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EL CONOCIMIENTO DE LA HISTORIA: EL LARGO TRAYECTO DESDE EL MITO LEGENDARIO A LA CIENCIA HUMANA
ENRIQUE MORADIELLOS, UNIVERSIDAD DE EXTREMADURA
Las explicaciones sobre el origen y evolución de las distintas formas de la sociedad humana han sido constantes y muy divergentes a lo largo de los tiempos: relatos míticos, genealogías legendarias, epopeyas fabulosas, cosmogonías religiosas, ficciones noveladas, etc. Desde su constitución como ciencia humana, hace ya casi dos centurias, la disciplina de la historia se ha esforzado por elaborar un conocimiento sobre ese proceso evolutivo de las sociedades humanas de naturaleza distinta y contrapuesta: un conocimiento verdadero, materialmente verificable, demostrativo y crítico-racional. que permiten discriminar de modo objetivado el verdadero pasado histórico de aquel pasado creado e imaginado por el mito y la novela. El conocimiento generado por esa investigación constituye un elemento esencial de la conciencia histórica de las sociedades actuales y representa un factor inexcusable en la tradición cultural racionalista y universal imperante en nuestra época. LA INELUDIBLE NECESIDAD DE LA HISTORIA Todas las sociedades humanas, en la medida en que están constituidas por agrupaciones de hombres y mujeres de diversas edades y variadas experiencias vitales, tienen un pasado colectivo que se distingue necesariamente del pasado biográfico individual de cada uno de
Para lograr su cometido, la investigación histórico-científica se fundamenta en varios principios axiomáticos
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cia histórica: las crónicas escritas sobre las grandes epopeyas individuaPara lograr su cometido, les o colectivas (como la Historia de los Godos de San Isidoro de Sevilla); la investigación histórico-científica las leyendas fabulosas sobre los orígese fundamenta en varios principios nes de instituciones fundamentales (caso de la leyenda del rey Arturo y el axiomáticos que permiten discriminar de la monarquía inglesa); de modo objetivado el verdadero pasado nacimiento los complejos monumentales con gran histórico de aquel pasado creado e carga de representación simbólica (como puedan ser las Pirámides de imaginado por el mito y la novela. Gizeh en Egipto o el Capitolio de Washington en los EE.UU.); las ceresus miembros. No en vano, en cualquier sociedad, el monias de recuerdo comunitario (caso del día de la nieto que convive con su abuelo sabe que éste último Hispanidad en España o del 14 de julio en Francia); los fue nieto a su vez en un momento anterior y recibe a su mitos de solidaridad colectiva (como el del apóstol través el bagaje de ideas, valores y ceremonias legadas Santiago y la reconquista cristiana en la Península por ese pasado que él no experimentó en primera per- Ibérica); las viejas tradiciones repetidas desde tiempo sona. El conocimiento, recuerdo y valoración de ese inmemorial (del tipo de la Semana Santa en España o pasado colectivo y comunitario, de esa duración como del Ramadán en las culturas musulmanas), etc. La necesidad social de contar con una conciencia grupo determinado en el tiempo y sobre el espacio, constituye la conciencia histórica de las distintas socie- histórica del pasado comunitario ha dado origen a lo dades humanas. Esa conciencia histórica, esa memoria largo de los tiempos a formas de conocimiento muy compartida sobre el pasado colectivo, es así un compo- diversas y no siempre armónicas: mitos de creación, nente decisivo del presente de cualquier sociedad leyendas de origen, genealogías fabulosas, epopeyas humana mínimamente desarrollada, de su sentido de la ejemplarizantes, cosmogonías y doctrinas religiosas... propia identidad, de su dinámica social, de sus institu- En los dos últimos siglos, esa misma necesidad social ciones y tradiciones y de sus relaciones con el medio también ha estado en la base de la tremenda expansión y popularidad que ha tenido un género literario muy físico y otros grupos humanos circundantes. La posibilidad de desconocer u olvidar totalmente peculiar y de enorme poder de sugestión y evocación: la ese pasado comunitario es una grave falta para cual- novela histórica ambientada en otros tiempos y sociequier miembro individual del grupo humano y constitu- dades