LAR Número 12
/ Año III
Mayo de 1989
EDITORIAL
¡ANIMO Y ADELANTE!
Félix Ares de Blas
Estimados amigos, esta vez me ha tocado a mí escribir
esta editorial. Desde el último número de
LAR han ocurrido demasiadas cosas que quisiera reflejar
adecuadamente pero que me va a ser imposible. A título
de ejemplo señalo dos hechos importantes: uno, que
la secretaría ha sido asumida por Luis Miguel Ortega
Gil, y dos: que se ha celebrado la Asamblea Anual de ARP
en Bilbao. Cualquiera de las dos cosas requeriría
mucho más espacio del que voy a dedicar; pero no
es posible por muchos motivos. Espero que sepáis
disculparme.
Debido a problemas de índole personal, nuestro antiguo
Secretario General, que, además de secretario, lo
era casi todo en el grupo, tuvo que dejar su puesto. El
hecho nos ha causado muchísimos problemas, uno de
ellos lo estáis sufriendo: El retraso en la salida
del número 12 de LAR.
Como muy bien sabéis, Luis Alfonso era el alma mater
del grupo; era quien mantenía la correspondencia
con todos los socios, simpatizantes y organizaciones afines
nacionales y del extranjero, quien organizaba las reuniones,
quien hacia los dossiers para pedir subvenciones -que nunca
llegaron, pero que produjeron muchísimo trabajo-,
quien daba forma final a la revista, quien iba a las emisoras
de radio, quien llamaba a la televisión vasca, etc.
Luis Alfonso era -y es- un magnífico amigo de todos
nosotros. Trabajador incansable, idealista, Quijote, filósofo
a su manera...
Me estoy poniendo tan sentimental que parece que me estoy
refiriendo a una persona muerta. NO. ¡No! Luis Alfonso
no ha muerto; está con nosotros, vivo y colaborando,
aunque con un poco menos de intensidad de la que él
querría.
Desde estas líneas quiero desearle el mayor de los
éxitos en el berenjenal en que está metido.
Luis Alfonso, ya me conoces, me cuestan las palabras de
agradecimiento. Sólo voy a decirte tres palabras:
¡Animo y adelante!
Luis Miguel Ortega es un joven de Bilbao, estudiante de
informática, que ha asumido con todo el ánimo
del mundo la Secretaría General. Su contacto con
Luis Alfonso era permanente por lo que sabía en qué
lío se metía. Y lo hizo valientemente y con
eficacia. Lo está haciendo muy bien. Sólo
voy a decirle tres palabras: ¡Animo y adelante!
Respecto al segundo punto -la Asamblea Anual de ARP en Bilbao-
quiero ser muy breve. El Grupo Escéptico catalán
-ARP/GEC-, que estuvo representado en Bilbao por Mario Bohoslavski,
ha editado un boletín que ha titulado "LA NAVAJA";
en él, con un estilo infinitamente superior al mío,
se cuenta lo que fue aquella reunión. Espero que
Mario no me mate si digo que los socios muy interesados
e impacientes le pueden pedir copia. Prometo que el próximo
número haré un extracto de lo que en él
se dice. Y tiene que ser en el próximo número,
no puede ser en éste porque se nos acabaron las páginas.
La culpa es de un engendro sobre la Tunguska que han escrito
unos desaprensivos que os suenan a todos: Luis Alfonso Gámez,
Jesús Martínez Villaro y Félix Ares.
La verdad es que hemos dudado mucho a la hora de meter semejante
mamotreto. Al final hemos pensado que ARP no tiene la misión
de atacar a las pseudociencias o de negarlas de un modo
apriorístico, sino de someterlas a un análisis
crítico. Ante las barbaridades que se han dicho sobre
"La explosión de la Tunguska", Luis Alfonso,
Jesús y yo mismo hicimos un estudio que creo merece
la pena -lo cual demuestra mi inmodestia-. La idea que nos
mueve a publicar este trabajo es la reflexión de
que en algún sitio tenemos que dar cabida a los estudios
largos de los socios. Es obvio que, a veces, media docena
de folios no es suficiente. En ese caso, ¿qué
hacemos?, ¿no publicarlo?, ¿forzar a un resumen
demasiado escueto que no refleja el auténtico trabajo
realizado? Hemos pensado que los trabajos largos hay que
publicarlos. El mensaje que hay detrás de la publicación
de "La explosión de la Tunguska" es que
vosotros también podéis hacerlo. Si habéis
hecho un trabajo de investigación que mere!
zca la pena y que no se pueda resumir, enviárnoslo,
de algún modo trataremos de meterlo en ARP. Jesús
se enfadará conmigo pues él es el que tiene
que tratar de meterlo. Pero no os preocupéis, es
un buen chico, con mucha paciencia.
¡Animo y adelante!
La verdad es que me estoy enrollando como una persiana.
Voy a resumir. En Bilbao se acordaron varias cosas:
1.- Cambiar el formato de impresión de LAR. Ya veis
que este número se ha impreso en Bilbao en vez de
San Sebastián y que su presentación es diferente.
2.- Se eligieron los cargos para un año más.
La Junta Directiva ha quedado así:
Presidente: Félix Ares de Blas
Vicepresidentes: Alvaro Fernández y Alberto Hidalgo
Secretario: Luis Miguel Ortega Gil
Vicesecretario: Jesús Martínez Villaro
Tesorero: Gabriel Naranjo
Vocales: Víctor Sanz Larrínaga y Mario Bohoslavsky
En fin se me quedan muchos temas en el tintero. Uno importantísimo
es que se han creado Subcomités. Se trata de que
cuando uno tenga alguna información sobre un tema,
que se la envíe al Subcomité interesado, y
viceversa, que cuándo alguien necesite información
sobre un tema se la pida al Subcomité adecuado. Víctor
Sanz Larrínaga es el coordinador del Subcomité
de medicina, Luis Alfonso Gámez es el coordinador
del Subcomité OVNI. Alberto Hidalgo y Félix
Ares forman el Subcomité educación y metodología
de las ciencias. Este ultimo Subcomité causó
una cierta polémica en la mesa. Al final quedaron
claras unas cuantas cosas, el Subcomité no pretende
inmiscuirse en asuntos que competen al Ministerio de la
"cosa" educativa. No, no es esa la intención
del Subcomité; pero -siempre los PEROS- pudiera ocurrir
que en algún momento algún representante de
los "mass media" pidiera la opinión de
ARP sobre la enseñanza del creacionismo en la escuela,
o, una cosa mucho más cercana: a mis hijos,!
en un colegio laico, -Colegio Inglés San Jorge de
San Sebastián- les han contado en clase de religión,
como verdad demostrada, el libro de nuestro ínclito
quinto evangelista, Juan José Benítez, "El
enigma de la virgen de Guadalupe". Mi respuesta ha
sido sacar a mis hijos de ese colegio; pero, tal vez, pudiera
ocurrir que a algún colegio se le plantease la duda
de si la pintura de la virgen de Guadalupe debe contarse
en clase o no, y creo que ARP debe tener una opinión.
Mi admirado Alberto Hidalgo y yo mismo trataremos de responder
a esas preguntas. Otro ejemplo, en la abominable revista
del televisivo Fernando Jiménez del Oso, titulada
algo así como "MÁS ALLA", en el
último número, presenta una foto de un estrato
geológico en que aparecen un hombre y un dinosaurio.
Si alguien pregunta cuál es la opinión de
APP sobre si en clase hay que contar que el dinosaurio y
el hombre son contemporáneos creo que ARP debe tener
una opinión. Por favor, vuestras sugerencias a Alberto
o a mi !
mismo.
Antes de acabar quiero deciros que tanto Luis Alfonso como
Jesús Martínez como yo mismo, somos ufólogos
que nos hemos dado cuenta de que detrás de la ufología
no hay nada. Eso explica una frase que si no os puede parecer
enigmática. En el artículo titulado "Un
encuentro... desfasado" Luis R. González dice:
"¡Me dejasteis solo ante el peligro!" Quizá
la frase resulte enigmática para quien no sepa que
tanto Luis Alfonso como yo mismo prometimos ir al evento
ufológico. La verdad es que pensábamos que
se iba a tratar de investigar los ovnis desde un punto de
vista serio, a lo que ni Luis ni yo tenemos ningún
reparo. Nosotros estábamos dispuestos a "pegarnos"
con todos los ufólogos del mundo que hiciera falta,
para decir lo que en LAR es evidente: que las pruebas de
la existencia de ovnis son circunstanciales, que los ovnis
no son necesarios para la historia ovni, que nuestra conclusión,
después de 25 años de investigación,
es que los ovnis son una nueva religión, etc. Prometimos
!
ir; pero la cita coincidió con la visita a nuestro
país de James Randi. Tuvimos que decidir y la balanza
se inclinó por Randi. A Luis R. González le
dejamos solo. No importa, por su crónica vemos que
él lo hizo bien... y que no nos perdimos nada.
En fin, nada más. Ya estamos trabajando en el número
13 de LAR. Esperamos que no salga con demasiado retraso.
Saludos a todos,
Perdón por el rollo.
LAR Número 12 / Año III
Mayo de 1989
LA GRAN EXPLOSIÓLN DE TUNGUSKA
Félix Ares de Blas
Luis Alfonso Gámez Domínguez
Jesús Martínez Villaro
"Entonces Yahvé hizo llover sobre Sodoma y
sobre Gomorra azufre y fuego que venia de Yahvé,
desde el cielo. Y destruyó aquellas ciudades, y toda
la Vega, con todos los habitantes de las ciudades, hasta
las plantas del suelo. Mas la mujer de Lot miró atrás
y se convirtió en estatua de sal. Levantose Abraham
muy de mañana y se fue al lugar donde había
estado en pie delante de Yahvé. Miró hacia
Sodoma y Gomorra, y hacia toda la región de la Vega,
y vio que de aquella tierra subía humo, como el humo
de un horno."
Génesis 11, 24-28
LA PROXIMA VEZ...
"A las 9.46 (meridiano Greenwich) de la mañana
del 11 de septiembre, en el verano excepcionalmente hermoso
del año 2077, la mayor parte de los habitantes de
Europa vieron aparecer en el cielo oriental una deslumbrante
bola ígnea. En cuestión de segundos se tornó
más brillante que el sol y al desplazarse en el cielo
-al principio en completo silencio- iba dejando detrás
una ondulante columna de polvo y humo.
"En algún punto sobre Austria comenzó
a desintegrarse produciendo una serie de explosiones, tan
violentas que más de un millón de personas
quedaron con los oídos dañados para siempre.
Estas fueron las afortunadas.
"Desplazándose a cincuenta kilómetros
por segundo, un millón de toneladas de roca y metal
cayó sobre las llanuras del Norte de Italia y destruyó
con una llamarada de segundos la labor de siglos. Las ciudades
de Padua y Verona fueron barridas de la faz de la Tierra;
y las últimas glorias de Venecia se hundieron para
siempre en el mar cuando las aguas del Adriático
avanzaron atronadoras hacia tierra después de aquel
golpe fulminante venido del cielo.
"Seiscientas mil personas murieron, y el daño
material se calculó en más de un trillón
de dólares. Pero la pérdida que significó
para el arte, la historia, a ciencia -para el género
humano en general por el resto de los tiempos- estaba más
allá de todo cálculo. Era como si una guerra
hubiese estallado y se hubiese perdido en una sola mañana,
y pocos pudieron sentir algún placer por el hecho
de que, mientras el polvo de la destrucción se depositaba,
el mundo entero presenció durante meses los más
espléndidos amaneceres y ocasos que se recordaban
desde el Krakatoa.
"Después del estupor inicial, la humanidad reaccionó
con una determinación y una unidad que no habría
podido demostrar en ninguna época anterior. Semejante
desastre, de ello se tuvo plena conciencia, podía
no volver a ocurrir en mil años, pero podía
volver a ocurrir al día siguiente. Y la próxima
vez las consecuencias podían ser aún peores.
"Pues bien, no habría una próxima vez."
Así es como narra el autor de ciencia ficción
Arthur C. Clarke, en su obra "Cita con Rama" [1],
las consecuencias que podría tener la colisión
de un objeto celeste con la Tierra en un futuro próximo.
Aunque el lector no lo crea, este fragmento del libro de
Clarke muestra que muchas veces la ciencia ficción
está más cerca de la realidad que de la ficción.
Sólo hay que recordar lo que sucedió el 30
de junio de 1908 en Siberia Central...
