ARP
La Alternativa Racional.
Boletín No.
24.
ARP
La alternativa Racional.
No. 24 Marzo de 1992
Entrevista con Jorge Wagensberg, director del museo de
la ciencia.
Mario Bunge: La percepción de la ciencia en Norteamérica.
Astronomía frente a Astrología.
Piltdown, los paradigmas y lo paranormal.
pag-1
La Alternativa Racional
Órgano informativo de la asociación Alternativa
Racional a las
Pseudociencias (ARP).
Depósito Legal: BI.11-1986.
Editores: Félix Ares de Blas, Jesús Martínez
Villaro
Composición: Jesús Martínez Villaro
Impresión: Imprenta Kopiak, C/Máximo Aguirre,
23 48010 BILBAO
Precio de suscripción: España y Portugal:
2000 Pta. Resto del mundo: US
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Donostia-San
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Víctor Sanz
Larrinaga, Mario Bohoslavsky, Álvaro Fernández
Fernández, Manuel Toharia.
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Félix Ares,
Javier Armentia
La Alternativa Racional mantiene intercambio de contenidos
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publicaciones escépticas de asociaciones reconocidas
por el CSICOP. Fuera
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de los artículos firmados, que pertenecen a la exclusiva
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de los autores.
Socios de Honor: Gustavo Bueno, Mario Bunge, Paul Kurtz
Número 24. Año VII. Marzo 1992
Editorial.............................................
2
Piltdown, los paradigmas y lo paranormal..............
4
Jorge Wagensberg, director del Museo de la Ciencia....
5
Un día de psicofonía..................................
13
La astrologoadicción..................................
14
El Carbono 14 y la Sábana Santa, ¿vencedor
o vencido?. 16
La percepción popular de la ciencia en norteamérica...
20
En torno al artículo: Homeopatía último
balance....... 28
La astronomía frente a la astrología..................
29
Libros................................................
41
pag-2
Asociaciones de consumidores: ¿Amigos o enemigos?
Siempre había pensado que las asociaciones de consumidores
eran nuestros
aliados. Al fin de cuentas pretenden hacer exhaustivos análisis
de los
productos que hay en el mercado y exigir una calidad adecuada
y un
etiquetado que diga la verdad. He visto que denunciaban
a ciertas
hamburguesas por tener demasiadas grasas saturadas y a determinadas
medicinas por representar peligros para la salud.
Últimamente me he visto desagradablemente sorprendido
al ver que en
Bélgica un grupo de consumidores está presionando
sobre la Seguridad
Social para que reembolse los gastos por medicinas "naturales"
incluyendo
la homeopatía.
Y ya más cerca, en nuestro país, por dos
veces he visto cómo la revista
OCU Compra Maestra recomendaba la homeopatía y otras
medicinas paralelas.
Por ejemplo, como botón de muestra, reproduzco lo
que se dice el artículo
El estrés y los tranquilizantes, aparecido en dicha
revista en nº 139,
correspondiente a marzo de 1992 en las páginas 35
a 38:
La Homeopatía
En este tipo de medicina, más que en ninguna otra,
el remedio es algo
personalizado, es decir, adoptado a la personalidad fisiológica
y
psíquica del paciente. Por ejemplo, si el homeópata
constata, tras un
interrogatorio del paciente, que habitualmente éste
reacciona ante el
estrés mediante la huida, prescribirá un determinado
remedio. Si, por el
contrario, constata que reacciona por inercia, prescribirá
otro
diferente.
Un tratamiento homeopático ofrece resultados imprevisibles:
unas veces
son espectaculares y muy rápidos (en el caso de que
el tratamiento sea
adecuado), otras totalmente inexistente (si no lo es).
Ni una palabra de mención a que la homeopatía
está, cuando menos
cuestionada. Ni la más mínima concesión
a la duda. Más bien todo lo
contrario; para el lector superficial ha dicho que funciona:
ofrece
resultados espectaculares y muy rápidos si el tratamiento
es el adecuado.
Para el lector atento es inútil decirle que tal
como está enunciado es
totalmente infalsable: a veces funciona -si acierta-, a
veces no -si se
equivoca-. Si tenemos en cuenta que el tratamiento homeopático
la mayor
parte de las veces se aplica a aquel tipo de enfermedades
en las que
también funciona el efecto placebo, es decir aquel
tipo de dolencias que
se curan por si solas, la conclusión es evidente:
cara, gano yo; cruz tú
pierdes. Si el enfermo se cura es que el médico acertó,
sino se cura es
que se equivocó. Nunca se cuestiona la homeopatía.
pag-3
Ya estaban informados
Hay otras dos cosas que me preocupan, la primera es que
en un artículo
anterior, en el que también recomendaban la homeopatía
para curar las
almorranas, les mandé una nota diciendo que me sorprendía
que una revista
de defensa del consumidor no advirtiera a sus lectores que
la "medicina"
homeopática estaba puesta en tela de juicio por muchos
investigadores.
Por supuesto que les ofrecía la colaboración
gratuita de los
especialistas de ARP para lo que quisieran. No sólo
no me contestaron, ni
publicaron mi carta, sino que unos números después
vuelven a la carga.
Agua por cualquier otro nombre.
La segunda cuestión que me preocupa es la de la
fiabilidad de los
análisis de dichas revistas, pues lo miremos, como
lo miremos, las
medicinas homeopáticas no dejan de ser agua. Sin
embargo su etiquetado es
confuso: Opium 16 CH, Raphanus 5 CH, etc.
¿No son las organizaciones de consumidores los paladines
de la lucha
contra el falso etiquetado?
¿Amigos o enemigos?
Al final me entrado la duda. No se si las organizaciones
de consumidores
son o no compañeros de nuestro viaje.
Una carta para que la OCU reflexione.
En el nº 195 de la revista Afis, hay una carta del
Dr. en medicina Iulius
Rosner de la cual extraigo un párrafo con la intención
de que llegue a
los redactores de OCU Compra Maestra:
...La renuncia a las extraordinarias técnicas modernas
[como hace la
homeopatía] algunas veces lleva al drama: el último
que yo he vívido es
el de una mujer de 46 años a la que la diagnostiqué
demasiado tarde para
ella por desgracia, un tumor pulmonar que se estaba infiltrando
en la
pleura. Ella se había hecho tratar durante 8 meses
de dolores torácicos y
fatiga por un médico homeópata que le ha negado
cualquier examen
paraclínico: ¡el ha tratado el "terreno"!
Esta desgraciada ha pagado con
su vida su cariño ciego a una medicina sin efectos
secundarios.
No niego que la homeopatía pueda tener, como la
medicina racional, éxitos
brillantes en las enfermedades de curación espontánea,
pero desde el
momento que un enfermo tiene una afección susceptible
de amenazar su vida
la ciencia le ofrece a menudo una posibilidad de curarse.
La homeopatía
le quita esta posibilidad; ¡ el efecto iatrógeno
de la homeopatía es la
pérdida de posibilidades!
Lamento que los artículos de 0CU-Compra Maestra
hayan omitido este
aspecto esencial.
Gracias a los amigos que nos han proporcionado datos y
críticas.
Antes de acabar quiero dar las gracias a Manuel Borraz
Aymerich y a
Emilio Quilez Royo dar los datos y sugerencias que nos han
enviado.
Lamentablemente, cuando nos llegaron las cartas este número
de LAR ya
estaba casi terminado, así que no tenemos espacio
para incluir sus
aportaciones. Procuraremos hacerlo en el próximo
número. Muchas gracias a
ambos.
Ritos Mistéricos
En su comentario de libros, M. Quintana, habla de la Nueva
Era y de los
ritos mistéricos. Algunos de nosotros estamos muy
interesados en conocer
algo más sobre los citados ritos. Parece ser que
un buen resumen es el
trabajo de Ángel Álvarez Miranda titulado
Las religiones mistéricas,
publicado por la Revista de Occidente en 1961. Si algún
lector pudiera
enviarnos fotocopia del mismo le quedaríamos muy
agradecidos.
pag-4
Piltdown, los paradigmas y lo paranormal
El caso del hombre de Piltdown proporciona un excelente
modelo de cómo se
comporto la ciencia ante aquellos planteamientos que pretenden
derribar
los paradigmas existentes.
Kenneth L. Feder.
Kenneth L. Feder pertenece, al Departamento de Antropología
de la
Universidad Central del Estado de Connecticut, de New Britain,
Connecticut 060050. El presente artículo proviene
de The Skeptical
Inquirer, Vol.14, No.4/Summer 1990.
La pseudociencia es una empresa polimorfa; la amplitud
de las
pretensiones pseudocientíficas es inmensa. El mundo
sería muy diferente
de lo que la ciencia ortodoxa supone si se concediera validez
a las
aserciones de los psíquicos, astrólogos, clarividentes,
terapeutas
ultramundanos, ufólogos, entusiastas de los astronautas
de la antigüedad,
zahoríes, creacionistas, piramidólogos, adivinos
con bola de cristal,
curanderos por la fe, y demás partidarios de las
miríadas de creencias en
lo paranormal, lo oculto y lo sobrenatural.
Las pretensiones formuladas por los proponentes de estos
diversos
fenómenos o perspectivas son algo más que
simplemente extremas. Estas
desafían fundamentalmente en mayor o menor grado
los paradigmas
existentes -la forma en que percibimos el mundo a nuestro
alrededor,
algunos aspectos específicos del universo o la realidad-.
En el marco del
discurso científico, sin embargo, no puede decirse
que las pretensiones
formuladas por los parapsicólogos y los ocultistas
sean imposibles
simplemente porque suenen a improbable o porque su aceptación
pudiera
alterar la forma en que vemos la realidad. Ciertamente los
científicos
aludidos necesitan acceder a cada caso por separado. Las
páginas de esta
revista han presenciado muchos intentos afortunados de mostrar
específicamente por qué algunas de esas afirmaciones
eran
pseudocientíficas.
Sin embargo, como ha señalado Al Seckel (1989),
refutar o desenmascarar
pretensiones individuales, sí bien es importante
simplemente es
insuficiente. Siempre habrá más pretensiones.
Refutar el mito del
Triángulo de las Bermudas, por ejemplo no conduce
necesariamente al
reconocimiento de la pseudociencia en la ufología
o en los astronautas de
la antigüedad.
Quizá sea justamente así de importante para
aquellos de nosotros quienes
estamos vinculados a la indagación escéptica,
porque nos muestra cómo
funciona la ciencia y cómo maneja las afirmaciones
o pretensiones nuevas,
revolucionarias, paranormales o de otro tipo. Necesitamos
preguntarnos:
¿En qué bases se sostienen o caen nuestros
paradigmas científicos? De
esta manera podemos mostrar que los científicos manejan
las afirmaciones
hechas en pseudociencia de una forma idéntica a como
lo hacen con otras
afirmaciones que desafían nuestra actual comprensión
del universo.
En este tema, la historia reciente de la teoría
evolutiva del hombre
proporciona un modelo excelente sobre cómo actúa
la ciencia con las
afirmaciones que pretenden derribar nuestros actuales paradigmas.
Lo
expondré con la esperanza de que otros puedan encontrarlo
útil en sus
discusiones sobre la naturaleza del razonamiento científico,
especialmente cuando los científicos se enfrentan
a componentes
emocionales ante visiones concretas, al pensamiento anhelante
o al engaño
descarado.
¿Monos erectos o humanos cuadrúpedos?
Tras la publicación de El Origen de las Especies
de Darwin en 1859,
muchos pensadores aplicaron la idea de la selección
natural a especies
que Darwin no mencionó en su trabajo; aplicaron sus
teorías en los seres
humanos. Con una pequeñísima evidencia fósil
para empezar, construyeron
un escenario plausible.
Los taxonomistas biológicos desde siempre han reconocido
la similitud
física entre los humanos y otros primates, en particular
los monos. Lo
que diferencia profundamente a los humanos de otros primates
es su
inteligencia, hecha posible por un grande y muy complejo
cerebro. El
cerebro humano era el aspecto de nuestra especie que parecía
ser el más
diferente -el más altamente evolucionado- cuando
se
pag-5
comparó con algunas hipotéticas especies
ancestrales comunes para
nosotros y los monos. Nuestra inteligencia, se dijo, tiene
por tanto que
haber empezado a evolucionar antes que otros rasgos exclusivos.
Así, se
esperaba que los fósiles ancestrales de nuestra especie
mostraran primero
el desarrollo de un cerebro similar al humano, con un cuerpo
simiesco más
atrasado evolutivamente. Tal como señala el escritor
Charles Blinderman,
tales investigadores como el anatomista inglés Grafton
Elliot Smith
fueron bastante explícitos prediciendo el descubrimiento
de ancestros
humanos con grandes cerebros y cuerpos primitivos (1986:36).
Posteriormente, Smith fue así de lejos cuando caracterizó
al hombre
primitivo como "meramente un mono con un cerebro sobredimensionado"
(1927:105-106). El paradigma de evolución basada
en el cerebro se acomodó
a la sensibilidad de finales del siglo diecinueve y comienzos
del veinte:
si fuéramos ciertamente primos del mono al menos
habrían sido nuestros
cerebros lo primero que nos distinguiera de nuestros ancestros
comunes.
Sin embargo, el registro fósil no se acomodaba a
este escenario. Tanto el
hallazgo de Neandertal en la segunda mitad del siglo diecinueve
como el
descubrimiento del Hombre de Java en 1891 muestran un ancestro
fósil
virtualmente moderno respecto al de cuello inclinado y demasiado
primitivo respecto al de cuello erguido -contrariamente
a lo esperado-.
Innecesario decir que ello causó cierta confusión
entre los
investigadores. Algunos intentaron al principio remediar
de algún modo
estos datos inconvenientes y durante un tiempo las reconstrucciones
de
Neandertal tendieron a representar lo más simiesco.
Sin embargo, tal como
mostró la evidencia, estando algunos tan comprometidos
con el paradigma
de la evolución centrada en el cerebro, muchos adoptaron
un modelo en el
cual la postura erecta era significativamente anterior al
desarrollo del
cerebro humano moderno. No les hizo gracia pero tenían
muy poco a elegir;
era la evidencia la que marcaba la pauta. La idea de que
los humanos
comenzaron su historia evolutiva como un simio erecto en
vez de un hombre
cuadrúpedo comenzó a alcanzar popularidad
a finales del siglo diecinueve
y comienzos del veinte, al tiempo que cada vez más
fósiles parecían
confirmar esta perspectiva.
Este era el estado de las cosas cuando la publicación
británica Nature,
dio cuenta el 5 de diciembre de 1912 del hallazgo de un
importante fósil
humano en Sussex, en un lugar llamado Piltdown, al sur de
Inglaterra.
(Ver Weiner 1955, Millar 1972 y Blindreman 1986 para un
relato detallado
de la historia de Piltdown; ver también Feder 1990)
El descubrimiento
consistía en un cráneo y una mandíbula
inferior que parecía confirmar, si
no la prevalencia, al menos la realidad del paradigma original;
el cráneo
en sí era indistinguible respecto el de los humanos
modernos pero la
mandíbula era bastante primitiva y semejante a la
de un mono (fig. 1).
Por su datación este fósil parecía
pertenecer a un periodo geológico
anterior al que se adscribía el Neandertal, tan antiguo
al menos como el
Hombre de Java.
Figura 1. Reconstrucción del cráneo de Piltdown.
Las áreas punteadas
representan los fragmentos fósiles recuperados de
hecho. El cráneo es
grande, con un perfil y una frente pronunciada, como el
del moderno Homo
Sapiens. La mandíbula, en cambio, es muy similar
a la del mono, sin
mentón y con una configuración que exige un
prognatismo facial (1)
semejante al del mono.
Muchos investigadores, algunos muy célebres, se
aprovecharon sin vacilar
del descubrimiento de Piltdown. Dijeron que el hombre de
Piltdown -que
fue denominado Eoanthropus dawsoni, u Hombre Dawn de Dawson
en honor de
su descubridor, Charles Dawson- era el verdadero ancestro
humano. Los
especímenes de Java y Neandertal, con sus cerebros
más primitivos se
consideraron, por tanto, ramas extinguidas de la principal
línea
evolutiva humana, en cuya base se colocó al Eoanthropus
(ver fig. 2). De este modo, al menos para algunos, parecía
restaurarse el
paradigma más
pag-6
viejo y preferido; en la evolución del hombre fue
el cerebro, en
definitiva, lo que primero evolucionó hasta su forma
actual, y, según se
desprendía de la mandíbula inferior encontrada,
con en cuerpo en un
momento evolutivo posterior.
Claramente, el Eoanthropus habría desbancado el
paradigma existente, tan
correctamente arropado por la evidencia fósil acumulada
durante más de 50
años, pero sólo si la investigación
posterior hubiese proporcionado un
soporte adicional a la noción de la evolución
centrada en el cerebro en
la temprana evolución humana. Unos pocos datos enigmáticos,
por
concluyentes que parezcan, no pueden hacer que abandonemos
nuestra bien
consolidada visión de la evolución del hombre,
o -diría más- de la
cosmogénesis o la percepción humana.
Los años que siguieron al descubrimiento de Dawson
fueron de intensa
búsqueda de evidencias adicionales en forma de fósiles
similares al
Eoanthropus. Las famosas excavaciones en la cueva china
de Zhoukoudian,
en las que fueron descubiertos unos 40 individuos del tipo
"Hombre de
Pekín", fueron al menos en parte un intento
de validar el descubrimiento
de Piltdown (Shapiro 974). El anatomista Davidson Black,
del Peking Union
Medical College, que dirigió las excavaciones durante
un tiempo,
aparentemente fue inspirado a cavar en Zhoukoudian por una
visita que
realizó al laboratorio de Grafton Elliot Smith, un
conocido entusiasta
del Eoanthropus. El sacerdote jesuita y paleontólogo
Theilard de Chardin,
que excavó en Piltdown tras el descubrimiento inicial,
también trabajó en
Zhoukoudian. De ese modo, cuando comenzaron las excavaciones
allá por
1920, lo que buscaban era el equivalente chino para el Hombre
de
Piltdown. Por el contrario, lo que encontraron allí
fueron cuerpos de
aspecto humano y cerebros de tan sólo dos tercios
el tamaño medio del
moderno cerebro humano.
Figura 2. Sin el Eoantropus (Hombre de Piltdown), algunos
situaron al
Pithecanthropus (Hombre de Java) y al Neandertal en una
secuencia
evolutiva conduciendo directamente a la moderna humanidad
(izquierda).
Con el Eoanthropus, muchos vieron al pithecanthropus y al
Neandertal como
ramas evolutivas sin continuidad (derecha). En esta visión,
tan sólo el
Eoanthropus directamente ancestro de los modernos seres
humanos.
pag-7
Curiosamente, con semejante cantidad de intentos de continuar
la
evidencia, solamente un investigador fue capaz de encontrar
fósiles
similares al de Piltwdown y, por otro lado, apoyaron su
interpretación.
Ese investigador fue Charles Dawson, el descubridor del
original. Ello
constituía un flaco favor de cara a la validación
del descubrimiento
original. Tan sólo planteaba nuevas cuestiones al
mismo tiempo que su
aparentemente increíble buena suerte hacía
levantar las cejas.
Según continuaba la búsqueda de cualquier
cosa vagamente parecida al
Eoanthropus, continuaban acumulándose los datos que
apoyaban el paradigma
vigente. Se hicieron más descubrimientos de Neandertal
y se encontraron
más fósiles parecidos al hombre de Java y
al hombre de Pekín (llamado
ahora Homo Erectus). Ya en 1920 e incluso antes se descubrieron
en África
más especies de homínidos, si cabe aún
más primitivas y dotadas de un
cerebro más pequeño. El llamado Australophitecus
proporcionaba mayor
refuerzo y ulterior validación al paradigma vigente;
se pensaba entonces
que estos ancestros fósiles humanos más antiguos
tenían un millón de años
y ahora se sabe que hay variedades que datan de hace más
de 3,5 millones
de años, todas ellas con un cerebro muy pequeño
que un tercio de la media
de los humanos modernos, pero con una posición completamente
vertical.
