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de la famosa crisis de los rehenes estadounidenses en Teherán?, en noviembre de 1979; pero yerra en lo que se refiere al contexto ovni apuntado en el primer párrafo de estas líneas. Personalmente, viví en aquellos años el nacimiento de mi interés adolescente por el presunto misterio de los objetos volantes no identificados y creo que era imprescindible, en un libro como éste, pararse, echar una mirada atrás y recordar al lector de 2001 cómo hace veinte años los ovnis aparecían en los telediarios y en la prensa seria, que había debates televisivos que no tenían nada que ver con los actuales desfiles de monstruos, el dinero que movía la edición de libros sobre platillos volantes... Por eso, mi duda es si quien no vivió aquellos años podrá hacerse una idea real de la trascendencia que se dio en 1979 al caso del avión de la TAE, y de cómo todo parecía estar preparado en la sociedad española para que un suceso así recibiera la máxima atención posible hubo hasta una interpelación parlamentaria de Enrique Múgica, el hoy Defensor del Pueblo y cayera en manos de los explotadores de misterios. Precisamente, el tercer fallo de la obra de Fernández Peris es que muestra una condescendencia inexplicable hacia quienes llevan años engañando a la opinión pública española respecto al caso Manises. El autor, en el intento de presentar su trabajo de una manera rigurosa, elude la denuncia abierta de la actitud de los charlatanes y deja que se vayan de rositas, cuando tiene datos más que suficientes para demostrar que la mayor parte de lo que se ha dicho en libros y revistas especializadas son mentiras interesadas. Pero estos tres errores, aunque a mi juicio importantes, no deben ocultar el bosque: una investigación rigurosa de obligada lectura para todo aquél interesado en este episodio de la ufología española. Y sólo en este caso, porque el autor no va más allá, no reflexiona sobre el fenómeno ovni en sí. "Como punto y final decir que ellos [se refiere a los extraterrestres] no estuvieron implicados en el caso Manises, pero ¿quién sabe si en otros incidentes...?", escribe Fernández Peris casi al final de la obra, en lo que parece un intento de justificación de esa línea del medio que dice no casarse con la ufología popular ni con el escepticismo científico; pero lo cierto es que sigue buscando su santo grial.
¿TENÍAN OMBLIGO ADÁN Y EVA?
MARTIN GARDNER Editorial Debate. 1ª edición, 2001
LA FALSEDAD DE LA PSEUDOCIENCIA AL DESCUBIERTO
Luis Alfonso Gámez
ARCHIVO
La portada de la edición castellana de esta nueva obra de Martin Gardner se ilustra con la imagen de Adán y Eva, tomada de un cuadro de Durero. Sobre sus figuras aparece la inevitable ramita que cae, de una forma casi mágica, sobre el lugar adecuado para ocultarnos sus genitales, como en muchos otros cuadros de esa y otras épocas, en los que son retratados los mismos personajes. Si la Iglesia hubiera sido más inteligente y no se hubiera dejado arrastrar por su habitual mojigatería sexual, habría colocado esa ramita sobre los ombligos. Todo el mundo puede intuir sin mucho problema que bajo la ramita de Adán se esconde un pene, y bajo la de Eva una vagina. Cualquier otra opción sería demasiado perversa y retorcida, incluso para la iglesia cristiana. ¿Porqué ocultarlos entonces? Sin embargo, si esas ramitas estuvieran sobre el lugar que ocupa habitualmente el ombligo, cabría preguntarse como reza el libro: ¿Tenían ombligo Adán y Eva? ¿Dios los creó con el vientre perfecto para que solo sus descendientes, nacidos ya de un humano, portaran esa redonda cicatriz del parto? ¿O ya los creó con ombligo, simulando un pasado biológico que no existía para esos nuevos seres? Y puestos a ello ¿Tenían anillos de crecimiento los árboles del Paraiso? Afortunadamente para los pintores y artistas de la época los árboles no lucen obscenamente en su exterior los anillos de crecimiento, como por el contrario hacen Adán y Eva con sus ombligos. Podían dejar esa pregunta al criterio de teólogos ociosos y filósofos de lo liviano. Las anteriores reflexiones pueden resultar más o menos entretenidas, o pasar por un ejercicio de lógica, pero dudo que exista un solo científico serio, ni siquiera un solo cristiano actual, no fundamentalista, que no piense que esta pregunta es absurda, una tontería. Y de hecho lo es. Pero para la iglesia del XIX y principios de XX no lo fue. Y