CUANDO LA DESTRUCCION VINO DEL CIELO
A primeras horas de la mañana del 30 de junio de
1908, una gigantesca bola de fuego atravesó los cielos
de Siberia Central. Poco después, el misterioso objeto
celeste pareció estrellarse contra la superficie
de la Tierra, provocando una explosión que arrasó
más de 2.200 kilómetros cuadrados de bosque
e incendió miles de árboles cercanos al lugar
del presunto impacto. La onda de choque dio dos veces la
vuelta a nuestro planeta.
Los hechos sucedieron en las cercanías del río
Tunguska Pedregoso, afluente del Yenisey situado aproximadamente
a unos 1.000 kilómetros al Norte de Irkutsk.
Afortunadamente, la explosión tuvo lugar en plena
taiga siberiana, una de las pocas zonas de nuestro planeta
en donde los asentamientos humanos son prácticamente
inexistentes. Se trata de una región boscosa que
impone a sus pobladores unas condiciones de vida terriblemente
duras. Los bosques de estos parajes están constituidos
por pinos, abetos, pinsapos y alerces, junto con ejemplares
de especies de hoja caduca como el abedul y el álamo.
Estamos en los dominios del clima subártico. La temperatura
media es inferior a los 10º C durante más de
ocho meses al año, mientras que el mes más
frío cuenta con una temperatura inferior a -38º
C. La estación seca se localiza en invierno y las
precipitaciones anuales oscilan entre los 25 y 50 centímetros.
La densidad de población de la zona es inferior a
un habitante por kilómetro cuadrado. Los pobladores
de la taiga siberiana viven de la caza, la pesca y la recolección,
además da la explotación del bosque y de una
agricultura primitiva. L!
a lengua que hablan los habitantes de las proximidades del
Tunguska Pedregoso, los tunguses, es el Tungus-Manchues,
que tiene las mismas raíces que las lenguas coreanas.
Por suerte, y dado lo desolado del lugar, las únicas
víctimas que se cobró la explosión
fueron renos. Si se hubiera hecho a propósito, habría
sido muy difícil encontrar en todo el globo terráqueo
una zona donde los daños hubieran sido menores. Si
hubiera caldo en el mar, los maremotos resultantes habrían
sido catastróficos. Recordemos lo acontecido con
la erupción del Krakatoa, en la que una sola ola
arrasó 165 poblaciones de Java, quitando la vida
a más de 36.000 personas.
Testigos situados entre 30 y 60 kilómetros del presunto
punto de impacto sintieron una repentina ráfaga de
calor que atravesó sus abundantes ropajes. La sacudida
provocada por la explosión fue registrada como un
terremoto por varias estaciones meteorológicas siberianas.
La onda expansiva rompió ventanas, hizo volar campamentos
enteros, mató renos e hizo que personas cayeran al
suelo.
El 30 de junio de 1908 quedo grabado durante años
en la memoria de los habitantes del Norte de Europa porque
el cielo no se oscureció en el transcurso de toda
la noche. Durante los dos días siguientes, el polvo
suspendido en la atmósfera fue tan abundante que
hizo posible leer el periódico en las calles de Londres
a altas horas de la madrugada.
LAS EXPEDICIONES DE KULIK
La situación política que atravesó
Rusia a principios del siglo XX hizo que no se enviara ninguna
misión científica a Siberia Central hasta
1927, diecinueve años después de la misteriosa
explosión de Tunguska.
En 1921, la nueva Academia de Ciencias de la URSS encargó
al renombrado geólogo Leonid A. Kulik recoger toda
la información posible sobre caídas de meteoritos
en territorio soviético. Un amigo de Kulik, le facilitó
a éste un recorte de prensa en el que se hablaba
de una presenciada por los viajeros del Transiberiano en
junio de 1908. Esta información animó al geólogo
a dedicar veinte años de su vida a la investigación
del suceso de Tunguska.
Kulik comenzó su labor recogiendo gran cantidad de
declaraciones de testigos presenciales y reuniendo informes
meteorológicos. Además, se sirvió de
las noticias que del hecho facilitaron en su día
los periódicos de Irkutsk, Tomsk y Krasnoyarsk.
Vasiley Okhchen, testigo presencial de los hechos, le comunicó
a Kulik lo siguiente:
"A primera hora de la mañana todo el mundo
dormía en la tienda, cuando ésta voló
por los aires junto con sus ocupantes. Al caer de nuevo
a tierra, la familia entera sufrió ligeras magulladuras,
pero Akulina e Iván quedaron realmente inconscientes.
Cuando recobraron el sentido, oímos muchísimo
ruido. Todo lo que nos rodeaba estaba envuelto en humo y
polvo, y había muchos árboles caídos.
Repentinamente el estruendo cesó, pero el bosque
siguió ardiendo. Nos pusimos a buscar los renos,
que habían huido precipitadamente. Muchos de ellos
no volvieron."
El geólogo soviético recogió múltiples
testimonios de personas que vivieron la explosión
de Tunguska de una forma realmente dramática:
"Yo estaba en el campo;... acababa de enganchar un
caballo a la grada y empezaba a sujetar el otro cuando de
pronto oí que sonaba como un fuerte disparo por la
derecha. Me volví inmediatamente y vi un objeto llameante
alargado volando a través del cielo. La parte frontal
era mucho más ancha que la cola y su color era como
de fuego a la luz del día. Su tamaño era varias
veces mayor que el sol pero su brillo mucho más débil,
de modo que se podía mirar sin cubrirse los ojos.
Detrás de las llamas había una estela como
de polvo. Iba envuelto en pequeñas humaredas dispersas
y las llamas iban dejando detrás otras llamitas azules.
Cuando hubo desaparecido la llama, se oyeron estallidos
más fuertes que el disparo de una escopeta, podía
sentirse temblar el suelo, y saltaron los vidrios de las
ventanas de la cabaña.
"... Estaba lavando ropa en el bancal del río
Kan. De pronto se oyó un ruido como el aleteo de
un pájaro asustado... y apareció en el río
una especie de marea. Después se oyó un estallido
único tan fuerte que una de las mujeres trabajadoras...
cayó al agua.
"Estaba sentado tomando el desayuno al lado de mi
arado, cuando oí explosiones súbitas, como
disparos de escopetas. Mi caballo cayó de rodillas.
Una llamarada se elevó por el lado Norte, sobre el
bosque... Vi entonces que los abetos del bosque se inclinaban
con el viento y pensé en un huracán. Agarre
el arado con las dos manos para que no volara. El viento
era tan fuerte que arrancaba la tierra del suelo, y luego
el huracán levantó sobre el Angara una pared
de agua. Lo vi todo con bastante claridad, porque mi campo
estaba en una ladera [2]."
Un meteorólogo local llamado Voznesensky había
recopilado información sobre el fenómeno y
señalado el posible lugar de la explosión.
El estruendo provocado por la misma se había oído
a 800 kilómetros del supuesto punto de impacto, y
los sismógrafos de Irkutsk habían registrado
aquel día vibraciones de proporciones sísmicas.
Durante seis años de investigación, Kulik
reunió gran cantidad de información procedente
de periódicos, testigos y meteorólogos locales,
pese a lo cual tan sólo llegó a tener una
vaga idea de la situación exacta del lugar de impacto.
La primera expedición
En 1927, con el apoyo de la Academia de Ciencias, Kulik
partió de Leningrado con la esperanza de encontrar
el lugar exacto en el que había caído lo que
él pensaba que era un gigantesco meteorito. Esta
fue la primera de las cuatro expediciones de Kulik, que
contaron con todo tipo de inconvenientes, dejando a un lado
la propia hostilidad del medio físico.
En la década de los veinte, la taiga fue objeto de
una tímida exploración. Los rusos se abrieron
camino en la masa boscosa para fundar nuevas ciudades como
Bratsk, Us-Kut, etc. De todos modos, aún hoy en día
la taiga es una extensión boscosa prácticamente
virgen.
En marzo de 1927, Kulik partió de Taishet a caballo
y viajó en trineo por el nevado camino que le condujo
a la villa de Duorets, próxima al río Anqara.
Quince días después, abandonó Vanavara,
último núcleo civilizado antes de la inexplorada
taiga. Pronto advirtió que le iba a ser imposible
avanzar en la nieve sólo con caballos. Así
pues, adquirió algunos renos y reclutó como
guía al tungús Illya Potapovich. Tuvieron
que abrirse paso a través de la taiga usando el hacha.
A mediados de abril alcanzaron el río Mekirta. Allí,
Kulik vio las primeras huellas de la catástrofe a
cuya investigación se había dedicado desde
1921. Las colinas de la orilla Norte del Mekirta estaban
peladas. Al acercarse, advirtió que podían
verse grandes troncos de pinos caldos. Supo inmediatamente
que estaba presenciando las consecuencias de la explosión
ocurrida en el lugar diecinueve años antes. Ascendió
a la mayor de las alturas próximas, el Khladni, y
desde allí hasta donde alcanzaba su vista unos veinte
o veinticinco kilómetros el panorama era desolador.
Los gigantescos árboles de la taiga siberiana yacían
en el suelo; todos alineados apuntando a la misma dirección.
Era como un ejercito en formación cuyos soldados
hubieran caído firmes y con la cabeza apuntando al
mismo lugar. El centro de la explosión tenía
que estar más allá. El desastre de Tunguska
había sido mucho más importante de lo que
se reflejaba en las noticias que hablan llegado hasta San
Petersburgo.
Kulik deseaba encontrar el punto de explosión, pero
sus dos acompañantes tunguses, Potapovich Y Okhchen,
se negaron a adentrarse en la desolada extensión
que se abría ante ellos. La superstición de
los tunguses, que creían que la explosión
había sido una muestra de la ira del dios Ogdi, hizo
que Kulik no tuviera otra alternativa que regresar a Vanavara.
Allí hubo de buscar nuevos compañeros, y no
fue hasta junio cuando volvió de nuevo al Khladni.
Una vez hubo regresado al Khladni, siguió la dirección
marcada por los árboles caídos. Viajó
hacia el Noroeste, teniendo que volver a hacer uso del hacha
para abrirse paso. Un día llegó a una especie
de anfiteatro en las colinas y acampó en el fondo
del mismo. Al inspeccionar las cimas circundantes, Kulik
encontró por fin lo que buscaba: todos los árboles
caídos lo estaban en direcciones radiales, apuntando
a un centro común. Aquel era el punto en el que había
tenido lugar la explosión de Tunguska el 30 de junio
de 1908.
Kulik estaba seguro de que lo que había ocurrido
en Tunguska tenía como causa originaria la caída
de un gran meteorito. Por ello, esperaba encontrar en la
zona fragmentos del mismo. Sin embargo, no halló
ningún cráter, sino docenas de pequeños
agujeros. En el epicentro, cerca de tierras pantanosas,
encontró algunos árboles que habían
permanecido en pie después de la tremenda explosión.
Por ninguna parte de la superficie se encontraban restos
del meteorito, por lo que Kulik llegó a pensar que
éstos estaban a veinticinco metros de profundidad
en el suelo helado. Creía que el cráter se
había llenado de agua y que constituía el
lago sobre el que se encontraba. Trabajos posteriores demostraron
que el pantano localizado sobre el epicentro era una formación
natural que nada tenía que ver con el acontecimiento
de Tunguska.
Las escasas reservas con que contaba la expedición
hicieron que no se pudiera prolongar la investigación
in situ durante todo el tiempo que habría sido necesario.
Cuando Kulik volvió a Leningrado lo hizo ya con la
idea de regresar a aquel valle para buscar los restos del
gigantesco meteorito. Quizá la respuesta estaba escondida
en el fondo de los pequeños agujeros... Como Kulik
no era originario de Siberia, desconocía que tales
orificios eran comunes en toda la taiga, debido a la acción
del hielo durante el invierno. Ni en ésta ni en su
segunda expedición contó con alguien que le
sacase de su error.
La segunda expedición
Gracias a la información que recogió durante
su primer viaje, y aunque eran tiempos de confusión
y austeridad en la Unión Soviética, Leonid
A. Kulik no tuvo problemas a la hora de conseguir que la
Academia de Ciencias financiara más expediciones
a Tunguska.
En 1928, viajó con él el cámara Strukov,
que filmó los momentos más impresionantes
del periplo. La expedición hubo de superar numerosos
problemas. Varios miembros del grupo cayeron enfermos y
tuvieron que abandonar, y el propio Kulik sufrió
un accidente. La inspección magnética de la
zona no dio con ningún resto de meteorito férrico.
Volvieron a Leningrado sin haber obtenido nada relevante.
No obstante, las filmaciones de Strukov fueron lo suficientemente
espectaculares como para propiciar una tercera expedición
que contara con más medios que las dos anteriores.