Incluso los miembros más primitivos del género
son completamente
similares a los modernos humanos desde el punto de vista
de la
inclinación de su cuello.
Después de la tercera década del siglo veinte,
el Eoanthropus pasó de ser
una tema básico para los estudiosos de la historia
evolutiva humana, a
ser una nota precautoria a pie de página en los textos
sobre evolución,
llegando a convertirse en un dato fragmentario inexplicado,
enigmático,
anómalo y contradictorio. Así permaneció
el caso hasta que un nuevo
reexamen del fósil de Piltdown, realizado a finales
de 1940 y principios
de 1950, mostró que el cráneo aparentemente
moderno y la mandíbula
similar a la del mono eran de épocas completamente
diferentes, no siendo
ninguno de los dos particularmente antiguo, y que el aspecto
simiesco de
la mandíbula inferior tenía una explicación
muy sencilla; era, de hecho,
la mandíbula de un mono moderno que había
sido hábilmente amañada para
que pareciese encajar con el cráneo. El hombre de
Piltdown no podría ya
subvertir ningún paradigma. Era un fraude.
El significado de Piltdown
Para muchos la historia de Piltdown constituye una mancha
negra en la
historia de la ciencia. En realidad esta historia muestra
lo bien que la
ciencia eventualmente separa los fraudes, los errores y
los razonamientos
pasionales. Muestra de forma clara la forma en que reacciona
y lo que
debe hacerse cuando los paradigmas actuales bien fundamentados
son
desafiados por nuevos datos.
Mientras aparentemente prestaba apoyo a una historia deseada
sobre cómo
había tenido lugar la evolución humana, Piltdown
contradecía las nociones
de la evolución basadas en un cuerpo de datos sustancial.
No obstante
hubiera podido ser un descubrimiento válido, pudiendo
asimismo desbancar
los aparentemente sólidos paradigmas actuales. Pero,
como otros han dicho
ya antes, las afirmaciones extremas requieren niveles de
prueba o
validación extremos.
En el caso de Piltdown, la afirmación desafiaba
meramente el actual
paradigma de la evolución humana. Era suficientemente
importante y
requería un nivel de validación extremo -aunque,
por supuesto, tal
validación jamás se dio-. Por ejemplo, en
el caso de la parapsicología,
están siendo desafiados los actuales paradigmas sobre
la psicología
humana, la neurología, la antropología, la
biología e incluso la física.
Así, como suena. Nuestros paradigmas pueden efectivamente
estar
equivocados y los parapsicólogos y otros estar en
lo cierto, aunque es
significativo que la investigación desarrollada durante
los pasados cien
años no haya dado muestras de ello para satisfacción
de muchos
científicos.
Además, la historia de Piltdown puso a prueba la
noción de que la ciencia
es inflexible y los científicos, cerrados de mollera.
Los conceptos
relativos a las trayectorias seguidas en la evolución
humana han cambiado
y siguen haciéndolo en la medida que se recogen nuevas
evidencias. Los
cambios en nuestra visión de la evolución
humana no son cíclicos o
aleatorios, sino progresivos. Aunque ciertos científicos
puedan verse
afectados por sesgos personales, por razonamientos pasionales
u otras
presiones, los datos no pueden manipularse por mucho tiempo.
En suma, los
científicos evolucionistas no querían abandonar
su visión de una
evolución centrada en el cerebro, pero lo hicieron
cuando la evidencia
señaló que la postura erecta precedió
por mucho a la expansión del
cerebro. Algunos pueden haber sido engañados por
Piltdown y haber vuelto
a la visión de la evolución humana centrada
en el
pag-8
cerebro. Sin embargo, con semejante cantidad de evidencia
apoyando la
visión de que la humanidad evolucionó, en
cierto sentido, erguiéndose del
suelo. Piltdown se convirtió en algo trivial, incluso
antes de probarse
finalmente que era un fraude.
El escepticismo paleontológico a comienzos del siglo
veinte estaba
ciertamente justificado en la búsqueda de algo más
que un simple y
aparentemente inexplicable fragmento de evidencia antes
de ponerse a
reescribir los paradigmas evolucionistas. El escepticismo
científico
entre nosotros está igualmente justificado en la
búsqueda de algo más que
lo mostrado hasta ahora. Hasta entonces, la supuesta evidencia
de
ESP (2), telequinesis, clarividencia y demás asuntos
permanecerán junto
al Eoanthropus dawsoni.
Agradecimientos
Fue presentada una versión preliminar de este artículo
al Tenth Griffiths
Memorial Lecture de la Universidad de Drexel en Philadelphia.
Quiero
expresar mi agradecimiento a mis colegas, por sus comentarios.
Mi
agradecimiento también para Michael Alan Park, del
Departamento de
Antropología de la Universidad Central del Estado
de Connecticut, por sus
sugerencias.
Referencias
Blinderman, Charles.1986. The Piltdown Inquest, Buffalo,
N.Y.: Prometheus
Books.
Feder, Kenneth L. 1990. Frauds, Myths, and Mysteries: Science
and
Pseudosciencie in Archaeology. Mountain View, Calif.: Mayfield
Publishing.
Millar, Roland. 1972. The Piltdown Man. New York: Ballantine
Books.
Seckel. Al. 1989. Rather Than Just Debunking, Encourage
People to Think.
Skeptical Inquirer, 13:300-3O4
Shapiro, Harry. 1974. Peking Man. New York: Simon and Schuster.
Smith, Grafton Elliot. 1927. Essays on the Evolution of
Man. London:
Oxford University Press.
(1) (Impulsado hacia adelante. N. del T.)
(2) (Percepción Extra-Sensorial. N. del T.)
Trad. de J. Martínez Villaro
Original: Copyright de The Skeptical Inquirer
Traducción: Copyright de LAR
El Ojo Escéptico Revista del Centro Argentino para
la Investigación y
Refutación de la Pseudociencia (CAIRP).
4 números US$20. Podéis suscribiros enviando
un cheque a nombre de
Alejandro Jorge Borjo, a la siguiente dirección:
Casilla de Correo 26,
sucursal 25,1425 Buenos Aires, República Argentina
pag-9
Jorge Wagensberg, director del museo de la ciencia.
"Hay muchos científicos que consultan el horóscopo"
Luis Alfonso Gámez
Debo confesar que hay muchos científicos que consultan
el horóscopo,
aunque algunos lo hagan para divertirse, reconoce con cierto
pesar el
director del Museo de la Ciencia de Barcelona, Jorge Wagensberg.
En
opinión de este profesor de Termodinámica
de la Universidad de Barcelona,
hechos como éste y el deseo de que sea la sociedad
la que controle la
investigación científica demuestran la necesidad
de la divulgación del
conocimiento. Wagensber mantiene que la ciencia en sí
ni es buena ni mala
y que su aplicación no depende de los científicos,
sino de la sociedad.
Confiesa que más de una vez se ha preguntado si es
lógico dedicar grandes
sumas de dinero a la investigación de otros planetas
cuando gran parte de
la
pag-10
humanidad sufre hambre; pero añade que el conocimiento
científico
"siempre ayuda en último término a eliminar
la miseria humana".
¿Qué sintió al enterarse por una encuesta
de que uno de cada tres
españoles cree en la validez científica de
la astrología?
Muchas ganas de divulgar más ciencia. La astrología
ni es ciencia ni
pretende serlo. No es objetiva ni inteligible y encima es
independiente
de la experimentación. Los datos de esta encuesta
demuestran no sólo una
falta de información científica, sino también
una falta de formación tan
terrible que hasta contamina el mundo de la ciencia. Debo
confesar que
hay muchos científicos que consultan el horóscopo;
aunque algunos lo
hagan para divertirse. Esto es algo de lo que no creo que
nos liberemos
nunca, ya que la pseudociencia es una forma de religión.
¿Qué diferencia a la ciencia de la pseudociencia?
La ciencia es el conocimiento obtenido a través
del método científico,
que se basa en tres principios: la objetividad, la inteligibilidad
y el
contraste con la experiencia. En el mundo de la ciencia,
la verdad es
siempre provisional y la mentira siempre definitiva. La
pseudociencia
prescinde del método. El pseudocientífico
peligroso es el que se hace
pasar por científico.
¿Nos visitan extraterrestres a bordo de platillos
volantes?
Los ovnis son un negocio, un engaño descarado. No
hay ni una sola prueba
científica a favor de su existencia, a pesar de que
los libros
están llenos de supuestas evidencias.
Con bastante frecuencia, las instituciones públicas
subvencionan la
organización de congresos y conferencias pseudocientíficas.
Si una institución pública financia pseudociencia,
financia un fraude.
El control de la ciencia
¿La ciencia es buena o mala?
La ciencia y los científicos no son ni buenos ni
malos. El científico no
investiga para hacer un bien ni para hacer un mal a la humanidad.
El
estímulo del hombre de ciencia es la curiosidad,
que se basa en las
preguntas que hace a la naturaleza para alcanzar el conocimiento.
El uso
del conocimiento científico es lo que puede ser beneficioso
o
perjudicial. Es erróneo pensar que el uso de la ciencia
es competencia
del científico; en realidad, compete al ciudadano.
La divulgación de la
ciencia es la herramienta de que disponemos para hacer que
el ciudadano
se implique en la aplicación de la ciencia en la
sociedad democrática
moderna.
El escándalo de la fusión fría puso
en tela de juicio la honestidad de
los científicos.
Cuando pasó esto, sentí una gran vergüenza.
Fue una excelente ilustración
de todos los vicios de la ciencia actual, que toma lo malo
de sociedades
avanzadas, como la norteamericana, y nada de lo bueno. El
escándalo de la
fusión fría tiene su origen en la competencia
feroz que existe entre los
científicos. La competencia es algo nuevo dentro
del mundo de la ciencia.
Los padres de la mecánica cuántica se escribían
cartas, intercambiaban
ideas... Ahora, cuando sólo se valora el trabajo
de uno por la cantidad
de publicaciones, el científico escoge el tema de
investigación de
acuerdo con la rentabilidad, quiere ser el primero, guarda
secretos y se
multiplican las chapuzas. Desgraciadamente, la fusión
fría es, de
momento, una gran mentira.
¿Quién controla la ciencia?
La ciencia, aunque parezca frívolo decirlo, la controlan
los científicos
de prestigio. La elección del problema que va a estudiar
supone para el
hombre de ciencia un compromiso. No hay científicos
inocentes en este
aspecto. Sólo por elegir el problema, el científico
ya está comprometido
hasta las orejas. El deber del hombre de ciencia es que
el conjunto de la
sociedad, y sobre todo los políticos, esté
en sintonía con su trabajo. En
el momento en el que un científico inicia una investigación
sobre
armamento sofisticado, por ejemplo, es cuando más
tiene que consultar con
la sociedad.
Ciencia y religión
Las autoridades religiosas suelen manifestar periódicamente
deseos de
poner trabas a la investigación científica.
pag-11
No tiene por qué haber ingerencia ni filosófica
ni práctica entre ciencia
y religión. Ambas son compatibles. Hay tres formas
de obtener
conocimiento: la ciencia se dedica a profundizar en lo simple;
el
conocimiento divino, en lo complejo o imposible; y el arte
es un estadio
intermedio entre estos dos extremos. El mundo de las creencias
carece de
método científico mientras que la ciencia
cree en la investigación
experimental. La ciencia tiene sus limitaciones; pero no
tienen que
establecerlas los estamentos religiosos, sino la sociedad.
¿Qué opinión le merecen los físicos
que buscan a la divinidad en la
mecánica cuántica?
Están haciendo uno de los mayores ridículos
de la ciencia actual. Siempre
hay analogías. Basta decir que una cosa tiene tres
aspectos para
relacionarla con la santísima Trinidad. Este tipo
de analogías son
ridículas, como lo son las de aquellos que pretenden
explicar leyes de la
naturaleza a parir de textos sagrados. Lo que sí
se puede decir es que la
Biblia está llena de incoherencias científicas;
pero eso no es un
argumento en contra de la existencia de Dios.
Carl Sagan ha escrito que vivimos en un Universo "sin
lugar para un
Creador".
No estoy de acuerdo con Sagan. Desde un punto de vista
científico, no se
puede demostrar si existe o no un creador. En cierto sentido,
la
divinidad existe tautológicamente. Hay dos formas
de creer en la
divinidad, o el hombre está hecho a imagen y semejanza
de Dios o Dios
está hecho a imagen y semejanza del hombre. Lo que
es seguro es que tanto
el Creador como el Creador Creado pueden existir, ya que
influyen en lo
existente. Uno de estos dos dioses existe.
¿La supervivencia de la humanidad pasa por la ciencia?
Si uno analiza fríamente la historia de la humanidad;
se puede decir que,
a pesar de los muchos contratiempos que ha habido en este
siglo, la
ciencia ha colaborado a la tolerancia y al progreso. El
avance
tecnológico comporta riesgos; pero también
existe una tecnología de la
seguridad. No es un problema de la ciencia que no haya seguridad
en los
petroleros; sino de la economía y la política.
La ciencia sabe hacer
petroleros que no revienten; lo que pasa es que son mucho
más caros. Casi
todos los avances científicos aportan también
la tecnología que
cubre los riesgos, pero generalmente son la economía
y la política las
que ignoran esa tecnología de la seguridad. El desequilibrio
entre riesgo
y seguridad provoca dramas como el de Chernobyl, que era
una central
nuclear de cartón.
¿Cómo pueden dedicarse grandes presupuestos
a la investigación espacial
cuando existen problemas como el hambre?
Yo también me lo pregunto. Cuando uno ve el sufrimiento
humano, la
comparación es inmediata y obvia. Lo que pasa es
que si hubiéramos
seguido siempre este impulso, posiblemente nunca habría
habido ciencia
porque es muy difícil eliminar la miseria humana.
De todos modos, el
progreso científico siempre ayuda en ultimo término
a eliminar la miseria
humana. Lo que si es verdad es que, cuando dedicamos los
excedentes de
cultura a organizar conciertos de rock o la carpa de la
ciencia, muchas
veces olvidamos a los marginados, a los ancianos, a los
que pasan hambre...
Sensacionalismo y ciencia
¿No se ha ofrecido en el caso del agujero de ozono
una información
sensacionalista que ha llegado a atemorizar a la población?
Sí; estoy convencido de que sí. No se detectó
el fenómeno hasta que
comenzaron las observaciones de la capa de ozono y, por
lo tanto, no
sabemos si ha estado ahí siempre. No creo que ese
sentimiento de miedo
sea malo, aunque no esté fundado en hechos reales.
Por lo menos, colabora
a una sensibilización que no puede tener ningún
efecto secundario,
excepto el de la preocupación. A mí, me preocupan
mucho más los vertidos
en las aguas superficiales. Todos los ríos de España
están prácticamente
muertos y nos estamos cargando el Mediterráneo. Esto
se puede evitar. Las
fábricas tienen abogados que las defienden; pero
los ríos no. Hasta
ahora, los defensores de los ríos han sido cuatro
iluminados. Nos tenemos
que acostumbrar a pagar más por los bienes, ya que
nos hemos olvidado de
incluir en el precio el costo de la protección del
medio ambiente.
Los medios de comunicación también han perdido
los papeles cuando,
hablando de investigación genética, han llegado
a comparar a los biólogos
con el doctor Frankenstein.
pag-12
Lo que sí es verdad es que estamos jugando con fuego.
Hay dos formas de
transmitir información: la cultura y la genética.
Con la ingeniería
genética se ha conseguido por primera vez que la
cultura permita acceder
a la información molecular y que los propios científicos
no quieran estar
solos en este asunto. Son los científicos los que
piden a la humanidad
normas de actuación en este campo. Ya hay monstruos.
Una oca con un
hígado gigante es un monstruo. En realidad, la ganadería
y la agricultura
están plagadas de monstruitos. Otra cosa distinta
es crear un
Frankenstein. Sí que puede ocurrir; claro que existe
un riesgo.
Imaginemos que hubiera una mutación, que alguien
se equivocara sin malas
intenciones y creara una cepa del retrovirus del sida que
se transmitiera
por vía aérea. Sería una hecatombe.
Sin embargo, también aquí el
beneficio puede ser enorme. A lo mejor, con la ingeniería
genética, se
encuentra la solución a esta enfermedad tan terrible.
Creo que es un
riesgo que merece la pena correr. Lo que hay que quitar
a la gente de la
cabeza es ese temor del científico malo que busca
dominar el mundo. Esto
sí que es de tebeo. No hay ningún científico
tan malo; esa maldad no
existe. No es una casualidad que Sadam Hussein no tenga
ciencia, ya que
para tener una comunidad científica no se puede ser
como él. El peligro
surge cuando exportamos tecnología o ciencia sin
que exista el soporte
cultural adecuado.
El hecho de que los científicos experimenten con
animales es frecuente
fuente de polémicas.
Aquí, como siempre, no hay que perder una cierta
ética. Todo depende de
la distancia que exista entre el animal y el hombre. A nadie
le preocupa
lo que pueda sufrir una bacteria. Ahora bien, un chimpancé
despierta
ciertos afectos porque lo vemos mucho más cercano
a nosotros. Ha habido
casos en los que el hombre ha hecho grandes monstruosidades.
Eso ha
provocado reacciones por parte de gente que ha invadido
los laboratorios
y ha soltado animales que, en algunos casos, estaban infectados.
El caso
del macaco Bill fue terrible y desató la polémica
en Estados Unidos. Era
un mono al que le hacían amputaciones en vivo para
ver el efecto que
tenía el hecho de amputar traumáticamente
un miembro. Al final, el pobre
macaco no tenía ni brazos ni piernas, era un amasijo
de muñones, y había
dejado de comer. Hubo una polémica entre el laboratorio,
que lo quería
acabar de matar, y una asociación popular que quería
liberarle. Durante
la discusión, el pobre mono murió de inanición.
Había decidido no comer
nunca más. En aquel caso, es evidente que el sufrimiento
era algo absurdo
porque no se anestesiaba al animal por razones de urgencia
científica.
Hay que evitar provocar estos sufrimientos atroces mediante
las
confección de estudios previos, que deben exigirse.
Claro que hay que
experimentar con animales. Lo que pasa es que el presupuesto
dedicado a
la investigación tiene que incluir una partida destinada
a minimizar el
sufrimiento de los animales.
Divulgadores científicos de la talla de Isaac Asimov
y Jacques Cousteau
coinciden en señalar que el mayor peligro al que
se enfrenta el ser
humano es la superpoblación.
Es cierto; aunque, para mí, hay otro problema anterior
a la
superpoblación, el de la distribución de la
población. Uno de cada tres
argentinos vive en Buenos Aires; uno de cada dos españoles
vive en una
gran ciudad... El problema estriba en que nos empeñamos
todos por vivir
en el mismo sitio, respirar el mismo aire y trabajar en
el mismo metro
cuadrado. Tampoco puedo comprender que las tres religiones
más
importantes del planeta tengan sus lugares sagrados en los
mismos veinte
metros cuadrados. Creo que Dios se equivocó, ya que
esa concentración de
lugares sagrados sólo provoca conflictos. El problema
de la
superpoblación va a existir; pero antes tenemos que
solucionar el
problema de la distribución espacial y de la riqueza.
pag-13
Un día de psicofonía
Fco. Solano Jiménez Iglesias
(Del grupo Apeirón de Córdoba)
Federico nos había invitado a pasar un día
de campo en su chalet. El día
de campo consistía en pasar junto a la piscina la
mayor parte de éste,
para lo cual llevábamos bocadillos para el almuerzo
y la comida fuerte la
haríamos por la noche. Al llegar, lo primero que
hicimos fue poner
música, cambiarnos de ropa y darnos un chapuzón
que duró una hora.