pretéritas. Sin embargo, desde la Antigüedad cláye un claro riesgo para la propia salud del cuerpo social sica y hasta nuestros días, ha existido una disciplina y su capacidad de preservación y continuidad. El políti- narrativa encargada específicamente de conformar y co y escritor Marco Tulio Cicerón, ya en el siglo I de transmitir el conocimiento sobre los sucesos humanos nuestra era, advirtió a sus compatriotas romanos al res- pasados de un modo racional, riguroso, secular y pecto con palabras certeras: "Desconocer qué es lo que demostrativo: la Historia. Una disciplina llamada así ha ocurrido antes de nuestro nacimiento es ser siempre desde que Heródoto de Halicarnaso (ciudad enclavada un niño. ¿Qué es, en efecto, la vida de un hombre, si no en la actual Turquía), en el siglo V antes de nuestra era, se une a la vida de sus antepasados mediante el recuer- titulara con ese vocablo su famoso libro de "investigado de los hechos antiguos?". En igual sentido, el histo- ciones" y "averiguaciones" sobre las culturas de Asia riador francés Pierre Vilar anotó más recientemente: Menor y Egipto que visitó en persona. "Una humanidad global o parcial que no tuviera ninguna conciencia de su pasado sería tan anormal como EL GÉNERO LITERARIO DE LA HISTORIA un individuo amnésico". Para preservar íntegra esa conciencia histórica parti- Desde los tiempos fundacionales de Heródoto, la histocular y evitar su caída en el olvido, las sociedades ria se configuró como un relato o narración sobre los humanas han generado muy distintas formas e instru- sucesos humanos pretéritos, contradistinto y opuesto a mentos de recuerdo y conmemoración. Ese papel cum- los relatos míticos, legendarios, épicos o religiosos. Ante plen, por ejemplo, los relatos orales en las sociedades todo, el novedoso relato histórico se enfrentaba a aqueágrafas, es decir, que desconocen la escritura: llos otros relatos sobre el pasado por su voluntad de "Nuestros padres nos los enseñaron a nosotros, como búsqueda de la "verdad" de los acontecimientos humasus padres les enseñaron a ellos" (en palabras de un nos pretéritos en el propio orden humano, apelando a aborigen Yolngu, de Australia). Esa misma función pruebas y testigos directos o indirectos comprobados y desempeñan en las sociedades civilizadas y alfabetiza- cotejados, sin tomar en consideración la posibilidad de das otros tantos medios de preservación de la concien- una intervención sobrenatural o divina, y basándose en
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miento de la Ilustración durante el siglo XVIII, el género literario historiográfico de tradición clásica fue convirtiéndose progresivamente en una verdadera disciplina científica, en una ciencia humana o social. Esa transformación operada entre finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX tuvo como protagonista esencial a la escuela histórica germánica, cuyas principales figuras fueron Barthold G. Niebuhr y Leopold von Ranke. De hecho, en el seno de dicha escuela se produjo por vez primera la confluencia y fusión entre dos corrientes hasta entonces separadas y sólo ocasionalmente vinculadas: la tradición literaria historiográfica clásica, que se había preocupado por escribir sobre los avatares históricos con veracidad y elegancia discursiva, y la erudición crítica documental, que se había centrado en el análisis crítico filológico y compositivo de los documentos históricos con El novedoso relato histórico se la voluntad de establecer su autenticidad, sus interpolaciones y su cronología exacta. enfrentaba a aquellos otros relatos Buena prueba del divorcio existente hasta sobre el pasado por su voluntad de entonces entre ambas tradiciones es el epibúsqueda de la "verdad" de los sodio protagonizado por el padre Daniel, historiógrafo oficial del rey Luis XIV, a acontecimientos humanos pretéritos quien se le había encomendado escribir en el propio orden humano, apelando una historia del ejército francés a principios del siglo XVIII. Fue introducido en la a pruebas y testigos directos o biblioteca real para mostrarle miles de indirectos comprobados y cotejados, volúmenes que podrían serle útiles en su sin tomar en consideración la tarea y, tras consultar algunos de ellos durante una hora, declaró con suficiencia: posibilidad de una intervención "todos esos libros eran