La tercera expedición
El tercer viaje de Kulik transcurrió entre 1929
y 1930. El guía, llamado Krinov, perdió un
pie por congelación durante un viaje en busca de
provisiones, y otro miembro del grupo cayó enfermo
de apendicitis. Tampoco este nuevo equipo encontró
rastro alguno del gran meteorito que Kulik buscaba desde
1927. En otros lugares de la Tierra se habían recogido
fragmentos de meteoritos; pero en Tunguska no había
resto alguno del objeto que había provocado la devastadora
explosión de 1908. Kulik seguía sin considerar
que el desastre hubiera podido tener otra causa que la que
él había defendido desde un principio. Los
miembros de su equipo comenzaron ya a sospechar que la investigación
de los pequeños orificios no les iba a conducir a
ninguna parte. Esta vez, la permanencia de Kulik y sus colaboradores
en Tunguska se prolongó durante más de dieciocho
meses, aunque no avanzaron mucho en la investigación.
En esta época se iniciaron en la URSS las famosas
'purgas' en las que Stalin eliminó a sus adversarios,
ya fueran reales o imaginarios, reforzando su dictadura
y la disciplina del partido. Durante la era del 'Gran Terror'
desaparecieron prácticamente todos los viejos bolcheviques,
aquéllos que habían participado en la revolución
de 1917.
La cuarta expedición
El cuarto viaje de Kulik tuvo lugar en 1937, ya que durante
el 'Gran Terror' el acontecimiento de Tunguska había
pasado a un plano secundario. Kulik quería que se
llevase a cabo una inspección aérea de la
zona, e investigar una vez más el asunto de la posible
localización de los restos del meteorito.
Aunque la inspección aérea no aportó
ningún dato en lo que al meteorito se refiere, sí
sirvió para que los científicos tuvieran una
visión más completa de lo ocurrido en el lugar.
Parecía que el objeto había penetrado en la
atmósfera terrestre y se había hecho visible
en un primer momento sobre el lago Baikal. Luego había
cruzado el cielo siberiano con dirección Noroeste
hasta explosionar. Más de 2.200 kilómetros
cuadrados de bosque fueron arrasados, aproximadamente una
extensión del tamaño de Guipúzcoa.
Pasados veintinueve años, no existía el menor
rastro de la catástrofe. Aparentemente, el crecimiento
de los árboles se había acelerado. El enigma
seguía sin resolverse y permanecería así
durante muchos años.
Comenzó la Segunda Guerra Mundial.
Kulik fue capturado y muerto por los nazis en abril de 1942.
La guerra se cobró 60 millones de muertos, con un
alto porcentaje de civiles. Europa quedó prácticamente
arrasada: se destruyeron ciudades, fabricas, aeropuertos,
etc... Y, por último, el 6 de agosto de 1945, los
Estados Unidos lanzaron, desde el aerobombardero 'Enola
Gay' la primera bomba atómica sobre la ciudad de
Hiroshima, falleciendo a causa de su explosión más
de 30.000 personas.
DESPUES DE KULIK
Desde finales de la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros
días, el suceso de Tunguska ha sido objeto de continuo
estudio por parte de diversidad de personas: periodistas,
escritores, científicos, etc.
Repasemos algunas de sus teorías.
La nave espacial
En 1945, al escritor de ciencia ficción soviético
Alexander Kazantzev, le llamó poderosamente la atención
la extraordinaria similitud existente entre los efectos
de la explosión de Tunguska y los de la de Hiroshima.
En enero de 1946, la revista rusa "Alrededor del Mundo"
publicó "La explosión", un cuento
de Kazantzev en el que éste achacaba el desastre
de Tunguska al estallido del sistema de propulsión
nuclear de una nave procedente de Marte. En dicha narración,
Kazantzev planteaba que el vehículo había
explosionado en el aire, desintegrándose totalmente,
por lo que sería imposible tanto encontrar un cráter
de impacto como restos del ingenio extraterrestre.
Kazantzev explicó su teoría el 20 de abril
de 1948 en el Planetarium de la Unión Astronómica
Soviética, desencadenándose una fuerte controversia
entre los científicos de aquel país. El discurso
fue difundido por todo el mundo en diversas publicaciones,
y provocó reacciones de lo más variadas.
Respecto a la validez científica de las ideas de
Kazantzev, los escritores Ion Hobana y Julien Weverbergh
llegan a preguntarse: "¿Acaso no es cierto que
las conclusiones no científicas logradas por el autor
de ciencia ficción se ajustan más a los datos
concretamente observados que las formulaciones hechas por
los eruditos?" [3].
Por su parte, James E. Oberg, ingeniero de la Administración
Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA) estadounidense
y miembro del Comité para la Investigación
Científica de los Supuestos Hechos Paranormales (CSICOP),
ha llegado a la conclusión de que muchos de los elementos
ficticios del relato de Kazantzev han sido considerados
por autores posteriores como parte de la historia real [4].
En 1959 y 1960, el profesor de física Alexei Zolotov
organizó varias expediciones a Tunguska y dijo haber
encontrado rastros de radiactividad en la zona. Además,
concluyó que los árboles caídos demostraban
un notable cambio de dirección en la trayectoria
del objeto que explosionó en Tunguska. Esto era una
prueba de que lo que allí se había estrellado
no era un meteorito, sino una nave espacial extraterrestre,
según declaró en su día Zolotov a la
agencia TASS. Así, pudo precisar que en el momento
de la explosión el objeto volaba a una velocidad
de cuatro o cinco kilómetros por segundo
Otros expedicionarios observaron un desarrollo anormalmente
rápido en los árboles de la región,
que inmediatamente relacionaron con las afirmaciones de
Kazantzev y Zolotov sobre la explosión nuclear.
El profesor de astronomía soviético Félix
Zigel, que dedica gran parte de su tiempo a la investigación
de los platillos volantes, ha dicho:
sigue...
"El fenómeno más significativo referente
a estos objetos misteriosos [se refiere a los ovnis] es
el que ha pasado a la Historia con el nombre de 'meteorito
de la Tunguska. En la mañana del 30 de julio de 1908,
todos los sismógrafos del mundo registraron una sacudida
tremenda, similar a la de un terremoto cuyo epicentro se
encontraba en la Siberia Oriental. 'Fue una explosión
espantosa', relató un testigo. 'Parecía como
si la tierra temblase, o peor aún, como si sus vísceras
estallasen. Vi cono una nube inmensa se elevaba, altísima
en el cielo, hasta cerca de veinte kilómetros de
altura'. Durante mucho tiempo, hasta 1950, se ha creído
que la explosión de la Tunguska fue causada por la
caída de un enorme meteorito; pero en los últimos
años los científicos soviéticos han
establecido que sus características son las de una
explosión nuclear aérea, negando firmemente
que el cuerpo celeste caído en Siberia fuese un fragmento
de meteorito o un cometa. El Instituto de Investigacion!
es Nucleares de Dubna publicó en el verano de 1967
un estudio en el que se demuestra que la catástrofe
de la Tunguska dejó notables residuos radiactivos,
mientras que en 1966 un científico afirmó
que, antes de la explosión, el cuerpo celeste describió
en la atmósfera un arco de 650 kilómetros,
es decir, que llevó a cabo una maniobra. Examinadas
todas estas circunstancias (sólo reveladas recientemente)
se puede llegar a la conclusión de que el llamado
'meteorito de la Tunguska' podría haber sido muy
bien un disco volante procedente de otro planeta [5]"
[Subrayados de los autores.]
Todas estas evidencias cuentan además con el apoyo
de un premio Nobel. Según Hobana y Weverbergh [3],
y Andreas Faber Kaiser [6], Willard F. Libby es un ardiente
defensor de la teoría de la explosión nuclear.
Visto todo esto, se entiende por qué han sido muchos
los autores que han hablado, ya en nuestros días,
del suceso de Tunguska como de un hecho íntimamente
relacionado con un ingenio producto de una civilización
extraterrestre.
Hobana y Weverbergh consideran aventurado hablar de que
la explosión fue causada por el accidente de una
nave extraterrestre; sin embargo, creen que "el estallido
de Tunguska podría haber sido experimental, provocado
deliberadamente por IET [Inteligencia Extraterrestre] para
estudiar sus efectos en nuestro planeta o simplemente para
llamarnos la atención sobre su existencia. ¿Absurdo?"
[3]
Antes de contestar al interrogante que nos plantean estos
dos escritores, miremos con lupa lo que han dicho los defensores
de la teoría extraterrestre y nos daremos cuenta
de que han cometido algunos -¿involuntarios?- errores.
Hay que resaltar el hecho de que la explicación alienígena
se ha fundamentado en el cuento de ciencia-ficción
de Kazantzev, al que algunos fabricantes de paradojas -como
los califica Carl Sagan- han intentado dar el rango de hipótesis
científica. Por otra parte, Kazantzev es un defensor
a ultranza de la existencia de visitas extraterrestres en
la antigüedad y ha dado en repetidas ocasiones muestras
de poco rigor, confundiendo, por ejemplo, el lanzamiento
del satélite espía 'Cosmos-955' con una nave
extraterrestre en misión de exploración.
Todas las pruebas que hay de que Zolotov encontrara en 1959
y 1960 rastros de radiactividad en la región se limitan
a sus propias palabras. Aunque resulte curioso, nadie ha
llegado a las mismas conclusiones que él respecto
a la existencia de niveles anormales de radiactividad en
Tunguska, a pesar de que las expediciones han sido numerosas
y algunas de ellas han prestado especial atención
a ese tema. Por ejemplo, el doctor Vaisilieyev de la Universidad
de Tomsk, actualmente uno de los expertos más reconocidos
en el suceso de Tunguska, no ha encontrado ninguna evidencia
de radiación anormal [8]. ¿No resulta sorprendente
que sólo Zolotov sea capaz de medir índices
anormales de radiación?
Respecto al cambio de trayectoria del objeto, este hecho
sería una prueba casi irrefutable de que sobre Tunguska
explosionó un ingenio artificial, siempre y cuando
se basara en datos y no en lucubraciones sin fundamento.
Por un lado, la evidencia física, los árboles
caídos, indicaba todo lo contrario: el objeto había
seguido una trayectoria balística. Por lo tanto,
ningún estudio riguroso de las consecuencias de la
explosión de Tunguska ha advertido nada extraño
en la orientación de los árboles caldos. Y
por otro, ninguno de los testigos -y hubo más de
setecientos- reconoció haber visto que el objeto
realizase una maniobra.
Un equipo del Ministerio de Silvicultura Soviético
confirmó la existencia de un crecimiento anormalmente
acelerado de los árboles de la zona, tal como defendían
los charlatanes de turno. Lo cierto es que el crecimiento
acelerado de la vegetación tras un incendio forestal,
como el que se produjo después de la explosión
de Tunguska, es un efecto conocido por los técnicos
agrícolas. Esto, y no la radiactividad, fue la causa
del anormal desarrollo de los árboles.
Si realmente hubiera habido una explosión nuclear,
el efecto se habría dejado sentir prácticamente
en todo el planeta, mediante un aumento del nivel del Carbono-14.
Sin embargo, investigaciones de los anillos de crecimiento
de los árboles llevadas a cabo en Noruega han mostrado
la inexistencia de tal aumento con posterioridad a 1908.
Igualmente, y aunque les pese a Hobana, Weverbergh y Faber
Kaiser, Willard F. Libby, experto en el procedimiento isotópico
de datación del carbono-14, investigó los
anillos de los árboles de Arizona y observó
un leve aumento en el nivel de dicho isótopo achacable
a una de tantas fluctuaciones periódicas y que no
tenía nada que ver con una explosión nuclear.
James E. Oberg, en su libro "Ufos & Outer Space
Mysteries" [4], denuncia, al tratar este tema, la actitud
de difusora de la pseudociencia de la agencia Associated
Press, que divulgó en 1978 una información
sobre el suceso de Tunguska demostrando muy poco interés
por la veracidad de la historia.
Si todas las lucubraciones acerca de naves extraterrestres
siniestradas sobre Tunguska se basan en un cuento de ciencia-ficción;
si el único que encuentra rastros de radiactividad
en la zona es un personaje que pretende confirmar su fe;
si nadie vio maniobrar al objeto en 1908 y los únicos
que lo ven en la actualidad son los amantes de lo extraterrestre;
si los divulgadores ponen en boca de un premio Nobel cosas
que éste no ha dicho; si, en definitiva, los defensores
de las naves extraterrestres manipulan descaradamente los
datos para que respalden su teoría; está claro
que la historia de un ingenio alienigena explosionando en
Siberia Central tiene tanta consistencia como las historias
de Papá Noel, el Patoncito Pérez, etc.