Más tarde, cuando nos acordamos del hambre que teníamos,
nos sentamos,
discutimos y comimos, luego preparamos café, lo tomamos
nos adormilamos
un poco; pero pronto decidimos incorporarnos y jugar a las
cartas hasta
que llegó la hora de irnos unos cuantos al centro
de la ciudad, donde
habíamos quedado en recoger a más gente.
Al volver, nos metimos todos en la piscina; pasó
el tiempo hasta que se
fue poniendo el sol. Salimos, nos secamos y nos pusimos
a jugar al 1-2-3,
juego preparado con preguntas improvisadas por Federico
y Mª Jesús,
mientras habíamos estado fuera. El juego fue divertido;
yo quedé
finalista pero ganaron Ester y Carlos Tomás.
El caso es que el día hasta aquí era de lo
más normal del mundo. Todo
cambió cuando a Federico se le ocurrió hacer
una psicofonía. Ya había
anochecido y el campo se hacía un escenario fabuloso
para tal propósito.
Cogimos el cassette y nos adentramos entre los matorrales
donde se quedó
éste grabando.
Al volver a la casa dispusimos las tareas: a mí
me tocó hacer la comida,
mientras que a los demás no les tocó hacer
nada. Así es que yo me metí en
la cocina y los otros charlaban, bebían y discutían
apaciblemente
mientras el cassette y yo hacíamos nuestro trabajo
en nuestros
respectivos sitios.
Había pasado ya casi una hora cuando nos pusimos
a comer. A mitad de la
comida se le ocurrió a Federico ir a recoger los
elementos de grabación,
que no tardó en traernos a la mesa. Puso el cassette
en marcha y lo dejó
mientras comíamos. Pasó un rato y lo único
que se oían eran nuestras
voces lejanas; hasta que en un momento determinado se oyó
una extraña
nota musical, y entremezclada con nuestras voces. Se nos
puso a todos la
piel de gallina. Agudizamos nuestros sentidos y seguimos
escuchando;
comíamos con una lentitud asombrosa. Mª Jesús
y Mercedes estaban pálidas,
aunque ya enmudecieron del todo al escuchar una voz susurrante
que nos
invitaba a salvarle de su martirio. A partir de aquí
no dejaron de
escucharse voces y ruidos; incluso el del rugido de un león,
hecho que
nos sacó de la duda de que las voces fueran una
broma pesada de alguno de nosotros. La cinta empezó
a ponernos histéricos
y suspicaces incluso con los hojas que movía el viento...
Afortunadamente no tardaron en desaparecer los ruidos psicofónicos;
a los
que sustituyó la voz de Federico a más revoluciones,
tatareando una
canción y diciendo: Se ha acabado por hoy la sesión
de psicofonía...
Por supuesto se trataba de una broma ideada por Federico,
y la verdad es
que la mayoría de los que estábamos allí
lo sabíamos; pero el caso es que
dio resultado; toda la grabación la había
realizado él en su casa el día
antes con la ayuda de un sintetizador, un magnetófono
y un disco de
efectos de sonido de terror. El truco estaba en desconectarle
el cable a
la cabeza borradora del cassette y así, cuando se
grabara algo, lo haría
encima de todos los ruidos preparados antes.
Esta historia es totalmente cierta. La he escrito porque
creo que es un
claro ejemplo de cómo se puede intervenir y modificar
sobre este tipo de
actividades. Un truco que para nosotros fue una broma puede
haber sido la
estrategia de un engañabobos de esos que tanto proliferan
hoy
en día.
En otros temas, ya sean de espíritus, como de ovnis
o de demonios no sé
qué trucos puedan utilizarse, pero de lo que sí
estoy seguro es de que
los hay.
pag-14
La astrologoadicción
Nicolás Brihuega
Entre las varias manifestaciones pseudocientíficas,
la astrología es la
que, quizás, cuenta con mayor popularidad. Basta
echar un vistazo al
panorama editorial para encontrarnos de lleno con revistas,
diarios,
semanarios económicos o políticos en los que
no falta el apartado
dedicado a los horóscopos. Se llega incluso a rivalizar
por ofrecer en
las páginas astrológicas el discurso de los
más renombrados profesionales
como si de la pluma de un Nobel se tratara. Personajes de
la vida
pública, entre los que se encuentran artistas, famosos
de la farándula y
la jet, miembros de la variopinta clase política
(todos aquellos que
pertenecen al pelotón de los snobs y los postmodernos)arrastran
una
caterva de astrólogos, futurólogos, videntes,
mágicos sanadores de todas
las patologías reales e imaginarias, en un largo
etcétera de avispados
personajes que conforman esa grotesca Corte de los Milagros
para la que
la tan cacareada postmodernidad es un vergonzoso plagio
de los cultos y
supersticiones más añejos.
Pero, ¿por qué esta eclosión de la
Astrología y doctrinas afines? Como
cualquier otra manifestación pseudocientífica,
la creencia en los
horóscopos obedece en su origen a un conjunto de
causas de doble
carácter: sociales y psicológicas a un tiempo.
Causas profundas,
derivadas en última instancia del tipo de organización
económica propio
de una sociedad como la nuestra, con una acusada división
del trabajo y
una creciente sofisticación del hecho científico.
Causas profundas, es
cierto, pero no por ello inasequibles a una análisis
mesurado y diáfano
realizado con el auxilio de una concepción racional
del mundo y sus
tensiones; un análisis más efectivo cuanto
más se soslaya toda concesión
a emocionalismos e hipótesis apresuradas que nada
explican.
El creyente en la astrología, al igual que el creyente
de cualquier
religión, obedece en su creencia a un complicado
mecanismo para el que
los anhelos insatisfechos y las frustraciones vitales juegan
un papel
prácticamente determinante. En general, a los horóscopo-adictos
les
distingue una acusada tendencia a la inestabilidad emocional,
originada,
tal vez, en experiencias religiosas fracasadas o en hondos
desengaños
experimentados a nivel de lo cotidiano. En el primer caso,
perdido el
modelo espiritual clásico por efecto de la crisis
de credibilidad de la
teología cristiana tras el embite de la ciencia positiva,
buscan un
sustituto que compense los déficits sentimentales
ocasionados por un
entorno, íntimo o externo, a todas luces conflictivo.
Huida y escapismo
de esa realidad confusa y hostil aparecen entonces como
el objetivo
prioritario, como el interiorizado consuelo frente a una
realidad
descorazonadora. Cuanto más se intuyen o se sienten
sometidos al tumulto
confuso que los rodea (y sin modelos explicativos racionales),
más se
abandonan a la fórmula caprichosa del misticismo
salvalotodo, panacéico;
de esta forma pueden cargar con el dictado incómodo
o favorable escrito
en las estrellas y eludir cualquier brizna de responsabilidad
sobre sus
propios actos. Y de paso retornar al limbo de una niñez
dejada atrás
encomendando la solución de todo conflicto a una
voluntad superior.
Es esa entidad salvifica (el padre perdido y recordado
que acogía al niño
en la casa) la que persigue en la forma de una agente extraño
situado más
allá de la humana inteligencia, dibujado en la bóveda
celeste como el
signo zodiacal.
Enajenado, dividido, ausente de sí mismo (porque
la ausencia posee
efectos balsámicos), el creyente aspira a redimirse
en el edificio
esperanzador de su fe. No queda más que el individuo
aislado al que la
astrología y su clero propone salvaciones individuales,
ritos
purificadores, sortilegios mágicos manufacturados
por el astrólogo
chamán. Una panoplia, en suma, de procedimientos
escapistas sucedáneos de
la religión (al fin y al cabo, y a pesar del rechazo
histórico y la
condena del catolicismo, el paralelismo con la fenomenología
religiosa es
algo más que casual: religo, su raíz etimológica,
significa unir). El
astrólogo busca unir al adepto consigo mismo, recomponer
la unidad
perdida en el crisol de una superstición con miles
de años de antigüedad
y, de paso, llenarse los bolsillos con unos pingües
beneficios que crecen
en la proporción en que lo hace la desazón
existencial de su feligresía.
Disponen de editoriales, grupos de presión económica
interesados en la
apología de su ciencia. Si quienes abogamos por el
empleo del método
científico en el estudio de los fenómenos,
gozásemos siquiera de la
décima parte del auditorio que se permiten las diversas
pag-15
corrientes pseudocientíficas, no daríamos
crédito.
Pero está claro que vivimos un ciclo histórico
en el que Razón y
pensamiento experimentan un reflujo de serias proporciones.
Un cielo del
que no puede aventurarse su fin (somos bastante más
modestos que los
clarividentes astrólogos). Podemos, a lo sumo, realizar
una lectura de la
dialéctica histórica y descubrir en el pasado
las condiciones de cambio
precisas para un giro de timón en el futuro. Un giro
favorable a las
expectativas del pensamiento racional. Y, afortunadamente,
y por mucho
que el peso de las apariencias actuales provoque el pesimismo,
el rastro
dejado por la Historia demuestra la transitoriedad de la
actual etapa
(podríamos extendernos, pero necesitaríamos
demasiado espacio para entrar
en detalles).
Nuestra época está marcada por la polémica
contracorriente, por la
singladura intelectual en solitario del pensamiento crítico
y científico.
Pero, ¿cuándo ha contado la Razón con
el apoyo de la mayoría? Nunca. De
ahí la necesidad de este articulo.., y de cuantos
le han precedido con un
espíritu análogo.
pag-16
El carbono 14 y la Sábana Santa, ¿vencedor
o vencido?
Luis R. González Manso
A lo largo de los siglos, las distintas religiones que
han florecido en
nuestro planeta, han ido acumulando un sinnúmero
de reliquias, pruebas
palpables y evidentes de la veracidad de sus afirmaciones.
Con la llegada
del Racionalismo y la instauración de la metodología
científica, muchas
de ellas quedaron despojadas de todo su misterio al ser
examinadas
críticamente. Sin embargo, en el caso del Cristianismo,
(como corresponde
a la religión preponderante en el Primer Mundo) si
creyésemos los
titulares de prensa, ha ocurrido todo lo contrario.
Efectivamente, la misteriosa Sábana Santa de Turín,
que supuestamente
envolvió el cuerpo de Jesús hasta su resurrección,
ha sido convalidada
por la ciencia.
Ya hacía años que la imagen en negativo plasmada
en dicha tela admiraba a
creyentes y curiosos, pero después de los estudios
realizados en octubre
de 1978 por el comité STURP (al que se quiso vincular
con ese paradigma
americano de la tecnología avanzada que es la NASA)
quedó demostrada
científicamente la plasmación tridimensional
de la figura de Jesús en el
lienzo merced a una milagrosa y desconocida energía,
naturalmente divina.
A partir de ese momento, los grupos dedicados al culto
de dicha reliquia
adquirieron nuevos bríos (y financiación)
lanzándose por todo el mundo a
difundir la buena nueva. Incluso se inventaron un curioso
neologismo para
dotar de mayor credibilidad científica a este empeño:
la sindonología.
En varios países se fundaron asociaciones (1) y
se organizaron
conferencias, seminarios e incluso congresos internacionales
(Bolonia 89,
París 89, Cagliari 90, etc.) donde supuestos expertos
de desconocido
prestigio exponen sus teorías preferidas y van aportando
más y más
pruebas en favor de sus creencias, sin cuestionarse nunca
los datos
iniciales. Así, por ejemplo, se embarcan en discusiones
bizantinas sobre
si el leptón identificado en el ojo derecho de la
figura es o no de la
época de Poncio Pilato; o si la Sábana Santa
estuvo alguna vez en
Inglaterra (postura defendida naturalmente por un inglés);
o si el grupo
sanguíneo de Cristo era el AB (ni siquiera donante
universal), etc.
Frente a este movimiento pararreligioso, la mayoría
de los =ientíficos
continuaron dedicados a sus investigaciones, con la indiferencia
habitual
por los temas ajenos a su campo. Sólo algunos pocos
escépticos se
atrevieron a alzar la voz señalando los pies de barro
(errores y falacias
ad hoc) en los que se apoyaba toda esa idolatrada argumentación,
aparentemente rigurosa y científica.
No obstante, ante el cariz que estaban tomando los acontecimientos
y las
cada vez más exageradas afirmaciones que circulaban
entre el público,
hubo una cierta reacción de la ciencia oficial. Se
elaboraron unos
protocolos estrictos y tras muchos meses de discusiones
y cortapisas (2),
sólo 10 años después, en octubre de
1988, aparecían los resultados de la
prueba del carbono-l4, que señalaban inequívocamente
que la llamada
Sábana Santa era medieval (entre el 1260 y el 1390
D.C.). La vaca sagrada
de la ciencia oficial bufó aliviada y volvió
a su apacible rumiar, dando
vueltas a otros problemas más importantes como el
origen del hombre o del
Universo, o la fusión fría, confiada en que
poco a poco fueran apagándose
los fuegos de la polémica.
Incluso muchos escépticos, que deberíamos
saberlo mejor, volvimos nuestra
atención a otras batallas todavía por luchar,
seguros de que nadie podría
negar lo evidente. ¡Qué ingenuidad!
Si acaso, ese momentáneo revés sirvió
como acicate para espolear el celo
y fervor de los creyentes, llevándolos a multiplicar
sus intervenciones,
charlas y conferencias. Y con ello, captaron la atención
de esos medios
de comunicación social que prefieren el sensacionalismo
de un
enfrentamiento feroz a reconocer la desilusionadora realidad.
Pero había
que mantener la ventajosa imagen de víctimas, y resulta
gracioso leer
docenas de declaraciones públicas llenas de dolidos
e hipócritas
comentarios sobre la intoxicación informativa que
padecen, olvidando
oportunamente la mayoría (favorable)de artículos
en la prensa diaria
recogiendo sus posturas.
A partir de ahí, una vez aposentados en los medios
de comunicación se han
seguido
pag-17
diversas estrategias de respuesta. Será muy instructivo
analizarlas con
cierto detalle.
Unos, los menos, no han hecho ni caso de este dictamen
rigurosamente
científico y han seguido proyectando sus creencias
en esa peculiar mancha
Roscharch que es la Sábana Santa (3).
Otro, también en pequeño número, aceptan
la validez del análisis pero lo
consideran como otro simple dato más, el único
discordante y anómalo
(aplicando de nuevo esa útil amnesia selectiva que
les permite olvidar
las detalladas críticas que se han realizado a todos
y cada uno de los
estudios favorables -4-), y buscan sepultarlo bajo una continua
avalancha
de nuevos datos aparentemente fiables y que apuntan todos
en una misma
dirección. Así, realizan meticulosos análisis
documentales anteriores al
año 1300, en busca de inequívocas referencias
a la Sindone, o bien,
señalan cómo la Sábana Santa ha tenido
una influencia innegable en el
arte religioso cristiano del primer milenio (y no al revés,
como algún
simplista podría pensar).
Ello refleja seguramente el gran calado que la democracia
ha conseguido
en muchos espíritus, impulsándolos a extender
su influencia a campos
hasta ahora reacios, como la Ciencia: cada trabajo un voto,
y ganará la
mayoría, sin importar la calidad de los mismos.
Pero la gran mayoría es realista y se empeña
en lo que sabe que será un
combate donde sólo puede haber un vencedor, y como
en las Cruzadas, Dios
está con ellos. Al principio tratan de mantener la
compostura, la
oposición es clara pero comedida. Se exponen las
deficiencias y puntos
débiles del método de datación (pureza
de las muestras, calibración,
etc.). Se hace mucho hincapié en la evidente contaminación
sufrida por la
tela a lo largo de los siglos (hasta un 10% de su peso),
llegando incluso
a darle la vuelta a los resultados, considerando que al
no haber
diferencia entre los obtenidos con las muestras intactas
y las sometidas
a limpieza, se hacía inevitable una radiación
divina (5).
Para aquellos creyentes poco duchos en análisis
sofisticados (de
sofistas), resulta más reconfortante apelar a la
autoridad. Y en el caso
de la datación por carbono-14, quién mejor
que su inventor, el Nobel W.F.
Libby. Según una entrevista muy difundida (y que
merecería la pena
contrastar) el profesor Libby afirma que en dicha investigación,
se han
cometido fallos garrafales (6).
También resulta oportuno leer la Biblia. Divide
y vencerás. Sembremos
pues la discordia entre los investigadores. Gran difusión
alcanza una
carta del profesor Tite, coordinador del Museo Británico,
donde afirma:
no considero que los resultados, prueben que sea una falsificación.
(Vaya
forma de darle municiones al enemigo). Otra carta aparece
recientemente
en la propia revista Nature para informar de unas declaraciones
del
profesor Woefli, también coautor del estudio, en
la prestigiosa revista
francesa contra-Reforme Catholique, señalando grandes
contradicciones en
el informe final presentado (7).
Cuando esto no es suficiente, se pone claramente en cuestión
el método de
datación (claro que sin hacerlo delante de su inventor)
señalando algunas
famosas meteduras de pata. Curiosamente, las mismas siempre
falsean la
edad haciéndola más antigua de lo que en realidad
es, justo lo contrario
de lo que ahora se afirma, pero entre las risas que provocan
nadie parece
darse cuenta de esta contradicción.
Incluso se habla de otros análisis por carbono-14
realizados a la Sábana
Santa en 1982 y que dieron resultados muy dispersos. También
resulta muy
efectivo montar un gran revuelo sobre los gravísimos
quebrantamientos del
protocolo establecido (criticas que todos los estudios favorables
han
evitado por el expeditivo sistema de no seguir ninguno)
Y en cualquier caso, siempre queda la posibilidad de apelar
a lo que se
quiere probar. Ha sido la propia energía divina durante
la resurrección
(una aniquilación sin precedentes de algunos protones
según afirma el
profesor Eberthar Linder -9-) la que ha rejuvenecido la
tela justo en la
proporción deseada. Un engaño nada extraño
en un Dios que se molesta en
crear fósiles para que los no creyentes duden que
fuimos creados en el
4004 A.C.
Sumergidos ya en este mundo de confabulaciones cósmicas,
resulta fácil
desde la atalaya privilegiada de la fe, descubrir en todo
ello un
demoníaco montaje de las oscuras fuerzas ateas, que
no dudan en realizar
un descomunal fraude en el muestreo, rompiendo todos y cada
uno de los
protocolos, introduciendo una muestra de tejido de la fecha
deseada y
obteniendo así un dictamen desfavorable, por el cual
el profesor Hall
sería premiado con un donativo de ¡un millón
de libras! (10).
Tras este persistente y polifacético contraataque,
la opinión pública ha
quedado desconcertada, confusa, y sólo desea un poco
de tranquilidad.
Ante la duda, y bien adiestrada por décadas de publicidad,
se deja
arrastrar por los más vociferantes.
pag-18
Por otro lado, una vez más, el método científico
ha sido denostado y
socavado ante la gente de la calle, incapaz de distinguir
el grano de la
paja. Y son los escépticos los que tienen que cargar
con la etiqueta de
dogmáticos y cerrados de mollera.
Y el círculo se cierra. Como puntilla final, aparece
el Sudario de
Oviedo, como una reliquia complementaria que según
demuestran rigurosos
análisis forenses (11) cubrió el rostro de
Jesús... y esta vez
milagrosamente, desaparecen todos los fallos y deficiencias
del método
del carbono-l4, ya que ahora sí se obtiene una fecha
apuradamente
compatible (entre los siglos l y VII) (12).