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EL SILLÓN ESCÉPTICO
para el actual movimiento creacionista tampoco lo es. Es más que una pregunta retórica o divertida. Es una pregunta muy seria que los hace plantearse temas muy profundos acerca de lo que tenía Dios en la cabeza cuando creo el mundo. Por que para ellos, Adán y Eva existieron realmente hace poco más de 6000 años, y no tuvieron padres, si no que fueron creados directamente por Dios. Entonces la pregunta estúpida pasa a ser una cuestión, aparentemente seria. Y ese es el tema del libro, o mejor debería de decir, su tesis. No el ombligo de Adán y Eva, la pregunta, el hecho de preguntar. La función de la ciencia y la filosofía es generar no solo respuestas, si no preguntas. El libro de Gardner demuestra que las preguntas que generan las pseudociencias acaban por resultar absurdas, ridículas. Las que genera la ciencia son importantes. Grandes. Parafraseando de forma tosca la Biblia... por sus preguntas les conocereis. Pese a ser una compilación de sus propios artículos para el Skeptical Inquirer, hay un plan general, una evolución sutil a lo largo de todo el libro que nos va conduciendo hacia la mencionada reflexión, presente en toda la obra. En este aspecto es quizá el libro de compilación más redondo de Gardner. Y a ello no solo contribuye su estructura. Sin abandonar su estilo didáctico, irónico y ágil, Gardner es mucho más sincero e íntimo en estos artículos. Y más arriesgado. Ya no sólo se dedica a destapar absurdos y falsas teorías. En varios de los artículos confronta las preguntas y teorías que generan las pseudociencias, el creacionismo y otros delirios intelectuales con sus propias creencias, ya no sólo las basadas en hechos contrastados, si no también con su teismo filosófico. El libro está dividido en nueve apartados (evolución, astronomía, física, medicina, psicología, ciencias sociales, ufología, ciencia marginal y religión) entre los que se reparten 27 excelentes artículos sobre pseudociencia. Divertidos, bien documentados y actualizados para la edición en libro. En ellos volvemos a encontrar a viejos conocidos de Gardner, como Harold Phutoff que deja la investigación de los poderes mentales para intentar elaborar una máquina que produzca energía de la nada. Pero también trata temás de actualidad como Internet, donde se toma la licencia de usar un "emoticon" :-) , el artículo con el que Alan Sokal ridiculizó al movimiento posmoderno, o las delirantes teorías de Courtney Brown sobre extraterrestres que se meten en las mentes de los guionistas de Star Trek para ir habituando a los terrícolas a su venida... Todo tipo de pseudociencias y teorías absolutamente psicotrónicas que cruzan la frontera del absurdo para meterse de lleno en el país de lo ridículo... o de lo terrible, como el suicidio colectivo de la secta "Puerta del Cielo", o el asesinato del numerólogo Khalifa a manos de fundamentalistas. El décimo apartado (la última palabra, así se titula) es el cierre de su brillante argumentación general. Aquí ya no trata de pseudociencias ni de teorías estrambóticas, habla de las verdaderas fronteras de la ciencia. Recordemos que por estudios Martin Gardner es filósofo, y aquí se muestra como tal. Pero con el peso de toda una vida dedicada a la divulgación científica. Las viejas preguntas de la filosofía son reformuladas a la luz de los últimos descubrimientos de la ciencia. Comparando las preguntas y reflexiones suscitadas por pseudociencias o religiones fundamentalistas con estas reflexiones finales que la ciencia nos plantea vemos claro donde está, ya no la razón, si no la grandeza y la belleza de las diferentes teorías. Las cosmologías de gente como Carlos Castaneda o Brown, al lado de los honrados planteamientos de gente como Barrow, Feynmann o el propio Gardner non son más que patéticas caricaturas de lo que es, o debe ser, la filosofía. Mientras unos urgan en el vientre de Adán y Eva la sombra de un ombligo, que supuestamente encierra respuestas definitivas, otros miran directamente al centro del vientre del universo para hacer preguntas honradamente, sin conocer ni esperar la respuesta.
ARCHIVO
Portada de la edición original en inglés de este mismo libro.
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