Ahora podemos ya contestar con conocimiento de causa a la
pregunta que nos hacían Hobana y Weverbergh. Estos
autores tienen su propia teoría: los extraterrestres
provocaron con fines experimentales la explosión
de Tunguska. Para ellos, es aventurado hablar de la explosión
de una nave extraterrestre, son demasiado perfectas para
poder estrellarse, pero entra dentro de su lógica
un experimento alienígena. El razonamiento de estos
divulgadores no es absurdo, es simplemente caótico,
demencial, enfermizo.
La antimateria
En 1948, La Paz, especialista estadounidense en meteoritos,
consideró la posibilidad de que el enigmático
objeto volador que se estrelló en Tunguska en 1908
fuera un pequeño fragmento de antimateria. Esta teoría
supone que tal fragmento explosionó al entrar en
colisión con los gases de la atmósfera terrestre,
liberando una ingente cantidad de energía.
Esta explicación tiene en su contra la inexistencia
en la zona de una radiactividad residual significativa y
que se desenvuelve en un campo íntegramente especulativo,
puesto que hoy por hoy nadie puede demostrar la existencia
de 'islas de antimateria' en el universo.
El agujero negro
A.A. Jackson y Michel P. Ryan propusieron en 1973 la posibilidad
de que el suceso de Tunguska hubiera sido ocasionado por
un agujero negro, que penetró en la Tierra por Siberia
Central y salió por el Océano Atlántico
para continuar su viaje cósmico. El astrofísico
Carl Sagan indica que "los datos de las ondas de choque
atmosféricas no muestran indicios de que aquel día
saliera proyectado un objeto por el Atlántico Norte".
[2] Así pues, también hay que descartar que
un agujero negro fuera el causante de la catástrofe.
LA REALIDAD
Nigel Calder, especialista en el estudio de los cometas,
afirma -creemos que con razón- que debido a que las
primeras expediciones a Tunguska no lograron explicar el
misterioso evento "los extraños hechos de Siberia
quedaron abiertos a cualquier explicación disparatada
y sobrenatural'" [7].
En 1930, Francis Whipple sugirió que el acontecimiento
de Tunguska pudo deberse a la colisión de un pequeño
cometa con el planeta Tierra. El alza de la teoría
científica que defendía la posibilidad de
que los cometas fueran bolas de nieve hizo que durante la
década de los sesenta los científicos soviéticos
se mostraran favorables a dicha explicación. En 1976,
el científico israelí Ari Ben-Menahen llegó
a la conclusión de que la explosión principal
se produjo a 8,5 kilómetros de altura y equivalió
a la detonación de 12,5 megatones de potentes explosivos.
Por su parte, David Hughes calculó que sería
una bola de nieve de 40 metros de diámetro y 50.000
toneladas de peso.
Simulaciones por ordenador, hechas en el Instituto Lunar
y Planetario, han demostrado que una explosión producida
en las condiciones expuestas provocaría una destrucción
del arbolado idéntica a la de Tunguska, que no dejaría
ningún cráter [4]. Dado que su composición
era agua helada, tampoco quedarían fragmentos del
objeto.
El cuerpo celeste no fue detectado antes de la colisión
por dos razones evidentes: era demasiado pequeño,
y por lo tanto no se vio hasta pocos minutos antes de la
explosión; y se había aproximado por el lado
diurno.
Y, llegados a este punto, hay que preguntarse: ¿Qué
cometa concreto fue el responsable de la catástrofe?
Calder señala, en "¡Qué viene el
cometa!" [7], que el suceso "coincidió
con una lluvia diurna de meteoritos compuesta por partículas
de polvo de la órbita del cometa Encke, de manera
que es probable que aquél [el objeto de Tunguska]
fuera un pequeño fragmento de éste."
Esta explicación en la que se señala al cometa
Encke como culpable es la única que responde satisfactoriamente
a lo ocurrido el 30 de junio de 1908.
El Encke fue descubierto en 1786 por P.F.A. Méchain
y Ch. Messier. Debe su nombre a Johann E. Encke, que en
1818 calculó su órbita por primera vez. Esta
se halla comprendida dentro de la del planeta Júpiter,
a pesar de lo cual el cometa no es visible permanentemente.
Ya en aquel tiempo, Encke observó que en cada una
de sus órbitas el cometa rebasaba el sol con una
antelación aproximada de dos horas y media sobre
la calculada. Fred Whipple, experto en estos cuerpos celestes,
sostiene que esta anormalidad se debe a que el sentido de
rotación del Encke le hace perder energía
en cada órbita, y no ganar como al Halley.
Fred Whipple, Zdenek Sekanina y Brian Marsdeen estudiaron
detenidamente al cometa durante su aparición de 1980.
Calder nos ofrece un breve resumen del trabajo de estos
investigadores:
"El núcleo del Encke, así lo sugieren
Whipple y sus colaboradores, es una bola de nieve toscamente
labrada pero casi esférica, de unos dos kilómetros
de diámetro y que da una vuelta alrededor del eje
más corto cada seis horas y media. Una zona polar
es brillante y activa, la otra muy oscura, probablemente
revestida de polvo durante la temporada de hace varios siglos
en que ese extremo no vio ponerse el sol. El eje de rotación
del Encke va desplazándose gradualmente alrededor
de la bola, como en el caso de una peonza o giróscopo
que comienza a vacilar. La cambiante detención de
la inclinación explica que la actividad frenadora
del motor de reacción era mucho menos eficaz en nuestro
siglo que en la época de Johann Encke. En 1990, el
chorro se convertirá en acelerador en lugar de frenador
[7]."
Lo más probable es, por consiguiente, que lo que
ocasionó la explosión de Tunguska fuera un
pequeño fragmento del cometa Encke.
EL PELIGRO DE LOS COMETAS
Durante 1985 y 1986, fuimos testigos del inusual interés
que atrajo todo lo relacionado con los cometas. Vivimos
la 'fiebre del Halley', el más celebre de los cometas,
que pasa por su perihelio (punto de la órbita más
cercana al sol) cada 76 años. En todo el mundo aparecieron
una gran cantidad de libros, folletos, artículos,
programas de radio, etc., dándonos puntual información
sobre este ilustre visitante y sus hermanos menos famosos.
En esta ocasión no fue el temor, como en 1910, lo
que convirtió al cometa en centro de la atención,
sino la curiosidad. Tradicionalmente, los cometas han suscitado
el temor de las gentes. La humanidad ha leído en
ellos mensajes y designios divinos desde tiempos remotos.
Los supersticiosos han temblado cuando ha aparecido un cometa
en el cielo, y lo han culpado de inundaciones, sequías,
terremotos, muertes de altos dignatarios, etc. Aún
hoy en día, encontramos gente que cree en todo lo
antes dicho. Esto infelices caen en las redes de los charlatanes
que dicen que la próxima visita del cometa X va a
propiciar una guerra a escala mundial, un desastre ecológico,
la muerte de un gran dignatario, etc...
Como dice Clarke, "el acontecimiento de Tunguska es
sobrecogedor, y de una gran importancia científica.
Pero ya no es misterioso -excepto para aquellos que prefieren
las explicaciones románticas a las del sentido común-"
[8]. Por su parte, Calder sostiene que "estas apariciones
son peligrosas porque los seres humanos las hacen peligrosas.
Los cometas matan a la gente mediante su propia superstición,
cuando quienes los leen como telegramas de los dioses o
del diablo, presas del pánico, recurren al homicidio
o al suicidio" [7].
No, los cometas no son peligrosos en el sentido que nos
hablan los nuevos profetas. El verdadero peligro de los
cometas es que alguna vez uno de ellos colisione con nuestro
planeta y provoque una catástrofe de inenarrables
dimensiones.
Ya hemos explicado que parece muy probable que a primeras
horas de la mañana del 30 de junio de 1908 un pequeño
fragmento del cometa Encke explosionara sobre Siberia Central.
Este no ha sido un hecho aislado en la historia de nuestro
planeta, que a lo largo de su largo peregrinar por el cosmos
ha sufrido infinidad de choques con diversos cuerpos celestes.
Pruebas palpables son los cráteres meteóriticos
que existen en todo el planeta.
Hace poco tiempo el fallecido físico Luis W. Alvarez
y su hijo el geólogo Walter Alvarez, de la Universidad
de California en Berkeley, lanzaron una hipótesis
en la que se atribuía la desaparición de los
dinosaurios hace 65 millones de años a la colisión
de un cometa o meteorito con la Tierra. Los Alvarez encontraron
en varios lugares del mundo, en la parte superior de la
capa del cretácico, una cantidad de iridio sorprendentemente
alta. Algo tenía que haber ocurrido para que tal
proporción de ese escaso metal se depositase sobre
la superficie de nuestro planeta en un momento determinado.
Los científicos de Berkeley encontraron la explicación
en el hecho de que algunos meteoritos son ricos en dicho
metal. Ello les llevó a pensar que la anormal concentración
de iridio en los estratos correspondientes a hace 65 millones
de años podría ser la huella que dejó
una fuerte lluvia de meteoritos.
Según los Alvarez, la catástrofe no se limitó
a la colisión de objetos celestes con la Tierra.
Durante mucho tiempo, quizá meses o incluso años,
nuestra atmósfera contó con una gran cantidad
de polvo en suspensión. Y llegó la penumbra.
La luz del sol, al reflejarse en el polvo de las altas capas
de la atmósfera, no llegaba a la superficie terrestre
con la intensidad acostumbrada. Las temperaturas descendieron,
las plantas murieron, los animales se quedaron sin comida,...
y los dinosaurios desaparecieron de la faz de la tierra.
Con el paso del tiempo, el polvo fue depositándose
sobre la superficie del planeta y dio lugar a una capa bastante
uniforme con una anormal proporción de iridio.
Es posible que ésta no sea la auténtica historia
de la desaparición repentina de los dinosaurios.
Tal vez, simplemente desaparecieron poco a poco, en el transcurso
de millones de años, siendo sustituidos por animales
mejor adaptados al medio. Pero lo indudable es que la capa
de iridio existe. Si lo que dicen los Alvarez fue lo que
sucedió hace 35 millones de años, ¿no
puede volver a ocurrir en cualquier momento, provocando
esta vez la extinción del género humano? ¡He
aquí el verdadero peligro de los cometas! Como decía
Clarke al inicio de este capítulo, puede que una
catástrofe de tal magnitud no ocurra en miles de
años, pero puede que suceda mañana.
Puede que suceda mañana.
Dejemos a un lado naves extraterrestres, antimateria, agujeros
negros... La explosión ocurrida en Tunguska en 1908
parece que fue ocasionada por un fragmento del cometa Encke
y devastó una zona limitada de Siberia Central. A
no ser que pongamos los medios oportunos, la próxima
vez el desastre será de mayor magnitud porque, como
dice Calder, "un día la Tierra colisionará
con un cometa resplandeciente, o bien con su cadáver
apagado, y el resultado será una catástrofe
mundial" [7].
NOTAS
[1] Clarke, Arthur C.: "Cita con Rama".- Trad.
de Aurora C. Merlo.- Ultramar Editores (Col. 'Ultramar Bolsillo',
Nº 31).- Madrid 1982.
[2] Sagan, Carl: "Cosmos".- Trad. de Miguel Muntaner
i Pascual y Mª del Mar Moya Tasis.- Editorial Planeta
(Col. 'Documento' Nº 86).- Barcelona 1982 -
[3] Hobana, Ion; y Weverbergh, Julien: "Platillos
volantes tras la cortina de hierro".- Trad. de Ariel
Bignamí.- Javier Vergara Editor (Col. 'Lo Inexplicable').-
Buenos Aires 1978.
[4] Oberg, James E.: "Ufos & Outer Space Mysteries.
A sympathetic skeptic's report".- Donning Company Publishers.-
Norfolk 1982.
[5] Danyans, Eugenio: "Ovnis: Enigma del espacio".-
Editorial Plaza & Janés (Col. "Realismo
Fantástico", Nº 79) Barcelona 1980.
[6] Faber Kaiser, Andreas: "Fuera de control. Crónica
extrahumana moderna".- Editorial Planeta (Col. 'Documento',
Nº 147).- Barcelona 1984.
[7] Calder, Nigel: "¡Qué viene el cometa!".-
Trad. de Antonio Desmonts.- Editorial Salvat (Col. 'Biblioteca
Científica Salvat' Nº 10).- Barcelona 1985.
[8] Welfare, Simon; y Fairley, John: "Arthur C. Clarke's
Mysterious World".- Fontana Paperbacks.- Londres 1982.
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copyright 1985 por parte de los autores.