En resumen, el pensamiento escéptico quizá
ganó la batalla del carbono-
14 (bastante éxito es que al menos se hiciese), aunque
a nivel de la
calle haya quedado como un método plagado de errores
y poco fiable, pero
la Guerra Santa la está perdiendo claramente. No
basta una reacción
puntual, es necesaria una labor crítica insistente
y continua para poder
contrarrestar eficazmente la propaganda tendenciosa. En
este mundo cruel
no basta con tener razón, hay que repetírselo
a la gente hasta que se
entere, especialmente si el mensaje va contra alguna de
sus
reconfortantes creencias.
Notas
(1) En España, el Centro Español de Sindonología,
Avda. Antiguo Reino de
Valencia, 53- Valencia, que edita el boletín Lintheum.
(2) Skeptical Inquirer. Vol. XII, nº 3, Spring 1988,
pags. 231-232.
(3) Así, Antonio Ribera (sí, el ufólogo),
en Karma-7, nº 96, afirma que
el ser retratado en la Sábana se trataría
de un hombre sobrenatural, al
sobrepasar el canon de belleza ideal clásico de Praxíteles
(ocho
cabezas... de altura). O según una carta de los sempiternos
ummitas, el
hombre de Sindone sería un simple mutante, no el
Hijo de Dios (Añadiendo
de paso que en 1928 la Sindone auténtica fue cambiada
por una falsa).
(4) Skeptical Inquirer, Vol. VI, nº 3, Spring 1982.
Número especial de
crítica sobre la Sábana Santa.
(5) Linteum, nº 3, junio 1990. Revista de prensa donde
se recoge un
fragmento de un artículo aparecido el Palabra 299,
IV-1990 (191).
(6) Linteum, nº 3, junio 1990. Revista de prensa donde
se recoge un
artículo aparecido en el diario Las Provincias, 19/04/89.
(7) Nature, Vol. 352, número 6322 (18/07/91), pág.
187.
(8) Linteum, nº 2, diciembre 1989. Una explicación
de los resultados del
Carbono 14. Pilar Docavo Lobo. Págs. 5 y 6.
(9) Esta idea fue rebatida en el mismo número de
Nature donde apareció el
informe definitivo. Nature, vol. 337, nº 6208, 16/02/89,
pág.594.
(lO) Más Allá, nº 27, mayo l99l. La
Sábana Santa es auténtica. Carlos
Galicia. Págs. 64-71.
(11) Linteum, nº 4 (Especial). Diciembre l990.
(12) Noticias de prensa. Diario Sur, 8/04/91.
Un par de datos que no he podido resistir la tentación
de añadir a esta
magnífica exposición de Luis R. González
son:
lº) En efecto, se ha divulgado una pretendida entrevista
con el inventor
del método de datación por el carbono-l4 en
la que éste expresaba sus
dudas sobre la fiabilidad de la datación de la Sábana.
Lo único que hay
de verdad en ello es que realmente W.F. Libby inventó
este método. Libby
falleció en 1980. La datación de la Sábana
se hizo en el 88.
Como alguna vez expliqué en estas páginas,
el bando crédulo excedió mis
pronósticos más estúpidos. Cuando tras
conocerse el resultado de la
datación bromeaba apostando con amigos, que lo que
dirían a continuación
es que la radiación misteriosa que había impreso
la figura había alterado
también la proporción de isótopos,
me quedé corto. Lo que han llegado a
afirmar desde entonces algunos científicos, defensores
de la Sindone,
convierten esa majadería en algo comparativamente
respetable. En
consecuencia, no me extrañaría que ahora,
en vez de sonrojarse por este
nuevo desliz adujeran que, efectivamente, eso lo dijo Libby,
pero desde
pag-19
ultratumba y a un médium argentino (pongamos por
caso, con perdón de los
argentinos).
2º) La noticia de una datación por el carbono-14
anterior a la de 1988 la
proporcionan los defensores de la reliquia, ahora. La toma
de muestras y
los análisis se realizaron, según dicen, en
secreto. Y los resultados no
los dieron a conocer porque presentaban una gran dispersión.
Por un lado, es impresentable que desde ese bando se haya
acusado de
quebrantamiento del protocolo al British Museum y a los
tres laboratorios
elegidos para la prueba, cuando son ellos quienes previamente,
sin
control de nadie, en secreto, a su antojo, han tomado muestras
y
analizado el tejido, y como no resultó lo deseado,
en su momento no
dijeron esta boca es mía. Por otro, la pataleta es
muy clara: diciendo
que ya antes había habido fracasos con este método
de datación, pretenden
restar valor y determinación ante la opinión
pública a la actual prueba.
J.M.V.
Ya que Jesús no se ha resistido a añadir
unos comentarios; yo tampoco lo
hago y añado éste:
Es evidente que los sindonólogos llevan razón
la Sábana de Turín es
auténtica: es un tela auténtica fabricada
con hilos auténticos.
Nostredóminus. El último vidente
Tras muchos lustros estudiando y comparando los libros
relevados puedo
aseguraros con toda certeza que todo esto, el mundo, nosotros,
el
universo... tiene una razón, un motor...
Que no ha pasado la última ITV...
pag-20
La percepción popular de la ciencia en Norteamérica
Mario Bunge
El Profesor Mario Bunge imparte filosofía de la
ciencia en la Universidad
McGill de Canadá. Es socio de honor de ARP y del
CAIRP argentino.
En este artículo queda demostrado que no sólo
en los países
subdesarrollados el pensamiento mágico hace estragos:
el autor traza un
desalentador balance del auge de la pseudociencia en América
del Norte,
tanto en la población como en los mismos encargados
de impartir la
educación, y plantea una seria advertencia sobre
la urgente necesidad de
revertir ese cuadro.
Publicado originalmente en Transactions of the Royal Society
of Canadá,
con una posterior versión castellana en El Ojo Escéptico,
órgano
informativo del Centro Argentino para la Investigación
y Refutación de la
Pseudociencia (CAIRP), a quien agradecemos la cortesía
por autorizar su
reproducción en LAR.
En el periodo entre el Iluminismo y la Segunda Guerra Mundial,
la ciencia
gozó del respeto general en los países industrializados.
Incluso asumió
un rol seductor después de la bomba nuclear; su prestigio
llegó a la
cumbre en 1957, cuando el Sputnik fuera lanzado al espacio,
y permaneció
en ese lugar de la estima pública durante varios
años más. Sin embargo,
la imagen pública de la ciencia sufrió una
alteración dramática desde
finales de la década de los 60. Para muchos aparece
como el villano
culpable de la carrera armamentista, la degradación
del medio ambiente y
el desempleo. Una consecuencia preocupante de este cambio
de actitud, es
la aguda declinación, en los últimos años,
de la inscripción en carreras
científicas por parte de norteamericanos, ingleses
y rusos.
Tanto los científicos como algunos otros saben,
por supuesto, que la masa
anticientífica se equivoca, que los individuos que
procuran comprender el
mundo no deben ser culpados de los pecados de quienes intentan
dominarlo,
y aún destruirlo. Pero aquí no estamos interesados
en la ciencia, sino en
el modo como ésta es percibida por el lego, y particularmente
por la
juventud. Debemos tratar de descubrir qué fue lo
que modificó la anterior
percepción favorable que tenía el público
con respecto a la ciencia. Sólo
así podremos encontrar respuestas efectivas para
corregir las
percepciones erróneas, antes del derrumbe de la empresa
científica
provocado por la falta de interés y desconfianza
en la misma.
Analfabetismo científico en la era de la ciencia
Lo primero que debemos comprender para evaluar correctamente
el estado
actual de la cultura científica, es el hecho de que
el respeto
tradicional por la ciencia no era el resultado de una familiaridad
con
los hallazgos científicos, ni mucho menos con el
enfoque científico. La
ciencia solía ser respetada de lejos, del mismo modo
como hoy se la
denigra: a distancia. El cambio no ha sido tan notable en
cuanto al
conocimiento sino a la evaluación. El conocimiento
público de la ciencia
siempre ha sido descorazonador. El reciente cambio en su
valoración
simplemente ha empeorado una mala situación.
Cuan calamitosa es la situación en los EE.UU. y
en el Reino Unido, fue
revelado por una encuesta reciente que mostró que
dos tercios de los
adultos británicos creen que el sol gira alrededor
de la tierra, que el
50% de los norteamericanos adultos rechaza la teoría
de la evolución, y
el 80% cree que la astrología es una ciencia (ver
Culliton, 1989). Otra
encuesta, conducida por la Asociación Internacional
para la Evaluación
del Desarrollo Educacional, entre estudiantes de 14 años
de 17 países
diferentes, encontró que los EE.UU. ocupan el 15º
lugar en logros
científicos. Pero aún, desde 1970 los EE.UU.
descendieron del 7º lugar al
3º contando desde abajo (Hirsch, 1989).
No conozco la existencia de ninguna encuesta realizada
en Canadá sobre
conocimientos científicos. Sin embargo, el Servicio
pag-21
Americano de Evaluación Educacional, ha conducido
un estudio sobre los
alcances científicos y matemáticos de estudiantes
de 13 años de edad en 4
provincias de Canadá, y 5 países -EE.UU.,
Reino Unido, España, Irlanda y
Corea del Sur (ver Byrne, 1989). Los coreanos fueron primeros
en ambas
categorías y los americanos últimos. La Columbia
Británica compartió con
Corea el nivel más alto en logros científicos.
En matemáticas, los
estudiantes provenientes de la Columbia Británica,
los angloparlantes de
Nueva Brunswick y los anglo y franco parlantes de Quebec
se ubicaron en
los segundos 4 niveles de excelencia. Pero no alardeemos
de ello pues
nuestros estudiantes se hallaban por debajo del nivel de
los japoneses,
húngaros, holandeses y rusos. Salimos favorecidos
de una comparación con
los EE.UU., tan sólo porque bajo la presidencia de
Reagan, éstos se
deslizaron a la altura de Tailandia en matemáticas
y educación
científica. Las cosas fueron muy diferentes a comienzos
de los 60,
cuando, tras el Sputnik, el gobierno de los EE.UU. hizo
un esfuerzo
intenso y que tuvo éxito para elevar la calidad de
la enseñanza en
ciencias y matemáticas. Las cosas tendrán
un cariz más negativo para
Canadá si nuestros gobiernos provinciales y federales
continúan brindando
mayor atención a los temas lingüísticos
y constitucionales que a los
educativos. Pocos notarán el deterioro si no tenemos
información nacional
periódica acerca del grado de conocimiento y de la
actitud pública hacia
la ciencia. ¿Es ilusorio esperar que la Royal Society
de Canadá conduzca
o encargue una encuesta de este tipo, que sirva de herramienta
para los
planificadores de la política científica y
de la educación?
Confundiendo la ciencia con tecnología y tecnología
con poder
Es probable que el lego crea que la planta nuclear, la
computadora, y el
aparato de respiración artificial, son logros científicos.
Hay quien cree
que Einstein inventó la bomba atómica y la
máquina de viajar en el
tiempo, y muchos otros llegaron a pensar que, en general,
la ciencia es
maligna y los científicos son locos que se proponen
dominar el mundo. En
suma, hay un doble malentendido, al equiparar erróneamente
a la ciencia
con la tecnología y a ésta con la industria
y el gobierno.
¿Quién es el culpable de estos malentendidos?
Yo opino que ciertos
filósofos son los pecadores originales. Por ejemplo,
Francis Bacon, el
fundador del empirismo moderno, quiso reemplazar la escolástica
"filosofía de palabras" con lo que llamó
"filosofía de obras". Dos siglos
más tarde, Auguste Comte, el padre del positivismo
moderno, acuñó el
famoso dicho "Savoir pour prévoir, prévoir
pour pouvoir" ["Saber para
prevenir, prevenir para poder"]. Esta filosofía
pragmática alcanzó su
punto máximo con Williams James, quien sostenía
que todo lo que tiene
valor económico es verdadero. Ninguno de los tres
filósofos distinguía
entre ciencia y tecnología, ni entendía que
la tecnología puede ser
utilizada tanto para bien como para mal.
Los científicos saben, por supuesto, que ciencia
y tecnología no son la
misma cosa: que sólo los tecnólogos diseñan
aparatos o procesos que
pueden tener una utilidad práctica. Los científicos
saben que el objetivo
de la investigación científica es la comprensión
del mundo, no su
dominio. Sin embargo, cuando escriben propuestas de pedidos
de becas para
investigación, pocos resisten la tentación
de mencionar una utilidad
práctica sustancial. La mayor parte de las veces
tales pretensiones son
directamente falsas, dichas para persuadir a los burócratas,
quienes
imaginan que la ciencia otorga poder industrial o político
en forma
directa. En cualquier caso, contribuyen a la confusión
entre tecnología y
ciencia.
Si se le reprocha la mentira, es probable que un científico
argumente que
todos los medios son legítimos para promover el avance
del conocimiento
(Muchos físicos que descreen de la posibilidad o
la moralidad del
proyecto de la "guerra de las galaxias" usan la
misma excusa: que "el
dinero no tiene olor"). Yo opino que esta estrategia
maquiavélica es
inmoral y prácticamente perjudicial. Moralmente porque
uno nunca debería
hacer nada bajo falsos pretextos. En la práctica,
porque los burócratas y
políticos eventualmente descubrirán que las
afirmaciones de su utilidad
fueron exageradas y porque, además, es deber de los
científicos el educar
a los servidores públicos, a los políticos
y a los que pagan impuestos
deben enseñar que la ciencia es un bien en sí
mismo y que exigirle
utilidad práctica inmediata significa cortarle las
alas a la imaginación
científica.
El dogmatismo religioso
El dogmatismo religioso es, por supuesto, lo opuesto a
la actitud
científica, la cual es esencialmente creativa y crítica.
El dogmatismo
pag-22
religioso es el mayor obstáculo a la adopción
de una actitud científica
no sólo porque repudia a la investigación,
sino también porque afirma la
existencia de lo sobrenatural que, por vía de hipótesis,
está más allá
del alcance de la ciencia. La ciencia es naturalista en
el sentido de que
sólo estudia las cosas concretas y busca leyes, no
milagros. Más aún, la
ciencia lo hace sin recurrir a revelaciones y sin apoyarse
en la
autoridad indiscutible. No es extraño, pues, que
la adoctrinación
religiosa en la temprana edad sea el obstáculo más
efectivo para el
desarrollo de una mentalidad científica.
Por cierto, una actitud científica puede coexistir
con una sincera fe
religiosa -hasta cierto punto. Un conflicto entre ambas
es inevitable al
examinar cuestiones tales como la evolución del universo,
el origen de la
vida, la progenie humana, la naturaleza de la mente, el
origen de las
religiones, y la existencia de un mas allá, que son
precisamente los
interrogantes que más interesan al común de
los mortales. Las respuestas
a estas preguntas determinan si uno desarrolla una cosmovisión
científica
o no.
Como prueba, la evolución es un buen caso. Entre
los años 1880 y 1960
aproximadamente, parecía que la mayoría de
las iglesias cristianas habían
hecho las paces con la biología evolutiva. Lamentablemente,
esto sólo fue
un interludio en la lucha inmemorial entre religión
y ciencia. Admitamos
que hoy la evolución es negada en bloque sólo
por los fundamentalistas y,
en los EE.UU. por aproximadamente la mitad de la población
adulta. Pero,
por más liberal que sea, un religioso no puede admitir
que la evolución
ha sido un proceso enteramente natural; si es coherente
debe afirmar que
el proceso evolutivo ha sido guiado desde lo alto y que
tiene un
propósito definido. Al hacer esta afirmación
distorsiona totalmente la
biología evolutiva. De igual modo puede conceder
la utilidad de la
neurociencia para la psicología, en tanto pueda considerar
al cerebro
como un instrumento del alma inmaterial, inmortal y misteriosa,
lo cual
se contradice con la psicología fisiológica
y la biología evolutiva. Para
generalizar: la preocupación por resguardar a la
religión conduce
inevitablemente a la mutilación de la investigación
científica y a la
distorsión de la enseñanza de la ciencia.
Una consecuencia de la aceptación a medias de la
ciencia entre quienes se
aferran a las creencias tradicionales es que ninguna organización
religiosa tiene dificultad alguna en hallar laureados Nobel
para que la
patrocinen. Otra consecuencia es que la ciencia es a menudo
enseñada codo
con codo con la religión, como si fueran conceptualmente
compatibles.
Alcock (1981, p.30) halló que más de la mitad
de los alumnos de ciencia
en McGill University creen en Dios y en la inmortalidad
del alma; apenas
un 15% de ellos rechazaba estas creencias. Evidentemente,
la mayoría de
nuestros estudiantes mantiene un enfoque no científico
aun cuando logren
dominar técnicas e ideas científicas. No extraña
que rara vez se animen a
enfrentar asuntos controvertidos tales como evolución
vs. creación, el
problema mente-cuerpo, y las raíces de la creencia
en lo sobrenatural.
Como lo hubiera dicho Wilhelm von Humboldt, reciben Unterricht
(instrucción) y no Bildung (formación).
La creencia en lo paranormal
A pesar del espectacular éxito de la ciencia y el
extendido uso de
artefactos, y a pesar de la urbanización y educación
obligatoria, la
creencia en lo paranormal es desenfrena.
Hay toda una industria de lo paranormal y muchos periódicos,
canales de
televisión y editoras son parte de ella. Por ejemplo,
miles de diarios en
el mundo entero publican periódicamente horóscopos
y difunden profecías
de astrólogos y visiones de médiums -pero
no se toman el trabajo de
informarnos si tales alegatos se han visto refrendados luego
por los
hechos. Yo mismo he tenido tres relevantes encuentros con
la empresa de
comunicaciones CBC. Una vez me solicitaron que sugiriese
nombres de
personas quienes estarían interesadas en participar
en un programa de
parapsicología. Cuando sugerí un profesor
de psicología y un mago
profesional, el periodista se puso suspicaz y preguntó
si tales personas
eran escépticos. Al escuchar mi respuesta afirmativa
exclamó: "ah, pero
vea, el público quiere creer, no desea escuchar críticas".
La segunda vez
me solicitaron para aparecer durante media hora en un programa
de la CBC
francesa, pero mi entrevistador se tornó ostensiblemente
nervioso a
medida que avanzaban mis críticas, por lo que a los
15 minutos me
interrumpió diciendo: "Ya basta, ya basta, gracias
profesor".. Más
recientemente otro equipo de la CBC, el "Citybeat"
me entrevistó durante
una hora en mi casa inquiriendo mis puntos de vista sobre
el pretendido
hallazgo de una casa embrujada en Montreal, y sobre la creencia
en lo
paranormal en general. Lo que finalmente emitieron fue una
larga
entrevista con los dueños de la casa embrujada y
con el
pag-23
exorcista que habían llamado (el actor principal,
el fantasma, no se
dignó aparecer en el show). Lo único que apareció
de la entrevista que me
hicieron fue un comentario final: "Por supuesto, alguna
gente cree que la
creencia en fantasmas es parte de la cultura barata de descarte"
[junk
culture].
Por suerte, no todos los medios son irresponsables cuando
se trata de
informar sobre ciencia y pseudociencia. Hay algunos espléndidos
programas
de ciencia por televisión, tales como Nova y The
Nature of Things ["La
naturaleza de las cosas"], así como una cantidad
de series ocasionales de
la BBC. Sin embargo, la audiencia que las sintoniza es pequeña
comparada
con las comedias "Kitsch". Por otra parte, algunos
diarios y semanarios
de influencia no se asocian con lo oculto y ellos, particularmente
los
periódicos financieros, proveen información
fidedigna cuando informan
sobre ciencia. Por ejemplo The Walt Street Journal y The
Economist han
sido sumamente cautos con el alegado descubrimiento de la
fusión en frío,
en marzo pasado. Pero estos medios son leídos por
una minoría y pocos de
sus lectores son jóvenes que pueden ser atraídos
por la ciencia. El
periodismo masivo se desentiende de la ciencia por completo,
o presenta
una visión distorsionada dando preeminencia a charlatanes.
