que vive en Cádiz en una casa con forma de platillo volante sea un infiltrado de los invasores? Si en aquel momento de ternura Benítez abrió su mente al alienígena, se explicaría su doble juego: que diga, por un lado, que tiene las pruebas que apoyan sus increíbles afirmaciones y que, al mismo tiempo, no las presente nunca. Claro que no hay que descartar que todo sea una pose. A fin de cuentas, Benítez ha hecho fortuna vendiendo humo. ¿Qué importa que uno ya no tenga ninguna credibilidad mientras haya ingenuos ávidos de pagar por leer lo que escribe? (L.A.G.)
¿CORPUS INCORRUPTUS
El pasado día 3 de junio del 2001 pareció hacerse realidad el viaje en el tiempo. Recién empezado el siglo XXI la Ciudad-Estado del Vaticano pareció retroceder hasta el siglo XIII o XIV. ¿El motivo? La exposición pública del cuerpo incorrupto del Papa Juan XXIII, como si aún viviésemos en la Edad Media que tan propicia se mostró a la aparición de reliquias y difusión de milagros. Resulta evidente que no soy católico, ni siquiera creyente, pero debo confesar que siempre he sentido una
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gran admiración por Angelo Roncalli, el Papa Juan XXIII, debido a su intento de modernizar la Iglesia Católica, de quitar el polvo secular acumulado en la cátedra de San Pedro. Quizás por ello he sentido una mayor indignación al ver como se empleaba su cuerpo para una mascarada más propia de los carnavales venecianos que de la festividad de Pentecostés en Roma. Digo mascarada a sabiendas de que es una palabra fuerte que disgustará a los católicos, pero los hechos no me permiten emplear un lenguaje más suave. Lo que se les estaba vendiendo a los católicos, que en número de 40.000 pasaron por la basílica de San Pedro, y a los millones que han estado pendientes de los medios de comunicación ha sido una pura y simple gran mentira, camuflada bajo la apariencia de milagro. Ninguno de los miembros que componen la jerarquía vaticana ha pronunciado esa palabra (que yo sepa), pero cualquiera que haya sido educado como católico sabe que el morir en "olor de santidad" (es decir, que al fallecimiento de una persona su cuerpo exhalara un aroma grato) y que el cadáver permaneciera en estado de incorrupción eran pruebas que se tenían en cuenta en los procesos de beatificación y posterior canonización. No hace falta ser un genio para intuir el cómo leerían la noticia los fieles admiradores del Papa Bueno, convertido ya en beato para la Iglesia Católica. Por ello, algo ha olido a podrido cuando se han sabido alguno hechos que habían sido cuidadosamente silenciados en un principio. Por de pronto, la incorrupción de un cadáver es algo que puede explicarse de manera bastante prosaica como fruto de un proceso de momificación natural. En un ambiente desprovisto de humedad no es infrecuente. Hace tiempo que se sabe que las momias egipcias deben tanto al clima del desierto como al propio proceso de embalsamamiento. Sin embargo, en este caso hay aún más pruebas de que se ha mentido. ¿Recuerdan las declaraciones iniciales que insistían en que el cuerpo del Papa Roncalli no había tenido ningún tipo de tratamiento que favoreciera su conservación? Pues si no las creyeron hicieron muy bien. El semanario Famiglia Cristiana (publicación nada sospechosa de querer dejar en mal lugar a la Iglesia) publicó una entrevista con el doctor Gennaro Goglia, anatomista en la Clínica Gemelli en el momento del fallecimiento de Juan XXIII, en la que éste reconoció haber inyectado al cadáver diez litros de un fluido embalsamador de su invención. Añadamos que el rostro que tanta admiración causó a la feligresía por su perfecta conservación no es tal sino una mascarilla de cera y tendremos una visión bastante distinta a la ofrecida por el Vaticano. Pese a ello, se ha dispuesto que el cuerpo, revestido con sus ropas pontificales, será expuesto en una urna de cristal y bronce bajo el altar de San Jerónimo en la Ba-
el escéptico
primavera- verano 2001
ARCHIVO
sílica de San Pedro, detrás del pilar decorado con una magnífica escultura de Bernini que representa a Longinos. Al menos es un lugar bastante más artístico que el Mausoleo de Lenin en la Plaza Roja de Moscú (Rusia) aunque la conservación de ambos cadáveres deba más al genio de sus embalsamadores que a los pretendidos milagros. (J.L.C.B.)
PSEUDOCIENCIA, TECNOLOGÍA Y SOCIEDAD
Con la llegada de la LOGSE ha llegado a los hogares una nueva forma de ver la realidad de la ciencia. Con el llamado "enfoque Ciencia-Tecnología-Sociedad" (CTS) se pretende comprender y evaluar el impacto que la actividad científico-tecnológica produce en nosotros. La novedad estriba en entender cómo cada uno de los vértices de ese triángulo influye (o queda afectado) sobre los demás, algo que parece lógico en una sociedad tan "tecnodependiente" como la nuestra, pero que ha tardado quizás demasiado en llamar la atención a los investigadores. A lo largo de la historia, la ciencia y la tecnología han recorrido caminos muy dispares. De hecho, los científicos prerrenacentistas consideraban a la tecnología una actividad poco noble e ingrata, a la que no había que prestar atención. Pero con la llegada de la imprenta, muchos científicos tuvieron acceso a tratados técnicos escritos por artesanos, y sintieron curiosidad por sus métodos y herramientas. Esta simbiosis tendría su primera eclosión con el advenimiento de la primera revolución industrial, manteniendo un crecimiento exponencial hasta nuestros días. Desde la máquina de vapor hasta el teléfono móvil, los grandes inventos han producido un impacto en la sociedad al que los científicos y técnicos no han sabido siempre responder y asumir. Ante desastres como los
de Chernobyl o Bophal, cuestiones éticas como la clonación, y fenómenos sociales como la televisión el científico no puede dar la espalda, aduciendo que no pertenecen a su disciplina. Es por ello que surge la necesidad de "conectar" el triángulo CTS y abordar su complejísimo estudio. En mi opinión, los actuales estudios en CTS son insuficientes a la hora de abordar un fenómeno como el de las pseudociencias, al que se está cometiendo el gravísimo error de menospreciar, aún cuando ejercen una poderosa influencia sobre la sociedad. Es más, no sería descabellado afirmar que las supercherías gozan de una magnífica salud dentro de un medio supuestamente tan hostil como lo es una sociedad tan avanzada como la nuestra. Y lo hace de las dos formas posibles: oponiéndose a la realidad, o camuflándose como ella. El ejemplo más claro está en medicina, ya que la mal llamada "medicina alternativa" atrae tanto clientes desencantados con los remedios conocidos que buscan una solución diametralmente opuesta a la ciencia (curanderos, sanadores), como a personas que piensan que existe una base científica en aquello que consumen (homeopatía). ¿Debemos incluir entonces las pseudociencias dentro de la terna CTS? Está claro que, aunque la ciencia por sí sola es capaz de refutar a su opuesta, es el influjo sobre la sociedad la que permite a las pseudociencias permanecer y crecer. Y en este juego de parasitismo, la tecnología no es neutral, sino que es usada por ambos bandos para su propia causa. Además de servir de plataforma de difusión de la superchería (con la prensa, televisión, Internet...), la tecnología disfraza a la superchería de un manto de credibilidad. Por ejemplo, los llamados "pro-
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COREL
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