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LAR Número 12 / Año III
Mayo de 1989
APUNTES SOBRE ASTROLOGÍA
Alvaro Fernández.
Si excluimos los ritos religiosos y otras ceremonias animistas,
a la cuales tratarlas de "pseudociencias" sería
hacerles un elogio inmerecido, es, sin duda, la astrología,
la más antigua y pertinaz de las creencias pseudocientíficas,
que son aquellas creencias que se distancian del mundo mágico,
aunque sólo aparentemente, para hacer afirmaciones
sobre lo irreal como si de hechos probados se tratase.
La astrología tuvo su origen en el antiguo Egipto
y Babilonia, en los albores del conocimiento humano, al
iniciarse las sociedades agrícolas y sedentarias
dependientes de los ciclos hídricos y muy dominadas
por las religiones con numerosos e influyentes dioses.
Estos pueblos agrícolas contrastaron pronto la correspondencia
entre los ciclos de las estaciones del año y los
de las lluvias, las inundaciones e insolamientos máximos,
así como entre los astros, nítidamente brillantes
en los cielos sin nubes en esas geografías, y las
estaciones. El paso a dar era corto y los astros, con su
implacable precisión de movimientos, al igual que
los dioses, se convirtieron para el pensamiento antiguo
en los causantes del bien y del mal ocasionados a las cosechas,
y ¿por qué no? también a los reyes
y a los hombres.
El conocimiento del futuro, de nuestro porvenir, el poder
aliviar nuestra angustia por lo desconocido que tal vez
nos aceche en el devenir, ha sido siempre una de las mayores
aspiraciones del ser humano. El marco psicológico
para el nacimiento de la astrología estaba creado,
facilitándose su supervivencia durante milenios.
El inicio de las observaciones y mediciones astronómicas
necesarias para predecir el tiempo constituyeron el ropaje
"científico" de esa creencia.
Aunque hasta el siglo XVII los términos de astronomía
y astrología se confundían, debemos diferenciarlos
hoy; la astronomía es la ciencia del estudio de las
propiedades, incluido el movimiento, de los astros, galaxias
y cuerpos físicos que pueblan el universo, mientras
que la astrología, a partir del conocimiento de la
situación de los astros en el momento del nacimiento
de un ser humano, pretende deducir la influencia de éstos
en su carácter, inclinaciones y avatares futuros.
A partir del siglo XVII, con el advenimiento del método
científico-experimental, la astrología fue
perdiendo rápidamente prestigio.
Hoy día no existe un sólo astrónomo
que apoye las especulaciones de la astrología. Hace
pocos años, cerca de 200 científicos del mundo,
incluidos varios premios Nobel, firmaron un manifiesto denunciando
a la astrología como falsa y anticiencia. No tuvieron
eco en la prensa, ávida de horóscopos. El
público ignora esta colectiva toma de posición
de quienes más han estudiado el Universo.
Los astrólogos se han quedado estancados en los limitados
conocimientos de la Edad Media sobre el Universo, ignorando
los desarrollos posteriores de la astrofísica hasta
nuestros días. Continúan hablando de cinco
grandes planetas cuando ahora se conocen nueve, además
de otros dos mil astros pequeños entre Marte y Júpiter.
Al igual que hace tres mil años ven al Universo proyectado
en el interior de una esfera, sin la dimensión de
profundidad, ignorando las enormes diferencias que en sus
distancias tienen con nosotros.
La astrología, al igual que el pensamiento mágico
primitivo, de la que es fruto, utiliza ampliamente el principio
de la analogía. Lo que es análogo en nombre
o en forma es análogo en propiedades, aunque esto,
por descontado, no se demuestra. Las constelaciones recibieron
un nombre de los antiguos en función de un cierto
parecido en su configuración aparente, más
bien muy escasos, por cierto, con animales o seres mitológicos.
Los planetas también fueron bautizados arbitrariamente.
El nombre (según la "lógica" de
la astrología) se convierte en revelador de las propiedades
que pueden proyectar en los humanos. Piscis se relaciona
con lo húmedo y lo fluido; Leo, con la fuerza y el
liderazgo; Marte, dios de la guerra, con lo agresivo; Venus,
diosa de la belleza, con lo emotivo y el amor. Lo absurdo
de estas analogías, sin ningún fundamento,
queda de manifiesto si tenemos en cuenta que en otras culturas,
también milenarias, como la hindú, la china
y la maya, las mismas constelacione!
s y planetas tienen denominaciones completamente diferentes
que, por supuesto, no pueden "sugerir" los mismos
conceptos. Las predicciones astrológicas deberían
ser entonces diferentes. Sabido es que hay un horóscopo
chino que no tiene parecido alguno con el de origen ptolemaico.
¿Cuáles son las predicciones correctas? ¿Cuál
es el horóscopo cierto? ¿No serán todos
equivocados?
La precesión de los equinoccios, no conocida tampoco
por los primeros astrólogos, originada por el lento
movimiento oscilante de la Tierra al igual que una peonza,
con un ciclo de 26.000 años, produce un deslizamiento
continuo de anticipación de los puntos equinocciales.
En dos mil años de astrología el zodiaco se
ha desplazado aproximadamente un doceavo. Tauro se encuentra
hoy, a diferencia de como estaba en el tiempo de Ptolomeo,
en la constelación del carnero y el equinoccio de
primavera no llega con el signo de Aries sino con el de
Piscis. ¡Menuda mala jugada les hace la precesión
a los astrólogos! ¡Las analogías ya
no sirven! Como en toda creencia oscurantista, los sacerdotes
de turno que son los astrólogos, se acantonan ignorando
y callando este fenómeno astronómico. Su "modus
vivendí" podría venirse abajo.
Las predicciones del horóscopo, o las tendencias
sugeridas como suelen decir los astrólogos, ahora
más cautos, las realizan partiendo de la carta astral
que, en esencia, es la determinación de los planetas
en el firmamento el día y la hora del nacimiento
de la persona, para la latitud y longitud de un lugar. Este
cálculo sigue rigurosamente las leyes de la astronomía,
pudiendo simplificarse usando tablas astronómicas
o realizarse con ayuda de programas de ordenador. El público,
lego el la materia, queda a menudo maravillado por el ordenador,
aumentando así su convicción de que está
delante de una verdadera ciencia. Pero aquí se termina
la ciencia y se desborda entonces un torrente de fantasiosas
interpretaciones. Se atribuyen a los astros pasmosas facultades,
sin jamás, luego de tantos siglos, haber aportado
la más mínima prueba de ninguna de ellas.
Simplemente lo afirman porque sí, con toda su cara.
La presencia de los planetas en la carta astral sólo
es posible si estos se encuentran, en la fecha escrutada,
por encima del horizonte del lugar. Esto es así en
la mayor parte del globo que habitamos, pero existe la notable
excepción de las latitudes superiores al circulo
polar ártico o inferiores al círculo polar
antártico, en las cuales durante muchos meses del
año desaparecen del horizonte los astros de referencia.
Por suerte, en esas vastas regiones de Siberia, Canadá
y Alaska no hay mucha población, pero... ¿Debemos
admitir que los infelices que han nacido en Narvick o Murmansk,
por ejemplo, carecen de futuro y aptitudes? ¿Qué
maleficio les ha tocado? ¿Acaso no son seres humanos?
Los astrólogos una vez más, rehuyen dar respuesta
a esta gran contradicción en sus dogmáticas
afirmaciones.
Algún astrólogo, afiebrado por lecturas rápidas
y escasas de genética, polemiza, el muy moderno,
asegurando que en lugar del instante del nacimiento debería
considerarse el instante de la concepción para, según
la conjunción de los astros, predecir aptitudes y
destinos. La concepción, en efecto, es el instante
en que se fusionan los genes maternos y paternos en una
sola célula y se inicia el crecimiento del embrión,
pero ello no tiene nada que ver con los astros, no existe
ninguna razón tan siquiera ligeramente válida
para afirmar que los astros eligen ese instante en lugar
del de nacimiento, el de la primera comunión o el
primer diente. Cualquiera hubiese podido elegirse con el
mismo grado de arbitrariedad.
En un gran hospital de maternidad nacen muchos niños
de procedencias diversas, Todos ellos, al venir al mundo
en el mismo sitio (latitud y longitud iguales) y a la misma
hora, tendrán idéntica carta astral y, según
la astrología, deberán tener un futuro con
grandes similitudes. Sin embargo, en la realidad, aquellos
cuyos padres son de familia rica se encontrarán,
en su mayoría, un "destino" prometedor,
mientras que aquellos con padres de ingresos más
modestos sólo pueden esperar una difícil lucha
por la vida.
La astrología no puede explicar esta contradicción
con sus postulados. La sociología, sí.
De la astrología, si fuese cierta, se deduce también
que todos los hermanos gemelos, que nacen en el mismo parto,
deben tener aptitudes y tendencias similares. ¿Cómo
puede ser así cuando en el caso de gemelos no univitelinos
pueden incluso ser de sexo diferente? Los estudios medico-psicológicos
que se han hecho demuestran que, estadísticamente,
los gemelos no univitelinos, procedentes de dos óvulos
maternos, luego con código genético no idéntico,
difieren tanto entre si como dos hermanos que hayan nacido
con años de diferencia en el tiempo. Por el contrario,
los gemelos auténticos, procedentes del mismo óvulo
materno, y por consiguiente con idéntico código
genético, son siempre del mismo sexo y una asombrosa
identidad en el físico y el carácter, la astrología
tampoco puede explicar este mentís a sus tesis. La
biología, sí.
Para explicar los extraños influjos de los astros
no existe ninguna hipótesis medianamente razonable.
Los seguidores de la secta recurren a "fluidos"
u otras acciones misteriosas más propias de la fe,
del ansia de creer, que de la ciencia. El socorrido argumento
de la influencia de la Luna en las mareas que es real, pero
que no tiene nada que ver con aptitudes o "destinos",
se derrumba en nuestro caso cuando comprobamos mediante
sencillos cálculos de física que el llamado
"efecto de marea" ocasionado por la masa de la
Luna en el recién nacido es 2.000.000 de veces menor
que el producido por la masa de la comadrona que, está
muy cerca. Que nosotros sepamos, los astrólogos nunca
han considerado en sus cálculos el grado de obesidad
de la comadrona.
El único argumento medianamente serio avanzado por
los creyentes en la astrología es el de la concordancia
estadística, que dicen haber encontrado, entre sus
predicciones y la realidad.
sigue...
Cualquier persona informada en estadística sabe
lo difícil que es obtener datos auténticamente
representativos, sin que se introduzcan errores inconscientes
en el mejor de los casos. Otras veces, como sucede abundantemente
en encuestas políticas, pueden distorsionarse intencionadamente,
para lo cual puede bastar solamente el utilizar una muestra
de población pequeña y no representativa.
Aún hay casos peores en los estudios de eminentes
astrólogos. El célebre Robur se tomó
la molestia de aplicar el cálculo de probabilidades
al reparto de las fechas de nacimiento de 2.817 músicos,
sin manipular los datos (hubiese sido fácil "olvidar"
algunos músicos e introducir otros de cuarto rango).
Robur concluyó que los centros de Piscis y Toro eran
generadores de aptitud musical mientras que el final del
Toro y comienzo de Géminis eran nefastos, el pobre,
ignorante de lo que realmente es el cálculo de probabilidades,
cometió errores de bulto dignos de un suspenso a
un alumno de matemátic!
as. Con sus propios datos lo que realmente se demuestra
es que la repetición de las fechas de nacimiento
en el círculo zodiacal es aleatoria, responde a las
leyes del azar. El astrónomo Paul Conderc lo demostró
de forma sencilla señalando cómo Robur desconocía
la Ley de Gauss y las fluctuaciones alrededor de la media.
Más recientemente Gauquelin ha llegado incluso a
confundir a algunos científicos europeos con sus
farragosos volúmenes de cálculos estadísticos
presentando resultados falsos con apariencia de validez
científica. Pero al final también fue "cazado"
por los matemáticos: aplicaba impropiamente lo que
se llama probabilidad estadística binomial a sus
datos, cuando ésta sólo puede aplicarse acontecimientos
de sólo dos probabilidades, lo que no sucedía
en los casos por él estudiados.
También hacen agua las estadísticas astrológicas,
incluso las serias citadas -no he mencionado las miles de
tonterías que escriben muchos de ellos- y puede afirmarse
que no existe ningún estudio de este tipo que no
haya sido severamente criticado por los matemáticos;
en forma similar, por otra parte, a lo que sucede con las
estadísticas en parapsicología.