Incluso la
revista Discover publicó avisos de página
entera de la Iglesia de la
Cientología.
En suma, la popularidad de las creencias en lo paranormal,
junto al
incremento del fundamentalismo religioso, señalan
el renacer del
pensamiento mágico, una marcha atrás del die
Entzauberung der Welt, el
cual Max Weber consideraba como la característica
de la cultura moderna.
La contracultura
Anteriormente la mayor parte de los intelectuales respetaban
la ciencia,
aún sin tener una comprensión cabal de la
misma. Más recientemente, el
grueso de la intelligentsia estaba dispuesta a conceder
que la ciencia es
el motor de la moderna cultura intelectual. En la actualidad
un gran
número de autodenominados intelectuales se han enrolado
en la
contracultura, movimiento rebautizado como "New Age"
[Nueva Era]. La
mayoría de los seguidores de esta nueva moda rechazan
la ciencia; otros
proclaman que el misticismo oriental es la clave de la ciencia
moderna y
no pocos rechazan de plano todo argumento racional. Sus
palabras gancho
son "insight", "holismo ","espíritu",
"sinergia", "natural", y
"ecológico"; unos pocos se aventuran a
usar en sentido equivocado los
términos "información", "catástrofe"
y recientemente, "caos".
Toda esta gente afirma que la cultura "oficial"
=s superficial y está
muerta, que no hay desórdenes mentales sino sociedades
enfermas, que la
ciencia es responsable de los armamentos modernos y de la
degradación
ambiental. Respaldan a quiromantes, homeópatas, acupunturistas,
psicoanalistas, y hasta curadores por la fe y brujos. Compran
cinturones
magnéticos, péndulos, cristales, y toda clase
de adminículos que suponen
sirven para diagnosticar y a aún curar enfermedades
de todo tipo, desde
el resfriado común y dolores de espalda hasta el
cáncer y el SIDA.
Forman, así, la clientela de la "medicina alternativa"
(médécine douce) y
de la logoterapia.
Las críticas a la ciencia por ser racional, analítica
y reduccionista no
provienen sólo de los pseudointelectuales, ni son
los únicos que
profieren especulaciones falsas o incontrastables. Por ejemplo,
el
eminente topólogo René Thom, afirma haber
construido una teoría biológica
totalizadora que nos permitiría cerrar sin más
todos los laboratorios de
biología. El exitoso inventor James E. Lovelock propuso
la doctrina Gaia,
según la cual nuestro planeta es un sistema vivo
autorregulado capaz de
cuidarse de cualquier cantidad de polución. Sir John
Eccles, quien ganó
un premio Nobel por sus trabajos en neurociencia, dice que
la mente es un
entidad inmaterial que actúa sobre las neuronas vía
telequinesis. Eugene
Wigner, otro laureado con el premio Nobel, enseña
que todos los procesos
nucleares, atómicos y moleculares son gobernados
por la mente del
experimentador. El científico político Samuel
Huntington, de Harvard,
escribe ecuaciones pseudomatemáticas utilizando símbolos
que representan
variables tales como "movilización social"
y "frustración social", a las
cuales no se toma el trabajo de definir. De modo similar,
el profesor
Roben Axelrod, conocido autor de una teoría de la
evolución de las
normas, asigna valores numéricos a variables matemáticas
indefinidas
tales como "nivel de tentación" y "valentía"
con las que alimenta la
computadora.
Más aún, la comunidad académica misma
no es sólo consumidora sino
productora de pseudociencia. Y no se trata de que sea indiferenciable
de
la ciencia como algunos filósofos afirman. Lo que
sucede es que los
especialistas si suelen equivocarse cuando se
pag-24
salen de su campo de experiencia; particularmente si tienen
una
motivación ideológica. Si tales desviaciones
de la actitud científica
fueran examinadas con ojo crítico dentro del campo
académico antes de
salir al encuentro de divulgadores y filósofos, serían
relativamente
inocuas. Como están las cosas, contribuyen a una
visión anticientífica
del mundo, tal como la propugnada por la "New Age".
Filosofía irracionalista
El componente filosófico de la contracultura es
el irracionalismo, esto
es, la familia de doctrinas según las cuales la razón
es traicionera y
peligrosa, mientras que el instinto, el sentimiento visceral,
la fe y la
intuición son confiables. La más extrema versión
del irracionalismo
contemporáneo es el existencialismo. Heidegger y
sus imitadores son
irracionalistas totales; son ininteligibles, al punto de
que los escritos
de Heidegger esperan aún su traducción al
alemán. Siendo una filosofía
hermética, o más bien una pseudofilosofía,
el existencialismo nunca
hubiera llegado a ser popular. En razón de su esoterismo,
todo lo que el
público sabe sobre el existencialismo proviene de
las reflexiones de
Woody Allen sobre el ser y la muerte. Sin embargo, una cosa
está clara:
los existencialistas odian la ciencia y la lógica,
y ésta es una de las
razones por las cuales se explica el apoyo que diera Heidegger
al
nazismo.
El ataque que hace el existencialismo a la razón
y a la ciencia es
confuso y torpe y suena como si hubiera sido escrito en
el siglo XII. Hay
otra táctica más sutil y efectiva: el ataque
subjetivista y antirrealista
montado contra la ciencia por el historiador de la ciencia
Thomas S. Kuhn
y por el filósofo de la ciencia Paul K. Feyarebend,
en los años 60 y 70.
Estos escritores populares sostienen que no hay verdad objetiva,
que el
científico crea él mismo los hechos, que las
teorías científicas son
aceptadas o rechazadas como si fueran modas, que los sucesivos
puntos de
vista científicos son mutuamente "inconmensurables",
esto es, no
comparables uno con otro, que no hay criterios definidos
de aceptación de
teorías, que cada revolución científica
destruye todas las adquisiciones
anteriores, que -aún en el caso de Feyerabend- no
hay diferencias entre
la ciencia por un lado y la pseudociencia y la ideología
por otro; por
ejemplo, entre la biología evolutiva y la "ciencia
creacionista", entre
psicología y parapsicología, entre medicina
y curaciones por la fe, y aún
entre ciencia y magia. Publicaciones serias sobre filosofía
de la ciencia
han sido desplazadas por libros como Against Method [Contra
el método],
The Social Construction of Reality [La construcción
social de la
realidad],
Ways of World Making [Las maneras de hacer el mundo], Farewell
to Reason
[Adiós a la razón], y La science comme mythe
[La ciencia como mito].
Estos enfoques irracionalistas y subjetivistas de la ciencia
se han
vuelto populares especialmente entre gente que halla los
estándares
científicos demasiado altos, así como entre
gente joven bien intencionada
que culpa a la ciencia por los problemas globales que amenazan
la
supervivencia de la humanidad. Es sin embargo fácil
demoler tales
heterodoxias de moda; por ejemplo, mediante el análisis
de cómo se
comparan las teorías científicas entre sí
y con los datos experimentales
(ver Bunge, 1983). Pero esto no tiene importancia en esta
encrucijada. Lo
que cuenta en relación a la percepción popular
de la ciencia es que el
irracionalismo y el subjetivismo no sólo distorsionan
la imagen de la
ciencia sino que también contribuyen a su descrédito.
Moraleja: si le
importa la ciencia, no pase por alto su filosofía.
La escuela
No es novedad que la escuela elemental y media no enseñan
suficiente
ciencia y lo que enseñan tienden a hacerlo de manera
dogmática. Esto es,
habitualmente presentan la ciencia como un cuerpo de creencias
más que
como un proceso de cuestionamiento, conjetura y prueba,
y de
descubrimiento e invención que es en realidad. Más
aún, cuando hay algún
trabajo en el laboratorio, es por lo general "sin tocar"
["hands off"], y
lo que tocan ["hands on"], lo hacen ciegamente,
sin la preparación
teórica necesaria. Los resultados son el aburrimiento,
la extinción de la
curiosidad natural, y la incapacidad de afrontar nuevos
problemas
cognitivos.
Parte del problema es, por supuesto, que la mayoría
de los maestros de
ciencia han estudiado muy poco sobre el tema y no se sienten
cómodos
enseñándolo (ver Atkin, 1983). Por ser graduados
de facultades de la
educación, han pasado años aprendiendo cómo
enseñar, diseñar curriculums
y manejar escuelas, más que familiarizándose
con la ciencia. ¿Cómo se
puede esperar que transmitan un entusiasmo que ellos no
sienten? (ver
Hirsch, 1989).
pag-25
El libro de texto de ciencia típico no ayuda a modificar
esta situación.
Por el contrario, es parte del problema: voluminoso y aburrido,
a menudo
erróneo, rara vez con relevancia a los problemas
que se encuentran en la
vida real, o con contenido entretenido. En particular, la
industria del
libro de texto en los EE.UU., a diferencia de su par británica,
se
destaca en la producción de textos voluminosos (y
por lo tanto,
caros) y aburridos. Pero reciben tanta promoción
que son elegidos
habitualmente con preferencia sobre sus mejores rivales,
en especial los
que cuentan con el respaldo -sobre todo en los años
anteriores a la era
de Reagan- del gobierno federal o las organizaciones profesionales.
Por
ejemplo, en los años 70, sólo el 5% de los
distritos escolares
inspeccionados usaron materiales para matemáticas
aportados por entidades
federales, y ningún texto de ciencias naturales con
respaldo federal fue
usado en más del 25% de los distritos inspeccionados
(Jackson, 1983).
Como consecuencia de una pobre preparación profesional
pocos maestros de
ciencias en las escuelas elementales o secundarias de Norteamérica
han
adoptado la actitud científica. Para peor, la poca
ciencia que han
aprendido ha sido con frecuencia insuficiente para arracancarlos
de las
creencias tradicionales e inmunizarlos contra las supersticiones
más en
boga. Por ejemplo, una investigación reciente sobre
creencias de
profesores de biología en colegios secundarios de
los EE.UU. revela que
el 34% de ellos cree que Adán y Eva fueron los primeros
seres humanos y
que fueron creados por Dios; el 20% cree que la Biblia es
una fuente
autorizada y confiable con respecto a temas científicos
tales como la
edad de la tierra y el origen de la vida; el 22% cree que
el relato
bíblico de la creación debe ser enseñado
en la escuela pública como
explicación de los orígenes y el 29% cree
que Satán es una persona real
trabajando actualmente en el mundo (Eve & Dunh, 1989).
Sería interesante
hacer un revelamiento similar en Canadá, particularmente
en Quebec y en
las Praderas canadienses.
La creencia en lo paranormal no está menos extendida
entre los maestros
de ciencia. Alcock (1981, p.25) halló que tan sólo
alrededor del 30% de
los profesores en la Universidad York eran escépticos
sobre la percepción
extrasensorial, y encontró que tan sólo el
8% de los estudiantes en la
Universidad McGill (en los cursos de tercer año)
eran escépticos. No
sería sorprendente si encontrásemos resultados
similares entre los
maestros de escuela elemental. Cuando mi hija cursaba el
tercer grado en
una buena escuela privada de Montreal, la mayoría
de los libros de la
biblioteca de clase tenían como temas la percepción
extrasensorial, el
triángulo de la Bermudas y otros del mismo tenor.
En 10 años ha recibido
más enseñanza en la así llamada educación
moral y religiosa, que en
física o química. Y, por supuesto, el conocimiento
de la historia de
Quebec y su geografía se considera más importante
que el conocimiento de
la historia y geografía universales, para no hablar
de las ciencias
naturales.
En resumen, nuestras escuelas elementales y medias no ofrecen
enseñanza
científica adecuada. No es que carezcan de fondos,
material o personal
apropiados; nunca han tratado de hacerlo presumiblemente
porque las
autoridades educacionales no han aprendido aún que
la ciencia es el
núcleo y el motor de la cultura contemporánea
intelectual.
¿Qué hacer?
¿Qué se puede hacer para corregir la errónea
percepción popular de la
ciencia? Sólo una cosa puede hacerse, y es mejorar
la enseñanza de la
ciencia y de la historia y filosofía de la ciencia.
Esto puede y debe
hacerse en los 3 primeros niveles de aprendizaje, y también
en los medios
de difusión y en la industria editorial.
Necesitamos una reforma escolar radical que pueda llevar
a nuestras
escuelas al nivel de las mejores de Europa y del Lejano
Oriente. Esto se
puede obtener con un mejor entrenamiento de los maestros
-en particular
laboratorios, equipos de experimentación científica
y libros de texto- y
el doble de horas semanales dedicadas a la ciencia y a las
matemáticas en
todas las escuelas primarias y secundarias.
No obtendremos mejores maestros de ciencias de las existentes
facultades
de educación y de los colegios de estudios superiores
de enseñanza,
puesto que éstos son por lo general bastiones del
conservadurismo y
enfatizan el método de enseñanza a expensas
del contenido. Más aún,
algunos tales como la Facultad de Educación de la
Universidad de McGill,
ni siquiera ofrecen un grado de Bachiller en Profesorado
de Ciencias o de
Matemáticas. En lugar de eso, ofrecen programas de
religión (protestante,
católica, judía), francés como segundo
idioma, educación física,
económica, doméstica, etc. No están
actualizados.
Si queremos elevar la enseñanza de la ciencia y
las matemáticas debemos
pasar por alto
pag-26
las Facultades de Educación y los Profesorados en
los Colegios de
Estudios Superiores y estimular a las escuelas para que
tomen a gente
competente como maestros que enseñen tales materias,
por ejemplo,
graduados en matemáticas, ciencia o ingeniería.
Estos individuos pueden
inicialmente carecer de habilidad didáctica, pero
la obtendrán con la
práctica. Al menos sabrán de lo que están
hablando, y cuando se les haga
preguntas que no sepan contestar, tendrán el coraje
de admitir
ignorancia, y la voluntad y competencia para encontrar las
respuestas.
Los libros de texto sólo se pueden mejorar si son
los científicos quienes
los escriben. Hay algunos ejemplos imitables en este campo,
como los
textos de ciencia elemental británicos, mejicanos
y cubanos.
El experimento mejicano es particularmente interesante.
Cerca de dos
décadas atrás, el Ministerio de Educación
de Méjico comisionó a algunos
de los mejores matemáticos, científicos naturales
y sociales del país a
escribir libros de texto de nivel elemental. Estos resultaron
excelentes:
no sólo exactos sino también comprensibles
y atractivos. El gobierno los
publicó y distribuyó libremente entre la población
escolar.
Lamentablemente este esfuerzo prontamente se frustró
por la carencia de
maestros cualificados, la falta de medios adecuados y de
aulas
abarrotadas. Ninguna reforma puede tener éxito si
sólo abarca un sector.
Cada componente del sistema tiene que ser reformado. Podemos
concebir e
implementar tal reforma. ¿Por qué no lo hacemos?
Para mejorar el nivel de cobertura del tema científico
en diarios,
revistas, televisión y radio habría que jerarquizar
la profesión de
periodismo científico. El reportero en ciencias debe
estar mejor educado
y recibir una mejor paga. No tenemos suficiente periodismo
científico en
Canadá. Es cierto que hay una excelente revista de
ciencia popular,
Québec Science, pero es provincial. Y Le Devoir ha
incorporado
recientemente a un buen periodista en el área de
ciencias, pero sólo le
dan una página por semana. La Gazette de Montreal,
también tiene su
página semanal de ciencias, pero toma su contenido
de las agencias de
noticias del país vecino. Parece no existir una publicación
nacional
sobre temas de ciencia dirigida a maestros y estudiantes
de escuelas
elementales. En contraste, el gobierno de Colombia publica
CIMPEC, un
excelente mensuario dirigido a ese público: ¿Podría
el consejo en
ciencias de Canadá hacer algo similar?
Otra cosa que puede y debe hacerse para mejorar la imagen
publica de la
ciencia es multiplicar el número de centros y museos
de ciencia.
Necesitamos un centro en cada ciudad de importancia en Canadá
que atraiga
miles de visitantes que puedan experimentar, ver espectáculos
de ciencias
y escuchar conferencias y cursos en temas científicos.
Toronto y Ottawa
tienen sus museos de ciencia popular y un grupo privado
de Montreal está
planeando construir un Carrefour de ciencias, técnicas
e industrias. Pero
necesitamos muchos más centros como éste,
y todos deberían hacer muestras
anuales para atraer a un gran número de visitantes.
Finalmente, a las ciencias de la ciencia, la historia,
sociología y
filosofía de la ciencia, se les debería dar
más importancia, ya que son
las disciplinas que brindan la imagen formal de la ciencia.
Hace 350
años, la Royal Society de Londres fue creada a base
del modelo propuesto
por el filósofo Francis Bacon. Hoy la ciencia es
menospreciada apoyándose
en caricaturas dibujadas por los filósofos de la
contracultura. Los
hombres de negocios saben que el envoltorio, la comercialización
y la
publicidad de sus productos es tan importante como los productos
mismos.
¿Cuándo aprenderán los científicos
y los profesores de ciencias que esto
también se aplica a sus productos? ¿Cuándo
cesarán de sentir
desprecio por las ciencias, mientras mantienen obsoletos
puntos de vista
filosóficos, históricos y sociológicos
de la ciencia?
Conclusión
La ciencia y la tecnología se encaminan a una grave
crisis en
Norteamérica. Se estima que en los EE.UU. harán
falta medio millón de
científicos e ingenieros a comienzos del próximo
siglo (Powledge, 1989).
Asumiendo que el caso canadiense sea similar, podemos esperar
un déficit
de alrededor de 50.000 científicos e ingenieros para
el comienzo del
siglo XXI.
Este déficit se debe a diversas causas: la declinación
de la natalidad,
el menor apoyo gubernamental a la educación, el aumento
del gasto militar
y su correlativo desprecio de talentos, la diseminación
de la
contracultura y la crecientemente negativa imagen popular
de la ciencia.
Este último factor no debe ser subestimado, ya que
la elección de una
carrera es un asunto psicológico determinado en gran
medida por el
estatus adjudicado socialmente a cada carrera. ¿Por
qué deberían los
jóvenes dedicar sus vidas a la ciencia si se les
dice que la ciencia es
aburrida, no muy diferente de una ideología,
pag-27
responsable de todos los problemas corrientes del globo,
y ni siquiera
muy prestigiosa? ¿Por qué deberían
volcarse a una carrera científica si
sus líderes filisteos los exhortan a buscar fortuna
y poder antes que
conocimiento y servicio? ¿Y por qué deberían
sufrir un largo y penoso
entrenamiento si pueden hacer buen dinero rápidamente
con un título
ordinario?
No es milagro que alrededor del 60% de la plana mayor de
los profesores y
de los graduados en matemáticas, ciencias naturales
e ingeniería de las
universidades norteamericanas sean extranjeros. Hasta ahora
la huida de
cerebros del tercer mundo compensaba nuestro déficit
en materia gris.
De ahora en adelante no deberíamos contar con el
aporte de cerebros
extranjeros porque la mayor parte de los países del
tercer mundo ha
comenzado a declinar, rápida, profunda y tal vez
irremisiblemente en la
mayoría de los casos. Si no entrenamos a nuestros
propios matemáticos,
científicos naturales e ingenieros nadie lo hará
por nosotros.
Afortunadamente, tenemos los medios para evitar la amenaza
de decadencia
científica y tecnológica. Nos podemos preparar
para la paz y así liberar
enormes recursos humanos y materiales para aplicarlos a
lo social.
Podemos mejorar el respaldo a la ciencia básica.
Podemos mejorar la
enseñanza de la ciencia reclutando maestros de los
programas de ciencia
más que de las facultades de educación. Podemos
mejorar la calidad de los
libros de texto y la cobertura periodística, interesando
a los
científicos en la educación científica
y en la popularización de la
ciencia. Y también será de interés
para la industria, que está sufriendo
una severa escasez de personal técnico (ver Pearson,
1989).