papelería inútil que sobrenatural o divina no necesitaba para escribir su historia". el principio crítico-racionalista de inmanencia causal en la explicación de los fenómenos descritos y narrados. La tradición historiográfica así constituida sobre la tríada del "relato-verdad-prueba" se convirtió en un componente esencial de la cultura clásica greco-romana que cumplía una triple función cívica y formativa: era una fuente de instrucción moral, servía de entretenimiento intelectual y, sobre todo, contribuía a la educación de los gobernantes por su calidad de magistra vitae y espejo de lecciones políticas, militares y constitucionales. A pesar de que la omnipresencia de la religión durante los siglos de la Edad Media supuso un relativo retroceso (que no desaparición) del cultivo de la historia secular e inmanentista, la época del Renacimiento vio restablecer la tradición historiográfica clásica con nuevos bríos. De hecho, la historiografía renacentista fue beneficiaria de un nuevo sentido de la perspectiva histórica que concedía la debida atención a las circunstancias de espacio y tiempo gracias a la labor de la erudición crítica textual y documental. La cristalización de esa nueva perspectiva fue resultado del estudio de los textos de autores clásicos redescubiertos y de la solución dada a los problemas planteados por su interpretación y traducción del griego y latín a lenguas vernáculas. El humanista italiano Petrarca fue quizá el primero en transitar la vía de la crítica histórica erudita al denunciar como fraudulento el pretendido pergamino de Cayo Julio César en el que se cedía a la familia Habsburgo la jurisdicción y soberanía sobre los territorios de Austria: "¿Quién no aprecia cuán falso y ridículo es que Julio César se llame a sí mismo Augusto? Creí que todos los escolares sabían que ese título sólo comenzó a ser utilizado por su sucesor (Octavio Augusto)". Sobre la base de los avances de la erudición crítica textual en la época moderna, y al compás del movi20
LOS PRINCIPIOS AXIOMÁTICOS DE LA CIENCIA DE LA HISTORIA La fusión de ambas tradiciones lograda por la escuela histórica germánica y muy pronto asumida por las restantes escuelas históricas de Europa supuso la configuración de una nueva historiografía científica cuya práctica respetaba tres principios gnoseológicos axiomáticos inexcusables que se consideran definitorios de la disciplina histórica todavía en la actualidad. De hecho, la ausencia o contradicción de algunos de estos principios básicos sirve todavía hoy como criterio de discriminación entre la historia científica y los relatos sobre el pasado de naturaleza mítica, religiosa o novelesca. El primero de tales axiomas es un principio semántico de naturaleza crítica y pragmática. A tenor del mismo, el contenido del relato y narración histórica debe estar apoyado y soportado sobre pruebas y evidencias materiales que sean verificables, cotejables y comprobables empíricamente por diversos investigadores. Por tanto, toda obra histórica, con independencia de su estructura narrativa, debe articularse a partir de fuentes de información, que son reliquias y testimonios del pasado, finitas y fragmentarias pero disponibles en
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siquiera como posibilidad última la intervención de factores exógenos inefables o insondables. El tercer y último de los axiomas constitutivos de la ciencia histórica es el llamado principio de significación temporal irreversible. En otras palabras, la investigación y la narración histórica tiene que respetar la llamada "flecha del tiempo": la naturaleza direccional y acumulativa del paso del tiempo en sentido necesario de pasado fijo a futuro abierto y sin bucles, círculos o regresiones azarosas. Esta novedosa concepción temporal, surgida de la revolución científica y tecnológica del siglo XVII y expandida al compás de la Ilustración en el XVIII, implica la negación y superación de otras concepciones sobre el fluir del tiempo dominantes en la historia hasta entonces. Por ejemplo, la concepción estática del Presente Eterno que suponía la inmutabilidad y eternidad de las condiciones de existencia social y natural. O la concepción cíclica del Eterno Retorno, derivada del curso de los ritmos orgánicos naturales siempre recurrentes (sucesión del día y la noche