Hay que admitirlo: la astrología aunque se viste
hoy con lenguaje científico no es más que
un residuo irracional de primitivas religiones. Dada su
gran difusión es algo por lo cual no podemos estar
orgullosos de la Humanidad.
LAR Número 12 / Año III
Mayo de 1989
UN ENCUENTRO... DESFASADO
REFLEXIONES SOBRE EL SEMINARIO DE UFOLOGIA CELEBRADO EN
SEGOVIA EN OCTUBRE DE 1988
Luis R. González Manso
Al principio, la idea del encuentro objeto de estas líneas
se limitaba a dar una oportunidad de conocernos en persona
a muchos ufólogos que nos hemos estado carteando
durante años. Sin embargo, Vicente-Juan Ballester
Olmos tenía que aportar su grano de arena. El resultado
fue que, de una agradable reunión de amigos comentando
cosas alrededor de una mesa, se pasó a una multitudinaria
asamblea de personajes de las más variadas tendencias
y opiniones: desde los que han visto un ovni, y consideran
la ufología como la interpretación y búsqueda
de una trascendencia, al único escéptico "hard",
miope, medio calvo y con su permanente sonrisa sardónica,
léase el autor. (¡Me dejasteis solo ante el
peligro!) Y este heterogéneo grupo de personas se
encontró aislado entre los montes de Segovia y atrapado
en las redes de algo desconocido llamado "Metaplan".
Enseguida surgieron las suspicacias, y un grupo norteño
apareció dispuesto a desactivar la operación,
que ellos consideraban de autopromoción y liderazgo
carismático. Por otro lado, estaba el inesperado
-por su intensidad- "mar de fondo" existente contra
Ballester por su labor depuradora. Resultaba alucinante
constatar como casi todos los que estábamos allí
admitíamos sus explicaciones excepto cuando se referían
a nuestro caso, el que habíamos investigado tan profundamente
un fin de semana, a riesgo de sabañones y hasta de
picaduras de escorpiones, y que el testigo nos había
transmitido con toda su carga emocional.
Todo ello sumado dio lugar a una mezcla explosiva que hizo
peligrar seriamente la reunión incluso antes de empezar.
La aparición de un autonombrado portavoz -Enrique
de Vicente-, que exigió la ruptura del método
preestablecido -imprescindible para lograr el objetivo-
en aras de la democratización y el proceso asambleario,
sirvió de catalizador y permitió lograr un
compromiso. Tras el nombramiento, "para evitar manipulaciones",
de un moderador neutral y completamente ignorante acerca
de la metodología a seguir, se realizó un
"brainstorming" que, debido al rígido orden
de intervención, la gran cantidad de personas y la
repetición de las respuestas, resultó mortalmente
aburrido.
Mal que bien, el "Metaplan" avanzó y permitió
definir los problemas de la ufología española.
Seguro que un procedimiento empresarial usado en las multinacionales
permitiría desvelar cosas que jamás abrían
salido a la luz.. En rigurosa exclusiva para La Alternativa
Racional, éstos son los resultados:
= Falta de colaboración entre los ufólogos.
= Falta de coordinación.
= Falta de dinero.
= Falta de método.
Si no fuera porque tampoco creo en la parapsicología,
diría que es un claro "deja vú".
Esto ya lo decíamos en los años setenta, cuando
yo empecé. Y, según me confirmaron los viejos
del lugar -aquéllos que incluso recuerdan la oleada
de 1968-, lo mismo decían ellos en su época.
Bueno, ¡tampoco había que deprimiese! Seguro
que, al menos, las soluciones serían originales.
Sólo llegaron a discutirse cuatro posibles soluciones:
1ª) La creación de una organización.
Como era de esperar, nadie quería renunciar a su
independencia y/o cargos honoríficos para formar
una nueva asociación. Se decidió instrumentar
una mayor coordinación entre los distintos grupos
2ª) La creación de una revista. Al obtener mayoría
la propuesta de potenciar "Cuadernos de Ufología",
se discutieron formas de mejorarla, aumentando las traducciones
y creando secciones fijas en las que se informe, por ejemplo,
de las investigaciones en curso. El problema es que todos
pensamos que, por escribir unas líneas, éstas
tienen que publicarse, y si no gritarnos "¡Censura!".
3ª) La creación de una base de datos común.
Se decidió unificar las que existen en la actualidad
(CATARES y CATIB) y pedir a los demás grupos e investigadores
que aporten sus archivos. El problema no son los casos,
sino el personal necesario para mecanizarlos. Para mí,
considerando la bajísima cantidad y calidad de los
datos existentes, junto con la imposibilidad de codificar
todas las variables que puedan ser relevantes, me parece
una tarea inútil, excepto como simple archivo de
referencias -para saber qué material existe sobre
cada caso y quién lo tiene-.
4ª) La creación de un manual del investigador.
Otra señal de lo mucho que hemos avanzado. Hace diez
años que apareció el manual de Alberto Adell.
Yo mismo, en mi época ingenua, preparé uno
que sólo sirvió para que cada grupo le pusiera
su sello como si ellos lo hubieran redactado... y lo guardara
en lo hondo del archivo sin pensar en utilizarlo.
Para terminar mis comentarios sobre la reunión,
quisiera destacar la propuesta al mismo tiempo más
valiosa y más inquietante: la creación de
una comisión para la reevaluación de los casos...
negativos. Personalmente, me resulta evidente que el procedimiento
seguido hasta ahora, en el que sólo una persona da
la cara como "martillo de herejes", es contraproducente
e introduce sesgos en función de sus propias ideas
-preponderancia del rayo en bola-; pero crear otra Comisión
Condon no es la solución.
Si esta fuera una disciplina científica, y todos
acatasen el método científico, quizá
pudiera lograrse algo a pesar del poco valor de los datos
existentes, pero si se niega la premisa fundamental, entonces
ya todo resulta imposible.
Desde mi posición de ufólogo de salón
retirado en lo alto de mi torre de marfil, realmente me
resulta penoso comprobar que todo sigue igual que siempre
y, lo que es peor, que los jóvenes que ahora empiezan
cometen las mismas tonterías y fallos que nosotros:
aceptan a pies juntillas cualquier cosa que leen, recortan
casos y preparan catálogos de formas ovni, estudian
el efecto electromagnético y la tecnología
necesaria para crearlo, convocan alertas ovni, etc.
Por todo esto, no puedo evitar pontificar y ofrecer mi opinión
para el que pueda estar interesado:
1º) La ciencia no es democrática. Si alguna
vez los seres humanos, hartos de caerse por las escaleras
y de tener que usar motores para volar, se enfrentasen a
la oposición de los fabricantes de ascensores para
votar contra la ley de la gravedad, no por ello ésta
dejaría de existir.
Es decir, debe huirse de este tipo de reuniones multitudinarias
y de comités donde deben estar representadas todas
las tendencias. Las personas que consideran los ovnis extraterrestres
se descalifican ellas mismas automáticamente. No
existe ningún terreno común posible entre
los que quieren estudiar los ovnis seriamente y aquellos
otros que ya tienen su respuesta.
2º) La ufología no es una ciencia, ni lo será
jamás. Para mí, sólo puede llegar a
ser un método o, mejor dicho, una labor de recolección
seria y detallada. El objetivo debe ser el de recoger el
máximo de datos de todo tipo respecto de cada informe
recibido y luego ofrecerle este material a los verdaderos
científicos especialistas para que ellos lo interpreten.
Porque, además, su campo es multidisplinar.
Ello no quiere decir que cada uno no pueda aportar su propia
argumentación o explicación, pero siempre
documentándola y siendo consciente de que los que
cometen los mayores errores no son los ignorantes, sino
los que, habiendo profundizando en mayor o menor grado en
cierta disciplina ajena, se consideran a sí mismos
expertos.
3º) La ufología es miope. Debemos ser conscientes
de que existen muchos otros informes sobre experiencias
extrañas. La gente además de ovnis ve apariciones
marianas, fantasmas, monstruos peludos o marinos, e incluso
las cartas Zenner que otras personas les transmiten.
Es decir, mantengo que el campo de recolección de
datos es más extenso y que, si por razones de operatividad
nos centramos en un tema concreto, no debemos olvidar la
interrelación entre todos ellos, que para mi consiste
en las deformaciones perceptiva so interpretativas que la
psicología humana introduce ante la aparición
de un estimulo no habitual.
En resumen, lo importante es documentar los casos y concretamente
los negativos, porque pueden ayudarnos a conocer la mente
humana y fenómenos sociales, atmosféricos,
geológicos... desconocidos. Si, además, queda
un residuo inexplicado, pero al mismo tiempo extensa y profundamente
documentado -lo que yo no creo-, tampoco seremos los ufólogos
los encargados de su análisis, sino aquellos científicos
cuyas especialidades mejor se adapten a ellos.
* * * * * * * * * * * * *
LAR Número 12 / Año III
Mayo de 1989
EPÍSTOLA A LOS ESCÉPTICOS - "MÁS
ALLÁ "... DE TODA DUDA RAZONABLE
Luis R. González
Cuando me dirigía, a las riendas de mi Honda DOMINATOR,
a una conferencia donde fustigaría con la ayuda del
"Skeptical Inquirer" a un grupo de crédulos
creyentes en los OVNIs, de repente, una revista llevada
por el viento me golpeó haciéndome caer de
mi montura. Fue un mensaje divino, una revelación.
En el momento en que pose la mirada en su titulo, "Más
Allá", la vida cambió para mi. Ahora
CREO.
CREO en la existencia de personas psíquicas que usan
sus poderes para desacreditar a otros psíquicos,
y en cuya presencia éstos pierden sus poderes.
CREO que el Sudario de Cristo fue sustituido en 1929 por
un copia tan perfecta como para hacer creer a los escépticos
(y a quienes estaban detrás del C-14) que era una
pintura del siglo XIV... y a los creyentes, que contenía
pólenes de la época romana. Sólo la
"sobrenatural" ciencia ummita pudo hacerlo.
CREO que tenemos 60 ó 70 clases de EBEs (Entidades
Biológicas Extraterrestres) aquí en la Tierra
y en este momento, "Capaces de cambiar su apariencia
física, ciánicos, que se alimentan con sangre
bovina a través de su piel amarillo-verdosa"...
CREO que existe una "conspiración cósmica
de silencio" entre Estados Unidos y Rusia, y que ambos
gobiernos han "comerciado" con sus ignorantes
súbditos permitiendo que sean abducidos, analizados,
violados, fecundados y asesinados, a cambio de secretos
tecnológicos con los que han desarrollado la "Guerra
de las Galaxias" y la lanzadera espacial (a prueba
de fallos).
CREO que los EBEs tienen un gran interés por las
tres "G": lo generacional, lo genético
y lo genital. CREO que, afortunadamente, hay otros miles
de testimonios de presencias angélicas que desean
ayudarnos.
CREO que "remozando" mi cerebro con trozos de
hipotálamo podré vivir 300 años disfrutando
del sexo hasta el último día.
CREO que el alma de un ratón pesa 3,1 miligramos
y, por tanto, la mía debe rondar los 17 gramos, si
no he engordado últimamente.
CREO en la coexistencia de mis 4 cuerpos: el Físico,
el Vital, el Astral y el Mental, lo que me hace despertarme
despistado todas las mañanas.
CREO y EXIJO a mi familia que cuando yo muera no sufra ningún
tipo de embalsamamiento, autopsia o extracción de
órganos, y que guarden tranquilidad y silencio absolutos
a mi alrededor para no perturbar Ia atención en el
momento "crucial" del transito.
CREO que el número de mi D.N.I. quiere decirme algo
vital, pero no grita lo suficiente. CREO que la personalidad
es tan simplista que puede resumirse en 9 números,
y ahora comprendo por qué mi amiga Tania Zoquetes
(nacida el 1/1/1954) es tan inteligente y armoniosa, pero
incapaz de tomar decisiones, gafe, sin autoridad, conflictiva,
poco lógica y nada comunicativa.
CREO que los Aucas ecuatorianos "no interrumpen el
flujo informativo que les recorre", "tocan con
la mirada" y "no poseen la percepción fragmentada
típica del ritmo beta (que llamamos razón)".
CREO que "Jesús fue una especie de 'Rambo con
túnica', un espíritu superdesarollado de otra
dimensión, encarnado en un cuerpo casi gigantesco,
musculoso, perfecto". "Alguien que, por haber
moldeado su espíritu en misiones anteriores, había
alcanzado un elevado nivel vibratorio que le capacitaba
para soportar situaciones que hubiesen desintegrado a cualquier
humano".
CREO que la actitud escéptica es solo "la justificación
timorata de unos miedos genéticos" y que los
escépticos prefieren quedarse en su oscura caverna
de conformismo, barruntando y deseando a la vez que nosotros,
los valientes exploradores de las tinieblas tropecemos y
nos caigamos una y otra vez.