Resumiendo, la imagen pública de la ciencia se ha
herrumbrado en la dos
décadas pasadas. Sin embargo, los países industrializados
tienen los
medios para corregir esta distorsión y evitar el
amenazante descenso de
la ciencia y la tecnología a través de la
acción individual y colectiva.
¿Lo harán a tiempo para evitar la caída
irreversible de la civilización
industrial? En particular, los gobiernos federales y provinciales
de
Canadá ¿se darán cuenta a tiempo que
Canadá no entrará en el próximo
siglo como una nación civilizada si continúa
siendo el país
industrializado con la menor inversión en investigación
y desarrollo y
cuyas autoridades educativas muestran pocos signos de preocupación
sobre
el penoso estado de la ciencia y la tecnología?
Referencias
Alcock, J.(1981) Parapsycology: Science or Magic? Oxford
and New York:
Pergamon Press. (Nota de los editores: la edición
inglesa ya está
agotada, pero hay una edición francesa todavía
en venta, se titula:
Parapsychologie: Science ou Magie?". Editorial Flammariom.
Paris 1989.
Precio 145 FF.)
Atkin, J.M. (1983). The improvement of science teaching.
Daedalus 112
(2): 167-87.
Berger, S.,M.L. Dertoukos, R.K. Lester, R.M. Solow and
L.C. Thurow (1989)
Toward a new industrial America. Scientific American 260
(6): 39-47.
Bunge, M.(1983) Treatise on Basic Philosophy, vol.6: Understanding
the
World. Dordrech and Boston: Reidel.
Byrne, C. (1989) Overthaull urged for math teaching. Science
243:729.
Chantillon, G. (1987) Les Professeurs de l´UQTR et
la croyance au
paranormal. Sceptiques de Québec Nº3:5-8.
Culliton, B.J. (1989) The dismal state of scientific literacy.
Science
243:600.
Eve, R.A. & D. Dunn (1989) High School biology teachers
and
pseudoscientific belief: passing on it? Skeptical Inquirer
13: 260-63.
Hirch, E.D., Jr. (1989) The primal scene of education.
New York Review of
Books, March 2,pp.29-35.
Jackson, P.W. (1983) The reform of science education: a
cautionary tale.
Daedalus 112 (2):143-66.
Pearson, R. (1989) Turning the switch on skills, Nature
337:488.
Powledge, T.M. (1989) What shall we do about science education?
The AAAS
Observer, supplement to Science 5, May 1989.
pág-28
Nota en torno al artículo homeopatía: Último
balance (Aparecido en LAR,
Núm.20).
Víctor Sanz Larrinaga
Aunque con excesivo retraso (debido a nuestro funcionamiento
editorial)
conviene hacer dos breves observaciones al artículo
mencionado, y, más
concretamente, al término que allí figura
como fibrosite.
En primer lugar, hemos de destacar que la palabra fibrosite
es francesa y
su traducción castellana corresponde a fibrositis
(en lengua inglesa es
también fibrositis). Además, en medicina,
y más concretamente en
reumatología, se usa como término sinónimo:
fibromialgia (en inglés:
fibromyalgia).
En segundo lugar, hay que hacer hincapié en que
este tipo de procesos se
incluyen en lo que en otro lugar (La psoriasis y el milagro
de los peces,
LAR. núm.2l) hemos descrito de forma irónica
como presa fácil de médicos
alternativos, y ello en razón de su carácter
complejo: evolución
incierta, causa mal conocida, influencias psicológicas
evidentes, etc. No
en vano hasta fecha relativamente reciente no se fijaron
criterios
uniformes de diagnóstico clínico (Fibromyalgia
syndrome: an emerging but
controversial condition. Goldenberg DL, JAMA 1987), y aún
así persiste la
discusión.
En suma, se confirma una ves más cómo los
farsantes eligen sus victimas y
procedimientos para obtener sus éxitos. Sólo
nos resta agradecer a M.
Rouzé haber escrito el artículo y a nuestro
compañero J. Armentia haberlo
traducido para LAR.
Afis science...et pseudo-science
Cahiers bimestriels de l'Association Française pour
l´Information
Scientifique
Redactor Jefe: Michel Rouzé
Comité de Redacción: Jean-Pierre Adam. Patrick
Bollé, Henri Broch,
Dominique Caudron, Yves Galifret, Maurice Gross, Jean-Claude
Pecker,
Michel Rouzé y René L. Seynave.
Suscripción anual (6 números). 160 Francos
Franceses.
Los podéis pedir mediante un giro postal a:
Ccp afis 21 000 00 P París. Francia.
Una magnífica revista que nos abre una ventana racionalista
a lo que
ocurre en el mundo de las paraciencias francés. Normalmente
hacen un
fuerte hincapié en el tema de las medicinas alternativos.
Hace años su
lucha fue contra el fraude paramédico organizado
por los curanderos
psíquicos de las Filipinas. Hoy su caballo de batalla
es la homeopatía,
memoria del agua y otros milagrosos polvos de la Madre Celestina.
Para que veáis un ejemplo de su proceder podéis
adquirir el trabajo
titulado Chirurgiens á mains nues. Se trata de un
trabajo de 17 páginas
que se publicó en 1977. Solicitarlo enviando 28 Francos
a la cuenta
postal (CCP) antes indicada.
pag-29
¿La astronomía frente a la astrología?
Javier E. Armentia. Planetario de Pamplona
Texto de la ponencia presentada en los XI Jornadas Nacionales
de
Astronomía, celebradas en Murcia los días
12 a 14 de octubre de 1990.
En mayo de este año se dio a conocer a los medios
de comunicación un
manifiesto suscrito por 258 astrónomos, astrofísicos
y otros científicos
que trabajan en nuestro país en el que mostraban
su preocupación por el
incremento en la acogida de las supersticiones astrológicas.
La
iniciativa partió de miembros del Departamento de
Astrofísica de la
Universidad Complutense de Madrid. Este manifiesto era el
mismo que en
1975 firmaron 186 científicos americanos entre ellos
20 premios Nobel.
Fue también el comienzo de una serie de debates,
de artículos y de
contramanifiestos de los astrólogos que aún
continúa. ¿Qué razón hay para
este tipo de actuaciones? Se puede decir que la astrología
no es sino una
adivinación que incluso nos divierte desde las columnas
de los
periódicos, que no hace mal o daño a nadie,
y que sus objetivos difieren
tanto de los de la astronomía que es realmente una
pérdida de tiempo
organizar cruzadas contra ella. Más aún, esta
campaña podría incluso
desprestigiar la labor seria de los científicos...
Obviamente, no soy de
esta opinión. Como comentaba Andrew Fraknoi, de la
Astronomical Society
of the Pacific, en la misma línea que astrónomos
como Carl Sagan o Bart
J. Bok, aquellos de nosotros con experiencia en temas científicos
tenemos
la responsabilidad de dar a conocer al público, en
forma clara y rotunda,
los hechos acerca de las pseudociencias tal como los comprendemos
(1). El
se refería en general a temas tan diversos como los
OVNIs, la astrología,
las ideas de Velikovsky, el creacionismo, el triángulo
de las Bermudas y
demás historias de esta calaña. Todos los
medios de comunicación recogen
los más peregrinos hechos (muchos sólo presuntos)
sobre las fronteras de
la ciencia, pero bien pocas son las ocasiones en que al
lado de las
afirmaciones crédulos aparece una opinión
racional, científica,
escéptica. Parece que la opinión escéptica
no vende, no es interesante, o
peor aún, es reprobable. Cuando uno pregunta si a
un presunto psíquico se
le han puesto las condiciones de control necesarias, si
había un mago al
quite de posibles fraudes, rápidamente se le tacha
de provocador. Lo
mismo sucede si pedimos a un astrólogo que demuestre
que su práctica vale
de algo, si pretendemos que demuestre él sus afirmaciones.
Sin embargo,
cuando queremos comprar un coche de segunda mano, nadie
se enfada si le
echamos un vistazo al motor, o si llamamos a un amigo mecánico
para que
compruebe que todo va bien. El escepticismo parece estar
permitido salvo
en las pseudociencias. Lo que quiero destacar es que muchos
de estos
temas (en especial la astrología) tienen que ver
con la astronomía, la
actividad que os ha hecho venir a estas Jornadas, la afición
a la que
dedicáis tanto tiempo. Creo firmemente que como conocedores
del tema, los
aficionados a la astronomía también tienen
una responsabilidad en este
asunto, y una gran posibilidad de acceso a los medios de
comunicación de
la que los astrónomos profesionales, pocos y demasiado
atareados,
carecemos. Puede que pocos de vosotros hayáis dedicado
a la astrología
algo más de tiempo que el necesario para pasar de
página en la revista,
puede que no se os haya planteado nunca la necesidad de
explicar el tema
a alguien que os haya confundido con un astrólogo.
Pero más bien muchos
tendréis en vuestro haber alguna que otra explicación
más o menos agria
sobre el asunto... Por esta razón, mi contribución
pretende proporcionar
unas cuantas armas con que poder enfrentarse a charlatanes
y demás
augures. Algunos argumentos se han comentado ya en diversas
revistas
españolas y en artículos extranjeros (2).
Aquí me centraré en algunos
aspectos que se han tratado menos.
pag-30
¿Que es la astrología?
Conviene centrarnos un poco en el tema de discusión.
De esta manera no
nos perderemos por las innumerables escuelas astrológicas
-opuestas entre
si- y podremos ir directos al meollo de esta práctica.
Hay una astrología
popular, la de los horóscopos de la prensa, que predice
en cierto modo lo
que a uno le puede pasar, según la fecha del año
en que se nació. No la
voy a discutir, pues los mismos astrólogos no le
conceden la menor
importancia. Ellos incluso la condenan con más saña
que los escépticos,
como lo han confesado en público cuando se les ha
echado en cara la
existencia de estas prácticas. Por cierto, nunca
me han logrado explicar
por qué no han sido ellos los primeros en arremeter
contra los horóscopos
diarios. Más aún, me consta que algunos de
ellos viven de estas columnas
astrológicas, o que al menos les proporcionan un
dinero y un nombre
conocido. Está claro que la existencia de esta astrología
favorece un
clima de aceptación a la astrología seria,
situación que a los
profesionales del tema les viene muy bien. Aunque me desvíe
un poco del
tema, quiero comentar aquí que una de las cosas que
más me han llamado
la atención de los astrólogos con quienes
he tenido el gusto de dialogar
ante los medios de comunicación es la facilidad con
la que descalifican a
sus colegas. Cada vez que uno les muestra que los astrólogos
no han
conseguido probar sus afirmaciones, que sus predicciones
son bastante
malas, siempre argumentan que lo que pasa es que hay mucho
advenedizo en
el tema, que hay mucha gente aprovechándose de la
astrología para sus
fines (económicos) pero que ellos son serios y científicos.
Volviendo a
la definición de astrología podríamos
establecer un axioma principal de
la misma: Las posiciones de los astros en un cierto momento
son
relevantes para caracterizar persones o sucesos, y su estudio
es posible
(3). Por supuesto, también se suelen levantar horóscopos
a animales u
objetos, pero lo podemos olvidar por el momento. Nótese
que dentro de
este supuesto básico se encuadran muchas diferentes
concepciones
astrológicas: los diferentes horóscopos occidentales,
mayas, chinos,
japoneses, etc.; las astrologías deterministas y
las influenciales; la
astroeconomía, la astromundial -sucesos de índole
internacional-, la
astrología meteorológica y tantas otras. La
astrología más difundida es
llamada natal. En ella el momento en el que se evalúa
la influencia
astral es el del nacimiento, y la caracterización
varía desde el aspecto
físicopsíquico hasta el futuro, las ocupaciones,
los momentos propicios o
aciagos y muchos más cosas. Hay que tener en cuenta
que hay astrólogos
que dicen que su práctica es una disciplina científica,
pero también hay
los que hablan de su arte. En el Diccionario de la Lengua
Española, la
astrología se define como un arte adivinatoria, y
en este sentido,
deberíamos emplear en vez de astrología el
nombre de astromancia. Hay que
tener en cuenta que etimológicamente la palabra astrología
se refiere al
estudio de los astros, cosa que no es real (bien pocos astrólogos
actuales se interesan por el firmamento real), mientras
que gran parte de
la astrología es más una adivinación,
una mancia. En cualquier caso, el
planteamiento frente a los astrólogos que se autoproclaman
científicos es
claro: para que una actividad sea ciencia tiene que participar
de las
características del método científico;
tiene que plantear unos postulados
claros y demostrarlos. No me cansaré de decir que
en la labor científica
el peso de la demostración cae sobre quien hace la
afirmación. Esto es
importante, porque si alguien asegura que el cielo ejerce
una determinada
influencia sobre algo o alguien, él debe demostrarlo.
No tenemos por qué
intentar demostrar que no es así. Por eso, no voy
a entrar a discutir en
demasía el asunto de cuál puede ser la fuerza
con que actúan los planetas
sobre nosotros. Hablaré de diversas propuestas y
de por qué no son
creíbles. ¿Qué hacer ante los que dicen
que lo suyo es arte, es una
poesía de la relación hombre-cosmos? En este
caso, no hay por qué
invalidar la astrología, pues ellos siempre se van
a defender en que lo
suyo es un arte. Claro que según dicen esto se descalifican
ellos mismos.
El planteamiento más sencillo es el siguiente: Si
lo suyo es arte, es
poesía sin nada que ver o que hacer con la realidad,
aún así me parece
que por el dinero que cuesta una carta astral cualquier
persona puede
comprar buenos libros de poesía, y de paso fomentar
la cultura... ¿Por
qué no hacen su astrología por amor al arte?
En serio, no creo necesario
iniciar cruzadas en contra de las creencias de la gente.
Aquellos
astrólogos que abominan de la ciencia, que hablan
de creencias o de arte,
quedan aparte de toda esta crítica que hago. No quiero
avivar luchas
entre ciencia y religión, que normalmente no han
llegado a ningún puerto.
Por cierto, puede servir de ayuda algo que saca de quicio
a cualquier
astrólogo, y es que le comparen a los que leen la
mano, echan las cartas
o usan la bola de cristal. En realidad, la astrología
tiene más que ver
con estas supersticiones adivinatorias que con la ciencia.
Y ellos
malamente lograrán demostrar lo contrario, por
pag-31
mucho que digan que sus estudios son matemáticamente
serios o que, como
me ha dicho más de un astrólogo, que sus tablas
planetarias son las de la
NASA. Por cierto, que esto es falso la mayoría de
las veces: he estado
inspeccionando las tablas usados por varios astrólogos
y lo que he podido
ver es que los programas que usaron para calcularlas estaban
basados en
algunos de los que la NASA tenía para lo mismo. Afortunadamente,
aun con
los problemas actuales de presupuesto, los científicos
de la NASA no se
dedican a levantar horóscopos.
La astrología no es la madre de la astronomía
Algo que les encanta comentar a los astrólogos es
el origen común de
astrología y astronomía. Ellos lo exageran
hasta decir que primero fue la
astrología y que posteriormente (en el siglo XVI
o XVII) se separó la
astronomía. Por supuesto, astronomía y astrología
fueron juntas durante
gran parte de nuestra historia. No es necesario aquí
comentar las
diferencias entre una y otra (aunque los periodistas suelen
necesitar
este tipo de explicación), que se basa ni más
ni menos en el método
científico. Lo que pasa es que ni la antigüedad
de la astrología supone
un aval para ella (la esclavitud es tan antigua o más,
y no por ello
buena..) ni es cierto que la astronomía naciera como
hija de la
astrología. En efecto, los primeros intentos que
podemos encontrar en la
cultura referidos a la astronomía se relacionan con
la necesidad de
establecer un calendario y de medir el tiempo (4). Es evidente
la
importancia que una cultura que depende de la naturaleza
debió dar el
método para saber cuándo se podían
plantar los diferentes cultivos,
cuándo era la época de recolección,
qué animales podrían cazar y cuándo..
El establecer un calendario supuso un enorme trabajo de
observación de la
naturaleza y del cielo, que proporcionaba un reloj evidente.
También
debió darse bastante al principio la asociación
entre ese reloj inmutable
y lo divino, y la relación entre los ciclos celestiales
y los humanos.
Surgiría por lo tanto pronto una mitología
sobre el asunto, la base de la
astrología. No quiero que lo dicho se interprete
como que la astronomía
es anterior, sino dejar claro que la astronomía estuvo
desde el
principio, que era útil como tal, y que fue el mismo
entorno cultural
el que la asoció a una explicación mítica.
Por lo tanto, cuando unos
astrólogos acusaban de complejo de Edipo a los astrónomos,
por rebelarse
contra la astrología, la madre, no estaban sino diciendo
memeces.
Sobre la historia de la astronomía
Muy en relación con lo que comentaba antes, los
astrólogos se regodean en
comentar que grandes astrónomos creyeron y/o practicaron
la astrología.
Es cierto que astronomía y astrología fueron
de la mano (los mismos
hombres practicaban ambas cosas), pero no es menos cierto
que a partir
del siglo XVI la separación es clara. Se suele poner
a Kepler como
prototipo de la doble actividad. Pero muy pocos astrólogos
comentan que
en aquella época la única forma de ganarse
la vida que tenía Kepler era
la de ser el astrólogo del Duque de Wallestein. Es
cierto que la
inclinaciones místicas de Kepler le hacían
creer en una relación entre el
Cosmos y el hombre, pero él mismo reconocía
que una mente acostumbrada a
la deducción matemática, cuando se enfrenta
a las defectuosas bases [de
la astrología], resiste mucho, mucho tiempo, como
una mula obstinada,
hasta que, empujado por las derrotas y las desgracias, pone
el pie en ese
sucio lodazal (5) Queda clara cuál era la opinión
de Kepler respecto de
la práctica astrológica, tal como era en su
tiempo, que es lo mismo que
decir tal como es ahora, porque apenas si ha variado...
Newton suele ser
utilizado también por los astrólogos. Se cuenta
una anécdota en la que
Edmund Halley le reprochó a Newton su interés
sobre la astrología, pues
éste había hecho un informe sobre ella en
la Cámara de los Lores. Por lo
visto, Newton le contestó: Señor, yo he estudiado
el tema, usted no (6).
Un testimonio bastante impresionante, que se ha aplicado
varias veces a
los astrónomos que firmamos cartas contra la astrología.
Sin embargo,
T.S. Cowling, profesor de matemáticas en la Universidad
de Leed,,
investigó la supuesta historia, y descubrió
que el contexto de la
contestación de Newton es muy diferente del dado
por los astrólogos.
Aparentemente Halley le criticaba a Newton su interés
en la religión
cristiana y en la Biblia, nada respecto de la astrología
(7). Es cierto
que Tycho Brahe practicó y creyó en la astrología.
Para él, todo lo que
había en el mundo tenía un sentido, y los
planetas servían para predecir
catástrofes. Pero ello no es de extrañar en
la época en que vivió,
sabiendo que además de la astronomía también
practicó la alquimia. No se
menciona normalmente a Galileo quien abominaba de todas
las sinrazones
astrológicas de Kepler. En definitiva, los autores
de la revolución
copernicana, tan a menudo empleados por los astrólogos
para justificarse,
tampoco proporcionan un argumento contundente a favor de
la
pag-32
astrología. Algo similar sucede con gente de nuestra
época, como Carl
Sagan. Me ha sorprendido que durante estos debates que ha
provocado el
manifiesto español, no hayan recordado los astrólogos
(quizá no lean
demasiado...) que Sagan no quiso firmar el manifiesto americano.