o de las estaciones, regularidad de salida y puesta del sol, etc.). El principio de significación temporal convierte a la cronología (la medida humana del paso del tiempo astronómico) en un vector y factor No puede haber conocimiento de evolución histórica irreversible e impone histórico de hechos y procesos la exclusión de cualquier anacronismo pretéritos de los que no se conserven (incompatibilidad de momentos temporales diferentes) o ucronía (ausencia de coordehuellas en la actualidad: Quod non nadas temporales) en las interpretaciones y est in actis non est in mundo narraciones elaboradas por la historia científica. El segundo axioma que regula la moderna práctica histórica científica es el llamado principio determinista LA PRACTICIDAD DE genético (o de negación de la magia y exclusión de la LA CIENCIA DE LA HISTORIA generación espontánea). En virtud del mismo, se postu- En definitiva, la concepción del pasado que ofrece la la que cualquier acontecimiento humano surge, brota o investigación histórica en forma narrativa es de naturaemerge necesariamente a partir de condiciones previas leza radicalmente diversa a los relatos míticos y las fichomogéneas y según un proceso de desarrollo interno, ciones noveladas. Pretende ser verdadera y no arbitraria inmanente, endógeno y secular. Por tanto, resulta o caprichosa; verificable materialmente y no incomproimprescindible en la labor de interpretación y explica- bable; causalista e inmanente y no fruto del azar o de ción histórica suponer que hay una concatenación inter- fuerzas inefables e insondables; racionalista y no ajena na del proceso evolutivo de las sociedades humanas y a toda lógica; crítica y no dogmática. Si bien la historia buscar las causas y razones del mismo en ese orden científica no puede "pre-decir" acontecimientos (en humano y en su misma escala. El corolario de este cie- todo caso, cuando tiene pruebas, "post-dice") ni prorre del campo de inmanencia determinista es igualmen- porcionar ejemplos de conducta infalibles, sí permite te necesario: descartar la intervención de causas, facto- realizar tareas culturales inexcusables para la humanires o motivos exógenos en el devenir del curso de los dad civilizada y desarrollada: contribuye a la explicación procesos humanos, como pudieran ser la Divina de la génesis, estructura y evolución de las sociedades Providencia, la influencia de las conjunciones astrales, presentes y pretéritas; proporciona un sentido crítico de la voluntad de seres extraterrestres anónimos e innomi- las identidades operativas de los individuos y grupos nados, o el mero azar absoluto y caprichoso. En conse- humanos; y promueve la comprensión de las tradiciones cuencia, el relato histórico científico tiene que limitarse y legados culturales que conforman las sociedades a establecer vinculaciones y conexiones genéticas (de actuales. Y al lado de esta practicidad positiva desempeña carácter causal, aleatorio o probabilístico) entre los acontecimientos y procesos dentro del propio ámbito una labor crítica fundamental respecto a otras formas material de la historia humana y no puede albergar ni de conocimiento humano: impide que se hable sobre el nuestro tiempo y susceptibles de estudio, observación y análisis: documentos escritos, restos arqueológicos, monedas e instrumentos materiales, monumentos y ceremonias, cuadros o fotografías, etc. Sobre la base material y primaria de estas reliquias y testimonios del pasado, el historiador, gracias a un procedimiento hermenéutico, a un método de inferencia lógica e interpretativa, construye su relato sobre el pasado histórico que trata de servir como contexto explicativo a esas reliquias y que no puede ser arbitrario ni caprichoso porque está limitado por las pruebas disponibles y su grado de coherencia con el conocimiento acumulado por otras investigaciones solventes. Las reliquias materiales son, así pues, la base finita y limitada sobre la que el historiador inicia su investigación y el criterio al que acudirá para demostrar la necesidad, veracidad y coherencia de los resultados a los que llega en su investigación y en su narración correspondiente. Por tanto, no puede haber conocimiento histórico de hechos y procesos pretéritos de los que no se conserven huellas en la actualidad: Quod non est in actis non est in mundo.