CREO que el demonio no tiene mejor cosa que hacer que armar
ruido y llenar de goteras una casa porque una pintora no
terminó su cuadro.
CREO que existen empresas depresivas, histriónicas,
compulsivas, paranoicas, esquizoides, etc. según
el ambiente creado por los jefes.
CREO que el zodiaco tiene una existencia metafísica,
con cuyas esencias el Dios de nuestro sistema solar creó
el mundo y nada tiene que ver con las constelaciones que
los científicos les atribuyen.
CREO que 1989 será un año kármico,
en que los conquistados les pasarán la factura a
sus antiguos dominadores, empezando por Jomeini y Salman
Rushdie.
CREO que las impresionantes relaciones armónicas
de los planetas auguran una trayectoria de éxitos
a la nueva revista. CREO que este mes los partidos de la
oposición se pelearán entre ellos o se pondrán
de acuerdo, como predice la Astrología de forma clara.
CREO que en los albores del siglo XXI comenzará "el
gran ciclo de los 21 días" (en tiempo astral)
durante los cuales casi toda la humanidad perecerá,
después de que las naves celestiales bajen en las
islas de Pascua, Bonaire y Mallorca, peso al denso tráfico
aéreo que soporta. Palabra del Caballero de la Orden
Caballeresca de San Eugenio de Trebisonda. Amén.
CREO que Colón era un judío de Ibiza que puso
nombre a los lugares que descubrió, con toponímicos
de la región pitiusa. CREO que solo era un mal marinero
que descubrió América porqué tenia
un mapa que le decía como llegar.
Finalmente RAZONO y concluyo que el golpe debió suspender
temporalmente mis facultades intelectuales, y lo único
que de verdad CREO es que el Dr. Jiménez del Oso
ha logrado un nuevo récord Guiness a la revista con
la mayor densidad de tonterías, incongruencias y
patochadas por centímetro cuadrado.
LAR Número 12 / Año III
Mayo de 1989
¿ES LA HOMEOPATÍA UN FRAUDE PSEUDOCIENTÍFICO?
Miguel A. Lerma.
La Homeopatía nació en el siglo XVII, época
en que la Medicina oficial empleaba métodos muy agresivos
y elevadas dosis de sustancias tóxicas como remedios;
la nueva terapéutica homeopática representaba
una alternativa suave y sin efectos secundarios. Hoy, en
pleno siglo XX, la medicina tradicional ha evolucionado,
se ha hecho científica y han aparecido nuevas y eficaces
técnicas terapéuticas. Sin embargo la Homeopatía
aun sigue siendo ofrecida por algunos profesionales y establecimientos,
como si todavía representara una alternativa válida
Pero esto ya no es así, porque se puede demostrar
que esta disciplina carece de todo fundamento científico,
como muestra un análisis crítico de sus fundamentos:
1. Ley de la similitud. ("lo similar cura a lo similar").
Podría verse una confirmación de esta ley
en el procedimiento ortodoxo de inmunización cuando
la administración de pequeñas dosis de un
antígeno estimula la producción por el organismo
de grandes cantidades del anticuerpo correspondiente. Sin
embargo esto es sólo un caso particular en el que
interviene un mecanismo conocido. La Homeopatía,
en cambio, eleva este principio a la categoría de
ley de la Naturaleza y no aporta una explicación
racional que justifique tal extrapolación de la ley.
2. Dosis infinitesimales. Este es el punto mas débil
de la Homeopatía, porque sus preparaciones han de
estar tan diluidas que en la mayoría de los casos
apenas existe posibilidad de hallar ni una sola molécula
de la sustancia base en el preparado final, con lo cual
se convierten en meros placebos (preparados sin sustancia
activa). Por ejemplo, una disolución quince veces
centesimal posee un grado de dílucion de 1:1030 lo
cual significa que se necesitarían toneladas del
preparado final para hallar una sola molécula de
la sustancia base.
3. Individualización del enfermo y el remedio. Se
trata de una filosofía muy encomiable, pero al mismo
tiempo representa un pretexto fácil para "explicar"
los fracasos de la Homeopatía: simplemente el remedio
que antes pareció eficaz en un enfermo, no se adapta
a las circunstancias de otro.
¿Es eficaz la Homeopatía en la práctica?
De todos modos los partidarios de la Homeopatía afirmarán
que la experiencia demuestra su validez. ¿Es esto
así? Puesto que los preparados homeopáticos
carecen de principio activo, es lo más razonable
suponer que los aparentes éxitos de esta terapéutica
se deben al "efecto placebo", es decir, una sensación
de mejoría que experimenta el paciente a causa de
la sugestión que le produce su fe en el remedio.
También pueden darse casos de mejorías espontáneas
que se atribuyan a los efectos de la medicación.
Por otro lado, los partidarios de la Homeopatía tenderán
a recordar perfectamente los casos que confirman su creencia
y ejercerán así una selección impremeditada
en la valoración de la experiencia. Una evaluación
de la terapéutica homeopática requeriría
experimentos rigurosos y bien controlados para ser aceptable.
Pero, ¿cómo podría tener algún
efecto real un preparado que carece de principio activo?
Al parecer sólo existe una teoría "razonable":
la sustancia base "imprime" cierta clase de recuerdo
en el disolvente, que permanece una vez que aquél
ha desaparecido tras la secuencia de disoluciones. El Dr.
Benveniste ha intentado confirmar esta hipótesis
en un experimento publicado en la revista Nature (333:816-818,
30 junio 1988), pero fue incapaz de reproducir sus resultados
cuando una comisión investigadora propuso garantías
suficientes para excluir un posible fraude (Nature, 334:287-290,
28 julio 1988). Así, la Homeopatía, hoy por
hoy, carece de base teórica racional y de apoyo experimental.
¿Debería prohibirse la Homeopatía?
Toda terapéutica implica una cierta filosofía
de la vida, que como la religión, ni puede imponerse
ni puede prohibirse. Sin embargo, para evitar fraudes y
engaños, los pacientes deberían disponer de
información suficiente sobre los métodos terapéuticos
que se les ofrece y su base (o carencia de base) científica.
Por otro lado, los médicos y farmacéuticos
deberían evitar, como una cuestión de ética,
cualquier colaboración con una práctica que
contradice su formación y titulación científicas.
Es contra toda ética usar un titulo científico
para avalar una práctica claramente pseudocientífica.
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UN PACIENTE INFORMADO TIENE DERECHO A ELEGIR LA TERAPEÚTICA
QUE PREFIERA, PERO LOS MEDIOS OFICIALES Y LOS PROFESIONALES
DE LA MEDICINA CIENTÍFICA DEBERÍAN EVITAR
TODO APOYO A LAS TERAPEUTICAS DE CARACTER PSEUDOCIENTIFICO.
LAR Número 12 / Año III
Mayo de 1989
LIBROS
EL ANIMAL DIVINO
Bueno, Gustavo. "El animal divino".- Ediciones
Pentalfa, 1985 Oviedo
J. Luis Gutiérrez
Acostumbrados como estamos a los piropos que la ciencia
teológica otorga al "sumo dechado de perfecciones",
sonara pues, como un exabrupto provocador la proposición
de que "los hombres hicieron a los dioses a imagen
y semejanza de los animales". Por si fuera poco, esa
aseveración se mantiene igualmente distante de aquella
otra tonadilla laica de recibo que decía: "el
hombre hizo a los dioses a su imagen y semejanza".
Ajeno a los lugares comunes, el filósofo español
Gustavo Bueno ha librado una singular batalla contra la
maleza conceptual y empírica que había tupido
la senda que guardaba las huellas primigenias de la religiosidad
prehistórica y civilizada. Estamos frente a una investigación
que pretende desentrañar tanto la génesis
como la genealogía del hecho religioso.
Para Gustavo Bueno el núcleo germinal -del cual fluyeron
por sucesivas transformaciones y diferentes metamorfosis
las variadas manifestaciones religiosas- queda delimitado
por medio del concepto de Neumen. En latín clásico,
neumen/-inis, hacía referencia a "un centro
de deseo poderoso, al designio de alguna entidad dotada
de proyectos, planes o decisiones, que pueden tomar a los
hombres como objeto, inspirándoles temor, confianza
o veneración". Tras deslindar su propia posición
respecto a la de Rudolf Otto (que ya popularizara este término
allá por los años veinte, si bien con resultados
muy diferentes), Gustavo Bueno partiendo de categorías
ya formuladas en un trabajo anterior (de 1978), que estructuraba
el espacio antropológico sobre tres ejes operativos,
llamados a) de las relaciones circulares (relaciones de
los hombres entre ellos), b) de las relaciones radiales
(las del hombre con entidades no-humanas e impersonales)
y c) de las relaciones angulares (relaciones intermed!
ias con entidades que guardan semejanza con el hombre: los
animales propiamente dichos), aplicará estos ejes
en "El Animal Divino" a la "esencia!' o desarrollo
histórico de la manifestación religiosa que
se concretarán a lo largo de tres fases esenciales,
definidas como:
1) El estadio de la religión primaria (o nuclear).
2) El estadio de la religión secundaria (o mitológica).
3) El estadio de la religión terciaria (o metafísica).
Se podría añadir que durante esta última
fase quedarían plasmados diversos factores de disgregación
que conducirían a su propia negación, fomentando
la vía del ateísmo.
El primer estadio de la religiosidad primaria, abarcaría
desde las últimas etapas del Musteriense hasta la
fase final del paleolítico superior (Magdaleniense);
es decir, unos 60.000 años (sería la época
del hombre cazador).
La religiosidad secundaria (religión de los dioses),
se extendería desde el final del Paleolítico
hasta el Neolítico y la era de Bronce. Durante este
período se presentaron los asesinatos masivos de
númenes, se consolidó la domesticación
de los animales y tomó la especie humana el centro
del reino animal.
La religión terciaria, partiría de la época
de la revolución urbana, hacia el II milenio a. C.,
cristalizando en torno al llamado tiempo-eje, durante el
cual florecieron el Budismo, el Pitagorismo, la impronta
profética de Israel y la filosofía griega,
cuyos últimos desarrollos incluirían tanto
al cristianismo como al Islamismo. Se llevaron a sus últimas
consecuencias la eliminación de todo vestigio animal
(purificación zoológica), dentro del ámbito
de lo numinoso, llegándose a la máxima sublimación
de toda clase de corporalidad e inaugurándose el
reino de los espíritus puros.
Mención especial para los lectores de esta publicación,
merecen las conjeturas que G. Bueno hace al filo de ese
brote "OVNlvoro" y de ficción extraterrestre
(abducciones incluidas) que padecemos desde hace varias
décadas, identificándola como una refluencia
de formas de religiosidad primarias o secundarias, sofocadas
desde hace siglos y a las que no les serían ajenos
los conatos angélicos y demonológicos que
se observan actualmente, que expresarían "sintomáticamente"
el decaimiento y agotamiento de la doctrina eminentemente
antropocéntrica del cristianismo, confirmada por
el actual acusado interés por los animales (ahora
que tantas especies están desapareciendo) y el nacimiento
de una nueva disciplina científica -la Etología-
como estudio estricto de las formas de vida y comportamiento
animales.
Personalmente, hemos encontrada en este libro una vía
de acceso hasta ahora no sistemáticamente transitada,
a un estudio evolutivo riguroso de las formas de religiosidad
históricas, que ofrece, además, criterios
de predicción y falsación que pudieran incorporarse
con carácter de prueba o "test" a estudios
concretos sobre aspectos parciales. Puesto que las grandes
líneas están más que esbozadas, ¿seria
mucho pedir a este relevante filósofo -y lo digo
como lector inmerso en el tema- una continuación
o segunda parte, pero esta vez centrada en el análisis
pormenorizado de lo que representan las llamadas experiencias
"trascendentales" o experiencias "cumbre"
en el conjunto global de la experiencia humana? Habría
que analizar las diversas corrientes llamadas "místicas"
y su importancia en el seno de las grandes corrientes religiosas.
Por supuesto, para estar a la altura de los tiempos, este
proyecto exigiría la colaboración estrecha
de estudiosos procedentes del campo psicofisológico
y neurobiológico que tantos materiales y hechos experimentales
tienen que ofrecer en cuanto a la dilucidación de
las formas operativas de consciencia en la especie humana
(está por elaborar una Psicología de los estados
de consciencia)
Y para terminar, quisiera mencionar el fascinante descubrimiento
realizado en 1978, en la cueva El Fuyo (Santander) por González
Echegaray y Leslie J. Freeman, de una máscara de
piedra (que dataría de unos 14.000 años),
colocada sobre una losa ritual de una tonelada de peso,
conjugando ambos rasgos antropomorfos y animales (león
o leopardo), en sendas mitades del rostro. Una buena conjunción
de Etología y Teología, como sugiere G. Bueno.