En
realidad, si no lo hizo fue porque no le gustaba el tono,
un tanto
autoritario, porque no merecía la pena hablar del
mecanismo de la
astrología, y no porque creyera que era válida.
Es bien conocida por el
contrario su postura militante en contra... A quien siempre
citan es a
Carl Gustav Jung. De hecho, muchos astrólogos españoles
tienen (si acaso
leves) conocimientos de psicología. (Como veremos
más adelante la
psicología puede decir mucho en este tema...) Dejando
aparte que Jung se
creyera casi todo lo referente a lo paranormal, como muchos
de la escuela
psicoanalítica (en el fondo el psicoanálisis
no es sino una
pseudociencia), la verdad es que investigó mucho
la astrología, hizo
pruebas y concluyó: los resultados de estos estudios
son claros y no hace
falta ningún tipo de comentario: no existe correlación
entre los rasgos
de carácter de los individuos y los signos bajo los
cuales han nacido.
Por supuesto, esto no lo citan los astrólogos que
invocan a Jung para
justificar un mecanismo de actuación de los astros
sobre las personas, a
través de resonancias, de fenómenos acausales,
de sincronicidades,
arquetipos y semejantes desatinos.
La precisión que no era
Un punto fundamental en la discusión sobre la astrología
es mentar una
vez más el tema de la precesión de los equinoccios.
Este hecho, conocido
desde antiguo es tenido en cuenta por algunos astrólogos
-los llamados
sidéreos- pero no por los demás -llamados
trópicos. (Los astrólogos
españoles suelen decir sideral o tropical, una mala
traducción del
inglés, como hablan de tiempo sideral en vez de sidéreo
y de año tropical
en vez de trópico) Los astrólogos se enfadan
mucho cuando se les dice
que, debido a la precesión, los signos del zodiaco
y el cielo no
concuerdan. Se enfadan tanto que intentan contraatacar acusándonos
a los
astrónomos por emplear el término punto Aries,
que tampoco está en Aries,
y cosas por el estilo. Sin embargo es importante este desfase
entre
constelaciones y zodiaco astrológico por una razón:
las características
de los signos tienen mucho que ver con el animal que las
representa en el
zodiaco. Este hecho no es sino una ley de analogía
común a muchas
prácticas de origen mágico. Como en el vudú
el muñeco es una
representación del hombre, como en la auriculoterapia
la oreja representa
el cuerpo humano, como los homeópatas dicen en su
principio lo similar
cura lo similar, en la astrología tenemos esta transmisión
de analogías
por todos los lados. Dos ejemplos claros:
* La constelación de Pisces representa a unos peces.
Sabemos que los
peces viven en el agua, así que este signo Piscis
será un signo de agua.
* El planeta Marte es rojo. La sangre es roja. La sangre
se vierte en
guerras y catástrofes. Así que a este planeta
le llamamos como el dios de
la guerra, y su influencia será en este sentido.
Por supuesto no todo funciona así, pero en general
podemos hablar de que
la astrología plasma las características de
las constelaciones zodiacales
en los nativos de una cierta época, precisamente
cuando el Sol atraviesa
esa constelación. Sabemos que las constelaciones
no son sino arbitrarias
agrupaciones de estrellas, que están a diferentes
distancias de nosotros,
que tienen diferentes tamaños sobre la eclíptica,
que de hecho hay
catorce y no doce constelaciones zodiacales (hay que añadir
Ophiucus y
Cetus), que otras culturas veían cosas diferentes
(las doce
constelaciones zodiacales chinas son bastante diferentes,
sólo en unos
pocos casos podemos hacer una relación. Por otro
lado, los babilonios
tenían primitivamente dieciocho y no doce signos...)
Pero es que además,
las fechas que nos dan para cada signo no son válidas,
con lo cual la
influencia -la que sea- no tiene nada que ver con el cielo,
sino acaso
con la órbita de la Tierra alrededor del Sol. En
resumen: la astrología
bien poco tiene de logia y bien poco de astro. Como decía,
la astrología
la sidérea considera los signos de manera diferente
y sí tiene en cuenta
la precesión. Pero entonces tenemos dos prácticas
irreconciliables dentro
de la astrología: ¿qué pasa si juntamos
a un astrólogo de cada escuela?
Deberían cada uno justificar su visión del
asunto, tirarse los puñales
ellos... Pues no, aun siendo obvio que una diferencia de
casi dos signos
(de casi 60º)cambia las cosas terriblemente, entre
ellos se arreglan
bastante bien, al menos cuando están delante del
enemigo común (un
científico en el caso del que hablo...) Digo esto
como muestra del poco
interés que existe entre los astrólogos por
poner en claro las
contradicciones de su doctrina.
pag-33
La visión geocéntrica
Cuando comentamos que la visión del mundo que proporciona
la astrología
es geocéntrica los astrólogos arremeten como
fieras. Por supuesto que
ellos saben que la Tierra da vueltas alrededor del Sol...
¿Seguro? Hay un
punto importante en todo este asunto y es que casi todas
las escuelas
astrológicas consideran que una conjunción
es muy importante, pero para
los planetas interiores a la Tierra no diferencian entre
conjunción
superior o inferior. Esto es evidentemente una consecuencia
del origen
geocéntrico de la astrología. Sabemos sin
embargo que la distancia varia
enormemente sea un caso o el otro. Hay bastantes astrólogos
(yo me he
encontrado con unos cuantos) que justifican su visión
geocéntrica del
tema porque al fin y al cabo se habla del efecto sobre el
hombre, que
está aquí en la Tierra. ¿Qué
pasará cuando haya colonias espaciales?
Seguro que logran adaptar su práctica a estas cosas...
Sólo nos queda
por saber si la influencia de la Tierra será buena
o mala.
La astrología es para latitudes bajas
Un aspecto que se suele olvidar es que el origen de la
astrología
occidental se dio en latitudes en torno a los 30º.
Una parte fundamental
del quehacer del astrólogo supone levantar las casas,
que vienen de
proyectar el horizonte sobre la eclíptica. Los puntos
de corte son lo que
se llama el ascendente y el descendente. La proyección
del primer
vertical da los puntos llamados MC e IC (medio cielo y cielo
inferior)
Con ellos se divide el circulo en doce secciones, de tamaño
variable,
según la latitud, que se denominan casas. Hay diversos
sistemas para
realizar esto, que se llama domificación, que coinciden
para un lugar en
el ecuador, peto que divergen según nos acercamos
a latitudes altas. Para
los polos no hay forma de hacerlo, y para lugares más
allá del circulo
polar sucede que es normal que todos los planetas se encuentren
por
debajo del horizonte, en las casas de I a la VI. Sucede
que para los
astrólogos, un planeta en una casa bajo el horizonte
supone un aspecto de
la personalidad que no se desarrolla. Esto quiere decir
que mucha gente
del norte del mundo debe tener personalidades vagas, sin
desarrollar...
Evidentemente, esto resulta bastante increíble.
A vueltas con los planetas
Los astrólogos pocas veces logran explicar porqué
introducen en sus
horóscopos planetas descubiertos posteriormente a
la configuración de la
astrología por Ptolomeo. O por qué no se habían
dado cuenta de que antes
las cosas no iban bien al faltar esas influencias. Urano
(Herschel,
1781), Neptuno (Galle, 1846) y Plutón (Tombaugh,
1930) son usados en
muchos de los horóscopos como si tal cosa. Más
aún, he visto a gente que
incluye algún asteroide como Quirón, que en
el tiempo de su
descubrimiento fue considerado el décimo planeta.
Es probable que se
descubran más planetas. Es un hecho que en el sistema
solar hay muchos
más cuerpos que los planetas, no hace falta que los
enumere. Nunca me
han logrado explicar por qué unos valen y otros no.
Por otro lado, más
allá hay cuerpos muy masivos y muy luminosos, todo
el zoo astrofísico,
que parece no importar para nada. Atención, porque
resulta que un
astrólogo me contestó a esto diciendo que
lo que pasaba es que las
estrellas están muy lejos, y por lo tanto su efecto
es conjunto...
¡Impresionante! Resulta que no consideran las distancias
dentro del
sistema solar, pero sí los de más allá.
Resulta curioso ver cómo los
efectos de los planetas tienen que ver con su nombre, como
ya se había
comentado al hablar de las similitudes. Aun concediendo
que los nombres
de los planetas conocidos desde la antigüedad tuvieran
realmente algo que
ver con sus efectos, ¿cómo explicar lo que
sucede con los nombres de
Urano, Neptuno o Plutón, nombres de los que conocemos
la historia? Por
ejemplo, Urano se llamó durante un tiempo Herschel,
aunque su descubridor
le llamo Georgium, en honor del rey de Inglaterra. O Plutón,
a quien le
dio el nombre una niña de once años. Por cierto,
que he leído en algún
texto de astrología que el nombre tiene relación
con el perro Pluto de
Mickey Mouse. Todo esto es falso, pero no deja de ser gracioso...
(¿Walt
Disney influenciándonos desde el cielo?) Un hecho
curioso, que tampoco ha
salido a la luz en el debate que se viene dando en España
es la teoría
que John A. Nelson publicó en 1951 sobre las perturbaciones
en las
radiocomunicaciones. (Lo dicho: los astrólogos españoles
casi no se
enteran de lo que se cuece en el mundo. Algo que me ha sorprendido
es la
poca capacidad que muestran para debatir con argumentos
interesantes, me
imagino que por desconocimiento). Resulta que analizando
los días en que
se producían perturbaciones en las comunicaciones
en onda corta, este
americano encontró una correlación con las
pag-34
posiciones planetarias heliocéntricas de Mercurio,
Venus, Tierra, Marte,
Júpiter y Saturno. Cuando don planetas se encontraban
a separaciones
angulares de 0, 90, 180 o 270 grados, había perturbaciones.
Sus gráficos
eran impresionantes y la estadística parecía
fiable. Esto concordaba con
la idea de que la influencia de los planetas venia por una
distorsión de
la magnetosfera terrestre, algo que algún científico
había propuesto no
sólo para este caso sino también para la actividad
solar. ¿Cómo explicar
esto? P. Ianna y CL. Margolin, astrónomos del Observatorio
McCormick en
Charlottesville, Virginia, estudiaron el caso (8), encontrando
que si
sustituían los días de las posiciones críticas
de planetas por fechas
aleatorias la distribución era la misma. Más
aún, Jean Meeus, el conocido
astrónomo aficionado belga logró una correlación
similar (incluso más
aguda) entre los días de perturbación radio
y las fechas en que los
satélites rusos de la serie Cosmos habían
caído a la Tierra o habían sido
recogidos (9). En definitiva, esto nos recuerda el gran
peligro que
entraña el trabajo estadístico. En este caso
tenemos dos muestras de
fechas aleatorias (o casi): los días de perturbación,
y los días de
posiciones relevantes de ciertos planetas. Y logramos una
correlación
que, evidentemente no supone una relación causa-efecto.
Lo mismo se puede
aplicar a las supuestas relaciones entre posiciones planetarias
y
actividad solar, o variaciones en el campo magnético
de la Tierra.
La batalla de la Luna
La Luna es la favorita de los astrólogos. Como produce
los mareas que
vemos en el mar, es fácil justificar su influencia
sobre los terráqueos,
que al fin y al cabo tenemos una alta proporción
de agua (un 80%).Como
comentaba I. Kelly, este silogismo es semejante al siguiente:
Los perros
tienen cuatro patas. Los gatos tienen cuatro patas. Por
lo tanto, los
gatos son perros. (10) Esta teoría, llamada de marca
biológica, fue
propuesta y explicada por el psiquiatra Arnold Lieber (11).
Más aún, se
relaciona la Luna con el periodo menstrual (aunque las estadísticas
muestran que no hay tal correlación..), se habla
de lunáticos, de
asesinatos durante la Luna llena, avalado por estadísticas,
por
declaraciones de policías y médicos. Realmente,
si uno mira
cuidadosamente los estudios, encuentra que hay de todo:
unos a favor y
otros en contra. Lo cierto es que en los estudios no se
considera la
existencia de otros factores (por ejemplo, que la Luna llena
caiga en fin
de semana, o a finales de mes) que pueden introducir sesgos
importantes.
Peor aún, un efecto que se detecta en una población
no puede ser
reproducido en otra cercana. En definitiva, resulta muy
sospechoso todo
esto de la Luna. Por otro lado, si uno echa cuentas, como
hicieron Culver
e lanna (12), el efecto de marea es bastante dudoso. Para
que la marea
sea importante, se tienen que dar dos condiciones: el cuerpo
tiene que
tener una gran masa y grandes dimensiones. Está claro
que esto se
verifica para los océanos. Pero no para un río
o un lago, en los cuales
apenas si se detecta marea. Por supuesto, en una persona
este tirón de la
Luna es despreciable. Y además es mucho menor que
el de objetos o seres
cercanos. Por ejemplo, sobre un niño que está
naciendo, la madre ejerce
una fuerza de marea unos 12 millones de veces mayor que
la Luna. La
comadrona a su vez produce una marea sobre la criatura de
2 millones de
veces la lunar. El hospital a su vez contribuye con 7 millones
de veces
la marea lunar. Algunos hacen recaer el efecto de la Luna
en una especie
de resonancia, de manera que el leve efecto lunar se ve
multiplicado.
Esto es como aquello del ejército que pasaba un puente
y tenían que
romper el paso, para evitar que la vibración entrara
en resonancia y se
rompiera el puente. Lo que no explican, como no lo hace
un astrónomo
inglés, Perey Seymour, entusiasmado con esto (ver
referencia 5), es qué
órgano es el que entra en resonancia, o como se produce.
Como comentaba
un astrofísico amigo mío, lo único
que es cierto en el tema de la
influencia lunar es que casi todos los asesinatos se producen
o bien la
semana antes o bien la de después de la Luna llena
o la Luna nueva...Todo
lo demás, es falso.
El efecto Marte
El psicólogo francés Michel Gauquelin, (junto
con su esposa) se ha
convertido, desde hace unos años, en una referencia
obligada por todo
astrólogo que quiera justificarse. Tras diversos
estudios sobre
astrología, en los que invariablemente mostraba cómo
no funcionaba en
absoluto, encontró un hecho curioso. Analizó
las fechas de nacimiento de
unos 2.088 deportistas de élite franceses, y descubrió
que gran parte de
ellos tenían a Marte en el momento de nacimiento
bien saliendo sobre el
horizonte bien justo tras su culminación. Dada la
respetabilidad de que
entonces disfrutaba Gauquelin se hicieron muchos estudios
sobre su
trabajo. La historia es
pag-35
larga y complicada, pero conviene destacar unos cuantos
puntos
interesantes:
* para que funcionara el efecto Marte los partos debía
de ser naturales.
No iba bien con las cesáreas o partos provocados;
* cuanto más famoso era el deportista, mejor. Esto
se ha dado en llamar
efecto créme-de-la-créme;
* algunos deportes no valían, por ejemplo el baloncesto
era un desastre,
por lo que se le eliminó de la muestra.
El haber realizado esta selección para mejorar sus
resultados pone
bastante en entredicho todo el trabajo...) Un comité
belga propuso
diversos tests, que no fueron cumplidos por completo por
la investigación
de Gauquelin. Por otro lado, los deportistas americanos
no mostraban el
efecto (salvo si la muestra la escogía Gauquelin)
Los deportistas que no
fueran agresivos (según definición de Gauquelin)tampoco
lo mostraban. En
resumen, aunque podría realmente haber un efecto,
la investigación no era
correcta, ni la estadística aplicada adecuada. Se
sucedieron réplicas y
contrarréplicas (13), quedándose al final
Gauquelin completamente
apartado de la sección seria del asunto, pero encontrando
un nuevo hogar
en todos los congresos de astrólogos. Posteriormente
ha ido encontrando
nuevas correlaciones: militares, científicos, y un
largo etcétera tienen
a ciertos planetas en ciertos lugares de su cielo natal.
Gauquelin dice
disponer de una base de datos con varios millones de ejemplos,
pero no
puede convencer a nadie de que su efecto no es un artefacto
de la
estadística. Finalmente, aunque sus efectos fueran
reales, bien poco
sirven de ayuda, pues ni la presencia de un planeta en el
lugar adecuado
significa el éxito en cierta profesión ni
lo contrario.
La conexión psicológica
Es cierto que muchas personas creen al leer una caracterización
astrológica que ésta es correcta. Pero se
han realizado bastantes pruebas
(una recopilación de los mismas se puede encontrar
en 14) y queda claro
que la gente se contenta con lo que le digan, sea su carta
astral o justo
la contraria. Gauquelin envió a bastantes personas
un horóscopo de un
asesino y casi todos le contestaron que lo encontraban muy
ajustado a su
personalidad. En esta faceta de lo astrología influye
el llamado efecto
Barnum o cliché psicológico, por el cual una
afirmación sobre la
personalidad de uno mismo es fácilmente aceptada
como propia por
cualquier otra persona. En ello ayudan además otros
factores, como el
hecho de que la astrología se nos presenta como un
cuerpo doctrinal
perfecto, que nos habla de nosotros que nos justifica algunas
tendencias
nuestras y no nos lo achaca a nuestra psique o educación.
Parece que si
somos idiotas no es del todo culpa nuestra. También
ayuda el tener que
pagar por ello, pues es claro que lo bueno no se da gratis...
Aparte de
esto, muchas de las afirmaciones de un horóscopo
son bastante vagas, de
manera que es fácil asumirlas. Normalmente sus caracterizaciones
son
aplicables a muchas personas. Por ejemplo, si un astrólogo
dice que
alguien tuvo una enfermedad de niño, o que en la
escuela algunas
asignaturas le resultaban más difíciles (por
ejemplo las matemáticas para
una gran parte de la población) es muy probable que
acierte. También se
produce un efecto de feedback(retroalimentación)
reforzante, por el que
el sujeto, al creer acertadas unas cosas, tiende a creerse
otras con las
que en principio no estaría de acuerdo. Otros efectos
se producen si la
práctica astrológica se da en una consulta.
Me refiero principalmente a
la lectura fría, método empleado por lo ilusionistas
del tipo mentalista
que consiste en aprovechar las reacciones inconscientes
de las personas
para aprender detalles sobre las mismas. Son efectos comunes
a
ilusionistas, adivinos y presuntos psíquicos contra
los que se ha de
estar preparado. (Los buenos jugadores de mus o póker
suelen hacerlo muy
bien).
Test a los astrólogos
Los astrólogos no resultan ser capaces de demostrar
sus afirmaciones. En
el recuadro adjunto se ve un resumen de los diversos tests
llevados a
cabo. No se ha logrado encontrar correlación entre
la actividad
profesional y el signo, o los planetas, tampoco parece haber
signos
compatibles e incompatibles ya he comentado que la Luna
no tiene nada que
ver con lo que nos pasa aquí, las predicciones de
los astrólogos a los
medios de comunicación son peores que la estimación
del IPC anual (los
españoles no superan el 20% de aciertos) y para colmo,
uno de los pocos
tests serios que se han realizado sobre la habilidad de
los astrólogos
para hacer cartas natales correctas mostró claramente
que una elección al
azar producía más aciertos (15). En esta prueba,
se guardó un protocolo
de doble ciego (ni el experimentador ni
pag-36
los experimentados sabían si el sujeto a examen
era válido para la prueba
o un control), y se les pedía a los astrólogos
escogidos por el National
Council of Geocosmical Research, una de las más importantes
asociaciones
astrológicas americanas, que eligieran entre los
tres perfiles
psicológicos que les daban cuál se ajustaba
mejor a la fecha y lugar de
nacimiento que también se les proporcionaba. El perfil
psicológico había
sido realizado por psicólogos conforme al CPI (California
Personality
Inventory, un test que consiste en 480 preguntas de respuestas
verdadero
/ falso que proporciona información sobre 18 rasgos
psicológicos del
individuo). Al azar es esperable acertar una de cada tres
veces, y aunque
en principio los astrólogos debieran haber acertado
en todos los casos,
se consideraba que acertando un 50% de las veces quedaría
demostrada su
capacidad. Como comentaba, el resultado era más o
menos el del azar (de
hecho un poco menor). Lo curioso del coso es que los astrólogos
siguen
sin prestar importancia a resultados como el de Carlson,
aduciendo que lo
que pasó es que esos astrólogos eran malos.