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Las ciencias históricas así configuradas ejercitan una labor esencial de pedagogía, ilustración y filtro crítico en nuestras sociedades: son componentes imprescindibles para la edificación y supervivencia de la conciencia individual racionalista, que constituye la categoría básica de nuestra tradición cultural greco-romana y hoy universal. Sin graves riesgos para la salud del cuerpo social, no es posible concebir un ciudadano que sea agente consciente y reflexivo de su papel cívico al margen de una conciencia histórica mínimamente desarrollada. Sencillamente, porque dicha conciencia le permite plantearse el senLa razón histórica impone límites tido crítico-lógico de las cuestiones de interés público, orientarse fundadamencríticos infranqueables a la credulidad te sobre ellas, asumir sus propias limiy fantasía sobre el pasado de los hombres taciones al respecto y precaverse contra y sus sociedades: constituye un antídoto las mistificaciones, hipóstasis y sustantivaciones de los fenómenos históricos. y un correctivo contra la ignorancia que Como recientemente ha recordado al libera y alimenta la imaginación respecto el historiador alemán Hinnerk interesada y mistificadora sobre el Bruhns: "La tarea de la ciencia histórica no consiste en fabricar una tradición pasado humano. que suscite la aprobación general, sino frase de sólo aparente simplicidad : "La historia debe en esclarecer los acontecimientos y estudiar sus causas. Ello implica revisar permanentemente y dar un carácter enseñarnos, en primer lugar, a leer un periódico". Precisamente, gracias a los modos operativos de la histórico a la imagen que tenemos de la historia -y no historia científica podemos discriminar el conocimiento relativizarla por razones políticas. (...) (El historiador) histórico verdadero del mítico, legendario, épico o nove- debe intervenir en la memoria colectiva para prevenir la lesco. Así, por ejemplo, gracias al principio semántico utilización política, consciente o no, de imágenes o de que exige pruebas materiales verificables para sustentar representaciones estereotipadas. En ese sentido el hisuna afirmación, sabemos y conocemos que el empera- toriador, junto con mirar al pasado, trabaja en favor del dor Napoleón Bonaparte que vivió entre 1769 y 1821 porvenir". A la vista de los síntomas ominosos que hay en el no es un ente de ficción arbitrario como Julián Sorel, el protagonista de la novela Rojo y Negro escrita por presente escenario europeo e internacional, con su peliStendhal en 1829. Y por ese mismo motivo, podemos groso renacer del hipernacionalismo más xenófobo y del afirmar que la Roma de los Césares tiene una entidad y racismo más criminal y virulento, parece tanto más valor histórico de orden contradistinto al mítico Camelot necesario afirmar en público la vigencia actual de la del rey Arturo, puesto que las múltiples reliquias pre- racionalidad histórica, su capacidad para discriminar servadas de aquélla impiden que su no-actualidad en el objetivadamente la verdad del mito histórico, y su presente se identifique con su irrealidad e inexistencia imprescindible practicidad social y ética para nuestros absoluta en el pasado. También gracias al principio tiempos y nuestras sociedades. El ejercicio de la razón histórica, por dolorosa, determinista genético sabemos que las pirámides de Egipto no fueron construidas por visitantes extraterres- imperfecta y limitada que resulte, es siempre preferible tres de inteligencia superior e inaccesible y que tampo- a su dormición y su sueño. Aunque meramente sea porco la conquista española de América fue el producto que éste, ya lo sabemos gracias al genio plástico de excelso de la Divina Providencia y su especial predilec- Goya, no sólo produce ficción y goce estético sino tamción y cariño por los Reyes Católicos. Igualmente, en bién monstruos. La vigilia racionalista de la práctica histórica implanvirtud del principio de significación temporal, podemos detectar el anacronismo, la imposibilidad absoluta en el tada académica y socialmente constituye tal vez uno de plano real, de que exista Un yanqui en la corte del rey los grandes obstáculos que se oponen a nuevas reediArturo, como rezaba la novela homónima de Mark Twain ciones de monstruos bien conocidos en diversas partes de 1889. O de que una película sobre las hazañas de del mundo y bajo distintas banderas (sean éstas nacioAtila, rey de los hunos, en el siglo V, tenga como mar- nales, étnicas, lingüísticas, religiosas...). Y por eso cos ambientales arquitecturas románicas (sólo existen- mismo no debe permitirse su abandono y desconocites desde el siglo XI) y vestuario renacentista (del siglo miento en el seno de la sociedad sin la debida resistencia argumentada y eficaz. é XV y XVI). pasado sin tener en cuenta los resultados de la investigación empírica, so pena de hacer pura metafísica pseudohistórica o formulaciones arbitrarias e indemostrables. La razón histórica impone así límites críticos infranqueables a la credulidad y fantasía sobre el pasado de los hombres y sus sociedades: constituye un antídoto y un correctivo contra la ignorancia que libera y alimenta la imaginación interesada y mistificadora sobre el pasado humano. Esa utilidad funcional crítico-formativa ha sido muy bien recogida por Pierre Vilar en una
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