"El Animal Divino" supone una contribución
de primer orden en el empeño arduo y resbaladizo
de una fundamentación filosófico-materialista
de la religión.
EL PROBLEMA
La reforma de la enseñanza está lejos de
alcanzar unanimidad. Un grupo de docentes de muy alto nivel
se ha inclinado a indagar una cuestión que preocupa
a la mayoría de los futuros profesores: la evolución
de un problema matemático. Esta comparación
os podrá ayudar a centrar la cuestión.
En enseñanza de 1960: un campesino vende un saco
de patatas por 1.000 pesetas. Sus gastos de producción
se elevan a los 415 del precio de venta. ¿Cuál
es su beneficio?
Enseñanza tradicional de 1970: Un campesino cambia
un conjunto P de patatas por un conjunto M de monedas. El
cardinal del conjunto M es igual a 1.000 y cada elemento
P M vale una peseta. Dibuja 1.000 puntos gordos que representen
los elementos del conjunto M.
El conjunto F de los gastos de producción comprende
200 puntos gordos menos que el conjunto M. Representa al
conjunto F como subconjunto del conjunto M y da la respuesta
a la cuestión siguiente:
¿Cuál es el cardinal del conjunto E de los
beneficios? Dibujar B en color rojo.
Enseñanza renovada de 1980: Un agricultor vende
un saco de patatas por 1.000 pesetas. Los gastos de producción
se elevan a 200 pesetas.
Actividad: subraya la palabra "patata" y discute
sobre ella con tu compañero.
Enseñanza reformada de 1990 El tío ebaristo
lavriego burgues latifundista intermediario es un kapitalista
insolidario que sanriquecio con 200 pelas al tender espekulando
un costal de patatas. Analiza el testo y vusca las faltas
de sintasi dortografia de puntuacion y deseguido di lo que
tu digieras de estos avusos antidemocraticos.
Un grupo de Grenoble
(Traducido de "Le Figaro Magazine" (enero de 1985)
LAR Número 12 / Año III
Mayo de 1989
DESDE EL SILLÓN ESCÉPTICO, RECOMENDAMOS:
ARTICULOS
Beutles J.J. / Attevelt J.T.M. / Schouten S.A. / et al.
"Paranormal heallng and hypertension".- Department
of Nephrology and Hypertension, University Hospital, 3511
GV Utrecht, NDL- BR. MED. J. 1988, 296/6635 (1491 - 1494).
Sin duda, uno de los problemas médicos más
importantes y, a la vez, más "populares"
entre los profanos, es el de la Hipertensión arterial
esencial (es decir, la hipertensión arterial de causa
desconocida).
El artículo que ahora se reseña, es un ensayo
prospectivo aleatorio para comprobar si la medicina paranormal
mediante imposición de manos podía reducir
la presión sanguínea en la hipertensión
arterial, y si tal efecto beneficioso podía ser debido
a un factor paranormal, un factor psicológico o un
simple efecto placebo.
Para su tratamiento, los pacientes se distribuyeron aleatoriamente
en tres grupos: 1) Medicina paranormal mediante imposición
de manos, 2) Medicina paranormal a distancia, y 3) Medicina
no paranormal. Por su parte, los grupos 2) y 3) se investigaron
con un diseño doble ciego.
El resultado obtenido en tal ensayo consistió en
una significativa disminución de la presión
sanguínea en los tres grupos, lo que muestra claramente
que ningún tratamiento fue superior a otro y, en
consecuencia, que no hay evidencia alguna de que exista
un fenómeno paranormal capaz de influir sobre la
presión sanguínea elevada.
Es probable, pues, que la reducción de la presión
sanguínea en todos los grupos fuese originada por
el enfoque psicosocial o por un efecto placebo del propio
ensayo.
Frabetti, Carlo: "Explicando lo imposible".- Algo,
diciembre 1988.- Interesante artículo, en el que
el autor relaciona un libro de Douglas R. Hofstadter ("Gödel,
Escher, Bach: Un eterno y grácil bucle"), otro
de Martin Gardner ("Orden y Sorpresa") y las obras
de acertijos de Raymond Smullyan. ¿Qué tienen
en común estos tres personajes y sus libros? "Los
tres autores -y desde luego Frabetti- comparten algo más
que su amor a la ciencia y al pensamiento racional. En cierto
modo su búsqueda de la sabiduría -entendida
como 'aceptar la partida que nos propone el Universo', que
diría Gardner- integra el último frente ante
el irracionalismo en avance. Una buena síntesis de
la postura racionalista ante la charlatanería que
impera en gran parte de nuestra sociedad.
Gámez Domínguez, Luis Alfonso; Ares de Blas,
Félix; Sanz Larrínaga, Víctor Javier;
y Martínez Villaro, Jesús: "El fraude
del sudario de Turín".- Interviú, 25
de octubre de 1988.- Los autores denuncian en este reportaje
el carácter fraudulento de la Sábana Santa
de Turín, tomando como punto de partida los resultados
de los análisis de datación llevados a cabo
en 1988. Se estudia el tema desde el punto de vista bíblico,
histórico, iconográfico, etc. Los autores
recuerdan lo que han dicho algunos de los más renombrados
autores pseudocientíficos y llaman la atención
sobre la tergiversación de datos en que han incurrido
sistemáticamente los divulgadores de lo paranormal.
Gámez Domínguez, Luis Alfonso: "La cruzada
por la sábana Santa".- "El Correo Español
- El Pueblo Vasco, 20 de noviembre de 1988.- Reportaje que
pretende demostrar que, antes de que se hicieran públicos
los resultados del análisis del radiocarbono del
sudario de Turín, ya existían suficientes
pruebas como para afirmar que la pretendida reliquia era
en realidad un fraude.
LIBROS
Burr William Henry. "Self-Contradictions of the Bible".
Prometheus Books.- Buffalo 1987.- 96 págs.- Reimpresión
de la obra publicada en 1860 por la editorial A. J. Davis
& company, New York.
Burr era un seguidor de Darwin. En su época, el mayor
ataque a la teoría de la evolución lo hacían
los fundamentalistas, con el argumento de que la misma contradecía
las palabras de la Biblia. Por supuesto, que para ellos
la Biblia era literalmente la verdadera palabra de Dios
y no podía tener ningún error. Burr, en esta
pequeña obra, trata de demostrar que la Biblia contiene
errores, pero no lo hace al modo de Emile Ferriere que mostraba
las contradicciones de la Biblia respecto al conocimiento
científico de la época. (Además de
sus muchas ediciones en su lengua original -francés-,
en español existen varias traducciones de las obras
de Emile Ferriere: "Errores científicos de la
Biblia" y "Los mitos de la Biblia". En la
Biblioteca Nacional de Madrid, se conservan ejemplares de
una edición de 1907 y nosotros disponemos de la edición
de Daniel Jorro de 1927. Dado el interés de las mismas,
estamos pensando seriamente en hacer una reedición
de ellas.). Burr lo hace más simple, mu!
estra las contradicciones de la Biblia consigo misma, y
lo hace reproduciendo sus versículos en el orden
adecuado. La obra está dividida en 144 apartados,
en cada uno de los cuales presenta varios versículos
de la Biblia que tratan del mismo tema de un modo contradictorio.
Por ejemplo, el primer apartado muestra el versículo
1:31 -según la división de la Biblia Inglesa
de 1611-, donde se dice Dios está satisfecho con
su trabajo; a continuación expone el versículo
6:6 del Génesis, donde se dice que Dios no está
satisfecho de sus trabajos. En el apartado 8 nos muestra,
por un lado, los versículos 32:27 de Jeremías
y 19:26 de Mateo en los que se dice que Dios es todopoderoso
y, por otro, el versículo 1:19 de Jueces donde se
dice que Dios no es todopoderoso. En el apartado veintitrés
expone el versículo 6:4 de Deuteronomio, donde se
dice que Dios es solamente uno y, a continuación,
los versículos 1:26, 3:22 y 18:1,2,3 del Génesis
y 5:7 de Juan donde se habla de dioses, en plural.
El tratamiento es sumamente sencillo y no tendría
demasiado interés en nuestro tiempo -salvo, tal vez,
para los especialistas- de no ser por el tremendo revival
que en nuestros días están teniendo las ideas
fundamentalistas/creacionistas. Ante los argumentos simplistas
que se están esgrimiendo actualmente contra el evolucionismo,
quizás no estén de más los argumentos
de Burr.
En definitivas cuentas una obrita que hace de la sencillez
su mayor atractivo.
Bohoslavsky, Mario: "Las tecnologías alternativas".
Questio. Colección Montena Aula (Mondadori). Barcelona
1988.
En principio la colección Questio trata de poner
en contacto a los jóvenes con la cultura contemporánea.
En esta ocasión le ha correspondido a nuestro buen-escéptico,
Mario, el introducirlos en el mundo de las Tecnologías
alternativas, en el que es tan fácil caer en tópicos
y simplezas. Mario lo hace de un modo racional, en ocasiones
echando mano de la calculadora para demostrar que, muchas
veces, lo que nos gustaría que fuese es imposible.
Por ejemplo, mucho se ha hablado de las posibilidades de
la energía eólica. Mario nos dice: "...según
cálculos de Hoyle basados en una tabla de eficiencias
de Forbes (R.J. Forbes, "A History of Technology",
Oxford University Press, 1958), para lograr un nivel per
capita de 150.000 Kwh anuales -es decir unos 17 Kw constantes,
un nivel probable a fines de siglo en los países
más desarrollados-, sería necesario instalar
en Gran Bretaña unos 20.000.000 de molinos aerogeneradores."
Ello no significa que Mario esté en contra de las
Tecnologías Alternativas -que no lo está-
sino que pone los pies en la Tierra y habla de realidades
y no de sueños fantásticos. No obstante, no
es una obra pesimista sino una obra optimista dedicada a
"Eladio Lerga y Mark Howard por recordarme que hay
una juventud que merece la pena."
LAR Número 12 / Año III
Mayo de 1989
CORREO DEL LECTOR
EL SÍNDROME DEL SALMÓN
Me he subscrito a la revista hace poco y, leyéndola,
se me ha planteado una duda: ¿Para que sirve realmente
"La Alternativa Racional"?
Pensando un poco, saco la impresión de ser parte
de un cardumen de salmones. Nos vamos a agotar antes de
llegar a la zona de desove. Hay demasiada corriente.
Unos ejemplos: en religión, si racionalizas es porque
no tienes fe; en política mi partido es el único
que no se sale de la legalidad; en espiritismo, sólo
podrás ver algo si crees: ... ¡pero si hasta
Rodolfo Valentino, prototipo del amante perfecto, era homosexual!
A primer golpe de vista, se me ocurre una respuesta: LAR
existe para difundir verdades que, vaya usted a saber por
qué irracionalidad, se tergiversan.
Pero esa irracionalidad me parece que no es más que
la 'racionalidad' que nos ha guiado por la historia humana.
Estos temas están tan dentro de la sociedad que la
gente no te pregunta si crees en fantasmas, sino cómo
es el fantasma que conoces.
Seguramente, si cambiáramos el nombre de la asociación
por Comunión Escéptica, hiciéramos
a Carl Sagan nuestro profeta y nos reuniéramos una
vez al mes a concelebrar el acto de 'la cuadratura del círculo'...
No pretendo que estas líneas sean algo más
que una reflexión hecha en voz alta -letra escrita-,
quizás con la segunda intención de contrastar
pareceres y poder sacudirme el incómodo 'síndrome
del salmón'.
Víctor Vicuña Peñafiel
Bilbao
Los editores comentan:
Creemos que el 'síndrome el salmón' es algo
que difícilmente puede sacudirse de encima todo escéptico.
Sin embargo, ello no ha de desanimar a nadie.
Hay que ser realistas: los escépticos nadamos contra
corriente. Pero cada año son más los que se
unen al cardumen.
No estamos solos.
A nivel mundial, continuamente se están sumando nuevas
organizaciones escépticas a las ya existentes. Y,
en España, Alternativa Racional a las Pseudociencias
(ARP) tiene un futuro prometedor.
Si a esto unimos que tenemos como compañeros de viaje
gente como Isaac Asimov, Mario Bunge, Stephen Jay Gould,
Carl Sagan...; quizás el 'sindrome del salmón'
no nos resulte tan incómodo.
* * * * *