Por supuesto, se pueden
realizar más tests, y de verdad yo estaría
encantado de participar en
ellos si hace falta. Pero evidentemente, para mi ha quedado
suficientemente demostrada la incapacidad de los astrólogos.
Y han de ser
ellos los que se encarguen de demostrar la veracidad de
sus asertos, como
comentaba al principio.
Concluyendo
Todo lo que se ha venido comentando en este artículo
puede no ser más que
agua de borrajas. Aun teniendo en cuenta el impacto de la
campaña
antiastrológica, la situación actual es bastante
penosa: hay empresas que
consultan a astroeconomistas para sus decisiones, o para
contratar
personal, todas los cadenas de televisión tienen
su astrólogo e incluso
el Teletexto tiene una sección de horóscopos...
Desde luego, yo espero
que unos cuantos os sintáis lo bastante interesados
como para profundizar
en el tema. Comprendo que haya muchas personas que piensen
que es una
pérdida de tiempo el meterse con la astrología
(aunque espero que nadie
de los asistentes se la crea...). Lo considero un tema lo
suficientemente
relevante como para en las agrupaciones astronómicas
se le dedique un
poco de tiempo, y por eso me gustaría antes de terminar
proponer algunas
actividades posibles. Por un lado, se puede lograr una gran
difusión
local del manifiesto da los astrónomos manteniendo
caliente el debate por
algún tiempo. Las cartas a los periódicos
se suelen publicar (aunque no
siempre) y ahí puede haber una pequeña tribuna
para difundir ideas acerca
de este tema. Muchos periódicos incluyen predicciones
astrológicas en sus
páginas. Muy pocos de ellos, sin embargo, incorporan
una sección similar
sobre la astronomía. Una labor de las agrupaciones
que veo fundamental es
luchar por que la astronomía sea noticia, aunque
sea una vez al mes. No
es complicado para nosotros elaborar una nota de prensa
sobre el cielo de
cada mes que, seguro, muchos periódicos podrían
incluir. Hubo una
iniciativa en EEUU, promovida por el CSICOP (Committee for
the Scientific
Investigation of the Claims of the Paranormal), en la que
se envió a
todos los medios de comunicación una nota en la que
se hablaba de la
astrología, y se proponía que si decidían
continuar incluyendo los
horóscopos, al menos pusieran al principio una nota
(como se hace con los
paquetes de tabaco). El texto de la nota no es lo importante,
aunque el
que se proponía venía a decir: La siguiente
predicción astrológica debe
entenderse solamente como un entretenimiento. Este horóscopo
no tiene
nada que ver con hechos científicos o demostrables.
Hay que reconocer que
sólo unos cien periódicos y revistas americanos
incluyen una nota
similar, pero es un paso adelante. Si los medios de comunicación
reciben
cartas en este sentido, quizá consideren la posibilidad
de incluir el
aviso. (Esto lo hago extensivo a las televisiones, al teletexto...)
Otra
acción que se podría tomar es la redacción
de un manifiesto similar al de
los científicos. Realmente, bien poco habría
que cambiar en él para poder
dar cabida a los aficionados a la astronomía. Me
gustaría poder saber
vuestra disposición a una campaña de este
tipo. En España existe una
agrupación que se dedica, como el CSICOP americano,
a favorecer la
investigación crítica de los fenómenos
paranormales, de las
pseudociencias, y que se pone a disposición de todo
aquél que quiera una
información veraz sobre estos temas: Alternativa
Racional a las
Pseudociencias, y edita un boletín llamado La Alternativa
Racional. No
quiero ser demasiado proselitista, pero me parece que las
agrupaciones
astronómicas podrían encontrar interesante
la información de ARP, y por
otro lado, en ARP estamos deseosos de poder contar con más
gente
interesada en estos temas: somos muy pocos ante tanto charlatán.
Su
dirección es el Apartado de Correos 6.112 de Bilbao,
distrito postal
48080. Finalmente, os hago un ruego: la información
sobre el tema
paranormal y
pag-37
pseudociencias que aparece en los medios de comunicación
es muy variada y
muchas veces no nos llega noticias de ella, especialmente
si hablamos de
periódicos locales. Si os es posible enviárnosla,
os estaríamos muy
agradecidos.
Referencias:
(1) A. Franknoi, 1978, Mercury, Jan-Feb, 21
(2) Entre ellos, en castellano: J.C. Pecker, 1983, Mundo
Científico,
no.22, J.E. Armentia, M.A. Sabadell, 1990, Tribuna de la
Astronomía, no.
56/57, Julio / agosto, C. Inza, L. Ocaña, 1990, Tribuna
de Actualidad, 11
de Junio, A. Hernández, 1990, Conocer, nº. 111,
Agosto. Y en inglés: I.
Kelly, 1980, Mercury, Nov/Dec, I. Kelly, 1981, Mercury,
Jan/Feb, T.G.
Cowling, 1982, Quarterly J. of the R.A.S., 23, 515, J.Rotton,
I. Kelly,
1986, Mercury, May/Jun, A. Fraknoi, 1989, Sky an Telescope,
Aug, 146.
(3) J.E. Armentia, 1990, Nuevo Siglo, 13, 129.
(4) O. Neugebauer, 1975, A history of ancient Astronomy,
Springer-Verlag.
(5) Citado por P. Seymour, 1990, Astrology: the evidence
of science,
Arkana Books.
(6) Según cita una carta del astrólogo Carlos
Bogdanich en la revista Más
Allá, julio 1990.
(7) T.G. Cowling, 1977, Isaac Newton and astrology, Leeds
University
Press
(8) P.A. Ianna, C.J. Margolin, 1981, The Skeptical Inquirer,
Fall, p. 32.
(9) Jean Meeus, 1982, The Skeptical Inquirer, Summer.
(10) I. Kelly, 1981, Mercury, Jan/Feb, p.13.
(11) A.L. Leiber, 1978, The lunar effect, Doubleday. Puede
existir una
traducción al español, aunque no estoy seguro.
(12) R. Culver, P.A. Ianna, 1984, The Gemini Syndrome,
Prometheus.
(13) Ver el informe múltiple aparecido en The Skeptical
Inquirer, Winter
79/80.
(14) G. Dean, 1987, The Skeptical Inquirer, vol.XI nos.2
y 3.
(15) S. Carlson, 1985, Nature, 318 (Dec5), 419.
Recuadro del que se habla en el texto
Test sobre la astrología
* J. McGervey estudió las fechas de nacimiento de
6.457 políticos y 6.634
científicos, encontrando que se repartían
entro los diferentes signos
completamente al azar.
* R. Bastedo estudió diferentes características
de la personalidad
(liderazgo, inteligencia, extraversión, habilidad
artística, hasta más de
veinte) en una muestra de 1 .000 personas. No aparecía
ninguno de los
efectos esperables según los astrólogos (preponderancia
de algunos signos
según qué cualidad, inhibición de otros).
* R. Culver comprobó para 300 personas diversas
características físicas
(tipo sanguíneo, color del pelo, tamaños de
diversas partes del cuerpo,
lateralidad altura, peso y muchas más) por ver si
había alguna relación
con el signo zodiacal. No apareció ninguna.
* B. Silverman analizó los signos de 2.978 personas
casadas y 478
divorciadas, sin poder encontrar tendencia de signos compatibles
o
incompatibles. También estudió a 1.600 estudiantes
graduados en
psicología, para ver si sus opiniones sobre igualdad,
honestidad
intelectualidad y otras
pag-38
tenían algo que ver con el signo. Nada de nada.
* Snell, Dean y Wakefield estudiaron las biografías
de dos muestras de
1.500 lideres escogidos al azar, para ver sus rasgos. Según
los
astrólogos Virgo es un signo de liderazgo. Sin embargo
no había más
nativos de Virgo que de otros signos.
* J.T. Bennet y J.R. Barth estudiaron los signos regidos
por Marte y las
listas de reclutamiento en el ejército americano
(allí esto es
voluntario...) no encontrando, como cabría esperar
según los astrólogos,
que estos signos fueran más abundantes que los otros.
* J. Noblitt intentó comprobar la idea astrológica
de que las relaciones
angulares entre planetas (aspectos) en el momento del nacimiento
servían
para predecir las características de las personas.
No encontró ninguna
relación que lo probara.
* M Gauquelin estudió si había relación
entre el signo y la ocupación
para 15.560 profesionales de éxito. Comprobó
también si hay herencia
astrológica (el niño tiende a nacer con similares
rasgos astrológicos que
la madre o el padre). Lo hizo para 7.946 individuos y 3.923
pares hijo-
padres. También buscó la validad de varios
grupos de signos zodiacales,
que se describen como positivos o negativos, (introversión
o
extraversión), estudió las triplicidades (signos
de cada uno de los
elementos clásicos: tierra, agua, aire o fuego) asociadas
a
características psicológicas como actividad,
estabilidad o adaptabilidad.
Ninguna de las hipótesis astrológicas pudo
confirmarse. El mismo
Gauquelin encontró, a partir de 1975, relaciones
entre las posiciones que
ocupaban ciertos planetas en el cielo en el momento del
nacimiento y la
ocupación de las personas, especialmente si habían
destacado en ello.
Así, Marte para los deportistas (no para los jugadores
de baloncesto...),
Saturno y los militares, Júpiter y los políticos.
Se crea una comisión
para investigar el efecto, pero los resultados son contradictorios.
Todos
los intentos de reproducir sus resultados por otros investigadores
han
dado resultados negativos.
* G.A. Tyson examinó relaciones entre la fecha de
nacimiento y la carrera
para 10.313 graduados universitarios: no encontró
ninguna relación.
* C. Sherin estudió los asesinatos cometidos durante
15 años en la
provincia de Dade, Florida, (en total 1.687) encontrando
que se agrupaban
en torno al plenilunio y justo después del novilunio.
* Algo similar observó en Cuyahoga, Ohio (con 2.088
homicidios
estudiados): los homicidios aumentaban en los días
posteriores a la Luna
llena y nueva. Las diferencias entre ambos sitios se justificaron
por
diferencias en la latitud. Un estudio idéntico realizado
por A. Pokornoy
y J. Jachimczyk en el estado de Texas (en Harris con 2.494)
no mostró
semejante efecto.
* Cooke y Cooles, y Campbell y Beets analizaron la posible
relación entre
fase de la Luna y hechos como suicidios o admisión
en hospitales
psiquiátricos, no hallando ninguna, dentro de los
errores estadísticos.
* Frey, Rotton y Barry estudiaron las llamadas hechas a
la policía
(ambulancia, incendios, violaciones, asaltos, vandalismo,
llamadas
obscenas y un largo etcétera, hasta 56 tipos). En
50 de ellos no había
relación con la Luna.
* D. Lester estudió los suicidios (25.137) y homicidios
(20.500) en EEUU
pag-39
durante 1973, no dándose relación con la
fase de la Luna.
* Kelly, Saklofsky y Culver han publicado este año
un estudio en que
comprueban que no hay relación entre la fase de a
Luna y desastres
acontecidos en los últimos 150 años (accidentes
ferroviarios, en minas,
naufragios, grandes asesinatos y secuestros...).
* R. Cuiver y P. Ianna estudiaron las 3.011 predicciones
realizadas
durante 5 años por famosos astrólogos americanos,
viendo que no se habían
cumplido más del 10%.
* Un estudio más reducido, llevado a cabo en la
prensa española =or L.
.Angulo demostró que como mucho acertaban un 20%
de las veces (incluyendo
en ello afirmaciones vagas como "habrá fuegos
en los bosques españoles",
"Gibraltar todavía no será español"
y cosas por el estilo).
* En el Servicio Geológico de los EEUU se analizaron
240 predicciones de
terremotos de 27 astrólogos. El nivel de aciertos
no era mayor del
esperado por azar.
* Cummings et al., Neher, Lackey, Dwyer y Grange, Tyson,
Carlson y Dwyer
(otra vez) comprobaron diversas veces (un total de 230 personas)
que los
individuos son incapaces de distinguir entre su carta astral
y la de otra
persona.
* Dean, entre otros, probó con 22 sujetos que en
la carta astral que
creían verdadera un 97% de lo dicho les parecía
correcto, frente a sólo
un 12% de lo dicho en la carta que se les había dicho
era la opuesta. Lo
curioso es que eso sucedía independientemente de
que se les hubiera dicho
la verdad o se les hubiera engañado. El mismo Geoffrey
Dean eligió de
entre una total de 1.198 los más extravertidos y
los más introvertidos,
según los resultados de un test de personalidad en
total 60 de cada
tipo. Las cartas astrales de estos sujetos se enviaron a
45 astrólogos,
principalmente americanos e ingleses, para que ellos discriminaran
entre
los dos tipos de personalidad. Otros 45 astrólogos
hicieron la misma
selección pero sin cartas. Los aciertos fueron en
torno al 50%, es decir,
lo esperable al azar, pero curiosamente, los astrólogos
que no emplearon
cartas lo hicieron mejor que los que tenían las cartas
astrales...(S.
Carlson hizo un test también sobre la capacidad de
los astrólogos de
encontrar la carta verdadera, como se indica en el texto).
pag-40
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40
Libros
M. Quintana
Instalado como ya está en el mundo civilizado el
movimiento Nueva Era
(ritos mistéricos, doctrina del Tercer Ojo y similares),
quizá convenga
echar una mirada atrás en el tiempo para averiguar
los orígenes
socioeconómicos (las raíces materiales) en
los que surgen y se
desarrollan esta clase de nacionalismos populares. Con este
propósito
recomiendo un par de obras arrancadas a las fuentes más
críticas de la
antropología académica.
Titulo: Antropología cultural.
Autor: Marvin Harris
Editorial: Alianza Editorial (nº 1464, col. El Libro
de Bolsillo). 773
pp. Madrid, 1990.
Trad. de Vicente Bordoy y Francisco Revuelta.
Se trata de una nueva edición del antiguo Introducción
a la Antropología
Genera. Sorprende ver en él todo un apartado dedicado
al creacionismo
científico (ver cap. 2), en un estilo claramente
afín al más corrosivo
del Asimov que dedica artículos a la Mayoría
Moral. En línea semejante
pueden leerse explicaciones materialistas para el resurgir
religioso y
los predicadores televisivos (ver cap. 16).
El impulso más profundo y más característico
del despertar religioso en
Norteamérica no es la búsqueda del significado
último, sino la búsqueda
de soluciones a los problemas económicos y sociales
que no están
resueltos.
Escrito hace más de diez años no sólo
sigue siendo válido para el
contexto actual de los U.S.A., sino que confirma el argumento
vigente
respecto a las razones de la difusión
Título: La cultura contra el hombre.
Autor: Jules Henry
Editorial: Siglo XXI - 437 pp. México. 1967 (primera
edición en
castellano) Trad. de Francisco González Aramburu
En este caso me vais a perdonar por la fecha de su última
edición (1975),
que hace que resulte casi imposible dar con un ejemplar
incluso en las
librerías más voluminosas. Otra cosa que debo
advertir es la irrelevancia
de buena parte de sus capítulos para entender la
influencia del
pensamiento irracional y -su otra cara- el recelo mayoritario
a la
cultura científica. A este fin tan concreto sólo
es recomendable la
lectura de la primera parte (unas 100 páginas aproximadamente).
Sin
embargo, no debería ser ello óbice para intentar
la búsqueda de un
ejemplar, porque si globalmente es interesante, esta primera
parte es
sencillamente magnífica. Tampoco debería menospreciarse
por su apariencia
trasnochada, al tener por objeto la cultura norteamericana
contemporánea
de los años 60, pues eso no cambia la verdad del
origen de esa hostilidad
contra la ciencia, el gran creador de la obsolescencia.
Ni menos aún por
el hecho de que el enfoque crítico se inicie con
un análisis de la
publicidad y su filosofía monetaria, ya
pag-42
que esta resulta ser la clave de una economía de
esta enfermedad social
atontadora por el resto del mundo, basada en la obsolescencia
dinámica(tendencia irracional a comprar siempre lo
último, para mantener
un sistema productivo a todas luces insatisfactorio} y esa
economía es a
su vez sustento material de los modos de pensar, que son
el centro de
nuestro interés.
Esta clase de pensamiento -que acepte una prueba que no
es prueba- es un
factor intelectual esencial de nuestra economía,
ya que si la gente
pensase con cuidado sería difícil venderle
(...). Con objeto de existir
económicamente, tal cual somos, debemos tratar con
todas nuestras
fuerzas, de ser idiotas (...). El gobierno, con la connivencia
de la
gente, permite que se explote la tontería hasta cierto
punto, con objeto
de mantener una economía irracional"
Es de señalar que ni el autor ni la obra están
dentro de lo que podríamos
llamar militancia contra las pseudociencias. Es más,
este concepto ni
siquiera aparece a lo largo del libro, pero seguramente,
en los tiempos
que corren, al autor no le sorprendería en absoluto
descubrir que hoy
puede ser utilizable precisamente, y sobre todo, desde este
punto de
vista.
Nota de R.: Hay muchos amigos de ARP a los que les gustaría
poder tener
ésta y otras obras antiguas. En base a ello os rogamos
que si la
encontráis en alguna librería de segunda mano
a un precio razonable
(menos de 3.000 Pta.) nos lo hagáis llegar a la redacción
de LAR
(Apartado 904 / 20080 Donostia-San Sebastián-.)
Algunos libros que queremos conseguir son: "El triángulo
de las Bermudas
solucionado" de Larry Kusche, trabajos de Mario Roso
de Luna sobre la
teosofía española, etc.
Si algún lector quiere conseguir alguna obra de
segunda mano le rogamos
que nos escriba y publicaremos su petición en estas
páginas.
pag-43
Alternativa Racional a las Pseudociencias.
La asociación Alternativa Racional a las pseudociencias
(ARP) trata de
fomentar la investigación crítica de las supuestas
manifestaciones de lo
paranormal y los hechos presuntamente situados más
allá de los límites de
la ciencia siempre desde un punto de vista escéptico,
científico y
responsable, y dar a conocer los resultados de tales investigaciones
a la
comunidad científica y al público en general.
Para alcanzar estos objetivos, la asociación:
Mantiene un equipo de personas interesadas en examinar
críticamente las
supuestas manifestaciones de lo paranormal y los hechos
situados más allá
de los límites de la ciencia.
Está en contacto con asociaciones similares de todo
el mundo,
estableciéndose para cada caso el tipo de relación
que se estima
conveniente.
Propicia y encarga investigaciones a estudiosos objetivos
y neutrales de
las áreas que sea necesario.
Prepara bibliografías de materiales publicados que
analizan
cuidadosamente los temas objeto de estudio.
Publica artículos, revistas, monografías
y libros que examinan las
supuestas manifestaciones de lo paranormal y los hechos
presuntamente
situados más allá de los límites de
la ciencia.
Organiza conferencias y simposios, y asiste a los medios
de comunicación
para ponerse en contacto con la opinión pública.
No rechaza los hechos a priori, antes de investigarlos,
sino que los
examina objetiva y cuidadosamente antes de manifestarse
al respecto.
Alternativa Racional a las Pseudociencias (ARP) es una
entidad cultural y
científica sin ánimo de lucro. La Alternativa
Racional es el órgano
informativo oficial de la asociación.
Apartado de correos 17.026
28080 Madrid